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Rosmunda

Drama en cuatro actos

Antonio Gil y Zárate

PERSONAJES

 
                        
ENRIQUE II, Rey de Inglaterra. ALFREDO.
ELEONORA DE GUIENA, su esposa.
ROSMUNDA CLIFFORD.
ARTURO.
ROBERTO, criado de la reina.
GUALTERO, paje.
ELFRIDA, madre de Rosmunda.



La escena es en Londres y sus cercanías. Año de 1156.



                                                                                                                                                
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Acto I

 
 

Interior de un castillo gótico.

 
 

Escena I

 

ROSMUNDA. ELFRIDA.

 

(Cuando se alza el telón, ROSMUNDA está mirando por una ventana.)

 
ROSMUNDA No vuelve, no vuelve, �ay cielos!
en vano con triste afán,
hasta el lejano horizonte,
tiendo mi inútil mirar.
Todo es desierto... �Y diez días 5
llevo de ausencia fatal!
�Ingrato! �Cuándo a mis ansias
tardaste tanto?... Jamás
de aquellos montes la sombra
vino a oscurecer mi hogar 10
sin que acudieses amante
a alegrar mi soledad.
Aquí suspiro, aquí lloro,
y en tanto dolor, quizás
ni un recuerdo tu Rosmunda 15
�ay de mí! te deberá.
�Allá en las cortes ufano
brillas donoso y galán,
y el amor juras a otras
que me juraste guardar! 20
ELFRIDA No así tan desconsolada
te entregues, hija, al pesar,
que quien fue siempre constante
no puede ser desleal. [4]
ROSMUNDA Altos y nobles deberes 25
a tu amante detendrán.
Ya lo sabes, de la guerra
Enrique dio la señal:
el fuerte Enrique segundo,
que en su juvenil edad, 30
al pueblo inglés comunica
su noble aliento marcial.
Ya en el Támesis la vela
mil naves al viento dan,
y sus guerreros la Irlanda 35
se aprestan a conquistar.
Vistiendo la fuerte malla,
Alfredo...
ROSMUNDA                 �Le disculpáis?
No, madre: decid que es falso,
decid que es traidor... Su hablar, 40
su semblante, sus acciones
bien me lo dijeron ya,
cuando aquí la vez postrera
le vi a mis plantas estar.
Su amor pintábame entonces 45
con el lenguaje falaz
que en apariencias de cielo
sabe el infierno ocultar.
Fuego sus ojos brotaban
brillando sobre su faz, 50
cual dos maléficos astros
precursores de algún mal.
Sé mía, Rosmunda, dijo.
Tuya Rosmunda será,
respondo, cuando en el ara 55
luzca la antorcha nupcial.
Pronta estoy. Al escucharme
�ay madre! le vi temblar,
estremecerse, caer,
y cual si fiero dogal 60
apretase su garganta,
sin voz, sin color quedar.
Por fin, levántase y dice: [5]
Adiós, adiós... Y se va,
y allí me deja entregada 65
a mi despecho mortal.
�Qué es esto?.. �Por qué le turba
mi justo anhelo?.. �Será
que solo mentira fuese
tanto amor?
ELFRIDA                    Calma tu afán. 70
Si un pérfido te abandona,
aun te puede consolar
una madre, cuyo amor
no tiene en el mundo igual.
Mas oye... De venatoria 75
trompa los ecos allá
dentro del bosque se escuchan,
y aquí acercándose van.
(Va a mirar por la ventana.)
ROSMUNDA �Oh! �cómo el alma conmueve
ese instrumento marcial! 80
�Triste recuerdo! También
así le escuché sonar
la vez primera que Alfredo
visitó mi pobre umbral.
Huyendo el calor estivo, 85
de polvo y sudor la faz
cubierta, llegó sediento...
ELFRIDA En un soberbio alazán,
�quién con rápida carrera
se acerca?
ROSMUNDA                 �Oh Dios! �si será?... 90
(Corre a la ventana.)
No, no es él... �Ay de mí triste!
Inútil es ya esperar.
ELFRIDA Algún mensajero acaso...
ROSMUNDA �Cielos! �qué nuevas traerá? [6]
ELFRIDA Ya llega... Pero �me engaño? 95
�No es él?
ROSMUNDA                  �Quién?
ELFRIDA                               �Será verdad?
Arturo.
ROSMUNDA             �Arturo!
ELFRIDA                           Sí, mira.
ROSMUNDA �Oh Dios!.. Él es... Qué fatal
venida!
ELFRIDA             �Fatal! �Por qué?
ROSMUNDA �De su amor no os acordáis? 100
ELFRIDA Como un hermano te amaba;
y tú también...
ROSMUNDA                        Como tal,
sí, yo le quise... Mas él,
ardiendo en llama voraz...
Bien lo sabéis: tiernos niños, 105
vimos nacer a la par,
entre juegos infantiles
el dulce amor fraternal.
En él trocose en pasión
y en mí lo fuera quizás, 110
si en pos de gloria y fortuna
no se llegara a ausentar.
Humilde y pobre, aspiraba
a merecer mi beldad;
mas sólo con altos hechos 115
la pudiera conquistar.
Partió; pero antes jurome
tardar dos años no más,
pidiéndome que dos años [7]
fe le había de guardar, 120
Prometí; que indiferente
en tan corta y tierna edad,
ni odioso, ni apetecido,
todo enlace me era igual.
Loca promesa mal dada 125
y peor cumplida... Vendrá
lleno de amor y de esperanza,
mi palabra a reclamar.
�Qué voy a decirle? �Oh cielos!
Huyamos... Mas, hele ya. 130
 
