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ArribaAbajoAl Ayuntamiento de Guayaquil

(INÉDITA)

Excelentísimo señor:

Para informar mejora Vuestra Excelencia del estado de las pretensiones del Ayuntamiento y de los trámites que se han seguido hasta mi salida de la Corte, he creído conducen te acompañar a Vuestra Excelencia una copia del informe particular que en 10 de septiembre de 1814 di a Su Majestad por el ministerio universal de Indias. Este informe debe considerarse como una adición o suplemento al informe general que presenté con la misma fecha, suscrito también por el segundo Diputado, don Vicente Rocafuerte, y que comprendía todos los artículos de las instrucciones que recibí de Vuestra Señoría, documentados debidamente y explicadas todas las materias con la extensión, claridad, orden y fuerza que estaban a mi alcance. No acompaño copia de aquel extenso informe porque el original con las instrucciones y documentos que me entrego Vuestra Excelencia, quedaron en poder del señor Rocafuerte.

Pero por el informe adjunto, podrá venir Vuestra Excelencia en conocimiento de los justos motivos que por mucho tiempo me impidieron entablar aquellas pretensiones durante mi diputación, y también bastará para que aquellas personas a cuya noticia llegue, reformen el juicio que formaron sobre mi conducta a cuatro mil leguas de distancia, sin atender a las circunstancias de las cosas y de   —326→   los tiempos, y sin considerar que, esparcidos en trozos los archivos por todos los pueblos de España, dispersos los Consejos y Tribunales por todas las provincias, invertido el orden y arreglo en muchos ramos de la administración pública, interrumpida la comunicación ultramarina necesaria para muchos negocios de América, y cerrada del todo la comunicación con la Santa Sede para los negocios eclesiásticos, era indispensable que aconteciese un trastorno general de que debió resentirse toda la Monarquía. Y gracias a la Divina Providencia que ese sacudimiento universal no trajo la ruina de España, como se temía, sino por el contrario contribuyó más eficazmente a su libertad y a su gloria.

A estas causas generales, debe añadirse la grande expectación en que todos estaban de las generales reformas y variaciones que meditaba el Gobierno. Mas nuestra triste situación política en aquella época, que justificaba la lentitud de todo Apoderado en la Península, a nadie debe justificar más que a mí, que habiendo sido elegido Secretario de las Cortes pocos meses después de mi recibimiento, estaban en mi mano todos los proyectos de las futuras reformas y a mí estaba recomendado el giro de aquellos negocios para su oportuna discusión. Con estas circunstancias habría sido imprudente y muy inútil pedir providencias particulares, aunque fuesen ventajosas a mi país, cuando su bien particular debía provenir del bien general de la nación, si se querían seguir las verdaderas ideas de orden público y proceder según los más simples principios de política.

Después del feliz regreso de Su Majestad, y restablecido el antiguo orden de cosas, se presentó el extenso informe de que hice mención al principio de este oficio, y se agitó su curso con tal eficacia y buen suceso, que antes de los dos meses estaban hechos los correspondientes extractos en la Secretaría del Ministerio Universal y se consiguió que pasase al Consejo de Indias el voluminoso expediente que comprendía muchas representaciones relativas a las instrucciones de la diputación.

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Concluida mi comisión, nada podía detenerme lejos de mi patria, sino el deseo de estar a la mira de este importante negocio y el de volver trayendo concedidas algunas de las justas y patrióticas solicitudes de la provincia. Del Consejo pasó el expediente a la Contaduría general; y, habiendo sido nombrado por aquel tiempo de Contador don Manuel de Albuerne, bien conocido por la revolución, creí ver cumplidos mis deseos, porque era un hombre laborioso y amante de su deber, porque era amigo particular mío, y porque entonces gozaba de reputación y de favor. Pero por causas desconocidas al público, cayó Albuerne de la gracia, inesperadamente fue mandado salir de la Corte, y para mucho tiempo quedó vacante su empleo. Nuestro expediente quedó también confundido en ese desorden consiguiente a la separación repentina de un jefe de una oficina tan sobrecargada de negocios como la Contaduría general del Reino. Pero se consiguió entresacarlo, y don Manuel Carrilo de Albornoz, oficial de la Secretaría del Consejo me prometió presentarlo luego que fuese nombrado: el sucesor de Albuerne.

En este estado, siendo indeterminado el tiempo de su nombramiento, y más indeterminado aún el tiempo de la resolución del expediente (principalmente después de la imprevista extinción del Ministerio Universal), y hallándome sin recursos en un país extraño, donde no hubiera podido subsistir sin la bondad de algún pariente de cuya generosidad no podía abusar más tiempo sin pesar y aun sin rubor, tomé la resolución de regresarme, y se me concedió mi pasaporte sin embarazo por el Consejo de Indias, cuya circunstancia no he querido olvidar, para que sirva de un ligero abono de mi conducta política, que no debe parecer pequeña a los que tengan una idea de la situación de la Corte y de España en aquella época y de los justos recelos del Gobierno respecto al estado infeliz y peligroso de la América.

Finalmente presento una cuenta del dinero que he recibido del Excelentísimo Ayuntamiento y de la Tesorería general de España, y de todos los gastos impendidos en mi   —328→   ausencia de seis años. En esta cuenta se observará que solamente cargo 75 pesos mensuales para mi subsistencia después de la venida de Su Majestad y disolución de las Cortes. Aunque esa cuota sea casi la mitad de lo que era absolutamente necesario para subsistir en Madrid por aquel tiempo, sin embargo he querido limitarme a ella, porque en una Real Orden comunicada a la Tesorería por el Ministerio Universal a petición de algunos Diputados de América, se les mandó asignar mensualmente la referida cantidad. Es verdad que yo podía formar una partida más exacta de mis gastos en aquella época, fundado en el Artículo de la instrucción para la elección de Diputados en Cortes, por el cual se mandó abonarles, no sólo los gastos, de ida y vuelta, sino también los que impendiesen en sus arribadas y en su decente mantención, sin que me embarazase en nada la citada Real Orden, pues estoy persuadido de que el generoso ánimo de Su Majestad en aquella asignación, fue acomodarse más bien a la situación de su erario que a las necesidades de los hombres. Pero repito que me he limitado en mi cuenta a aquella asignación por estar en todas las cosas, aunque sea con perjuicio mío, no sólo al espíritu, pero aun a la letra de la soberana voluntad del Rey.

En las partidas de gastos impendidos en mi viaje para mi regreso, quizá se extrañarán las grandes demoras que he sufrido en La Habana y Jamaica. En La Habana me detuve más de cinco meses esperando un buque de guerra porque los corsarios de Cartagena infestaban todo el mar de las Antillas, y aun insultaban impunemente a aquella plaza apresando e incendiando las embarcaciones en la misma boca del puerto; hasta que por el favor del Capitán General, hoy Virrey de México, conseguí aprovechar la rara ocasión de un buque de guerra inglés en el que pasé a la Jamaica, a donde tuve la desgracia de arribar un día después de la salida del convoy que en el mes de agosto pasado dio la vela para Portovelo; de manera que fue preciso detenerme en aquel país extranjero más de tres meses con la expectación del primer convoy o de la primera ocasión que se presentase con dirección a mi destino. Pero de este mal y de las incomodidades   —329→   de estas dilaciones, sólo me resta la satisfacción de que por una prudente economía no han contribuido a hacer considerablemente dispendioso un viaje con tantas y tan largas escalas, y por pueblos tan caros y extranjeros, por donde me ha traído la suerte involuntariamente.

Si Vuestra Excelencia aprobase la cuenta que presento, y sobre todo si aprobase mi conducta, no me quedará ningún recuerdo de los trabajos pasados, y sí sólo la grata memoria del honor con que me distinguió Vuestra Excelencia, y con la persuasión de que independientemente del éxito de los negocios, jamás me he apartado un punto de la línea que me trazaron al principio mi deber y mi amor a mi patria.

Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años.

Guayaquil, 20 de enero de 1817.

Excelentísimo señor,

JOSÉ JOAQUÍN DE OLMEDO.

(Archivo de la familia Pino Icaza)





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ArribaAbajo (1820-1822)

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ArribaAbajoAl general San Martín

Guayaquil, noviembre 22 de 1820.

Excelentísimo señor don José de San Martín:

Este Gobierno ha recibido con la mayor satisfacción las letras de Vuestra Excelencia; y todo este pueblo, con indecible júbilo, las noticias que en la goleta Patria han venido, del glorioso ejército libertador que, al mando de Vuestra Excelencia, va a fijar dentro de breve tiempo, el gran destino de la América del Sur.

Tengo el honor de anunciar a Vuestra Excelencia que, también por esta parte, hace progresos nuestra causa. Luego que proclamamos nuestra Independencia, conociendo que la patriótica ciudad de Quito sofocaba sus sentimientos, oprimida de la guerra, se destinó una División protectora, la que, después de haber vencido gloriosamente el peligroso punto de Camino Real, entró pacíficamente en Guaranda. Después han ido sacudiendo el yugo, las vastas y fértiles provincias de Cuenca, Riobamba, Ambato y Latacunga; y ya las avanzadas de esa División están a doce leguas de Quito.

¡Cuánto honor hace a este pueblo el que su solo ejemplo haya podido reanimar el espíritu de libertad en todos los pueblos comarcanos, que a estas horas riegan de flores el camino por donde marchan los soldados de la paz!

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Entre tanto, Vuestra Excelencia prepara el hermoso día del opulento Perú; y, ardiendo en amor patrio, nos enseña la senda que debemos seguir. Ya la Patria tiene en sus manos, destinada a las sienes de Vuestra Excelencia, la corona que han tejido las Ninfas del Rímac; y las cenizas de los magnánimos Incas se reaniman a la presencia de su vengador.

Dios y Patria, Libertad y Victoria.

JOSÉ DE OLMEDO.

(Archivo Jijón y Caamaño)



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ArribaAbajoAl general San Martín

Guayaquil, noviembre 22 de 1820.

Excelentísimo señor don José de San Martín:

Con esta fecha he tenido el honor de participar a Vuestra Excelencia el estado de estas provincias, hasta las inmediaciones de Quito. Ahora añado otras noticias, que creo no serán para Vuestra Excelencia de menor importancia.

Ayer hemos tenido una conferencia con el señor Comisionado por Vuestra Excelencia, sobre el punto general de sus instrucciones, de que se impondrá Vuestra Excelencia por las noticias oficia les que se remiten en esta ocasión. Este honorable oficial regresará en la primera oportunidad. No así el señor Coronel mayor Luzurriaga, quien podrá facilitar con sus conocimientos, todos los planes que se mediten para poner expedita la comunicación con Vuestra Excelencia, desde el punto que ocupa, hasta Cuenca.

Este pueblo, después de haber proclamado tan gloriosamente su Independencia, no ha gozado de sus frutos tan sin zozobra como se esperaba, y como prometían los hermosos principios de nuestra santa insurrección. Las circunstancias del momento, hicieron crear un gobierno sin las debidas formalidades. A mí se me encargó el gobierno político, y el militar al Capitán don Gregorio Escobedo.

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Me vi precisado, a los seis días, a hacer dimisión de un empleo que yo no podía ejercer en beneficio de mi Patria; pues el oficial Escobedo no correspondió a la confianza que se le hizo; y, reuniendo toda la autoridad, hacía extrañar los días del antiguo despotismo. Previendo yo estos males, hice yo convocar, desde el principio de mi gobierno, a todos los pueblos, para que, por medio de sus diputados, eligiesen, en esta ciudad, el Gobierno que más les conviniese.

Verificada la reunión en el tiempo señalado, formaron una Junta de tres individuos que rigiesen la Provincia; Junta de la cual tengo el honor de ser Presidente; y, deponiendo del mando al Comandante Escobedo, nombraron al benemérito coronel Juan de Araujo para Comandante General de esta Provincia. Desde este momento, libre de la opresión, se manifestó la indignación general contra el anterior jefe, de un modo que comprometía la tranquilidad pública. Las acusaciones hervían, y las reclamaciones muy vivas no nos dejaban un instante para dedicarnos a la administración.

La principal acusación consistía en haber Escobedo conspirado contra este país, preparando la fuerza armada para atacar la Representación de la Provincia. Justificose este atentado, y se confirmó con el movimiento hostil que hicieron las fuerzas sutiles contra el edificio en que nos reuníamos; descubriéronse otros planes, por sus más íntimos amigos, que pospusieron su amistad al bien del país.

Otra acusación, no menos grave en mi concepto, era la de que, habiendo preso, desde el primer día, a todos los europeos sin distinción; y encerrádolos en un pontón estrecho, se echó sobre sus bienes, los cuales no entraron en los fondos públicos. Más de ochenta europeos fueron remitidos al Chocó, y sus propiedades ocupadas han desaparecido. De manera que el pueblo clamaba, y clama aún, contra un exceso indigno de un caballero, de un Americano y de un ministro de la libertad. Se decía a voces que no era el amor de la Patria ni de la Independencia   —337→   el que le había hecho tomar una parte activa en la transformación de este país; y sí sólo la sed de atesorar, la ambición de mando, y el ansia de salir del estado miserable a que le había reducido su conducta anterior.

