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El infamador

Comedia

Juan de la Cueva




Argumento de la obra

Leucino, galán y hombre rico, se aficiona de Eliodora, la cual jamás quiso oír su razón, aunque persuadida con continuos recaudos. Visto por Leucino que ninguna cosa aprovechaba con ella, quiso por fuerza gozar de la doncella Eliodora, la cual viéndose asida de un criado de Leucino, llamado Ortelio, lo sacó la daga y lo mató. Acudió la justicia, y Leucino declaró haberlo muerto Eliodora infamando su virginal vida. Ella declara ser verdad la muerte, y así fue llevada a la cárcel, y Leucino, y Farandón, un criado suyo, también fueron presos por la declaración della; y por los testigos, que fueron Leucino y Farandón, fue condenada a muerte: aclarose la verdad, y que ella lo había muerto, por diferente causa de la que los testigos deponían, y fue libre, y Leucino y Farandón, condenados a muerte, y ejecutados.

Fue representada esta comedia la primera vez en Sevilla, por el excelente y gracioso representante Alonso de Cisneros, en la huerta de Doña Elvira, año 1581, siendo asistente don Francisco Zapata de Cisneros.



PERSONAJES
 

 
LEUCINO,    galán infamador.
PORCERO,   alcahuete.
TERCILO,   paje.
TERECINDA,   alcahueta.
ORTELIO,    criado.
JUSTICIA.
TEODORA,   alcahueta.
ESCRIBANO.
FARANDÓN,   rufián.
CORINEO,   padre de LEUCINO.
ELIODORA,    dama.
IRCANO,   padre de ELIODORA.
FELICINA,   criada de ELIODORA.
PELORO,   caballero.
NÉMESIS,   diosa de las venganzas.
IPODAURO,   salvaje.
VENUS,   diosa de amor.
DENTOLION,   salvaje.
EL DIOS DEL SUEÑO.
DIANA,   diosa de la castidad.
MORFEO,   ministro del sueño.
BETIS,    río.





ArribaAbajoJornada I

 

LEUCINO, TERCILO, ORTELIO, TEODORA, FARANDÓN, ELIODORA, FELICINA, NÉMESIS.

 
 

LEUCINO se sale vanagloriando de lo que puede y hace con su riqueza. Cuéntale ORTELIO, un criado suyo, lo que pasó a TEODORA, alcahueta, entrando a hablar ELIODORA. Viene TEODORA, cuenta por extenso tollo el caso que lo pasó. FARÁNDON, criado de LEUCINO, viene al llamado de su señor. ELIODORA y FELICINA salen de su casa, encuéntralas LEUCINO, quiere hacerle fuerza a ELIODORA, la diosa NÉMESIS se lo impide, y avisa del daño que lo amenaza, si no desiste de tal pretensión.