 

Escena II

 

Dichos. ARTURO.

 
ARTURO �Rosmunda!
ELFRIDA                     �Arturo!
ROSMUNDA                                  �Ay, dolor!
ARTURO Vuelvo al fin a tu presencia.
�Oh cuán bello es tras la ausencia
el dulce objeto de amor!
Con nuevo donaire el cielo 135
engalanó tu hermosura
el trono de mi ventura
mira en ti mi ardiente anhelo.
Mas las rosas de tu tez
marchitan tristes enojos, 140
la clara luz de tus ojos
nubla tierna languidez.
�Acaso en tu soledad,
lloraste por mí algún día?
�Llanto de amor, vida mía, 145
de amor y fidelidad!
ROSMUNDA �De amor! [8]
ARTURO                  Sí, de amor ardiente,
cual este que a mí me abrasa.
ROSMUNDA (Aparte.)
El corazón me traspasa.
�Quién engañarle consiente? 150
�Arturo! �Arturo!
ARTURO                              �Mi bien!
ROSMUNDA Tienes razón: inhumano,
el pesar su áspera mano
asentó sobre mi sien.
ARTURO �Quién cual yo de pena dura 155
los crudos golpes sintiera?
Mas, �qué dolor resistiera
hora al mirar tu hermosura?
Remotas tierras corrí,
surqué dilatados mares; 160
pero nunca a mis pesares
tregua hallé lejos de ti.
Vi de la altiva Bizancio
el imperial esplendor;
causome su pompa horror, 165
y sus placeres cansancio.
En vano ostentó a mis ojos
el Asia fértil su gala;
a los perfumes que exhala
prefería estos abrojos; 170
que dos objetos más bellos
su dulce hechizo les dan:
patria y amor, aquí están,
y yo moría por ellos.
Mil veces la horrible muerte 175
en las lides me cercara;
mas mi valor la ahuyentara
con brazo animoso y fuerte;
que si bien la apetecí
por infeliz con razón, 180
este triste corazón [9]
por ser tú defendí.
Mírame, pues, vencedor;
mas al lauro de mis sienes
tú sola derecho tienes, 185
pues tú me diste el valor:
cual justa deuda a tus pies,
ufano vengo a rendirlo:
dígnate, pues, recibirlo;
que no es mío, tuyo es. 190
Admitiome a su servicio,
en premio, no ha mucho el rey;
pero a quien sigue tu ley,
es otra ley un suplicio.
�Y qué me importan a mí 195
gloria y favor? Los desprecio.
Tan solo tienen un precio;
hacerme digno de ti.
ROSMUNDA �Y sabes tú, desdichado,
si yo de ti digna soy? 200
ARTURO �Qué dices? Temblando estoy
ROSMUNDA Arturo, tú me has amado
y me vas a aborrecer.
ARTURO �Aborrecerte! �quién? �Yo!
ROSMUNDA Sí; que jamás mereció 205
esta infeliz tu querer.
ARTURO �Cielos!... Habla... �Qué delito!...
ROSMUNDA �Ah! no, no soy criminal...
Mas oye... Un hado fatal...
Tu indulgencia necesito. 210
ARTURO �Mi indulgencia!
ROSMUNDA                            Ya lo ves,
dos años de ausencia... [10]
ARTURO                                     Acaba.
ROSMUNDA Siempre mi pecho anidaba
un fraternal interés...
ARTURO �Fraternal!
ROSMUNDA                  Los tiernos años 215
de la niñez, no producen
esos fuegos que conducen
de amor a los fieros daños.
ARTURO �No los producen, Dios mío!
Pues, �qué es esto que arde en mí? 220
�Cuándo este amor conocí?
Ya de oírte desvarío.
ROSMUNDA Sí... mas yo...
ARTURO                       Tú...
