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ArribaAbajoActo IV

 

Diciembre de 1592.

   

Palacio del virREY en Zaragoza.

 

Escena I

 

El REY. VARGAS. El PRIOR.

 
REY.-
Merced, don Alfonso Vargas,
a vuestro mérito hoy hago
de luna encomienda en Santiago.
VARGAS.-
¡Señor!!
REY.-
Noticias muy largas
me dio el marqués de Lombay:
¡me servisteis con ardor
¡sois muy modesto...!
VARGAS.-
Señor,
nada en que alabarme hay.
A vuestros sabios consejos
debe la paz Aragón,
y que la revolución
de su término esté lejos.
Apenas Pérez llegó,
huyendo vuestra justicia,
fue preso, mas la noticia
todo el reino conmovió.
Que siendo él aragonés,
y su prisión contra fuero,
el pueblo, nobleza y clero,
por él mostrando interés,
logró que se sublevara
en defensa de la ley,
—64→
matando el pueblo al virrey,
que era el marqués de Almenara
Castilla, que de paz goza,
para vengar vuestra ofensa
presentó una hueste inmensa
que marchase a Zaragoza.
Yo con la tropa guerrera
llegué hasta Calatayud,
y de orden vuestra en virtud
suspendí allí mi carrera,
que Aragón su libertad
trataba de defender,
y era mucho de temer
entrar con hostilidad.
Que entrar impiden los fueros
en terreno de Aragón
a ejercer jurisdicción
con soldados extranjeros.
Mas su valor y constancia
supisteis diestro burlar,
haciéndoles anunciar
que marchábamos a Francia,
para proteger la liga
contra el Rey Enrique Cuarto,
¡que a los católicos harto
su herético error hostiga!
y al quererlos engañar
procedisteis como humano,
la sangre evitando en vano
de españoles derramar.
Pasó el marqués de Lombay
a concertar nuestra entrada...
y la miramos lograda.
REY.-
¡Lealtad en el pueblo hay!
VARGAS.-
Lanuza y Diego de Heredia,
Pérez y don Juan de Luna,
con resistencia importuna
prolongaron la tragedia;
porque en Zaragoza unidos
fuertes hacerse quisieron,
—65→
mas al cabo de ella huyeron
con los más comprometidos.
De sus tercios la mitad,
temiendo azares de guerra,
se tornaron a su tierra
al Rey clamando piedad.
El resto indisciplinado
ocupó algunos castillos,
contra sus mismos caudillos
casi siempre sublevado.
De Aranda y de Villahermosa
los duques, que los siguieron,
a Épila huyendo vinieron
de una muerte desastrosa.
Por mejor servir a vos
parte en su causa tomaban...
REY.-
En correspondencia estaban
de allí conmigo los dos.
VARGAS.-
¡Hasta el Justicia mayor,
que el rebelde grito alzó,
de ellos a Épila se huyó,
pues lo llamaban traidor!
En el reino publicado
fue por solemne pregón
un absoluto perdón
en vuestro nombre otorgado,
mandando que se volviesen
tranquilos a sus hogares
paisanos y militares,
y que no los persiguiesen.
La paz que Aragón hoy goza
tornó este bando, señor;
hasta el Justicia mayor
por él volvió a Zaragoza.
¡De discordia acabó el fuego,
que se buyeron los traidores,
temiendo vuestros rigores,
y el reino vive en sosiego!
Cual siembra el rayo ligero
con su luz el firmamento,
—66→
ruge el trueno violento
asombrando al mundo entero;
y la llama abrasadora
que por los aires se vierte,
los gérmenes de la muerte
disipa en él bienhechora.
Así la luz de amnistía
calmó el rebelado bando,
en bello día tornando
sediciosa noche impía.
REY.-
¡De los libres la arrogancia,
ved, Vargas, en lo que para;
en dar la muerte a Almenara,
rendirse, o fugarse a Francia!
PRIOR.-
Aragón alzó su frente
de su fuero haciendo alarde,
y el pie besa ahora cobarde
de su Rey humildemente.
REY.-
Ya nada que mirar hay,
responden de su reposo
la artillería en el Coso
y las tropas de Lombay.
Yo haré que los fugitivos
no hallen asilo en la tierra;
otras veces moví guerra
por mis ligeros motivos.
PRIOR.-
¡La prepotente balanza
con que se equilibra el mundo
tiene hoy Felipe Segundo!
REY.-
¡No escaparán mi venganza!

