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1

Trabajo leído, por invitación especial, en las en las XVI Jornadas de Historia: «La Historia y los fines de siglo», organizadas por el Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, y celebradas en el Centro Cultural General San Martín, del 20 al 22 de octubre de 1999. Versión revisada y corregida.

 

2

Sobre la necesidad de tener en cuenta esta complejidad, que resiste a todos los intentos de reducción y simplificación, insisten los trabajos de Maristella Svampa, Civilización o barbarie. De Sarmiento al revisionismo peronista, Buenos Aires, El cielo por asalto, 1994 y María Rosa Lojo, La 'barbarie' en la narrativa argentina (siglo XIX), Buenos Aires, Corregidor, 1994.

 

3

Ver, en M. R. Lojo, La 'barbarie' en la narrativa argentina..., «Relaciones con la virtus occidental y la sublimidad clásica», pp. 62-63. Junto con César, Napoleón, Alcibíades, Facundo Quiroga forma parte, en potencia, de una galería de héroes de Occidente. Su participación sería plena de haber servido siempre a la causa «civilizadora».

 

4

Cfr. Conflicto y armonías de las razas en América, Obras Completas, XXXVIII, Buenos Aires, Luz del Día, 1953, p. 403.

 

5

«[...] se abandonaba a los transportes de sus pasiones feroces, exhalando su cólera, en los más amargos apóstrofes contra sí mismo», op. cit., p. 150.

 

6

La idea sarmientina del caudillo arrastrado por fuerzas ciegas es recogida o confirmada por el pensamiento positivista posterior. Ramos Mejía ofrece curiosas explicaciones sexuales en cuanto a la relación establecida entre el caudillo y la masa (tanto en Rosas y su tiempo, como en Las multitudes argentinas). Considera a Facundo Quiroga como un «inspirado delicuente» que encarna los impulsos inconscientes de una tierra primitiva y despoblada (Cfr. Teresa Alfieri, Una brecha en el umbral. Ciencia y literatura en Groussac y Ramos Mejía, Buenos Aires, Losada, 1987, p. 133); Carlos Octavio Bunge (Nuestra América) explica la fácil sumisión al cacique o caudillo a partir de una atávica «pereza criolla»; José Ingenieros, que analiza la obra de todos ellos, entiende la anarquía política a partir de una anarquía económica que aún no permite la formación de partidos en los que los ciudadanos se agrupen según sus intereses, y que deja la resolución de las cosas en manos del poderoso arbitrio/arrebato personal del caudillo (José Ingenieros. Sociología Argentina, Obras Completas, Tomo VI, Buenos Aires, Mar Océano, 1961).

 

7

Figura en Facundo. Prólogo y notas de Alberto Palcos, Tomo I, Buenos Aires, ECA, 1962, p. 21.

 

8

Así dice textualmente en la dedicatoria a Alsina, op. cit., p. 21.

 

9

En la misma edición de Facundo, p. 455: «No vaya el escalpelo del historiador que busca la verdad gráfica a herir en las carnes del Facundo, que está vivo: no lo toqueis! así como así, con todos sus defectos, con todas sus imperfecciones, lo amaron sus contemporáneos, lo agasajaron todas las literaturas extranjeras, desveló a todos los que leían por la primera vez, y la Pampa Arjentina es tan poética hoy en la tierra como las montañas de la Escocia diseñadas por Walter Scott».

 

10

La tradición nacional, Buenos Aires, Hachette, 1957.