|
Del blando lecho de Titón hermoso |
|
la sonrosada aurora |
|
gallarda se lanzó: rauda traspasa, |
|
precursora del astro refulgente, |
|
los piélagos de Tetis, |
5 |
|
y a los campos llegó que riega el Betis. |
|
|
Oye la lira y el cantar sonoro |
|
del inmortal Fileno (7), |
|
que la inocencia lamentó perdida; |
|
el vuelo enfrena, y al felice vate |
10 |
|
que admiración inspira, |
|
��Qué cantas, dice, en la templada lira? |
|
|
�Segunda vez, acaso, la inocencia, |
|
de la tierra alejada |
|
lamentas, o de nuevo el fiero trono |
15 |
|
que la superstición erige altiva |
|
y el negro fanatismo |
|
lanzas a la mansión del hondo abismo?� |
|
|
�No, le responde el vate, interrumpiendo |
|
su dulcísimo canto: |
20 |
|
el fiero monstruo que mi voz hundiera, |
|
para siempre le hundió: la virtud pura |
|
a la tierra tornada, |
|
tiene en ella por fin digna morada. |
|
|
Que Anfriso nace; y la virtud sublime, |
25 |
|
la cándida inocencia |
|
fugitivas doquier, buscando errantes |
|
asilo do morar, vieron su pecho |
|
y en su pecho anidaron, |
|
y virtud e inocencia le inspiraron. |
30 |
|
|
Este día feliz, cuyos albores, |
|
bella Aurora, derramas, |
|
le vio nacer: el caudaloso Betis, |
|
torciendo ufano su corriente pura, |
|
besar la cuna quiso |
35 |
|
do reposaba el envidiado Anfriso; |
|
|
y la orgullosa frente levantando, |
|
de laurel coronada, |
|
al sacro Tajo, al rápido Garona, |
|
y al Ródano y al Po y al Manzanares |
40 |
|
la vista audaz tendía, |
|
clamando ufano: ��La victoria es mía!� |
|
|
En su cándida mente el mismo Apolo |
|
la ternura derrama |
|
de Anacreón, y del sublime Horacio |
45 |
|
la poderosa enérgica armonía; |
|
baja del Pindo y llega |
|
y su templada cítara le entrega. |
|
|
Anfriso canta; y Píndaro y Horacio |
|
y cien vates y ciento |
50 |
|
cantan, y ceden al cantor del Betis, |
|
y la vencida cítara deponen; |
|
y el coro de Helicona |
|
su docta frente de laurel corona. |
|
|
Ya las cuerdas hiriendo dulcemente, |
55 |
|
las blandas guerras canta |
|
de la madre de amor; ya mas robusta |
|
la voz engrandeciendo, tu salida, |
|
del día precursora, |
|
mensajera del Sol, celeste Aurora. |
60 |
|
|
Canta la tolerancia (8), y a sus ecos |
|
la espelunca horrorosa |
|
crugiendo se desploma y sus ruinas |
|
y sus ministros bárbaros consume |
|
la hoguera aborrecida |
65 |
|
en su seno por siglos encendida. |
|
|
Pregunta al justo quién el dulce encanto |
|
de la virtud divina |
|
en su pecho inspiró: pregunta al malo |
|
quién su maldad impávido combate; |
70 |
|
pregunta a los pastores |
|
si amores sienten cuando canta amores. |
|
|
A mi pecho pregunta, do se anida |
|
inextinguible fuego |
|
de sagrada amistad. Sí, caro Anfriso, |
75 |
|
tuya es mi voz, mi dulce risa tuya, |
|
tuyo mi triste llanto. |
|
Mi voz remedo informe de tu canto.� |
|
|
Dijo Fileno; y con el plectro de oro |
|
hirió la acorde lira; |
80 |
|
y en los senos del Betis cristalino |
|
el canto resonó. La frente alzando |
|
el Dios lo escucha atento: |
|
callan las aves: enmudece el viento. |
1823. |
|
Hijos de Iberia: los que el muro alzado |
|
circunda invicto de la gran Sevilla: |
|
los que enfrena en su término sagrado |
|
del gaditano mar la ardiente orilla: |
|
noble gallego: cántabro esforzado: |
5 |
|
los que sustenta la feraz Castilla: |
|
mi voz por vuestros campos se dilate; |
|
la lira pulse el inspirado vate. |
|
|
No el sangriento laurel bañado en lloro, |
|
que orló la frente al vencedor de Jena, |
10 |
|
cantaré, �oh patria!, que mi lira de oro |
|
nunca entre horror y mortandad se suena. |
|
No el brazo vengador que al torvo moro |
|
lanzó de Libia a la abrasada arena; |
|
ni al tremendo cañón de Navarino, |
15 |
|
la rota entena, el abrasado lino. |
|
|
Otro eternice su funesto nombre, |
|
cuando las lides y la muerte entona, |
|
y al escucharlo en el hogar se asombre, |
|
y al hijo estreche la infeliz matrona: |
20 |
|
jamás el hombre degollando al hombre |
|
en los horrendos campos de Belona |
|
a mi blando laúd fue digna hazaña: |
|
pueblos, yo canto al bienhechor de España. |
|
|
Tú, numen tutelar del pueblo ibero; |
25 |
|
tú, domador de la morisma impía, |
|
que en la mezquita del alarbe fiero |
|
los pendones dejaste de María; |
