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ArribaAbajoKaul Grünwald, humanista misionero

Olga M. Zamboni


Señor Presidente
Señores Académicos
Señoras y Señores:

La designación con que se me ha distinguido me honra y permite que esté hoy aquí integrando este ilustre Cuerpo, cuyo funcionamiento discurre desde las arterias de nuestra lengua y por ella, la castellana -más deliciosa que la miel hiblea, en el decir de un poeta- y por sus riquísimas manifestaciones e historia. Sinceramente, muchas gracias. Por haber pensado en mí, por la presentación, por la acogida que encontré desde la primera vez que pisé este recinto. Es responsabilidad grave -la gravitas latina- suceder a Hugo Amable, dialectólogo -como gustaba definirse- primer comprovinciano que ocupó el cargo de miembro correspondiente de esta Academia. Y grave porque Misiones, triángulo de fronteras políticas y lingüísticas, ofrece originales particularidades de habla y, por tanto, un arduo campo para los estudios lingüísticos. Tierra de inmigrantes afincados, internos y externos, y de viajeros temporarios que sobre ella pasaron y escribieron; a la hora de dar nombres de hacedores de la cultura, hallamos un alto porcentaje de no nativos. Como el propio Amable, y como Guillermo Kaul Grünwald, a quien quiero hoy presentar al presentarme. No siempre llega el reconocimiento a una trayectoria prolífica y silenciosa, a obras que marcan un camino en la vida de la comunidad, tal es su caso.

Poeta, narrador e investigador de la lengua, Kaul es misionero por sus años de residencia y trabajo en la provincia, y por la temática de toda su importantísima obra. Durante años, ejerció la docencia a nivel superior, tarea en la que dejó significativas huellas. Desde las cátedras de Lengua Castellana, Latín y Griego -fue mi profesor-, propició estudios de la realidad lingüística y literaria regional, al tiempo que nos despertaba a la admiración (y en mi caso, a la vocación) por los clásicos, razón de esta cita de Cicerón, que me permito introducir:

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[...] éstas (las humanidades) -dice el Arpino en Pro Archia- animan durante la adolescencia, deleitan la vejez, engrandecen los triunfos, dan refugio y consuelo en los momentos adversos, alegran la casa, no estorban en los mercados y vigilan y viajan con nosotros acompañándonos [...].


Kaul fue un «adicto» a la humanitas ciceroniana y un verdadero maestro. Entrerriano por nacimiento, mendocino por residencia de sus últimos años -allí falleció en 2002-, se había doctorado en Letras, en España con una tesis sobre Gabriel Miró. Llegó en 1961 a Posadas para ejercer en la muy reciente carrera de Letras del Instituto de Profesorado Antonio Ruiz de Montoya. Más allá de las lecciones cotidianas, formó a los futuros profesores en la inquietud por indagar en el propio entorno, y amar y valorar las lenguas y la literatura de todos los tiempos, desde Virgilio y Horacio hasta escritores contemporáneos. (No puedo dejar de mencionar que fue Kaul quien nos dio a conocer Tierra de Nadie, novela ambientada en Misiones, de Federico Peltzer, quien por dichosa coincidencia es hoy mi «padrino»).

Buenos ejemplos del compromiso de Kaul con aspectos lingüísticos, literarios y aun etnológicos e históricos, de mi provincia, son su Historia de la Literatura de Misiones (1615-1965), y un Diccionario de regionalismos. La primera, si bien incompleta y más bien enumerativa, incluye fragmentos antológicos inéditos y es primera en el género, publicada por la Editorial Universitaria de Misiones en 1996. En cuanto al segundo, editado en 1977, hoy prácticamente agotado, es valioso repertorio del léxico usual en zona de lenguas en contacto. A la fecha permanece inédita, en carpeta para su publicación en la mencionada Editorial, otra obra suya fundamental: El Idioma español en Misiones, de más de un centenar de páginas. Dividida en cuatro partes, establece en principio la posición geográfica y la conformación histórica del proceso lingüístico de Misiones, para pasar luego a describir las características léxicas, fonéticas, morfológicas y sintácticas de su lengua. Entre ellas señala ciertos usos del artículo y del pronombre personal, del singular por plural, y el muy misionero mismo, con valor de enfático, de hondo arraigo. Además de los que comparte con Corrientes y el Paraguay, Misiones posee rasgos idiomáticos exclusivos, debido a la influencia del portugués, por cuya contaminación, el castellano deviene en un «portuñol», común en los hablantes fronterizos. Esto es visible no sólo en el acervo importante   —77→   de voces brasileñas incorporadas, sino también, en formas morfológicas (por ejemplo, diminutivos en -iño, que incluso aparecen en topónimos) y sintácticas, como el uso del verbo tener, como auxiliar de tiempos compuestos, en vez de haber. En trabajos anteriores, Kaul había bautizado estas modalidades lingüísticas como Alto Paranaense y Alto Uruguayense, variantes mixtas en que se resuelve el también denominado por él «trilingüismo» de Misiones.

