II |
| Ahora tengo
treinta años, y mis sienes jaspea | | | | la ceniza precoz
de la muerte. En mis días, |
30 | | | como la lluvia eterna
de los polos, gotea | | | | la amargura con lágrima lenta,
salobre y fría. | | |
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| Mientras
arde la llama del pino, sosegada, | | | | mirando a mis entrañas
pienso qué hubiera sido | | | | un hijo mío, infante
con mi boca cansada, |
35 | | | mi amargo corazón y mi voz
de vencido. | | |
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| Y con tu corazón,
el fruto de veneno, | | | | y tus labios que hubieran otra vez
renegado. | | | | Cuarenta lunas él no durmiera en mi seno,
| | | | que sólo por ser tuyo me hubiese abandonado.
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40 | |
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—158→
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| Y en qué huertas en flor,
junto a qué aguas corrientes | | | | lavara, en primavera,
su sangre de mi pena, | | | | si fui triste en las landas y en
las tierras clementes, | | | | y en toda tarde mística
hablaría en sus venas. | | |
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| Y
el horror de que un día con la boca quemante |
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de rencor, me dijera lo que dije a mi padre: | | | | «¿Por qué
ha sido fecunda tu carne sollozante | | | | y se henchieron de
néctar los pechos de mi madre?» | | |
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| Siento
el amargo goce de que duermes abajo | | | | en tu lecho de tierra,
y un hijo no meciera |
50 | | | mi mano, por dormir yo también
sin trabajos | | | | y sin remordimientos, bajo una zarza fiera.
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| Porque yo no cerrara los párpados,
y loca | | | | escuchase a través de la muerte, y me hincara,
| | | | deshechas las rodillas, retorcida la boca, |
55 | | | si lo
viera pasar con mi fiebre en su cara. | | |
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| Y
la tregua de Dios a mí no descendiera: | | | | en la carne
inocente me hirieron los malvados, | | | | y por la eternidad
mis venas exprimieran | | | | sobre mis hijos de ojos y de frente
extasiados. |
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| ¡Bendito pecho
mío en que a mis gentes hundo | | | | y bendito mi vientre
en que mi raza muere! | | | | La cara de mi madre ya no irá
por el mundo | | | | ni su voz sobre el viento, trocada en miserere!
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| La selva hecha cenizas retoñará
cien veces |
65 | | | y caerá cien veces, bajo el hacha,
madura.
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—159→
| | caeré para no alzarme en el mes de las
mieses; | | | | conmigo entran los míos a la noche que
dura. | | |
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| Y como si pagara la deuda
de una raza, | | | | taladran los dolores mi pecho cual colmena.
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70 | | | Vivo una vida entera en cada hora que pasa; | | | | como
el río hacia el mar, van amargas mis venas. | | |
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| Mis pobres muertos miran el sol y los
ponientes | | | | con un ansia tremenda, porque ya en mí
se ciegan. | | | | Se me cansan los labios de las preces fervientes
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75 | | | que antes que yo enmudezca por mi canción entregan.
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| No sembré por mi troje,
no enseñé para hacerme | | | | un brazo con amor
para la hora postrera, | | | | cuando mi cuello roto no pueda
sostenerme | | | | y mi mano tantee la sábana ligera.
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| Apacenté los hijos ajenos,
colmé el troje | | | | con los trigos divinos, y sólo
de Ti espero, | | | | ¡Padre Nuestro que estás en los cielos!
Recoge | | | | mi cabeza mendiga, si en esta noche muero!
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