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130 El reÿ don Fernando          que mandaba León,
Burgos con la Castiella,          Castro e Carrïón,
ambos eran hermanos,          una generación,
era de los sus regnos          Monte d'Oca mojón.

131 Vino a Sant Millán,          moviolo el Pecado,
por cual cueta que era,          vinié desaborgado;
demandó al conviento          cuando fue albergado,
bien gelo entendieron          que non vinié pagado.

132 «Abad -dijo el rey-          quiero que me oyades,
vos e vuestro conviento,          los que aquí morades,
por qué es mi venida          quiero que lo sepades,
excusar non vos puedo,          quiero que me valades.

133 Contarvos mi facienda          serié luenga tardanza,
ca las razones luengas          siempre traen nojanza,
abrevïarlo quiero          e non fer allonganza,
quiero de los tesoros          que me dedes pitanza.

134 Mis abuelos lo dieron,          cosa es verdadera,
esto e lo ál todo          de la sazón primera;
presten a mí agora          cosa es derechera,
aún los pecharemos          por alguna manera.»

135 El abad e sus fraires          fueron mal espantados,
nol recudié ninguno          tant eran desarrados;
el prïor entendiolo          que eran embargados,
recudioli e díjol          unos dichos pesados.

136 «Rey -diz- merced te pido          que sea escuchado,
lo que decirte quiero          non te sea pesado;
pero que só de todos          de seso más menguado,
cosa desaguisada          non dizré de mi grado.

137 Tus abuelos ficieron          est sancto hospital,
tú eres padrón dende          e señor natural;
si esto te negásemos          fariémos muy grant mal,
pecariemos en ello          pecado criminal.

138 Los que lo levantaron          a la orden lo dieron,
metieron heredades,          tesoros ofrecieron;
por dar a Dios servicio          por eso lo ficieron,
non tornaron por ello,          deque lo y metieron.

139 Lo que una vegada          a Dios es ofrecido,
nuncua en otros usos          debe seer metido;
qui ende lo cambiase          serié loco tollido,
el día del Judicio          serieli retraído.

140 Si esto por ti viene          eres mal acordado,
si otri te conseja          eres mal consejado;
reÿ, guarda tu alma,          non fagas tal pecado,
ca serié sacrilegio,          un crimen muy vedado.

141 Señor, bien te consejo          que nada non end prendas,
vivi de tus tributos,          de tus derechas rendas;
por haber que non dura          la tu alma non vendas,
guárdate ne ad lapidem          pedem tuum offendas

142 «Monje -dijo el rey-          sodes mal ordenado,
de fablar ant el rey          ¿quí vos fizo osado?
Parece de silencio          que non sodes usado,
bien creo que seredes          en ello malfallado.

143 Sodes de mal sentido,          como loco fablades,
fervos he sin los ojos          si mucho papeades;
mas consejarvos quiero          que callando seades,
fablades sin licencia,          mucho desordenades.»

144 El prior sovo firme,          non dio por ello nada,
«Reÿ -dijo- en esto          verdad digo probada;
non serié por decretos          nin por leyes falsada,
tú en loguer prométesme          asaz mala soldada.

145 Yo no lo mereciendo,          rey, de ti só maltrecho,
menázasme a tuerto          yo diciendo derecho;
non debiés por tal cosa          de mí haber despecho,
reÿ, Dios te defenda          que non fagas tal fecho.»

146 «Monje -dijo el rey-          sodes muy razonado,
legista semejades          ca non monje travado;
non me terné de vos          que só bien vendegado
fasta que de la lengua          vos haya estemado.»

147 Todas estas menazas          que el reÿ contaba
el varón beneíto          nada no las preciaba;
cuanto él más dicié          él más se esforzaba,
pesábali sobejo          porque el rey pecaba.

148 «Reÿ -dijo- mal faces          que tanto me denuestas,
dices con la grand ira          palabras desapuestas;
grand carga de pecado          echas a las tus cuestas,
que de miembros ajenos          quieres fer tales puestas.

149 Las erranzas que dices          con la grand felonía,
e los otros pecados          que faces cada día,
perdónetelos Cristo,          el fijo de María,
mas de cuanto te diji          yo non me cambiaría.»