 (Después de un breve momento de meditación.) 

Quedan por siempre anulados
de Aragón leyes y fuero;
a polvo reducir quiero
de Lanuza y los fugados,
las casas y los castillos;
y con afrenta Aragón
verá un infame padrón
do habitaron sus caudillos.
Al pueblo quiero asombrar
—67→
con un escarmiento fuerte,
que de Lanuza la muerte
hoy mismo ha de presenciar.
VARGAS.-
Lo debéis pensar, señor;
Lanuza es muy estimado...
REY.-
Cumpliréis con lo mandado.
VARGAS.-
¡Es el Justicia mayor!
REY.-
La comunería traidora
Antonio Acuña siguió:
Carlos Quinto lo ahorcó;
¡y era obispo de Zamora!
¡Y desde entonces acá,
de aquella iglesia el prelado
por gran infamia privado
de voto en cabildo está!
VARGAS.-
Permitid mis ruegos doble...
Lanuza es en Aragón
el más ilustre infanzón;
no hay otra sangre más noble.
REY.-
Ya que tan grande nobleza
concederle al cielo plugo,
apenas haya el verdugo
dividido su cabeza
con el afilado hierro,
mando yo que la ciudad
vaya con solemnidad
del gran Justicia al entierro.
Y su cuerpo a sepultar
llevarán seis caballeros,
y de cera cien mecheros
al féretro han de alumbrar.
¡Que si yo el crimen castigo
del Justicia de Aragón,
honrar quiero al infanzón!
¡soy de la nobleza amigo!
VARGAS.-
¡Y si con razón clamase
que se cumpla la amnistía,
y de una atroz felonía
a los dos nos acusase...!
REY.-
¡Vargas! ¡sabéis batallar,

 (Con entereza.) 

—68→
sujetasteis a Aragón,
ésa es vuestra obligación...!
dejadme a mí gobernar.
VARGAS.-
Si os he ofendido, Señor,
que me perdonéis espero
que hable como caballero
que comprometió su honor,
que al cabo yo en vuestro nombre
el perdón les otorgué.
REY.-
De resolución mudé.
PRIOR.-
Variar es propio del hombre,
y no lo expresa mi labio,
que el mismo Espíritu Santo
dice en un divino canto,
de consejo muda el sabio.
VARGAS.-
¡También por vuestra fortuna
un Mosén Pedro Quintana
con ingratitud villana
entregó a don Juan de Luna
en su casa refugiado!
y preso se halla en Teruel.
REY.-
Haréis lo mismo con él
que con Lanuza he mandado.
VARGAS.-
Uno de los más crueles
cabecilla sanguinario,
Fortún, que como emisario
recorría los cuarteles
de esta rebelde ciudad,
preso está, y con grande instancia
diz que asuntos de importancia
quiere hablaros, majestad.
PRIOR.-
Querrá implorar su perdón.
REY.-
Es conveniente me vea;
quizá a revelarme sea
toda la conjuración...
¡Al punto le quiero hablar!
¡Lástima que se fugase
el vil Pérez, y lograse
a la de Éboli salvar!
VARGAS.-
Arrestada con decoro
—69→
de Éboli está la princesa,
que al fugarse ha sido presa
cerca del campo del Toro.
REY.-
¡Conque doña Ana Mendoza
cayó al fin en mi poder!
la quiero ahora mismo ver.
¡Mi alma en su dolor se goza!

 (Aparte.) 

VARGAS.-
Voy por ella.

 (Yéndose.) 

REY.-
Escuchad;
quiero que Lanuza
muera antes que hoy de su carrera
el sol marque la mitad.
VARGAS.-
¡Apenas falta una hora
para ese fatal momento!
¡Justicia desde su asiento
al pueblo administra ahora!
REY.-
Arrancadle de su silla
al instante con firmeza,
y entregaréis su cabeza
del verdugo a la cuchilla.
PRIOR.-
¡De los mártires la palma
sus parciales le darán!
REY.-
¡Lo verán y callarán...!
Vos cuidaréis de su alma;

  (Al PRIOR.) 

y que anuncie con horror
del cañón el estampido
pronto al pueblo sometido
que no hay Justicia mayor!
y para que vea Aragón
que nada al Rey embaraza,
lo haréis matar en la plaza,
y anunciándolo un pregón.
 

