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21

Las razones que en tal sentido podrían aducirse son diversas: entre ellas debe tenerse presente que a medida que avanza la centuria comienza a arraigar en algunos círculos intelectuales italianos una corriente de oposición y de antipatía hacia el poder borbónico español y hacia los símbolos que éste representa Estos impulsos de rechazo luego habrán de saldarse, en los años a caballo entre el XVIII y el XIX, en el naciente romanticismo político que, de ahí a pocos años, confluirá en el liberalismo patriótico, génesis de las luchas decimonónicas del proceso del Risorgimento que promovieron la unificación política en Italia.

 

22

E. Catena (1982), 17.

 

23

F. López (1995), 10.

 

24

Según la acertada definición de A. Domínguez Ortiz (1986), 279.

 

25

Para un estudio en clave comparada entre las empresas culturales acometidas en los reinados de los dos primeros Borbones, a pesar del tiempo transcurrido, el estudio de F. Meregalli (1962, 5-17) constituye un buen punto de partida. Sobre la política cultural promovida por Fernando VI y proseguida por su sucesor, véase Stiffoni (1991: 57-137).

 

26

J. Pradells Nadal (1996), 68.

 

27

M. Fabbri (2000), 5.

 

28

Véase F. Meregalli (1962), 9.

 

29

Sobre Tirso en el XVIII italiano, véase F. Quinziano (2001); para Calderón en la Italia del XVIII, véase I. Pepe (1955) y V. González Martín (1988). En una perspectiva más acotada, ya que se hallan centrados en la crítica efectuada por el italiano Napoli Signorelli, remito a mis dos estudios: F. Quinziano (2004 y 2006), dedicados, respectivamente, a los dramas históricos y a las comedias de capa y espada del célebre dramaturgo madrileño.

 

30

L. Fernández de Moratín (1991), Viaje a Italia, 302 (el subrayado es nuestro). A este respecto, véase mi estudio: F. Quinziano (2001). Es más que probable que el comentario incluido en su Viaje haya sido elaborado a partir de las consideraciones que vertebran la carta que el madrileño le envía a su gran amigo Melón, redactada a principios de febrero de 1794, precisamente el día siguiente a una de las representaciones napolitanas de la pieza de Tirso (L. F. de Moratín, Epistolario (1973: 168).