150 Fabló el rey e dijo:          «Don monje denodado,
fablades com qui siede          en castiello alzado;
mas si prendervos puedo          de fuera de sagrado,
seades bien seguro          que seredes colgado.»

151 Fabló sancto Domingo,          del Criador amigo;
«Reÿ, por Dios que oyas          esto que yo te digo;
en cadena te tiene          el mortal enemigo,
por eso te enciende          que barajes comigo.

152 La ira e los dichos          adúcente grand daño,
el dïablo lo urde          que trae grand engaño;
embargado só mucho,          reÿ, del tu sosaño,
cuantos aquí sedemos          yacemos en mal baño.

153 Puedes matar al cuerpo,          la carne maltraer,
mas non has en la alma,          reÿ, ningún poder;
dizlo el evangelio          que es bien de creer,
el que las almas judga,          esi es de temer.

154 Reÿ, bien te consejo          como atal señor,
non quieras toller nada          al sancto confesor;
de lo que ofrecist          nos seas robador,
si non, veer non puedes          la faz del Criador.

155 Pero, si tú quisieres          los tesoros levar,
nos non te los daremos,          vételos tú tomar;
si non los rencurare          el padrón del logar,
nos non podremos, rey,          contigo barajar.»

156 Irado fo el rey,          sin conta e sin tiento,
afiblose el manto,          partiose del conviento;
tenié que habié preso          un grand quebrantamiento,
habié del prior solo          saña e mal taliento.

157 Fincó con su conviento          el confesor honrado,
por todos los roídos          él non era cambiado;
guardaba so oficio          que habié comendado,
si lo ficiesen mártir          serié él muy pagado.

158 Entró al cuerpo sancto,          dijo a sant Millán:
«Odi, padre de muchos          que comen el tu pan,
vees que es el rey          contra mí tan villán,
non me da mayor honra          que farié a un can.

159 Señor que de la tierra          padre eres e manto,
rógote que te pese          d'esti tan grand quebranto,
ca yo por ti lo sufro,          señor e padre sancto,
pero por sus menazas          yo poco me espanto.

160 Confesor que partisti          con el pobre la saya,
tú non me desempares,          tú me guía do vaya,
que el tu monesterio          por mí en mal non caya,
e esti león bravo          por mí no lo maltraya.

161 Cosa es manifiesta          que es de mí irado,
e buscará entrada          por algún mal forado;
fará mal a la casa,          non temerá pecado,
ca bien gelo entiendo          que es mal enconado.»

162 Como él lo asmaba,          todo así avino,
semejó en la cosa          certero adevino,
que habié a comer          pan de otro molino,
e non serié a luengas          en Sant Millán vecino.

163 Sóvose muy quedado,          sópose encobrir,
su voluntad non quiso          a nadi descobrir;
atendié esta cosa          a qué podrié exir,
pero él non cesaba          al Criador servir.

164 El dïablo en esto          de balde nos estido,
hobo un mal consejo          aína bastecido;
demostroli al rey          un sendero podrido,
por vengar el despecho          que habié concebido.

165 Fabló con el abat          el reÿ don García:
«Abad -diz- só maltrecho          en vuestra abadía;
por juego nin por vero          nuncua lo cuidaría
que yo en esta casa          repoyado sería.

166 Afirmes vos lo digo,          quiero que lo sepades,
si del prior parlero          derecho me non dades,
levaré los tesoros,          aún las heredades,
que cuantos aquí sodes          por las puertas vayades.»

167 El abad non fue firme,          fue aína cambiado,
era como creemos          de envidia tocado;
otorgoli al rey          que lo farié de grado,
nin fincarié en casa          nin en el priorado.
Diz el reÿ: «Con esto          seré vuestro pagado.»

168 Lo que sancto Domingo          habié ante asmado,
ya la iba urdiendo          la tela el Pecado;
fo de la prioría          que tenié despojado,
e fue a muy grand tuerto          de la casa echado.

169 Pusieron por excusa          que lo facién sin grado,
porque vedién que era          el rey su despagado,
e por esta manera          lo habrién amansado,
e habrié el despecho          que tenié oblidado.