 
LEUCINO
Con próspero viaje
y favorable viento
navega a quien espera la riqueza,
del mar no siente ultrajo,
que a su furor violento 5
el oro aplacar hace la fiereza.
Huye dél la tristeza,
todo le es favorable
no le contrasta nada.
Tiempla como le agrada 10
a la fortuna fiera y variable
cual yo que a mi deseo
con mi riqueza lo que quiero veo.
   No me pone en cuidado
ninguna cosa humana, 15
porque a medida del deseo me viene.
De todos só estimado,
y de gloria mundana
por mi riqueza igual ninguna tiene
al que más le conviene. 20
Por descendencia ilustre,
si le falta el dinero,
casi no es caballero.
Si lo tiene un villano, es de gran lustre,
porque con la riqueza 25
hoy se adquiere la gloria y la nobleza.
TERCILO
Huélgome de hallarte tan contento,
y más de oírte engrandecer tus bienes,
haciendo alarde dellos dando al viento
cuenta particular de los que tienes. 30
LEUCINO
Publico lo que siente el sentimiento.
TERCILO
Bien está, mas que en eso te refrenes,
por parecer te doy, porque es torpeza
de ánimo amar tanto la riqueza.
LEUCINO
Como te hizo el cielo incapaz della, 35
tienes oír su nombre por odioso;
que el pobre no se harta de ofendella,
de Invidia della, y no de virtuoso.
Publica que no quiero poseella,
que huye de su trato peligroso, 40
dando a entender que es justo desprecialla,
supliendo así el defecto de alcanzalla.
TERCILO
No sé yo quien desprecia la riqueza,
porque me río cuando voy leyendo
de algunos que eligieron la pobreza 45
sus bienes libremente repartiendo.
Tenerla en tanto tengo yo a torpeza.
Que parece que vas ennobleciendo
tu persona, y que el ser, y la memoria.
Recibes de ella, y no de tu alta gloria. 50
LEUCINO
Yo entendí que eras menos majadero.
TERCILO
Y aun yo creí otra cosa que no digo
de ti, pues en mas tienes el dinero
que de tus padres el blasón antigo.
LEUCINO
Necio, píntame agora un caballero 55
mas que el Cid, o que el godo rey Rodrigo,
que sea pobre, y ponlo en competencia
con un rico de oscura descendencia;
   Verás a cual se inclina la victoria,
de las dos diferencias que publico, 60
y entenderás cual vive en la memoria
el noble pobre, o el villano rico.
El uno muere, el otro vive en gloria;
el pobre enfada, el rico, certifico
que es acepto, aunque sea el propio enfado, 65
y el pobre es confundido y desechado.
   Y para prueba desto quiero darte
por ejemplo el discurso de mi vida.
Dejo la estimación que en toda parte
a mi persona ha sido concedida, 70
los troreos de amor quiero acordarte,
pues sabes que no hay dama que rendida
no traiga a mi querer, por mi dinero,
y no por ser ilustre caballero.
TERCILO
¿Qué razón hay que así generalmente 75
ofendas por las malas, a las buenas?
LEUCINO
¿Cuál mujer a mi amor no fue obediente?
¿Cuál no aplacó de mi deseo las penas?
TERCILO
Muchas, y hay más que te diría al presente
que estrellas tiene el cielo y Libia arenas. 80
LEUCINO
Bárbaro, si las hay, nómbrame una,
porque yo no me acuerdo de ninguna.
TERCILO
¿Tan flaco de memoria estás agora?
Que no te acuerdas cuantas no acetando
te demanda, con saña vengadora, 85
te dieron la respuesta amenazando.
Dejando las demás, sola a Eliodora
te quiero señalar, a quien amando
tan encendidamente, procuraste,
y con tanto inquietud solicitaste. 90
LEUCINO
Aún no está ese negocio concluido,
que a Ortelio estó aguardando aquí que venga
con Teodora, que a Eliodora han ido
a pedirle que oírme por bien tenga.
TERCILO
¿Eso intentas, aún no la has conocido? 95
Espántome que tanto se detenga
en ti una pertinacia tan molesta,
sabiendo claro que tan poco presta.
LEUCINO
¿Estás en ti? Agora entiendo y creo
que has perdido el juicio; ¿di villano, 100
qué mujer hay que pida mi deseo.
Que no lo tenga fuego de mi mano?
TERCILO
Quiero reírme de ese devaneo,
pues tienes conocido, y sabes llano,
la constancia de aquel constante pecho, 105
que siempre te ha tratado con despecho.
Y conociendo el yerro que sustentas,
y que no hay cosa humana que te guarda,
ruego a Dios, que no llores lo que intentas.
LEUCINO
Qué tengo que llorar; calla, cobarde, 110
que hoy te haré que veas claro, y sientas quien soy.
TERCILO
   No hagas desto más alarde,
mas oye a Ortelio, que te trae el recado
que aguardas, darás medio a tu cuidado.
LEUCINO
Ortelio viene, oh venturosa empresa. 115
Anda, mi Ortelio, ¿ya no ves que aguardo?
Y la respuesta a tu demanda expresa,
que en el deseo de saberla ardo.
ORTELIO
Sosiégate.
LEUCINO
Quien tiene el alma opresa
cual yo, tendrá por perezoso y tardo 120
al suelto Euro, al presto pensamiento,
si ellos le traen remedio a su tormento.
ORTELIO
Señor, lo que podré decirte en esto
que fuimos do mandaste, lo y Teodora
la vieja; yo en la calle quedé puesto, 125
y ella entró a negociar con Eliodora.
No te sabré significar cuan presto
negoció, que no en medio cuarto de hora
volvió donde lo estaba de manera
que no podía conocer quien era. 130
   Traía el rostro así, cual si arrastrado
fuera por riscos, y ásperos abrojos,
el cabello a raíz todo cortado,
lanzando sangre por la boca y ojos,
sin manto, saya, toca, ni tocado, 135
que dello hizo el vencedor despojos,
y desta suerte vino donde estaba,
que vencedora en triunfo la esperaba.
   Llamome por mi nombre, y advirtiendo,
en el sonido de la voz cansada, 140
fue a la pobre Teodora conociendo,
aunque en todo venía diferenciada.
Preguntéle del caso; ella temiendo
que la viesen, y en verme avergonzada
con su mano alzó un lado de mi capa, 145
y así con ella lo que pudo tapa.
   Díjome que torciase una calleja,
que con la casa de Eliodora linda,
y la llevase a casa de una vieja,
que vive allí, que llaman Terecinda 150
hícelo así, y al punto que empareja
con la puerta, la vieja se reguinda
por un desván y baja más ligera
que subir suele el fuego a su alta esfera.
   Teodora, sin que cosa me dijese 155
de aquel caso, me dijo que al momento
con toda priosa a te buscar viniese,
que ella luego será en tu acatamiento.
Dejela cual mandó, y como volviese
por la calle real, mi desatiento 160
fue tal, por darte nuevas de Teodora,
que sin pensarlo di con Eliodora.
   De su casa a la calle iba saliendo,
con sola su criada Felicina,
