 Jornada segunda
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(Sale EL REY, ABENÁMAR, TARFE y CELÍN.)
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ABENÁMAR | Por este jardín, señor, | | Casilda
con sus mujeres | | ha de pasar. |
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REY | ¿Qué
me quieres? | | ¡Déjame, piadoso amor! | | Que entre discursos
y enojos, | | parece que el corazón | | dice que haga
información | | por si mintieron los ojos. | | Como el
honor hace el cargo, | | es terrible mi dolor; | | que para contra
el honor | | es menester gran descargo. | |
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ABENÁMAR | Mil
veces arrepentido | | de haberte dado pesar, | | estoy por desesperar
| | en tal confusión metido. | | Mátame, mi vida
muera; | | yo te engañé, gran señor, | | por un celoso furor. | |
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REY | Que ya es tarde considera. | | Verás
si, aunque padre, obligo | | al santo Alá de esta vez,
| | siendo en el castigo juez | | y en la venganza enemigo. | |
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TARFE | La princesa viene, rey, | | y todos nos retiremos. | |
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CELÍN |
Bien a esta parte estaremos. | |
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ABENÁMAR | (De aquí
podré contemplalla.) | |
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(Retíranse y salen CASILDA, ZARA,
ALIMA, GONZALO y CALAMBRE con cestas y toallas.)
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CASILDA | ¡Amigas, dad alabanzas | | al Criador de los cielos,
| | al que murió por nosotros, | | a mi Esposo, a mi Cordero!
| | ¡Toda me abraso de amores, | | de amores me abraso y muero!
| | ¡Qué penar tan venturoso! | | Zara, Alima, ¿no es
muy bello | | nuestro esposo Jesucristo? | |
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ZARA | Es paz, es gloria,
es contento. | |
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ALIMA | Es infinito, uno y trino. | |
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CASILDA | Gonzalo
amigo, ¿aprendemos? | |
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GONZALO | Sí, señora, porque
es Dios | | vuestro divino Maestro. | |
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REY | (Apenas puedo entender
| | no los últimos acentos.) | |
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ABENÁMAR | (De cuanto
dicen, palabra | | desde donde estoy no entiendo.) | |
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CASILDA |
Gonzalo, ¿no dices tú | | que un cántico dice
vuestro | | que es el Esposo querido | | colorado y blanco, bello,
| | escogido entre millares; | | y que esta ventaja haciendo
| | a cuantos hijos de Adán | | han de nacer y nacieron,
| | como el hermoso manzano, | | de fruto y hojas cubierto, | | a los árboles silvestres | | en los poblados y yermos,
| | y que puedo yo decir | | asombra de quien deseo, | | estoy
sentada, aguardando | | este divino sustento | | tan sabroso
(a) mi garganta? | |
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CASILDA |
Pues
abierto | | el corazón, os lo digo: | | mi Dios, dadme
más aliento. | |
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ZARA | ¿Qué le diremos nosotras,
| | que, ignorantes, no podemos | | decir lo que siente el alma?
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ALIMA | Muy bien lo dirá el silencio, | | que nos quiere
a todas tres. | |
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CASILDA | Este es Esposo, éste es gusto,
| | éste es amor, éste es dueño, | | y ninguna
tiene celos. | |
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CALAMBRE | (¡Linda escuela de muchachas! | | ¡Oh,
quién fuera su maestro! | | ¡Quién las diera
cuatro azotes | | por verlas hacer pucheros! | |
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(Salen todos.)
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REY | (No lo puedo soportar.) | | Casilda, hija, ¿qué
es esto? | | ¿Dónde vas tan de mañana? | |
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CASILDA |
(¡Aquí me ayuden los cielos!) | | Señor, como
mis tristezas | | son tantas, a buscar vengo | | en este hermoso
jardín | | descanso y divertimiento. | |
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REY | ¿Qué
llevas aquí, Casilda? | |
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CASILDA | Aquí... (¡Favor,
Dios eterno! | | ¡Vuestra es la causa! ¡Libradla!) | | flores
de este jardín llevo. | |
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CALAMBRE |
(Y
esta vez | | nos han cogido con cebo. | | ¡Qué castigos
ha de hacerme! | | Mil palos es lo de menos, | | que es el pan
de los cautivos | | cuando se enojan con ellos, | | y estos perros
lo administran, | | por lo cual el refrán vicio | | se
dice en toda Castilla | | de «Daránte pan de perro».
| | Destape las cesticas). | |
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REY | Flores son, y hermosas flores.
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CASILDA | (¡Dios
inmenso! | | Tantos favores, ¿por qué) | |
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REY | Gustar de
las flores quiero. | | ¡Válgame Alá! ¡Qué
fragancia! | | Otro de mi mal me siento. | | Este olor, esta
hermosura, | | encierra en sí algún misterio.
| | Del dolor que padecía, | | como saben, estoy bueno.
| | Libre del temor estoy, | | viles sospechas mintieron. | |
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ABENÁMAR |
A tus pies, señor, postrado, | | no por el perdón
te ruego. | |
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REY | Príncipe,
en este suceso | | conviene la información. | | Decidme:
¿quién fue el soberbio | | envidioso que a mi honor
| | quiso poner tal defecto? | |
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REY | Mira si es alguno de éstos. | |
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CALAMBRE | (¡Ay,
dulce no; | | vuelto me has el alma al cuerpo | | Desde hoy adoro
en el no, | | aunque, pidiendo dineros, | | un avariento me diga,
| | muy hinchado: «No los tengo».) | |
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REY | Hoy, por la salud que
alcanzo, | | haréis, Tarfe, que en Toledo | | se celebre
este milagro | | del grande Profeta nuestro. | |
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TARFE | (¡Yo
afrentado! | | ¿Qué dirá mi hermoso dueño?)