Acosado el Gobierno por todas partes, quería siempre proceder con moderación y templar los ánimos; pero todas las medidas eran inútiles; y como la exaltación podía causar un extravío difícil de contener, fue indispensable proceder a su arresto, para consultar a su propia seguridad y resolver su remisión a Chile, en el bergantín Puyrredón, a disposición del Supremo Gobierno de Chile.

En mi concepto, el crimen mayor de un Americano es hacer odiosa la causa de la Patria, y dar ocasión a que los enemigos, los tibios y los indiferentes, levanten el grito contra nosotros, infamen nuestra conducta, declamen contra este general movimiento de América, y atribuyan a la Causa los excesos de los hijos desnaturalizados. No está libre de esta nota el comandante Escobedo; por tanto devuelvo a Vuestra Excelencia los despachos de Coronel que le ha expedido, para que se los entregue, si lo juzga conveniente. Yo no he querido remitírselos al interesado, por no tener parte en un premio que compromete la reputación de mi país.

La mala versación que ha hecho de los caudales públicos el mismo Escobedo, nos tiene en los mayores apuros. Las tropas de esta guarnición y los auxilios indispensables y frecuentes que damos a la División Protectora de Quito, demandan ejecutivamente pagos y socorros de que necesitamos nosotros mismos. La escasez de nuestro erario merece el nombre de verdadera miseria; y ya puede Vuestra Excelencia considerar los cuidados de este Gobierno naciente, en esta crítica situación. No queremos apelar al medio de una contribución, para no decaer del crédito y confianza con que nos honra este pueblo, para el cual sería muy odioso que el primer paso que da a su libertad, fuese una erogación que quizá no puede soportar, atendida la situación del comercio, después de once años de una general paralización, y después de habérsele   —338→   sacado por extorsión, por los anteriores gobiernos, contribuciones exorbitantes.

Esta situación es tanto más sensible, cuanto que nos imposibilita de coadyuvar a las operaciones del Ejército Libertador y de su escuadra; y cuando el impávido Lord Vice-Almirante, nos anuncia que la O'Higgins podrá venir a carenarse en esta ría, nos acongojamos desde ahora, hallándonos absolutamente faltos de numerario y sin recursos; pudiendo Vuestra Excelencia quedar íntimamente persuadido de que no necesitamos de estímulo para prestar a la causa de la Patria, todo lo que esté a nuestros alcances, y para sacrificarle nuestro reposo y nuestra vida.

Nos hallamos, igualmente, en la mayor necesidad de armas para esta guarnición, y especialmente para levantar una respetable División en Cuenca, cuya importancia no puede desconocer Vuestra Excelencia. En esta virtud, si Vuestra Excelencia pudiera proporcionarnos mil fusiles y algunas fornituras, haría un servicio inestimable a esta Provincia, que mira como la muerte el dar un paso retrógrado en su carrera.

Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años.

JOSÉ J. DE OLMEDO.

(Archivo Jijón y Caamaño)



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ArribaAbajoAl coronel Luzuriaga

Por la adjunta copia se impondrá Vuestra Señoría del acuerdo de la junta de guerra permanente reunida para tratar de las medidas concernientes a la seguridad y defensa de esta provincia, después de la dispersión que ha sufrido la División Protector a de Quito. Este acuerdo ha sido aprobado por el gobierno en todas sus partes, y la consulta que hace de Vuestra Señoría para encargarle esta delicada comisión, está tan conforme a los sentimientos del gobierno, que aun sin esa circunstancia había resuelto fiar a la dirección de Vuestra Señoría la formación y organización de la fuerza que debe cubrir esta provincia y las comarcanas de cualquiera ataque enemigo, y contribuir a los progresos de nuestra causa.

Sobre colección de armas, pertrechos, municiones y dinero de la caja que haya ido entrando en ese pueblo de la división dispersa, y demás atenciones y disposiciones necesarias, el gobierno reposa en el celo y acreditados conocimientos de Vuestra Señoría, quien, aceptando esta comisión, dará una nueva prueba de su patriótica adhesión a la más justa de las causas.

Dios guarde a Vuestra Señoría muchos años.

Guayaquil, y noviembre 27 de 1820.

JOSÉ JOAQUÍN DE OLMEDO.

Señor Coronel mayor don Toribio Luzuriaga.

Comandante en Jefe de la División Expedicionaria.

(General Luzuriaga. Exposición documentada de su campaña en Guayaquil, 1835, pp. 32-33)



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ArribaAbajoAl señor Vázquez de Noboa

Señor Jefe político y militar de la ciudad de Cuenca:

Por el bergantín Triunfo que acaba de llegar de las Costas del Chocó hemos recibido la noticia más importante a la Causa Americana. La Cámara de los Estados Unidos de Norte América, ha reconocido la Independencia de nuestros Gobiernos, el 11 de mayo de este año, como verá Vuestra Señoría por los adjuntos impresos, que nos apuramos a remitirle para proporcionar a ese patriótico pueblo una satisfacción tan apreciable.

Por el mismo buque ha recibido este Gobierno cartas del señor general Valdés desde su Cuartel General de Popayán, y por ellas sabemos que el 25 del mes pasado de noviembre, movía su campo sobre Pasto y Quito. Esta circunstancia nos hace más sensible el desgraciado éxito de nuestra División en Huachi; pues sin ese revés estaríamos en situación de marchar contra Quito, dividir la atención de su Jefe, debilitar su fuerza, y hacer más fácil y más segura la operación del señor Valdés. Sin embargo, se hará lo que se pueda. En Babahoyo se mantiene y refuerza la división allí acantonada; y estará pronto para cualquier movimiento no aventurado.

Por parte de Cuenca es también indispensable que se prepare una diversión para debilitar al enemigo, que,   —341→   llamado por todas partes, es preciso que ceda por alguna o por todas.

Si el invierno se adelanta y se inunda esta Provincia, es de temer que, acometido Quito por la División de Pasto, intente romper por Cuenca; y por tanto desde ahora debe Vuestra Señoría estar preparado para este caso.

Dios y Libertad.

JOSÉ JOAQUÍN DE OLMEDO.

Guayaquil, diciembre 14 de 1820.

(Archivo del Instituto Superior de Humanidades Clásicas. Cotocollao)



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ArribaAbajoAl señor Vázquez de Noboa

Por el oficio de Vuestra Señoría fechado 11 del presente ha visto el Gobierno las justas sospechas que Vuestra Señoría tiene de que el enemigo dirija su marcha sobre esa Ciudad; y deseando dar en esta ocasión una nueva prueba del vivo interés que toma por ella y su Provincia, cuya suerte está ligada a la Causa general de América, ha hecho el mayor esfuerzo que le es posible, aun desarmando algunos soldados para remitir a Vuestra Señoría cien fusiles y cuarenta y dos tiros de bala rasa y metralla para cañón de a 4 de montaña. El cabo que custodia estos efectos deberá regresar a ésta en primera ocasión.

Al mismo tiempo la división acantonada en Babahoyo ha hecho sobre el Camino Real una diversión necesaria para disminuir a lo menos una parte de la fuerza que el enemigo intente dirigir sobre esa Capital; cuyo resultado ha sido desalojarlo de aquel punto.

Vuestra Señoría ha sido ya informado del recibo de los 15000 pesos que remitió para la compra de fusiles, los cuales están depositados con separación del tesoro de estas Cajas, y se procedió por los comisionados de Vuestra Señoría a las contratas de su compra en el Chocó y ejército del señor general San Martín, de que ya habrán instruido a Vuestra Señoría.

El Gobierno por el interés con que mira la situación de esa Provincia se resolvió a mandar los oficiales de que dio a Vuestra Señoría conocimiento bajo la dirección del Teniente Coronel don José González, a quienes acompaña, además de los conocimientos necesarios para la instrucción   —434→   de tropa, la circunstancia de haberse batido con energía diversas veces; sin embargo, si no fueren a Vuestra Señoría útiles podrán volver a esta Ciudad.

Es satisfactorio que la persona de don José Sepúlveda se ocupe en servicios de ese Gobierno, pues en todas ocasiones sostendrá el concepto que ha merecido a Vuestra Señoría.

Dios y Libertad.

Guayaquil, 15 de diciembre de 1820.

JOSÉ JOAQUÍN DE OLMEDO.

Señor Jefe Político y Militar de Cuenca.

(Archivo del señor don Alberto Mena Caamaño)



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ArribaAbajoAl general Manuel Valdés

La Junta de Gobierno de la Provincia de Guayaquil.

Los sentimientos que Vuestra Señoría nos manifiesta en su oficio de 9 del pasado hacen armonía con los que animan a esta Junta de Gobierno, y son los que esperamos de todo el que ama la Libertad y la Patria.

La División Protectora de Quito fue dispersa el 22 de noviembre en Huachi, marchando contra aquella ciudad, por la columna de Aragón que mandó contra nosotros el presidente Aymerich. Este suceso desgraciado no nos ha hecho desmayar en nuestro propósito; pero nos priva de la facultad de poder cooperar activamente con los movimientos de Vuestra Señoría porque los restos de la división no están en estado de aventurar una acción, y cuando más se conservan y refuerzan en las Bodegas de Babahoyo para llamar la atención del enemigo que parece marcha contra Cuenca. Esta provincia y la nuestra están amenazadas; y nuestros ojos y nuestras esperanzas están fijas en el ejército del Sur, y desearíamos dar alas a los valientes que militan bajo las órdenes de Vuestra Señoría.

Grande es nuestra falta de armas, pues tuvimos la desgracia de que pocos días antes de la revolución el Gobierno español remitiese ochocientos fusiles a Quito: circunstancia, que nos ha proporcionado un doble daño por lo que nos ha quitado, y por lo que ha dado a los enemigos. En esta situación, la oferta de Vuestra Señoría de proporcionarnos armas es un rayo de consuelo y de esperanza.

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A pesar de esta falta, nos vemos obligados a remitir algunas armas en este día a los hermanos de Cuenca porque se hallan en mayor peligro que nosotros. Esto demandan los sentimientos de unión y fraternidad que profesamos a todos los pueblos libres de América, y que con mayor energía ofrecemos a Vuestra Señoría en esta ocasión.

Dios guarde a Vuestra Señoría muchos años.

Guayaquil, diciembre 15 de 1820.

JOSÉ JOAQUÍN DE OLMEDO.

Presidente.

Señor Comandante en Jefe del ejército del Sur.

J. Manuel Valdés.

(Archivo del señor don Alberto Mena Caamaño)



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ArribaAbajoAl coronel Luzuriaga

Señor don Toribio Luzuriaga.

Guayaquil, diciembre 18 de 1820.

Mi más apreciado amigo:

No hay persona que venga de ese pueblo que no hable de los milagros de usted con el tono con que los predicadores hablan del milagro de los cinco panes. Usted con las miajas de una división dispersa y derrotada está cubriendo la provincia, y conteniendo el movimiento de los enemigos: y este importante servicio merece... lo que merece.

Hacemos los mayores esfuerzos por remitir a usted siempre lo que pide y necesita; pero... pero ya usted considerará nuestra situación, y los embarazos que nos han presentado para realizar nuestros deseos. No podemos decir a usted ahora cuántos dragones saldrán para ese puerto, ni cuándo: hacemos cuanto podemos para que sean los más posibles y que vayan pronto. En su defecto la Compañía patriótica de Quito puede servir bastante, si usted la organiza y le da oficiales inteligentes.

Estamos sin monturas: las buscaremos mucho; entre tanto como los de la Patriótica son o vinieron montados, todos tienen sus avíos, y suplirían por ahora. Conozco la dificultad de procurárselos allí, pero quizá no es imposible para suplirse mientras por acá hacemos lo que podemos.

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Quisiera que usted avisara cuándo quiere que la falúa vaya por usted. La absoluta falta de canoas hace que los 50 infantes y la Patriótica salgan mañana por la mañana en balsas. El paso perezoso y lento de estas embarcaciones se acomoda poco a la justa impaciencia de nuestros deseos, y a la actividad del alma de usted, y a lo que exigen las circunstancias; por tanto, convendrá que usted disponga salgan algunas canoas a encontrarlas para abreviar algo su marcha.

Por la copia del oficio del comandante de la columna enemiga se impondrá usted de sus humanos sentimientos; y por la particular, dirigida a mí por el corregidor señor Miguel (que se servirá devolverme), verá el modo de pensar de esos Señores, y lo que podemos esperar. En ella dice que González me conoció en España y aun trató: de nada me acuerdo.

Nuestro amigo el señor Guido está bueno. No hay tiempo para más, sino para saludar a usted de parte de estos señores, y ofrecerme nuevamente a su amistad con la mayor sinceridad.