y dijo, así como me vio, riendo: 165
bien negoció la nueva Celestina.
No le osé replicar, y ella siguiendo
su vía, sin hablarme más camina,
y el camino del río dirigieron,
y yo me vine, y ellas dos se fueron. 170
LEUCINO
¿Qué, no te dijo quien así la puso
ORTELIO
Señor, no se aclaró comigo en cosa.
LEUCINO
¿Es posible? Alterado estó y confuso,
de horror tremiendo el alma congojosa.
Porque entender que sola se dispuso 175
Eliodora a maldad tan rigurosa,
es yerro, el padre y ella lo trazaron,
y los demás que al hecho se allegaron.
   Y así protesto y juro de vengame,
y devengar la vieja en los que fueron, 180
que vida, hacienda y honra ha de costarme
satisfaciendo a quien por mí ofendieron.
TERCILO
Sosiégate, señor.
LEUCINO
¿Osas hablarme?
TERCILO
Osarete decir, que si hicieron
a la maldita vieja tal afrenta, 185
que no es razón ponella tú a tu cuenta.
LEUCINO
A mi cuenta la pongo, pues yo he sido
la causa, y por mí debe ser vengada;
y si Eliodora en ello ha consentido,
Eliodora será la ejecutada. 190
ORTELIO
Señor Leucino, por merced te pido,
que no se alterque en este caso nada.
Pues viene allí la vieja, ella dé cuenta
del caso incierto, y de su cierta afrenta
TEODORA
Hijo Leucino, ya veo, 195
en verte, salud y vida.
LEUCINO
Madre, seas tan bien venida,
cuanto el bien que más deseo;
aquí estoy sin ti afligido,
revuelto en mil pesadumbres, 200
aguardando que me alumbres
de todo lo sucedido.
TEODORA
Pensarte el caso contar,
se me renuevan mis penas,
y la sangre por las venas 205
siento de temor helar.
Mas siendo de ti mandada,
aunque huye la memoria
renovar la triste historia,
de mí te será contada. 210
   Sabrás, Leucino, que fue
hoy a la casa de Eliodora,
y siendo oportuna la hora,
a hablar con ella entré.
Hallela en un corredor, 215
de muchas dueñas cercada,
ricamente aderezada,
revuelta con su labor.
   Levantáronse en el punto
que yo entré, y ella alargando 220
su mano, y la mía tomando,
me sentó consigo junto.
Las dueñas se desviaron
por no ser impedimento
y usar de comedimiento, 225
y así a solas nos dejaron.
   Quedando a solas con ella,
que era lo que deseaba,
queriendo hablar no osaba,
y osando, paraba en vella. 230
Volvía, en tan duro aprieto,
tras mil consideraciones,
con prevenidas razones,
y tampoco eran de efeto.
   Al fin sacudí el temor 235
y apresté la lengua muda,
viendo que al osado ayuda
fortuna con su favor.
Díjele: Bella Eliodora,
vida mía y señora mía, 240
perdonalde esta osadía
a vuestra sierva Teodora.
   Yo vengo a solo deciros
que deis lugar que Leucino,
pues cual sabéis es tan dino, 245
ose ocuparse en serviros.
Notoria es su gentileza,
discreción y cortesía,
su donaire y bizarría,
su hacienda y franqueza. 250
   No tenéis en que dudar,
bien podéis condescender,
que tan ilustre mujer
tal varón debe gozar.
Ella que estaba aguardando 255
el fin de mi pretensión,
en oyendo esta razón
dio un grito, al cielo mirando.
   Y dijo: ¿Dime, traidora,
que has visto en mí? ¿Qué has oído? 260
¿O qué siente ese perdido
del nombre y ser de Eliodora?
Si las cosas que contemplo
no impidieran mi ira fiera,
a bocados te comiera, 265
dando de quien soy ejemplo.
En diciendo esto se fue,
y las dueñas acudieron,
y de mí todas asieron,
que sola entre ellas quedé. 270
Las unas me destocaban,
los otras me descubrían,
otras recio me herían,
con mil golpes que me daban.
Después de estar muy cansadas 275
de tratarme como digo,
dijeron: este castigo
no nos deja bien vengados.
Los cabellos me cortaron
con crueza que da espanto, 280
y sin tocado, ni manto,
en la calle me arrojaron.
Dejáronme desta suerte,
y aunque sin fuerzas, ni brío,
vengo ante ti, señor mío, 285
a consolarme con verte.
Aquí estó, y si alguna cosa
resta que hacer en esto,
no entiendas que lo propuesto,
me ha dejado temerosa. 290
LEUCINO
Madre Teodora, no sé
con qué respuesta te acuda,
que tengo la lengua muda.
Y el alma, cual no pensé.
Y así pues ha sucedido, 295
y a lo hecho no hay remedio,
acomodemos el medio
que remedio lo perdido.
   Ve, Tercilo con la madre,
y treinta escudos doblados, 300
que me tienes, le sean dados,
sin que lo sienta mi padre.
Y tú, madre, ve en buen hora,
que yo hago juramento,
de vengarte a tu contento. 305
TEODORA
Bese tus manos Teodora.
LEUCINO
Tercilo, di a Farandón
que lo quedo aquí, aguardando,
TERCILO
Señor, yo haré tu mando,
LEUCINO
Sin punto de dilación. 310
Ortelio, ¿sabrás llevarme
adonde Eliodora fue?
ORTELIO
Por donde fue, bien sabré.
LEUCINO
Eso bastará a guiarme.
Yo determino ir allá 315
puesto delante della
proponelle mi querella,
y oír qué respuesta da.
Si fuere en darme favor,
pedirele el premio luego, 320
y en no acetando mi ruego,
he de usar todo rigor.
FARANDÓN
Con tan gran priesa a llamar me envía mi amo,
¿qué me puede querer? Dios sea comigo,
y me vuelva a los ojos de quien ama, 325
libre de riesgo, afán, prisión, castigo.
LEUCINO
Ah, Farandón.
FARANDÓN
¿Quién llama
LEUCINO
Yo te llamo.
FARANDÓN
Señor, ya vengo.
LEUCINO
Dime presto, amigo,
¿Vienes de armas bien aderezado?
FARANDÓN
La de Joanes me fecit traigo al lado. 330
LEUCINO
No has menester tú más, que tu braveza
suple, y el corazón la falta de armas,
FARANDÓN
¿De qué puede servirte mi fiereza,
si en los casos de riesgo no me armas?
LEUCINO
¿Temes?
FARANDÓN
No temo yo, ni ésta es flaqueza.
335
Lo que temo es a ti que te desarmas,
que yo, los cueros tengo de serpiente.
LEUCINO
Vamos, que bueno vas, no venga gente.
ELIODORA
Antes que nos deje el día,
Felicina, ¿qué haremos? 340
FELICINA
Señora, que desechemos
la triste melancolía,
y vamos por este prado,
cual solemos, a espaciarnos,
que esto podrá repararnos 345
del riguroso cuidado.
ELIODORA
Tu parecer me contenta
sigue ese estrecho camino
por donde Betis divino
de la vista no se ausenta. 350
FELICINA
Aquí te puedes sentar,
que la vega deleitosa,
y la ribera espaciosa,
se dejan mejor gozar.
   ¿No te agrada este ruido 355
que Betis hace hiriendo
en las peñas, y saliendo
riega el prado y verde ejido?
Mira como da la vuelta
y se nos desaparece, 360
y acullá se nos parece
la frente en ovas revuelta.
ELIODORA
Deleitoso y agradable,
