![Arriba](/s3/BVMC_OBRAS/fef/4ca/d68/2b1/11d/fac/c70/021/85c/e60/64/mimes/../botup.gif) Jornada primera
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(Salga CASILDA, ALIMA y ZARA, moras; MÚSICOS
cantando y ella vistiéndose.)
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MÚSICOS |
«Al Alcázar de Toledo, | | que el dorado Tajo baña,
| | las corrientes cristalinas | | que humildes besan sus plantas;
| | en cuyos lienzos escriben | | siempre grandezas las aguas,
| | y para que no se borren | | lo enjugan polvos de plata.»
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ZARA | ¿Qué
has tenido? | | ¿No estás buena? |
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ZARA | No te lo dice la cara, | | si algún
cuidado no ha sido | | que te haya dado pesar. | |
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CASILDA | Bien
pienso que me le diera | | si, aunque estoy triste, supiera
| | que otro me puede alegrar. | |
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CASILDA |
No
te espantes, | | que menos me entiendo yo. | |
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CASILDA | No;
| | cosas son más importantes. | | Dejadme sola, que quiero
| | en este jardín quedarme | | Por si puedo sosegarme
| | de la pasión con que muero. | |
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ALIMA | Sospecho
| | que esta tristeza y dolor | | es amor. |
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ZARA | No
puede, amor, | | contrastar su limpio pecho. | |
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(Váyanse,
quedando ella recostada.)
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CASILDA | ¡Alá santo, a quien
adora | | mi alma desde que sé | | que todo tu hechura
fue | | y el sol que estos campos dora | | A la noche y a la
aurora | | te bendigo sin cesar | | en llegando a contemplar
| | esta visible excelencia, | | y así juzgo gran potencia
| | en quien lo pudo criar. | | Esta mi ley guardo y quiero,
| | porque otra yo no la sé, | | y con amorosa fe | | no
sé por lo que me muero. | | ¡Alá santo y verdadero
| | merezca (de ti) ver (yo) | | si (esta) mi ley me engañó;
| | que no puede ser ley buena | | donde se vive sin pena | | cuando
muerte se aguardó. | | Del gran Dios de los cristianos,
| | que ellos le llaman ansí, | | mil alabanzas oí,
| | (mas) son pensamientos vanos, | | aunque si sus pies y manos,
| | siendo Dios y siendo fuerte, | | le clavan de aquella suerte,
| | algún misterio sería, | | pues Dios, que entonces
vivía, | | quiso entregarse a la muerte. | | Claro está
que se entregó | | y que fue voluntad suya, | | y así
es forzoso que arguya | | que gran causa le movió. | | Todo el hombre que nació, | | la vida guarda y adquiere
| | y de voluntad no quiere | | perderla: si en Cristo estuvo,
| | la vida y voluntad tuvo. | | ¿Quién con tanto gusto
muere? | | Sueño profundo me ha dado. | | ¡Quién
tan gran dicha tuviera | | que en despertando supiera | | la
causa de su cuidado! | |
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(Duérmese y diga una VOZ.)
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VOZ |
El
bautismo. | | (Levántese.) |
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CASILDA | ¡Válgame Alá!
¿Quién sería | | el que me hablaba y hablé?
| | ¿Qué es esto? Si lo soñé, | | o es alguna
fantasía. | | ¿Alima, Zara, Zovela, | | Arlaja, Rosa,
mujeres? | | ¡Hola! |
(Salen ZARA y ALIMA.)
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CASILDA | Notable mal me desvela. | | Idos.
Mas... volved. ¿No os vais? | | Dejadme. ¡Válgame el
cielo! | |
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CASILDA | Un
gran desvelo, | | que sabréis si me escucháis.