|
tú, que a Fernando el áspero sendero |
|
mostrar supiste que al empíreo guía, |
30 |
|
tú me inspira, y mi voz al aire dando, |
|
cantaré las virtudes de Fernando. |
|
|
A la sombra de un sauce reclinado, |
|
que retrata en su linfa Manzanares, |
|
do en otro tiempo el corazón llagado |
35 |
|
se exhalaba en tristísimos cantares; |
|
al dulce olor del viento embalsamado, |
|
libre el pecho de bárbaros pesares, |
|
el astro hermoso de la luz miraba, |
|
que a los mares atlánticos bajaba. |
40 |
|
|
Entre celajes su encendida hoguera |
|
por el ancho horizonte se derrama, |
|
y al terminar la plácida carrera, |
|
templada brilla su fulgente llama: |
|
el fuego inspirador mi pecho altera; |
45 |
|
la voz se eleva, el corazón se inflama; |
|
y arrebatada vuela mi memoria |
|
a los pasados siglos de la historia. |
|
|
Miro a Régulo impávido marchando, |
|
entre el clamor de la llorosa plebe, |
50 |
|
donde el fiero sayón le está esperando |
|
y perecer entre tormentos debe: |
|
a Aníbal miro con su hueste hollando |
|
de las alpinas cumbres la honda nieve; |
|
y a un ejército entero haciendo frente |
55 |
|
a Cocles miro en el cortado puente. |
|
|
Vagaba así mi ardiente fantasía; |
|
y entre el bullir de las inquietas olas |
|
Manzanares su frente descubría, |
|
coronada de juncos y amapolas; |
60 |
|
en la siniestra mano suspendía |
|
el blasón de las armas españolas: |
|
así suena su voz; y humilde para |
|
su blando ruido la corriente clara. |
|
|
��Por qué de Roma tu ofuscada mente |
65 |
|
hazañas busca en la remota historia? |
|
�Para asombrar a la futura gente |
|
no basta acaso la española gloria? |
|
Cuando virtud y honor tu lira intente |
|
eternizar del mundo en la memoria, |
70 |
|
los campos corre de la madre España |
|
y cada monte te dirá una hazaña. |
|
|
Tiende la vista a la encumbrada peña |
|
donde el Astur su independencia adora; |
|
mira de Cristo a la triunfante enseña |
75 |
|
despavorida la falange mora: |
|
mira humillada la soberbia isleña |
|
ante la ibera hueste vencedora: |
|
el abatido orgullo de la Francia, |
|
los abrasados techos de Numancia. |
80 |
|
|
Mas �ay! �qué grito de victoria suena |
|
al repetido herir del arpa de oro? |
|
�Por qué el ronco cañón súbito truena? |
|
�A quién celebra el matritense coro? |
|
�Oyes el himno que los aires llena? |
85 |
|
�Oyes del parche el retumbar sonoro, |
|
y en las torres del templo estremecido |
|
el trémulo sonar del bronce herido? |
|
|
Victoria clama al inmortal Fernando |
|
la campiña en que el Ebro se derrama; |
90 |
|
el clarín de la fama retumbando, |
|
�Gloria a Fernando! por los aires clama. |
|
Llegó, miró, triunfó; pero triunfando, |
|
no la venganza el corazón le inflama, |
|
que si humillarlos el monarca anhela, |
95 |
|
también Amalia a perdonarlos vuela. |
|
|
En el regazo de la paz amiga |
|
la venturosa España reposaba; |
|
el labrador descanso a su fatiga |
|
en el hogar pacífico encontraba; |
100 |
|
con blando susurrar la rubia espiga |
|
el inocente céfiro halagaba; |
|
y el libre arroyo, rápido saltando, |
|
iba las florecillas salpicando. |
|
|
Truena indignada la tartárea roca, |
105 |
|
y envuelto lanza en encendida nube |
|
del negro Averno la escondida boca |
|
al triste mundo el infernal querube: |
|
muere la hierba que su planta toca; |
|
el ronco ahullido hasta el empíreo sube; |
110 |
|
y vuela ardiendo en furibunda saña |
|
a los campos católicos de España. |
|
|
De su fétido aliento el soplo inmundo |
|
los catalanes campos infestando, |
|
vierte el veneno que abortó el profundo |
115 |
|
en corazones que rigió Fernando. |
|
Guerra declara al angustiado mundo: |
|
fiero convoca el seducido bando: |
|
su voz envuelta en macilenta llama, |
|
�Victoria al Orco! enronquecida clama. |
120 |
|
|
Su voz retumba en la celeste almena, |
|
do resplandece el serafín armado: |
|
en la diestra del Dios que el mundo truena |
|
el rayo vengador bulle indignado. |
|
No a quebrantar la bárbara cadena |
125 |
|
vuela otra vez el escuadrón alado: |
|
Tú, Fernando, serás, dijo el Eterno; |
|
y temblaron las huestes del Averno. |
|
|
Entre los brazos de su dulce esposa, |
|
Fernando oyó la voluntad del cielo: |
130 |
|
al campo va, y Amalia congojosa |
|