Felicina, es todo esto,
y la quietud deste puesto 365
apacible y saludable.
Aquí mitiga el cuidado
su ansia y congoja dura,
gozando del aura pura,
y la suavidad del prado. 370
FELICINA
De muy buena voluntad
pasára yo aquí la vida.
ELIODORA
Restauralla de perdida,
fuera esta suavidad.
FELICINA
¿Qué rumor es el que suena? 375
ELIODORA
No sé, gente me parece;
el alma se me entristece.
FELICINA
Yo estoy de valor ajena.
ELIODORA
Ay, sin ventura de mí,
¿No ves quién viene? Ay, cuitada, 380
si viene a hacer vengada
a la vieja en mí y en ti.
FELICINA
No hablemos calla agora,
podrá ser que no nos vea.
ELIODORA
El cielo así lo provea. 385
FELICINA
Sí hará, esfuerza, Eliodora.
LEUCINO
¿Dime, Ortelio qué camino
tornó Eliodora de aquí?
ORTELIO
Aquel que se aparta allí.
LEUCINO
Anda, que tras ti camino. 390
ORTELIO
Señor, dende aquí las veo,
LEUCINO
¿Tú las ves? Yo no; es verdad,
las espadas aprestad,
que ya estamos do deseo.
   Eliodora, el duro amor 395
cuyo poder me sujeta
que venga ante ti me aprieta
a ofrecerme a tu rigor.
No llames atrevimiento
el venir a tu presencia, 400
pues amor me da licencia,
y mi fe consentimiento.
ELIODORA
Estoy de tu pretensión,
caballero, tan corrida,
que quisiera dar la vida 405
por respuesta a tu razón.
Mas por no hacer notoria
tu demanda, y que se entienda
cosa que mi honor ofenda,
dejo de gozar tal gloria. 410
   Porque quiero asegurarte,
que si amor te trae encendido
que es tiempo ocioso y perdido,
si piensas en mí emplearte.
Y así te ruego, si sientes 415
qué es honor, oh qué es deshonra,
que mires lo que es mi honra,
lo que no, que no lo intentes.
LEUCINO
¿Cuál dureza de diamante
no se hubiera enternecido 420
a mi ruego? ¿Cuál ha sido
en el mundo semejante?
¿Solo tú quieres triunfar
de mi contento y victoria?
Sola tú quieres la gloria 425
de ser amada, y no amar.
   Pues, Eliodora, yo estoy
determinado a morir,
o darte muerte, o cumplir
el fin que pretendo hoy. 430
ELIODORA
Bien podrás sacarme el alma,
forzado de tu pasión,
mas cumplir tu pretensión
no, ni honrarte con tal palma.
LEUCINO
Quiero ver quien me defiende 435
que no haga mi querer.
FELICINA
Señor, no quieras hacer
lo que al cielo y Dios ofendo:
pon delante la nobleza
de los padres de Eliodora, 440
para refrenar agora
el furor de esa fiereza.
LEUCINO
No tengo que mirar nada,
suéltame, no me detengas.
FELICINA
Cuando en este pecho tengas 445
esa espada atravesada.
ELIODORA
O dioses del cielo y tierra,
que miráis mi triste estado;
alguno de mi apiadado,
me dé ayuda en esta guerra. 450
LEUCINO
¿Qué, no me quieres soltar?
FELICINA
Sosiégate, señor mío.
ELIODORA
Ninfas deste bosque y río,
salidme agora ayudar.
y tú, Betis glorioso, 455
que mi peligro estás viendo,
envíame un dios corriendo,
con socorro presuroso.
LEUCINO
¿Tanto ha de poder tu fuerza,
Felicina, que me impida 460
ser mi voluntad cumplida
y que de mi intento tuerza?
Esto ha de ser desta suerte.
ELIODORA
Dioses, diosas; dadme ayuda.
LEUCINO
Yo quiero ver quien te ayuda, 465
o quien osa defenderte.
NÉMESIS
Deja, Leucino, aquesa virgen bella,
y advierte atentamente lo que digo,
porque yo vengo a solo a defendella,
y darte, si la ofendes, cruel castigo. 470
LEUCINO
¿Quién eres tú, que a la defensa della
osas ponerte, y a hablar comigo?
NÉMESIS
Quien soy, yo lo diré; vete, Eliodora,
con quien la excelsa Hispalis se honra.
   Y porque entiendas la deidad que tengo 475
y que soy de los dioses celestiales,
yo soy la diosa Némesis que vengo
a dar castigo a semejantes males,
los bienes premio, y los males vengo,
y véngolos de suerte en los mortales, 480
que con aquesta mano poderosa
doy la vida, o la muerte rigurosa.
   La cual te diera aquí, y con este intento
(Sin que me lo impidiera cosa alguna)
vine volando de mi etéreo asiento, 485
que está fijado encima de la luna,
y viendo que tu horrible pensamiento,
que te condena a muerte en cosa alguna,
no ofendió la doncella, quiero darte
aviso, aunque era justo castigarte. 490
   Y por dar fin a mi razón, concluyo
que mudes parecer, y que a Eliodora
no sigas, que tu intento con el suyo
diferencian cual noche y blanca aurora.
Esto te cumple, y el remedio tuyo 495
es este que te doy, y desde agora
puedes aparejarte que escediendo
desto se te apareja fin horrendo.
LEUCINO
¿Qué os parece del caso, ha os espantado?
FARANDÓN
¿Qué llamas espantar? Por el pesebre 500
do el caballo del Cid estuvo atado,
que debes de entender que el hombre es libre.
¿Quieres si en algo te dejó agraviado,
le corte un brazo, o una pierna quiebre,
o a bofetas le deshaga el rostro, 505
de suerte que la deje hecha un mostro?
LEUCINO
No pongáis duda, no lo entiendo y creo,
que esta es forma fantástica que ha sido
por hechizos sacada del Leteo
al mundo, y no la diosa que ha fingido; 510
que Eliodora entendiendo mi deseo,
y que a forzarla estaba resumido,
conjuró aquel espíritu, que fuese
quien me ocupase mientras ella huyese.
   Y así quiero, pues ella usó de arte 515
pura poder librarse de mis manos,
usar de industria yo, que no sean parte,
para libralla sus hechizos vanos.
Veré si hay otra diosa que la aparte
de mí, y para el efecto oidme, hermanos, 520
estad comigo, porque cumple al hecho
entenderme, y que sea al momento hecho.
   Luego que dé su luz la blanca aurora,
una junta en mi casa hacer quiero
de alcahuetas que juntas a Eliodora 525
hablen, y entre ellas enviaré a Porcero.
Éste, como sabéis, punto ni hora
falta de estar comigo, y por dinero
venderá su linaje, y cada día
me dice que hará a Eliodora mía. 530
   El padre de Eliodora, que es Ircano,
favorece a Porcero, y le da entrada
en su casa, do tiene tanta mano
que por él es regida y gobernada.
Éste hará lo que deseo, llano, 535
como lo sea alguna cosa dada,
y así quiero, pues él se me ha ofrecido,
valerme de lo que él me ha prometido.
ORTELIO
Camino es ese de alcanzar tu intento,
que no es posible no hacer efeto, 540
llevando tan seguro fundamento,
y siguiendo un acuerdo tan discreto.
LEUCINO
Vamos a reposar, y el descontento
que me ha traído a su vigor sujeto
huya de mí, gozando de Eliodora, 545
aunque pese a la diosa vengadora.