| | De Alimenón, mi padre, | | rey de Toledo impíreo,
| | trono de majestades, | | cabeza de sí mismo. | | tesoro
de los moros | | inestimable y rico, | | pues dicen que en el
Tajo | | oro de Arabia han visto; | | y a mi madre, Daraja, | | que ya dejó este siglo, | | nací habrá
quince años; | | el cielo ansí lo quiso. | | Llamáronme
Casilda, | | de quien un sabio dijo | | entonces a mi padre | | secretos infinitos. | | Apenas fui nacida, | | ¡qué notable
prodigio!, | | cuando padezco enferma | | este mal que habéis
visto. | | Tan gran tormento paso | | y tanto me fastidio | | con
el dolor que siento, | | que apenas le resisto. | | No han podido
remedios, | | aunque han sido excesivos, | | hacer que salud
tenga. | | ¡Ved qué rigor impío! | | Para alegrar
mis penas | | y el desconsuelo mío, | | en la corte se
han hecho | | fiestas y regocijos. | | Todo me ha dado pena,
| | y al paso que he crecido, | | más se aumentan mis
males | | y muero si los miro. | | Ya a la vega bajaba | | y al
Tajo cristalino, | | que la sirve de espejo | | para adornar
sus rizos. | | Miraba su hermosura, | | los jardines floridos,
| | música de las aves, | | hechas arpas los picos; | |
las flores, los claveles, | | jazmines y jacintos, | | alhelíes,
mosquetas, | | madreselvas, narcisos, | | maravillas, retamas,
| | azahar, cárdenos lirios, | | y todo me cansaba | | cuanto
era más florido. | | Un año me sirvieron | | dos
reyes sarracinos, | | y con desprecio a entrambos | | pagué
tantos servicios. | | Vino a verme Abenámar, | | hijo
del rey Marsichio, | | sobrino de mi padre, | | que me pide por
primo. | | Y con tantos rigores | | y desdén tan altivo
| | desprecio sus finezas, | | que no sé cómo es
vivo. | | La causa de estas penas | | ninguno la ha sabido, | | sino yo que las paso | | en mi silencio mismo. | | Procede,
amigas mías, | | de que a Dios busco y sigo, | | al Dios
de los cristianos, | | al Dios que llaman Cristo. | | Reparaba
mil veces, | | con pecho casto y limpio, | | lo que algunos esclavos
| | de este su Dios me han dicho. | | Apenas lo entendía,
| | cuando todo el sentido | | ocupaba en buscalle | | con el discurso
mío. | | Y hoy que aquí me dejaste, | | dulce sueño
me vino, | | en que una voz suave, | | amorosa, me dijo: | | -Dispierta,
yo te llamo. | | -¿Quién eres?-le replico. | | -El que
aguardas-responde-; | | búscame en el bautismo. | | Este
es, pues, mi suceso; | | amigas, éste ha sido | | el tormento
del alma; | | a Cristo busco y sigo. | | Mis fieles compañeras,
| | que me ayudéis os pido; | | sepa yo de este Dios | | los preceptos divinos. | | Afuera, vanas leyes, | | que está
cerca el peligro, | | y afuera, engaño mío, | | que ya Casilda es | | de la ley de Cristo. | |
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ZARA | Tu hechura
soy, señora, | | y, el pecho enternecido, | | sigo tus
pensamientos | | y a la muerte me obligo, | |
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CASILDA | Del cielo el toque ha sido. | | Llegad, abrazaréos.
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CASILDA | Esta es la ley más
cierta; | | a seguirla camino. | | Ayúdame, Dios hombre,
| | por que sepa serviros, | | y afuera, engaño mío,
| | que ya Casilda es | | de la ley de Cristo. | |
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ZARA | ¡Quién
nos diera, señora, | | en tanto los principios | | de
este Dios que buscamos! | |
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CASILDA | ¿Quién como mis cautivos?
| | Vamos a las mazmorras. | | Dad a la guarda aviso, | | que quiero
visitallos. | |
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CASILDA |
Prevení qué llevalles, | | que es el tesoro rico
| | la piedad con los pobres. | | ¡Afuera, falsos ritos, | | y
afuera, engaño mío, | | que ya Casilda es | | de
la ley de Cristo! | |
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(Vanse, y salgan ABENÁMAR y CELÍN,
moros.)
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ABENÁMAR | De este jardín florido, | |
que del de Chipre copia hubiera sido | | si la Venus que adoro
| | rindiera a mis firmezas el tesoro | | que en tanto amor deseo
| | para tener por gloria tal trofeo, | | salió Casilda
hermosa, | | afrenta del jazmín y de la rosa | | y envidia
dulcemente | | del sol dorado en el dorado Oriente. | | Y al
volver las espaldas, | | las hierbas que aquí sirven
de esmeraldas | | y las flores más bellas | | se marchitaron
cuando vi volvellas; | | quedándose las aves | | en el
principio de sus tonos graves | | que alegres comenzaron, | | y al partirse Casilda los dejaron. | | ¡Ay, Celín!
De mi ingrata | | verdades digo cuando así me trata.
| | Ya mis desdichas toco, | | que, pues digo verdades, yo estoy
loco. | | ¡Que no ablande siquiera | | la condición de
esta terrible fiera | | mi llanto y mi porfía! | | Antes,
cuando me abraso, ella se enfría. | | ¿Qué haré
con tal desprecio? | | ¿Dejar la empresa o, porfiando necio,
| | morir hasta vencella? | | Morir será mejor si he de
perdella. | | Di, crüel homicida, | | grave y hermoso hechizo
de mi vida, | | ¿cómo no te enternece | | el mal que el
alma sin razón padece? | | Acaba de matarme, | | si este
favor, queriéndome, has de darme. | |
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CELÍN | ¡Lástima
te he tenido | | y te escuchaba casi enternecido | | de ver lo
que padeces | | y cuán poco, señor, tu amor mereces!
