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ArribaAbajoLa Catedral de Quito

La Iglesia Catedral fue fundada al principio, sobre el mismo edificio que servía de iglesia parroquial en la reciente colonia que los conquistadores y pobladores de Quito acababan de levantar como uno de los primeros actos de gracias al Altísimo.

Escasos diez años habían transcurrido desde que el Cabildo, Justicia y Regimiento de la ciudad dio al cura Juan Rodríguez, entre los pobladores de Quito, un solar, junto al señalado para iglesia parroquial, de manera que ésta no había podido todavía cambiar su primitivo estado en que se encontraba en la recién fundada población, y así cuando vino el primer obispo, don Garci Díaz Arias a su obispado, encontró al templo con sus muros de tapia, elementalmente levantados, y con cubierta de paja suficiente para poner a los fieles a cubierto de toda intemperie. Su extensión era mucho menor que la actual, pues hacia el Occidente se hallaba la casa parroquial edificada por el presbítero Juan Rodríguez en sus propios solares, la que, aunque comprada por el Cabildo secular en 200 pesos de oro, en vista de que el espacio de la iglesia resultaba por demás pequeño, no se hallaba aún añadida al edificio por la excesiva pobreza en que se debatía todavía la Iglesia en la Colonia.

He aquí la decisión del Cabildo:

En viernes XXIX de julio de 1541. Este dicho día los dichos señores en el dicho cabildo dixeron que por quanto el padre Juan rrodriguez es fallecido desta presente bida e dexo bna caxa e solar junto a la yglesia desta dicha villa e porque la dicha yglesia es muy pequeña y estrecha e es convinyente e nescesario que para se meter el dicho ssolar e casa del dicho padre en la dicha yglesia se compre para meter en la dicha yglesia y porque su magestad manda que se gasten e distribuyan los diezmos en las cosas tocantes a esta dicha yglesia acordaron que se compre la dicha casa y se pague de los dichos diezmos y que quando su magestad no lo obiere por bueno que las pagaran todo lo que costare e tomaran la dicha casa para sy43.



No se sabe cuándo vino a Quito el Bachiller, ni la fecha en que hizo la erección de la Catedral; pues de los libros del archivo eclesiástico no existe documento alguno por el cual dilucidar al menos sobre esos puntos, y de las Actas Capitulares apenas hay desde el 4 de mayo de 1562. El primer acto público por el que reconocemos la presencia del Obispo en Quito, es el de la excomunión   —78→   en que declaró incursos al gobernador Francisco de Olmos y a los regidores del Ayuntamiento, por haber impuesto contribuciones a la ciudad sin consentimiento expreso, ni tácito, de Su Majestad, usurpando un derecho reservado exclusivamente al Rey.

Tomó posesión, sí, del obispado por medio del presbítero Loaysa, que salió de Lima para Quito en abril de 1547, y fueron los primeros canónigos Melchor de Ribera, archidiácono; Juan de Ocaña, Gómez de Tapia, Andrés Laso, Juan de Herrera, Pedro Alfonso Beltrán y Andrés Sánchez.

Según voluntad de Paulo III la nueva Catedral debía erigirse bajo la advocación de la Asunción de la Santísima Virgen María. Sin embargo el obispo don Alonso de la Peña y Montenegro, cuando la reedificó, contribuyendo con sumas considerables, la hermoseó, ensanchó y la consagró solemnemente en octubre de 1667, con el título de San Pedro, según puede deducirse de esta lápida:

Gobernando la Igle-
sia Inocencio XI P. M.
y reinando en España
Carlos II, consagro
esta iglesia Cathe-
dral con título de
S. Pedro el Illmo. y Rmo. S.
D. D. Alonso de la Peña
Montenegro obspo
deste obspado y prete.
desta Rl. Avd. en XVII
de octubre Domnca
Tertia deste mes año.
MDCLXXVII



Sin embargo de que el obispado de Quito fue erigido el 8 de enero de 1545 y el bachiller Garci Díaz Arias no se consagró obispo de Quito sino el 5 de junio de 1547, ya antes era llamado con el título de «Obispo electo de Quito». Así le nombra don Manuel de Mendiburu en su Diccionario biográfico del Perú, al contar que entre los amigos del Marqués Francisco Pizarro, que se encontraban aquel 26 de junio de 1541 en que cayó muerto a manos de Rada y demás conspiradores, se hallaba «el Obispo electo de Quito». Era el Bachiller, no amigo, sino pariente de los Pizarros, y toledano de origen.

Pero no sólo al Bachiller se le daba el título de obispo; pues el año 1544 los presbíteros Pedro de Adrada y Juan de Helorio, ya son el deán y el chantre de una Catedral que no existía. No si no ¿qué pueden significar disposiciones como las que daba el Ayuntamiento ordenando que al deán Adrada y al chantre Juan de Helorio se les abonen tan sólo el salario de un cura? ¿O cuando el Cabildo despide a los dos y nombra en su lugar al padre Alonso Pablos? ¿O cuando el requerimiento que le hace al Deán para que ejerza el oficio de juez de la Santa Iglesia, Adrada acepta hasta tanto venga el Obispo? Estas cosas pasaban en el año de 1544 cuando el papa   —[Lámina XIX]→     —79→   Paulo V no expedía su Bula Super specula militantis Eclesiae que erigía el obispado de Quito. Y cuando muere el chantre del Orrio, en mayo de 1545, los cabildantes, al darle como reemplazo al padre Ximénez clérigo presbítero, hacen la salvedad «fasta en tanto que el dicho señor visorrey e obispo provea». Otro tanto dicen al tratar de nombrar el Cabildo a Martín de la Calle el 9 de febrero de 1545 mayordomo de la iglesia de la ciudad «fasta quel Obispo venga nombra a martyn de la calle rregidor desta ciudad e que tome cuenta a alonzo dexeres mayordomo que ha sido»44.

