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ArribaAbajoEl zorro y la perdiz. El silbido. Los hijos pintados

48 versiones y variantes


Cuentos del 677 al 724


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677. El zorro y la perdiz

JUJUY

Diz que el zorro ha querido aprender a silbar como la perdiz. No ha sabido como va hacer, po, pa que ella le enseñe. Entonce que li ha dicho:

-Comagrita, enseñemé, po, a silbar. Mi hais de enseñar, comagrita, po. Vos silbáis tan alhajito.

Diz que la perdiz le tenía desconfianza, como el Juan es tan pícaro y li ha dicho:

-Pero, compagre, si es tan bocacho178, usté, cómo va silbar. Tiene que coserse la boca.

Era pa que el zorro no la pueda cazar.

El Juan ha dicho que sí, que ha de coserse la boca pa silbar. La comagre perdiz li ha cosido la boca. El zorro ha empezau a soplar y algo de silbido le salía. Pero la perdiz ha queríu probar a vean si va querer cazar lo mesmo. Diz que iba silbando el Juan por un caminito di un pajonal, y áhi ha 'tau la perdiz, y cuando ha llegau la comagre li ha volau cerquita de la boca. El zorro si ha olvidado del silbido y ha hecho ademán de cazarla, y se li ha rajáu la boca grande. Ha quedau bocacho del todo, el zorro y ya no ha podido silbar más.

Manuel Zoto, 53. Palpalá. Jujuy, 1959.

Campesino rústico. Buen narrador.



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678. El zorro y la perdiz

JUJUY

Diz que el zorro li ha pedío a la perdiz que le enseñe a silbar. Diz que entó la perdiz li ha dicho que se tiene que coser la boca y el zorro li ha pedío que se la cosa. Y diz que se la ha cosío la perdiz, y el zorro ha empezao a soplá pa silbar. Y ha dicho la perdiz que se iba. Y diz que 'taba la perdiz escondida atrás di unas pajas, y cuando iba pasando el zorro ha salido volando. El zorro si ha asustao y ha gritao ¡guác! y áhi se li ha partío la boca hasta las orejas.

Entó el zorro ha empezao a buscala a la perdiz pa comela. Diz que un día la ha encontrao y la ha agarrao. Y cuando si ha sentío perdida la perdiz, ha dicho al zorro que le eche sal y ají para 'tar más rica. El zorro li ha echao por encima de las alas, bien espolvoriada. Entó diz que la perdiz ha sacudío las alas y lu ha dejao ciego al zorro con el ají y la sal, y ella ha salío volando. Y el zorro se quedó meniándose los ojos y gritando de dolor.

Froilana de Olmos, 58 años. La Candelaria. Ledesma. Jujuy, 1940.

Campesina rústica.



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679. El zorro y el quirquincho

JUJUY

Estaba el quirquincho tocando su quena en la puerta 'e su casa, cuando redepente179 se aparece el Cacho, el zorro, y antes qu' el quirquincho pueda disparar, lo agarra y le dice:

-Si no querís que te coma, enseñame a tocar la quena.

-Bueno, te voy a enseñar, pero vos tenís la boca grande y no vas a poder. Te tengo que coser, recién vas a poder.

Entonces el quirquincho ha hecho con sus pelos un hilo y le ha cosido la boca al zorro, y le ha dicho:

-Volvé mañana, y te voy a dar mi quena pa que toquís como yo.

Pero el zorro, cuando ha vuelto al otro día, no lo ha encontrado al quirquincho, y le gritaba en la puerta de su cueva:

-Descoseme, hermanito, descoseme la boca para tomar agüita siquiera.

Y el quirquincho di adentro le contestó:

-No te descoso nada, embromate por zonzo.

Y el zorro si ha muerto di hambre.

Silverio Alvarado, 69 años. Barrios. Yavi. Jujuy, 1953.

Lugareño con cierta cultura dentro de su medio.

Barrio es un caserío de pastores.

Variante del cuento tradicional.



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680. El silbido de la perdiz

JUJUY

Cierta vez el zorro le preguntó a la perdiz cómo hacía para silbar, a lo que ésta repuso:

-Si quieres silbar como yo, tienes que coserte la boca con un hilo muy fuerte, y dejarte únicamente un agujerito pequeño.

El zorro hizo lo aconsejado, se cosió la boca y todos los días trataba de silbar.

Cuando ya iba muy adelantado en su empeño, es decir, cuando ya silbaba un poco, la perdiz se escondió detrás de una tola180 y cuando el zorro pasaba por allí, emprendió el vuelo. El zorro se asustó y se rompió la boca de oreja a oreja.

Juan Tejada, 30 años. Humahuaca. Jujuy, 1949.

Maestro. Aprendió el cuento narrado por la generalidad de los lugareños.



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681. El zorro y la perdiz

JUJUY

Era en el tiempo en que los animales hablaban. Un día encontró el zorro a una perdiz que silbaba, al rayar el sol.

Causó sorpresa a la pobre perdiz ver a su lado al zorro que pretendía comerla, valiendosé de la astucia.

Se presentó bondadoso y le dijo:

-¿Cómo puedes silbar tan dulce? Quisiera que me enseñes.