(Vanse VARGAS y el PRIOR.)

 


Escena II

 

El REY.

 
REY.-
Del gran Justicia la muerte
ha de ser la precursora
de que por siempre los fueros
—70→
mi justo poder revoca.
De Aragón esclavizado,
que en paz sepulcral reposa,
llevarán los tristes ayes
al mar del Ebro las ondas.
Que al fin lograse escapar
de la universal derrota
Antonio Pérez, y en Francia
oculto, más libre, mora.
¡Vive Dios que no ha de hallar
ni en la región más remota
quien de mi poder le libre,
y a mi justicia le esconda!
¡Poseedor de mis secretos,
que con él mueran importa!
antes que pueda venderlos
por las cortes poderosas
de los Reyes mis rivales
su política traidora.
Yo haré que proscrito vague
errante la Europa toda,
que escucharán mis mandatos,
que terrible fuerza apoyan...
o iré yo a hacerlos cumplir
con mis huestes victoriosas.
No es bastante a mi venganza
que en soledad espantosa
vague mendigando asilo
si su corazón no llora.
Los hijos que de él nacieron
y su desgraciada esposa,
desde hoy irán a gemir
una prisión tenebrosa;
que aun cuando su corazón
doña Ana todo enamora,
el ver sufrir a sus hijos
rinde a un corazón de roca;
y la afrenta en la mujer
la faz del hombre baldona,
y aunque no reine el amor,
—71→
por propia su injuria toma.
¡Tal vez llegaré a saber
por doña Ana de Mendoza
los proyectos del traidor...
si amante el perdón implora...!
¡Sabré, tener fortaleza,
que quien lleva una corona
a toda debilidad
debe tener su alma sorda...


Escena III

 

El REY. DOÑA ANA.

 
 

DOÑA ANA se para en el umbral de la puerta.

 
REY.-
¡Siento tenerla que hablar:

 (Aparte.) 

hela allí, y tan hermosa,
como en el abril la rosa
cuando empieza a despuntar!
DOÑA ANA.-
Dios mío, da fortaleza,

 (Aparte al entrar.)  

y a mi corazón aliento,
que la mujer instrumento
siempre fue de tu grandeza.
¡De Satán el impío yugo
una mujer quebrantó,
Judit a Israel libertó
del Asirio su verdugo!
 

(El REY, que ha contemplado un momento a DOÑA ANA, se adelanta hacia ella.)

 
REY.-
Al fin, altiva doña Ana,
ser mía es vuestro destino;
me huisteis amante fino,
y preferisteis ufana
los amores de un traidor:
hoy, pues lo quiso la suerte,
de mí escucharéis la muerte,
en vez de mi antiguo amor.
DOÑA ANA.-
¡Vuestro poder como Rey
—72→
someter pudo a Aragón!
mas en este corazón
jamás dictareis la ley.
REY.-
No fíes de tu hermosura
si a ella rendido me vi;
ya más cüerdo he vuelto en mí
y te aborrezco, perjura.
Y si te he querido ver
no ha sido de amor flaqueza,
que una cosa con certeza
de tu labio he de saber.
Y si cumples mi demanda
la vida te salvaré,
que en ello empeño mi fe
por la cruz de aquesta banda.
DOÑA ANA.-
De los Reyes las palabras,
protestas y juramento,
fáciles las lleva el viento.
REY.-
No más ya tus labios abras,
que si hoy mi majestad
abatí así en tu presencia,
ni fue amor, ni fue clemencia,
es sólo curiosidad:
Antonio Pérez...
DOÑA ANA.-
¡Ya libre
vive en la orilla del Sena!
REY.-
Mi justicia le condena;
y ni el Támesis ni el Tibre,
ni cuantos ríos caudalosos
sus aguas llevan al mar,
de ella le podrán librar.
DOÑA ANA.-
¡Si los Cielos poderosos
le libertan cual confío,
leves serán mis cadenas!
REY.-
¡Hablando de él le enajenas...!
Seguro en mi poderío
nada debo recelar
de Antonio Pérez infiel,
a quien entregué un papel...
DOÑA ANA.-
¿Y lo queréis recobrar?
  —73→  
REY.-
¡Es de tan corto interés!
que reclamarlo no importa.
DOÑA ANA.-
No es de importancia tan corta,