ROSMUNDA                               �Dios! no tengo
para decirlo valor.
ARTURO �Ah! ya comprendo... �Oh furor! 225
�Un rival!... �Y no me vengo!
ROSMUNDA Perdona.
ARTURO               Aparta, mujer.
Maldita seas mil veces.
�Es este el premio que ofreces
a mi constante querer? 230
ROSMUNDA Cúlpame, tienes razón:
sólo merezco tus iras;
mas �ay! un objeto miras
digno en mí de compasión.
�Sabes qué horrible tormento 235
es para mí tu presencia? [11]
�Sabes también que en tu ausencia
me acosa el remordimiento?
�Sabes, en fin, que esta llama
que abrasa todo mi ser, 240
inútil para el placer,
sólo ponzoña derrama?
No pienses, no, que mi mente
de nuestra infancia se olvida:
dulce sueño de la vida 245
pasado tan velozmente.
Como celeste ilusión
a mí contino se ofrece,
y en ella feliz se mece
mi angustiado corazón. 250
Amor de hermano, amor puro,
nuestras almas enlazó;
�por qué tan poco duró?
�por qué me dejaste, Arturo?
Feliz entonces; no ingrata 255
en dulce, santa coyunda,
nunca probara Rosmunda
este otro amor que la mata.
Sólo el tuyo conociera,
puro, suave, apacible; 260
y hora ya pasión terrible
clava en mí su garra fiera:
pasión que ejerciendo está
triste, funesto dominio,
y acaso con mi exterminio 265
vengado te dejará.
ARTURO �Ah! desdichada, �qué hiciste?
�Lo ves, mudable, perjura?
De dos almas la ventura
para siempre destruiste. 270
�Hela, en fin, desvanecida
aquella grata esperanza
que en engañosa confianza
fue el encanto de mi vida!
�Ah necio, necio de mí! 275
que en esta ausencia fatal, [12]
de tanto posible mal
este solo no preví.
Pero, �cómo tal recelo
el alma tener podía, 280
si en vez de mujer creía
amar a un ángel del cielo?
ROSMUNDA Sí, sólo un ángel merece
ese amor puro y constante.
ARTURO Dime, �quién es ese amante 285
que tu pecho favorece?
Dilo.
ROSMUNDA         �Qué intentas?
ARTURO                                 �Yo!... nada,
nada.
ROSMUNDA          �Me estremezco! �Oh Dios!
ARTURO Es fuerza que de los dos,
uno...
ROSMUNDA          �Qué dices?
ARTURO                             Mi espada... 290
ROSMUNDA �Y osarías?
ARTURO                   �Olvidar
me mandas el amor mío?
Pues solo de sangre un río
ya nos puede separar.
ROSMUNDA �Qué horror!
ELFRIDA                     Arturo, insensato: 295
�así la pasión te ciega!
ROSMUNDA Dejadle, madre... Ven, llega; [13]
y en tu furioso arrebato
traspasa este corazón.
Véngate; mi sangre vierte, 300
que acaso será la muerte
un bien en tanta aflicción.
ARTURO �Qué dices?... �Ah! Yo deliro;
mas �cómo no delirar
cuando �ay triste! arrebatar 305
tan ansiado bien me miro?
Yo debiera castigarte,
infiel, perjura belleza;
mas al mirarte, �oh flaqueza!
no hallo fuerzas para odiarte. 310
Vive, pues; que yo gustoso
marcho hora mismo a morir:
sólo merece vivir
el que puede ser dichoso.
ROSMUNDA �Ah! tú pierdes la razón. 315
�Tú morir!
ARTURO                  Es mi esperanza.
ROSMUNDA �Arturo!
ARTURO               Adiós... mi venganza
la dejo a tu corazón. (Vase.)
 