De usted apasionado amigo, que besa su mano,

JOSÉ JOAQUÍN DE OLMEDO.

(General Luzuriaga. Exposición documentada de su campaña en Guayaquil, 1835, pp. 33-34).



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ArribaAbajoAl general Valdés

Junta Superior de Gobierno

La columna enemiga que batió nuestra División en Huachi ha dirigido su movimiento sobre la provincia de Cuenca, por lo que ha sido menester desarmar una parte de la guarnición de esta plaza, para auxiliar de armas a aquélla, y reforzar la División acantonada en Babahoyo que se va avanzando sobre Guaranda en partidas por diferentes direcciones, para retardar o detener con esta diversión el movimiento del enemigo, que sin abandonar a Riobamba amaga, con 350 hombres a Cuenca. Esta provincia llena de un gran entusiasmo no puede presentar armados actualmente arriba de 400 hombres por la gran escasez de armas. Los pedimentos y contratas hechas por ambas provincias a diferentes, puntos tardan en realizarse, y con la mira de acelerar la remisión de los que están contratados sobre esa Costa, sale un místico enviado por el Gobierno con ese único objeto, aprovechando esta coyuntura de anunciar a Vuestra Señoría el estado de las operaciones por esta parte y nuestra situación militar. De modo que si el buque conductor de esta correspondencia no encontrase el armamento a cuya conducción va destinado, lleva la orden de esperar la contestación de Vuestra Señoría y el auxilio de mil fusiles o a lo menos 500 con sus fornituras, monturas y sables de caballería de que pueda Vuestra Señoría desprenderse a favor de esta provincia. La generosa y patriótica promesa de Vuestra Señoría en su oficio del 10 de noviembre,   —349→   la situación de estas provincias y las ventajas que reportará la causa común nos da la más firme esperanza de ver cuanto antes realizado este auxilio tan indispensable.

Dios, Libertad y Victoria.

Guayaquil, diciembre 22 de 1820.

JOSÉ DE OLMEDO.- RAFAEL JIMENA.- FRANCISCO MARÍA ROCA.

Señor don Manuel Valdés,

Comandante en Jefe del Ejército del Sur.

(Archivo Nacional de Colombia. Bogotá. Tomo VII, p. 752)



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ArribaAbajoAl general Valdés

Junta Suprema de Gobierno.

El buque conductor de los adjuntos ha tenido que regresar por haber tocado en un banco pedregoso que le ha ocasionado alguna avería. Este accidente sensible en nuestra situación porque retarda el momento en que esta plaza se provea de armamento necesario a su defensa, nos proporciona dar a Vuestra Señoría conocimiento de los últimos acontecimientos ocurridos en el Perú y provincias que nos cercan.

Por partes oficiales recibidos hoy del Excelentísimo señor General en Jefe del Ejército Libertador don José de San Martín, sabemos que el valiente Coronel mayor Arenales había libertado del yugo enemigo las provincias de Tarma, Jauja y Huaylas; que el patriótico batallón de Numancia en fuerza de 600 hombres que eran la principal esperanza del virrey Pezuela se incorporó en la mañana del 3 de diciembre al Ejército Libertador con la mayor parte de su oficialidad; una columna del mismo ejército se había puesto en marcha sobre Trujillo; finalmente el intrépido lord Cochrane apresó dos buques, uno procedente de España con un rico cargamento, otro sacado de la bahía del Callao con dos mil fusiles a su bordo.

Estos plausibles sucesos que dan una preponderancia física y moral a nuestras tropas, y que hacen entrever ya el feliz instante en que el estandarte de la libertad se tremole en los muros de la capital del Perú, han tenido la influencia que debía esperarse, después del acontecimiento doloroso que las armas de la Patria han sufrido   —351→   en Cuenca, que cayó el 20 en poder del enemigo que venció en Huachi nuestra División. Y temiendo las consecuencias que de este desastre puedan resultar a la causa de la libertad para este punto, excitamos con nuevo ardor el ánimo de Vuestra Señoría, ya sea para acelerar las operaciones militares hacia el norte de Quito, para llamar la atención del enemigo y distraerlo de ulteriores miras; y si las circunstancias lo permiten para auxiliarnos en cuanto esté en su poder.

Después de la toma de Cuenca lo único que puede poner a cubierto esta Provincia en el estado que se halla, es el movimiento que Vuestra Señoría haga sobre la de Quito, o un auxilio pronto y eficaz de armas a (las) tropas. Esto podría verificarse cuando Vuestra Señoría pudiese desprenderse de una parte de sus fuerzas para obrar por este lado. Vuestra Señoría consultando las que tiene, los obstáculos que puedan presentarse ya por la naturaleza de aquel terreno, ya por la del tiempo, pesará estas razones y les dará el valor que puedan tener. De todos modos la población y recursos que ofrecen las provincias de Cuenca, Riobamba y demás hasta Quito, que han padecido menos en la guerra que los de la parte de Popayán, y los que pudiese prestar este Gobierno, le dan la confianza de creer que setecientos hombres de tropa escogida que Vuestra Señoría pudiese hacer transportar a estas Costas harían proclamar la independencia en la capital de Quito al mes de emprendida la campaña.

Dios guarde a Vuestra Señoría muchos años.

Guayaquil, diciembre 26 de 1820.

JOSÉ DE OLMEDO.- RAFAEL JIMENA.- FRANCISCO MARÍA ROCA.

Señor don Manuel Valdés, General en Jefe de las tropas del Sur de Colombia.

(Archivo Nacional de Colombia, Bogotá, Tomo VII, pp. 750-751)



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ArribaAbajoAl general San Martín

3 de enero de 1821.

Excelentísimo Señor:

Los pasajeros que acaban de llegar de Panamá hablan muy favorablemente del espíritu público que allí reina el cual va creciendo en razón directa de la opresión que sufre el pueblo de las armas del Rey. Esta feliz disposición se manifiesta más en el deseo general de aquel vecindario de que no se interrumpan las relaciones mercantiles con nosotros. La Junta de Gobierno por alentar un poco la suma languidez de nuestro comercio y más aún por facilitar la libre comunicación de ideas y opiniones que tanto bien puede producir a nuestra causa, está resuelta a conceder, si no una libertad absoluta de tráfico con una plaza que aún subsiste bajo la dominación española, a lo menos algunos permisos particulares que llenen los fines que se propone en esta concesión. Pero recelando justamente que los buques de la marina del Estado de Chile puedan detener y aun apresar los buques que naveguen para puertos ocupados aún por el enemigo, sin embargo de llevar el correspondiente permiso, espera este Gobierno se sirva Vuestra Excelencia comunicar orden al Jefe de la Escuadra para que todo buque que navegue con permiso de esta Junta Gubernativa pueda pasar libremente a su destino.

Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años.

Guayaquil, enero 3 de 1821.

JOSÉ DE OLMEDO.- RAFAEL JIMENA.- FRANCISCO MARÍA ROCA.

Excelentísimo señor general don José de San Martín.

(Papeles varios. Colección Vargas. Lima. Tomo 25)



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ArribaAbajoAl general San Martín

Guayaquil, enero 3 de 1821.

Excelentísimo señor general don José de San Martín:

El Gobierno de esta provincia ha leído con la más viva emoción de alegría el oficio de Vuestra Excelencia fechado 10 de diciembre, y las copias de los partes oficiales, bajo los números 1 al 11, que le instruyen de las ventajas obtenidas por el señor coronel mayor don Juan Antonio Arenales, en Jauna y Tarina, y del importante acontecimiento de la incorporación del batallón Numancia al Ejército Libertador. Tan felices sucesos presagian el pronto y feliz éxito de las armas de la Patria, que Vuestra Excelencia ha mandado siempre con gloria. Venturoso el día en que los pueblos del antiguo Imperio de los Incas, reunidos todos por el voto de la Independencia, bajo los auspicios del Ejército Libertador, pongan término a una lucha tan larga y desastrosa.

El desembarco de tropas en Cerro-azul, por las fragatas Prueba y Venganza, es uno de aquellos sucesos efímeros en la campaña; insignificante por sí mismo, o más bien muy favorable a nuestra causa, hoy día en que el ejército enemigo ha empezado a acordarse que es americano. Por tanto, Vuestra Excelencia debe reputar que ha recibido ese nuevo refuerzo desde Arica.

  —354→  

Por relación del señor J. Irisarri, capitán del bergantín San Pedro Nolasco, que arribó a este puerto procedente de Panamá, el 27 del presente, se sabe que las expresadas fragatas fueron encontradas por él en las costas del Chocó, en dirección a Panamá, para proveerse allí de víveres y seguir hasta Acapulco.

La desgraciada acción de Huachi, ha traído la pérdida de Cuenca, en donde el enemigo entró el 21 del pasado diciembre. Este doloroso acontecimiento, que tendría fatales consecuencias para Guayaquil, si su situación local y la próxima estación de las aguas no le diesen la esperanza de estar a cubierto de toda opresión enemiga, reclama poderosamente la atención de Vuestra Excelencia sobre este punto tan interesante a la causa general.

Dios guarde a Vuestra Excelencia.

JOSÉ J. DE OLMEDO.

(Archivo Jijón y Caamaño)



  —355→  

ArribaAbajoAl coronel Luzuriaga

La situación militar de esta provincia, después de la derrota de Huachi y la pérdida importante de la de Cuenca, reclama imperiosamente un remedio extraordinario como es el mal. El gobierno excitó con este motivo al señor Comandante militar para que, reuniendo la junta de guerra, propusiese las medidas que conviniesen a tan críticas circunstancias. Todos unánimemente indicaron la necesidad de reorganizar, o más bien crear la fuerza armada, sin la cual es vana la esperanza de salud, y no prudente la sola confianza en la localidad del suelo y en la proximidad de la estación. Con la misma unanimidad, Vuestra Señoría fue el jefe que se creyó capaz de esta empresa tan ardua como necesaria. La Junta de gobierno no podía menos que aprobar una proposición tan conforme a sus sentimientos, tan adecuada a nuestra situación, y tan acomodada al concepto que ha formado del mérito de Vuestra Señoría. En esta virtud, ha nombrado a Vuestra Señoría con la mayor satisfacción por comandante general de esta provincia, y se promete de su pericia militar y celo patriótico el feliz desempeño de esta comisión. Todas las dificultades que podía oponer el reglamento provisorio, o la delicadeza de Vuestra Señoría, están vencidas. El Excelentísimo señor General del Ejército Libertador repetidas veces, y especialmente en su oficio de 17 del pasado, previene a este gobierno literalmente que Vuestra Señoría preste sus servicios, y coadyuve a los planes que se formen, bien sea en esta provincia o en la de Cuenca; añadiendo que lo quiere así, y conviene gustoso en esta medida. Pero, aunque no existiesen estos motivos, bastaría que la Patria lo exigiese bastaría el peligro   —356→   que nos amenaza tan de cerca, bastaría la importancia de esta provincia a la causa general, y el inmenso trabajo y grande sacrificio de dinero y sangre que costaría recuperarla, para que Vuestra Señoría, sobreponiéndose a toda consideración, cediese al imperio de las circunstancias, y no quisiese cargar sobre sí una responsabilidad que debe huir más que la muerte y la infamia, un verdadero soldado de la Patria y un amigo de la Libertad Americana.

Dios guarde a Vuestra Señoría muchos años.

Guayaquil, enero 3 de 1821.

JOSÉ JOAQUÍN DE OLMEDO.

Señor coronel mayor don Toribio de Luzuriaga.

(General Luzuriaga. Exposición documentada de su campaña en Guayaquil, 1835, pp. 36-37)



  —357→  

ArribaAbajoAl capitán Antonio Farfán

Junta de Gobierno

El Patriótico Ayuntamiento de esta Ciudad desde los primeros días de nuestra feliz transformación decretó diez medallas de oro para distinguir a los que más se hubiesen señalado en promover y realizar la independencia de este Pueblo, dejando al arbitrio del Gobierno conferir a los beneméritos esta pequeña pero honrosa muestra con que Guayaquil desea premiar a sus Libertadores. Y siendo usted uno de los que más se distinguieron en tan memorable acontecimiento, el Gobierno con la mayor satisfacción concede a usted una de esas medallas en reconocimiento de tan importante servicio a la Patria, y en memoria de la gratitud pública.

Guayaquil, enero 8 de 1821.

JOSÉ DE OLMEDO.- RAFAEL XIMENA.- FRANCO MARÍA ROCA.- FRANCO DE MARCOS.

Secretario.

Señor capitán mayor Antonio Farfán.

(Archivo del Instituto Superior de Humanidades Clásicas. Cotocollao)



  —358→  

ArribaAbajoAl general San Martín

(FRAGMENTO DE CARTA)

Guayaquil, 23 de febrero de 1821.