| | Y a tu mal importuno | | no te puedo aplicar remedio alguno,
| | viéndote enamorado, | | rendido a la pasión
y porfiado. | | La ausencia solamente | | pudiera ser remedio
conveniente. | | ¿Sólo a verla viniste? | | Hijo del rey
de Córdoba naciste. | | Conquista otra hermosura; | |
prueba, quizá tendrás mayor ventura. | | Deja
el Tajo y su orilla; | | vete a Granada, pásate a Sevilla,
| | que hijas tienen sus reyes | | con quien el niño amor
tendrá otras leyes. | |
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ABENÁMAR | ¡Ay! Que mi loco
engaño | | apetecer me hace el mismo daño | | y
olvidarla no puedo | | después que entré los
muros de Toledo. | | Pues de esta süerte, | | si me tengo
de estar hasta la muerte, | | ingrata de mis ojos, | | dándote
el alma mía por despojos, | | inventa, quiere, ordena
| | en tu rigor el género de pena | | mayor que se haya
visto; | | verás tú que por verte le resisto
| | tan firme y tan constante, | | que el mundo todo de mi amor
se espante. | | Ve, Celín, sabe dónde | | el sol
hermoso de mi amor se esconde, | | que al sol sigue la noche,
| | y yo, que soy su sombra, | | la sigo alegre, aunque de mí
se esconde. | |
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ABENÁMAR |
Amor me ayude en este mal que muero. | |
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(Vanse, y salgan GONZALO,
viejo; RODRIGO, ORTUÑO, FERNANDO, NUÑO
y CALAMBRE, gracioso, de esclavos.)
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GONZALO | Alabado sea el
Criador | | en los cielos y en la tierra, | | pues cuanto en
ella se encierra | | es obra de su valor. | | Démosle
gracias aquí | | por la merced que nos hace, | | pues
de su voluntad nace | | que lo pasemos ansí. | | Treinta
años ha que cautivo | | en esta mazmorra estoy, | | donde
mil gracias le doy, | | porque me sustenta vivo; | | todo sea
engrandecido | | para que a Dios glorifique | | y todo se multiplique
| | para que sea servido. | |
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RODRIGO | Apenas la luz se ve | | para
saber si es de día. | | ¡Bendito sea el que la envía!
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ORTUÑO | En todo el mundo lo esté. | |
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CALAMBRE | Como hubiera que comer, | | poco las reparará;
| | y aunque sin ella la hubiera, | | soy tan bien afortunado,
| | que hubiera ratón taimado | | que del plato lo cogiera.
| | Que los hay aquí, y no es miedo, | | según
de grandes están, | | que a porfía apostarán
| | quién reza mejor el credo. | | Una ratona ladrona
| | el otro día parió, | | y la manta me llevó
| | su ratón a la ratona. | |
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GONZALO | Siempre has de estar
de un humor... | | ¡Qué Poco el trabajo sientes! | |
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CALAMBRE |
Gonzalo, no me atormentes, | | pues me basta mi dolor. | | Anteayer
me desvestí, | | que ha días que no lo hacía,
| | porque huéspedes tenía, | | a quien libertad
les di. | | Y al vestirme, con mancilla | | del calabozo ladrón,
| | ¡vive Dios!, que vi un ratón | | que se puso en mi
rodilla. | |
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RODRIGO | Que sin remedio vivimos | | de libertad.
¡Qué dolor! | | ¡Tratarnos con tal rigor | | desde que
cautivos fuimos! | | Doce años ha que lo estoy, | | según
mi cuenta. |
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FERNANDO | Mi pena quiere que cuente | | dieciocho.
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CALAMBRE | Yo,
cuatrocientos, | | por cuatro en que no he contado | | más
de palos que me han dado, | | que serán cuento de cuentos.
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GONZALO | Cantemos las maravillas | | de Dios, pues esto le
plugo. | |
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CALAMBRE | Luego bajará un verdugo | | que nos
cuente las costillas. | |
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RODRIGO | ¡Qué rotos y qué
perdidos | | estamos todos! |
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CALAMBRE | ¿Qué
importa? | | Que aquí hay un ratón que corta
| | por excelencia vestidos. | |
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ORTUÑO | Ruido en las puertas
se siente. | |
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CALAMBRE | Estos ratones serán, | | que por
los mañanas van | | a beber el aguardiente. | |
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NUÑO |
Abrir (esa puerta) siento | | y gente viene. |
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CALAMBRE | Serán | | algunos a quien les dan | | esta casa de aposento. | |
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FERNANDO |
La princesa es la que viene. | | ¿Si nos quieren degollar | | para podella alegrar? | |
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NUÑO | Si así a su salud
conviene | | nuestras vidas, claro está, | | que habrá
venido a escoger | | el esclavo que ha de ser. | |
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ORTUÑO |
¿A quién la suerte cabrá? | |
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GONZALO | Amigos,
yo la tomara, | | y no es pasión la que siento, | | sino
salir del tormento | | que de afligirme no para. | | Quiera el
cielo que me quepa | | la suerte de este rigor, | | para que
en tanto dolor | | que tendré descanso sepa. | |
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CALAMBRE |
Hoy de la muerte me alejo, | | sin duda. |
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CALAMBRE | Con desollar un ratón
| | y meterme en el pellejo. | |
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(Salgan CASILDA, ZARA y ALIMA, con
cestas, en que traerán algo de comer a los cautivos,
que se postrarán de rodillas.)