170 Diéronli do viviese          un pobre logarejo,
en que podrié trovar          asaz poco consejo;
él toda esta coita          vediela por trebejo,
revediese en ella          como en un espejo.

171 Tres fueron los logares          así como leemos,
mas dó fueron o cuales          esto no lo sabemos;
todos eran mezquinos,          entenderlo podemos,
no li darién los ricos          segund lo que creemos.

172 Dioli Dios bona gracia          cual él la merecié,
dábanli todos tanto          cuanto mester habié;
vivrié si lo dejasen          en eso que tenié,
mas el mal enemigo          eso no lo querié.

173 El reÿ non podié          oblidar el despecho,
por buscarli achaque          andabal en asecho;
ante de medio año          echoli un grand pecho,
cuidó por esta maña          haber d'elli derecho.

174 Díjol sancto Domingo:          «Reÿ, ¿en qué contiendes?
Semeja que cutiano          mucho más te enciendes;
quiero que lo entiendas,          si bien no lo entiendes,
semeja que tu tiempo          en balde lo expiendes.

175 Reÿ, tú bien lo sabes,          nuncua me disti nada,
nin pecunia ajena          non tengo comendada;
non querría tal cosa          tenerla condesada,
más querría partirla          entre la gent lazrada.

176 Por Dios que non me quieras          tan mucho segudar,
sepas de mí non puedes          nula cosa levar;
aún porque quisiese,          non terría qué dar,
jugo del fuste seco,          ¿quí lo podrié sacar?»

177 «Monje -dijo el rey-          non sodes de creer,
sabemos que tenedes          alzado grand haber;
cuando la abadía          teniedes en poder,
bien me lo dicen todos          qué soliedes facer.»

178 «Reÿ, esto me pesa          más que todo lo ál,
sobrepónesme furto,          un pecado mortal;
yo nuncua alcé proprio          nin fiz cosa atal,
adugo por testigo          al Padre spirital.»

179 «Don monje -diz el rey-          mucho de mal sabedes,
lo que todos sabemos          por niego lo ponedes;
esas hipocrisías          que convusco traedes,
bien creo que en cabo          amargas las veredes.»

180 «Reÿ -dijo el monje-          si tal es mi ventura,
que non pueda contigo          haber vida segura,
dejar quiero tu tierra          por foír amargura,
iré buscar do viva          contra Extremadura.»

181 Comendose al Padre          que abre e que cierra,
despidiose de todos,          desamparó la tierra;
metiose en carrera,          atravesó la sierra,
pora tierras de Nájera          conteciol mala yerra.

182 Cuando fo de las sierras          el barón declinando,
bebiendo aguas frías,          su blaguiello fincando,
arribó en la corte          del reÿ don Fernando,
plogo al rey e dijo          que li crecié grand bando.

183 «Prior -dijo el rey-          bien seades venido,
de voluntad me place          que vos he conoscido;
con vuestra conoscencia          téngome por guarido.»
Plogo con él a todos          e fue bien recebido.

184 «Reÿ -dijo el monje-          mucho te lo gradesco,
que me das tan grand honra,          la que yo non meresco;
mas por Dios te lo pido,          a quien yo obedesco,
que me quepas un ruego          que yo a ti ofresco.

185 Exido só del regno          do nascí e vivía
porque con tu hermano          avenir non podía;
ruégote que me dones          una ermitañía,
do sirva al que nasco          de la Virgen María.»
«Plazme -dijo el rey-          esto por la fe mía.»

186 Dejemos al bon homne          con el reÿ folgar,
conviénenos un poco          la materia a cambiar;
non podriemos sin eso          la razon acordar,
porque nos alonguemos,          bien sabremos tornar.

187 En tierras de Carazo,          si oyestes contar,
una cabeza alta,          famado castellar,
habié un monesterio          que fue rico logar,
mas era tan caído          que se querié ermar.

188 Solié de monjes negros          vevir y buen conviento,
de cuyo ministerio          habié Dios pagamiento;
mas era de tal guisa          demudado el viento,
que fascas non habién          ningún sostenimiento.