en llanto de dolor inunda el suelo. |
|
�Marcha, le dice, y de la paz hermosa |
|
torna a la Iberia el bienhechor consuelo: |
|
la verde oliva enlaza a tu corona: |
135 |
|
vuela, esposo, a triunfar; triunfa y perdona.� |
|
|
No armando el brazo de tajante acero |
|
hiere el bridón con bélico acicate: |
|
no circundado de escuadrón guerrero |
|
lánzase airado al funeral combate: |
140 |
|
inerme y solo en el tumulto fiero |
|
su noble frente al sedicioso abate; |
|
y huye, la rabia inútil exhalando, |
|
el infernal espíritu bramando. |
|
|
Huella Fernando la extinguida tea, |
145 |
|
y el rayo de la paz brilla más puro; |
|
ni en sangre tinta la campaña humea, |
|
ni ostenta escombros de rompido muro. |
|
El pendón de concordia al aire ondea, |
|
al ronco retumbar del bronce duro; |
150 |
|
y entre el rumor de armónicos cantares |
|
torna Fernando a sus augustos lares. |
|
|
Por contemplar su rostro soberano, |
|
�cuál corre el pueblo con ardiente anhelo |
|
y en sus trémulos brazos el anciano |
155 |
|
alza gozoso al tierno nietezuelo!... |
|
Pulsa el laúd; que si el acento humano |
|
a tanto puede remontar su vuelo, |
|
tu canto, por la fama conducido, |
|
vencerá las injurias del olvido. |
160 |
|
|
Yo cantaré mientras la mente mía |
|
el soplo celestial fecundo inflame |
|
y el puro rayo del luciente día |
|
en mí su influjo inspirador derrame. |
|
Por cuanto el claro sol su luz envía, |
165 |
|
tu triunfo, �oh rey!, el universo aclame: |
|
tú enjugaste de Iberia el triste llanto: |
|
tuya es mi débil voz; tuyo mi canto. |
|
|
Tú, dulce Amalia, de virtud modelo; |
|
tú, del pueblo español amparo y guía, |
170 |
|
a quien su lumbre inspiradora el cielo |
|
y su arpa de oro el serafín confía; |
|
si de tu voz el remontado vuelo |
|
seguir intenta osada la voz mía, |
|
grato será a tu pecho generoso; |
175 |
|
que glorias canto de tu dulce esposo. |
|
|
A ti, padre del pueblo que te adora, |
|
lleguen los ecos de mi humilde lira; |
|
y mi voz de los siglos vencedora |
|
será, gran rey, si tu virtud me inspira. |
180 |
|
Ya del ocaso a la radiante aurora |
|
la ilustre gloria de tu nombre gira: |
|
ya por los aires resonar se escucha: |
|
��Gloria inmortal al que venció sin lucha!� |
Agosto de 1828. |
AMOR, HIMENEO |
AMOR |
Numen que el mundo adora y aborrece, |
|
Himeneo tirano, |
|
destructor inhumano |
|
de la hermosura que mi imperio ofrece, |
|
�qué te conduce aquí? �Tornas de nuevo |
5 |
|
con tu falaz promesa |
|
de falsas alegrías, |
|
de caducos placeres, |
|
y de las ninfas mías |
|
la más hermosa arrebatarme quieres? |
10 |
|
|
Alado cefirillo, |
|
yo haré que eternas, espirando olores, |
|
vivan las gayas flores |
|
de ese pensil donde contento vagas, |
|
si vuelas hoy al bárbaro Himeneo |
15 |
|
y el ala bates y la antorcha apagas |
|
que entre sus manos agitarse veo. |
|
|
Terrible Dios, �piedad! Esa Filena |
|
es la columna del imperio mío: |
|
su palpitante pecho es la azucena |
20 |
|
donde oculto me río |
|
acechando rebeldes corazones |
|
que hieren mis arpones |
|
y rindo por despojos |
|
a la celeste lumbre de sus ojos. |
25 |
|
|
�Has visto al huracán enfurecido, |
|
que con bramido ronco |
|
en el vergel florido |
|
abate el verde tronco |
|
que sustentaba ufano |
30 |
|
tres hermosos claveles? |
|
Pues tú, numen tirano, |
|
tú eres el huracán de mis vergeles, |
|
tú destrozas mis flores, |
|
tú dejas �ay! el mundo sin amores. |
35 |
|
|
Tente, importuna Aurora, |
|
funesta precursora |
|
del malhadado día; |
|
tente, no alumbres la desdicha mía. |
|
Contempla de tu esposa, |
40 |
|
feliz Titón, la cándida hermosura; |
|
no permitas que parta presurosa, |
|
y con amantes lazos |
|
estréchala en tus brazos; |
|
nadie sus quejas alzará al Olimpo; |
45 |
|
que cuando asoma a la afligida tierra, |
|
su antorcha alumbra sólo |
|
rencor y llanto y dolo, |
|
y negro crimen, y sangrienta guerra. |
|
�Inútil demandar! Por el Oriente |
50 |
|
la pérfida, anunciando el triste día, |
|
muestra su faz riente. |
|
�Oh desventura mía! |
|
�Es ella, sí!... Ni escucha mis gemidos, |
|
ni le duele mi pena... |
55 |
|
�Lució! �Lució! -Funesto en mis oídos |
|
el canto epitalámico resuena. |
|
�Adiós, crudo Himeneo! |
|
Yo parto: vendrá un día |
|