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ABENÁMAR | (¡Ah,
pasión, | | y cuánto daño me has hecho!)
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(Vanse LOS MOROS.)
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CASILDA | Alza, Gonzalo, del suelo. | |
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GONZALO | Casilda santa,
a quien Dios | | tan grande favor ha hecho, | | aun este suelo
que pisas, | | para besar no merezco. | |
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CASILDA | Volved, pues,
amigos míos, | | y traed nuevo sustento | | para los pobres
cautivos, | | pues el pan flores se ha vuelto. | |
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GONZALO | Antes
este pan será | | (su) misterioso sustento, | | porque
siendo pan de flores, | | ¿qué pan puede ser más
bello? | |
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ZARA | ¡Ay inmensa majestad | | de Dios! |
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CASILDA | Pues,
Zara, ¿qué es esto? | |
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ZARA | Que son ya las flores pan,
| | que las flores pan se han vuelto. | |
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CASILDA | Vos
| | todo, Señor, lo habéis hecho. | | Id a llevarlo
a mis pobres, | | que dar a Dios gracias quiero | | por este
favor; vosotros | | iréis con ellas. |
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CALAMBRE | Yo
temo, | | según soy de venturoso, | | si aquí te
quedas, que luego | | nos vuelve a buscar tu padre | | y se descubre
el enredo; | | porque en esto de milagros, | | gracias a Dios,
soy tan bueno, | | que el pan se volverá cantos; | | las
cestas y mimbres, leños, | | con que me quitan el polvo
| | estos sacristanes perros. | |
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(Vanse. Queda CASILDA.)
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CASILDA |
¿De qué jardín regalado | | las bellas flores
que vi | | vinieron, Señor, aquí? | | ¿Eran de
vuestro costado? | | Porque el matiz colorado | | pareció,
Señor, el mismo | | de quien se espanta el abismo. | | Hacedme a mí tan feliz, | | que merezca este matiz
| | del soberano bautismo. | | Clavellinas encarnadas | | en vuestro
jardín se hallaron | | (y) con sangre se regaron | | de
vuestras venas sagradas. | | De espinas fueron cercadas. | |
Todos cogen clavellinas, | | que vuestras manos divinas | | las
espinas apartaron, | | y clavellinas dejaron | | y para Vos las
espinas. | | Honradme con vuestras flores. | | Partid conmigo,
Señor; | | amor os lo pide, amor; | | galán sois,
haced favores. | | Flores se dan por amores, | | jardinero soberano,
| | ¿queréis vos de vuestra mano | | darme un divino clavel?,
| | que un alma os daré por él, | | pues tanto
en dárosla gano. | |
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(Un ÁNGEL en una tramoya.)
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ÁNGEL | Casilda, Dios te ha escuchado, | | que tu voz
rompió los velos | | de los cristalinos cielos | | y tu
afecto enamorado. | |
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CASILDA | Mensajero celestial, | | ¿quién
eres? |
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ÁNGEL | Ángel
de gloria, | | de los que a Dios la victoria | | cantan. |
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ÁNGEL | Sabe que venido soy | | de parte de Dios.
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(Por otra tramoya venga otro ÁNGEL, con
ZARA y ALIMA hincadas de rodillas.)
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ÁNGEL SEGUNDO
| Estad presentes las dos | | a este misterio que veis, | | por
que después lo admiréis, | | que así lo
permite Dios. | |
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ÁNGEL PRIMERO | Dios mandó que
a Toledo luego dejes | | y al pueblo loco que le i(gnora) ciego
| | y que de sus alcázares te alejes | | y a Castilla
de aquí te partas luego. | | Huye, Casilda, de bárbaros
y herejes | | que encienden contra Dios infernal fuego, | | para
que así su voluntad se haga | | y la tuya también
se satisfaga. | | En un lugar secreto que peñascos | | murallas forman toscas de aspereza, | | compuesto de quejigos
y de tascos | | que aumentan la fealdad a su fiereza; | | entre
broncas pizarras, rotos cascos | | parece que se ven en su
cabeza, | | que apretados los tiene todo el año | | con
espinosa zarza en vez de paño. | | A quien por una parte
se le llega | | el mar salado en ondas presuroso | | y los nerviosos
pies le baña y riega, | | por que descanse el bruto
peñascoso; | | tan espeso el camino, que se niega | |
aun en el día claro y luminoso, | | y apenas se ve el
sol ni el horizonte, | | que así tapado está
con aquel monte. | | Por los godos montañas de Castilla
| | la aspereza se llama, donde ha sido | | por su labor, que
al mundo maravilla, | | Dios adorado y siempre engrandecido,
| | sin que, aunque pierdan de su rey la silla, | | la fe jamás
allí se haya perdido. | | Y cuando se perdiera, de mil
modos | | la fe siempre se hallara entre los godos. | | A la
falda de un risco tan crecido | | que parece debajo de la luna
| | hablando está secretos al oído, | | verás
dos lagos, fin de tu fortuna, | | donde tu bien está
constituido. | | Tiene dos aguas tales, que la una | | nace turbia,
otra clara, y la deshacen | | del otro los cristales cuando
nacen. | | Aquí te bañarás debidamente,
| | y de los males que te dan tal pena, | | en tocando el cristal
de su corriente, | | sana, Casilda, te hallarás y buena.