189 Todo est menoscabo,          esta tan grand falencia
vinié por mal recabdo          e por grand negligencia,
o habié enna casa          puesta Dios tal sentencia
por a sancto Domingo          dar honorificencia.

190 Pero habié en casa          aún monjes yacuantos,
que facién bona vida          e eran homnes sanctos;
éstos eran bien pobres          de sayas e de mantos,
cuando habién comido          fincaban pocos cantos.

191 Habié entre los otros          un perfecto cristiano,
como diz el escripto          dicienli Liciniano;
habié pesar e coita          dest mal tan sobranzano,
que siempre peoraba          ivierno e verano.

192 Entró a la eglesia,          plegó ant el altar,
declinó los hinojos,          empezó a rogar:
«Señor Dios a qui temen          los vientos e la mar,
tú torna los tus ojos          sobre esti logar.

193 Señor, a nos non cates          que somos pecadores,
que somos sin recabdo,          non bonos provisores;
miémbrete de los bonos          nuestros antecesores,
que d'esti monesterio          fueron contenedores.

194 Señor, onde que sea,          envíanos pastor,
que ponga esta casa          en estado mejor;
mal nos face la mengua,          la vergüenza peor,
esto por qué aviene          tú eres sabidor.

195 Señor sant Sabastián,          del logar vocatión,
mártir de Dios amado,          odi mi oración;
tuelli d'est monesterio          esta tribulatión,
non caya la tu casa          en tan grand perdición.

196 Danos qui nos captenga,          siervo del Criador,
qui sofrist grand martirio          por ganar su amor;
porque nos somos malos          e de poco valor,
non caya la tu casa          en tan grand deshonor.

197 Casa que fue tan rica,          de tan grand complimiento,
do trovaban consejo          más de cient veces ciento,
vivién de bonos monjes          en ella grand conviento,
aína de serpientes          será habitamiento.

198 Señor, merced te clamo,          sea de ti oído,
tan noble monesterio          non sea destruido;
busca algún consejo,          mártir de buen sentido,
de esta petición          con esto me expido.»

199 La oración devota          fue de Dios ejaudida,
ca faciela el monje          de voluntad complida;
aspiró en el rey,          príncep de bona vida,
una cosa que ante          non habié comedida.

200 Vínoli adeshoras          al rey en corazón
de dar el monesterio          al precioso varón;
metrié Dios en la casa          su sancta bendición,
cesarié por ventura          aquella maldición.

201 El reÿ del buen tiento          fabló con sus varones,
con los mayores príncipes          e con los sabidores;
«Oíd -dijo- amigos,          unos pocos sermones,
a lo que decir quiero          abrit los corazones.

202 Todos lo entendemos,          cosa es conoscida,
la eglesia de Silos          como es decaída;
facienda tan granada          es tanto empobrida,
habés pueden tres monjes          haber en ella vida.

203 Todo esto aviene          por los nuestros pecados,
que somos pecadores          e non nos emendamos;
solamientre en ello          cabeza non tornamos,
sepades que en esto          duramientre erramos.

204 Es por un monesterio          un regno cabtenido,
ca es días e noches          Dios en elli servido;
así puede ser          un regno maltraído
por un logar tan bono          si es esperdecido.

205 Si a todos ploguiese,          terría por bien esto:
hobiésemos un homne          devoto e honesto,
e tal es mi creencia          que yo lo tengo presto,
en qui yo non entiendo          de desorden nul gesto.

206 Prior de San Millán          es entre nos caído,
homne de sancta vida          e de bondad complido;
es por cualque manera          de su tierra exido,
por Dios avino esto          como yo só creído.

207 Serié pora tal cosa          homne bien aguisado,
es de recabdo bono,          demás bien ordenado;
es en cuanto veemos          del Criador amado,
vernié el monesterio          por él a su estado.»

208 «Reÿ -dijieron- hasnos          en buen logar fablado,
tenémostelo todos          a merced e a grado;
entendemos que dices          consejo aguisado,
otorgárnoslo todos          si tú eres pagado.»

