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Las bizarrías de Belisa

Comedia famosa

Lope de Vega


[Nota preliminar: Edición a cargo de Katerina Vaiopoulos. Grupo de investigación ARTE NUEVO. Proyecto TC/12.]



HABLAN EN ELLA LAS PERSONAS SIGUIENTES
 

 
BELISA,   dama.
FINEA,   su criada.
CELIA,   dama.
LUCINDA,   dama.
FABIA,   criada.
DON JUAN DE CARDONA.
TELLO,   su criado.
OTAVIO,    galán.
JULIO.
CONDE ENRIQUE.
FERNANDO,   criado del conde.





ArribaAbajoJornada I

 

Sale BELISA con vestido entero de luto galán, flores negras en el cabello, guantes de seda negra, y valona, y FINEA.

 
FINEA
   ¿Así rasgas el papel?
BELISA
Cánsame el conde, Finea.
FINEA
¡Qué ingratitud!
BELISA
Que lo sea
me manda amor.
FINEA
Fuego en él;
   que pienso que no es tan vario5
en sus mudanzas el viento.
BELISA
Navega mi pensamiento
por otro rumbo contrario.
   Castigó mi voluntad
el cielo.
FINEA
No sé si diga
10
que justamente castiga,
señora, tu libertad.
   Tanto despreciar amantes,
tanto desechar maridos,
tanto hacer de los oídos15
arracadas de diamantes,
   claro está que habían de dar
en ocasión al amor
para vengar tu rigor.
BELISA
Bien se ha sabido vengar.20
FINEA
   ¡Oh qué bien los has vengado
con querer agora bien
a quien... ni aun sabes a quién
ni él tampoco tu cuidado!
   Tus desdenes, con razón,25
agora diciendo están:
«¿Qué se hizo el rey don Juan?
Los infantes de Aragón
   ¿qué se hicieron?».
BELISA
No presumas
que de esta mudanza estoy30
arrepentida, aunque doy
agua al mar, al viento plumas;
   porque tengo la memoria
de este necio amor tan llena,
que juzgo poca la pena 35
para tan inmensa gloria.
   ¿Llaman?
FINEA
Sí.
BELISA
Pues quiero hablarte
con más espacio después.
Mira quién es.
FINEA
Celia es,
que ha venido a visitarte.40
 

(Sale CELIA.)