| | Estos los lagos son de San Vicente, | | que en ellos te bañes
Dios ordena. | | Ya tienes donde cumplas tus intentos, | | ejecuta
de Dios los mandamientos. | |
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(A un mismo tiempo desaparezcan
todos.)
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CASILDA | Inconmutable esencia, | | que es verdadera
luz y no acabada, | | pues sólo a la presencia | | de
los ángeles es comunicada, | | sin que de humana vista,
| | si Vos obráis, jamás puede ser vista. | | Si
sólo con creerla | | y dulcemente con amor sentirla
| | es modo de tener la luz, yo he de pedirla, | | pedirla y
desearla, | | por que pueda de aquí también gozarla.
| | Vos, Esposo, me hicistes | | y por que os alabase me criastes;
| | si este nombre me distes, | | siempre he de hacer aquello
que mandastes; | | nunca mi lengua acabe | | y esta virtud incomprensible
alabe. | | ¡Oh, Sumo Ser, hermoso, | | sacro, estable, inmortal,
omnipotente, | | de mi vida reposo, | | celestial, inefable,
refulgente, | | que todo en ser Vos cabe, | | vuestra gracia
me dad por que os alabe. | |
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(Salen ZARA y ALIMA.)
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CASILDA | Alzad del suelo; no estés | | en tierra; Zara,
levanta. | |
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ZARA | ¡Esposa santa de Cristo, | | El te vino a consolar!
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ZARA | No
hay que negar: | | Alima y yo lo hemos visto. | | Estando en
contemplación | | en nuestro recogimiento, | | nos trajeron
por el viento | | a ver tu revelación. | | Ya sabemos
dónde vas: | | los lagos de San Vicente | | y aquel lugar
conveniente | | donde te bautizarás. | |
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CASILDA | Pues si
eso tan cierto es, | | grandes vuestras gracias son, | | y así,
con mayor razón, | | puedo echarme a vuestros pies.
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ZARA | Señora, ¿tanta humildad | | con tus esclavas?
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CASILDA | No,
Zara; | | de Dios sí, que nos ampara, | | las esclavas
os llamad. | |
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CASILDA |
Luego quiero disponello; | | que pues Dios me ayuda en ello,
| | contenta puedo partir. | |
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(Vanse. Salen EL REY, ABENÁMAR,
TARFE y CELÍN.)
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REY | ¿Están los esclavos juntos?
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TARFE | Ya todos, señor, lo están | | y aguardando
en el zaguán | | están la muerte por puntos.
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REY | Hacedlos, Tarfe, entrar luego. | |
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(Salen GONZALO, RODRIGO,
FERNANDO, ORTUÑO, NUÑO, CALAMBRE y EL DEMONIO.)
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DEMONIO | (Cuando a Abenámar hablé, | | la forma
que allí tomé | | hoy la tendrá este gallego,
| | por que pague ser criado | | de esta cruel enemiga. | | ¡Oh,
con cuánto horror me obliga!) | |
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REY | Reconoce con cuidado
| | quién de éstos era el traidor | | que te engañó
falsamente. | |
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ABENÁMAR | Verélos atentamente.
| | Este esclavo es, gran señor. | |
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CALAMBRE | (¡Ay de mí!
¿Quién tal creyera? | | ¿Yo, señor? Míralo
bien. | |
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REY | (Dos) mil tormentos le den, | | Salíos vosotros
fuera. | |
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ORTUÑO | ¡Sin duda que estaba loco! | |
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DEMONIO |
(Pargue el perro, ¡pese a mí!) | |
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(Vanse LOS ESCLAVOS.)
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CALAMBRE | Conmigo otra vez hiciste | | esta misma diligencia;
| | tú, príncipe, en su presencia, | | que no era
yo respondiste. | |
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CALAMBRE | No
sé de mí | | más de que soy desdichado.
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ABENÁMAR | Moro, señor, me ha contado | | que
es de nación. |
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CALAMBRE | ¿Yo
te vi | | en mi vida ni te hablé? | |
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ABENÁMAR | Sí,
perro; tú me dijiste | | que entrar a Casilda viste
| | en las mazmorras. ¿Por qué | | lo niegas? Y además
de esto, | | que eras moro descendiente | | de Alcefo Muley valiente.
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CALAMBRE | ¿De qué mula ni qué cesto? | |
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REY | Di
la verdad, vil cautivo: | | ¿eres moro? |
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CALAMBRE | ¿Moro
yo? | | Quien te lo dijo mintió. | | De Cristo soy; por
El vivo; | | de Galicia natural, | | adonde, entre otros esclavos,
| | cautivé cogiendo nabos, | | que era batalla nabal.