ArribaAbajoJornada II

 

Diosa VENUS, dios del SUEÑO, MORFEO, FARANDÓN. TEODORA. PORCERO. LEUCINO. TERCILO. TERECINDA.

 
 

La diosa VENUS se querella de lo poco que puede ELIODORA. Pide al dios del SUEÑO que lo adormezca a FELICINA, criada de ELIODORA. Trasfórmase VENUS en FELICINA, FARANDÓN, criado de LEUCINO, por su mandado llama a TEODORA y a TERECINDA, y PORCERO, criado de ELIODORA, tratan de irle a hablar. FARANDÓN cuenta un suceso que le sucedió: conciertan la ida a casa de ELIODORA. TEODORA y TERECINDA la hacen un conjuro del cual sacan prósperos agüeros para el fin de su negocio.

 
VENUS
¿Tan grande atrevimiento ha de sufrirse,
que a mi deidad temida y acatada
la ofendan, sin que pueda resistirse?
   Ay, triste Venus, ya menospreciada,
tenido en poco tu poder eterno, 5
de los dioses, y aún hombres maltratada;
   Ay, triste Venus, pues el llanto tierno
se convierten los triunfos que has ganado
del mundo, el cielo, y del horrible infierno.
   ¿Soy Venus yo? ¿No soy la que forzado 10
truje al gran Jove, y convertirse en toro,
y pasar con Europa el mar a nado?
   ¿No le hice volver en pluvia de oro
por Danae, en cisne por gozar de Leda,
y dejar por Ejina el alto coro? 15
   Pues si soy Venus yo, ¿quién hay que pueda
resistir el querer y mando mío?
Mas no lo soy, pues Némesis lo veda.
   No vedará, ni en mi deidad confío,
si no saliere en esto con mi intento, 20
y pagaré su ciego desvarío,
   que no sin causa trascendiendo el viento
vengo a buscar al Sueño perezoso,
aquí a Cimerio, desde mi alto asiento.
   Y pues mi ansia no me da reposo, 25
quiero llamallo, y dar principio a un hecho
que ha de hacer mi nombre más glorioso.
   ¡Ah! Dios del Sueño, deja el blando lecho,
sal donde estoy, de aquesa cueva oscura,
presto, que así lo cumple a mi derecho, 30
SUEÑO
¿Quién con tan grandes voces me apresura,
y me manda dejar mi blanda cama?
Váyase, no me estorbe mi dulzura.
VENUS
La diosa Venus es la que te llama.
Sal, de ti sacudiendo la pereza, 35
y la flojedad torpe que te ama.
SUEÑO
Diosa de Cipre, ¿quién a la aspereza
deste monte Cimerio te ha traído
dejando al sacro Idalio tu grandeza?
VENUS
Oye atento, sabrás que yo he venido 40
a tu horrible caverna, a demandarte
favor, en un negocio sucedido.
   Y porque detenerme en recitarte
el caso, no conviene: solo quiero
de lo que hacer debes avisarte. 45
   Tú has de enviar un sueño, con ligero
vuelo, a la gran ciudad que Betis riega.
Que es Hispalis, de Marte y Febo impero
   Aquí está una doncella que me niega
el vasallaje, y contra mí se indina 50
de vana presunción, y altivez ciega.
   Tiene nombre Eliodora, y aunque es dina
de toda gloria, cumple a mi servicio
que se someta a mi deidad divina.
   Y así quiero que usando tu ejercicio, 55
me aduerma a Felicina su criada,
que cumple para ver lo que codicio.
SUEÑO
Gran diosa en Gnido y Pafo celebrada,
hija de Jove, y madre de Cupido,
temida de los dioses, y adorada, 60
   tu mando será presto obedecido,
y así para cumplirse tu deseo
el sueño enviaré luego que has pedido.
   No será Joeladon, aunque dél creo
que hará lo que mandas, ni a Fantoso; 65
mas el que allá enviaré, será Morfeo.
    Éste es tan diestro cual conviene al caso,
y así quiero llamallo, porque el vuelo
Levante, y deje ya el terreno paso.
   Ah ministros del Sueño, donde el cielo, 70
recordad a Morfeo, que dejando
la blanda cama, pise el duro suelo.
   Presto, no aguardéis más, que estó aguardando.
Ea, Morfeo, apriesa, apriesa, amigo,
apriesa, que la noche va pasando. 75
MORFEO
¿Qué es lo que quieres? Ya me ves contigo,
desviándome así de mi reposo.
SUEÑO
Oye, Morfeo, y advierte lo que digo.
Conviene que dejando el perezoso
sueño, a Hispalis vayas con presteza, 80
los vientos precediendo presuroso.
   Allí has de aquejarle con graveza
a Felicina, moza de Eliodora,
con sueño profundísimo, y pereza.
   Has de tenerla así, sin que señora 85
sea de sí, sin que se mueva o sienta,
hasta que a Venus le parezca hora.
MORFEO
Dios de Cimerio, si eso te contenta,
ne me detengas, déjame ir corriendo,
que detenerme tanto me atormenta. 90
SUEÑO
Así cumple, y alas descogiendo,
haz camino por esa sombra obscura.
MORFEO
Así será, tu mandado obedeciendo.
SUEÑO
Venus, diosa de eterna hermosura,
ya que a cumplir tu mando va Morfeo, 95
¿Qué quieres más desta caverna dura?
VENUS
Que a tu reposo vuelvas, que el deseo
de ver el fin que intento, concluido,
me llama, y la ocasión que acercar veo.
SUEÑO
Así cual lo deseas veas cumplido, 100
y queda, excelsa diosa, en paz agora.
Que a restaurar el sueño voy perdido.
VENUS
Yo quiero ir a casa de Eliodora,
y la forma tomar de Felicina,
y ayudar a Porcero y a Teodora; 105
   que teniendo Eliodora tan vecina
la llama de mi fuego poderoso,
el odio perderá, y será benina
con Leucino, y yo habré triunfo glorioso.
FARANDÓN
Bien medrarás, Farandón, 110
en esta mercadería,
que aun bien no se muestra el día
y vas hecho postillón.
Mal haya quien se sujeta,
pudiendo libre vivir, 115
por no venir a servir
de alcahuete y estafeta.
   Mi amo quiere hoy hacer
de alcahuetas una junta,
y desque la tenga junta 120
pedilles su parecer.
Vengo a llamar a Teodora
que vive aquí, llamar quiero,
luego avisaré a Porcero,
y a Terecinda si hay hora. 125