Pensaba de esta manera acercarse a la pardiz para comerselá. Mas181 la perdiz le dijo:

-Es imposible que vos podáis silbar con semejante boca, tenís que coserla y dejar un pequeño aujero y ya verás qué fácil es.

Se puso a obedecer el consejo y cuando quiso silbar, salió una voz fina, pero muy rara, y echando una carcajada, rompió la costura, mientras la perdiz le volaba encima de su cabeza.

José Mamaní, 33 años. El Angosto. Santa Catalina. Jujuy, 1953.

Un buen narrador. Su apellido es indígena. Originario de este lejano lugar de la puna jujeña.



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682. El zorro y la perdiz

JUJUY

Diz que una vez un zorro ha pillao una perdiz. Al sentirse perdida la perdiz, ha pedido clemencia al zorro. Diz que el zorro li ha dicho que le enseñe a silbar si quiere que no lo182 coma. La perdiz li ha dicho:

-Eso es lo más fácil, pero te tenís que coser la boca si querís silbar.

El zorro li ha dicho que güeno. Diz que entonces la perdiz li ha cosío el hocico a ambos lados de la boca. El zorro ha soplado y diz que li ha salío un soplidito como silbido, y áhi lo ha dejao, po, salvarse a la perdiz.

Diz que la perdiz ha ido y si ha puesto escondidita en un caminito pa asustar al zorro, qui andaba a caballo en un avestruz. El zorro iba hecho un gran jinete en el avestruz, muy ligero por ese camino. Diz que iba probando el silbidito. Y áhi le ha volado de golpe la perdiz. Y si ha asustao el caballo y lu ha voltíao al zorro. Y el zorro ha querío cazar a la perdiz y ha abierto grande la boca sin acordarse que 'taba costuriada, y se li ha rajao, po. Y diz que ha dao un grito terrible y ha quedao con la boca más rajada de lo que la tenía. Y así ha quedao, el zorro.

Rosario Mamaní, 45 años. El Remate. El Carmen. Jujuy, 1949.

Colla analfabeta. Pastora. Buena narradora.



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683. El zorro, el quirquincho y la perdiz

JUJUY

Resulta de que el quirquincho preparaba todos los años para el carnaval183, sus carpas184, sus fiestas, unos bailongos tremendos... Todos los mozos y las mozas solían ir a esas carpas porque el quirquincho es buen músico y toca muy bien la quena185. El zorro 'taba envidioso y siempre pensando qué puede hacer para que las mujeres lo sigan a él. Entonces un día, haciendosé el buenito también, le pregunta a la perdiz:

-¡Ay!, comadre, ¡cómo podré hacer yo para aprender a tocar la quena! -dice-. Todas las mozas se van con el quirquincho porque él sabe tocar muy bien la quena, y conmigo, yo guitarreo y guitarreo, pero nu hay caso -dice-, la gente no se viene conmigo.

-Y bueno, compadre -dice-, yo le voy hablar al quirquincho y vamos a ver qué podemos hacer. Yo creo que él enseña también porque a varios les ha enseñado a tocar la quena.

-Pero, ¿querrá enseñarme a mí? Yo creo, que nu hai querer -decía el zorro.

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-No, sí hai querer -le dice la perdiz-. Ya le voy a hablar yo.

Bué...

Se va la perdiz y le habla al quirquincho, y le dice:

-Mirá -le dice-, el zorro quiere aprender a tocar la quena, pero ahora es la nuestra. Ahora nos podemos vengar de todas las que nos hace este sinvergüenza.

-¿Y qué vamos hacer? -le dice el quirquincho.

-Mirá -le dice-, lo que podemos hacer, es coserle la boca. Yo le voy a decir que vos le vas a coser la boca, con esa condición, para enseñarle a tocar la quena.

-Bueno, comadre.

Bué... Se ha vuelto la perdiz.

Cuando vuelve el zorro a la casa de la perdiz, le dice:

-Mire, compadre, el quirquincho le va enseñar a tocar la quena a usté, pero con una condición: usté se tiene que dejar coser la boca, porque con la boca tan grande, el aire se le sale para todos lados y es imposible que aprenda a tocar la quena.

-Bueno, comadre.

-Pero, ¿usté va aguantar el dolor, compadre? Mire que duele mucho.

-Sí, voy aguantar; con tal de aprender a tocar la quena, cualquier cosa aguanto.

-Bueno -dice-, a tal hora vaya usté a la casa del quirquincho, que él le va a coser.

Se fue, efectivamente, y el quirquincho le fruncía bien la boca, le cosía de un lado, le cosía del otro, hasta que le había dejado apenas un aujerito. Y el quirquincho, contento, le dice:

-Bueno, de aquí a unos cuatro días, que ya 'tén las puntadas ésas, cicatrizadas, venga usté que le voy a enseñar a tocar la quena.

Se fue el zorro y volvió a los cuatro o cinco días. Empezó con las lecciones y le iba, pero, a las mil maravillas. Aprendió a tocar la quena, pero de primera. Ya cerca del carnaval, el zorro se ensayaba todos los días en la puerta de la casa. Y la gente lo escuchaba admirado de sentir qué hermoso sabía ejecutar el instrumento.

