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ArribaAbajoRecepción del académico de número don Isidoro Blaisten1


ArribaAbajoPalabras de apertura

Pedro Luis Barcia


Autoridades Señor Rector de la Universidad de Buenos Aires
Señores Consejeros de España y de Rumanía
Señor Director del Museo de Bellas Artes
Señores Académicos Amigos de la Academia

Señores y señoras:

Es la de esta tarde la segunda sesión pública del año, en la que la Academia abre sus puertas para participar a todos y festejar juntos, ustedes y nosotros, la ampliación del cuerpo académico con el ingreso de un nuevo académico de número, don Isidoro Blaisten. La Corporación se enriquece con este ingreso. Esta ceremonia de recepción es siempre fraternalmente grata, pues el acto supone cordialidad y calidez, que, además, son cualidades que trasunta nuestro flamante colega. En el gesto de sumar a nuestra labor un hombre de las letras   —162→   ratificamos que la Academia es una comunidad de ellos, como su nombre lo proclama.

Antes de referirme brevemente al nuevo académico de número, quien será presentado por nuestro secretario don Rodolfo Modern, en esta jornada, quisiera dar a conocer a ustedes algunas novedades celebrables ocurridas en estos dos últimos meses en nuestra Corporación.

Ha sido electa como académica de número la doctora Alicia Zorrilla de Rodríguez -que hoy nos acompaña en el estrado- y como correspondientes por España, los doctores don Francisco Marcos Marín -quien ya recibió su diploma y medalla en una sesión privada, en la que se dirigió al pleno- y el doctor don Darío Villanueva, reconocido catedrático de Santiago de Compostela. Asimismo, ha sido electo académico correspondiente por la provincia de San Juan el doctor César Quiroga Salcedo, que hoy está con nosotros y a quien, en breve, ungiremos como tal en el seno mismo de su tierra sanjuanina. Con la idea de subrayar la condición argentina de nuestra Academia y con un gesto vigorizante de lo federal, se ha decidido que de aquí en más, y en tanto podamos hacerlo, una delegación académica viajará a la provincia donde se haya elegido un correspondiente, para hacerle allí, en acto público, la entrega de los atributos que lo identifican como miembro de la Corporación.

Otro motivo de celebración en esta reunión es que estamos regularizando la publicación de nuestro Boletín, cuya periodicidad se había detenido. Hemos reanudado su aparición: acaba de editarse el correspondiente al segundo semestre de 2000, y está en prensa el del primero del 2001. Si las cosas van bien, y con la ayuda de Dios y de nuestro Tesorero, llegaremos a ponernos al día en marzo del año venidero.

También es razón de festejo el hecho de que acabamos de inaugurar nuestro sitio en Internet. Su indicación en el universo virtual, donde debíamos estar como necesidad impostergable de los tiempos, es: www.aal.universia.com.ar. Esto se ha conseguido gracias a la decisión, apoyo y colaboración definitiva de UNIVERSIA. Especialmente, de su Director el doctor Julio Piñero quien, con honda comprensión y capacidad ejecutiva, hizo lugar a nuestra inquietud, que hoy se nos da con felicidad. También quiero destacar la labor de aplicada dedicación y pronta disposición para salvar cuanta dificultad surgiera, de don Fernando Puricelli, sin el cual no habríamos podido anunciar hoy esta   —163→   realidad. Una de las virtudes de los hombres inteligentes, como es el caso del doctor Piñero, es saber rodearse de colaboradores eficaces. Nuestro equipo académico, para esta concreción, coordinado por la señora Inés Bosch, de Despacho, se ha integrado en ella con el Director de la Biblioteca, licenciado Alejandro Parada, y el Director del Departamento de Investigaciones Filológicas y Lingüísticas, doctor Francisco Petrecca. A todos, en nombre de la institución, muchas gracias.

Pero volvamos al motivo fuerte de nuestra reunión. Don Isidoro Blaisten nació en Concordia, una ciudad del noreste de Entre Ríos. El nombre de su lugar de nacimiento parecería haberle puesto su impronta al académico, en tanto todos lo conocemos como varón conciliador, dispuesto siempre al diálogo y al acercamiento, a la armonía y allegamiento de los corazones, como dice su Concordia natal.