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CASILDA | Alzad, amigos,
del suelo; | | no estéis ansí, que me dais | |
pena de ver que os postráis. | | (Hacerlo debéis
al cielo) | | y no a mí, que sumisión | | no he
(ni aún) merecido | | lo que piso. |
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GONZALO | Dios
ha sido, | | que te tocó el corazón. | |
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CASILDA |
Sentaos; descansad ahora, | | que me quiero consolar | | de veros
en tal lugar | | contentos. |
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RODRIGO | ¡Oh,
gran señora, | | el cielo alegre tu vida! | |
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CASILDA | ¿Cómo
os sentís? ¿Cómo estáis? | |
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ORTUÑO |
Con tan dichosa venida, | | alegres todos, después,
| | señora, que os hemos visto. | |
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CASILDA | Las gracias
se den a Cristo. | |
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CALAMBRE | No lo usamos
por acá, | | y así toda boca está | | de
comer puesta en olvido. | |
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CALAMBRE | ¡Oh, qué palabra tan linda! | | ¿Comer dijo?
El gusto brinda. | | Grande fiesta siento hacer | | en las tripas,
que lo oyeron, | | y apostaré, si se prueba, | | que por
la dichosa nueva | | luminarias encendieron. | |
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ZARA | Comed, cristianos
cautivos, | | que el alma quisiera daros. | |
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CALAMBRE | Poco tenéis
que cansaros | | en rogallo. |
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ALIMA | ¡Que
estéis vivos | | en tan miserable estado! | |
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GONZALO | Es
de Cristo la grandeza | | infinita. |
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CASILDA | ¡Ay,
suma alteza, | | de amor me habéis abrasado! | |
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CALAMBRE |
Todos coman sosegados, | | sin que haya mayoridad, | | que a
rata por cantidad | | se han de ir tomando bocados. | |
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GONZALO |
Señora, ¿por qué razón | | estas mercedes
nos haces? | |
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CASILDA | Porque vuestro Dios lo quiere | | y su
voluntad se hace; | | cristiana seré, si puede | | merecer
nombre tan grande | | una humilde criatura | | como yo lo soy.
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GONZALO | Notables
| | son, Señor, tus maravillas; | | todos los cielos te
alaben. | |
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CASILDA | Díme nuevas de tu Dios | | y de mi
bien. ¿Puedes darme | | los avisos que me importen | | para el
alma saludables? | |
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GONZALO | Obedeceros es justo. | | Casilda
hermosa, escuchadme: | | Dios, que crió cielo y tierra;
| | serafines, potestades, | | tronos y dominaciones, | | querubines
y otros ángeles; | | sol, luna, estrellas, planetas;
| | agua, tierra, fuego, aire, | | árboles, plantas y
flores; | | aves, peces, animales, | | es un solo Dios, y en
El | | tres Personas juntas caben, | | que hacen la esencia de
Dios | | incomprensible, increable. | | Llámanse el Padre
y el Hijo, | | Espíritu Santo, iguales | | en la gracia,
en el poder, | | en la gloria y majestades; | | es el Padre la
primera | | Persona y el Hijo hace | | la segunda justamente
| | porque procede del Padre; | | es el Espíritu Santo
| | la tercera, y todos hacen | | un solo Dios verdadero, | | infinito,
sabio y grande. | | Todas tres son de una edad | | y ninguna
nació antes | | que la otra; tienen un ser | | y una sustancia
inefable; | | lo que una quiere, otra quiere; | | no hay en ellas
voluntades | | más de sola ésta de Dios, | | que
entre las tres se reparte. | | En los ángeles del cielo,
| | en que hubo desigualdades, | | Luzbel, hermoso entre todos,
| | opuesto a Dios, quiso alzarse | | con la gloria que le dio,
| | y, soberbio y arrogante, | | cayó con decir Miguel,
| | el uno de los arcángeles, | | «¿Quién como
Dios?», y al infierno | | le humilló con sus secuaces,
| | transformada su hermosura | | en formas abominables. | | Luego
crió Dios al hombre | | a (su) semejanza, imagen | | de
sí mismo, en que mostró | | lo que puede y lo
que sabe. | | Hízole perfecto en todo: | | hermoso, discreto,
amable, | | como de su mano misma, | | sin imperfección
de partes. | | Diole luego a la mujer | | para que le acompañase
| | y para que ambos el mundo | | con su junta procreasen. | |
Púsole en el paraíso, | | tan hermoso y deleitable
| | como jardín que Dios hizo | | para que se recreasen.