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Entonce puso él también una carpa. Y toda la gente se iba con el zorro, porque el zorro es más farrista que el quirquincho. Había comprado, pero cantidá de bebidas, de adornos para su carpa, de manera que toda la gente se fue con él.

Bueno... Y una tarde el quirquincho le dice a la perdiz:

-¡Ay! -dice-, comadre -dice-, yo creo que usté mi ha arruinau el negocio a mí -dice-. Yo no vendo ninguna entrada y el zorro 'tá lleno de gente.

-Quedesé tranquilo, compadre, ya va ver lo que le voy hacer yo esta noche. Cuando 'tén bajando al carnaval del cerro, áhi va ser la nuestra.

Bueno, y el zorro venía batiendo banderas. Tenía buenos hombres que tocaban el bombo, cantores y todo. La cumparsa venía de primera. Y la perdiz 'taba echadita, agachadita bien contra la pirca. Y el zorro pasaba bailando. Y sale la perdiz por entre medio 'e las piernas, le pega el silbido ¡Shish!... Y el zorro, ¡guac!... hizo. Había abierto la boca de oreja a oreja otra vez y se le acabó el carnaval. Le quedó más grande la boca todavía.

Delia Corvacho de Saravia, 46 años. Humahuaca. Jujuy, 1970.

Aprendió este cuento a la abuela en Humahuaca, doña Rosa Centini de Uro, nativa de la Quebrada, y que sabe muchos otros. La narradora es maestra de escuela.

La variante del cuento refleja el ambiente de la Quebrada de Humahuaca en la época del carnaval.



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684. La perdiz y el zorro

JUJUY

Que una perdiz estaba silbando muy contenta, cuando se acercó un zorro con intenciones de comerla, pero almirado con el modo de silbar de la perdiz, le dijo:

-Si me enseñás a silbar te perdono la vida. A lo que la perdiz le contestó:

-Cuando yo era niña mi madre me cosió la boca y por eso puedo silbar. Si querís te coso la boca y podrás silbar.

El zorro dijo que bueno. La perdiz le cosió la boca y aprendió un soplido que era parecido al silbido. Pero la perdiz, que no le perdonaba los sustos que le hizo pasar, un día se fue escondiendosé por un senderito y le voló de golpe, en la boca misma del zorro. El zorro asustau, y otro poco por el instinto de cazar, hizo ¡huac!, y se le descosió del todo la boca, y se le rajó un poco más. Y desde entonces el zorro tiene tan grande la boca.

Dorila de Córdoba, 53 años. Libertador General San Martín. Ledesma. Jujuy, 1950.

La narradora es semiculta. Oyó contar el cuento a muchos narradores.



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685. El zorro y la perdiz

TUCUMÁN

Diz que la perdiz iba silbando y el zorro que se moría de ganas de silbar como ella silbaba. Diz que un día la encuentra a la perdiz y que le ha dicho:

-Comadre, ¿pórque no me enseña a silbar?

-Bueno -que le ha dicho ella-. ¡Pero usté, compadre, tiene la boca muy grande para silbar!

-¿Y qué podíamos hacer, comadre? -que le ha dicho.

-Y... le tendremos que coser la boca -le ha contestado la perdiz.

Y diz que el zorro le ha dicho que sí, que le cosa no más la boca para silbar como ella. Y la perdiz le ha cosido la boca al zorro. Y el zorro ha comenzado a aprender a silbar.

Diz que el zorro se jue por un caminito muy contento porque ya iba a silbar como la perdiz. Que iba silbando despacito. La perdiz se jue adelante, y 'taba en medio de unos yuyitos por donde tenía que pasar el zorro.

Cuando jue a pasar el zorro, ella pegó el volido casi de abajo d'él. El zorro se olvidó que tenía la boca cosida y dio un salto para cazarla, y abrió la boca con tanta juerza que se le rajó más grande de lo que la tenía. Y di áhi perdió para siempre las esperanzas de silbar como la perdiz.

Miguel Ángel López, 76 años. Tafí del Valle. Tañí. Tucumán, 1951.

Gran narrador.



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686. El zorro y la perdiz

TUCUMÁN

Diz que el zorro quería aprender a silbar. Entonce el zorro era compadre de la perdiz. Y el zorro le dice:

-Pero, comadre...

-¿Qué quere compadre?

-Porque nu hacimos un trato. Porque no m' enseña a silbar.

Entonce ella le dice:

-Bueno, le vamos a enseñar a silbar. Yo le voy a coser la boca.

Y ha queríu el zorro. Le cosió la boca con un hilo bien juerte y le deja bien chiquito. Y le dice:

-Bueno, ahora tiene que silbar.

Y andaba el zorro que quería comé y no podía. No podía tomá agua. No podía comé pajaritos, avecitas. Y andaba ya con mucho hambre, ya el zorro. Y después dice la perdiz:

-¡Ahora va a ver lo que le va a pasar al compadre!

Y va, se esconde en un caminito, muy cerquita d' él y le dice:

-¡Pi!... ¡Pi!... ¡Pi!...

Y entonce el zorro se ha levantau y va a ver qué avecita era. Y áhi vuela ella tocandoló. Y el zorro hambriento abre la boca y pega un grito. Y se li ha descosíu la boca, y se li ha rajáu más de lo que la ha teníu.