 
CELIA
   Prospere tu vida el cielo.
BELISA
No sé, Celia, si querrá
tener ese gusto ya.
CELIA
Ya la novedad recelo:
   dijéronme que te habían45
visto con luto en la calle
Mayor, aunque gala y talle
la causa contradecían,
   y hallo que todo es verdad;
pero tanta bizarría50
no es tristeza.
BELISA
Celia mía,
murió...
CELIA
¿Quién?
BELISA
...mi libertad.
CELIA
   Es imposible que en ti
haya faltado el desdén.
BELISA
¿No es faltarme querer bien?55
CELIA
¿Tú querer bien?
BELISA
Yo.
CELIA
¿Tú?
BELISA
Sí.
   Ya cesaron mis rigores.
CELIA
Veré primero sembrado
de estrellas del cielo el prado,
y el cielo de hierba y flores;60
   y, trocando el natural
efeto, veré también
a la envidia decir bien
y a la virtud hablar mal;
   veré la ciencia premiada 65
y la ignorancia abatida,
que es la verdad bien oída
y que la lisonja enfada,
   y el imposible mayor:
dar honra al que está sin ella,70
que crea, Belisa bella,
que puedes tener amor.
BELISA
   Una tarde, cuando el sol
dicen que en el mar se esconde,
y se le ponen delante 75
las cabezas de los montes,
cuando por aquella raya,
que con varios tornasoles
divide el cielo y la tierra,
y los días y las noches, 80
nubes de púrpura y oro
van usurpando colores
a las plumas de los aires,
y a las ramas de los bosques,
iba sola con Finea, 85
amiga Celia, en mi coche,
tan sol de mi libertad
cuanto luego fui Faetonte:
que nunca verás tan altas
las soberbias presunciones, 90
que no las fulminen rayos
como a las soberbias torres.
Era en la parte del Prado,
que igualmente corresponde
a esa fuente, Castellana95
por la claridad del nombre,
que también hay fuentes cultas,
que, aunque oscuras, al fin corren
como versos y abanillos
-quiera el cielo que se logren-.100
Iba Finea cantando
en gracia de mis blasones
finezas del conde Enrique,
que ya conoces al conde
y a sus papeles escritos,105
para que, cuando me toque,
como papel de alfileres,
tenga papeles de amores,
y a mis locas bizarrías,
desprecios y disfavores,110
como si hubiera nacido
de las entrañas de un roble,
cuando veo un caballero
con el semblante conforme
al suceso que esperaba. 115
Volvió la cara, y parose
a escuchar quién le seguía;
pero con pocas razones,
desnudando las espadas,
los ferreruelos recogen.120
El que digo, el pie delante,
con el contrario afirmose,
gala y valor, que en mi vida
vi hombre tan gentilhombre.
No era el otro menos diestro.125
No te parezca desorden
que siendo mujer te cuente
lo que es bien que ellas ignoren;
que, aunque aguja y almohadilla
son nuestras mallas y estoques, 130
mujeres celebra el mundo
que han gobernado escuadrones:
Semíramis y Cleopatra,
poetas e historiadores
celebran, y fue Tomiris135
famosa por todo el orbe.
¿No has visto cuando dos juegan
que, sin conocerse, escoge
uno de los dos quien mira,
sin que el provecho le importe,140
y quiere que el otro pierda,
sin saber que esto se obre
por conformidad de estrellas
que infunden inclinaciones?
Pues de esa suerte mi alma145
súbitamente se pone
al lado del que juzgaba
por más galán y más noble.
Alzó el contrario de tajo,
a quien mi ahijado embebiole150
una punta, con que dio
en tierra; mas levantose
presto, porque después supe
que traía un peto doble
de Milán, labrado a prueba155
del plomo, que muros rompe.
Acudieron a este punto,
tirándole varios golpes,
tres hombres a mi galán,
cosa indigna de españoles.160
Pero dicen entre amigos
que el enemigo perdone,
que solo es vil el que huye
y valiente el que socorre.
Con razón o sin razón,165
salto de mi coche entonces,
quito la espada al cochero,
que arrimado a los frisones
miraba a pie la pendencia,
todo tabaco y bigotes,170
como si estuviera el necio
de la plaza en los balcones
y el conde de Cantillana
acuchillando leones;
y partiendo al caballero175
me pongo de Rodamonte
a su lado. ¡Cosa extraña!
En fin, hombres de la corte,
pues se volvieron humildes
los que llegaron feroces. 180
Agradecido el galán
de dos tan nuevas acciones,
comenzó a hablarme, y no pudo,
porque de lejos dan voces
que la justicia venía;185
que no hay santelmo en el tope
después de la tempestad
que como una vara asome.
Díjele: «En mi coche entrad
que si los caballos corren,190
porque estos no son de aquellos
que repiten para cofres,
presto estaremos en salvo».
Entró el galán y sentose
en la proa, y yo en la popa,195