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REY | ¿Búrlaste, perro, conmigo? | |
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CALAMBRE | Verdad digo,
¡vive Dios! | | Vaya algo entre los dos, | | que pruebo lo que
aquí digo: | | que iré a Galicia y traeré
| | testimonio muy patente | | ser gallego descendiente | | de
un lacayo de Noé. | |
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REY | No te estuviera muy mal | | ir
a tu tierra por él. | |
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CALAMBRE | Y si viniere sin él, | | que me hagas echar en sal. | |
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ABENÁMAR | Otra cara se
le ha puesto | | a este esclavo, gran señor. | | Mudado
se le ha el color. | |
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CALAMBRE | ¡Ay, triste de mí! ¿Qué
es esto? | | ¡Algún demonio anda aquí! | |
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ABENÁMAR | .
Agora, señor, acabo | | de conocer que este esclavo
| | diferente es del que vi. | |
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REY | Mi pasión está
vencida; | | mi enojo se sosegó. | | Libre estás.
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CALAMBRE | ¿Quién
tal (oyó?) | | ¡Mahoma alargue tu vida! | |
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REY | ¿En efecto,
eres gallego? | |
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CALAMBRE | ¡Pesia tal!, es mi blasón,
| | y aunque muchos que lo son | | lo niegan, yo no lo niego.
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CALAMBRE | Mucho,
| | de nabos en cantidad | | que es una temeridad. | | Escucha
y verás. |
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CALAMBRE | En una heredad cogía | | mi padre
siempre unos nabos, | | que de grandes y de bravos | | fama en
Galicia tenía; | | tanto, que, si esto es costumbre,
| | en casa de ellos se hacían | | bancos, con que se
podían | | sentar muy bien a la lumbre. | | Yo me acuerdo
cierto día | | que con un hacha partí | | de un
grande nabo que vi | | lo que un carro no traería. | | Y estando partiendo yo, | | di tal golpe con el hacha, | | que,
saltando una gran racha, | | el hacha se me escondió.
| | Como sin hacha me hallé, | | no te cause maravilla,
| | quitándome la ropilla, | | por el agujero entré.
| | Anduve el hacha buscando, | | y no la pude topar, | | cuando
me sentí tocar | | de un hombre, a quien preguntando
| | por ella dijo: «¡Bobear!, | | ¿cómo puede haberla
hallado, | | si dos mulas y un arado | | no he podido yo topar?»
| |
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ABENÁMAR | El tiene muy lindo humor. | |
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CALAMBRE | El humor
come, señor, | | y así me muero de hambre. | |
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CALAMBRE | Sí
haré. | | (Vanse los cuatro.) | Hoy mi dicha se celebre,
| | pues siendo una pobre liebre, | | de estos galgos me escapé.
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(Sale EL DEMONIO.)
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DEMONIO | (Furioso y rabiando vengo,
| | desesperado y corrido | | de lo que me ha sucedido.) | |
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CALAMBRE |
(Mala fe a este esclavo tengo | | desde que a Casilda dijo,
| | cuando me libró aquel día, | | que mirase lo
que hacía, | | y todo lo contradijo.) | |
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CALAMBRE | Eso
no; | | sedlo de otro, que no quiero | | tener tan buen compañero;
| | ya la amistad se acabó. | | Yo no os entiendo ni acabo
| | de conocer lo que hacéis, | | que mil veces parecéis
| | unas moro, otras esclavo. | | y lo que puedo creer | | en estas
dificultades, | | que, para decir verdades, | | todo lo debéis
de ser. | |
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DEMONIO | ¡Por el hermoso lucero, | | que te arroje
desde aquí | | donde te acuerdes de mí! | |
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CALAMBRE |
Mentís como un majadero. | | No sois vos cristiano,
a fe: | | en gran confusión estoy. | | Dime tu nombre,
que hoy | | no sé cómo me olvidé. | |
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CALAMBRE | Sin duda el nombre os pusiste,
| | Orlando, porque veniste | | de alguna parte rodando. | | ¿Cúyo
hijo sois? |
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DEMONIO | Fue
mi padre | | rey y emperador. |
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CALAMBRE | Si
había; | | mas ¿va que no tienes tía | | y que
naciste sin madre? | |
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|
DEMONIO | ¿Por qué en eso te desvelas?
| |
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CALAMBRE | Soy curioso en preguntar. | | En tu tierra sueles
dar | | muy baratas las pajuelas. | |
|
|
DEMONIO | Calambre, dile a
esta mora, | | pues tanto puedes con ella, | | que por qué
un reino atropella | | que como a reina la adora. | | Di que
no intente el camino | | que a Castilla quiere hacer, | | porque
se puede perder. | |
|
|
CALAMBRE | Vos, Orlando, bebéis vino,
| | que decís tal disparate. | | ¿Yo había de aconsejalla
| | que con tan mala canalla | | estuviera? No se trate. | | Mas
vos, ¿cómo habéis sabido | | que la princesa
se va | | a Castilla? |
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CALAMBRE | Por Dios que estáis entendido.
| | Idos, que no quiero andar | | con quien sabe más que
yo. | |
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|
CALAMBRE | Eso
no. | | juntos hemos de rezar | | para que yo crea en vos. | |
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|
DEMONIO |
Por que lo creáis sí haré. | |
|
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(Derríbale y vase.)