Jesús de Escobar, 52 años. Colalao del Valle. Tucumán, 1951.

Campesina rústica. Buena narradora.



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687. El zorro y la perdiz

TUCUMÁN

Dice que había una vez un zorro y una perdiz que eran amigos. Y el zorro le envidiaba el silbido de la perdiz. Y que el zorro de noche pensaba, dice:

-¿Cómo hace la perdiz para silbar?

Y él pensaba soñar cómo hacía la perdiz para silbar. Entonce que dice un día, que no se conformaba, que la llama y que dice:

-¿Cómo hacé vo para silbá?

Dice, y dice:

-Es muy fácil.

-¿Y cómo puedo hacé yo para aprender a silbá?

-Y bueno -dice- te tení que cosé la boca.

-Y entonce ¿cómo me voy a cosé yo? -que dice.

-Y bueno, si querí yo te la coso.

Entonce le había cosido la boca. Y había empezau a silbá. Y que 'taba contento de lo que iba aprendé a silbá.

Y dice, claro, ya no le tenía envidia.

Y entonce, un día, que la perdiz que se escuende atrás di un tronco. Y que por áhi tenía que pasar el zorro. Entonce pasa el zorro y que no la ve a la perdí y entó que dice:

-Ahora que me ha enseñado cómo voy a silbar -que dice- no voy a tener problema en comela, total, ya sé silbá.

La perdiz le ha oído y ha tenido cuidado.

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Entonce que se va el zorro y se encuende por el lugar donde tenía que pasá la perdí. Y entonce que venía la perdí silbando. Que dice:

-Ahora me la voy a comé -que dice-, sí.

Y entonce que pasa la perdí y que se ha volado; que el zorro se arrepiente de comerlo186. Entonce, y claro, y mientra pasaban lo día, dice que el zorro le hacía burla lo que él había aprendido a silbá. Entonce que dice la perdí.

-Ya va a ve lo que te voy hacé -que dice así.

Bué... Y entonce un día venía el zorro silbando. Y entonce la perdí se encuende. Y en lo mejor que el zorro venía silbando que le sale volando, así, di atrá di un tronco. Entonce que el zorro no se dio cuenta que tenía la boca cosida, y entonce quiso comerla, y entonce abrió la boca y se le rajó di oreja a oreja. Y le quedó la boca más grande, quedó bocacho como es.

Candelario Beltrán, 21 años. Simoca. Monteros. Tucumán, 1970.

Campesino inteligente. Buen narrador.



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688. La perdiz y el zorro

SANTIAGO DEL ESTERO

La perdiz con el zorro si habían juntado en un camino. El zorro le envidiaba lo que la perdicita chiflaba. Y le pedía que le enseñara. Entonces dice la perdicita:

-Vos, si no me comes187, te voy enseñar a silbar.

-Pero tal cual como vos silbas -le dice el zorro.

Pero si no me cazas...

-¡Cómo no!

-Bueno... Te voy hacer esta operación -le dice la perdicita-. Pero vas a estar consentido. Te voy a coser bien de todos laditos de la boca.

-Bueno.

Le ha cosido bien. Le ha dejado un chiquito en la boca. Y bueno...

-Bueno, dejate andar -le dice-. Dejate andar vos. Yo voy a seguir viaje pero no me vas a comer a mí.

Bueno... Ha seguido viaje la perdicita. Yendo, la perdicita, ha sido más zorra que el zorro. Yendo si ha puesto junto a un camino, la perdicita.

Va, dice que va chiflando el zorro. Claro, va entretenido. Por áhi la perdicita se levanta volando. ¡Uh!... áhi, ante de chiflar pega un grito. Se le rompe toda la boca. Bueno, entonces que le dice:

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-¡Ay!, ¿ti has asustado?

-Sí mi hi asustado mucho. Yo no creí que vos me ibas hacer eso.

-¡Ah!, pero sí, ti hi asustado pero vos nu has hecho como yo ti hi dicho, que tenías que chiflar con cuidadito. Vos has gritado y te has partido la boca. Y siendo que estaba bien cosido.

-¿Y qué voy hacer ahora?

-¿Y qué voy hacer! Nada puedo hacerte -le dice la perdicita- porque coserte más ya está de más. No te puedo coser más. Pero no me vas a cazar. De por sí se te va agarrar otra vez eso, para que vos empecés a silbar.

-¿Para cuándo?

-Sí -es que le dice-. ¿Estás conforme que se va agarrar otra vez como di ante?

-Sí, sí.

Dice la perdiz:

-Así como yo chiflo vas a chiflar. Y vamos a seguir silbando y vos también vas a poder silbar.

¡Qué va poder silbar! Ya no podía, pus. Y la perdiz seguía silbando y él ya no.

María Manuela Herrera de García, 70 años. Ancocha. Atamisqui. Santiago del Estero, 1970.

Campesina rústica. Buena narradora.



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689. El zorro y la perdiz

SANTIAGO DEL ESTERO

Diz que el zorro almiraba a la perdiz porque silbaba. Y bueno, dispués le dice a la perdiz, le pidió que le enseñara a silbar. Y la perdiz dijo que bueno.

-Si quieres te enseño a silbar, pero te tengo que coser la boca -le dice.