como campos fronte a fronte.
Viendo que nadie venía,
templó el cochero el galope
y en la fuente Castellana,
para descansar, parose.200
Yo siempre que voy al Prado
llevo un búcaro. Tomole
el cochero y dionos agua.
Dile yo una alcorza, y diome
las gracias en un requiebro205
que la mano agradeciole.
Con esto le persuadí
a que, dejando favores,
me contase la ocasión
de la pendencia, que sobre210
cosas de amor sospechaba;
que hay profetas corazones,
pues antes que la dijese
celos me daban temores;
que el que ha de matarla, sabe215
la garza entre mil halcones.
En fin, dijo de esta suerte,
-agora a escucharme ponte,
para que como él a mí,
de mi desdicha te informe-:220
«Yo soy don Juan de Cardona,
hijo del señor don Jorge
de Cardona, aragonés,
y doña Juana de Aponte.
Nací segundo en mi casa 225
y así mi padre enviome
a Flandes, donde he servido
desde los años catorce
hasta la edad en que estoy.
Volví con informaciones 230
de mis servicios, y cartas
de aquel ángel que coronen
los cielos, infanta de Austria,
de divinos resplandores,
tía del rey, que Dios guarde.235
Pretendí luego en la corte
a guisa de otros soldados;
pero entre estas pretensiones
de un hábito, vi una tarde
con otro de chamelote,240
un serafín de marfil,
con toda el alma de bronce.
Quedé sin ella, seguila,
servila, y agradeciome
la voluntad, retirando245
todo lo que no es amores.
Gasté, empobrecí. Mi padre,
enojado, descuidose
de mi socorro, y Lucinda
-que este es de esta dama el nombre-,250
desdeñosa, a puros celos
me mata viéndome pobre;
que no hay finezas que obliguen
ni lágrimas que enamoren».
Cuando esto dijo, quisiera255
sacar los ojos traidores
que por otra habían llorado.
¡Mirad qué envidia tan torpe!
Prosiguió que la pendencia
fue por ser competidores260
él y el galán, porque teme
que si la obliga, la goce.
Finalmente paró el caso
en tantas lamentaciones,
que sin saber por qué causa265
quise arrojarle del coche.
Él llorando y yo sin alma
llegamos casi a las once
a mi posada; roguele
que me viese, y respondiome270
que sería esclavo mío,
con mil tiernas sumisiones
y, despedido e ingrato,
a ver su dama partiose.
Quedé tan necia que apenas 275
sé por qué, cómo, ni dónde
amo, envidio y con los celos
temo que loca me torne,
porque pienso que es castigo
de aquellos tiranos dioses280
Venus y Amor, de quien hice
burla y los llamé embaidores.
Troqué las galas en lutos,
la libertad en prisiones,
la bizarría en descuidos,285
y en humildad los rigores;
ni voy al Prado, ni al río;
no hay cosa que no me enoje;
a la música soy áspid,
veneno a fuentes y flores.290
Soy, no soy, vivo, no vivo,
y entre tantas confusiones
ni sé dónde he puesto el alma
ni ella misma me conoce.
CELIA
   Es suceso tan estraño295
que, a no ser tuyo, no fuera
posible que le creyera.
Pagas justamente el daño
   que has hecho a tantos, ingrata.
Locura debe de ser300
querer quien otra mujer
deja, aborrece y maltrata.
   Pero de tu entendimiento
la mayor locura ha sido,
Belisa, no haber querido305
divertir el pensamiento.
   ¿Ya no vas, como solías,
al Prado ni al Soto?
BELISA
No,
que más me entretengo yo,
Celia, en las tristezas mías,310
   que en el lugar más remoto
con mayor descanso estamos.
CELIA
Así vivas, que salgamos
estas mañanas al Soto.
BELISA
   Si va a decir la verdad,315
que encubrirla no es razón
ni a mi justa obligación
ni a tu segura amistad,
   con la ocasión de este mes,
de tantas damas paseo,320
salgo al campo, a ver si veo
quien me ha de matar después;
   mas ni en sotos ni en retiros
le he visto, ni él vuelve a verme.
CELIA
Como en otros brazos duerme325
no despierta a tus suspiros.
   Pero salgamos mañana,
que en mi buena dicha espero
hallar ese caballero;
que tengo por cosa llana330
   que, si le vuelves a ver
y más despacio mirar,
no solo no le has de amar
pero le has de aborrecer:
   que muchas cosas agradan335
miradas súbitamente,
mas pasa aquel accidente
y, vistas despacio, enfadan.
BELISA
   ¡Ay, Celia! Yo quiero darte
crédito y seguir tu voto.340
Disfrazada voy al Soto.
CELIA
Y yo quiero acompañarte.
BELISA
   No ha de salir el aurora
cuando estés aquí.
CELIA
Sí haré.
BELISA
Dar a tus consejos fe345
mis esperanzas mejora,
   porque de la luna el velo,
mirado con atención,
descubre manchas que son
indignas de tanto cielo.350
 