Disipados del todo nuestro cuidado por esta parte, y llenos de esperanza por la otra, en que Vuestra Excelencia marcha casi sin obstáculo a Lima, que es el último reducto de la tiranía, el aspecto de esta Provincia es tan diferente del que tenía a principios de este año, que, lejos de recelar algún peligro, todo nos promete seguridad y la consolidación de nuestra Independencia.

No por eso el Gobierno se ha descuidado en prepararse para cualquier acontecimiento. Se ha levantado una fuerza de mil doscientos hombres, y se halla en un estado de disciplina superior al que podía esperarse por el tiempo que llevan de organización. Esta lisonjera situación aliviará el cuidado de Vuestra Excelencia por esta Provincia; y lo pone en libertad de no desprenderse de fuerzas, que, por pocas que fueren, deben ser más necesarias donde el momento las reclama más imperiosamente.

(Ecuador-Perú. Páginas de historia por C. Destruge, p. 12)



  —359→  

ArribaAbajoAl general Mires

Señor general José Mires.

La Junta de Gobierno al encargarme dar a usted la contestación que hemos acordado a la nota oficial reservada que nos pasó usted con fecha del 23; me recomienda particularmente manifestarle la grande satisfacción que ha sentido al ver letras del ilustre Libertador de Colombia, al recibir la honrosa comunicación de aquel Gobierno, y al entrar en íntimas relaciones con un pueblo que después de tantos sacrificios ha asegurado al fin su independencia y libertad civil.

El armisticio de 25 de noviembre último, entre los Generales de Colombia y España, debe ser admitido indispensablemente por el Presidente de Quito y con el mayor gozo; pues cualquiera ilusión de esperanza que pudiera mantener por la ventaja de su posición sobre el Juanambú, debe disiparse como un sueño al ver el nuevo esfuerzo que han recibido las armas de la patria en aquel punto, y sobre todo al saber que se halla al frente el mismo Libertador, cuyo nombre sólo basta para aturdir a nuestros enemigos.

Si prescindiésemos de los sentimientos de paz y humanidad de que debe estar animado todo el que sea verdadero amigo de la libertad, sería de desear que el armisticio no tuviese efecto en Quito, para apresurar la libertad de las provincias subyugadas aún y vengar los agravios que acaba de recibir este pueblo.

Por ahora no tenemos que temer una invasión, porque en la estación presente se hallan inundados todos   —360→   los campos que los rodean y son intransitables los caminos; el Gobierno ha sabido aprovecharse de estas circunstancias para levantar y organizar algunas tropas que puedan, si no expedicionar contra Quito, a lo menos defender la provincia en la oportunidad. Esta fuerza, o parte de ella, unida a la que pudiera remitirse del ejército de Colombia sería bastante (especialmente al mando de un General de tan acreditado valor y entusiasmo por la causa como usted) para libertar estos preciosos países.

Por estas consideraciones parece no convenir por ahora que usted use de su autorización para intimar el armisticio al Presidente de Quito; pues, no siendo admitido, se debería marchar al punto contra él: lo que es imposible en la estación y en la situación militar en que nos hallamos. Y siendo admitido debemos consentir en que las provincias nuestras hermanas continúen bajo el yugo; y nos exponemos también a que, admitido por esta parte y por el Norte, queden paralizados los movimientos y planes del Libertador por todas partes. Parece, pues, que la prudencia y política aconseja esperar el resultado de aquella negociación y permanecer nosotros siempre en estado de obrar según las circunstancias, sin ligarnos por comprometimiento de que no resultaría ventaja a la causa común.

Entre tanto nosotros debemos apercibirnos sin perdonar fatiga para cualquier acontecimiento, y preparar desde ahora los movimientos simples o combinados con que debemos obrar en la ocasión, para cuyo importante objeto la fortuna nos presenta en usted un Jefe cuyos conocimientos y experiencia nada nos dejarán que desear.

La ligera indicación que hace usted en su nota sobre la agregación de esta provincia a la heroica República de Colombia, merece una contestación tan detenida y extensa que más bien debe ser materia de varias conferencias. Por ahora me contento con decir a usted que, después de proclamada la Independencia de la provincia, nuestros únicos votos han sido sostenerla y cooperar a la causa de América y al engrandecimiento de la República. Desde los principios hemos conocido que esta provincia por   —361→   su pequeña extensión, por su corta población, por la escasez de luces, y por el atraso lamentable de la agricultura y de las artes, no puede ni debe ser un Estado independiente y aislado, y necesita el apoyo y protección de un Estado más fuerte y poderoso para progresar en la carrera de su prosperidad y marchar con firmeza en la de su libertad. Por tanto, en el Reglamento de Gobierno aprobado por la Junta General de la provincia como una Constitución provisoria (de que se adjunta copia) se ha declarado esta provincia en libertad de agregarse a cualquiera grande asociación que le convenga de las que han de formarse en la América meridional.

Esta actitud de la provincia lejos de ser embarazosa a los planes de los ejércitos que protegen la independencia, facilita las operaciones y aun les da margen a abrir y proyectar nuevas en caso de que lo impidiese por alguna parte el compromiso de una negociación; de manera que, aunque el Gobierno estuviese autorizado para hacer una declaración sobre este asunto, no sería oportuna ni ventajosa.

En lo que debe fijarse toda la consideración por ahora, es en los medios de consolidar la independencia de la provincia, no en afirmar su reunión a un Estado con quien ya está tan unida por tantos lazos y por tantas relaciones. En efecto, dispuesta como está a cooperar activamente a la libertad de las provincias comarcanas, preparada a prestar al ejército libertador cuantos auxilios estén en su poder, y segura de recibir los que necesite, se le puede considerar de hecho agregada a cualquier Estado con quien tenga tales relaciones.

En esta virtud será muy conveniente se verifique el deseo del Gobierno de Colombia de remitir aquí una fuerza competente, si así lo exige el bien general, y en caso de que, suspendiéndose las hostilidades por Pasto, quede sin movimiento el ejército, entonces conceptúo que mil quinientos hombres podrán en el verano abrir por aquí y concluir con gloria la campaña, uniéndose a esa fuerza 500 hombres bien armados que dará esta provincia. Si el armisticio no tuviese efecto, será más conveniente   —362→   que la fuerza unida del ejército de Colombia obre por aquella parte, y por ésta obren en combinación al mando de usted las de la provincia.

En el estado deplorable en que se halla este pueblo después de diez años de languidez de su comercio y de las últimas exacciones que hizo el Gobierno español, sus recursos son inferiores a sus necesidades, de modo que el Gobierno se ha visto en la dura necesidad de ocurrir a un empréstito forzoso para sostener la fuerza armada que en el día pasa de 1000 hombres reclutados en estos últimos meses. A pesar de esta situación, si viniesen tropas del ejército se les proporcionarían la subsistencia y los medios de trasporte. Tenemos mil fusiles de repuesto; armas para un escuadrón y algunas piezas de montaña. Hay un escuadrón de dragones milicianos con los que se puede formar un escuadrón ligero. Finalmente como no hay marina, no podemos asegurar el número de buques que podrán marchar, a la costa del Chocó para trasportar las tropas, pero seguramente se mandarían todos los que hubiese en el puerto, y se facilitarían todos los medios necesarios para su conducción.

Ésta es la situación de la Provincia, y éstos los auxilios que puede prestar en beneficio suyo y del común del pueblo americano. Sobre todo lo cual usted hará las observaciones convenientes, seguro de que por parte del Gobierno no encontrará usted sino la mejor disposición en proteger la causa, la mayor gratitud al heroico pueblo de Colombia por los auxilios que le presta hoy y por el sublime ejemplo que nos ha dado en esta época memorable: sentimientos de admiración por el glorioso Libertador. Dios guarde a usted muchos años.

Guayaquil, febrero 27 de 1821.

JOSÉ DE OLMEDO.

(P. Vacas Galindo. Documentos sobre límites. Tomo II, pp. 30-33)



  —363→  

ArribaAbajoAl general Mires

Señor General de Brigada José Mires.

Para que el resultado de las conferencias, entre usted y el Gobierno, se comunique al de Colombia, con la prontitud que exige su importancia, y usted desea, se apresta un buque de diligencia con la posible actividad. Es sensible que esta salida no sea al momento, porque el buque destinado se hallaba cargado de municiones de guerra, que al instante empezaron a desembarcarse. Los demás buques, que deben conducir las tropas del puerto de la Buenaventura, saldrán en el número y tiempo que particularmente acordemos, para que no se frustren los votos de ese pueblo, y los deseos del Libertador, y para apresurar el día glorioso de arrojar la tiranía del último ángulo de nuestro suelo.

Reitero a usted, en nombre de este Gobierno, los sentimientos que expuse en mi anterior, y con la misma sinceridad.

Dios guarde a usted muchos años.

Guayaquil, marzo 2 de 1821.

JOSÉ DE OLMEDO.

(P. Vacas Galindo. Documentos sobre límites. Tomo II, p. 34)



  —364→  

ArribaAbajoAl coronel Antonio Morales

JUNTA DE GOBIERNO

La Junta de Gobierno ha visto con satisfacción el resultado de la honrosa comisión que fió a Vuestra Señoría el Gobierno de Colombia cerca del de Quito, y, supuesto que dentro de muy pocos días, se ha de presentar Vuestra Señoría en esta ciudad, se reserva este Gobierno para entonces hacer las observaciones que naturalmente nacen del tratado y arreglar las operaciones que sin oponerse a él deben tener lugar.

Sin embargo, desde ahora adelantamos que es falso el supuesto del artículo 4 en que se funda la excepción que puso el Presidente de Quito, pues esta provincia no está agregada al Perú, y es tan ridículo persuadirse a que la agregación está ya hecha por la sola razón de haber admitido comisionados del general San Martín y los auxilios que la ha prestado, como sería degradante para ella someterse a un ejército en lugar de unirse a uno de los grandes estados con quienes linda.

Del mismo modo no encontramos medio de conciliar en el mismo artículo 4.º y en el 5.º, como se asegura, que los prisioneros de Guayaquil serán tratados según el Derecho de Gentes, y como lo han sido hasta ahora, siendo notorio el indigno comportamiento del Presidente de Quito con nuestros oficiales, y cuando Vuestra Señoría mismo nos comunica los ha sacado de calabozos para ponerlos en arrestos decentes.

  —365→  

El Gobierno de esta provincia, después de la llegada del señor general José Mires que le condujo la correspondencia del Excelentísimo Señor Presidente Libertador, y por el resultado de la comisión de que Vuestra Señoría fue encargado, está convencido del vivo interés que la República de Colombia toma por esta provincia y por el modo con que Vuestra Señoría ha desempeñado dicha confianza le merece la más alta consideración.

Dios guarde a Vuestra Señoría muchos años.

Sala de Gobierno de Guayaquil, 5 de marzo de 1821.

JOSÉ DE OLMEDO.

Señor Coronel de los ejércitos de la República Antonio Morales, comisionado del Gobierno de Colombia.

(Archivo Histórico Nacional de Bogotá. Guerra y Marina. Historia, tomo 4, folio 189 r./v.)



  —366→  

ArribaAbajoAl general Sucre

JUNTA DE GOBIERNO

La Junta de Gobierno de esta provincia ha visto por el oficio de Vuestra Señoría bajo el número 14, desde Popayán, que, por renuncia hecha del señor general Valdés, ha sido Vuestra Señoría encargado del mando del ejército del Sur.

El Gobierno se complace al ver a la cabeza de unas tropas destinadas al laudable objeto de librar las bellas provincias de Quito de la presencia del enemigo, a un General que reúne la pericia al genio militar. Reciba Vuestra Señoría la felicitación del pueblo y gobierno de Guayaquil por un cargo que su importancia manifiesta la confianza que hace la República de los conocimientos de Vuestra Señoría.

Dios guarde a Vuestra Señoría muchos años.

Guayaquil, 17 de marzo de 1821.

JOSÉ DE OLMEDO.- RAFAEL JIMENA.- FRANCISCO ROCA.

Señor general Antonio Sucre, y en Jefe del ejército del Sur.

(Archivo Histórico Nacional de Bogotá, Guerra y Marina. Historia, tomo 4, folio 193 r.)



  —367→  

ArribaAbajoAl general Sucre

El oficio de Vuestra Señoría bajo el número 2 entregado por el señor general José Mires a este Gobierno, le anunciaba las órdenes que Vuestra Señoría había recibido del ilustre Libertador de Colombia para exigir del Presidente de Quito, al tiempo de fijar las líneas divisorias de los ejércitos durante el armisticio, la suspensión de sus operaciones sobre Guayaquil; el señor coronel Morales, que se halla en esta ciudad después de terminada su comisión, ha obrado con respecto a esta provincia conforme a las instrucciones que Vuestra Señoría manifiesta por su citado oficio, a pesar de que el Presidente de Quito ha procurado eludir esa parte del tratado por suponer que estaba esta provincia agregada al Perú.