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CALAMBRE | ¡Muerto soy! ¡Válgame
Dios! | | Este esclavo es infernal. | | Temblando estoy de cobarde.
| | ¡Dios me ayude! ¡Dios me guarde! | | Parece que huelo mal.
| | Todos cargan sobre mí: | | diablos, moros y cristianos.
| | Dios me libre de sus manos, | | pues tan sin dicha nací.
| | Este Orlando es, a mi ver, | | aunque en decillo me asombre,
| | de Satanás gentilhombre, | | que acompaña a
su mujer. | |
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(Sale ABENÁMAR.)
|
ABENÁMAR | Esclavo
amigo, cristiano, | | ¿qué tienes? ¿De qué das
voces? | |
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CALAMBRE | Hanme prestado unas coces | | a nunca pagar
ufano. | |
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|
CALAMBRE | Ya
estoy en pie. | | ¿Qué me quieres? |
|
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ABENÁMAR |
Oyeme.
| | Alá, cristiano, ordenó | | que Casilda me rindiese
| | el alma. Cuando la vi | | dísela, porque nací
| | para que su esclavo fuese. | | Por ella muriendo vivo, | |
por ella a la muerte voy, | | por ella sin vida estoy, | | libre
soy y soy cautivo. | | No hay medio para que pueda | | su rigor
enternecer. | | Por mí una cosa has de hacer, | | que
el premio a mi amor se queda. | | Dale este papel por mí.
| |
|
|
CALAMBRE | Cierto, señor, que lo hiciera | | si otro
daño no temiera | | como el que por vos sufrí.
| | Sois muy falto de memoria, | | las señas podéis
perder. | | Yo no lo tengo de hacer. | | Aquí, paz, y
después, gloria. | |
|
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(Vase CALAMBRE.)
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ABENÁMAR |
Navega en ondas por camino incierto | | el navegante roto y
mal tratado | | después de una tormenta; sale a nado,
| | y halla entre sus desdichas dulce puerto. | | Vuelve otra
vez al mar, donde tan cierto | | el peligro le tuvo en tal
estado, | | contento de surcarle y olvidado | | de que en las
ondas se miró ya muerto. | | Esto a mi amor sucede por
mi daño. | | Dirélo, aunque me pese, pues lo
siento, | | ya que no quiero ver el desengaño. | | De
suerte que, aunque es grande mi tormento, | | en pasándose,
vuelvo al mismo engaño | | y, aunque más me maltrata,
no escarmiento. | |
|
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(Sale EL DEMONIO.)
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DEMONIO | (Este moro
he de engañar, | | que de Calambre tomé | | la
forma, por que me dé | | el papel. Quiérole hablar.)
| | Ya me vuelvo arrepentido. | | Dame el papel, no haya más,
| | que hoy en manos le verás | | de quien tu cuidado
ha sido. | |
|
|
ABENÁMAR | Toma, cristiano, los brazos. | |
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DEMONIO |
(No sabes a quién los das | | y que seguro no estás
| | de que te haga mil pedazos.) | |
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ABENÁMAR | Este es el
papel, y fía | | de mí que libre serás.
| |
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DEMONIO | (¡Qué mal que lo cumplirás! | | Ya corre
por cuenta mía.) | |
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(Vase. Sale CASILDA y EL REY.)
|
CASILDA | Sólo, gran señor, te quiero | | que me
escuches. |
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REY | Esta
cuadra | | lo está, Casilda querida. | | Siéntate,
toma una almohada. | | Abrázame; pide, pide, | | que por
el sol de tu cara | | que todo te lo conceda, | | ya te he dado
la palabra. | |
|
|
CASILDA | Generoso padre mío, | | bien sabes
que de mi (infancia), | | con los dolores que paso, | | que mi
salud menoscaba. | | Todos los días me siento | | tan
penosa y fatigada, | | que sólo aguardo la muerte | |
por últimas esperanzas. | | De los remedios humanos
| | ya yo estoy desahuciada; | | bien has visto lo que has hecho
| | y cuán poco todos bastan. | | Habrá, señor,
pocos días | | que en el rigor de mi saña, | |
pidiendo favor al cielo, | | porque sin él todo es nada,
| | bajó donde estaba... | | de las celestes moradas,
| | revocado como san... te | | un Paraninfo entre... to | | las
estrellas que alab... | | del sobresalto turbadas. | | Apenas
se concedían, | | y descubriendo la cara, | | miré
en ella tal belleza, | | que no hay a qué compararla,
| | porque allí era luto el día, | | oscura nube
era el alba, | | y el sol apenas estrella, | | y cualquier estrella
nada. | | «Casilda, advierte que soy | | un ángel a quien
Dios manda | | que te visite.» Y entonces, | | entre dudosa y
turbada, | | indigna de merecer | | tan gran favor, merced tanta,
| | enmudecida le miro | | y atenta le escucha el alma. | | «Que
te dispongas conviene | | a dejar tu reino y patria, | | porque
para tu salud | | otra dichosa te aguarda. | | En los fines de
Castilla, | | al entrar en sus montañas, | | entre unos
riscos gigantes, | | dos lagos hay que se llaman | | los lagos
de San Vicente, | | insigne Patrón de España.
| | Allí cobrarás salud | | en el cuerpo y en el
alma, | | recibiendo del Bautismo | | aquella agua sacrosanta.
| | Ejecútalo, Casilda, | | pasa la fuente de gracia,
| | deja la ley en que vives», | | dijo, y, batiendo las alas,
| | la tierra quedó sin luz | | y yo de amor abrasada.
| | Señor, mi remedio (es, o) | | todo con morir se acaba.
| | Yo busco a Dios, Dios (por) quien | | mora soy y soy cristiana.
| | A Castilla tengo de ir, | | donde mi Esposo me aguarda. | | Dame licencia, señor, | | para que luego me parta.
| | Esto humilde te suplico, | | y advierte de mis palabras | | que hasta que me lo concedas | | no me he alzar de tus plantas.
