Escena III
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FORTÚN sale acompañando
a DON ANTONIO y se retira a un lado.
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DON ANTONIO.- |
Dios os guarde don Rodrigo. | |
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DON RODRIGO.- | Me es sensible
y enojoso | | el turbar vuestro reposo, | | que aunque juez
soy vuestro amigo. | | Mas es de mi obligación | | el
proseguir según ley, | | y así lo ha mandado
el Rey, | | haciendo la información. | |
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DON ANTONIO.- |
Nada tengo que añadir | | a lo que dije otra vez.
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DON RODRIGO.- | Pensadlo con madurez, | | porque lo podéis
sentir. | |
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DON ANTONIO.- | En lo dicho me mantengo, | |
y repetíroslo puedo; | | en la muerte de Escobedo
| | ninguna culpa yo tengo. | |
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DON RODRIGO.- | Pues las pruebas
presentad | | que del crimen os releven, | | que yo fiel
haré que lleguen
| | |
—37→
| al punto a su majestad. | |
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DON ANTONIO.- |
¡Yo le haría temblar con una | | (Aparte.) | si rompiese
el juramento! | |
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DON RODRIGO.- | Pérez, mirad que
el tormento... | |
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DON ANTONIO.- | Vázquez, no tengo
ninguna. | |
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DON RODRIGO.- | Me causa mucho pesar, | | mas
vos me habéis obligado... | | En el potro colocado
| | el tormento os hará hablar. | |
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DON ANTONIO.- |
Si hoy por vos mi causa corre, | | mirad, Vázquez,
cómo obráis, | | que es muy fácil que
vengáis | | pronto a parar a esta torre. | |
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DON RODRIGO.- |
Tranquila está mi conciencia; | | en nada ofenderos
quiero. | |
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DON ANTONIO.- | Aunque aquí estoy prisionero,
| | el Rey sabe mi inocencia. | |
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DON RODRIGO.- | ¿Os obstináis
en callar? | | Por vez última os lo digo | | como
juez y como amigo. | |
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DON ANTONIO.- | Nada más tengo
que hablar. | |
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DON RODRIGO.- | Fortún, llevadle al
tormento. | |
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DON RODRIGO.- |
Sí, y lo previene la ley, | | que es de probanza
instrumento. | |
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DON ANTONIO.- | Ley tiránica e impía,
| | que pruebas quiere encontrar | | en lo que hace al hombre
hablar | | en el potro la agonía. | | Cuando ya el
dolor cruel | | del hombre las fuerzas mengua, | | por su balbuciente
lengua. | | habla el verdugo, no él. | |
|
|
DON RODRIGO.- |
Cuando en el poder estabais | | y en la privanza del Rey
| | esa tiránica ley | | vos mismo cumplir mandabais;
| | que la gente cortesana, | | creyendo eterno el poder,
| | dicta leyes sin temer
| | |
—38→
| que ha de cumplirlas mañana.
| |
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DON ANTONIO.- | Pronto al poder volveré: | | ¡Vázquez,
mirad lo que hacéis! | |
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DON RODRIGO.- | Bien vos mismo
lo sabéis, | | la ley recto cumpliré. | |
|
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DON ANTONIO.- |
Pues entonces, don Rodrigo, | | decidido estoy a hablar.
| | Mas os he de hacer temblar: | | atended a lo que os digo.
| | El Rey... ¡Y lo que ofrecí...! | | (Aparte.) |
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DON RODRIGO.- |
Proseguid, que estoy atento. | |
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DON ANTONIO.- | No... ¡jamás!
| Pues
al tormento. | |
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(DON ANTONIO en el momento en que FORTÚN
le entra violentamente al cuarto de la izquierda, donde se
supone el tormento, dice:)
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Escena VII
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ÁLVAREZ
y el EMBOZADO.
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EMBOZADO.-
¡Y así es! |
ÁLVAREZ.-
(Asustado.)
¡Vive Dios...! si hubiera hablado mal de vuestra
persona... seguramente... |
EMBOZADO.-
¡Que no lo hubieras hecho
por segunda vez! |
ÁLVAREZ.-
Vuestro amigo... o lo que
sea.... deberá de alegrarse hoy mucho con vuestra
presencia. ¡Ha sufrido tanto en el tormento...! |
EMBOZADO.-
Lo sé. |
ÁLVAREZ.-
¡Lo sabíais ya...!!