 

Escena III

 

ROSMUNDA sola.

 
Espera... tente... no me oye.
�Ah! madre, por Dios seguidle, 320
y procurad de su pecho
calmar el dolor terrible.
 

(Vase ELFRIDA.)

 
�Oh cuán infeliz nací!
Al que tierno amante gime,
fiel, generoso, constante, 325 [14]
es fuerza que el alma olvide,
guardando todo mi amor
a en de él tal vez se ríe.
�Alfredo! este dulce nombre
que adora el pecho sensible, 330
solo con secreto horror
hora mis labios repiten,
y llanto, desgracias, muerte,
aquí una voz me predice.
�Diez días sin verme, cielos! 335
�Adónde te encuentras, dime?
Mira, ingrato, que si tardas,
muerta me hallarás, �ay triste!
 
 

Escena IV

 

ROSMUNDA. ALFREDO.

 
ALFREDO �Rosmunda!
ROSMUNDA                     �Alfredo!... �Oh Dios! �Él es! �Oh dicha!
�No me engaño? �Eres tú?
ALFREDO                                            Sí, soy Alfredo... 340
Alfredo soy, Rosmunda.
ROSMUNDA                                        Mas �qué indica
ese mirar sombrío? �Por qué leo
en tu rostro el pesar?... �Sientes, ingrato,
sientes verme?
ALFREDO                        �Sentirlo!... Y �tú creerlo
puedes, Rosmunda, cuando tú eres sola 345
astro hermoso de paz, que mis tormentos
consigue disipar, cuando a tu lado
siento en el alma de feliz consuelo
el bálsamo correr?... Mas bien dijiste,
un horrible pesar me oprime el pecho. 350
ROSMUNDA �Por qué dejarme, pues? �Por qué diez veces [15]
los tristes ojos por el llano inmenso
tendiendo con afán, la noche oscura
me vino a sorprender, sin que a mis ruegos
acudieses, cruel? �Qué hacías? �Dónde 355
vivir pudiste de tu amante lejos?
Un día y otro desde la alta reja
te esperaba... y mi voz llamaba a Alfredo,
�y Alfredo no venía!
ALFREDO                                  �Desdichada!
�Cuántos males por mí!...
ROSMUNDA                                          Ya no los siento. 360
Todos al verte huyeron... Mas los tuyos
dime, y verás que compartir al menos
sabrelos y llorar.
ALFREDO                            Males existen
que amor no alcanza a suavizar: su fuego
más los irrita cuanto más los toca, 365
y es sólo al corazón letal veneno.
ROSMUNDA Si con igual ardor me amas...
ALFREDO                                                �Sí te amo!
Mira: mil veces en los nobles juegos
do el fuerte paladín a la hermosura
rinde postrado su laurel soberbio, 370
vi de las damas que la corte aplaude
la ensalzada beldad... Vilas luciendo
el oro y plumas y preciosas telas,
y ufanas abrasar rivales pechos
con ardientes amores... En mi siempre 375
sólo encontraron corazón de hielo.
Te vi, Rosmunda: tus sencillas galas,
tu dulce hechizo de artificio exento,
�cuál contrastaban con el vano orgullo
que tanto desdeñé! Rendido, ciego, 380
no pude resistir, y en tus cadenas
quedé con nudo indisoluble preso.
Sin ti de entonces para mí no hay vida: [16]
aquí respiro y gozo; ausente, muero.
ROSMUNDA Quédate, pues, mi bien... �A qué en las cortes 385
una dicha buscar que aquí te ofrezco?
�Quién te puede arrastrar?...
ALFREDO                                              �Quién?... mi desdicha.
Cruel fatalidad allí mi cuello
doblado tiene bajo atroz coyunda,
en vano ansioso sacudirla intento: 390
do quier constante a mi pesar me oprime,
y es fuerza sucumbir al grave peso.
ROSMUNDA Mas en la corte, di, �qué bien encuentras?
ALFREDO El crimen, y con él remordimientos.
ROSMUNDA �El crimen, dices!... Por ventura... �ay! habla: 395
sin duda ocultas un fatal secreto.
ALFREDO No lo quieras saber.
ROSMUNDA                                 Mi amor lo exige.
ALFREDO Teme que sea para ti funesto.
ROSMUNDA Sabré tener valor... Habla.
ALFREDO                                           Rosmunda,