| | Hízole dueño de todo, | | de las fieras y animales,
| | que al punto le obedecieron, | | del más humilde al
más grande. | | (A) entrambos puso un preceto, | | mandando
que no tocasen | | a un árbol de fruta hermoso | | que
Dios reservó, El lo sabe. | | Quebraron el mandamiento:
| | ¡Ah bocado miserable!, | | pues una sola manzana | | tan mal
provecho nos hace. | | Comieron, en fin, comieron, | | con que
se hicieron mortales, | | quedando en su culpa todos | | partícipes
y capaces. | | Desterrólos Dios, salieron | | llorando,
y por ser tan grave | | la ofensa, enojado estuvo | | con todos
largas edades. | | Como el agravio fue a Dios, | | no hay ninguno
que le aplaque, | | y así por todos El mismo | | a sí
mismo satisface. | | Las tres divinas Personas | | ordenaron
que bajase | | la segunda, que es el Hijo, | | al mundo y, tomando
carne | | en el vientre de María, | | hombre se hiciese.
Al instante | | que se dispuso se hizo; | | y en esta doncella,
ave | | de gracia, Cristo encarnó, | | que así
permitió llamarse, | | siendo por gracia infinita | |
y obra santa y saludable | | del mismo Espíritu Santo,
| | quedando ella, aunque fue madre, | | virgen después
de parida | | y antes que Dios encarnase. | | Creció Dios-hombre;
crióse; | | hizo milagros notables; | | dio muestras de
que era Dios, | | y permitió bautizarse, | | por que todos
desde allí | | en lo mismo le imitasen. | | Envidiosos
los judíos, | | gente bárbara e infame, | | para
que muriese hicieron | | bandos y parcialidades. | | Por un discípulo
suyo, | | vendida su justa sangre, | | prendiéronle, y
en la cruz, | | después de tormentos graves, | | clavado
en ella murió, | | redimiendo el vasallaje | | y esclavitud
en que todos, | | por nuestros primeros padres, | | incurrimos
desde el día | | del bocado miserable, | | e instituyó
el sacramento | | de la Eucaristía antes | | de su muerte,
por que el hombre | | de su Dios participase. | | Después,
al tercero día, | | resucitó y, admirable, | |
subió al cielo y se sentó | | a la diestra de
Dios Padre. | | Esto es, princesa Casilda, | | de Dios la mínima
parte | | que puedo decirte yo; | | después sabrás
lo que baste. | |
|
|
|
(Sale EL DEMONIO de esclavo.)
|
DEMONIO |
De mi tormento eterno, | | del hondo calabozo del abismo, | | de aquel piélago averno | | donde padezco furias en
mí mismo, | | envidioso y terrible, | | dejo el lugar
que habito más horrible. | | Y tengo en furia loca | | hecho un volcán de rabia y de ira ciego; | | por los
ojos y boca | | brotando llamas de mi ardiente fuego, | | al
ver una vil mora | | que apenas oye a Dios cuando le adora.
| | En este traje quiero, | | pues sinnúmero son estos
cautivos, | | porque de envidia muero, | | sembrar en todos los
venenos vivos | | del fuego que me abrasa. | | Animo, pues, enciéndase
la casa. | | Bien el nombre me viene | | del traje propio mío
que he tomado, | | pues mi, dolor le tiene | | desde que de la
silla fui arrojado | | altivo, presuntuoso | | y esclavo, viene
a ser tan afrentoso. | | Yo haré que el rey entienda
| | esto que pasa aquí, por que lo ataje, | | para que
la defienda | | que aquel socorro de estos perros baje. | | Entre
todos me asiento, | | no por el pan, que no es de mi alimento.
| |
|
|
|
(Siéntese con ellos cuando haber estado comiendo.)
|
CASILDA | Yo he de ser cristiana, amigos, | | y he de sacaros
de aquí. | |
|
|
|
CASILDA |
Sí,
| | y hago a los cielos testigos. | |
|
|
CALAMBRE | Los ángeles
me parece | | que esta comida guisaron. | | Poco tocino la echaron.
| |
|
|
FERNANDO | Dios lo aumenta, Dios lo crece. | |
|
|
CASILDA | Digo que
he de ser cristiana. | |
|
|
|
CALAMBRE | ¿Quién le mete en eso, quién?