¡pero el hombre es firme... tiene mucho tesón... aragonés...!
yo en su lugar hubiera mil veces dicho... |
EMBOZADO.-
¿Qué...?
¿qué hubieras dicho? |
ÁLVAREZ.-
Lo que dicen
las gentes, que la muerte de Escobedo fue mandada ejecutar
por... |
EMBOZADO.-
¡Silencio! ¡miserable...! ¿Sabes que ese
sólo pensamiento es bastante para hacer derribar la
cabeza de tus hombros antes que tus labios puedan tener lugar
para expresarlo? |
ÁLVAREZ.-
¡Vaya...! ¡no porque seáis
algún grande y poderoso señor de la corte creáis
que podéis intimidar a un infeliz carcelero...! Felipe
II es el padre de sus vasallos, y no hace rodar las cabezas
sino de los herejes y de los asesinos... |
EMBOZADO.-
Tú
lo eres. |
ÁLVAREZ.-
(Muy inmutado.) ¡Yo hereje!! |
EMBOZADO.-
¡No... asesino...! hace veinte y cuatro años... el
día 19 de julio de 1569... |
ÁLVAREZ.-
(Temblando.)
La víspera de la muerte del Príncipe don Carlos...
|
EMBOZADO.-
Justamente. Su confesor... un canónigo,
llamado Ciprián de Valera, fue muerto a puñaladas
cuando se hallaba orando en la ermita del Santo Isidro, patrono
de Madrid... Su cuerpo fue sigilosamente sepultado en la
rivera derecha del Manzanares... al pie de un crecido álamo...
el asesino...
|
—42→
|
ÁLVAREZ.-
(Confuso.) ¡Debe de ser este
hombre alguna potestad del infierno, según el irresistible
dominio que ejerce en mi alma leyendo en ella lo que casi
yo mismo había olvidado...! Por piedad... quien quiera
que seáis, compadecedme... yo os obedezco, ¿qué
queréis...? |
EMBOZADO.-
Nada... hacerte conocer que
el crimen más ignorado es fácil que pueda aparecer
sobre la tierra, así como el lago más hondo
arroja al cabo de algún tiempo el cadáver que
lanzó el crimen a su profundo seno. ¡Llama a Pérez...!
|
|
(Vase ÁLVAREZ
manifestando su temor. El EMBOZADO permanece un momento aguardando,
y en el instante que sale ÁLVAREZ sosteniendo a DON ANTONIO, que estará quebrantado por el sufrimiento
del tormento, el EMBOZADO le hace una señal imperiosa
para que se retire. Así lo hace. DON ANTONIO toma
asiento. Tan pronto como ÁLVAREZ ha cerrado la puerta
del fondo por donde se retira, el REY se descubre.)
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Escena VIII
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El REY. DON ANTONIO.
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DON ANTONIO.- | Dispensaréis hoy, señor,
| | el que os reciba sentado... | |
|
|
REY.- | ¡Pérez, estás
demudado...! | |
|
|
DON ANTONIO.- | Estoy muerto de dolor...
| | mas señor, tampoco es justo | | ya que yo sentado
esté, | | el que vos estéis de pie... | |
|
|
REY.- |
Me hallo bien; éste es mi gusto. | | Cree que satisfecho
estoy | | de tu honrada lealtad. | |
|
|
DON ANTONIO.- | No
más vuestra majestad | | probarla quiera cual hoy.
| |
|
|
REY.- | Tu prisión va a terminar. | |
|
|
DON ANTONIO.- |
¡Tal vez antes moriré...! | |
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|
DON ANTONIO.- | ¡Todo se vuelve esperar...!
| | |
—43→
| que en esta torre dos años | | ha que vivo sepultado,
| | y por vos sacrificado | | a políticos engaños.