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REY | Hija, levanta del suelo; | | mal dije, furia de Hircania,
| | que ha perturbado mi gusto, | | que ha dado veneno al alma.
| | ¿Qué dices, loca, qué dices? | | ¿Quieres afrentar
mis canas? | | ¿Cristiana quieres volverte | | cuando Toledo
te aguarda | | por su reina? ¡Vive Alá | | que en mis
manos te deshaga! | | No puedo creer de que... | | que tú
lo dices, ni basta | | que diga que yo lo he visto, | | porque
la vista se engaña. | | Hija, sosiega, sosiega, | | que
la visión fue fantasma, | | imaginación del mal
| | y de la flaqueza causa. | | No te congoje ni aflija, | | pues
cuando verdad se hallara | | esos lagos que me dices, | | por
que la salud cobraras, | | en Toledo lo metiera | | por arcabuces
de plata. | |
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CASILDA | No es ilusión lo que he visto,
| | verdades son apuradas. | | Cristo es verdadero Dios, | | la
ley que seguimos falsa. | | Esta vida es miserable, | | vida
frágil, vida infausta, | | trabajosa, incierta y mala,
| | peligrosa, triste y falsa, | | madre de los pecadores, | |
por cuanto en ella idolatran, | | y de los soberbios reino.
| | Y ansí, ¿por qué han de llamarle | | vida,
si es muerte de todos, | | pues todos en ella acaban | | Con
los amores se altera, | | los dolores la contrastan, | | con
los calores se seca | | y con el aire se inflama. | | Los manjares
la corrompen, | | el ayuno la maltrata, | | los placeres, la
oración | | y los pesares la gastan. | | Con el cuidado
se ahoga | | las esperanzas engañan, | | la pobreza la
derriba, | | la riqueza la levanta, | | juventud la desvanece,
| | la vejez la aflige y cansa; | | seguridad la destruye, | |
enfermedad la quebranta | | y es la vida un manantial, | | vida
que un pesar la acaba, | | Pues si a esta vida, señor,
| | sucede la muerte airada, | | que con los gustos del mundo
| | en un instante remata, | | ¿para qué se ha de buscar,
| | habiendo una vida larga, | | que ha de ser eternamente | |
pena o gloria para el alma? | | Cristo es la vida que busco,
| | su esposa soy, El me llama, | | yo le tengo de seguir, | |
pues me recibe en su gracia. | |
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REY | Casilda, Alá lo
dispone, | | todo cuanto pides se haga. | | Desde ahora te lo
concedo; | | prevén luego la jornada, | | que a inspiraciones
escucho | | que humanas fuerzas no bastan. | | Vuélveme
a abrazar, Casilda, | | que, aunque a Castilla te vayas, | |
Toledo por reina suya | | ha de besarte las plantas | | y coronar
tu cabeza; | | porque si de las montañas | | volvieres,
a tener vuelvas | | la corona toledana. | |
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|
CASILDA | Dios te guarde,
padre mío; | | déte salud, que te falta; | | haga
que tu error olvides | | y que le conozcas haga. | |
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(Sale TARFE.)
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REY | Despachad luego mis cartas | | al rey Fernando
el primero, | | que de este nombre se llama, | | a Burgos, dándole
cuenta | | cómo mi Casilda baja | | a ver su dichosa tierra.
| | Que tenga por bien de darla | | pasaportes en Castilla, | | cuanto en sus confines andan, | | que como amigo le pide,
| | y con mi sello, cerradas, | | las despacha. |
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|
TARFE | ¡Santo
Alá, | | qué mudanza tan extraña!) | |
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REY |
Y prevenida Toledo, | | porque quiero que mañana | | todos
la juren por reina. | |
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|
TARFE | Tu gusto, señor, se haga.
| |
(Vanse EL REY y CASILDA.)
| Casilda se va a Castilla | | y
deja su patria cara, | | y Alimenón la concede. | | ¿Esto
sucede? ¿Esto pasa? | | ¿Quién duda que si a Castilla
| | se parte que lleve a Zara, | | para que yo luego muera | |
con mis tristes esperanzas? | | Tras tantos años de
amor, | | cuando gustoso aguardaba | | de mis ansias amorosas
| | por premio tu mano blanca, | | ¿esto suceda a mi amor, | |
esto el amor da por paga? | | Reniego de mi fortuna, | | toda
para mí mudanza, | | que te perdí, cara hermosa;
| | bien mi amor lo adivinaba. | | ¡Nunca te vieran mis ojos,
| | nunca me oyeras ni hablaras! | | ¡Que te partes a Castilla!