A poco de su llegada a Posadas, organizó la Primera Exposición del Libro Misionero. Allí se exhibió un material riquísimo, producto de un rastreo minucioso por parte del equipo de trabajo de alumnos, coordinado por él, en bibliotecas públicas y privadas de la capital provincial y de pueblos del interior. Durante una semana, hubo charlas y presentaciones de libros expuestos y de algunos inéditos. Destaco este hecho, porque constituyó el pilar sobre el que se asentó su obra futura en lo que hace a la búsqueda ininterrumpida de ejemplares referidos a Misiones, tarea a la que dedicó buena parte de su vida. Llegó a obtener ejemplares raros, únicos en algunos casos, fuente para sus investigaciones lingüísticas. Esa «pasión bibliófila» se materializó en dos valiosas bibliotecas dedicadas a Misiones, hoy en funcionamiento con importante cantidad de volúmenes en el Instituto Montoya y en la Facultad de Humanidades de Posadas.

Poeta de una excelencia y originalidad nada comunes, la veta creadora que siguió fluyendo hasta sus últimos días nació, fundamentalmente, a partir de su contacto con la tierra y la gente de Misiones. En 1963 publicó Iguasú (Canto a América Latina), extenso poema de un lirismo hermético, florecido en imágenes que unen mitos grecolatinos y alusiones a culturas diversas con realidades de fin de siglo, característica permanente en toda su obra. Tema central, que desarrollará luego, es el destino de América Latina. Los saltos de agua son símbolos de los sucesivos ensayos que constituyen nuestra historia. Gestas épicas, tiranías, abusos hallan su expresión poética en imágenes tomadas del paisaje.


Qué sábado de azúcar y tabaco.
Qué mapa de intemperie.
Qué ecuación vegetal de continente a saltos10


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«Todo expresa algo y todo es significativo», dice Cirlot11. Y Guenon: «Símbolos y mitos no son simples recursos estilísticos sino, al contrario, formas indirectas, pero absolutamente auténticas, de traducción de la realidad última»12. Kaul no sólo maneja con mano maestra símbolos clásicos universales, sino que los entreteje y superpone. En el prólogo a la segunda edición de Iguasú en 1974, señalábamos esta preponderancia de «imágenes múltiples»: sobre el referente que le da título, doble y triplemente aplicadas, sugieren y encubren para develar el ser.

Un léxico procedente de los repertorios matemático y religioso (bisectriz, cifra, número par, triángulo, feligreses, abadía, liturgia, aleluias, sacristía, Henoch, etc.) complementa el área semántica de agua y selva, y sus imágenes sugeridoras de sensaciones:



En la cima del caos
truena el número impar, el círculo perfecto
rompiendo en cataratas.

Del vientre impenitente de la bruma,
parábola augural, el sol emerge letanías de oro.


Me interesa destacar su trabajo de verdadero «artesano de la palabra» y algunos procedimientos en la construcción de su lenguaje lírico. El desarrollado en Iguasú será exacerbado en la riquísima serie de obras posteriores, que sólo incompletamente -para abreviar- enumeraré: Y ahora digo América; Hermano Ovidio; Vertical Premisa de agua; Rojo abrazo de mapa; Misiones círculo en blanco; Verde cielo de espadas; Oscuro Ballet de lluvia; Por donde van los caminos; Sin rostro ya y sin manos. En prosa, sus Relatos de Yacutinga y de la 101, y los ensayos Misiones y la Cuenca del Plata y Develacionismo y Poesía. Este último merece un comentario aparte, pues vendría a ser   —79→   su Arte Poética, una exposición de los principios teóricos que lo guiaban. El término develacionismo responde a su concepción de la poesía como -cito- «una actitud cognoscitiva del ser, una ontología sentida e imaginada a diferencia de la que practica el filósofo [...]. La poesía es penetración inmediata de la realidad por la imagen sentimentalmente intuida13». De-velar es quitar el velo de Maya, de la apariencia en sus innumerables formas cambiantes; en la misión del poeta, crear imágenes re-veladoras. Kaul parte de la concepción primordial de la poesía como lenguaje sagrado y como «estadio expresivo intransferible a cualquier otra expresión verbal».


[...] es un cuerpo
vestido sólo por su enigma desnudo


(Paz, Octavio. Ladera Este)                


Pienso en el Horacio de la Epistola ad Pisones: en su «preceptiva», informal y no exenta de humor en algunos casos, el poeta de la Apulia otorga licencia a los escritores cuando con voces nuevas (signis recentibus) no oídas por los antiguos (non exaudita cinctutis Cethegis) tratan de mostrar abdita rerum, esto es: lo oculto de las cosas, ideas profundas o aun no expresadas14.