| |
|
|
REY.- | Pérez, no estuvo en mi mano | | el evitar
tu prisión | | habiendo una acusación, | | y
estando vivo mi hermano. | | Que yo en justicia debía
| | el hacer cumplir la ley, | | y cual político
Rey | | a don Juan, de Austria temía. | | De Escobedo
la mujer | | tu cabeza demandaba, | | y su querella apoyaba
| | mi hermano con su poder. | | De la viuda infortunada | | poco importaba el clamor... | | mas calmar debía el
rencor | | de la amistad ultrajada | | de don Juan, que
es un guerrero, | | y de Escobedo la muerte | | vengar intentaba
fuerte | | sublevando un reino entero. | | Me es forzoso
aparentar | | que yo al matador persigo, | | y te libro, si
consigo | | el proceso dilatar. | |
|
|
DON ANTONIO.- | ¡Entonces,
señor, aún grandes | | y largas serán
mis penas, | | si han de durar mis cadenas | | como la guerra
de Flandes! | |
|
|
REY.- | Hoy mismo terminarán... | | Por seis
semanas se viste | | mi corte de luto triste. | |
|
|
|
|
DON ANTONIO.- | ¿Qué decís...?
¡sería cierto! | | el vencedor de Lepanto, | | de Europa
el terror, y espanto
| | |
—44→
| del luteranismo... |
|
|
|
DON ANTONIO.- | No tan cara yo quisiera | | mi
libertad, vive Dios; | | mucho habéis perdido vos...
| |
|
|
REY.- | Le arrancó en su primavera | | la inflexible
parca impía; | | el tósigo fue mortal,
| | (Aparte.) | tornando en luto fatal | | de un banquete la alegría.
| |
|
|
DON ANTONIO.- | Crea vuestra majestad | | que esa nueva
me anonada. | |
|
|
REY.- | ¡Polvo somos...! ¡sombra...! ¡nada...!
| | ¡humo el poder...! ¡vanidad! | |
|
|
DON ANTONIO.- | ¿Vuestra
piedad soberana | | para que mi afrenta borre | | hará
hoy salga de esta torre? | |
|
|
|
DON ANTONIO.- | Vuestros pies por tal favor
| | os beso reconocido; | | sabéis cuál os he
servido | | callé, como hombre de honor. | |
|
|
REY.- | Fuiste
secretario fiel | | que mi secreto guardaste; | | ¿acaso tal
vez rasgaste | | aquel funesto papel | | en que mandaba
dar muerte | | a Escobedo por traidor...? | |
|
|
DON ANTONIO.- |
Siempre lo llevo, señor, | | cual escudo de mi suerte,
| | puesto sobre el corazón. | |
|
|
REY.- | ¿Querrás
acaso intentar... | |
|
|
DON ANTONIO.- | ¿Podéis aún,
señor, dudar | | de mi lealtad y afección,
| | mirándome en este estado? | | Para morir tiene aliento
| | el que el dolor del tormento | | en silencio ha soportado.
| | Mas si asesino encubierto | | traspasa mi pecho fiel,
| | |
—45→
| entonces ese papel | | me venga después de muerto.
| | Que si os juré por mi honor | | el mancillar mi
memoria | | para salvar vuestra gloria, | | el puñal
del matador | | alevoso y violento, | | al arrancarme la
vida, | | me dispensa con la herida | | de cumplir mi juramento.
| |
|
|
REY.- | Está bien: tenerlo debes. | |
|
|
DON ANTONIO.- |
Si ocurriese algún desmán... | |
|
|
REY.- | Sobre ti,
cual talismán, | | bueno es que siempre lo lleves...
| | vuelva a tu pecho la calma; | | por hoy, no hablaremos
más... | | pronto aliviado quizás... | |
|
|
DON ANTONIO.- |
Al cuerpo da vida el alma, | | y hoy nuevo aliento y vigor
| | vuestras palabras le dan; | | hasta olvidados están
| | el desconsuelo y dolor | | que me ocasionó el
tormento. | |
|
|
REY.- | Debes ahora descansar: | | yo te quiero acompasar
| | hasta tal mismo aposento. | | Pérez, aquí
está mi mano; | | ya que no sirva a aliviarte... | | podrás en ella apoyarte. | |
|
|
DON ANTONIO.- | ¡Señor...!!!