en que la ausencia mía |
60 |
|
despierte tu dolor. |
|
Que nunca a tus esposos |
|
darás dulces instantes, |
|
si no los hace amantes |
|
la flecha del Amor. |
65 |
|
HIMENEO |
Bellas ninfas del patrio Manzanares, |
|
a Himeneo cantad. -La linda Aurora, |
|
de los tranquilos mares desprendida, |
|
se alza al Olimpo ya, y al Dios del rayo |
|
del nuevo Sol anuncia la salida. |
70 |
|
�Sol de Himeneo, ven! Tu inmensa llama |
|
del enlace dichoso |
|
digna antorcha será: tu lumbre pura |
|
que el universo llena |
|
refleje de Filena |
75 |
|
la cándida hermosura. |
|
El sí pronuncia; y de carmín bañada |
|
la nieve de su frente, |
|
dirige su mirada |
|
placentera, inocente, |
80 |
|
al esposo felice, |
|
y �tuya soy� le dice. |
|
En sus amantes brazos se reclina, |
|
y al beso conyugal modesta ofrece |
|
la púdica mejilla ruborosa, |
85 |
|
como al soplo del céfiro se mece |
|
sobre tallo gentil purpúrea rosa. |
|
No apagues la pura llama |
|
que en su corazón ardía, |
|
si tú la victoria mía |
90 |
|
quieres, Amor, coronar. |
|
Guarda benigno en su pecho |
|
de tu dulce fuego un rayo, |
|
como alumbra el sol de mayo, |
|
que brilla sin abrasar. |
95 |
|
AMOR |
�A qué me llamas? De tu triunfo goza, |
|
y gózate en mi duelo; |
|
que yo al regazo de mi madre vuelo. |
|
HIMENEO |
�Yo en tu duelo gozar! �Yo que mi triunfo |
|
a coronar te llamo! |
100 |
|
�Qué es sin ti mi poder? �Qué es Himeneo |
|
si en torno Amor no vuela? |
|
�Raudal fecundo que el invierno hiela! |
|
Mil veces de tus ninfas |
|
dispuse a mi placer; �en cuántos pechos |
105 |
|
arde la dulce llama |
|
de conyugal amor, y de tu templo |
|
por siempre los robé! Nunca en tu rostro |
|
el llanto ni la pena... |
|
AMOR |
�Ay que no me robabas a Filena! |
110 |
|
el lindo pie de Amira, |
|
cuando en la danza volador giraba, |
|
un corazón me daba; |
|
los ojos de Glicera, |
|
cuando vivas centellas despedían, |
115 |
|
un pecho me rendían; |
|
el cabello de Lesbia, |
|
cuando al soplo del céfiro ondeaba, |
|
un alma me entregaba; |
|
mas �ay! en mi Filena |
120 |
|
el talle, el pie, los ojos, el cabello, |
|
todos eran arpones, |
|
todos me cautivaban corazones. |
|
�Tirano! �Y tú me robas |
|
la que más triunfos a mi imperio daba! |
125 |
|
�Adiós! En esta encina |
|
el arco inútil colgaré y la aljaba. |
|
Yo parto: Amor ausente |
|
la rosa virginal de su inocencia |
|
no verá deshojar... |
|
HIMENEO |
Amor, detente. |
130 |
|
Cuelga a tus hombros la dorada aljaba, |
|
vuelve a empuñar el arco omnipotente. |
|
No cual ciego imaginas |
|
tu imperio feneció. La vista torna: |
|
mis ninfas peregrinas |
135 |
|
tus leyes obedecen, |
|
y a las agudas puntas de tus flechas |
|
el inocente corazón ofrecen. |
|
Y crecerá tu imperio. -De Filena |
|
el escondido porvenir dudoso |
140 |
|
yo en las obscuras páginas he visto |
|
del destino inmutable y misterioso. |
|
Larga prole de hermosas dar promete |
|
a su materno amor: que tuyas sean; |
|
para ti crecerán, en hermosura |
145 |
|
iguales a Filena, |
|
de candor, de virtud, de gracia ejemplo; |
|
y en sazonado fruto |
|
yo cien Filenas te daré en tributo |
|
por una sola que robé a tu templo. |
150 |
|
Injusto dios vendado, |
|
de este modo Himeneo |
|
la ruina de tu imperio ha decretado. |
|
|
�Has visto al huracán enfurecido |
|
arrebatar bramando |
155 |
|
la rosa nacarada, |
|
honor de la pradera, |
|
del ámbar perfumada |
|
aliento de la dulce primavera? |
|
La roba, sí; mas por el blando suelo |
160 |
|
sus pétalos derrama, |
|
y al punto brota la fecunda tierra; |
|
y el campo engalanado |
|
así cien flores goza |
|
por una flor que el huracán destroza. |
165 |
|
AMOR |
�Qué flor en mis vergeles |
|
igualará a la flor que tú me robas? |
|
Mi poder acabó: rebelde el mundo |
|
burlará mi cadena. |
|
Mortales, respirad: perdí a Filena. |
170 |
|
HIMENEO |
No la perdiste, Amor. -Si es tu deseo |
|
sólo flechar incautos corazones, |
|
no la perdiste, Amor. |
|
AMOR |
�Habla, Himeneo! |
|
HIMENEO |
Nuestro poder unamos |
|
y de Filena hermosa |
175 |
|
el tormento y placer del mundo hagamos. |
|
Yo su mirada artera, |
|
su sonrisa hechicera, |
|
su habla encantadora, |
|
su mano de marfil, su pie gallardo, |
180 |
|
te cedo desde ahora: |
|
sólo su corazón para mí guardo. |
