Tal vez recordando un cuadro del Greco, Lope hablé del camino del Cielo a Toledo, en el Soneto a la descención de la Virgen a favorecer a San Ildefonso: «Desde el Cielo a Toledo se entapizan / los aires de celestes cortesanos»...

Erasmo había hecho una enumeración semejante para justificar su Elogio de la Locura, y Quevedo, en la canción A una mujer flaca.

No es muy conocida la noticia de que Moratín, poco antes de morir, dictó y destruyó un canto y medio de una gatomaquia en octavas reales (Vicente Pérez Rosales. Recuerdos del pasado).

Es curioso que don Marcelino Menéndez y Pelayo, hombre de erudición casi infalible, haya copiado al revés, en su Antología de poetas líricos castellanos, la nota de Hernán Núñez. Dice allí don Marcelino que «los próceres de Castilla enemigos de don Álvaro de Luna, acudieron a una hechicera que moraba en Valladolid... y, al mismo tiempo, los partidarios del condestable acudieron con idéntica consulta a un fraile de la Mejorada»... Como los errores de Menéndez y Pelayo tienen autoridad, muchos lo han seguido, persistiendo en su equivocación. Así César Silió Cortés en su biografía de don Álvaro de Luna.

Colección de pliegos sueltos, agora de nuevo sacados, por Vicente Castañeda y Amalio Huarte, Madrid, 1929.

Los cantores populares chilenos, por A. Acevedo Hernández. Santiago, 1933.

Cien romances escogidos, por Antonio G. Solalinde.

V. Las jitanjáforas, un iluminador artículo de Alfonso Reyes. En: Libra, Buenos Aires, 1929.

Antiguos cantos populares argentinos. Buenos Aires, 1926.