(Vanse.)

 
 

(Salen DON JUAN DE CARDONA, y TELLO, criado.)

 
JUAN
   Tello, el amor no gusta de consejos,
y más del inferior.
TELLO
¿Qué mayor prueba
de que el amor es loco
sin los consejos, de la vida espejos?
JUAN
Y para el ciego amor ¿es cosa nueva355
tener la vida y aun el alma en poco?
TELLO
Quien tiene vista al que le falta guía,
que si entrambos son ciegos, van perdidos.
Cuando tu amor Lucinda agradecía,
estaban disculpados tus sentidos;360
pero agora que quiere bien a Otavio
es infamia de amor sufrir su agravio,
si no buscar remedio...
JUAN
¿Qué remedio?
TELLO
Poner otros amores de por medio;
que así se curan cuantos han querido365
porque otro amor es el más breve olvido.
JUAN
¿Con qué dinero, necio?
TELLO
No todos los amores tienen precio.
Méritos tienes. Ama.
¿Ha de faltar una mostrenca dama370
que te quiera por gusto?
JUAN
Majadero,
¿amores en la corte sin dinero,
y más agora que tan caro es todo?
TELLO
Pues yo no sé otro modo,
ni hay médico en el mundo que, tomando375
el pulso a un amador aborrecido,
no le recete otra mujer.
JUAN
Si cuando
voy a buscar de tanto amor olvido,
se me pone delante la hermosura
de Lucinda, ¿podré yo por ventura380
decir amores a otra cara?
TELLO
Bueno,
una purga es veneno
y por tener salud la toma un hombre.
JUAN
Tello, ya no hay mujer que no me asombre.
TELLO
Alejandro lloraba porque había385
un mundo solo, que con uno solo
dijo que no podía,
con tanta tierra y mar de polo a polo,
satisfacer su pecho.
Tú lo contrario has hecho:390
que sola una mujer en Madrid quieres
habiendo treinta mundos de mujeres:
morenas, pelirrubias, gordas, flacas,
unas mudas de lengua, otras urracas,
discretas, mentecatas, bachilleras,395
airosas en las burlas y en las veras;
hay enanas, hay largas como trampa,
unas con pies de apóstol, consoladas
del ponleví que imprime poca estampa,
y otras que en vez pudieran de arracadas400
traer las zapatillas;
hay lázaras mujeres, de amarillas,
que salen del sepulcro de las camas,
y otras que de clavel parecen ramas;
hay romas, hay pioquintas;405
unas que se contentan con dos cintas
y otras como tarascas de dineros,
que engullen mayorazgos por sombreros;
unas piadosas y otras socarronas,
tales severas, tales juguetonas;410
unas mudables por andar más frescas
y otras firmes de amor como tudescas;
pero en siendo mujeres, sean morenas,
sean blancas o no, todas son buenas.
JUAN
¡Qué pintura tan necia!415
TELLO
Pues yo, señor, ¿qué he dicho de Lucrecia
la casta y en camisa,
de Porcia y Artemisa,
una avestruz de hierros encendidos,
y otra sepultura de maridos?420
JUAN
¡Ay puerta! ¡Ay dulce rejas!
A Lucinda llevad mis tristes quejas.
TELLO
Pues ya que llegas, llama.
JUAN
Aun llegar a llamar teme quien ama.
 

(En la reja FABIA, criada.)

 
FABIA
   ¿Quién llama? ¿Quién está ahí?425
JUAN
Dile, Fabia, a tu señora
que estoy aquí.
FABIA
No es agora
tiempo de llamar ansí.
JUAN
   ¿Por qué razón?
FABIA
Porque está
desnudándose.
JUAN
¿Tan presto?
430
FABIA
No fuera término honesto
abriros la puerta ya.
   Id con Dios, don Juan, que habemos
de madrugar para ir
al Soto.
JUAN
¡Que vengo a oír
435
tal crueldad!
TELLO
No hagas estremos.
   Mira que en la calle estás.
JUAN
Fabia, Fabia, espera.
FABIA
Espero.
¿Qué quieres?
JUAN
Di que la quiero
una palabra no más.440
FABIA
   Bueno, en comenzando a hablar
tanto vendrás a empeñarte
que venga el sol a rogarte
que la dejes acostar.
JUAN
   Abre, Fabia.
FABIA
¡Qué locura!
445
 

(Sale a la reja LUCINDA.)

 
LUCINDA
¿Con quién hablas?
FABIA
Con don Juan
de Cardona.
LUCINDA
¿Y qué dirán
de tanta descompostura
   en la peor vecindad
que tiene calle en Madrid?450
JUAN
Lucinda hermosa, advertid,
que es linaje de crueldad,
   indigno de un caballero
como yo, tratarme ansí.
LUCINDA
Lo que Fabia os dijo aquí455
daros por disculpa quiero,
   porque habiendo de salir
del alba al primer albor,
no será razón, señor,
que no me dejéis dormir.460
   El afeite natural
en el buen sueño reposa,
que no se levanta hermosa
mujer que ha dormido mal.
   Id con Dios y presumid465
que os amo y tengo respeto.
JUAN
Que yo me fuera os prometo,
señora, pero advertid
   que ver a Fabia turbada
tan necios celos me ha dado470
que pienso que lo ha causado
el estar vos ocupada.
   Abrid, que con solo entrar
luego me vuelvo a salir.
LUCINDA
Esta no es hora de abrir475
ni de dar que murmurar;
   que hay vecina tan liviana
que para escuchar despierta,
apenas oye la puerta
cuando ocupa la ventana.480
   Hacedme esta cortesía
de que os vais.
JUAN
Es imposible
sin entrar.
LUCINDA
Ya estáis terrible.
JUAN
Amor, Lucinda, porfía
   que le lleve a vuestra sala485
solo a dejar estos celos.
LUCINDA
Ponerme en tantos desvelos
ni es cortesía, ni es gala.
   Id con Dios, que puede ser
que os resulte algún pesar.490
JUAN
Pues ¡vive Dios que he de entrar
y que lo tengo de ver!
LUCINDA
   ¿Golpes a mi puerta?
JUAN
Y coces
hasta ponerla en el suelo.
 