|
Escóndete en la nieve de su pecho, |
|
asesta tus arpones, |
|
cautiva corazones: |
185 |
|
cien amantes heridos |
|
adórenla rendidos; |
|
y a la virtud ligada |
|
por mágica cadena, |
|
a su esposo no más ame Filena. |
190 |
|
AMOR |
Ven, hermano de Amor, ven a mis brazos. |
|
�Oh dicha inesperada! |
|
�Qué otra victoria a mi poder agrada? |
|
Herir sin ser herida |
|
es de mis ninfas ley: ame en buen hora |
195 |
|
a su feliz esposo; |
|
que a mí me basta, oculto entre los rizos |
|
de su negro cabello, |
|
o en los hoyuelos de su dulce risa, |
|
ostentar mi poder flechando el seno |
200 |
|
de cien y cien amantes, |
|
que caigan delirantes |
|
a sus plantas rendidos, |
|
y de amor y desdén a un tiempo heridos. |
|
HIMENEO |
�Oh venturosa unión! -Llévense luego |
205 |
|
los vientos del olvido |
|
la contienda fatal. -Amor, volemos; |
|
y el tálamo de rosas coronando, |
|
el enlace feliz juntos cantemos. |
|
Bajad, del sacro Olimpo |
210 |
|
alados moradores. |
|
AMOR |
El lecho orlad de flores, |
|
ministros del amor. |
|
HIMENEO |
Goce Filena hermosa |
|
perpetua primavera. |
215 |
|
AMOR |
Nunca su pecho hiera |
|
la espina del dolor. |
|
HIMENEO |
Yo haré que en dulce dicha |
|
correr sus años mire. |
|
AMOR |
Yo haré que el orbe admire |
220 |
|
su mágica beldad... |
|
HIMENEO |
No perderá su talle |
|
la esbelta gentileza. |
|
AMOR |
Triunfará su belleza |
|
del tiempo y de la edad. |
225 |
|
EL POETA |
Y tú perdona si mi humilde lira |
|
tu hermosura a cantar y la alta pompa |
|
de tus ilustres bodas hoy se atreve. |
|
Cese ya la ficción: no es a Filena |
|
a quien mi canto suena: |
230 |
|
a ti, Señora, que la noble frente |
|
de majestad y de candor ceñida |
|
entre hermosuras tantas, |
|
gloria y adorno de Madrid, levantas, |
|
cual suele en la pradera |
235 |
|
cuando a la excelsa nube |
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alto ciprés entre tomillos sube. |
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Tu frente, sí, tu frente a quien por alto |
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misterioso decreto roba el cielo |
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la diadema esplendente |
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que de tu grande abuelo |
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el Sabio Alfonso coronó la frente (10). |
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Mas qué digo, insensato. -�Acaso pudo |
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el imperio arrancarte? |
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Natura te le da. -Mira a tus plantas |
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si la sangre real hierve en tus venas |
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y te agradan despojos |
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cuantos te ven, vasallos de tus ojos. |
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�Ay! No vuelvas, Señor, tu rostro airado |
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a un pecador contrito. |
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Ya abandoné, de lágrimas bañado, |
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la senda del delito. |
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Y en ti, humilde, �oh mi Dios!, la vista clavo, |
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y me aterra tu ceño; |
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como fija sus ojos el esclavo |
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en la diestra del dueño. |
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Que en dudas engolfado, hasta tu esfera |
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se alzó mi orgullo ciego, |
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y cayó aniquilado cual la cera |
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junto al ardiente fuego. |
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Si en profano laúd lanzó mi boca |
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torpes himnos al viento, |
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yo estrellaré, Señor, contra una roca |
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el impuro instrumento. |