Y el zorro le dijo que sí. Entonces la perdiz le cosió la boca por los dos lados con un hilo de cháguar188, porque el cháguar tiene hilos y son juertes.

Y bueno, le cosió. Y la perdiz le hizo una jugada. Le dijo al zorro que tenía que ir silbando por un caminito que había áhi, y que no deje de probar hasta que le salga bien el silbido. Y la perdiz se jue y se puso escondida, allí, por donde tenía que ir el zorro. Bueno... El zorro, entonce iba de aquí, silbando, silbando, contento, claro. Y cuando jue al punto de pasar por donde 'staba la perdiz, la perdiz pegó un volido, áhi, juntito al zorro. El zorro si asustó, si olvidó del silbido, y pegó el grito pa cazar la perdiz y se le descosió la boca y se le rajó más. Y áhi quedó peor que antes, y sin poder silbar más.

Felipe Lezcano, 73 años. Media Flor. Capital. Santiago del Estero, 1951.

Campesino muy buen narrador.



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690. La yuta

SANTIAGO DEL ESTERO

Diz que el zorro lo ha queríu cazar a la yuta189, y la yuta ha silbau. Y que al zorro le ha gustau el silbido y ha querido aprender a silbar así. Y que le dice a la yuta que le enseñe. Y que le ha dicho que tiene que coserse la boca. Y él ha dicho que bueno. Y que la yuta ha pedíu una hebra d'hilo pal zorro. Y que le ha cosíu la boca y que se ha escondíu en la costa del camino. Y que el zorro iba silbando: ¡Uik! ¡Uik! Y de lo bien que iba aprendiendo a silbar, la yuta que le ha volau encima, y que se ha sosprendíu el zorro y que abre la boca muy grande para cazarla. Y que se le ha rajau la boca. Y así no ha podíu silbar más.

Dominga Lezcano, 48 años. Quimilar. Ambargasta. Ojo de Agua. Santiago del Estero, 1951.



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691a. Atojan yutuan

Versión quichua


SANTIAGO DEL ESTERO

Kara atojan yutuan. Cudiciata apisakara kay atoj, yutu silbasqanta paypas silbanaasakara chaynata nipusakara:

-Yachachiay silbayta.

Y yutu nipusakara:

-Simiyki ancha atun, rini sirasoj.

Y buenoo -nisakara atojqa- y sirapusakara hiluan. Chaymanta a silbasakara atojqa siminta utulayachipuptin. Chaymanta yutu nipusakara:

-Na a aprendenki silbayta, riylla cheqallata silbaspalla.

Y atojqa silbas rin cheqallata y yutuqa ris suyan ñampi, güella costitapi, chaymanta yutuqa asustanaas paas atarin y atojqa asustakus qaparisakara y qaparisqampé siminta interota rajan.

Charayku atojqa kan ancha simin atun.

Jacinto Carpio, 69 años. Villa Salavina. Salavina. Santiago del Estero, 1951.

El narrador es bilingüe quichua-español, nativo de la región y semianalfabeto.

Narración tomada con la colaboración de Laureta Bravo, que habla quichua, es oriunda de Villa Salavina y Directora de la escuela local.



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691b. El zorro y la perdiz

Versión española del cuento


SANTIAGO DEL ESTERO

Era que el zorro tenía envidia de la perdiz, que podía silbar, y también él quería silbar igual, y después le dijo:

-Enseñame a silbar.

Y la perdiz le dijo:

-Tu boca es muy grande, te voy a coser.

-Y bueno -había dicho el zorro y le cosió con hilo.

Después silbó el zorro, su boca le habían achicado. Después la perdiz le había dicho:

-Ya has aprendido a silbar, vete no más derecho, silbando no más.

Y el zorro va derecho, silbando. Y la perdiz va, lo espera en el camino, juntito a la huella. Después la perdiz por asustarlo volando se levanta, y el zorro con el susto había gritado, y con el grito la boca entera se le rompió.

Por eso el zorro es de boca muy grande.

Jacinto Carpio, 69 años. Villa Salavina. Santiago del Estero, 1951.

El narrador, bilingüe, relata el cuento anterior en el español regional de su Provincia.

Villa Salavina, centro de la zona quichuizante de Santiago del Estero, es uno de sus pueblos más antiguos.



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692. El zorro y la perdiz

CATAMARCA

Había una vez un zorro que quería silbar como la perdiz. Entonces se hizo amigo di una perdiz. Entonces le ha dicho:

-Enseñame, amiga perdiz, a silbar. Así cantamos junto.

Entonce la perdiz li ha dicho que tiene que coserse la boca. Li ha dicho que se tiene que dejar un aujerito como pa que pase un chañar190.

El zorro si ha dejáu coser la boca. Dice qui ha empezau a silbar. Nu era un silbido, peru era un soplido como un silbido. Pero lo malo era que el pobre zorro cuasi no podía comer ni tomar agua. Ya andaba por morirse.

Una noche el zorro se jue a tomar agua. La perdiz si había escondíu atrás di unos montes. Y áhi lu 'bía asustau al zorro. Y el zorro comu andaba tan débil se 'bia asustau de golpe mucho y se li ha rajáu la boca y áhi si ha salváu, porque ha podíu tomar agua. Dice que la perdiz le 'bía preguntau:

-Amigo, ¿qué ti ha pasau?