(Salen OTAVIO y JULIO con broqueles y espadas.)

 
OTAVIO
A tanta descortesía495
y a tan loco atrevimiento
saldrá el honor de esta casa
a castigar vuestros celos.
La puerta está abierta. Entrad.
JUAN
No era sin causa el tenerlos.500
Vuesas mercedes me digan
si son hermanos o deudos
de esta dama, o son galanes.
OTAVIO
Pues que no quiere entrar dentro,
donde supiera quién somos,505
afuera se lo diremos.
JUAN
Salgan, y sabrán también,
con los celos o sin ellos,
que soy don Juan de Cardona.
TELLO
Y yo Tello, su escudero.510
LUCINDA
¡Ay, Fabia! ¿Qué haré?
FABIA
Acostarte,
y dense.
LUCINDA
Sin alma quedo.
JUAN
Aquí, Tello.
TELLO
Vengan otros,
que estos ya huelen a muertos.
 

(Vanse, y salen el CONDE ENRIQUE y FERNANDO, criado.)

 
CONDE
   Bravo mayo.
FERNANDO
No permite
515
distancia sin flor al suelo.
CONDE
Con las estrellas del cielo
en el número compite.
FERNANDO
   Crecido va Manzanares.
CONDE
Imita al que ruin nació,520
que cuando crecer se vio
despreció los patrios lares;
   que al humilde nacimiento
sucede como a este río:
que descubre en el estío525
su arenoso fundamento.
   ¡Oh, bien haya aquel discreto
que cuando se mejoró
de fortuna, se quedó
con aquel mismo sujeto!530
   No disminuye el valor:
antes muestra en parte alguna
quien desprecia la fortuna
que la merece mayor.
   Muchos conozco yo aquí535
tan discretos en su estado,
que todo lo que han mudado
es lo que hay fuera de sí.
   Pero esto aparte dejando
y viniendo al desatino,540
con que aquel desdén divino
me quiere matar, Fernando,
   ¿cómo no ha venido a ser
de aquestos campos aurora,
que ya dice el sol que es hora545
de salir y amanecer?
FERNANDO
   Estarase componiendo
de galas y bizarrías,
con que estos festivos días
sale de Aurora riendo,550
   y en este verde teatro
hace la madre de Amor.
CONDE
Yo, que adoro su rigor
y su desdén idolatro,
   conjuraré su donaire555
para que venga.
FERNANDO
Ya espero
que te obedezca ligero
su espíritu por el aire.
CONDE
   Ponte el sombrero, Belisa,
pluma blanca y randas negras,560
aunque no ha menester plumas
quien en tales pies las lleva.
Ponte al espejo y retrata
en su cristal tu belleza,
para que tengas envidia565
de que nadie te parezca;
que tú sola de ti misma
puedes trasladar las señas,
formando tú y el cristal
otra mentira tan bella. 570
Mira que te aguarda el Soto
y que en su verde alameda
aún no han cantado las aves
por esperar que amanezcas.
Péinate el pelo a lo llano575
y no le rices en trenzas,
que, si te ven la jaulilla,
harás que las aves teman.
Mira que rosas y lirios,
para salir a la selva,580
no rompen la verde cárcel
hasta que les des licencia.
Sarta de cuentas de vidro
banda de tu cuello sea,
porque cuando te la quites585
quede convertida en perlas.
Con las flordelises de oro
ponte la verde pollera,
pues que son pueblos en Francia
mi esperanza y tus defensas.590
Para que la cuesta bajes,
a tus chinelas acuerda
que hay muchos ojos que suben
cuando se bajan las cuestas.
Ponte en la cabeza rosas595
y en los zapatos rosetas,
de manera que en los pies
y en la cabeza se vean,
aunque yo tengo más celos
del pie que de la cabeza600
que, aunque toda vas florida,
no a lo menos toda honesta.
Ven a matar de mañana,
aunque el amor forme quejas
que esté durmiendo el aurora605
y tú, Belisa, despierta.
Si alguno te dice amores
de estos que de hablar se precian,
di que no vas a mirar,
sino solo a que te vean.610
Así, discreta Belisa,
segura del Soto vuelvas;
que no te engañen los ojos
esto que llaman guedejas.
Ponte el manto sevillano,615
no saques más de una estrella,
que no has menester más armas
ni el amor gastar sus flechas.
Más airosa vas tapada,
y al fin con menos sospecha620
que matando cuanto mires,
te conozcan y te prendan.
Bien puedes salir, que ya
los ruiseñores comienzan
a ser campanas del alba625
para que la tuya venga.
FERNANDO
Quedo, no conjures más.
CONDE
¿Por qué?
FERNANDO
Porque ya se acerca.
CONDE
¡Oh, conjuros amorosos,
divina tenéis la fuerza!630
 

(Sale BELISA con la mayor gala de color que pueda, manto y sombrero de plumas, y FINEA de la misma suerte.)