| | Diga, cara de cuartana. | |
|
|
CASILDA | ¿Quién eres, cautivo,
di, | | que parece que te pesa? | |
|
|
DEMONIO | El que servirte profesa
| | desde el día que te vi. | | Temo a tu padre enojado,
| | y la venganza será | | en nosotros. |
|
|
CALAMBRE | ¿Cuánto
va | | que vos no sois hombre honrado? | | Aunque no se echa
de ver, | | que desque aquí os sentastes | | un bocado
no alcanzastes, | | con que me hacéis gran placer. | |
|
|
CASILDA | Todo lo hará Dios muy bien. | |
|
|
|
CALAMBRE | Aquesto tien poca sal, | | pero a mí
me sabe bien. | | Fuera de que no hay deleite | | sin tocino
o buen carnero, | | que haga de ti un cocinero | | albóndigas
con aceite. | |
|
|
DEMONIO | Aunque yo pase más hambre, | |
este manjar no es el mío. | |
|
|
CALAMBRE | Juro a Dios que
sois judío | | o que yo no soy Calambre. | |
|
|
|
|
|
|
CASILDA | Hoy, Gonzalo, te señalo | | para que conmigo
estés. | |
|
|
CALAMBRE | Sin que me pregunte a mí,
| | la diré mis partes luego. | | Calambre, Alfonso es
mi nombre, | | y el apellido no asombre, | | ni que naciese gallego.
| | Porque mi madre, que hablaba | | con mi padre, se empreñó
| | y a todos a entender dio | | que calambre la tomaba. | | Con
él se iba cada hora | | y se estaba todo el día;
| | si la llamaba, decía: | | «Tengo calambre, señora.»
| | Como meneaba el vestido | | y redonda se ponía, | |
a todo el lugar decía: | | «La calambre me ha crecido.»
| | En efecto, a luz salí, | | y los que el cuento supieron,
| | Calambre a mí me pusieron | | desde el día
que nací. | |
|
|
CASILDA | Tú con Gonzalo también
| | vendrás conmigo, y ahora | | queda con Dios. |
|
|
CALAMBRE |
Bella
mora, | | aunque mil muertes me den, | | te serviré dos
mil años. | |
|
|
|
DEMONIO | (Yo haré, Casilda, yo haré | | que se
atajen estos daños.) | |
|
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(Vanse. Sale ALIMENÓN,
rey viejo; ABENÁMAR y CELÍN.)
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REY | Príncipe,
yo os prometo | | que siento en sumo grado | | que Casilda no
os quiera por marido. | | Haced, como discreto, | | si puede
enamorado, | | resistir la pasión quien la ha tenido.
| | Que yo en tanto, advertido, | | haré oficio de padre
| | en cuanto se dilata | | el rigor con que os trata, | | hasta
hallar el remedio que más cuadre | | que es el intento
justo, | | y vuestra sucesión será mi gusto.
| | Si mi santo Profeta | | este favor me hiciese, | | como con
tantas veras se lo ruego, | | viviera el alma quieta, | | aunque
el dolor tuviese, | | que así me abrasa como ardiente
fuego | | luego al instante, luego | | que quiero levantarme,
| | sin que para mis daños | | en veinticinco años
| | jamás este dolor quiera dejarme. | | Mira lo que te
quiero, | | si por tu gusto la salud prefiero. | |
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ABENÁMAR |
Beso tus pies mil veces, | | humilde a tu servicio, | | como
por tío y rey soy obligado, | | por el bien que me ofreces,
| | de que me dan indicio | | las veces que en honrarme lo has
mostrado. | | En servirte ocupado | | pasar la vida quiero, | | y por si la perdiera, | | ella y mil que tuviera, | | cuando
no por el premio, que es pequeño, | | por tu persona
sólo, | | que la fama extendió de polo a polo.
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REY | Abenámar valiente, | | sangre ilustre de Meca,
| | por tan claros blasones conocida, | | hoy mi valor se aumente,
| | que por el tuyo trueca, | | con honrosa piedad agradecida,
| | la corona y la vida, | | que justa se te debe, | | y el mundo
todo junto | | tuviera en este punto, | | que para tu poder le
juzgo breve. | | Ordena, manda, rige; | | todo mi reino es tuyo,
ya lo dije. | |
(Sale TARFE.)
| Seas, Tarfe, bien venido. | |
¿Cómo te fue en Alcalá? | |
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TARFE | Sosegada queda
ya | | de aquel motín que ha tenido. | | Degollar hice
al alcaide | | y todo lo apacigüé, | | y así
en su lugar dejé | | a mi sobrino Abencaide. | | Otros
muchos castigué | | quitándoles gran tesoro | | y a Corvín y Maniloro | | de tus reinos desterré.