escucha y estremécete... No puedo. 400
ROSMUNDA �Ingrato!
ALFREDO               Adiós, adiós.
ROSMUNDA                                    �Partes?
ALFREDO                                                  Sí, parto:
separarnos es fuerza.
ROSMUNDA                                   �Oh Dios! [17]
ALFREDO                                                   Lo debo.
Ya lo sabes tal vez: en torno suyo
hoy Enrique juntando sus guerreros
los llama a nueva lid. Suena la trompa 405
y de naves el Támesis cubierto,
poderosa invasión a Irlanda envía,
soy soldado: el honor...
ROSMUNDA                                       No te detengo.
Parte: si lejos el honor te llama,
el honor y la gloria son primero. 410
Culpable es la mujer que en torpes lazos
a noble paladín detiene envuelto,
y en justo pago de caricias viles,
su nombre infama con baldón eterno.
Parte, y al templo de la gloria asciende; 415
asombren al inglés tus altos hechos;
y aquí su historia de tan triste ausencia
me venga a consolar... Yo misma quiero
con dulce prueba de mi afecto ardiente
inflamar tu valor... Antes que el eco 420
de la trompa marcial por estos valles
resuene, de partir dando a los vientos
la anhelada señal, a mi presencia
vuelve vestido del luciente acero.
La roja batida que en matiz brillante 425
de nuestro mutuo amor retraza el fuego,
de mí recibirás, y a par mi cifra
en preciosa labor. Latir el pecho
con su blanda impresión sintiendo ufano,
en tu brazo hallarás mayor esfuerzo. 430
�Quién podrá resistirte? La victoria
tus huellas seguirá. Feliz, cubierto
del noble lauro que al amor debiste,
a mí retornarás; y el dulce premio
�oh cuál entonces te daré gustosa 435
de tan constante amor, tanto denuedo!
ALFREDO No, no, Rosmunda: si tu bien deseas,
otra dicha mayor pídele al cielo. [18]
Pide que sin tardar aguda lanza
mi pecho rasgue en el primer encuentro, 440
y allí sin vida, sobre el yerto polvo,
al menos con honor quede un perverso.
ROSMUNDA �Qué insensato delirio! �Oh Dios! �qué dices?
�Tú deseas morir?
ALFREDO                               Sí, lo deseo,
lo debo.
ROSMUNDA               Vive para mí siquiera. 445
ALFREDO Calla, infelice... para ti... ya he muerto.
ROSMUNDA �Qué escucho?... �Santo Dios!... �Tú!... �me horrorizo!
�Ah! perjuro, �ah! traidor; ya te comprendo.
Me vendes, sí, me vendes, y otros nudos
hoy corres a formar.
ALFREDO                                  �Yo?.. No... no es cierto. 450
ROSMUNDA �Me vienes a anunciar de tu perjurio
la nueva atroz? �En mi dolor inmenso,
te pretendes gozar?
ALFREDO                                Escucha.
ROSMUNDA                                               Vete.
ALFREDO Rosmunda, por piedad.
ROSMUNDA                                      Ve... te desprecio.
ALFREDO No, no me marcharé... no, de tus iras 455
llevar conmigo el insufrible peso
no puedo consentir... Tú por quien solo
sintió mi corazón de amor el fuego,
cara Rosmunda, mi dolor contempla
y mírame a tus pies... mira el que vierto 460
acerbo llanto... Te lo juro, nunca [19]
adoré sino a ti, nunca en mi seno
otro amor arderá... Si dado fuese,
por ti mil bienes, la grandeza, un cetro
renunciara feliz. Es cierto... un crimen... 465
�qué digo?.. un crimen no... destino adverso
la copa del placer llega a mis labios,
y veda a su licor tocar en ellos.
Por la postrera vez te miro, te hablo;
por la postrera vez oigo tu acento, 470
guarda siquiera de infeliz amante,
cual de ti guardaré, dulce recuerdo;
y pues quiso la suerte separarnos,
nunca al olvido nuestros nombres demos.
ROSMUNDA �Cruel!... �Con qué es verdad? �Con qué es forzoso?... 475
Y de tan fino amor, tantos proyectos
de dicha y de placer...
 