   Durmiendo debe de estar,
¿No oye? ¿Quién está acá?
TEODORA
¿Quién llama? ¿Quién está allá?
Han visto que golpear.
FARANDÓN
Abre, madre, que yo soy; 130
¿Teodora, no me conoces?
¿Tan presto me desconoces?
TEODORA
Ya te conozco, ya voy.
FARANDÓN
¡Cuán sin cuidado dormía!
Mal haya quien la parió, 135
y estoy levantado yo,
antes que saliese el día.
TEODORA
De aquí me puedes hablar,
que abrirte no puedo agora,
que he menester más de un hora 140
para vestirme, y bajar.
FARANDÓN
Buena estás a esa ventana,
madre, a lo que vengo aquí,
es a que vayas tras mí.
TEODORA
Harelo de buena gana. 145
¿Quieres otra cosa, amigo?
FARANDÓN
Díjome más que te diga
que a Terecinda tu amiga
llames y lleves contigo.
TEODORA
Hijo di que su demanda, 150
al momento cumpliré,
y comigo llevaré
a mi comadre, cual manda.
FARANDÓN
Madre, yo voy a aguardarte.
TEODORA
Ve, hijo, que tras ti voy. 155
FARANDÓN
A los diablos te doy,
y aun a quien me envía a llamarte.
Esto queda negociado,
resta llamar a Porcero,
que vive allí; llegar quiero, 160
que ya estará levantado.
Ah de casa, ¿aún duerme agora?
PORCERO
¿Quién llama? ¿Quién está ahí?
FARANDÓN
Yo llamo, yo estoy aquí.
PORCERO
¡Oh qué venturosa hora! 165
¿Qué hay por acá, Farandón?
FARANDÓN
Mi amo te envía a rogar
que le vayas a hablar
luego, sin mas dilación.
PORCERO
Vamos, ¿mas quieres que echemos 170
Un par de rehilanderas,
con una tajada, y peras?
FARANDÓN
No, que en casa lo haremos.
VENUS
Quiero ver si puedo algo,
y que se entienda quien soy, 175
haciéndolo saber hoy
a Eliodora, lo que valgo
mudáreme en Felicina,
a quien el sueño detiene,
y pues al hecho conviene, 180
Venus, ¿qué aguardas? Camina.
LEUCINO
Camina, pensamiento, donde vivo.
No te deviertas, ni el camino tuerzas,
dile a Eliodora el mal que sufro esquivo,
y que tú sólo en mi dolor te esfuerzas; 185
que las vitales fuerzas
desfallecen, y el cuerpo miserable,
la parte corruptible
le deja, en el terrible
dolor que sufre, al mundo ya notable, 190
y que el alma desierta ando vagando,
el alma donde vive procurando.
FARANDÓN
Por buena priesa que traído habemos,
fuera de casa es ido ya Leucino.
PORCERO
Bien cerca está, pues desde aquí le vemos, 195
y aun a nosotros tuerce su camino.
LEUCINO
Ah Farandón, ¿qué haces? ¿Qué tenemos?
Que ya me tienes de aguardar mohíno.
FARANDÓN
Señor, ya vengo, y el señor Porcero.
LEUCINO
Vengo, que a él solo por remedio espero. 200
PORCERO
Beso, señor, tus manos generosas.
LEUCINO
Porcero amigo, el cielo te acompañe
y repare mis ansias trabajosas,
de suerte que quien digo no me dañe.
FARANDÓN
Teodora y Terecinda presurosas 205
vendrán fuego, y permíteme que engañe
el sueño, con dormir solo un momento.
LEUCINO
Anda, vete, oye tú mi pensamiento.
Ya sabes, oh Porcero amigo mío,
el deseo que enciende mi cuidado, 210
la pena, el odio, el áspero desvío,
con que soy de Eliodora desdeñado.
Y pues lo sabes, sabe que confío
que ha de ser mi tormento remediado
mediante tu favor, siguiendo un orden 215
que reduzca a razón este desorden.
   Ya te conté, que habiéndole a Eliodora
dado un recaudo mío, las criadas,
viendo airarse de oírlo a su señora,
contra la vieja fueron indignadas. 220
Acordándome desto, quiero agora
venidas las dos viejas, que llamadas
son, para que tú y ellas deis un medio
que conmueva a Eliodora a mi remedio.
PORCERO
Muchas veces pidiéndome consejo, 225
sobre este caso, he dicho abiertamente
lo que te cumple, como astuto y vicio,
y como aquel que más tus ansias siente,
y tú, sin advertir lo que aconsejo,
acudes al remedio diferente 230
de tu salud, de suerte que ahora dudo,
que haga el ruego lo que mando pudo.
LEUCINO
Porcero, no me hagas imposible
lo que consiste en solo tú querello,
que bien sabes que sé que esto es posible, 235
y más que esto queriendo tú hacello,
remedia mi dolor, y mal terrible,
que yo te doy la fe, si alcanzo habello,
que de mí hayas tan honrosa paga,
que el galardón al hecho satisfaga. 240
PORCERO
No es cosa nueva usar, señor, comigo
en mi necesidad de tu largueza
que las obras presento por testigo,
pues han enriquecido mi pobreza.
Mas volviendo al negocio yo te digo 245
que me tiene perplejo su graveza;
mas ten cierto de mí, que aunque perece
he de hacer que hoy tu mal fenezca.
   El tiempo es conveniente cual demanda
la pretensión del caso que seguimos, 250
que el padre no está en Hispalis, que anda
en su hacienda, que es lo que pedimos.
LEUCINO
¿Que el padre no está aquí? Yo veo mi banda
prevalecer, y el premio conseguimos.
Sus, ¿amigo, qué aguardas? Sigue un modo. 255
PORCERO
Vendrán las viejas que han de ser el todo.
LEUCINO
¿Eso aguardas no mas? Tercilo, parte
llámale a Farandón que venga luego,
que las torne a llamar; ve sin tardarte,
que estoy aquí, y estoy ardiendo en fuego. 260
TERCILO
Bien puedes de esa llama resfriarle,
si en su venida pones tu sosiego;
veslo allí donde viene voceando,
con la espada en la mano amenazando.
FARANDÓN
Cualquiera que dijere que este agravi 265
puede satisfacerse sin castigo,
digo que miente, y salga luego al campo,
donde al contrario le haré que diga,
o a bofetones le haré que lance
la lengua, con el ánima revuelta. 270
LEUCINO
Déjalo, oigamos qué ocasión lo indina.
FARANDÓN
Reñegaré de cuanto el duelo escribe.