El armisticio con respecto a Guayaquil parece innecesario, ya porque la estación de las aguas lo establece de necesidad hasta mayo, ya porque, según el tenor del convenio concluido en Quito, todo movimiento del enemigo sobre esta parte, da lugar a un rompimiento. Entre tanto el Gobierno de acuerdo con el señor general Mires afronta los transportes que hayan de conducir a esta provincia desde el punto de la Buenaventura las tropas que estén allí prontas para emprender, en cooperación de las de esta plaza, la campaña, obrando simultáneamente con las del mando de Vuestra Excelencia. Para este fin, y ateniéndose al tenor del convenio hecho con el señor coronel Morales, puede Vuestra Señoría exigir siempre del Presidente de Quito, no sólo que permanezcan sus tropas en Quito   —368→   sin desprender ningún cuerpo sobre Guayaquil, sino mirar como un acto hostil todo otro movimiento hecho con el mismo fin desde cualesquiera punto sometido al dominio del enemigo.

Dios guarde a Vuestra Señoría muchos años.

Guayaquil, 17 de marzo de 1821.

JOSÉ DE OLMEDO.- RAFAEL JIMENA.- FRANCISCO ROCA.

Al Señor General Antonio Sucre,

y en Jefe del ejército del Sur.

(Archivo Histórico Nacional de Bogotá. Guerra y Marina. Historia. Tomo 4, folios 191r. a 192r.)



  —369→  

ArribaAbajoAl Libertador

JUNTA DE GOBIERNO

Al Excelentísimo Señor Simón Bolívar, Libertador de la República de Colombia.

Las letras de Vuestra Excelencia que nos ha presentado el señor general Mires han sido recibidas con el aprecio y respeto debidos al insigne Libertador de Colombia.

En los principios de nuestra transformación no fue posible comunicarnos con Vuestra Excelencia, porque aún estaban ocupadas todas las provincias intermedias, y Vuestra Excelencia había regresado a las extremidades de la República desde la capital de Bogotá adonde había venido poco antes con aquella celeridad que nos cuentan de los Capitanes vecinos a los siglos fabulosos, y consiguiendo en cada marcha una victoria sobre los enemigos y en cada paso un triunfo sobre los elementos.

La nueva aparición de Vuestra Excelencia ha sido una sorpresa la más agradable para estos pueblos, y el presagio de la integridad, estabilidad y gloria a que está llamada la República por un destino irrevocable.

La provincia de Guayaquil está dispuesta a sostener el voto de ser libre; y no lo está menos a cooperar con todas sus fuerzas a la hermosa causa de América, excitada por sus propios sentimientos y estimulada por el sublime ejemplo que le han dado los pueblos de Colombia. Cuál deba ser esta cooperación después del armisticio entre Colombia y España, y después de la negociación del señor Coronel Morales con el Presidente de Quito, se ha acordado entre este Gobierno y el señor General   —370→   Mires, de cuyas virtudes cívicas y militares está muy penetrado el Gobierno y se aprovechará de ellas en la ocasión. El mismo General participa a Vuestra Excelencia el resultado de nuestras operaciones.

La malhadada expedición contra Quito que proyectó el informe Gobierno provisorio de esta provincia en el primer mes de su independencia, nos ha acarreado algunas desgracias, siendo la principal la pérdida de Cuenca; pues el enemigo ha hallado allí nuevos recursos y nuevas fuerzas contra los hijos de la Libertad. Pero la constancia y los sacrificios de este pueblo, crecerán en razón de los peligros.

El armamento que ha presentado al Gobierno el señor Mires en nombre de Vuestra Excelencia es un nuevo título a nuestra eterna gratitud, y un nuevo testimonio del voto de Vuestra Excelencia de purificar de la servidumbre todos los ángulos del suelo americano.

El ejército libertador del Perú permanece en Huaura, y hasta principios de mayo no podrá hacer su movimiento general. Allí se esperaba con ansia el resultado de las operaciones sobre el Juanambú, y se creía que de ellas dependiese el éxito pronto y feliz de la campaña.

El Gobierno recibe con un júbilo inexplicable el anuncio de que Vuestra Excelencia se aproxima a esta provincia, y espera con ansia el instante de manifestar a Vuestra Excelencia personalmente los sentimientos de respeto y admiración que le inspiran las glorias del Libertador de Colombia y las virtudes del Washington del Sur.

Dios, etc.

Guayaquil, 17 de marzo de 1821.

JOSÉ DE OLMEDO.- FRANCISCO ROCA.- RAFAEL XIMENA.

(P. Vacas Galindo. Documentos sobre Límites. Tomo II, pp. 35-36)



  —371→  

ArribaAbajoAl general Santander

Al Excelentísimo señor Francisco de Paula Santander, Vicepresidente de Cundinamarca.

La senda de la libertad, marcada por la heroica Cundinamarca con once años de constancia y sacrificios de todo género, es un monumento de emulación de los pueblos del Sur para romper sus cadenas y reintegrarse en sus derechos. Guayaquil que mucho tiempo ha ansiado por seguir tan noble ejemplo los proclamó el 9 de octubre próximo pasado alejando a sus opresores como la luz a las tinieblas; pero la efusión de este placer puro ha llagado a su colmo con las comunicaciones de Vuestra Excelencia de 6 de diciembre que le ponen en contacto con el pueblo de héroes que le enseñó a ser libre, y es tan dignamente precedido por Vuestra Excelencia. La Junta de Gobierno tiene el honor de tributarle sus más vivos afectos, y de admitir, a nombre del pueblo que le ha confiado tan sagrado depósito, la respetable cooperación de las armas de la República que le aseguran los altos destinos a que está llamado.

Las operaciones del ejército del Sur al mando del general Valdés sobre el Juanambú no correspondieron a la aptitud que presentó en el Cauca; pero el inmortal Libertador con un espíritu de previsión había ya dictado las providencias para que siguieran a reunirse cuerpos brillantes que engrosasen aquel ejército bajo la dirección del general Sucre, por lo que si la campaña se abriese al concluir el armisticio las provincias esclavizadas de   —372→   Quito y Cuenca serán indefectiblemente puestas en libertad.

Mientras, el mismo Libertador ha dirigido a esta ciudad al señor general José Mires con un respetable auxilio de armas y municiones, y consecuente a sus insinuaciones este Gobierno ha formado de acuerdo con dicho General el plan de la campaña que debe abrirse por esta parte en combinación con las tropas de la República, y al efecto se adelanta este aviso al señor Gobernador del Cauca para que baje a la Buenaventura la división que será conducida por los transportes que prepara este Gobierno.

El tirano de Quito hace inútiles esfuerzos para prolongar algunos días más su bárbara dominación, como nos ha impuesto el Coronel Morales encargado de fijar las líneas divisorias de los ejércitos durante dicho armisticio, verificado lo cual ha pasado a esta ciudad donde se halla.

En la copia oficial del tratado que ha ajustado en Quito y pasó a este Gobierno el señor Morales, reclamó por el artículo 4.º con arreglo a las instrucciones que tenía del Libertador, que cualquiera hostilidad contra esta provincia , ya sea de Quito o Lima, sería mirada por la República como una infracción. Esta decidida protección es la precursora de la felicidad con que ya contamos; pero el Presidente de Quito añadió a dicho artículo que no estaba facultad o respecto a Guayaquil, que correspondía al Perú y que sabía se había sometido al ejército del general San Martín, idea rara y muy distante de la verdad, porque cuando esta provincia reunió sus representantes y formó una ley fundamental provisoria, se declaró independiente mientras resolvía agregarse a otra asociación mayor de las que se formaban en la América Meridional; por lo que el Gobierno que es fiel ejecutor de la ley que le dio el pueblo, se ha cuidado y se cuidará mucho de infringir este derecho que se reservó la provincia; pero esta actitud es muy ventajosa a la libertad, porque al mismo tiempo que le proporciona los auxilios de todas partes la hace concurrir con todos los   —373→   defensores de ella, y proporciona en el día el combinarse con las armas de la Gran República para promover la libertad de las provincias limítrofes sin comprometer la fe del armisticio.

Aunque la jornada de Huachi no nos fue favorable, el Gobierno ha recobrado con ventaja esta desgracia, restableciendo los cuerpos de todas armas que aseguran a la defensa de la provincia y que unidos a la División de la República prometen un feliz resultado de la campaña próxima.

Las últimas comunicaciones que tiene el Gobierno del general San Martín, a quien se ha dirigido el pliego que Vuestra Excelencia incluye, alcanzan... por ellas sabemos se engrosaba de día en día el ejército Libertador del Perú, que había sus pendido sus operaciones porque obraban con buen efecto las divisiones intestinas en Lima en que una facción militar había depuesto al Virrey y otros empleados, caminando a largos pasos a su disolución la tiranía que será abatida enteramente en el momento más crítico para economizar la sangre de una y otra parte.

Tributamos a Vuestra Excelencia la más alta consideración y fraternidad.

Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años.

Guayaquil, 17 de marzo de 1821.

JOSÉ DE OLMEDO.- RAFAEL JIMENA.- FRANCISCO ROCA.

(Archivo Nacional de Colombia. Bogotá. Tomo 76, pp. 103-104)



  —374→  

ArribaAbajoAl capitán Lavayen

El Gobierno llevado de sus propios sentimientos y excitado por la apreciable mediación de los señores general Mires y coronel Morales, ha resuelto con la mayor satisfacción que regrese usted a esta plaza, en donde esperamos que contribuirá usted tanto a mantener la libertad civil de su patria como contribuyó a su independencia.

Dios guarde a usted muchos años.

Guayaquil, marzo 18 de 1821.

JOSÉ DE OLMEDO.

Al señor Capitán don Francisco Lavayen.

(Archivo del Instituto Superior de Humanidades Clásicas. Cotocollao)



  —379→  

ArribaAbajoAl Libertador

Cuartel general de Guayaquil, abril 14 de 1821.

Al Excelentísimo señor SIMÓN BOLÍVAR, libertador y presidente de la República de Colombia.

Por nuestra última comunicación se impondrá Vuestra Excelencia del estado político y militar de esta provincia, y de la firmeza con que desea sostener su propósito de ser libre. Nada será difícil en su carrera, marchando bajo la protección de las armas de Colombia.

Demarcadas las líneas divisorias de los ejércitos por la negociación del señor coronel Morales con el Presidente de Quito; y cesando los temores de éste, de que se mueva contra él el ejército que amenaza a Pasto, medita y prepara invadir esta provincia, pasada que sea la estación de las aguas. En Quito, Riobamba y Cuenca se hacen reclutas y preparativos como últimos esfuerzos de la desesperación, o como convulsiones de un cuerpo moribundo.

Por nuestra parte nos apercibimos a la defensa, y aun nos preparamos a cooperar con las tropas de la República que abran por aquí la campaña para libertar las provincias de la Sierra subyugadas todavía, según el plan formado de acuerdo con el señor general Mires, de que está impuesto Vuestra Excelencia. Desde hoy empiezan a salir de este puerto los buques que deben trasportar las tropas de las   —376→   costas del Chocó. El convoy se compone de una fragata, dos bergantines y dos goletas, con el repuesto de víveres suficientes para 1500 hombres. Puede ser que estos buques no basten al trasporte de aquel número de tropa; en cuyo caso es indispensable que se ocupen las embarcaciones que hubiese en aquellas costas, como hemos insinuado antes de ahora al señor Comandante general de la provincia del Cauca y al señor coronel Cansino.

Aunque hemos insinuado con vehemencia al señor general San Martín que remitiese un buque de guerra a la Buenaventura para que proteja la venida del convoy, pudiera ser que no tuviera efecto por las atenciones y movimientos continuos de la escuadra . En este caso si la corbeta Alejandro existiese en aquel puerto, sería conveniente que hiciera este importante servicio.

Esta hermosa provincia en otros días ha sido floreciente, aun a pesar de las odiosas trabas que encadenaban su giro. La bondad de la naturaleza prevalecía contra las medidas de la política. Pero once años de languidez y entorpecimiento de nuestro comercio han consumido este país, y tres enormes exacciones pecuniarias que sufrió en el último año por el Gobierno español lo han puesto en una situación deplorable. Así, no podemos ponderar bien a Vuestra Excelencia los afanes y desvelos que nos cuesta sostener la guarnición y fuerza de la plaza, que, ascendiendo hoy a más de 1500 hombres de todas armas, tiene un número doble del que puede sostener con comodidad. La falta de numerario es grande; ya hemos ocurrido a dos empréstitos forzosos de 80000 pesos, de los cuales la expedición del Chocó, que no baja de 40000 de gasto, ha consumido el último resto. Pero a pesar de esta situación no desmayamos; antes bien nos son dulces todos los sacrificios, y hemos ofrecido prestar a las tropas de Colombia que obren por esta parte contra Quito, las provisiones de boca que necesiten mientras se sitúan en el país que deben libertar.