(Óyese dentro ruido de gentes.)

 
                                     Pero �qué ruido?..
�Oyes?
ALFREDO              Sí... �qué será?
 
 

Escena V

 

Dichos. ELFRIDA.

 
ROSMUNDA                                        Madre, �qué es eso?
ELFRIDA Rosmunda, alégrate; la reina viene
a honrar nuestra mansión.
ALFREDO (Aterrado.)
                                          �La reina!
ROSMUNDA                                                           �Es cierto? 480
ELFRIDA Quiere en este castillo de la caza
reposar un instante.
ALFREDO                                 �Santos cielos! [20]
Huyamos.
ROSMUNDA                  �Cómo?
ELFRIDA                                �Qué?
ALFREDO                                           Somos perdidos,
si aquí me encuentra.
ELFRIDA                                   �Qué decís?
ROSMUNDA                                                        No entiendo...
ALFREDO Adiós.
ELFRIDA            �Por dónde vais? Esa escalera 485
llena está de su gente.
ELEONORA (Dentro.)
                                    Deteneos
y de aquí no paséis.
ALFREDO                                 Es ella, �oh rabia!
ROSMUNDA Ven, por aquí tendrás paso secreto...
(Señalando una puerta a la derecha.)
�Oh Dios! Cerrado está.
ALFREDO                                        Mi esfuerzo acaso...
�Imposible!
(Procura forzar la puerta.)
ROSMUNDA                     Ya llega.
ALFREDO                                    Ábrete, infierno; 490
y ocúltame en tu abismo.
 
 

Escena VI

 

Dichos. ELEONORA.