209 Tractaron con el bispo          todo esti consejo,
tóvolo el obispo          por muy bono sobejo;
non contradijo homne          nin grand nin poquellejo,
nin fo pesante d'ello          nin villa nin concejo.

210 Los monjes de la casa,          cuando lo entendieron,
nuncua tamaño gozo          un día non hobieron;
fueron a la eglesia,          a Dios gracias rendieron,
el «Te Deum laudamus»          de buen cuer lo dijieron.

211 Confirmolo el bispo,          dioli ministramiento,
desende lo bendijo,          fízol su sagramiento;
dioli siella e croza,          todo su complimiento,
fízol obedïencia          de grado el conviento.

212 Cuando fue acabado          todo el ministerio,
el abad beneíto          vino al monesterio;
solo que de los piedes          primió el ciminterio,
oblidaron los monjes          el pasado lacerio.

213 El reÿ don Fernando,          de Dios sea amado,
como lo fuera siempre          fo muy bien enseñado;
no lo envïó solo          mas bien acompañado,
ca envïó con elli          mucho homne honrado.

214 Envïó bonos homnes          e altas podestades,
clérigos e calonges,          e benitos abades,
mancebiellos e viejos          de diversas edades.
Bendicho sea rey          que faz tales bondades.

215 Fo en la abadía          el barón asentado,
con la facienda pobre          era fuert embargado,
mas cambiola aína          Dios en mejor estado,
fo en bona folgura          el lacerio tornado.

216 Fue luego a las primas          la orden reformada,
la que por mal pecado          ya era desatada;
cogió de compañeros          compaña mesurada,
los que vedié que eran          de manera pesada.

217 Las noches e los días          lazraba el barón,
los días porcalzando,          la noch en oración;
conformaba sus fraires,          tenielis bien lectión,
a grandes e a chicos          daba egual ración.

218 Los monjes eran buenos,          amaban su pastor,
metió Dios entre ellos          concordia e amor;
non habié y entrada          el mal revolvedor,
que ad Adam e Eva          volvió con su Señor.

219 El reÿ don Fernando,          sea en paradiso,
ya vedié de la casa          lo que él veder quiso;
vedié que su majuelo          naturalmientre priso,
nos tenié, Deo gratias,          d'est fecho por repiso.

220 El reÿ e los pueblos          dábanlis adiutorio,
unos en la eglesia,          otros en refictorio,
otros en vestüario,          otros en dormitorio,
otros en oficiero,          otros en responsorio.

221 Vedié su monesterio          todo bien recabdado,
eglesia bien servida,          convent bien ordenado;
abad de sancta vida,          de bondad acabado,
dicié entre sí misme:          «Dios, tú seas laudado.»

222 Non vos querría mucho          en esto detener,
querría adelante          aguijar e mover,
enanzar enna obra          dándome Dios poder,
ca otras cosas muchas          habemos de veer.

223 Oído lo habedes,          si bien vos acordades,
esti abad benito,          lumne de los abades,
cuantas sufrió de coitas          e de adversidades,
por ond a pasar hobo          de Ortoya las rades.

224 Porque fo siempre casto,          de bona pacïencia,
humildoso e manso,          amó obedïencia,
en dicho e en fecho          se guardó de falencia,
habié Dios contra elli          sobra grant bienquerencia.

225 El Reÿ de los reyes          por qui tanto sufrié,
bien gelo condesaba          cuanto elli facié;
por darli buen confuerto          de lo que merecié,
quísoli demostrar          cuál galardón habrié.

226 El confesor glorioso,          un cuerpo tan lazrado,
durmiese en su lecho          ca era muy cansado;
una visïón vido          por ond fue confortado,
del lacerio futuro          siquiere del pasado.

227 Así como leemos,          los que lo escribieron
de la su boca misme,          d'él misme lo oyeron;
sabemos que en ello          toda verdad dijieron,
nin un vierbo menguaron          nin otro eñadieron.

228 Apartó de sus monjes          los más familïares,
los que tenién en casa,          los mayores logares;
«Amigos, -dijo- ruégovos          com a buenos reglares,
lo que decirvos quiero          que no lo retrayades.