De las leyes germanas y birlescas,
y de cuanto aprendí del padre Lorca,
si hombre dejare en esta calle a vida, 275
si no es que Dios lo libra por milagro,
o a mí me traga el centro de la tierra.
LEUCINO
Echando viene fieras amenazas.
Sosiégate, veamos en qué para.
FARANDÓN
Otro goce el abrazo, y los regalos 280
de doña Magancia mis amores,
si en la venganza del agravio hecho,
no hiciere hoy en hombres más estrago,
que hizo sobre Troya el poder griego.
TERCILO
Historiador se hace, o yo me engaño, 285
o viene con la carga delantera,
y antes que caiga, es bien que lo llamemos,
si saber quieres qué lo trae colérico.
LEUCINO
Ah Farandón.
FARANDÓN
¿Quién llama?
LEUCINO
Yo te llamo.
FARANDÓN
O señor, que me coges de tal suerte, 290
que por mejor tuviera no encontrarte,
porque según la cólera me enciende,
el no verme te fuera más seguro.
LEUCINO
Deja el enojo, y dime qué te enoja.
FARANDÓN
Haré lo que me mandas como debo, 295
que a ser otro, llevara otra respuesta.
Sabrás, señor, que vino, como suele,
a la posada, doña Magancia
de Zúñiga, mi moza de respeto;
trújome unos arenques de Galicia, 300
con una media que mercó en el pósito,
y un pedazo de queso de Mallorca,
un plato de aceitunas, con pimienta,
con mucho alcaparrón y berenjenas,
curtidas en vinagre con especias, 305
y un gran jarro de mosto de Cazalla,
que pasaba de más de cinco hojas,
y dé más de un azumbro la medida.
Tendió el canto del manto sobre el poyo
por manteles, sirvió de servilleta 310
el mandil del caballo, y desta suerte,
muy a nuestro sabor le dimos fondo,
y como hubiese en esto deteníose,
salió para volverse a su botica.
LEUCINO
¿Es boticaria doña Magancia? 315
FARANDÓN
No, mas llaman botica adonde gana.
LEUCINO
Eso no sabía yo, pasa adelante.
FARANDÓN
Al fin, señor, poniéndose en la calle
para ir su camino, volvió a verme,
y Argelilla, la moza del vecino, 320
sin respeto ninguno, le echó encima
una caldera de agua del fregado,
llena de berzas verdes, brodio y mugre,
que la cubrió de arriba abajo toda
aquel nublado espeso de cocina. 325
Yo que vi tal agravio, salí fuera
diciendo que era hecho de ruines,
lo cual sustentarla con la espada.
Aparose Argelilla, y sonriéndose
de vella cual estaba, dijo: Amigo, 330
tenga en esas razones más templanza,
o haránle que sea menos bravo.
Alcé el rostro, que nunca yo lo alzara,
queriendo responder, y a este punto
trastornó sobre mí un noturno vaso 335
con un hedor pestífero, que el rostro
me cubrió, y me dejó de suerte,
que conocerme nadie no pudiera,
si aún se llegara nadie a conocerme,
según era el olor que de mí echaba. 340
Que he menester mudar hasta los cueros
si quiero despedillo, que la ropa
a tiro de arcabuz no hay aguardalla.
Aquí acudieron más de mil muchachos,
y empiézanme a dar grita, y con palmitos, 345
y suelas de zapatos, a tirarme,
unos por una parte otros por otra,
de suerte, que temiendo su violencia
me encerré en casa, en su poder dejando
a doña Magancia mis amores, 350
que tomándola a cargo, la pusieron
peor que a mí, y sobre aqueste agravio
vengo a dar muerte a toda aquesta calle.
Y aún estoy por matar a los poetas
y a los historiadores, porque oyendo 355
tal hazaña, no quieran escrebilla,
y della hagan la memoria eterna.
LEUCINO
Si hubieras de matar los que conozco,
tenías que hacer doscientos años,
aunque mataras cada día un ciento. 360
Mas dejando esto aparte, al punto parte,
y tráeme aquí las viejas que llamaste.
FARANDÓN
Ya vienen, mil diablos se las lleven,
y a quien con un amen no me ayudare,
TEODORA
Salud tengas, señor mío, 365
tú, y la noble compañía,
convenciendo la porfía
de Eliodora, y cruel desvío.
LEUCINO
Madre, seas muy bien venida,
a dar vida a quien te espera, 370
tú, y la honrada compañera.
TERCILO
Honrada sea tu vida.
LEUCINO
Dejemos comedimientos,
y al propósito vengamos,
que lo que en hablar tardamos 375
es atajar mis intentos.
Y así quiero proponeros
en dos razones el caso,
que esto solo hace al caso,
sin cansarme, y deteneros. 380
   Ya sabéis cómo Eliodora,
ocasión de mi cuidado,
en oyendo mi recado,
se volvió contra Teodora.
Resta agora, que no obstante 385
su ira, busquemos medio
que de ablandar sea remedio
aquel pecho de diamante.
   Ésta ha sido la ocasión,
en vuestras manos he puesto 390
mi honra, y por lo propuesto,
entenderéis mi intención.
Conformaos en un acuerdo,
y este acuerdo sea de suerte
que acabe mi pena fuerte, 395
y admire al hombre más cuerdo.
TEODORA
Parecerá cobardía
decir lo que de esto entiendo,
como quien estuvo viendo
su constancia en mi osadía. 400
Mas con todo esto no huyo
de tornarme a ver con ella,
y aún hacer si alcanzo a vella
mover el intento suyo.
PORCERO
Yo, como quien tiene entrada, 405
me profiero a dar la puerta,
cuando quisieres, abierta,
y a Eliodora apaciguada.
Haré que oiga tu razón,
y si se altera de oírte, 410
podré también acudirte,
y aplacar su alteración.
TEODORA
Como la entrada me des,
y a Eliodora que me aguarde,
yo quedaré por cobarde, 415
si hoy rendida no la ves.
TERECINDA
Espantada estoy de oírle,
comadre, ¿do tu buen seso?
¿Que en cosas de tanto peso
al fin osas proferirte? 420
   Promete verte con ella,
no rendilla tan de presto,
que es mucho lo que has propuesto,
conociendo el valor della.