 
BELISA
¿Adónde Celia quedó?
FINEA
Con unas amigas queda
sentada orilla del río.
BELISA
Como no tiene mis penas,
cansose de verme andar635
buscando la causa de ellas.
Mucho es que aquestas mañanas
don Juan al Soto no venga.
FINEA
Tendrale preso Lucinda.
BELISA
¿Cómo? Si don Juan se queja 640
de sus desdenes y engaños.
FINEA
¡Qué bien tus celos consuelas!
BELISA
¡Ay, Finea, el conde!
FINEA
Amor
hoy quiere que coger puedas,
en el Soto de Madrid,645
los azahares de Valencia.
CONDE
   Ya es tarde, Belisa ingrata,
para encubriros de mí,
que dentro del alma os vi,
en cuyo espejo os retrata.650
Ya que los campos de plata
la dorada aurora pisa,
no envidien su dulce risa
las aves, fuentes y flores
cuando con más resplandores655
sale a los nuestros Belisa.
   Y aunque con sola una estrella
podéis dar luz, no es razón
que esconda el manto a traición
la que ha venido con ella.660
Descubrid, Belisa bella,
la que venís ocultando;
mátenme entrambas, que cuando
es tan cierta la vitoria,
bien es que partan la gloria665
de haberme muerto mirando.
   La mayor honestidad
que fue de la villa espejo
le debe al campo el despejo
de su verde soledad.670
Descubrid, mirad, matad;
que es cruel razón de estado
mostrar, con el desenfado
de que amor se maravilla,
bizarrías en la villa675
y desdenes en el prado.
BELISA
   No por veros me encubrí,
cuando me alegré de veros.
CONDE
Gracias al amor y al campo
en que más humana os veo.680
¿Queréis escucharme?
BELISA
Sí,
que tan cortés caballero
no dirá cosa en mi agravio.
CONDE
Oíd.
 

(Salen DON JUAN y TELLO.)

 
JUAN
No descubro, Tello,
en todo el Soto, a Lucinda, 685
y en su casa nos dijeron
que había salido al campo.
TELLO
Que nos engañaron temo,
que esto de enviar al Soto
siempre ha sido mal agüero.690
JUAN
No estará, Tello, Lucinda
con Otavio por lo menos.
TELLO
Bravo revés le pegaste.
JUAN
Como le sentí en el pecho
defensa, tiré por alto. 695
TELLO
Si no llega gente, creo
que en enero vuelvo a Julio:
tirele un tajo, y abriendo
el broquel subió tan alto
por esos aires el medio700
que, apartadas las estrellas,
pienso que no estuvo un dedo
de descalabrar la luna.
JUAN
Vengué con sangre mis celos;
mas mira, por Dios, si ves705
a Lucinda.
TELLO
Preguntemos
por ella.
JUAN
¿A quién?
TELLO
A este Soto,
ejército de conejos.
«Diga, señor Manzanares,
sacamanchas de secretos,710
a quien debe su limpieza
la información de los cuerpos,
el que lava en el verano
lo que se pecó el invierno,
cuya espuma es de jabón,715
cuyas orillas de lienzo,
¿ha visto vuesa merced
una mujer de buen gesto,
muy enemiga de amores,
muy amiga de dineros,720
que desde pobres acá
la perdió don Juan por serlo,
y con ella una criada,
centella de aqueste fuego,
que le hurta los borradores725
como los poetas versos?».
Habla el río: «Esa mujer
que habéis perdido, escudero,
está en casa con Otavio,
almorzando unos torreznos730
con sus duelos y quebrantos.
¡Tal me vinieran los duelos!».
¿De qué lo sabéis, buen río?
«De que estoy en su aposento
en un cántaro, que al rostro735
le doy el primer bosquejo».
¿Oyes lo que dice el río?
JUAN
Oigo que vienes muy necio.
FINEA
Señora, señora, escucha.
BELISA
¿Qué quieres?
FINEA
Don Juan y Tello
740
están junto a aquellos olmos.
BELISA
Señor conde, yo me atrevo,
en fe de vuestro valor,
que me aguardéis un momento
junto a aquel coche, entretanto745
que con aquel caballero
hablo dos palabras solas.
CONDE
Si siendo celoso puedo
ser cortés, iré forzando
mi paciencia a obedeceros; 750
pero sufrir que un galán,
Belisa, os diga requiebros,
más viene a ser bajo estilo
que amoroso sufrimiento.
BELISA
No es galán, aunque lo es, 755
y así no hay de qué ofenderos,
pues el nombre de marido
siempre mereció respeto.
De Aragón viene a casarse
conmigo; que os vais os ruego,760
que no es de cobarde amante,
en público ni en secreto,
para no perder la dama,
dejar el campo a su dueño.
CONDE
¿Que estáis casada?
BELISA
No sé.
765
Esto han tratado mis deudos.
CONDE
Por cierto que él es galán.
BELISA
¿No os parece que me empleo
justamente en él?
CONDE
Después
os responderán mis celos.770
 