El cuartel general del enemigo se coloca en Riobamba. Esta cercanía le estimulará a invadirnos a pesar de que en la negociación particular ha protestado el señor   —377→   coronel Morales que toda hostilidad contra esta provincia se reputará como una violación del armisticio. Pero la distancia del ejército de la República y el ansia de apoderarse de esta provincia en donde creerá Aymerich defenderse mejor y escapar con más facilidad, le hará atropellar toda consideración; y es indispensable que el ejército Libertador esté con las armas en la mano y que vuele en el instante que Aymerich se mueva. Quizá Vuestra Excelencia dudará que éste se atreva a invadirlo obrando en combinación con las siempre vencedoras armas de Colombia; pero es preciso creerlo, y Vuestra Excelencia no es un hombre capaz de calcular todo lo que puede el miedo.

El señor general San Martín continúa en su cuartel de Huaura y no piensa abrir campaña hasta pasada la estación rigurosa del verano. Si para aquella época estuviesen libres Quito y Cuenca, y se pusiese en contacto la República con el ejército Libertador del Perú, nada, nada sería capaz de resistir al torrente que se precipitase de las sublimes montañas del Ecuador.

Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años.

JOSÉ DE OLMEDO.- RAFAEL JIMENA.- FRANCISCO ROCA.

(Historia de la Revolución de octubre, por Camilo Destruge, pp. 254-255)



  —378→  

ArribaAbajoAl general Santander

JUNTA DE GOBIERNO

Al Excelentísimo señor Francisco de Paula Santander, Vicepresidente de Cundinamarca.

Nuestra última comunicación impondrá a Vuestra Excelencia de la disposición de este Gobierno a formalizar de acuerdo con el benemérito general Mires la expedición que por esta parte debe obrar contra Quito luego que pase la estación de las aguas a fines del mes de mayo. Como este movimiento no sólo asegura la independencia de esta provincia, y apresura la libertad de las de Quito y Cuenca, sino también facilita las operaciones del Ejército del Sur, nos hemos desvelado por aprontar los transportes que deben traer de la costa del Chocó la división expedicionaria. Nuestra trabajo no ha sido infructuoso, pues en muy pocos días, y en medio de la suma escasez de dinero en que nos hallamos, se ha dispuesto todo en términos que ya ha salido una fragata y un bergantín, hoy sale otro, y dentro de dos días darán la vela los dos restantes de los cinco preparados ya, capaces de conducir el número de tropas destinadas a este punto; y por si no bastasen dichos buques, será forzoso que se empleen en el transporte los que hubiese en aquella costa, y aun alguno de guerra para proteger el convoy: así lo hemos insinuado al señor Comandante General de las provincias del Cauca.

Como pudiera suceder que no existiese buque de guerra en la costa, y no hemos querido correr el riesgo de un encuentro casual con algún corsario español, que destruiría   —379→   todo el plan, hemos pedido por expreso al señor general San Martín una fragata de guerra de la escuadra de Chile que deberá estar a principios de mayo en la Buenaventura. Si tuviese efecto esta medida se conseguirá la doble ventaja de que proteja el convoy, y conduzca los restos de tropas y municiones que hubiesen quedado en el Chocó.

Desde el momento que acaben de salir los buques de este puerto empezaremos a acordar con el señor general Mires el plan conveniente para el acantonamiento de la tropa y demás puntos relativos al tiempo y dirección de los movimientos.

El Ejército Libertador del Perú continúa en el Cuartel General de Huaura esperando la estación de mayo. Entre tanto todas las provincias mandan reclutas y auxilios; el ejército se refuerza, asegura el territorio que protege, y Lima siente todas las privaciones, sin poder salir de sus débiles murallas. Últimamente había salido una división de 800 hombres por mar con el objeto de impedir el paso de un escuadrón de caballería que venía de Arica, y batirlo. La deposición del virrey Pezuela, y la colocación del general La Serna son acontecimientos que influyen mucho para disipar ese prestigio de autoridad con que el poder arbitrario impone y aturde a los pueblos para subyugarlos con más facilidad.

Estos acaecimientos que debilitan tanto la fuerza física y moral del enemigo y robustecen la de la Patria, y los principios liberales que al fin parece adoptar España en la desesperación de retener la presa, nos aseguran la proximidad del día suspirado tantos años y preparado con tantos sacrificios.

Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años.

Guayaquil, 18 de abril de 1821.

JOSÉ DE OLMEDO.

(Archivo Nacional de Colombia. Bogotá. Tomo 106, pp. 106-107)



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ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, mayo 5 de 1821.

Señor general Antonio J. de Sucre.

Mi apreciadísimo amigo:

El conocimiento anticipado que tengo del carácter de usted me inspira la confianza de dar a usted ese título, y si usted me honra con otro igual me esforzaré siempre en no desmerecerlo.

Desde la época en que se tuvo en Colombia la noticia de la mala jornada de Huachi y de la pérdida de Cuenca hasta el día, ha variado mucho nuestra situación política militar, pues, removidas las principales causas de inquietud pública, hemos trabajado incesantemente en aumentar y disciplinar la fuerza armada y en rectificar y dirigir la opinión.

Desde el 15 del pasado empezaron a salir los trasportes que debían conducir a esta plaza de las costas del Chocó las tropas que han de obrar por esta parte contra Quito. No se ha perdonado a gasto ni fatiga. La expedición va provista de todo para 1500 hombres; pero usted se ha adelantado más de lo que se esperaba; y la División que usted conduce, y usted mismo, han sufrido con gran pesar mío los males de una navegación dilatada y mal dirigida. Venga usted a descansar un poco para entrar en   —381→   nuevas fatigas. El sacrificio de nuestro reposo es el menor que podemos hacer a nuestra patria.

Cabalmente ha traído usted la dirección que habíamos señalado a la escuadrilla que va a traer las tropas de la República. Ella debe tocar en Santa Elena y desembarcar allí la gente, ya para precaver cualquier peligro inesperado hasta la embocadura del río, ya para aliviar a la tropa de las fatigas de la navegación y preservarla de algunas enfermedades, que no son raras en buques de transporte.

Es muy acertada la medida de usted de hacer detener la tropa en Santa Elena, mientras a nuestra vista acordemos el punto donde debe situarse entre tanto que se abre la campaña.

El Gobierno ha comisionado al capitán de Dragones, Comandante del cuerpo cívico, don Pedro Roca, y al capitán comandante de ingenieros don Francisco Ugarte para felicitar a usted de su arribo y asegurarle de antemano los sentimientos de gratitud y admiración que le merece la heroica República, y los particulares de consideración y fraternidad hacia la persona de usted.

Apresúrese usted, amigo mío, y encontrará al amigo franco y muy sincero en

JOSÉ J. DE OLMEDO.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, n.º 100, p. 505)



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ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, 13 (?) de mayo de 1821.

(Al General Sucre).

Mi apreciado amigo:

Siento mucho la indisposición de usted aunque sea pequeña. Cuídese usted porque no quiero que mi país sea ingrato por ningún respecto. La hora más cómoda para usted será en la que nos veamos mañana: me prometo que el proyecto de convenio por ser formado por usted no sufrirá largas discusiones.

Mi Rosita y mi colega aprecian la memoria de usted.

Soy de usted apasionado amigo y servidor.

OLMEDO.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Caracas, N.º 100, p. 506)



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ArribaAbajoAl Libertador

Al Excelentísimo señor Simón Bolívar, Libertador de la República de Colombia.

El feliz arribo a esta plaza del benemérito general Sucre con parte de la división destinada a obrar en el Sur de la República, va a acelerar el hermoso día de la libertad de Quito, va a consolidar la independencia de este pueblo. La libertad sentada en la más sublime cima de los Andes, prepara nuevas coronas a las armas de la República.

Ha pasado ya la estación de las aguas, y se acerca el tiempo de abrir la campaña. La situación del enemigo, las disposiciones y actitudes que tome y las fuerzas que nosotros reunamos, decidirán del plan de campaña, y del tiempo y dirección de nuestros movimientos.

En nuestra anterior comunicación incluimos a Vuestra Excelencia parte de la correspondencia oficial del Gobierno con el benemérito general Mires, y Vuestra Excelencia quedaría impuesto de las causas que nos movieron a proponer, sobre nuestra espontánea cooperación con las armas de la República, un tratado, si merecen este nombre los convenios amistosos entre hermanos. Aunque quedó sin efecto, no por eso se alteró un punto nuestra disposición, pues no necesitamos de comprometimientos para cumplir el voto solemne que hemos hecho de servir a la patria, que es una desde el cabo de Hornos hasta las orillas del Misisipí.

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Con la venida del señor Sucre, autorizado plenamente por Vuestra Excelencia, se ha realizado aquel convenio, en el cual no hemos tenido otro objeto que declararnos nuevamente bajo los auspicios y protección de Colombia, poner las bases de nuestra existencia civil y política, promover el engrandecimiento e integridad de la República, y apresurar los destinos que nos están reservados.

En el tratado nos hemos procurado el honor de confiar a Vuestra Excelencia todo el poder que nos confirió el pueblo, para que Vuestra Excelencia comprenda esta provincia en las negociaciones de paz, alianza y comercio que celebre con las Naciones amigas, enemigas y neutrales. Esperamos que teniendo Vuestra Excelencia la bondad de aceptar este encargo, no mire en él sino los ardientes deseos que nos animan de la conservación de los derechos de nuestros comitentes, y de las ventajas que puede reportar esta provincia.

Su localidad presenta una vasta extensión de costa, y en toda ella muchos puertos que reclaman la concurrencia de buques para exportar las varias y preciosas producciones del interior, cuyos campos esperan ansiosos la mano del agricultor, para dar espontáneamente todos los frutos de todos los climas de América bajo el calor vivífico de la libertad.

Nuestro arsenal, único en el Pacífico, ha hecho progresos inesperados a favor de muchos y experimentados constructores, de la inagotable copia de preciosas maderas, y de la comodidad y hermosura de una bahía formada por la confluencia de dos grandes ríos que se reúnen delante de la ciudad capital, después de haber formado en el interior canales en todas direcciones para facilitar el tráfico y transporte de las producciones de todo el país. Las principales de éstas son el cacao, algodón, tabaco, maderas de toda clase, ganados de toda especie, caña, pita, zuelas, sal, brea, café, paja de labor, arroz y mil otras menos considerables que nos hacen un pueblo mercantil por naturaleza. El Gobierno español que no pudo arrancarnos esta riqueza, estancó unas y se apropió exclusivamente la extracción de todas, en términos que nos   —385→   privó de la concurrencia de las demás Naciones, y redujo casi a la miseria a un pueblo que está llamado a la opulencia de los puertos, más florecientes de la Europa.

Es verdad que Méjico, Lima, el Realejo y Cádiz extraían cerca de cien mil quintales de cacao; pero también lo es que las cosechas pudieron duplicarse, y más, si las trabas, la enormidad de derechos, la mezquindad de los principios económicos adoptados, y el espíritu colonial de que estaba poseído el Gabinete español, no hubieran puesto obstáculos insuperables.

Hemos creído indispensable hacer a Vuestra Excelencia estas indicaciones, para que se tengan presentes en cualesquiera de los tratados, que deben ser conformes a la libertad de comercio con todos los pueblos amigos y neutrales, que hemos proclamado en la Constitución provisoria de esta provincia.

Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años.

Guayaquil, 15 de mayo de 1821.

JOSÉ DE OLMEDO.- RAFAEL XIMENA.- FRANCISCA ROCA.

(P. Vacas Galindo. Documentos sobre límites. Tomo II, pp. 42-43)



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ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, mayo 23 de 1821.

Señor general A. J. de Sucre.

Mi apreciadísimo amigo:

Hasta hoy no sale el capitán Luco, porque ha tenido algunas diligencias que despachar antes: sentiré que por su indispensable demora haya usted tenido que sufrir algunas molestias.

Lleva consigo los efectos de guerra que constan de la adjunta nota y mil pesos en dinero.

El capitán Jordán sigue medicinándose en casa de Ogle. Este doctor come y bebe bien, y me parece imposible que el paciente pueda guardar la dieta que necesita. Se había dispuesto una casa regular donde estuviese bien asistido, pero Ogle ha hecho empeño en tenerlo consigo, y aquí entre nosotros, lo siento.

Ninguna noticia de interés. Estamos en calma chicha: no corren ni verdades, ni mentiras.

Un espía que se tomó por Yaguachi no adelanta las noticias de la Sierra. Por una instrucción reservada que traía sabemos que el Presidente de Quito arde por tener datos positivos de nuestra fuerza, de nuestros planes, y de la protección que nos da Colombia. ¿Qué supone esto? Un miedo cerval.

No se-en-morre usted mucho; y veámonos cuanto más presto sea posible.

Rosita retorna con réditos las expresiones de usted igualmente que los amigos Jimena y Roca.

Siempre de usted afectísimo amigo.

OLMEDO.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, n.º 100, p. 506)



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ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, junio 4 de 1821.

Al señor general A. J. de Sucre.