 (Con firmeza.) 

que fiel documento es
que eclipsará la memoria
de vos, Felipe Segundo.
Cuando un Rey muere en el mundo,
pasa a vivir en la historia...
REY.-
¿El traidor os confió
ese secreto de estado...?
DOÑA ANA.-
Alas de su amor he logrado;
ese papel me entregó.
REY.-
Doña Ana, un grande favor
haced hoy al Rey de España;
se disipa ya mi saña,
y os vuelvo todo mi amor.
Que al hacerme este servicio,
la revuelta de Aragón,
que de Pérez la evasión
causó, huyendo del suplicio,
os la perdono, señora;
pero dadme en el momento
el único documento
que mi reinado desdora.
Sin pruebas no hay porque importe
que Pérez difunda en vano,
llamándome Rey tirano,
calumnias de corte en corte,
que cual vasallo enemigo
nadie le podrá creer,
si yo tengo en mi poder
contra mí el solo testigo.
Si los secretos de estado
el vil descubrir intenta,
creeranle aun cuando mienta
si uno solo ha probado.
Pronto el papel... ¡oh Dios mío!
¡mi memoria y mi decoro
salvasteis...! ¡cuánto os adoro!
  —74→  
DOÑA ANA.-

 (Sacando el puñal, y levantando su mano.) 

¡Tómalo, hipócrita impío!
 

(Al tiempo mismo que DOÑA ANA levanta la mano para herir al REY suena un cañonazo, y una voz pregona dentro.)

 
VOZ.-
¡Degollado es por traidor
el Justicia de Aragón!
 

(Al oírlo DOÑA ANA aterrada, deja caer el puñal en el suelo; el REY se retira de ella.)

 
DOÑA ANA.-
Desmayó mi corazón.
REY.-
¡Guardias...! ¡guardias...!
 

(Entran precipitadamente VARGAS, SOLDADOS, y poco después el PRIOR.)

 


Escena IV

 

VARGAS

 
VARGAS.-
¡Qué! ¡señor!
en el suelo hay un puñal...

 (Lo recoge.) 

y esta mujer aterrada...
DOÑA ANA.-
Yo sola soy la culpada,
pues erré el golpe fatal.
REY.-
Esa mujer criminal

 (Aún asustado.)  

asesinarme intentó:
el cielo me libertó.
PRIOR.-
¿Cuál pudo ser su interés?
VARGAS.-
El puñal de Pérez es.

 (Mirando el mango del cuchillo.) 

REY.-
Eso todo lo aclaró.
¡Aún fugitivo el traidor
quiere arrancarme la vida,
convirtiendo en regicida
a esa mujer con su amor!
Pérfido, mal servidor...
DOÑA ANA.-
Sólo yo os he ofendido,
pues a mi patria he querido
libertar hoy de un tirano;
mas temblar hizo mi mano
del cañón el estampido.
Él anunciaba la muerte
del que quiso en Aragón
—75→
de los libres el pendón
tremolar caudillo fuerte.
REY.-
La misma será tu suerte.
PRIOR.-
Mostrad clemencia propició.

  (Al oído al REY.) 

¡Os vengará el santo oficio!
DOÑA ANA.-
¡Pérez consiguió salvar
el papel que ya temblar
te hace...! ¡ése es tu suplicio!
REY.-
Al que te aborrece ama,
dice el precepto divino:
en el nombre de Dios Trino
perdón concedo a esta dama.
PRIOR.-
¡La inquisición la reclama:
motivo es de religión!
REY.-
¡Estupenda fundación

 (Aparte.) 