TEODORA
Terecinda, ¿estás burlando? 425
¿Dó tu sutileza y maña,
tu esfuerzo, tu industria extraña,
que ha sido absoluto en mando?
TERECINDA
Teodora, con la experiencia
he ya alcanzado a saber 430
que es vanidad prometer
las cosas en contingencia.
Que Eliodora no es quienquiera
para prometella luego,
pues por interés, ni ruego, 435
convencella no se espera.
TEODORA
¿No es esa costumbre tuya?
¿Tú que habías de animarnos,
eres en desanimarnos?
No sé a qué me lo atribuya. 440
TERECINDA
Esto no es quitarte el ánimo,
ni enflaquecer de mi esfuerzo,
por que en los riesgos esfuerzo,
y al flaco hago magnánimo.
   No impido lo que acometes, 445
más digo que sea de suerte,
que aunque recibas la muerte
salgas con lo que prometes.
TEODORA
Bien sabes que si me aguarda,
aunque mas arisca esté, 450
que tan mansa la pondré,
que sufra silla y albarda.
TERCILO
Que tú hagas ese extremo
aguardándote Eliodora,
no me espantará, Teodora, 455
mas si te ha de aguardar, temo.
Y esta es la dificultad
que en este negocio hallo,
para poder acaballo
con mucha facilidad. 460
PORCERO
Yo he dicho, y torno a decir
que la puerta haré daros,
y a Eliodora haré escucharos.
TERCILO
Eso sólo hay que pedir.
Que si la puerta nos da, 465
y nos oye, yo aseguro
que el pecho de mármol duro
más que cera se pondrá.
PORCERO
Pongamos mano en la obra,
vámosle luego a hablar, 470
porque en dejando pasar
la ocasion, tarde se cobra.
TEODORA
Bien dices, vete con Dios,
y de aquí a un cuarto de hora
que tú estés con Eliodora, 475
iremos ambos a dos.
PORCERO
A aguardaros allá voy,
queda en paz, y tú, Leucino.
LEUCINO
Al cielo tengas benino,
porque acabe mi mal hoy. 480
TEODORA
Terecinda, consultemos
este negocio, y veamos
las señales que hallamos
o lo que en contra tenemos.
TERCILO
Paréceme que conviene. 485
Tercilo, éntrate tú allá;
tú, Leucino, ponte acá,
y aguarda a ver lo que viene.
Deste modo se asegura
nuestro negocio; está quedo, 490
oyemos sin tener miedo,
que en esta está tu ventura.
TEODORA
Pon la vista al oriente,
en cuanto que aderezo
estos lizos, mojados en la onda 495
de Flegeton ardiente,
y pongo el aderezo,
para que el triste Averno me responda,
si de la estancia honda
donde tiene su asiento 500
del Erebo la reina poderosa,
espíritu saliere, y otra cosa,
ten cuenta, y mira el viento,
si cuervo o si paloma pareciere,
o siniestra corneja se ofreciere. 505
TERCILO
Con prósperas señales
de fatídico agüero
se nos demuestra el cielo generoso,
en ocasiones tales;
si en esto es verdadero 510
el disponer del hado venturoso,
hoy será victorioso
Leucino desdeñado:
que en este punto con ligero vuelo
dos palomas bajar vide del cielo, 515
que Venus ha enviado,
y sobre un verde mirto se pusieron,
y cogiendo dos ramos dél se fueron.
TEODORA
Tiende en torno esos lizos,
por donde yo derramo 520
estas cenizas del trinacrio monte
y con fuertes hechizos,
a responderme llamo
los espíritus negros de Aqueronte.
Antes que el horizonte 525
se cubra, oh triste Huerco,
a quien con ronca voz fuerzo y apremio,
date a mis obras el debido premio,
y ponme en este cerco
una señal, que el fin que intento aclare 530
por donde yo lo que será declare.
TERCILO
Por la virtud que tiene
esta esponjosa piedra,
desde el nevado Cáucaso traída,
que en este vaso viene; 535
por esta blanca hiedra,
que en la cumbre del Hemo fue cogida,
que luego sea movida
tu voluntad al ruego,
oh Plutón, oh Prosérpina hermosa, 540
y sin negarnos deste caso cosa,
nos deis aviso luego
si la demanda mía, y de Teodora,
moverán hoy el pecho de Eliodora.
TEODORA
No pases adelante, 545
Terecinda, en tu apremio,
que siento estremecerse el hondo centro
que tu voz resonante
forzó que nos de el premio
que pedimos al dios que vive dentro. 550
TERCILO
¡Oh congojoso encuentro!
La muerte nos envía
por respuesta, ¿qué es esto, infierno duro?
¿Tan poco es lo que puede mi conjuro?
¿Ésta es la fuerza mía? 555
Que hacer suele que ese reino tema
y de ver enojarme de horror trema.
TEODORA
Refrena tu aspereza,
que con la dura muerte,
también se nos demuestra una corona. 560
Que el temor y crueza
deshace, y dulce suerte
promete, conque el miedo se abandona;
a Leucino corona
dando a su pena dura 565
descanso; ve, Leucino, y esas sienes
rodea con ella, que seguro tienes
el premio, y tu ventura
te concede, que en triunfo de vitoria
des muerte a tus trabajos hoy con gloria. 570
LEUCINO
Pues amor corresponde
a mi deuda, debida,
quiero con ella laurear mi frente,
¿Mas cómo se me absconde?
¿Cómo la veo perdida, 575
ante mis ojos viéndola presente?
¿Cómo agora está ausente?
Sin duda se fue al cielo,
o algún dios la llevó para ponerse.
Quiero apartarme aquí; ya deja verse, 580
para el bien de mi duelo.
Desta vez no es posible no cogella,
ya la tengo; ay de mí, ¿do ésa? ¿Qué es della?
TERCILO
Leucino, no te quejes,
por ver que se te absconda 585
esa corona, vuelve acá, y advierte,
que no está en que la dejes.
Que no te corresponda
a tu deseo la piadosa suerte.
Toma, y lleva esa muerte, 590
que declara que muere
hoy tu trabajo, y vamos ya, Teodora,
veremos la respuesta de Eliodora.
TEODORA
Al caso se requiere
que vamos ya, y más punto no tardemos, 595
pues señales tan prósperas tenemos.

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