Mi muy apreciable amigo:

Ya estará usted contento rodeado de sus compañeros de armas. ¡Vaya!, que usted y ellos han hecho una navegación como la de Ulises. Probablemente no encontrará usted una Circe en esos pueblos.

Siento la transformación de la Fanny en un místico; pero creo que ya estará usted consolado del desengaño, y que a esta fecha haya arribado nuestro Morales, montado sobre el alcázar, y saludando la tierra a grandes voces, y con una copa llena.

El mayor Castro me ha parecido muy bien, pues la moderación es el traje del verdadero valor; queda ya en el escuadrón de dragones.

Es sensible la deserción de los cuatro soldados; pero es regular que no haya continuado en virtud de las disposiciones activas que usted ha tomado para contenerla. Al cura de Santa Elena se le prepara un buen rato, y si no fuera por la situación en que nos hallamos, sería otra cosa.

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Este pueblo es nuevo, nuevo es también su patriotismo, y nos vemos obligados a contemporizaciones que ya no tendrán lugar; si hasta ahora se han tenido, ha sido por ir consolidando poco a poco la opinión, por no extraviarla y por no ofrecer a los pueblos nuevos objetos de atención que no sean la defensa del país, que es nuestro único pensamiento y nuestro único cuidado. Tengamos patria; librémosla de sus enemigos exteriores, y verá usted como el viento sólo disipa una que otra nubecilla de insectos que zumban en los pantanos.

Dígame usted en la primera carta que ha llegado la Fanny. Mucho hubiera querido que la tropa del Carmen y Venturoso hubiera venido en ella: es un buque extranjero, tenía pronto su carga cuando la tomamos en el puerto; esta carga puede perderse o dañarse; el dueño nos aturdió a protestas y reclamaciones; y lo que es más que todo, nos cuesta un dineral en cada mes, cuyo desembolso debe ser ejecutivo.

La compra de la corbeta Alejandro y bergantines Ana y Potrillo por el Gobierno de Colombia parece que es condicional, y lo celebro para que no tenga efecto. Es curiosa la representación que el amigo Illingrot hizo al Vicepresidente sobre este negocio, manifestando las miras poco generosas de Henderson en esta especulación. A esta hora ya habrá usted conferenciado con aquél y habrá conocido la ninguna ventaja, y sí el grave perjuicio que nos acarrearía la compra. El estado de esos buques es otro motivo de consideración, pues sólo en repararlos se gastaría mucho. Después debemos atender a que en el día no pueda emplearse en el corso, pues en el mar no tenemos, ni podemos tener presas. Nadie comercia en el día, y el poco tráfico que hay se hace todo en buques neutrales. Pero la reflexión sobre todas las reflexiones, es que nos hallamos en absoluta imposibilidad de entretenerlos. usted sabe nuestra situación; la estagnación del comercio nos inhabilita aun para los gastos ordinarios; para los extraordinarios hacemos esfuerzos continuos acudiendo a empréstitos y donativos y contribuciones, y para los extraordinarísimos que nos trajera la   —389→   escuadra, no veo yo arbitrio ni recurso humano. Pese usted, amigo, bien estas consideraciones, y resuelva. En Panamá no debemos pensar por ahora, hasta que tengamos libre y expedita nuestra comunicación desde el Atlántico hasta las murallas de tierra de Lima.

Va en esta ocasión por conducto de don Vicente Roca el botiquín con los específicos de la nota que usted incluyó, si faltase alguno será porque no se encuentra: y no será raro, pues ha mucho tiempo que no se importan medicinas. Ya habrá usted recibido azúcar, vino, chocolate, y demás artículos de la proveeduría.

Los amigos Jimena y Roca quizá no escribirán a usted. Ha días que están bien indispuestos; por manera que, si yo caigo, quedará la patria en interregno. La terciana del segundo es bien fuerte, y lo tiene postrado en cama. Hoy se ha levantado para volverse a acostar. El primero también ha tenido fiebre y principios de disentería. Yo solo estoy en pie, siendo el más débil, y cuando necesito de más auxilios y de más luces. No remití a usted los periódicos antes porque el primero salió de muy mala tinta, fue preciso remediar ese mal, y el segundo se publicó ayer; van los dos; estos ensayos merecen alguna indulgencia porque son los pinitos que da este niño de siete meses. Yo pensé antes aplicarme más a este trabajo para que se presentase el papel, si no con gala, con decencia; peló me he encontrado tan impedido y rodeado de tantas atenciones que apenas ha habido lugar para dar uno que otro rasgo de primera pluma.

Aquí estaba de mi carta cuando me avisan que el buque va a salir, y que el botiquín no está pronto porque no se han acabado los botes de hoja de lata para los ungüentos. Procuraré que salga mañana, pues esta embarcación no puede detenerse, y ya son las 8 de la noche, y empieza la marea.

Deseo mucho que usted arregle por allá sus cosas y se venga breve para acabar la formación del escuadrón; pues han ocurrido por acá qué sé yo qué circunstancias, de las cuales me dicen que no está contento el amigo   —390→   Mires. Vi la recomendación de usted por Chiriboga; hice que el comandante Roca informase sobre la plaza en que pudiera acomodarse, y ha dicho que el escuadrón tiene todas las suyas llenas y más; pues el señor Castro y el capitán Morán están ya colocados en él.

Acaba de llegar un emigrado de Quito y dice que Simón Muñoz caudillo de los pastusos se ha pasado a nosotros con 800. Esta noticia (dice) es tan segura cuanto que en Quito se han leído proclamas del Muñoz justificando su laudable apostasía. Una carta de Quito dice también que Borrero ha estado preso; y que ya había salido de su prisión. ¡Qué sé yo qué habrá de esto! Ni Roca ni Jimena pueden escribir a usted y me han encargado decir a usted tantas cosas que no me acuerdo ahora de ninguna, ni hay tiempo de decirlas porque escribo a galope.

Rosita y su papá siempre me recomiendan retornar a usted sus finas memorias, y mi hermana convalecida ya agradece la expresión de usted de quien soy muy apasionado y sincero amigo.

OLMEDO.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, n.º 100, pp. 507-509)



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ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, junio 7 de 1821.

Señor general A. Sucre.

Mi más apreciado amigo:

Cada vez lo supongo a usted más contento con la llegada sucesiva de las tropas. Deseo saber cuáles son positivamente los transportes que han venido del Chocó.

No puedo decir más, sino que en esta ocasión, con el piloto N. dirigido por el señor Roca, va el botiquín tan completo como ha sido posible, como consta de la nota adjunta. Mañana seguirá el dinero.

Sigue el arreglo del escuadrón con empeño y con la venida pronta de usted tomará otro incremento.

La falúa estará presta para el 10 u 11.

Adiós mi querido amigo. De usted siempre.

OLMEDO.

El proveedor de ese punto don Juan Antonio Vivero es de suma eficacia y de patriotismo exaltado. Lo recomiendo a usted y espero que lo recomiende a los señores oficiales cuando usted se aparte de allí.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, n.º 100, p. 509)



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ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, junio 8 de 1821.

A señor general A. Sucre.

Mi muy apreciado amigo:

Pensé escribir con mucha extensión haciendo algunas observaciones sobre la famosa contestación de Aymerich que se ha recibido por un expreso, y es adjunta. Me tomé la confianza de abrirla: a nuestra vista hablaremos cuanto ocurra. Al Gobierno también escribió, pero muy lacónicamente y sin decir nada.

Hoy han salido dos compañías a la Bodega de Babahoyo, y sucesivamente irá el primer batallón; presumo y con fundamento que el enemigo intenta invadir pronto. Por esto deseo que venga usted cuanto antes, para que se forme el plan y se señale el tiempo de moverse. Don José Villalva y don José Puente que pasan a ayudar a Vivero en su proveeduría, llevan mil pesos para usted.

Nos veremos breve. No ocurre más novedad que la de haber pillado otro espía, que confirma las noticias que ya teníamos de la fuerza enemiga, la cual repartida en varios puntos asciende a 2400 hombres; pero soldados no llegan a 600.

Adiós, amigo mío, hasta la vista. De usted afectísimo amigo.

OLMEDO.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, n.º 100. p. 509)



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ArribaAbajoAl Libertador

Guayaquil, junio 13 de 1821.

Al Libertador de Colombia.

Mi respetable amigo y paisano:

En las comunicaciones que el Gobierno y yo particularmente hemos dirigido a usted en los transportes que se remitieron a la costa del Chocó para conducir las tropas de Colombia; habrá usted visto cuál era nuestra situación política y militar; y cuál sea al presente se informará usted por la correspondencia del general Sucre y por las noticias que dará a usted verbalmente el coronel Castillo que sale hoy de este puerto.

No puedo ponderar a usted bien mi sentimiento, al ver que tantas fatigas y tantos gastos para aprestar la expedición marítima que debía transportar las tropas no hayan aprovechado a su comodidad y conducción; pues cuando ha tocado en las costas del Chocó, ya habían salido en embarcaciones pequeñas y malas. De esto ha resultado lo que necesariamente debía resultar: estropeo, fatigas, enfermedades. Pero a favor del reposo y del temperamento del pueblo en donde se ha acantonado por ahora la tropa, va restableciéndose y preparándose para su marcha.

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La fragata Fanny no aparece todavía; aunque su demora nos es muy costosa y aun molesta por ser extranjera, nos consolamos con la esperanza de que podrá traernos el batallón Albión. La campaña se abrirá a principios de julio, si nuestra fuerza nos asegura el éxito.

Las plausibles noticias del ejército libertador del Perú que acabamos de recibir, se comunican a usted por el general Sucre a quien he dado el único boletín que me remitieron, y otras particularidades que contiene la carta que me escribió el señor general San Martín. No repita estas noticias, porque usted las tendrá por aquel conducto.

Muy largo es el silencio de usted y ya que grandes negocios lo alejan a usted de estos países, acérquese usted siquiera por medio de sus cartas que se esperan con ansia, y que nos aseguren que no desmerecemos el aprecio de la heroica República y los favores del genio de la Libertad.

Soy de usted el más respetuoso amigo y paisano.

J. J. DE OLMEDO.

(Memorias del general O'Leary. Documentos, Tomo IV, pp. 373-374)



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ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, junio 18 de 1821.

Mi más apreciado amigo:

Importa mucho que las tropas vengan cuanto antes para pasar a la Bodega; y muy mucho el que usted venga por acá breve, breve.

Sin embargo, de que usted pensaba estar aquí el miércoles, se ha creído necesario hacer este expreso para que usted conozca la importancia de su venida.

Va el botiquín con los específicos de la nota adjunta.

Hasta que nos veamos, adiós amigo mío,

OLMEDO.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas. N.º 100, p. 510)



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ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, junio 27 (de 1821).

A mi amigo el General Sucre.

Mi querido amigo:

El amigo Arauzo le dirá a usted las pocas noticias que trajo el correo.

No las repito porque este hombre sale ahora, ahora.

Diviértase usted con ese Aymerich.

Adiós su afectísimo amigo.

OLMEDO.

Resuelva usted en vista de esa comunicación de Piura.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, N.º 100, p. 510)



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ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, julio 3 de 1821.

A mi pensado amigo el general Sucre.

Mi más apreciado amigo:

Por fin llegó la noticia tan esperada, y nos ha echado un jarro de agua fría encima. Por la adjunta copia verá usted cómo concluyó el armisticio, y cómo se disiparon las esperanzas de paz. Verdad es que la suerte del ejército libertador del Perú no es peor por esto; pero siempre es dura la necesidad de comprar con sangre lo que creíamos ya adquirido con obligaciones mutuas de amistad. Es preciso desengañarse, los españoles no sueltan la presa, es forzoso arrancársela.

La división de Miller ha sido feliz, y sus principales ventajas deben reputarse no por haber batido tres divisiones, sino por haber sublevado un vasto país y ponerse en estado de protegerlo con los mismos recursos que saque de él. La incorporación del batallón de Arica, que conocerá bien nuestro amigo Arauzo, es también de la mayor importancia.

Cartas venidas en una goleta que salió del ejército posteriormente al expreso, anuncian haberse verificado un segundo armisticio de 12 días. Esperamos el resultado. Entre tanto, Lima se halla (como es natural) en agitaciones intestinas, y de allí podemos; sacar mucho provecho. Reconocida previamente la independencia como   —398→   nos anunciaron, por base de la negociación, era preciso que los patriotas de la capital se exaltasen, que los tímidos cobrasen espíritu, que los indiferentes se determinasen y los realistas desmayasen. No son pocas ventajas, y se puede decir que hemos ganado una acción casi decisiva.

Ya habrá usted visto al coronel Morales. El bergantín Venturoso está pronto para dar la vela; espera la correspondencia de usted. Aunque se nos ha dicho que puede ir inútilmente, pues no hay tropas, y que Mariquita retrocedió con destino a Popayán, sin embargo el buque y otro se han aprestado con la esperanza de que las recomendaciones y órdenes que llevaría el coronel Castillo surtan el mejor efecto.