229 Vedíame en sueños          en un fiero logar,
oriella de un flumen          tan fuerte como mar;
quiquiere habrié miedo          por a él se plegar,
ca era pavoroso          e bravo de pasar.

230 Ixién d'elli dos ríos,          dos aguas bien cabdales,
ríos eran muy fondos,          non pocos regajales;
blanco era el uno          como piedras cristales,
el otro plus bermejo          que vino de Parrales.

231 Vedía una puente          enna madre primera,
habié palmo e medio          ca más ancha non era;
de vidrio era toda,          non de otra madera,
era por non mentirvos          pavorosa carrera.

232 Con almátigas blancas          de finos ciclatones,
en cabo de la puent          estaban dos barones,
los pechos orfresados,          mangas e cabezones,
non dizrién el adobo          loquele nec sermones.

233 La una d'estas ambas          tan honradas personas,
tenié enna su mano          dos preciosas coronas,
de oro bien obradas,          homne vío tan bonas,
nin un homne a otro          non dio tan ricas donas.

234 El otro tenié una          seis tantos más fermosa,
que tenié en su cerco          mucha piedra preciosa;
más lucié que el sol          tant era de lumnosa,
nuncua homne de carne          vío tan bella cosa.

235 Clamome el primero          que tenié las dobladas,
que pasase a ellos,          entrase por las gradas;
díjili yo que eran          aviesas las pasadas,
dijo él que sin dubda          entrase a osadas.

236 Metime por la puente          maguer estrecha era,
pasé tan sin embargo          como por grand rarera;
recibiéronme ellos          de fermosa manera,
viniendo contra mí          por media la carrera.

237 «Fraire, plaznos contigo,          -dijo el blanqueado-
tú seas bienvenido          e de nos bien trovado;
viniemos por decirte          un sabroso mandado,
cuando te lo dijiéremos,          terraste por pagado.

238 Aquestas que tú vedes,          coronas tan honradas,
nuestro Señor las tiene          pora ti condesadas;
cata que las non pierdas          cuando las has ganadas,
ca querrié el dïablo          habértelas furtadas.»

239 Díjilis yo: «Señores,          por Dios que me oyades.
¿Por qué viene aquesto?          que vos me lo digades;
yo non só de tal vida          nin fiz tales bondades,
la razón de la cosa          vos me la descubrades.»

240 «Bona razón demandas,          -dijo el mensajero-,
a eso te daremos          responso bien certero;
la una porque fuisti          casto e buen claustrero,
a la obedïencia          non fuisti refertero.

241 La otra te ganó          mieña sancta María,
porque la su eglesia          consegró la tu guía;
en el su monesterio          fecist grand mejoría,
es mucho tu pagada,          ende te la envía.

242 Esta otra tercera          de tan rica facienda,
por esti monesterio          que es en tu comienda,
que andaba en yerro          como bestia sin rienda,
has tú sacado ende          pobreza e contienda.

243 Si tú perseverares          en las mañas usadas,
tuyas son las coronas,          ten que las has ganadas;
habrán por ti repaire          muchas gentes lazradas,
que vernán sin consejo,          irán aconsejadas.»

244 Luego que me hobieron          esta razón contada,
tolliéronseme d'ojos,          non podí veer nada;
desperté e signeme          con mi mano alzada,
tenía, Dios lo sabe,          la voluntad cambiada.

245 Pensemos de las almas,          fraires e compañeros,
a Dios e a los homnes          seamos verdaderos;
si fuéremos leales          a Dios e derecheros,
ganariemos corona          que val más que dineros.

246 Por esti sieglo pobre          que poco durará,
non perdamos el otro          que nuncua finará.
mezquindad por riqueza,          ¿quí no lo cambiará?
Qui buscarlo quisiere          rehez la trovará.

247 Demás bien vos lo ruego,          pídovoslo en don,
que yaga en secreto          esta mi confesión;
non sea descubierta          fasta otra sazón,
fasta salga mi alma          d'esta carnal presón.»

248 Señor sancto Domingo,          lumne de las Españas,
otras vío sin ésta          visïones extrañas,
mas non gelas oyeron          fraires de sus compañas,
ca celadas las tovo          dentro en sus entrañas.