Vista de la Plaza Mayor de Quito, con la Iglesia Catedral antes de la reparación de la torre

Vista de la Plaza Mayor de Quito, con la Iglesia Catedral antes de la reparación de la torre

[Lámina XIX]

En la Nómina de los obispos de Quito escrita por Solmirón leemos lo siguiente:

Don Garci Díaz Arias, de cuya entrada y en qué año fue no he podido enterarme y el Libro de aquel tiempo no está en el Archivo o no lo hubo, solo se sabe que fue promovido al Obispado nuevo por el Papa Paulo IV como consta por su Bula librada el año de 1545 y por un Libro de Cabildo consta que murió en esta ciudad el 1.º de Noviembre de 1562 habiendo solo dos Prebendados Don Pedro Rodríguez de Aguayo y Don Juan de Ocaña y se enterró en la iglesia antigua junto al altar mayor al lado del evangelio y después se trasladó su cuerpo en esta que ahora tenemos en el mismo lugar donde estaba en la primera iglesia; yo he visto sus huesos porque para armar el retablo nuevo que ahora sirve, habiendo de poner un andamio acertaron a caer sobre su sepoltura y yo por mi persona los hice todos con la cabeza componer en un cajón de madera y tenerlas en buena custodia con la reverencia que se debía; yo por mis manos los torné a poner en el mismo lugar después que se quitaron los andamios, y aunque puntualmente no se sabe el tiempo que desde su promoción hasta que murió corrieron 17 años y gobernaron en sede vacante los dos dichos Arcediano y Canónigo, nombrando dos Vicecanónigos que los ayudaron que fueron Gómez de Tapia y Andrés de Laso, presbíteros y este Señor Obispo fue el que hizo la erección de este Obispado por donde nos gobernamos.



«Ignoramos -dice González Suárez- en qué año vino a Quito el bachiller y cuándo hizo la erección de su iglesia catedral; pero no pudo menos de ser antes de 1550...». En efecto el 4 de setiembre de 1549, Maximiliano, por mandato de Su Majestad, expedía una Cédula Real en favor de don Garci Díaz Arias mandándole a pagar los diezmos a él pertenecientes desde el día en que fue nombrado por Su Santidad, y el suplemento que está mandado darle anualmente, desde el día en que comenzó a administrar el obispado: esto en atención a que «estuvo muchos años electo Obispo del dicho Obispado e no se llevaron las bulas de tan breve como convenía»45.

A esto hay que añadir los trastornos y guerras civiles en que estaba envuelto todo el Perú y que impedían gobernar.

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Fray Baltasar de Ovando, contemporáneo del Obispo, nos da el siguiente retrato de él: «El Obispo primero de aquella ciudad (de Quito), fue el Rmo. Don Garcí Días Arias, clérigo, de cuya mano recibí siendo muchacho la primera tonsura: varón no muy docto amicísimo del coro; todos los días no faltaba de misa mayor y vísperas a cuya causa venían los pocos prebendados, que a la sazón había en la ciudad e iglesia, y le acompañaban a ella y le volvían a su casa; los sábados jamás faltaba de la misa de Nuestra Señora; gran eclesiástico, su iglesia muy bien servida, con mucha música y muy buena de canto de órgano. En esta sazón el Obispo era muy pobre; ahora han subido los diezmos y tiene bastante renta. Era alto de cuerpo, bien proporcionado, buen rostro, blanco y representaba autoridad y la guardaba con una llaneza y humildad que le adornaba mucho, murió en buena vejez».

De lo primero que se preocupó fue de su Iglesia Catedral. Le gustaba mucho la pompa de las ceremonias religiosas y el canto le apasionaba tanto, que la Catedral de Quito llegó a ser en su tiempo un modelo en música sagrada. La Catedral no existía; existía apenas la iglesia parroquial cubierta de paja y si el Ayuntamiento adquirió las casas y solares del cura Juan Rodríguez, para ensanchar la iglesia, allí les encontró el Obispo, esperando que manos poderosas levantasen el edificio. ¿Qué manos podían ser éstas? Las del Rey, indudablemente, y a él se dirigió el Obispo en cuanto se vio solo, sin Catedral. Expuso al Rey la necesidad de que asignen fondos para hacer la Iglesia Catedral y el Rey despachó su Cédula firmada por el príncipe don Felipe, hecha en Valladolid, a 24 de abril de 1550, ordenando que sea construida la Catedral dando el Rey la tercera parte, los vecinos y encomenderos la otra tercera parte y los indios la otra tercera parte.

Recibida la Cédula en el año de 1553; fue preciso enviar al canónigo Alonso López Hidalgo para que gestionara el despacho de lo por el Rey ordenado, no sin que antes el obispo y el corregidor de Quito hubieren hecho la averiguación acerca de la necesidad de que la Iglesia Mayor sea reedificada o si sería necesario hacerse de nuevo y cuánto era lo que en ella se podría gastar, acompañando todo ello de una traza del nuevo edificio humilde e no suntuoso, que les pareció necesario adjuntar a la información del Canónigo comisionado. Fuese éste a Lima y presentó al presidente y oidores de la Real Audiencia la petición que les hacía en nombre del obispo, deán y Cabildo de Quito y este Tribunal en obedecimiento a lo mandado por el Rey no pudo menos que acceder a lo solicitado46.