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Levántate del polvo, arpa sagrada |
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henchida de armonía. |
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Y tú, por el perdón purificada, |
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levántate, alma mía. |
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Y yo también al despuntar la aurora, |
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y por el ancho mundo |
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cantemos de la diestra vengadora |
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el poder sin segundo. |
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Te cantaré, �oh mi Dios!, cuando te plugo |
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bajo tu amparo y guía |
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a Israel acoger, que bajo el yugo |
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de Faraón gemía. |
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Del tirano en el pecho diamantino |
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pusiste fiero espanto. |
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Tembló: tu brazo conoció divino; |
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soltó tu pueblo santo. |
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El mar lo vio y huyó: de enjuta arena |
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ancha senda le ofrece: |
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síguelo Faraón... -La mar serena |
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lo traga, y desparece. |
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Violo el Jordán, y huyó: monte y collado, |
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cual tierno corderillo, |
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saltaron de placer: el risco alzado, |
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cual suelto cabritillo. |
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�Oh mar! �Por qué tus aguas dividiste |
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y a Faraón tragaste? |
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�Por qué, humilde Jordán, retrocediste? |
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Monte, �por qué saltaste? |
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Ante el Dios de Jacob tembló la tierra; |
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las trompetas sonaron; |
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parose el sol, y Gabaón se aterra; |
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�y los tuyos triunfaron! |
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Y brotaste, Señor, de piedra dura |
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agua en mansa corriente, |
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y aplacó de tu pueblo su dulzura |
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allí la sed ardiente. |
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�Canta, Israel, al Justo, al Fuerte, al Santo, |
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al que enjugó tu lloro: |
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acompañe la cítara tu canto, |
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y el tímpano sonoro.� |
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Lánzase al hondo mar, con mente ciega, |
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osado el marinero, |
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y pide al polo el que la mar le niega |
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ya borrado sendero. |
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Huye a tu voz el céfiro suave; |
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y el hondo mar turbando |
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cruzan los vientos, y la triste nave |
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combaten rebramando. |
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Ya sube al firmamento, ya desciende |
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al abismo horroroso; |