Nuestro poeta hurga en las raíces, desentraña la composición de cada vocablo en busca de significados escondidos. Así:

  • Per-sonar (doble sugerencia: sonar dos veces y alusión a la palabra latina persona = máscara);
  • Ex-i-stencia;
  • Uni-verso
  • Sola-mente
  • Hom-bres hum-ildes del hum-us
  • Des-medido
  • De-construir
  • [El desmembramiento de vocablos se repite en los encabalgamientos abruptos, que cortan palabras. Ejemplos (obsérvense los neologismos)]:
  • Sol y Luna al héroe sacerdo-
  • taban
  • —80→
  • Azulmente itiner-
  • able
  • Super flumina Babiloni-
  • ae [en este caso, la desinencia del genitivo latino queda flotando en abruptísimo encabalgamiento].

Del latín al guaraní, en el juego con los significados ocultos. En un poema repite la Y al modo que una lectura superficial diría un simple caso de polisíndeton, Pero en guaraní Y (î) significa agua. Y Metrópolis del Agua se llama el poema. Leo:

Y/ sexual la/ Y / te pronunció de un salto/ abismo / Y/ ácido cuerpo de mujer la lluvia/ desenfrenó su ejército de frescas embestidas / Y/ naciste Iguazú de Cataratas / Y / flanco nocturno el Paraná te bautizó hacia la / sal / que no descansa / Y / azul marejada [...]/ Y / [...] / Y / [...].


Me viene a cuento esta frase de Octavio Paz: «Lector y poeta se crean al crear ese poema que sólo existe por ellos y para que ellos de veras existan»15.

Quiero destacar en Kaul el uso de regionalismos. Esto no sería novedad ni conlleva en sí mérito especial. Lo significativo en él es que esas palabras lejos de acusar un pintoresquismo muy frecuente en literatura de «tierra adentro» cruzan naturalmente, sus versos en un contexto por el que circulan también arcaísmos, palabras en latín, en inglés, signos comerciales, referencias bíblicas, mitológicas, literarias, históricas, intertextos. Un ejemplo ilustrativo: los adjetivos argelado y pichado. Se trata de expresiones de la lengua coloquial, de cuño auténticamente misionero, certificadas por el uso; ambos son adjetivos-participios de verbos de conjugación completa, que además son reflexivos: argelar y pichar. Kaul los eleva a categoría lírica al incorporarlos en un juego de imágenes eminentemente «cultas». Veámoslos funcionar en el poema:


[...] vi cómo la lluvia, soledad sin tregua,
argelada
de ser matriz hacia el sarcófago
ululaba
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ululábale a la noche verdes relámpagos
de araucaria
y
asfálticos truenos
le inventaba
al gigantesco pórtico
de la nada.


(«Agua», en Rojo Abrazo de Mapa)                



¿Será que Tupá anda medio
pichado
porque no somos hermanos
y agora quiere en castigo
que a nado
salgamos de este Río, de este calamitoso
naufragio?


(«Segundo Círculo», en Azul Clamor de Cenizas)                


No quiero dejar de nombrar uno de sus últimos trabajos: Jangadero16, de 1993. Palabra puente la del título para asomarnos al espíritu del agua, diría Bachelard; palabra de la lengua general, pero cargada de un intenso color local de uso y abuso en las manifestaciones literarias y folclóricas de la región. Kaul explora la riqueza del vocablo: se remonta a la etimología de jangada -Kan-kai en chino; cangadam, en los dialectos dravídicos del sur de la India; del sánscrito, shangatta, llevado a Europa por los navegantes portugueses, ilustra Corominas-. Crea un derivado: el verbo jangadear, y lo conjuga: jangadié; jangadeando y aun jangadeándole. Lo mismo con otras palabras, aurigando; horizontándole, etc. Los epígrafes, uno del Génesis y otro del Popol Vuh, aluden a la unidad de la lengua, anterior a su dispersión babélica. Esa unidad primigenia busca el poeta develar.


Y escuché [...] desde el caribe al
Andes
numerosas hablas dividiendo la unidad primera del
paisaje.
Y, caótico, entre tantas y más tantas
imágenes,
siguió mi jangadero hacia donde giraban las
edades.


(Hunuc)                


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El poeta, nuevo Odiseo rescatador de lejanísimas Ítacas, deriva aventuras por los mares asincrónicos de la poesía y la Filosofía donde lo prehistórico se da la mano con lo actual, el mundo clásico con el indoamericano. Alusiones a Séneca y a Medea remiten a la célebre «profecía» del filósofo cordobés (en su drama titulado, precisamente, Medea): figuraciones de América y el mito de la Atlántida, según las interpretaciones que la crítica ha dado al famoso texto. Sugiere, paralelamente, la develación por parte del poeta, navegante de las palabras, de nuevos continentes de poesía.