Y él que 'bía dicho:

-Nada, amiga, que se mi ha rajau la boca hasta las orejas.

Emiliana Zobraga, 74 años. Londres. Belén. Catamarca, 1951.

Nativa rústica que habita en la región.



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693. El zorro y la perdiz

MENDOZA

Era la perdiz con el zorro.

-¿Cómo chiflás vos tan bonito? -que le dice el zorro a la perdiz.

El zorro le pidió que l'enseñe a chiflar. La perdiz le tenía miedo que la coma. Pero al fin le dice:

-Bueno, mirá, arrimate acá, a esta taula191. Yo te voy a coser la boca pa que chiflés igual que yo.

Le cosió la boca con un tiento. Y empezó el zorro a hacer juerza pa chiflar.

-Seguí chiflando, ya te va a salir como a mí el chiflido. Seguí, seguí chiflando. Sigamos por la vuelta192 y vos vas probando el chiflido.

Siguieron los dos por la vuella y el zorro iba queriendo sacar un chiflidito.

Quedate un momento, yo voy a seguir adelante -le dice la perdiz.

Bueno, siguió adelante. Después siguió el zorro. Iba dele ensayar el chiflido. Por allá 'tá escondida la perdiz. Cuando llega el zorro, la perdiz pega un volido. La desconoce el zorro y abre la boca para cazarla, y áhi se le raja la boca del todo, y se le acabó el chiflido.

Éste es el cuento de la perdiz y el zorro.

Florencia Lucero, 48 años. Potrerillos. Mendoza, 1951.

Campesina rústica.



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694. El zorro y la perdiz

MENDOZA

El zorro quería aprender a silbar como la perdiz. Entonce el zorro no tenía la boca chica. La perdiz le cosió la boca y le enseñaba a chiflar. Y el zorro chiflaba: ¡chus!... ¡chus!... Entonce ha veníu por un camino, el zorro. Ha veníu a deshora de la noche, el zorro, estudiando el chiflido, que él quería aprender. Y que venía dele trote no más. Cuando se le vuela la perdiz di abajo de él. El zorro si asusta, quiere cazar la perdiz y pega un grito ¡cuac!, y se le rajó la boca de oreja a oreja. Y de entonce el zorro tiene rajada la boca hasta los cormillos, y la perdiz jue la que lo sosprendió y l'hizo rajar la boca.

Máximo Reyes, 68 años. Las Cuevas. Tupungato. Mendoza, 1951.



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695. La perdiz y el zorro

SAN LUIS

Que el zorro la perseguía siempre a la perdiz por comeselá. Y andaba, andaba las vueltas el zorro, como hace. Que le dice un día a la perdiz:

-Venga, comadre -que le dice- ¡cómo sabe silbá tan lindo usté!

-Mire -que le dice-, si no me persigue usté más, yo le voy enseñar como va silbar.

-Bueno.

Entonce lu agarró, buscó unos lazos que les llamamos tientos y le cosió bien la boca, de los dos lados. Y le dejó un ahujerito chiquito. Y ya empezó el zorro, shich... shich... shich... Ya quería silbá, ya. Entonce la perdiz se voló por el camino más u menos que se iba ir el zorro. Y se echó abajo di una pajita.

Venía el zorro dele silbá. Cuando va echó la mano sobre la paja, se voló la perdiz. Y si asustó el zorro. Pegó un gritazo. Se descosió la boca hasta cerca de las orejas. Se bañó en sangre. Y desde entonce el zorro quedó bocón y ya no persigue más la perdiz pa que le enseñe a silbá, sinó pa cazala.

Julián Aguilera, 65 años. Las Barranquitas. Pringles. San Luis, 1971.

Excelente narrador.



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696. La zorra y la perdiz

SAN LUIS

Como la zorra es tan ardilosa193, quiso aprender a silbar como la perdiz, porque así las engañaba a las perdices y las cazaba mejor. La zorra le rogó tanto a la perdiz, que al fin dijo que güeno. Con mucha cautela le cosió la boca. Le dijo que probara. El zorro hizo fuerza para silbar y el silbido le salió bastante fino. Entonce la perdiz le dijo que ya había terminado el trabajo y se despidió. Entonces, de pícara la perdiz, se escondió por donde tenía que pasar el zorro, y cuando éste pasó, voló y le pasó rozando el hocico. Entonces el zorro, que no podía con su instinto, se olvidó que tenía la boca cosida y hizo el ademán de abrir la boca y de cazarla. Áhi se le rajó la boca muy grande y desde entonces le quedó así, la boca más grande que antes.

José Torres, 60 años. San José. Pringles. San Luis, 1940.

Lugareño de gran predicamento. Buen narrador.



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697. El zorro y la perdiz

SAN LUIS

Le preguntó el zorro a la perdiz que cómo hacía para silbar.

-Mire, señora Perdiz, ¿cómo hace para silbar tan finito? ¡Qué me gusta su silbido!

Porque el zorro abre la boca tan grande que asusta y sólo dice: ¡Cuac!...

-Es muy sencillo -le dice la perdiz-. Yo le enseño, si quiere.