 
ELEONORA                                             No distantes [21]
(Al entrar a su acompañamiento.)
de aquí quedaos a mi voz atentos.
ROSMUNDA Señora... (Se arroja a sus pies.)
ELEONORA               Alzaos... �No os llamáis Rosmunda?
ROSMUNDA Mi nombre es ese.
ELEONORA                              �Hela aquí, pues!... �Es cierto!
(Aparte, mirándola con curiosidad.)
Y �cuán hermosa! �Oh indignación!
ROSMUNDA                                                          Ufana 495
con tanto honor... no sé... Mi pobre techo
�qué cosa digna de tan alto huésped
ofreceros podrá?
ELEONORA                            Nada apetezco.
Solo aquí me conduce... �Oh Dios! �qué miro?
(Viendo a ALFREDO.)
ALFREDO (Aparte.)
�Horrible situación!
ELEONORA                                 Él es... fallezco. 500
ROSMUNDA Señora... �qué tenéis?...
ELEONORA                                       Nada... apartaos...
El cansancio... el calor... �Y aquí te encuentro,
traidor! (A ALFREDO.)
ROSMUNDA             �Ah! �qué decís?.. �Traidor! �Dios mío!
�Alfredo!
ELEONORA (Con extrañeza.)
                �Cómo le llamáis?
ALFREDO (Con intención.)
                                              Alfredo.
ELEONORA �Ah... ya entiendo... está bien! [22]
ROSMUNDA                                                  Pues qué, su nombre 505
�no sabéis?... Yo pensé...
ELEONORA                                          Sí: mas no acierto
con cual motivo en tan remoto albergue
hoy te llego a encontrar... �Acaso el puesto
es este donde su deber le manda
los pasos dirigir?... �Por qué un misterio 510
es para mí?...
ALFREDO                       Cual vos hoy de la caza
quise el placer gozar... Perdí el sendero...
y cual a vos también, sólo el acaso
me condujo... �Dudáis?
ELEONORA                                       No, no: lo creo.
Vuestra disculpa admito.
(Se sienta y se dirige a ROSMUNDA.)
                                         Hermosa joven, 515
acercaos... Decid: �por qué tan lejos
de la corte vivís?... �Por qué estos bosques,
su triste soledad, mundo desierto,
mansión ofrecen para vos más grata
que Londres opulenta?... �Cuál secreto 520
hechizo os encadena?...
ROSMUNDA                                      Sin cuidados
aquí la rueda de mis años tiernos
dulcemente corrió: mi anciano padre
aquí exhalara su postrer aliento;
y de ese bosque la enramada cubre 525
con sombra amiga sus mortales restos.
ELEONORA �Y qué, por dicha, tan oscura suerte
es hecha para vos?... �Allá en el seno
secreto impulso no sentís que os llama
a fortuna mayor, placeres nuevos?... 530
A mi corte venid.
ALFREDO (Aparte.)              �Dios! [23]
ELEONORA                                         Entre pompas
allí pronto daréis a olvido eterno
estas breñas... allí mil cortesanos
rinden a la beldad el grato obsequio
que dulce halaga al corazón, y ufana 535
brilla en la sala y reina en el torneo.
ROSMUNDA Mi alma, señora, en tan humilde estado
no alimenta esos vanos pensamientos.
Moriré cual nací, pobre, ignorada.
Al regio alcázar mi mansión prefiero. 540
�Por qué la dejaré? La paz, la dicha,
cuanto puedo anhelar aquí lo tengo.
ELEONORA �Cuánto anhelar podéis!... Con tal respuesta,
mucho, señora, que decís entiendo.
ROSMUNDA �Pues qué?...
ELEONORA                      No os sonrojéis... En vuestros años, 545
bien lo sé, la ambición no mueve el pecho,
ni la codicia vil... Hay otros bienes...
y sobre todos uno... al que contento
todo se sacrifica... uno, que el alma
a tal punto esclaviza que otro anhelo 550
no es dado ya tener; que ciega, ofusca,
y reduce a sí solo el orbe entero.
Quizá vos esté bien...
ALFREDO                                   �Por qué, señora,
penetrar intentáis tales secretos?
�No veis que su rubor?...
ELEONORA (A ALFREDO.)
                                        �Sois vos acaso 555
a quien pregunto yo? -Quizá indiscreto
(A ROSMUNDA.)
os parezca mi hablar... Mas no os sorprenda
este lenguaje en mí... También sabemos
los reyes qué es amor: también al trono
suele alcanzar su irresistible fuego; 560 [24]
y también �ay de mí! su afán sentimos,
sus congojas, sus penas... y sus celos.
ALFREDO �Qué oigo?... Señora... �vos?
ELEONORA (A ALFREDO.)
                                              �Cuál os agita
lo que diciendo estoy!... �Por qué hora os veo
turbado, sin color, cual delincuente 565