¡vos, mi soberano...! | |
|
|
REY.- | A tu celo y experiencia | | la española monarquía | | hace tiempo que confía
| | con acierto mi prudencia. | | En esta torre encerrado
| | ha dos años que he venido | | a verte, y he dirigido
| | con tu consejo el estado. | | ¡Es mucha tu discreción...!
| | ¡En nada, Pérez, te alabo,
| | |
—46→
| hasta de Clemente
Octavo | | aquí hicimos la elección! | | Y
si hoy ciñe la tiara, | | y es de la iglesia pastor,
| | a los dos nos es deudor | | de una dignidad tan cara.
| | El sacro colegio tanto | | en la elección discordaba,
| | cuando nos iluminaba | | aquí el Espíritu
Santo. | | Anuncié a mi embajador | | lo que Dios
nos inspiró, | | a Clemente se eligió | | de
San Pedro sucesor... | | Ya ves si con prendas tantas | | debe
Felipe Segundo... | |
|
|
DON ANTONIO.- | Cual vos no hay Rey
en el mundo: | | dejad que yo a vuestras plantas... | |
|
|
|
(Intenta con mucho trabajo hincarse de rodillas. El REY
lo impide, le levanta y le da el brazo, en el que se apoya.)
|
REY.- | Alza... tú por mí gobiernas | | el reino, y estoy contento. | | ¡Firme... así...!
el abatimiento | | vacilar hace tus piernas. | |
|
|
|
(Empieza
a andar apoyado en el REY hacia su cuarto.)
|
DON ANTONIO.- |
Me estremezco aún de dolor. | |
|
|
REY.- | Pérez, ¡cuánto
lo he sentido! | |
|
|
DON ANTONIO.- | Cuando vos fuereis servido
| | ¿iré a palacio, señor? | |
|
|
|
(El
REY, ya junto a la puerta del aposento de DON ANTONIO, y
con mucha intención.)
|
REY.- | Te veré
en el Escorial, | | donde en el sepulcro hermana | | la muerte
la regia grana | | con el grosero sayal. | |
|
|
|
|
DON ANTONIO.- | ¿Señor, esta misma
noche?
| |
|
|
—47→
|
REY.- | Esperándome está el coche. | |
|
|
|
REY.- | ¡Tal
vez! | | (Al entrar con sequedad.) | |
|
|
Escena
IX
|
|
El REY sale muy pausadamente del aposento de
DON ANTONIO. FORTÚN entra por la puerta del fondo
cuando le llama.
|
|
FORTÚN.- |
Ya
está el religioso; | | vendrá el verdugo también.
| |
|
|
REY.- | Pues que su oficio penoso | | a cumplir prontos estén.
| | No has de tener compasión. | |
|
|
FORTÚN.- | Señor,
mi pecho es de bronce. | |
|
|
REY.- | Cumplida la ejecución
| | ha de quedar a las once. | | Cuando ya hubiese espirado
| | el jubón le rasgarás... | | sobre el pecho
muy guardado | | un papel le encontrarás... | |
|
|
FORTÚN.- |
¡Señor! de ignorancia lleno, | | ni sé escribir,
ni leer. | |
|
|
REY.- | No importa... activo veneno | | sé que
debe contener. | | ¡Ay de ti si lo desdoblas, | | que es
infalible tu muerte...! | | (Dándole un bolsillo.) | Aquí tienes dos mil doblas... | | yo cuidaré
de tu suerte... | | esta noche al Escorial | | me has de llevar
diligente | | ese tósigo mortal | | que mata hasta
con su ambiente; | | sólo el fuego lo devora. | |
|
|
|
REY.- | Despacio.
| | La yegua más corredora
| | |
—48→
| tomarás en
mi palacio. | | ¡Las tres en el monasterio | | te han de dar...!
|
|
|
|
REY.- | O allí vas, o al cementerio.
| |
|
|
FORTÚN.- | ¡Haré reventar las yeguas! | | llegaré;
y este recado | | a un paje le entregaré, | | que ya
estaréis acostado. | |
|
|
REY.- | Despierto te esperaré.
| | (Dirigiéndose a la puerta del fondo para salir
de la torre.) | Me olvidaba... una mujer | | con Pérez
intenta hablar... | |
|
|
|
REY.- | Te dejarás sobornar... | | dando a la
desconocida | | en la torre libre entrada. | |
|
|
|
REY.- | De salir... no
he dicho nada. | |
|
|
FORTÚN.- | ¡La sangrienta ejecución
| | entonces va a presenciar! | |
|
|
REY.- | ¡Terrible es mi situación!
| | (Con enfado.) | ¡que nada has de adivinar! | |
|
|
FORTÚN.- |
No os entiendo, vive Dios, | | lo que me queréis decir
| |
|
|
REY.- | Te digo ¡que aquí los dos | | (Al marcharse.) | esta noche han de morir!! | | (Vanse.) |
|
|
Escena X
|
|
Después de un momento de pausa
sale FORTÚN por la puerta del fondo con DOÑA ANA, que traerá un velo echado a la cara. ÁLVAREZ
detrás.