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ruge el trueno: veloz el aire hiende |
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tu rayo fragoroso. |
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Gime el nauta y te implora, y aplacado |
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lo miras con ternura. |
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El vendaval es céfiro: el hinchado |
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mar, tranquila llanura. |
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�Canta, Isabel, al Justo, al Fuerte, al Santo, |
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al que enjugó tu lloro: |
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acompañe la cítara tu canto, |
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y el tímpano sonoro.� |
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Los tiranos del mundo en liga impía |
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para el mal se adunaron, |
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y a la incauta Israel: ��Dios nos envía!� |
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desde el solio gritaron. |
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Y entre sí concertados: �Fiera lucha |
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al justo renovemos: |
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blasfememos, que Dios no nos escucha: |
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dios no ve: degollemos.� |
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Dijeron, y no son. -Su raza impía |
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cual humo se deshizo. |
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�No oirá quien dio el oído? �No vería |
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el que los ojos hizo? |
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�Canta, Israel, al Justo, al Fuerte, al Santo, |
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al que enjugó tu lloro: |
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acompañe la cítara tu canto, |
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y el tímpano sonoro.� |
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Los impios que tus casas allanaron |
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de uno al otro horizonte, |
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y con hachas sus puertas destrozaron |
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como leña del monte; |
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los fuertes, que se alzaban cual montaña |
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que a las nubes se eleva, |
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desparecieron como débil caña |
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que el huracán se lleva. |
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Los robustos de Edón y los tiranos |
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de Moab �qué se hicieron? |
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El Señor los miró, y abrió sus manos, |
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�y al abismo se hundieron! |
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�Canta, Israel, al Justo, al Fuerte, al Santo, |
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al que enjugó tu lloro: |
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acompañe la cítara tu canto, |
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y el tímpano sonoro.� |
1826. |
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No muera, amigos, en el pecho helado |
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tímido el fuego creador del genio: |
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llega el momento en que la lira el libre |
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cántico suene. |
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Ese que os hizo de abundante vena |
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rico presente la deidad del Pindo, |
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no es vuestro sólo; de la patria es feudo: |