-Y ¿cómo?

-Y bueno, le voy a dar unos pespuntes en la boca.

-Y güeno -dice.

Y buscó con qué coser, la perdiz. Y le comenzó a coser la boca al zorro. Y cuando le iba dando los hilvanes, le iba haciendo probar al zorro el grito, hasta que al fin ya le cosió tanto, que le quedó un aujerito en la boca, y le salió finito el grito.

-Ya puede silbar -le dijo.

Y la perdiz le hizo los pespuntes muy cerca de l'orilla de la boca, con la precaución, ¡esta bribona!, de que se le descuesa fácil. Y le dijo al zorro que haga fuerza de silbar hasta que le salga bien. Que vaya por el camino que él andaba siempre silbando.

-Y ¿por qué camino anda siempre usté?

El zorro le hizo seña por el camino que andaba porque ya no podía hablar. Y por áhi se fue silbando el zorro. Y por áhi le salió bastante bien. Y la perdiz fue y le cortó la retirada. Y se le allegó cerquita del sendero que éste iba a pasar. Y al mismo   —345→   tiempo que iba pasando le pegó un volido de sospresa194, y el zorro no pudo con su costumbre de cazar perdices, y hizo el ademán de cazarla. Y áhi se le cortaron todos los puntos y se le rajaron todos los ojales. Y áhi le quedó la boca más grande que ante. Y se le acabó el silbido.

Juan C. Ruarte, 66 años. Villa General Roca. Los Manantiales. Belgrano. San Luis, 1951.



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698. El zorro y la perdiz

SAN LUIS

Que andaba silbando la perdiz y que lo encontró al zorro, y que la saludó:

-¡Cómo le va comadrita! -que la trataba de comadre-. ¿Porqué no me enseña a silbar?

Entonce que le dice ella:

-Bueno, compadre, le voy a enseñar. Ya que me ha pedido le voy a cumplir.

Que la perdiz le tenía miedo y le tenía desconfianza. Y buscó unas raicitas finitas y que con una plumita del ala le cosió la boca. Y cuando le cosió le dijo que aprobara cómo le salía el silbido. Y aprobó el zorro y que le salía como un soplido. Entonce que la perdiz le decía:

-¡Pero, siga, siga ejercitando, ya va a ver que va a silbar bien!

Y seguía aprobando el zorro, y ¡claro! le salía grueso, pero ya se iba pareciendo al silbido. Y que siguió ejercitando. Qu' iba por un caminito, y que la perdiz se escondió, y voló con toda su fuerza, de intento, por sobre la cabeza del zorro. Y el zorro que si olvidó que iba silbando y le tiró el tarascón y se le rajó la boca de oreja a oreja. Y que por un tiempo el zorro no podía comer, y se le pasó la gana de aprender a silbar.

Leoncia de Morán, 46 años. Concarán. San Luis, 1951.

Lugareña. Buena narradora.



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699. El zorro y la perdiz

SAN LUIS

El zorro tenía envidia lo que la perdiz silbaba tan lindo y él no podía silbar. Por áhi se jue el zorro y se encontró con la perdiz, y le dice:

-¿Sabís que vos silbás muy lindo? Señorita, ¡yo quero que me enseñés a silbar!

Y entonces, la perdiz, muy asustada lo que li hablaba el zorro, le dice:

-Eso será lo de menos, pero hoy no tengo tiempo. Venga mañana a las ocho.

Y jue el zorro, y la perdiz se preparó con una auja con hilo. Y cuando volvió el zorro al otro día le dice:

-Yo le voy a coser bien la boca, y cuando tenga cosida la boca, yo le voy a enseñar lo que tiene que hacer.

Y le cosió la boca. Apenas le dejó un aujerito, que apenas podía resollar. Y le enseñó, y el zorro empezó a silbar.

Entonce le dice la perdiz:

-¡Tá muy bien! Siga no más que ya le va saliendo el silbido. Vayasé por este camino. Cuando vaya por tal parte, usté ya va a silbar mejor que yo.

Y se jue el zorro. Y la perdiz va y se le escondió en la oría195 del camino, cuando el zorro no la vido. Y cuando llegó al   —348→   punto, pegó un volido, la perdiz. Y el zorro pegó un salto y un grito, porque se olvidó que andaba aprendiendo a silbar, y la quiso cazar. Y se le rajó la boca hasta las orejas, y se le acabó el silbido, y no pudo silbar más.

Pedro Álvarez, 69 años. Buena Esperanza. San Luis, 1949.

Peón de campo. Buen narrador.



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700. El zorro y la perdiz

SAN LUIS

Quesque un día se le antojó al zorro aprender a silbar como la perdiz. Y que le pidió a la perdiz que le hiciera el gran favor de enseñarle. Que la perdiz le dijo que se tenía que coser la boca, porque así no podía silbar. El zorro ha consentido porque tenía muchas ganas de aprender a silbar finito. Y claro, el grito d'él es tan guaso, que dice, ¡cuác! ¡cuác!, solamente.

Y ya consintió el zorro, y la perdiz le cosió la boca y le dejó un aujerito chiquito. Que el zorro, en lugar de silbido, que hacía ¡chuz! ¡chuz! ¡chuz!, solamente.