(Vase.)

 
BELISA
Señor don Juan, ¿los soldados
y caballeros tan presto
olvidan obligaciones?
JUAN
Señora mía, no pienso
que os ha ofendido mi olvido: 775
falta, sí, de atrevimiento.
Dos mil veces he querido,
obligado a lo que os debo,
ir a besaros la mano
y a resolverme no acierto.780
¡Qué buena ventura mía,
pues la he tenido de veros,
esta mañana me trujo
donde tan hermosa os veo!
¡Qué bizarra! ¡Qué gallarda! 785
¡Qué talle! ¡Qué lindo aseo!
¿Qué jardín se debe a mayo,
cuando abril se fue lloviendo
tantas rosas, tantas flores?
¡Qué airosamente el sombrero, 790
coronel de vuestros ojos,
timbre de vuestros cabellos,
os hace Marte del Soto,
belicosamente Venus,
para matar y dar vida795
a los mismos que habéis muerto!
BELISA
¿Lisonjas, después de olvidos?
¿Después de agravios, requiebros?
Guardaldos para Lucinda.
¿Después de ingrato, discreto?800
No, señor don Juan. ¿Vos sois
Cardona? ¿Vos caballero
de Aragón? No hay más disculpa
que decir «quiero y no tengo,
de perdido por Lucinda».805
¿Cómo os va con ella? ¿Hay celos?
¿Hay desdenes? ¿Hay galanes?
Ya se deben de haber hecho
las amistades. Hablad.
¿De qué os suspendéis?
JUAN
No puedo
810
deciros de mis desdichas
más de que loco amanezco
en su calle, donde el sol
me deja, cuando por cercos
de oro en el mar de occidente815
argenta el rubio cabello,
hasta que peina el del alba
con los rayos de su eterno
curso, ilustrando los aires,
dorando el verde elemento.820
Cual suele por verde selva
celoso novillo, huyendo
de su contrario, en los troncos
romper la furia soberbio,
temblar las ramas, sonando825
por varias partes los ecos,
cubrir de polvo las nubes
arañando el seco suelo,
así yo la calle asombro,
para mí selva de fuego,830
rompiendo a las duras rejas,
con mis suspiros, los hierros.
BELISA
¡Qué linda comparación!
¡Qué bien aplicado ejemplo!
¡Qué bien pintado novillo!835
¡Qué amanecer! ¡Qué conceto!
¿Sois poeta?
JUAN
¿Quién, señora,
no ha hecho malos o buenos
versos, amando? Que amor
fue el inventor de los versos.840
BELISA
En lo tierno se os conoce.
¿Queréis hacerme un soneto
a una mujer, que castigan
la fortuna, amor y el tiempo?
La fortuna, por soberbia;845
por venganza, el amor ciego;
y el tiempo, con derribar
sus bizarros pensamientos.
Tan necia que quiere a un hombre,
después de tantos desprecios,850
que está abrasado por otra.
JUAN
De componerle os prometo;
pero advertid que no soy
culto, que mi corto ingenio
en darse a entender estudia. 855
TELLO
Ninfa del sombrero al sesgo,
¿quiere veintidós palabras?
FINEA
Quite veinte, y diga presto.
TELLO
No sois vos de mala casta.
Yo soy un mozo moreno,860
natural de Calahorra.
Ya he dicho las dos, si tengo
de hablar más, prorrogue el pacto.
FINEA
Por no estorbar nuestros dueños,
llegue cerca, y diga.
TELLO
Digo.
865
 

(Salen LUCINDA, con sombrero de plumas, y FABIA.)