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ella lo pide. |
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��Ay! �De la patria!..., preguntar os oigo: |
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�Dó está la patria?... Al corazón no llega |
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del que contento en la cadena vive |
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himno sonoro. |
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Francia que el trono de ignominia, alzado |
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de Waterloo sobre los muertos héroes |
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fiero padrón de servidumbre indigna |
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rompe y sepulta. |
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Francia en buen hora renacer la dulce |
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lira contemple en que cantaba Horacio |
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rotos al bote de romana lanza |
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Partos y Medos. |
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Goce al cantor de las Mesenias (11), goce, |
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Alfonso (12), tu gigante numen; |
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Píndaros tenga la que tiene tantos |
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héroes cual hijos. |
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�Ay de nosotros! -Sobre todos cruje |
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látigo alzado déspota altanero, |
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y hunde en el polvo y con la planta huella |
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liras y leyes.� |
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Sí; mas la Musa que inspiró el robusto |
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son que la trompa eternizó de Herrera, |
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cuando Lepanto enrojeció con turca |
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sangre sus olas; |
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y la que tierna suspiró en Rioja, |
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la que del Tormes encantó las aguas, |
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todas llorosas os demandan nuevas |
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aras y culto. |
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�Jóvenes, dicen, a la dulce sombra |
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de ese laurel que vuestra frente anhela, |
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santa amistad y poesía junten |
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vates hermanos. |
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Harto las iras de belleza ingrata |
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supo ablandar enamorado canto, |
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y vuestra lira enguirnaldó de rosas |
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alma ciprina. |
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Otros acentos las Pimpleas aman, |
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cuando despunta suspirada aurora, |
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pruebe a lanzar el inflamado plectro |
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ronca tirteida. |
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�Veis? Ya Pirene de sus cumbres lanza |
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hijos de Iberia que a salvarla vienen (13). |
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�Veis? Ya el tirano en su caduco trono |
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pálido tiembla. |
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�Caros alumnos! A la nueva patria, |
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ya desligada de servil coyunda, |
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himnos de gloria y libertad la corva |
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cítara ensaye.� |
Madrid, 1830. |