| |
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REY | Tarfe, muy bien me has servido. | | Hoy te tengo de casar
| | de mi mano. |
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TARFE | Si
llegar | | a tal dicha he merecido, | | con Zara, mi prima, sea.
| | Merézcola, gran señor, | | porque a Zara tengo
amor. | |
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REY | Muy bien tu gusto se emplea. | |
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CELÍN | (Pendiente
el alma tenía | | de un hilo cuando escuchaba | | a Tarfe,
que ya pensaba | | que (a) Alima hermosa pedía. | | Es
la vida por quien vivo | | después que vine a Toledo,
| | y en sus bellos ojos quedo | | de su hermosura cautivo.)
| |
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REY | Hoy, Tarfe, te casaré | | con Zara. |
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TARFE | Los
pies te beso. | | ¡Qué venturoso suceso! | |
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ABENÁMAR |
¡Cuándo tal dicha tendré! | |
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(A CASILDA, ZARA,
ALIMA, GONZALO y CALAMBRE.)
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REY | ¡Hija
mía! | | Seas bien venida mil veces. | | ¿Cómo
te va? ¿Cómo te hallas? | |
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CASILDA | Bien, a tu servicio
siempre, | | y con más salud, señor, | | de la
con que sueles verme. | |
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REY | Pídeme albricias, Casilda;
| | manda lo que tú quisieres. | |
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REY | Hoy tu salud se celebre. | | ¿Qué
hacen aquí estos esclavos? | | ¡Hola, Tarfe! |
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CASILDA |
No
te alteres, | | que yo los traje conmigo. | |
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REY | Pues si tu gusto
es éste... | |
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CALAMBRE | (¡Vive Dios! Que ya entendí
| | que, asido de estos lebreles, | | por un corredor volaba
| | boca abajo para siempre.) | |
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ZARA | Señor
mío, | | ¿qué me mandas? ¿Qué me quieres?
| |
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REY | ¿Sabes cómo te he casado? | |
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CASILDA | El sobresalto, señor, | | siempre turbó
a las mujeres. | |
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|
REY | Tarfe desde hoy es tu esposo. | |
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ZARA | (Ni
lo trate ni lo piense, | | que soy esposa de Cristo.) | |
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ZARA | Que
hasta que llegue | | el día que mi señora | | sus
reales bodas celebre, | | no me tengo de casar. | |
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ZARA | Seguro
puede | | Tarfe estar de que en mi vida | | por otro moro le
deje. | |
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TARFE | ¿Será cierto, hermosa Zara? | |
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ZARA | Cumplirlo
el alma promete | | (Mas será con el Esposo | | que por
mí murió inocente.) | |
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ABENÁMAR | Permite,
bella Casilda, | | que vuestro primo se alegre | | Con saber
que vos lo estáis, | | pues tanto amor lo merece. | |
Dad lugar que goce el alma | | de tu gusto. |
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|
CASILDA | Primo,
siempre | | os estimé como a tal. | |
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CALAMBRE | (¡Qué
contento está el perenque, | | que piensa que ha de
llevarla! | | Pues a fe que no la lleve.) | |
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CALAMBRE | (Hame
dado | | de repente en la lengua | | y no puedo sosegarme.) | |
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(Vanse. Quede ABENÁMAR, TARFE y CELÍN.)
|
ABENÁMAR | Alcaide, en un mismo día | | han de
llegar nuestros bienes. | |
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ABENÁMAR | El te guarde, Tarfe fuerte. | |
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CELÍN |
Mejorada está, señor, | | la princesa. |
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ABENÁMAR |
Y
diferente | | de los rigores pasados. | |
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CELÍN | Amor de
tu amor se duele. | |
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(Sale EL DEMONIO.)
|
DEMONIO | Solos
están; llegar quiero. | |
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DEMONIO | Advierte
| | que, aunque tal traje me miras, | | soy más de lo
que parece | | y de lo que tú imaginas. | |
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ABENÁMAR |
¿Quieres que sólo me quede? | |
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DEMONIO | No, porque a
todos importa. | |
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DEMONIO |
Advierte,
| | príncipe, que yo soy moro | | de sangre real, descendiente
| | de Alfo Muley, a quien | | han muerto; respeta el rey, | |
después sabrás lo demás. | | Ahora sabed
que os ofenden | | Casilda y sus bellas damas | | Alima y Zara,
que tienen | | esposos, a quien adoran, | | de vuestra ley diferente.