| | ¡Que me dejas, bella ingrata! | | ¡Plegue a Alá que
en el camino | | de las riscosas montañas | | caígas
y que no te mates, | | porque me llevas el alma! | |
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(Vase. Sale
ABENÁMAR y CELÍN.)
|
CELÍN | Todos dicen
en Toledo | | que la infanta va a Castilla. | |
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ABENÁMAR |
Es espanto, es maravilla | | y al mundo pone miedo, | | porque
deja una mujer | | el reino y una corona | | y aventure su persona
| | (a) un liviano padecer. | | Sin alma y vida me tiene. | | Apenas
puedo de mí | | saber si soy el que fui. | | Todo junto
el mal me viene, | | no y que la muerte me impida, | | que ya
tan cercana está; | | que si Casilda se va, | | ¿para
qué quiero la vida? | | ¿Por qué te vas, bella
ingrata? | | ¿Por qué me dejas ansí? | | Después
que el alma te di, | | tan mal tu rigor me trata. | | Ya, mi
esperanza perdida, | | la vida me quitará, | | que si
Casilda se va, | | ¿para qué quiero la vida? | |
|
|
CELÍN |
Déjate de atormentar | | y procede como cuerdo. | |
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|
ABENÁMAR |
Celín, de nada me acuerdo. | | Déjame ansí
descansar; | | la memoria mi homicida | | con serlo me acabará,
| | que si Casilda se va, | | ¿para qué quiero la vida?
| |
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|
CELÍN | Consuélate; no te mates | | con tantas
penas, señor. | |
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ABENÁMAR | Es terrible mi dolor;
| | Celín mío, no lo trates. | | En llegando la
partida | | remedio amor no hallará, | | que si Casilda
se va, | | ¿para qué quiero la vida? | |
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(Sale EL DEMONIO.)
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DEMONIO | (Fingiendo que a éste escribe | | Casilda, yo
he fabricado, | | para que le dé cuidado | | en el amor
con que vive, | | este engañoso papel | | que ahora le
quiero dar. | | De todos me he de vengar | | por lo que va escrito
en él. | | Otro papel de otra suerte | | a Tarfe ahora
le di | | para que salga de aquí | | y dé a Abenámar
la muerte.) | | Dame albricias. Este día | | has de salir
de la calma | | en que estás. |
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|
|
DEMONIO | Esa ya pienso que es mía. | | Toma
la respuesta. |
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ABENÁMAR | Amigo,
| | ¿con qué te podré pagar? | |
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DEMONIO | Voy, no
me vean estar | | otros esclavos contigo. | | (Vase. Lea.) | «Primo:
La causa de mis des- | | abrimientos ha sido para tener- | |
nos con mayor seguridad, aun- | | que lo fuera, la de ser vos
mi | | esposo. Yo parto a Castilla. Pedid | | licencia a mi padre
para acom- | | pañarme, que allí sabrás
mi in- | | tención y seré vuestra.- La in- | |
fanta.» | |
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|
ABENÁMAR | ¿Quién tal dicha imaginó?
| | ¿Quién vio tan raro suceso? | | Que estoy loco, te
confieso. | | Papel que me libertó | | la ya perdida memoria,
| | que tan ajena tenía, | | vive, pues, desde este día
| | en mí como ejecutoria. | | Letras hermosas y bellas
| | que luz al alma les dais, | | no sois negras, que alumbráis
| | y sois luceros y estrellas. | | Ven, Celín. |
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|
CELÍN |
Más
consolado | | estoy de lo que pensé. | | ¿Que, en efecto,
a ver iré | | aquel mi hermoso cuidado? | |
|
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(Vase. Sale
TARFE con un papel.)
|
TARFE | ¿Podré decir que toco | | esta verdad que aquí en mis manos veo? | | ¿Tengo juicio?
¿Estoy loco | | o es ilusión que forma mi deseo? | | Casilda
a mí me escribe; | | por mí dice que muere, por
mí vive. | | (Lea.) | «Tarfe, yo te he querido... | | (¡ay,
dulces letras bellas!) (Lea.) ... y he callado, | | porque ansí
ha convenido | | hasta que sepas todo mi cuidado, | | y de mi
amor forzada, | | por ti intento a Castilla esta jornada.»
| | ¿Quién tuvo tan gran suerte? | | (Lea.) | «(A) Abenámar,
que va en mi compañía, | | Tarfe, has de darle
la muerte. | | Con que tuya seré desde aquel día,
| | porque has de acompañarme. | | Guárdete Alá.-
La infanta.»,Podré darme | | de estas dichosas glorias
| | parabienes? Recíbalos del alma | | y amor en sus vitorias,
| | a quien se rinda lauro y palma. | | Esto en ellas escriba,
| | por que inmortal en las edades viva. | | Salga del pecho
Zara, | | porque le ha de ocupar mi dueño hermoso. | | ¿Quién tal imaginara? | | ¿Quién ha nacido,
como yo, dichoso? | | ¡Ay, Casilda querida, | | divino hermoso
sueño de mi vida! | | ¡Ah, mi pensamiento! | | Seguid
la empresa que os está llamando | | y muera en su tormento
| | Abenámar, a quien la muerte dando, | | Casilda será
mía, | | a pesar de su amor, desde aquel día.