con sus misteriosas leyes,
para despóticos reyes
es la santa inquisición!
PRIOR.-
ya que tan clemente vos
no la queréis castigar,
toca a nosotros vengar
la injuria que hiciera a Dios.
¡Que la muerte siga en pos
los que altar y trono ultrajen,
y su vil altivez bajen!
¡pues contra vos conspiró,
contra Dios mismo atentó,
de él son los Reyes imagen!
REY.-
¡Por mí queda perdonada!
DOÑA ANA.-
¡Vuestra clemencia real
en hoguera funeral
sin sorpresa veo trocada;
al negro oficio entregada,
allí me asesinarán:
mi juicio alumbrarán
por luz fuegos del infierno,
con jueces que del averno
envía el mismo Satán!
¡Volved, muertos, a la vida,
—76→
que en agua, fuego y veneno,
os arrancara del seno
Felipe, Rey parricida:
de vuestra tumba aterida
la lívida frente alzad,
y al vil tirano execrad,
y a su vista cada instante
vuestro comido semblante
de gusanos presentad!
PRIOR.-
Sin duda la tiraniza
el espíritu infernal:
por Dios Trino e inmortal
hoy mi lengua te exorciza.
REY.-
¡Tanta blasfemia horroriza!
¡qué herético frenesí!
Llevadla pronto de aquí,
que llena mi alma de duelo
oír maldecir al cielo...
 

(DOÑA ANA, a quien ya llevan los soldados, y el PRIOR se vuelve al salir.)

 
DOÑA ANA.-
Al cielo no... ¡sólo a ti...!

 (Vanse.) 



Escena V

 

VARGAS. El REY.

 
REY.-
De una asechanza traidora
de Dios me libró la mano!
¿Y Lanuza...?
VARGAS.-
¡Cual cristiano
murió aún no hace una hora!
En silencio el pueblo llora.
Lanuza quedó asombrado
al mirarse arrebatado
desde la diputación
de este reino de Aragón
hasta el cadalso enlutado:
en vano nos preguntaba
por qué con tanta presteza
sin juzgarle su cabeza
—77→
al verdugo se entregaba.
El Prior le amonestaba
tuviese conformidad,
y del cielo a la piedad
el alma recomendó...
¡Lanuza firme espiró...
y con él la libertad...!
REY.-
Hoy quiero a Madrid tornar:
para mí es de maldición
esta tierra de Aragón.
A la Virgen del Pilar
de oro y plata regalar
setenta lámparas quiero,
pues me libró del acero
de una aleve regicida.
Disponed vos mi partida.

  (A VARGAS.)  

Con Fortún solo hablar quiero.

 (Vase VARGAS.)  



Escena VI

 

El REY. FORTÚN.

 
FORTÚN.-
Imploro vuestra piedad.

  (Se arroja a los pies del REY.) 

REY.-
Alza... satisfecho yo
te vuelvo tu libertad.
FORTÚN.-
Aragón se sublevó
cual queríais, majestad.
REY.-
Ya sometido lo ves...
De otro designio mayor,
para mí de alto interés,
has de ser ejecutor.
FORTÚN.-
Ordenad, señor... ¿cuál es?
REY.-
Aquel funesto papel
de que te hablé en la prisión
salvó al fin Pérez, infiel.
FORTÚN.-
Señor, con su corazón
lo tendréis.
REY.-
Cierto; sin él
—78→
poco importa que atrevida
dé a Pérez la mano muerte.
¡De nadie quiero la vida!
FORTÚN.-
Si me protege la suerte,
vuestra voluntad cumplida
ha de quedar ¡vive Dios!
Al fin del mundo he de ir
incansable, de él en pos,
hasta dejar de vivir,
lo juro, uno de los dos.
REY.-
¿A Pérez aborrecer
tanto te hace una orden mía?
FORTÚN.-
Majestad, no ha menester
de nada su alevosía
para mi sangre encender:
le aborrezco, os lo confieso,
desde que con su cuchilla
cometiera el torpe exceso
de dar la muerte en Castilla
a Escobedo a su regreso
de Flandes. Aunque de escudo
le sirva un sagrado altar,
veneno o puñal agudo
a vos y a mí ha de vengar.
REY.-
Te conozco, y no lo dudo.
FORTÚN.-
Audacia y perseverancia
harán mi empresa triunfar.
¡Yo humillaré su arrogancia!
VARGAS.-

 (Desde el fondo de la puerta.) 

Señor, ya podéis marchar.
REY.-
Vamos a Madrid.
FORTÚN.-
¡Yo a Francia!
Guárdeos el cielo a vos.
REY.-

 (Cogiendo a FORTÚN con tono místico.) 

Fortún, nada de venganza:
Pérez ofendió a los dos...
Si mi justicia le alcanza,
tu agravio remite a Dios.

 (Vanse.) 



 
 
CAE EL TELÓN