Máximo exponente del ensayo literario del Modernismo hispanoamericano y miembro de la generación uruguaya del 900, el autor de Ariel fue testigo de la crisis espiritual del Fin de Siglo, del expansionismo estadounidense y del peligroso influjo de su modelo utilitario de progreso. Con las armas del intelectual liberal -el pensamiento, la palabra y la escritura- luchó por fortalecer una identidad cultural latinoamericana basada en sus valores humanísticos, tan necesarios en aquellas «democracias imperfectas» que marginaban por improductivo el pensamiento y el arte. Transcurrido un siglo, su escritura sigue suscitando reflexiones, relecturas y polémicas.
«Tracé mi destino en la vida: el de manejar la pluma. Y a tal destino me atengo. Hay mucho que hacer en América con este instrumento de trabajo, y yo me debo a esta América».
José Enrique Rodó