| |
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(Vase. Salgan CALAMBRE y GONZALO, quitados los vestidos de
esclavos.)
|
|
GONZALO | Después de tener Casilda | | licencia del rey,
su padre, | | para partirse a Castilla, | | cosa que jamás
se ha visto, | | ni en las historias antiguas | | hay pluma que
lo escribiese, | | de un rey bárbaro que hacía
| | repugnancia a sus deseos, | | resistencia a sus porfías,
| | que viniese con tal gusto | | a conceder cosa indina | | de
sus ritos y Alcorán, | | que otros con rigor castigan.
| | Grande fe, divino amor | | de esta mujer, pues obliga | | a
su padre, moro y terrible, | | a todo cuanto le pida. | | Luego
a Fernando primero, | | rey católico, le envía
| | a Burgos embajadores | | que esta jornada le digan. | | El
contento le responde | | con amorosas caricias, | | que ya Castilla
la aguarda | | para estimarla y servilla. | | Después
de esto, ¡ah, gran poder | | de la voluntad divina!, | | que
dé libertad cumplida | | a cuantos esclavos tiene, | | que en número pasarían | | de tres mil y cuatrocientos,
| | ansí los que le servían | | en su casa, en
la ciudad, | | en sus lugares y villas, | | como los que estaban
presos | | en diferentes provincias. | | El rey lo concede y
manda | | que en la jornada la sirvan, | | allanando los caminos
| | peñascosos de Castilla. | | Soltaron a los cristianos
| | de la prisión que tenían, | | que apenas crédito
daban | | con el placer de la dicha. | | A todos hizo vestir
| | de la manera que miras | | y el rey lo permite y quiere,
| | sin que a su gusto resista. | | Hoy se ha juntado en Toledo
| | lo noble de la morisma, | | lo lucido de este reino | | en
la sangre y bizarría, | | por que a Casilda, que Dios
| | para otro caso destina, | | juren por reina y señora
| | y como a tal la reciban. | | De Madrid, de Talavera | | y de
Ocaña la vecina, | | de Torrijos y otras partes, | | cuantos
gozan alcaidías, | | a que en las fiestas se hallen,
| | que las han hecho cumplidas. | | Capellares y marlotas, | | aljubas y sobrevistas, | | almalafas y turbantes, | | tocas,
bandas, plumas, cintas | | de tan vistosos colores, | | de tanto
precio y estima, | | que (es) cada moro un abril | | y en la
riqueza unas Indias. | | Entre ellos Casilda viene | | tan hermosa
y tan lucida, | | que, por no saber pintalla, | | te la remito
a la vista. | | Luego que la hayan jurado | | ha de partirse
a Castilla | | con Abenámar y Tarfe, | | que van en su
compañía. | | A Zara y Alima lleva | | y otras
moras y cautivas, | | plata, oro, perlas, diamantes | | y riquezas
infinitas. | |
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CALAMBRE | No vio el Mundo caso igual. | | ¡Oh, venturosa
Casilda, | | que a mis orejas quitastes | | ser de ratones comidas!
| | Sin duda que da la vuelta, | | porque suena mucha grita.
| | Gonzalo, estemos atentos | | a ver esta perrería.
| |
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GONZALO | A Palacio llegan ya, | | que vienen de la mezquita
| | para hacer el juramento. | | A este lado te retira. | |
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(Salen
todos los MOROS que se pueda con fuentes y toallas; luego
CELÍN, TARFE, ABENÁMAR, las MORAS que hubiere, ZARA,
ALIMA, CASILDA y EL REY detrás, si quieren sea
por paloque, y un MORABITO viejo con un libro. Siéntese
CASILDA en alto y estén todos en pie.)
|
MORABITO |
Valerosos alcaides, que pusistes | | a la soberbia España
a vuestras plantas, | | cuyos godos con ánimo vencistes
| | después de guerras y de muertes tantas, | | hoy aquí
juntos por el reino fuistes, | | que demostréis con
ceremonias santas | | si a Casilda queréis, que os proponemos,
| | por reina de Toledo. |
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|
|
MORABITO | Luego por vuestra reina os la entregamos.
| | Resta que hagáis solemne juramento, | | por la ley
del Profeta que adoramos, | | de hasta morir guardar el noble
intento. | | Decid si lo juráis. |
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MORABITO | Pues besalda la mano en cumplimiento,
| | para que en vuestro amor se satisfaga. | | A esto, ¿qué
respondéis? |
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REY | Ya de Toledo eres, Casilda, reina,
| | y el reino por señora te ha jurado. | | En toda Europa
otra mujer no reina | | ni tiene tan dichoso y bello Estado,
| | de donde el sol rubia madeja peina | | hasta que en el cerúleo
mar salado | | el carro tachonado de oro baña,. | | que
con darte a Toledo te di a España. | | Parte a Castilla
y dame mil abrazos, | | que contigo me voy, aunque me quedo,
| | y Alá te guarde. |
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CASILDA | Aquéstos
son mis brazos. | | Adiós, padre y señor. |
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REY |
¿Cuándo
en Toledo | | podré volverme a ver en estos lazos? | |
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REY | Sufrir
no puedo | | el llanto y el dolor. |
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