|
FORTÚN.- | Aventuro mi cabeza
| | si el Rey lo llega a saber. | |
|
|
DOÑA ANA.- | Nada
debes de temer. | | A titubear ya empieza. | | (Aparte.) |
|
|
FORTÚN.- |
No arrostraré yo, señora,
| | |
—49→
| por todo el
oro del mundo | | del Rey Felipe Segundo | | la cólera
aterradora. | |
|
|
DOÑA ANA.- | Plata y oro te daré
| | de muy exquisita ley | | también de la ira del
Rey | | a cubierto te pondré. | |
|
|
FORTÚN.- | Quien
quiera que vos seáis, | | tanto os obstináis
en ello, | | que aunque se arriesgue mi cuello; | | haré
lo que deseáis. | | Álvarez, al preso llama.
| |
(DOÑA ANA da un bolsillo a FORTÚN,
que hace como que lo rehúsa, pero que luego lo toma.)
| ¿Qué hacéis? |
|
|
|
FORTÚN.- | ¡Señora...!!! En este
aposento | | (A ÁLVAREZ.) | tiene que hablarle esta dama.
| | (Vase.) |
|
|
|
(DOÑA ANA da otro bolsillo a ÁLVAREZ.)
|
|
ÁLVAREZ.- | Más
que en un año | | hoy gano... ¡embrollo de corte!
| | con tal que mal no reporte, | | en el tomar no hay engaño.
| |
|
|
|
(Entra en el cuarto de DON ANTONIO.)
|
Escena XII
|
|
DOÑA ANA. DON ANTONIO. Después
ÁLVAREZ.
|
DON ANTONIO.- | Noche de fortuna
es hoy, | | que ver logro esa beldad, | | ¡y el Rey me da libertad...!
| |
|
|
DOÑA ANA.- | Os oigo, y dudando estoy. | |
|
|
DON ANTONIO.- |
¡Dudáis, hermosa doña Ana! | | Cuando por
Dios irritado | | en un diluvio inundado | | fue el mundo y
la raza humana, | | solo la paloma hermosa, | | cuando el cuervo
se ausentó, | | de Noé al arca tornó,
| | nuncio de paz venturosa. | | ¡Condición de la hermosura,
| | que donde ha sentado el pie | | ya no es posible que esté
| | más tiempo la desventura! | |
|
|
DOÑA ANA.- |
De que aquí estéis encerrado | | el mundo la
causa ignora. | |
|
|
DON ANTONIO.- | ¡Por asesino! señora,
| | (Sonriendo.) | razón ha sido de estado. | |
|
|
DOÑA ANA.- |
¡Plegue al cielo fuera así! | |
|
|
DON ANTONIO.- | Doña
Ana, ésta es la verdad. | | Hoy mismo a su majestad
| | así decirlo le oí. | |
|
|
DOÑA ANA.- |
¡Infeliz! yo sola he sido | | con mi funesta hermosura
| | causa de esta desventura;
| | |
—51→
| mi amor ciego os ha perdido.
| | Aquella noche infernal | | en que Escobedo murió,
| | antes al Rey reveló | | nuestra pasión
criminal. | |
|
|
DON ANTONIO.- | ¡Maldición...! Su tiranía
| | a triunfar va, vive Dios, | | que perder supo a los dos
| | con sólo un golpe en un día. | |
|
|
|
(Sale el alcaide ÁLVAREZ, cierra el cuarto del tormento,
y mirando con intención a los dos, dice:)
|
ÁLVAREZ.- | ¡Mal aire esta noche corre...! | | Bien podéis
de priesa hablar, | | que a las once han de cortar | | una
cabeza en la torre. | |
|
|
DOÑA ANA.- | ¿Hay presas
muchas personas? | |
|
|
ÁLVAREZ.- | No señora... sólo
hay una. | | (Vase.) |
|
|
DON ANTONIO.- | ¡No hay esperanza ninguna...!
| |
|
|
DOÑA ANA.- | ¡Dios mío, así le abandonas...