Proviene Blaisten de una provincia con larga y generosa tradición literaria, fecunda en hijos ilustres: Olegario Andrade, Martiniano Leguizamón, Evaristo Carriego, Fray Mocho, Juan L. Ortiz, nuestro dilecto Carlos Mastronardi y tantos más. A esta galería se ha incorporado, merced a su obra caudalosa y de mérito, don Isidoro Blaisten, cuentista, como ha optado por cifrar su labor creadora en la ficha académica. Aunque, mirando el conjunto de su producción, esto no es absoluto. Blaisten se inició en la creación literaria, como casi todos los jóvenes, con la lírica. Su primer libro, Sucedió en la lluvia (1965), así lo testifica. En estos días, viene demorando la entrega a su editor de su primera novela. Entre estas dos abrazaderas, poesía y novela, se hizo espacio para dos libros ensayísticos o cuasi ensayísticos: sus Anticonferencias, de 1983, y Cuando éramos felices, de 1992, que son más y menos que ensayos, con rica variación de abordajes y enfoques vivaces y vitales, como todo lo que nuestro escritor hace. Y sabe hacer.

Y vamos a su especie preferida en el género narrativo, sus cuentos y, por qué no mentarlos, sus cuentículos, como los colectados en El mago. Ha publicado media docena de volúmenes con ellos y varias antologías. El cuento es el eje de su creación. (Evito hablar de «producción», manida palabra que rebaja la alta capacidad imaginativa y hacedora de filiación divina en el hombre al chato terreno de la ingeniería industrial y de la economía).

Varias de sus piezas han sido traducidas a otros idiomas. Todo un libro suyo, Dublín al Sur, lo ha editado Gallimard; y han sido traducidas   —164→   piezas suyas al inglés, al alemán, al serbio, y algo que el autor no sabe: al búlgaro, como lo tengo visto en el registro de versiones de textos argentinos hechos a esa lengua que requisé en una visita que hice a Sofía.

No quiero ser impertinente avanzando sobre la función del doctor Modern, pero del corazón habla la boca, del corazón del lector que soy, digo. No puedo evitar apuntar escuetamente mi valoración de sus narraciones breves. Blaisten tiene un agudo y retentivo oído para reproducir los sutiles matices del habla oral, infinitos, diría Chesterton, como las variedades de color de las hojas otoñales. Su oído es privilegiado para captar tonos e inflexiones que fija con acertada baquía en su prosa fluida, narrativa o dialogada. Sus personajes están en su propia habla. A ello, le suma una capacidad visiva que rescata gestualidades, movimientos, atuendos, modos diversos y cambiantes de sus creaturas, y son estos apuntamientos los que las hacen individuales y creíbles. Su sabia pericia narrativa nos tiene en vilo y nos imanta en el encadenamiento de los momentos de la intriga hasta las líneas finales en que, o nos deja suspensos ante una ambigüedad de salidas posibles, o bien nos sorprende con una revelación inesperada, como en «Al acecho», con el que ha titulado su último libro. Esta frase titular, «al acecho», no solo alude a la actitud de la protagonista, ni a la del ingenuo coprotagonista, que ignora que las mujeres son siempre más astutas que los hombres, por lo menos, que se sepa de Eva acá. La frase puede aplicarse como indicación o advertencia indirecta al lector, que sepa con qué tensión debe avanzar en el fluir del relato, pues algo lo aguarda, nos aguarda siempre, agazapado en él. Nos recuerda el gesto del tigre del soneto 65 de La urna, de Enrique Banchs:



El reposo en la selva silenciosa,
la testa chata entre las garras finas
y el ojo fijo, impávido custodio,
espía, mientras bate con nerviosa
cola el haz de las férulas vecinas
en reprimido acecho...



El salto sorpresivo nos acecha, y el lector debe leer el texto desde el acecho.

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Agradecemos a Blaisten dos cosas, básicamente: su creación narrativa y su apoyo a las tareas de la Academia, pues desde su ingreso ha participado con sugerencias y propuestas vitalizadoras, asociadas ellas a la relación de la Corporación con los medios de comunicación. Señor Académico de Número, don Isidoro Blaisten, sea bienvenido y le deseo, en nombre de todos los cofrades, que halle usted en nuestra Casa amistad, diálogo fraternal y humana gracia -ya que no Graciela, que lo acompaña en su casa- para el bien suyo y el de nuestra institución.