 
LUCINDA
Ya te he dicho lo que siento.
FABIA
Pues ¿cómo, si quieres bien
a don Juan, le estás haciendo
tiros con Otavio? ¿A un hombre
que te adora?
LUCINDA
Porque espero
870
a puros celos rendirle,
de manera que troquemos
la esperanza en posesión
y el amor en casamiento.
FABIA
¿Por mal le quieres llevar?875
LUCINDA
Reducido a tal estremo,
ya se casará conmigo.
FABIA
¿Por bien no es mejor consejo?
LUCINDA
¡Ay, Fabia, aquí está don Juan!
FABIA
Y no está ocioso a lo menos.880
LUCINDA
Gentil mujer, bravo talle.
Hasta el socarrón de Tello
tiene su poco de dama.
JUAN
Si habéis tenido deseo
de conocer a Lucinda,885
agora veréis si tengo
buen gusto.
BELISA
¿Es esta?
JUAN
¿No veis
en la mudanza que han hecho
mis ojos que quiere el alma
salir a verla por ellos?890
BELISA
Vos estáis bien empleado
con tanto: con ella os dejo.
JUAN
Antes no, que quiero yo
probar también a dar celos.
BELISA
¿De eso tengo de servir?895
JUAN
Ya que por mi amparo os tengo,
suplicoos, pues no os importa,
que entre los dos la matemos.
BELISA
Ahora bien, va de matar.
(¿Qué es esto que intento? ¡Ay, cielos!900
¿Estoy loca? ¿Soy quien fui?
¿Quién en tanto mal me ha puesto?)
 

(Llega LUCINDA.)

 
LUCINDA
Suplico a vuesa merced,
mi reina, la del sombrero
blanco, que por otra tal905
me preste ese caballero
-si no le ha menester mucho
y ha sido galán al vuelo-
para hablalle dos palabras;
que le volveré tan luego910
que apenas sienta su falta.
BELISA
Ninfa del sombrero negro,
y los guantes de achiote,
no entra bien con el pie izquierdo
si viene a tomar la espada,915
porque es terminillo nuevo
pedir el galán prestado;
pero que sepa, le advierto,
que soy como amigo ruin
que ni convido ni presto.920
¿Voy bien?
JUAN
Estremadamente.
Decilde más.
BELISA
¡El despejo
con que me pide el galán
que es alma de aqueste pecho!
¿Queréis más?
JUAN
Matalda, muera.
925
LUCINDA
¡Ay, Fabia, que estoy muriendo!
BELISA
Pero, ¿sobre qué le pide?
Quizá nos concertaremos
a manera de mohatra,
con prendas, ribete y tiempo,930
porque no hay diamantes chinos,
oro en Tíbar, ni en el Cerro
de Potosí plata, ni ámbar
en la Florida, por...
LUCINDA
Quedo,
no pase de «por».
BELISA
¿Por qué?
935
LUCINDA
Porque si es amor mohatrero,
no tengo más prendas yo
que palabras, juramentos,
papeles, firmas, engaños...
BELISA
No hacemos nada con eso.940
Vuesa merced se ha engañado,
que este galán me le llevo
como mi marido a casa.
LUCINDA
¿Marido?
BELISA
Lo que le cuento.
LUCINDA
¡Jesús!
BELISA
Si ha de desmayarse
945
del susto de este suceso,
acérquese más al río,
dama, porque caiga dentro.
Dadme la mano, mis ojos.
JUAN
Y el alma es poco.
LUCINDA
(No quiero
950
verlos ir, vámonos, Fabia.)
 

(Vase furiosa.)

 
(¿Esto llaman amor? ¡Fuego!)
 

(Vase.)

 
JUAN
¡Oh, qué bien me habéis vengado!
BELISA
(¡Ay, cielos! De mí me vengo.)
JUAN
Muriendo voy por Lucinda.955
BELISA
(Y yo abrasada de celos.)
 

(Vanse los dos.)

 
TELLO
Dame tú también la mano.
FINEA
¿Tiénesla lavada?
TELLO
Pienso
que ayer hizo tres semanas.
¿Tu nombre?
FINEA
Finea.
TELLO
Bueno,
960
Fineza te he de llamar.
FINEA
¿Y el tuyo?
TELLO
Tello.
FINEA
Si es Tello
de Meneses, comerás
muchas tortillas de huevos.
TELLO
Mejor estas manecitas965
como yo, fritas en ellos.
FINEA
¡Ay, qué Tello!
TELLO
¡Ay, qué Finea!
¡Ay, qué niña de los cielos!
FINEA
¡Ay, qué socarrón!
TELLO
¿De quién?
FINEA
¿De quién, dices? Del infierno.970
TELLO
Dame un favor.
FINEA
Tuya soy.
TELLO
¡Qué barbita!
FINEA
¡Qué moreno!

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