| | Por esto dice Casilda | | que la matan accidentes, | | que
la disgustan congojas | | y que este amor la divierte. | | Por
que se dé a mis palabras | | el crédito que se
debe, | | sabed que va a las mazmorras | | y a los cautivos aleves
| | sustenta, regala y cura | | y de ellos la ley aprende. | |
|
|
ABENÁMAR |
¿Qué dices, moro? ¿Qué dices? | |
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|
DEMONIO | Verdad
es, aunque me pese. | |
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ABENÁMAR | ¿Qué hay que mi paciencia
espere? | | ¡Cristiano será su esposo, | | no hay que
dudar! |
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|
DEMONIO | Bien
lo sientes, | | y muy cristiano. |
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ABENÁMAR | ¡Ay
de mí! | | Daré voces impaciente. | | ¿Qué
dices, Tarfe, qué dices | |
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|
TARFE | Que si el rey esto
supiese, | | la vida la quitaría. | |
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|
ABENÁMAR | Sépalo
el rey; déla muerte. | |
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|
TARFE | ¡Ah, Zara crüel,
ingrata! | | ¿A un cristiano infame quieres? | | ¡Vengaréme!
|
|
|
DEMONIO | (Yo
he sembrado | | rabia y fuego que les queme; | | quiero quitarme
de aquí | | mientras el fuego se enciende, | | por que,
abrasados de celos, | | estos tres moros me venguen.) | | (Vase.) |
|
|
CELÍN | Alima, ¿quién tal pensara? | | ¿Eres mujer?
Mujer eres. | |
|
|
ABENÁMAR | ¿Tócate parte, Celín,
| | de esta desdicha? |
|
|
CELÍN | Si
puede | | tocarme adorando a Alima, | | por mí puedes
responderte. | |
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|
ABENÁMAR | ¿Qué es de aquel esclavo,
Tarfe? | |
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|
TARFE | No le vi; sin duda fuese, | | de temor viendo
tu enojo. | |
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|
ABENÁMAR | Hoy mis desprecios se venguen.
| | ¡Hoy Casilda y yo acabamos! | |
|
|
TARFE | ¡Hoy Tarfe y Zara fenecen!
| |
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|
CELÍN | Alima y Celín también, | | pues
la desdicha lo quiere. | |
|
|
ABENÁMAR | ¿A un cristiano?
¡Ingrata mora! | | ¡Rabiando estoy! |
|
|
TARFE | El
rey vuelve. | | Mis celos le habrán traído | |
y mis desprecios crüeles. | |
|
|
|
(Sale EL REY.)
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ABENÁMAR |
Hoy, Alimenón Aicán, | | generoso descendiente
| | en la sangre y en el reino | | de los Almanzores reyes; | | legítimo sucesor | | del gran Audalla, a quien deben
| | tantas plumas las victorias, | | las tablas tantos pinceles,
| | rayo en la esfera de Marte, | | fulminado rayo ardiente | | contra los godos soberbios, | | que han postrado sus laureles
| | a tus plantas vencedoras, | | por que corones tus sienes;
| | desde que perdió Rodrigo, | | último godo imprudente,
| | esta coronada España, | | no se vio jamás ni
pueden | | coronarse las memorias | | de un suceso como éste.
| | La gran princesa Casilda | | (nombraréla, aunque me
pese) | | en secreto está casada | | con un cristiano.
|
|
|
REY | ¡Detente,
| | Abenámar! ¡Cierra el labio! | | ¡No me mates de repente!
| | ¡Da lugar a que lo piense! | | ¿Casilda? ¡No puede ser! | | Quien te lo ha dicho te miente. | | ¡No puede ser, Abenámar;
| | no puede ser! |
|
|
ABENÁMAR | No
te ciegues, | | que no es razón que en silencio | | tan
gran desacato quede | | por mirarla como padre, | | que Tarfe
y Celín presentes | | estaban cuando un esclavo | | lo
refirió, y que advirtiese | | que hasta las mazmorras
baja, | | con otras de sus mujeres, | | a regalar tus esclavos,
| | cuya ley de ellos aprende. | | Cristiana es Casilda, rey;
| | tu sangre afrentada tienes. | | Castígala, y porque
en mí | | está su sangre, la vierte; | | que quiero
morir primero | | que mi ley santa (se) quiebre. | |
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REY | ¡Mahoma
santo! ¿Quién ha sido | | la que perturba tu ley? | |
¡Muera luego y muera el rey | | si lo hubiese consentido! | | Abenámar, yo he sentido | | el caso de tal manera,
| | que haré que Casilda muera; | | con que el mundo temblará,
| | pues asolarle sabrá | | el que mata a su heredera.
| | Yo propio tengo de ver, | | sin que Casilda lo sienta, | |
de mi ley santa la afrenta | | en esta infame mujer. | | Su vil
sangre he de verter | | y aun la mía me sacara | | si
para (el) caso importara; | | que quien su ley no engrandece,
| | muy justamente merece | | morir con infamia clara. | |
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