que en la presencia está de un juez severo?
�De qué os acusa la conciencia?
ALFREDO                                                      Basta.
Si aquí más tiempo estoy, quizá funesto
a los dos vendrá a ser... Marcho...
ELEONORA (Alzándose.)
                                                      Quedaos,
quedaos, repito: �lo entendéis?... lo quiero, 570
lo mando.
ALFREDO                 �A mí?... Pues bien...
ROSMUNDA                                                   �Qué haces? �Olvidas
que ante tu reina estás?... Yo te lo ruego,
detente. Y vos, señora, perdonadle...
sí, perdonadle.
ELEONORA (A ALFREDO.)
                        �Qué interés tan tierno
mostráis por ese joven? �Cuán ansiosa 575
intercedéis por él!... �Ah! ya comprendo.
Sin duda esa es la joya que encerrada
en esta soledad, presta embeleso
a tan triste mansión; el bien es ese
por quien en dulce amor dais al desprecio 580
la corte y su grandeza... Hablad, decidlo,
confesadlo por fin.
ROSMUNDA                               Yo...
ALFREDO                                       �Necio empeño!
Tal sospecha... [25]
ELEONORA (A ALFREDO.)
                           Callad: sólo ella debe
responderme, no vos.
ALFREDO                                   Y �qué derecho
tenéis?...
ELEONORA                �Tú lo preguntas! Yo lo exijo: 585
(A ROSMUNDA.)
decid, �le amáis?
ROSMUNDA                            No sé qué responderos.
ELEONORA Harto decís así.
ROSMUNDA                          No, yo no le amo.
ELEONORA �No?... juradlo.
ROSMUNDA                          �Yo?
ELEONORA                                   Sí.
ROSMUNDA                                        Juro... no puedo.
ELEONORA Basta... todo lo sé.
ROSMUNDA                               Pues bien, señora,
�de qué sirve el negarlo? Este secreto 590
se escapa a mi pesar... Mi hablar, mis ojos,
mi ademán, mi inquietud, hasta mi aliento,
todo respira amor, todo os descubre,
que arde el pecho por él y por él muero.
ELEONORA (A ALFREDO.)
�Con qué es verdad, traidor?
ALFREDO                                               No es este el sitio 595
de escuchar vuestras quejas... El misterio
vinisteis a indagar... Oídlo todo,
oídlo todo, pues queréis saberlo.
No basta que ella me ame, yo la adoro. [26]
�Adorarla! Eso es poco... �Con qué puedo 600
comparar este amor?... Sólo a la furia
con que hora vos la estáis aborreciendo.
ELEONORA �Eso dices, cruel!
ALFREDO                             Lo habéis querido;
mas pues ya conocéis que soy sincero,
prestad fe a mis palabras... Sí, Rosmunda, 605
sí, yo te idolatré... Jamás el cielo
inspiró igual amor, y aquí por siempre
grabado queda con buril de fuego.
Mas te lo dije ya... Grande, sagrado,
inviolable deber, un muro ha puesto 610
entre ambos corazones, y el destino
me separa de ti con brazo férreo.
Es fuerza obedecer... Ya nunca, nunca
a verme volverás... Adiós... eterno
es este adiós... lo juro. Satisfecha 615
(A ELEONORA.)
podéis estar, señora, pues mi afecto
supe sacrificar, y aunque penoso,
a cumplir mi deber estoy resuelto.
Pero escuchad también el que pronuncio
inviolable y terrible juramento. 620
Nunca turbada de Rosmunda sea
la paz en estos sitios; un secreto
mi nombre quede... Si a su vida acaso...
�Qué pronuncio?... �A su vida!... No me atrevo
ni siquiera a pensarlo... a su reposo 625
osaréis atentar... Inútil creo
que es explicarme... conoceisme... nunca
injurias perdoné... �Ay, del perverso
que ofendiendo a Rosmunda, ofrezca osado
objeto odioso a mi furor tremendo! (Vase.) 630
 
 

Escena VII

 

ELEONORA. ROSMUNDA. ELFRIDA. ROBERTO. SOLDADOS.

 
ROSMUNDA �Qué es esto?... �Cielos!... �qué terrible arcano?...
Decid. [27]
ELEONORA            Ya lo sabréis. No pienses, necio,
que me intimidas, no. Seguidme.
ROSMUNDA                                                     �Dónde?
ELEONORA A mi palacio.
ROSMUNDA                       �Yo?
ELEONORA                               �Dudáis? Roberto.
ROBERTO Señora.
ELFRIDA              �Qué intentáis?
ROSMUNDA                                       �Piedad!
ELEONORA                                                     Llevaos 635
a esa mujer.
ROSMUNDA                     �Ay Dios!
ELEONORA                                     Llevadla luego.
 

(ROBERTO y los SOLDADOS se llevan a ROSMUNDA.)

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