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Conocidos son en cierto círculo intelectual varios fragmentos de una novela que anunciara Roberto Payró hace ya muchos años, con el mismo título de esta revista. Este título alguien nos lo sugirió; pero cuando conocimos su procedencia no dudosa, tuvimos justos escrúpulos de adoptarlo, no habiendo aún sido lanzada a la publicidad esa novela. Consultamos el caso con el mismo Payró. Le propusimos una transacción, que -dicho sea con toda sinceridad- nos convenía. «Denos usted el primer capítulo de la novela, le dijimos, y nosotros explicaremos la procedencia del título de esta revista». Era justo. Payró, benévolo como siempre, sonrió con indulgencia y cedió.

La novela de la cual publicamos en este número una parte del primer capítulo, Payró la viene acariciando en su mente desde muchos años atrás. Sin embargo la misma magnitud de la visión que de ella tuvo en principio, le ha impedido hasta ahora darle forma definitiva. Pero, reduciendo su plan primitivo, modificándolo como piensa hacerlo, acaso no tarde esta novela en salir. Así por lo menos lo espera su autor.

No nos corresponde aquí hablar de ella. Como toda la obra de Payró -obra genuinamente nacional como lo atestiguan La Australia Argentina, y los cuentos de Pago Chico, y Sobre las ruinas, y El casamiento de Laucha -es una novela fuerte, sincera, que suple los vanos aristocratismos de forma por un concepto vigoroso y fecundo. Por eso, por lo que ha de representar en nuestras letras esta novela en cuanto aparezca, no hemos titubeado -apartándonos algo de nuestro propósito de no publicar sino páginas inéditas- de hacer preceder el fragmento que de ella insertamos, por un artículo que a su respecto escribiera Darío en 1896 en La Nación. Es una página que, desconocida para los más y olvidada seguramente por los que tuvieron ocasión de leerla, bien merece, como todo lo de Darío, retener por un instante la atención del lector. Además, contiene enseñanzas que si bien ya dichas en 1896, nadie negará que es conveniente repetirlas en 1907.

N. de la D.

 

2

A propósito de los dos primeros volúmenes de la Storia dei Romani por G. de Sanctis, últimamente aparecida.

 

3

De un libro próximo a aparecer titulado Borderland.

 

4

La índole especial de este artículo requiere dos palabras preliminares.

Quien lo firma es un desconocido para el público argentino. Poco hace, en efecto, que llegó de su patria, Dinamarca, donde ejerció durante muchos años el profesorado. El señor Hans Friedrich es un solitario. Habita, completamente retirado, en un pueblecito de los alrededores, sin otro cuidado que el de su jardín, que constituye su única pasión. Adora las plantas. También se ocupa de filosofía, pero tiene sobre ella opiniones radicalísimas. No ama a los filósofos, a los modernos sobre todo. Alimenta a su respecto ideas muy raras, que, si bien expuestas con escasa gravedad, encierran a menudo hondas verdades. Complacida esta revista da hoy cabida y la dará en los números siguientes a algunas de esas ideas, que tienen por lo menos el mérito de romper con la solemne uniformidad del pensar común, sugiriéndolo al espíritu nuevos puntos de vista para considerar las cosas.