249 Por estas visïones          que Dios li demostraba,
ninguna vanagloria          en él non encarnaba;
por servir a don Cristo          más se escalentaba,
a otras vanidades          cabeza non tornaba.

250 Asaz querié la carne,          el dïablo con ella,
tollerlo del buen siesto,          meterlo a la pella;
no lo podieron fer,          ond habién grand querella,
porque del sol tan cerca          sedié esta estrella.

251 Del ruego que dijiera          a los sus compañeros,
que no lo descubriesen,          fóronli derecheros;
foron mientre él visco          bonos poridaderos,
non querién del su padre          exir por mestureros.

252 Señor sancto Domingo,          confesor tan honrado,
debe a San Martino          seer aparejado,
que vío a don Cristo          del manto abrigado,
el que él dado hobo          al mezquino lazrado.

253 El confesor glorioso,          digno de adorar,
en todas las maneras          lo quiso Dios honrar;
en todos los oficios          lo quiso heredar
por en el paraíso          mayor gloria li dar.

254 Enna sazón primera          fo pastor de ganado,
un oficio que era          esi tiempo usado;
desend apriso letras,          fo preste ordenado,
maestro de las almas,          discreto e temprado.

255 Depués fo ermitaño          en que fo muy lazrado,
viviendo por los yermos,          del pueblo apartado,
vediendo malos gestos,          mucho mal encontrado,
do sufrió más martirio          que algún martiriado.

256 Desend entró en orden,          fizo obedïencia,
puso todo su pleito          en ajena potencia;
probó como tan bono,          fo de tal pacïencia,
como si lo hobiese          preso in penitencia.

257 Aún de la mongía          subió en mayor grado,
el abad de la casa          dioli el priorado;
todo vos lo habemos          dicho e regunzado,
en cual fuego se vío,          cómo fue socarrado.

258 En cabo el bon homne,          pleno de sanctidad,
porque fose complido          de toda dignidad,
quísolo Dios que fuese          electo en abad;
el elector en ello          non erró de verdad.

259 Sin todas estas honras          que habié recebidas,
dioli Dios otras gracias          honradas e complidas:
de veer visïones,          personas revestidas,
oír tales promesas          cuales vos he leídas.

260 Aún sin esta toda          tan luenga ledanía,
diéronli otro precio          Dios e sancta María:
pusieron en su lengua          virtud de profecía,
ca profetó sin dubda,          esto por conocía.

261 Por amor que creades          que vos digo verdad,
quiérovos dar a esto          una auctoridad,
cómo fo él profeta,          fabló certanidad,
por ond fo afirmada          la su grand sanctidad.

262 Sant Vicent habié nomne          un mártir ancïano,
Sabina e Cristeta,          de ambas fo hermano;
todos por Dios murieron          de violenta mano,
todos yacién en Ávila,          non vos miento un grano.

263 El reÿ don Fernando,          siempre amó bondad,
e metié en complirlo          toda su voluntad;
asmó de trasladarlos          a mayor sanctidad,
e meterlos en tumbas          de mejor honestad.

264 Asmó un buen consejo          esa fardida lanza,
traerlos a San Peidro          que dicen de Arlanza;
con esi buen conviento          habrién mejor fincanza,
serién mejor servidos          sin ninguna dubdanza.

265 Contra tierra de Lara,          faz a una contrada,
en río de Arlanza          en una renconada,
yace un monesterio,          una casa honrada,
San Peidro de Arlanza          es por nomne clamada.

266 Habié un abad sancto,          siervo del Criador,
don García por nomne,          de bondad amador;
era del monesterio          cabdiello e señor,
la greï demostraba          cuál era el pastor.

267 En visïón li vino          de fer un ministerio,
aquellos sanctos mártires,          cuerpos de tan grand precio,
que los desoterrase          del viejo ciminterio,
e que los adujiese          pora'l su monesterio.

268 Fabló con esi rey          al que Dios dé bon poso,
al que dicién Fernando,          un príncep muy precioso;
tóvolo por buen seso          e por fecho fermoso,
non fo pora complirlo          el abad perezoso.