Y,
cada vez más
solitario,
siguió mi jangadero la Mar
nombrando.


(Devuélveme)                


Mar o río o lluvia, el agua es símbolo siempre presente, como en la geografía misionera. Si en Iguasú el torrente significaba la historia latinoamericana y las distintas corrientes de pensamiento que la han determinado, aquí al Mar, con mayúscula también es la infinita vastedad del mundo de las palabras y de las posibilidades de la poesía:


Entre la azul
dialéctica
que siempre es la
marea
escuché léguein-logos desde
Atenas


Al buscar lo bello en lo escondido, reivindica el lenguaje cifrado de los mitos, la poesía, el arte, que encierran su verdad como la Esfinge, convertidos para siempre en «reserva de sentido». El develar, a su vez, tiene que ver con otra metáfora con la que nos define. En una especie de conclusión final, dice:


Somos historia, y la historia,
Palimpsesto


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Siendo uno de los poetas más prolíficos e innovadores de la literatura argentina actual, Guillermo Kaul Grünwald no trascendió a una merecida edición de distribución nacional, por esos vericuetos del acceso a los circuitos editoriales y a la crítica (que en gran medida, legisla acerca de la literatura argentina y la separa de la que, un poco discriminatoriamente, es denominada literatura regional). Se nutrió de Misiones, se hizo uno con su sustancia, le dio dimensión universal. Tuvo y tiene el talento de seguir asombrándonos con su palabra. Misiones corre por la venas de su poesía que inscribe e imprime en letras rojo abrazo de mapa.

Hoy por hoy, muchas veces, predomina el bullicio insulso y grandilocuente, el brillo superficial elevado a monumento, y la ingratitud. No hemos querido caer en ello. Por eso, en un mundo lleno de voces de sirena, rescatamos la memoria de este multifacético hombre de la cultura, a quien Misiones le debe -además de sus investigaciones y docencia ejemplares- el haberla hecho nacer a las bellas letras, sujeto lírico para siempre. Porque, como dijo Vasconcelos: «[...] una región no existe mi entras no aparece su cantor»17.


Notas



Derrota interminable son los días de espera contra el musgo
y el balance de azul
hecatombe de alturas

Qué sábado de azúcar y tabaco
Qué mapa de intemperie
Qué ecuación vegetal de continente a saltos



Veamos su aporte a la literatura argentina.

La grafía de nombres guaraníes fue también una preocupación reflejada en su poesía. En las dos primeras ediciones de Iguasú, sigue la etimología original y escribe este topónimo con s, ya que en guaraní no existe la zeta, aclara, y a la I inicial, le agrega el signo que la señala como vocal nasal. Posteriormente, utiliza para el mismo efecto la Y.

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Su vasta y profunda cultura clásica le permite unir en asociaciones lógicas o irracionales cuestiones aparentemente alejadas, pero que tienen que ver con la realidad mundial y especialmente, latinoamericana, como ya dijimos.

Un cotejo de nombres, con sólo citar títulos, nos permite demostrar la amplitud universal de sus referentes culturales: Ur, Englandia, Utlatán, Caribe, Jonia, Quetzal, Hunuc, Bora, Mandala.

En un comentario anterior a Jangadero, yo me refería a él bajo el título de «Los renovados ritmos». No es mi intención extenderme en esto, sino que, para terminar, quisiera traer aquí la cita de Octavio Paz que hice entonces, a propósito de esta palabra clave:

El ritmo no es medida, es visión del mundo.



Y agrega:

El ritmo poético es la actualización de ese pasado que es un futuro que es un presente: nosotros mismos. La frase poética es tiempo vivo, concreto: es ritmo, tiempo original, perpetuamente recreándose. Continuo renacer y remorir y renacer de nuevo.



Ritmo-música-poesía-mito, Unidad del cosmos, raíces de la palabra uni-verso, develación del sentido por la poesía, y estos versos de Jonia, que elegí para final:


No te escuches a ti, escucha el
ritmo
musical del cosmos que
sentido
de Unidad a lo fragmentario da, escucha el
mito
que oculta con su velo, desde afuera, la esencia de ti
mismo



Podríamos decir que hay significados escondidos tras la palabra poética kauliana con los que topamos a poco -o mucho- de hurgar en ella.

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De ahí lo casi impenetrable de su trama lírica originalísima, que encierra una personal cosmovisión18.



Danza pupila danza.

Quizá el canto basáltico nos diga
El enigma vegetal del imperio que aúlla