-Ya va dando -que le decía la perdiz-. Siga no más probando que ya le va a salir.

Y que el zorro probando el silbido se iba por un caminito. Y claro, que ya se moría di hambre lo que hacía días que no probaba bocáu. Y va se escuende la perdiz entre unos yuyitos, y junto con lo que va llegando el zorro se vuela la perdiz. El zorro se sorprende y abre la boca pa cazarla, y que se le rajó la boca de oreja a oreja. Y ya que se quedó así pal resto de su vida y no aprendió más a silbar el zorro.

Prefiterio Heredia, 54 años. Las Cañas. San Luis, 1949.

Muy buen narrador.



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701. El zorro quiere aprender a silbar como la perdiz

CÓRDOBA

El zorro quería aprender a toda costa a silbar como la perdiz. Y le pidió por favor a la perdiz que le enseñe. Lo primero que le dijo la perdiz, que tenía que coserse la boca y dejarle un aujerito chico. Y el zorro dijo que sí. Entonce la perdiz agarró un tiento y le cosió la boca. Le dejó un aujerito de modo qui haciendo cartucho la lengua iba a chiflar. Y silbaba. Andaba meta silbar no más. Y iba por un caminito dele trote y silbando, y lo que iba voló la perdiz que áhi si había escondido. Y el zorro pegó un grito y la quiso cazar, y se le descosió del todo la boca.

Arturo Valentín Reina, 52 años. San Francisco del Chañar. Sobremonte. Córdoba, 1952.

Lugareño de cierta cultura. Buen narrador.



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702. El zorro quiere aprender a silbar como la perdiz

CÓRDOBA

-¡Cómo silbáis vos de lindo! -le dice el zorro a la perdiz-. ¿Cómo haría yo para silbar?

-Y, te cosís la boca -le dice la perdiz.

Bué... Y entonce la perdiz le cosió la boca con un hilo bien juerte. Y le dijo que tenía que probar hasta que aprendiera a silbar. Y ya iba aprendiendo a silbar. Bué... Y la perdiz jue y se escondió y él iba pasando por áhi. Y entonce voló de golpe y si asustó. Y quiso gritar y la quiso cazar y áhi se le rajó del todo la boca.

Robustiano Bustos, 66 años. Tulumba. Córdoba, 1952.

Lugareño rústico.



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703. El zorro quiere aprender a silbar como la perdiz

CÓRDOBA

Que el zorro la vía a la perdiz que tenía patitas tan blancas y que silbaba tan lindo. Y que se habían hecho compagres. Pero que la perdiz siempre le disparaba al compagre196, porque le tenía desconfianza. Y que el zorro era muy envidioso. Que un día dice:

-¡Tan lindo que silba mi comagre! Yo voy a silbar más lindo.

El zorro jue a buscar a la perdiz para pedíle que le enseñe a silbar. La perdiz le dijo que le teniya197 que coser la boca para que pudiera silbar. Y el zorro como teniya tantas ganas de silbar como la perdiz, le dijo que güeno. Y ya le dijo que venga al otro diya198 para buscar la proporción para cosele la boca.

Y va la perdiz y busca conque cosele la boca al zorro. Y que le dice a otra perdiz:

-Andá escondete allá, en aquellos yuyitos199, al lau del caminito éste. Yo lo voy a hacer ir a mi compagre por el caminito. Te escondís áhi pa que le salgáis de golpe y lu asustís.

Se jue la perdiz y se escondió.

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Que le ha cosido la boca al zorro, la comagre, y le ha dicho que tome por el caminito, y ensaye a ver si le sale solo, el silbido. Y que el compagre zorro ha empezado a silbar. Y que ya le iba saliendo el silbido, y él iba al trotecito por el caminito, y en eso que le ha volado la perdiz en las narices del zorro. Y que el zorro se ha pegado un susto, y justo con lo que ha dicho ¡cuaque!, se le ha rajau la boca y no ha podido silbar más.

Susana O. de Romero, 76 años. Alta Córdoba. Córdoba, 1952.

La narradora es mujer del pueblo, semianalfabeta. Buena narradora.



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704. El zorro quiere aprender a silbar como la perdiz

CÓRDOBA

Era un zorro que salió de viaje. Y la encontró a la perdiz. Y la perdiz, muy asustada, le dice:

-¿Adónde vas? Para que vos hagas viaje hay que coserte la boca. Para que no grites cuando te asustes y no te maten los perros.

-Sí -le dijo el zorro-, yo quiero silbar como vos. Así no corro peligro.

La perdiz le empezó a coser la boca.

-¡Ay! ¡Que me duele! No me cueso nada.

Pero la perdiz le siguió cosiendo la boca.

Después, el zorro se fue contento, porque le iba saliendo un gritito finito como un silbido. La perdiz si había escondido en el camino y le voló encima de la cabeza. Y el zorro si olvidó que tenía la boca cosida y la quiso cazar. Y áhi gritó ¡Guac! de dolor lo que quiso abrir la boca, y se le rajó la boca de oreja a oreja. Y ya no pudo silbar más.

Juan López, 40 años. Las Junturas. Río Segundo. Córdoba, 1952.

Lugareño de cierta cultura. Buen narrador.



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