269 Convidó los obispos          e los provincïales,
abades e priores,          otros monjes claustrales,
dïáconos e prestes,          otras personas tales,
de los del señorío          todos los mayorales.

270 Foron y caballeros          e grandes infanzones,
de los pueblos menudos          mujieres e varones;
de diversas maneras          eran las procesiones,
unos cantaban laúdes,          otros dicién canciones.

271 Adujieron el cuerpo          de señor san Vicent,
e de las sus hermanas,          honrados bien e gent,
todos cantando laúdes          al Dios omnipotent,
que sobre pecadores          ha siempre cosiment.

272 Travesaron el Duero,          esa agua cabdal,
abueltas Duratón,          Esgueva otro tal;
plegaron a Arlanza          acerca del hostal,
non entrarién las gentes          en sivuelque corral.

273 Señor sancto Domingo,          el natural de Cañas,
que nasció en bon punto,          pleno de bonas mañas,
y vinié cabdellando          esas bonas compañas,
faciendo captenencias          que non habrién calañas.

274 Condesaron los cuerpos          otro día mañana,
Vincencio e Sabina,          Cristeta su hermana;
metiéronlos en tumba          firme e adïana,
facié grand alegría          esa gent castellana.

275 En esa traslatión          de estos tres hermanos
fueron muchos enfermos          de los dolores sanos,
los unos de los piedes,          los otros de las manos,
ond rendién a Dios gracias          cristianas e cristianos.

276 Abades e obispos          e calonges reglares
levaron end reliquias          todos a sus logares,
mas el abad de Silos          e sus familïares
solo no las osaron          tañer de los polgares.

277 Fue a su monesterio          el bon abad bendito,
fo de sus compañeros          mucho bien recebido;
dijo él: «Benedicite»          en voz muy bien sabrido,
dijieron ellos «Dominus»          en son bono complido.

278 Díjolis al conviento:          «Por Dios, que me oyades,
saludarvos envían          obispos e abades;
a rogarvos envían,          por Dios que lo fagades,
en vuestras oraciones          que vos los recibades.»

279 «Señor -dijieron ellos-          cuando a ti cobramos,
a Dios rendemos gracias,          más alegres andamos;
eso ál que nos dices          todo lo otorgamos,
mas por una cosiella          murmurantes estamos.

280 De las sanctas reliquias          que a cuestas trasiestes,
a cuantos las pidieron          d'ellas a todos diestes;
a vuestro monesterio          d'ellas non adujiestes,
tenemos que en esto          negligencia ficiestes.»

281 Fabló contra est dicho          la boca verdadera,
recudió buenamientre,          dio respuesta certera;
«Amigos, -diz- por esto          non hayades dentera,
Dios vos dará consejo          por alguna manera.

282 Si vos a Dios leales          quisiéredes seer
e los sus mandamientos          quisiéredes tener,
El vos dará reliquias          que veredes placer,
yo sé que non podredes          en esto fallecer.

283 Si non nos lo tollieren          nuestros graves pecados,
cuerpo sancto habredes          que seredes pagados;
seredes de reliquias          ricos e abondados,
de algunos vecinos          seredes envidiados.»

284 Señor sancto Domingo,          que esto lis dicié,
profetaba la cosa          que a venir habié;
maguer lo profetaba          él no lo entendié,
que esta profecía          en él mismo cayé.

285 Algunos de los monjes          que esto li udién,
esta adevinanza          por nada la tenién;
los otros más maduros          que más seso habién,
tenién que estos dichos          balderos non serién.

286 Demientre que él visco          todo lo pospusieron,
mas deque fue pasado          los miraglos vidieron;
membrolis d'esti dicho,          estonz lo entendieron,
que las adevinanzas          verdaderas ixieron.

287 En esto lo debemos,          señores, entender,
lo que ante dijiemos          podédeslo creer,
que fue vero profeta,          dioli Dios grand poder,
e grand espiramiento          en decir e en fer.

288 Señores, Deo gracias,          contado vos habemos
de la su sancta vida          lo que saber podemos;
desaquí, ayudándonos          el Dios en qui creemos,
esti libro finamos,          en otro contendremos.
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