| |
|
|
DON ANTONIO.- | ¡Con qué compasiva voz | | el
Rey de mí se dolía... | | De su funesta ironía
| | comprendo el sentido atroz... | | con desabrida altivez
| | dijo su acento fatal: | | «Te veré en el Escorial,
| | y será pronto... tal vez.» | |
|
|
|
|
|
|
DOÑA ANA.- | Por eso en esta mañana
| | el Rey estaba agitado, | | sus ojos vivos lucían,
| | sus labios se contraían, | | en aquel nervioso estado
| | del que en un crimen cavila, | | a grandes pasos andando
| | por el salón murmurando | | Dies ire, dies illa.
| |
|
|
—52→
|
DON ANTONIO.- | ¡Su costumbre favorita...! | | ¡Cuando
proyecta más males, | | los salmos penitenciales | | canta su lengua maldita! | |
|
|
DOÑA ANA.- | ¡Morir Pérez...
y a esta edad! | |
|
|
DON ANTONIO.- | ¡Para morir así
ahora | | viniste a verme, señora! | |
|
|
|
|
|
(DOÑA ANA, como ocurriéndosele
de repente una nueva idea, dice presurosa.)
|
DOÑA ANA.- |
Mi memoria ahora recorre | | lo que escuché a mi marido,
| | que en su juventud ha sido | | gobernador de esta torre.
| | Preso Francisco Primero, | | labrar hizo Carlos Quinto
| | puerta oculta a este recinto | | para ver su prisionero:
| | invisible aquí venía, | | oculto salía
y entraba, | | y en el silencio espiaba | | de su rival la
agonía. | | Solo en el secreto entró | | Carlos
Quinto, mi marido, | | y el que la obra ha dirigido, | | que
a poco tiempo murió. | | Del secreto el mecanismo
| | escuché sin interés... | |
|
|
DON ANTONIO.- |
¿Os acordareis cuál es...? | | Decidlo pronto... ahora
mismo. | |
|
|
DOÑA ANA.- | Un resorte imperceptible,
| | apretado, hace girar | | sobre su eje un sillar | | y
la puerta abre invisible: | | un pedestal de columna | | es,
si bien me acuerdo yo... | |
|
|
|
(Marcha agitada a todos los pedestales
de las columnas que tiene la sala; pasa la mano para recorrer
con el tacto tres o cuatro de ellos velocísimamente;
—53→
últimamente se fija en una de ellas.)
|
DON ANTONIO.- |
No lo encontraremos... no. | |
|
|
DOÑA ANA.- | Nada...
nada... en ninguna... | | Al fin ¡oh Dios...! lo he encontrado...
| |
|
|
|
(Entonces DON ANTONIO se dirige a donde está
DOÑA ANA, y juntos hacen esfuerzos para poder abrir.
DON ANTONIO se verá que no puede hacer fuerza por
el estado de abatimiento en que se halla.)
|
|
DON ANTONIO.- | ¡Todo nuestro
esfuerzo es vano! | |
|
|
DOÑA ANA.- | El resorte, ha desgastado
| | el tiempo. |
|
|
DON ANTONIO.- | Negra
fortuna. | | ¡En el potro retorcidos | | mis nervios desfallecidos
| | no tienen fuerza ninguna! | | La muerte cercana está.
| |
|
|
DOÑA ANA.- | ¡Inevitable rigor...! | |
(Empiezan a dar las once, las que continuarán dando
durante el diálogo siguiente, que debe ser sumamente
vivo y animado.)
| ¡El reloj del Salvador | | las
once está dando ya! | |
|
|
|
(DON ANTONIO, separándose
de la columna con el acento más desesperado.)
|
DON ANTONIO.- |
¡No más... ya no hay salvación! | | (DOÑA ANA, que continúa haciendo fuerza en el pedestal de
la columna para abrirlo.) |
|
|
DOÑA ANA.- | ¡El sillar
se ha conmovido! | |
|
|
DON ANTONIO.- | Ilusión tan solo
ha sido. | |
(En este momento el pedestal cede a los esfuerzos
de DOÑA ANA, y deja ver una estrecha puerta practicada
en su interior.)
|
|
|
|
DON ANTONIO.- | A
Aragón, | | que allí nací, y libre soy.
| |
|
|
|
(DOÑA ANA quiere que entre DON ANTONIO
delante, mas éste la entra con violencia para salvarla.
Inmediatamente después la puerta se cierra de golpe
sobre ellos.)
|
—54→
|
|
|