Reservado. El general Mires me ha visto ayer; y entre las conversaciones me ha dicho que desea volver a Colombia porque tiene que tratar con el Libertador: que aquí no hace nada, y que está medio resuelto a regresar. Yo le he indicado los planes sobre Piura, y lo útil que sería: en aquel punto; también le dije que me parecía que el camino más corto para ver al Libertador era Quito; y que sobre todo usted era el que debía resolver sobre este punto. Parece que espera a usted para decidirse.

Ya habrá dado usted sus paseos por todos esos cenagales; y espero la primera de usted para tener idea de aquello, y ver la perspectiva que ofrece la campaña.

Henderson no ha parecido sino una vez para traer la nota de efectos de guerra que puede vender. Todavía no hemos quedado en nada.

Adiós mi querido amigo. Salud y paciencia: el término no está lejos.

Soy el más apasionado amigo.

OLMEDO.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas N.º 100, pp. 510-511)



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ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, julio 6 de 1821.

(Al general Sucre)

Mi querido amigo:

Mañana escribiré largo, y contestaré las dos últimas de usted. Por ahora y por no perder esta inesperada ocasión de conversar con usted un rato, conténtese usted con la adjunta, venida de Cuenca, dirigida a un pueblo, esto es a su Alcalde para que la remitiese al Naranjal. Ríase usted o más bien, desprecie usted unas notas tan insulsas y ridículas.

El oficial ayudante del amigo Morales que sale dentro de horas, llevará mil pesos y la quina. Repito que el botiquín que existe en Samborondón fue provisto bastantemente y es preciso que se pidan los artículos que no tengan y sean precisos.

Adiós, pues, hasta luego. De usted todo

OLMEDO

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, N.º 100, pp. 511-512)



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ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, julio 6 de 1821.

(Al General Sucre)

Mi más apreciado amigo:

Anoche escribí a usted dos letras y le prometí escribirle hoy con extensión. Voy a cumplir la promesa. Del ejército no parecen noticias; este silencio no me gusta; bien que puede ser el silencio de los volcanes. Creí que diese usted una vuelta por acá; pero la remisión de la correspondencia para el Venturoso y la determinación de volver el 12 a Babahoyo, indican que el paseo será más largo de lo que yo pensaba. Celebro que haya agradado a usted el punto del Caracol; pues, estando seco él y el de Babahoyo, usted podrá situarse donde mejor convenga. El escuadrón saldrá de aquí lo más pronto que sea posible.

Mañana hará la vela el Venturoso; ahora que son las 6 del día no puedo decir si irán todos los oficiales que usted indica, pues no he visto ni oído al coronel Jackson y Compañía. Después hablaré con más exactitud.

El despacho del señor Vicepresidente que devuelvo da segura esperanza de que no volverán vacíos los transportes;   —401→   esto y las recomendaciones personales del señor Castillo dan casi seguridad de que veremos a la Mariquita, que me dicen tiene calzones.

Con Henderson hemos tratado poco, sobre el asunto de los buques contratados con el Gobierno de Colombia, pues más conveniente nos ha parecido eludir la cuestión, apuntándole solamente las razones que hacen insubsistente la contrata. Nos propuso que su corbeta Alejandro iría al Chocó por tropas; pero no hemos admitido la proposición, porque exige indispensablemente 5000 pesos adelantados. ¡Qué tal pichón!

Haro sale ahora, lleva los mil pesos que dije a usted anoche, lleva la quina y la correspondencia que acaba de llegar de la costa por expreso para el amigo Morales, cuyo nombramiento para Jefe de Estado mayor nos es muy satisfactorio.

En primera ocasión diré a usted sobre la continuación del señor Roca en el escuadrón; probablemente no seguirá a campaña.

El teniente de Albión Jorge Noyes ha estado enfermo y se cura en casa de una parienta mía. Está mejor: pide algún sueldo; diga usted lo que se debe hacer, y si debe seguir luego que esté restablecido.

Usted cree que no piensan en Quito hacer tentativas; yo lo dudo, porque siguen con mucho empeño sus preparativos, y aun dicen que ha salido de Cuenca una parte considerable de la fuerza para Riobamba. Antes de la prevención de usted ya se había dado orden para que en el Patriota inmediato saliese una fe de erratas de las más notables del anterior.

Tenía mucho que escribir, y en este momento no me acuerdo de más porque ya crece la marea y Haro espera.

Luego que las canoas no sirvan, pueden regresar;   —402→   pero si sirven, o pueden servir, permanecerán donde usted lo crea conveniente.

Adiós, adiós de usted afectísimo

OLMEDO.

Memorias de Rosita y familia y de mi parte al amigo Morales.

Sólo va libra y media de quina, porque no hay más molida, seguirá continuamente la que se vaya reduciendo a polvo. Dígame usted si acaso los artículos que últimamente nos remitieron en lista, no se encuentran en el botiquín, pues el boticario nos dice que allí fueron.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas. N.º 100, pp. 512-513)



  —403→  

ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, julio 7 de 1821.

Mi amigo Sucre.

Mi querido amigo:

El Venturoso salió hoy. Seguirá muy breve el Sacramento. Ambos llevan orden de que si encuentran al Rita lo provean de víveres, y lo reúnan al convoy, para traer toda la tropa que se pueda de más, o para que venga con desahogo la que se pueda embarcar, aunque sea menos...

Adiós, su amigo,

OLMEDO.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, N.º 100, p. 513)



  —404→  

ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, julio 9 de 1821.

A mi amigo el general Sucre.

Mi muy querido amigo:

Como usted no me habla de su restablecimiento en sus posteriores a la del 6, estoy todavía con el cuidado de la calenturilla que usted sufrió y del dolor de garganta. Es preciso cuidarse mucho, y no ver con desprecio militar a las enfermedades en este tiempo. Usted no es suyo.

No sabe usted el gusto que me ha dado su correspondencia del Chocó: Es mucha ventaja la de dar pasos en firme, y el que los transportes vayan con la seguridad de que serán útiles. Hasta después de tres días no puede salir el Sacramento.

Celebro la aprehensión de los desertores, no tanto por ellos cuanto por ver si da algo de sí esta ocurrencia. Me intereso desde ahora por la negrita disfrazada.

Esta mañana ha fondeado un bergantín del ejército del Perú. Quedaban rotas las hostilidades; y quedaba también el general Arenales sobre el Puquio que está   —405→   casi a las goteras de Lima. Veremos si todo esto es cierto; y en caso de que lo sea, veremos el resultado. Pezuela estaba embarcado en una fragata de guerra americana; dicen que pidió permiso para irse; y que el general San Martín le respondió que él era el único Virrey del Perú que él reconocía; y que en caso de dar la vela se exponía a ser prisionero. Ha habido varias conferencias entre el General y el Ayuntamiento. Dos comerciantes, Abadía y Arismendi, de los más ricos, estaban también embarcados.

De la correspondencia de la Sierra algo se puede sacar que sirva de luz; la devuelvo por si acaso sirve, ha de ser allá.

El escuadrón espera la orden de usted para marchar; pídalo usted cuando quiera: hoy ha pasado revista; ya no tiene aquí cosa que le detenga.

Por comisaría deben pagarse los gastos de espías y los extraordinarios con orden de usted.

¡Qué grosero es el sargento Aymerich! La propuesta que usted le ha hecho sobre los prisioneros es muy razonable; y quizá por esto mismo no la admitirá.

No va decretada la solicitud de Tovar, porque no es dirigida al Gobierno; éste no tiene embarazo en que se vaya si acaso tiene la confianza de usted y la de Salgado, así podrá usted decírselo.

Jimena remite todo lo que puede. Lo mismo digo de vestuario: todo lo lleva el capitán Luco que sale ahora, que son las 6 de la tarde. Creí que saliese con la marea de esta mañana. No sé cuál habrá sido la causa de su demora.

Esperé ver a usted antes de su paseo a Babahoyo; pero ya voy perdiendo la esperanza.

Adiós, mi querido amigo. Siento muy mucho las   —406→   plagas de ese pueblo. Memorias de Rosita y de toda la familia. Usted sabe cuánto le ama su amigo,

OLMEDO.



Julio 10.

Anoche vino el capitán Luco por la correspondencia; ya estaba escrita, iba a cerrarla para entregársela, pero me dijo que no podía irse con la marea, pues faltaban los marineros. No sé la causa; la falúa estuvo a sus órdenes desde por la mañana. Dejé abierta ésta por si ocurriese algo hasta ahora; nada de nuevo: nada de bueno ni malo.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas. N.º 100, pp. 513-514)





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ArribaAbajoAl señor Bartolomé Salgado

Guayaquil, julio 10 de 1821.

Señor don Bartolomé Salgado.

Mi muy estimado amigo:

En este momento sale una embarcación para Samborondón conduciendo artículos de guerra, y no hay tiempo para más que para saludar a la señora y a usted, a quienes contemplo poco contentos en un pueblo tan miserable como ése por la estación y por las circunstancias. En otro tiempo es más alegre y más concurrido, pero ahora estará de huirlo veinte leguas. El principal cuidado de usted será por la tropa. ¡Qué se ha de hacer! El malévolo invierno se ha prolongado inesperadamente.

Al general Sucre le devuelvo el memorial de Tovar en que pide licencia para ir a la sierra; no va decretado porque no viene dirigido al Gobierno, pero le digo al General que no hay embarazo en que se conceda la licencia siempre que Tovar sea de la confianza de usted.

El amigo Arauzo tuvo ayer su calenturita. Esto le ha detenido, pues pensaba dar un paseo por Daule y caer por tierra a Babahoyo para reconocer el terreno.

Finas expresiones a la señora y usted disponga como quiera de su afectísimo y sincero amigo.

OLMEDO.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas. N.º 100, p. 515)



  —408→  

ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, julio 16 de 1821.

A mi pensado amigo Sucre.

Mi querido amigo:

Desde antes de ayer salió el oficial Pellicer con dos mil pesos para Babahoyo y con encargo de recibir otros dos mil de aquel Ayuntamiento.

Probablemente la avenida de los enemigos será alguna partida suya de reconocimiento; sin embargo, ninguna precaución y prevención está por demás. La carta de usted de ayer noche la recibí hoy a las 6 ½ de la mañana, cuando ya la marea estaba acabando de crecer. No fue posible que saliesen al momento las canoas: salen ahora al mediodía, y en embarcaciones ligeras el señor coronel Morales con los oficiales de Santander que se hallan expeditos y el comandante López con los del 1.er batallón. La idea de que se acerca el enemigo ha dado salud a los enfermos, y a los buenos alas para volar al campo.

Las canoas grandes van llenas de los Dragones: en llegando usted dispondrá lo que sea mejor. A esta hora ya estarán allí las balsas que salieron ayer con la caballería. Usted estará impuesto por los inteligentes que a las dos horas de salir de Samborondón pueden las embarcaciones   —409→   llegar a la Boca de Baba, hacienda de Baquerizo; y que desde este punto a Babahoyo hay camino de tierra muy corto como de dos o tres horas. Me parece, pues, que sería bueno, que en las balsas vayan hasta Boca de Baba caballos y caballeros, que allí salten, monten y marchen a su destino. De este modo le quedan a usted expeditas las canoas para conducir la tropa. Estas canoas pueden entrar por el estero de Lagartos desembarcar en la hacienda de ese nombre que dista un cuarto de hora de Babahoyo por tierra y ahorrar cuatro o cinco por el río; así como desembarcando los Dragones en la hacienda de Boca de Baba y navegando por tierra, ahorrarán ocho o diez horas de camino y quizá un día, según esté el río de crecido y correntoso. En fin, usted con estas noticias y las más que allí adquiera, y sobre todo según las circunstancias, que siempre dan la ley, resolverá lo que convenga mejor.

Van los 20000 cartuchos de operación y los 10000 de instrucción, y demás municiones que usted pide.

Se ha dado la orden para que el hospital del Morro se traslade a esta ciudad, en donde últimamente hemos dispuesto y provisto un hospital militar que está regularmente asistido.

Se ha dado al señor Freudenthall los 130 pesos que usted previno. El capitán del puerto tiene especial encargo de que los oficiales que van en el Sacramento sean atendidos y distinguidos en comodidad y asistencia.

Vuele usted a recoger la primera hoja de la rama de laurel con que le brinda a usted la patria.

Adiós amigo mío, saludos y victoria.

J. OLMEDO.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas. N.º 100, pp. 515-516)



  —410→  

ArribaAbajoAl general Sucre

Julio 17 a las 2 de la tarde (1821).

Mejores nuevas.

A mi pensado amigo Sucre.

Mi querido amigo:

Desde las 4 de la mañana hasta ahora ya van tres expresos.

Los perversos que tomaron o sedujeron las lanchas apresaron la corbeta Alejandro, saquearon el Sacramento que estaba de viaje, y han cañoneada al pueblo, pero sin notable daño. Desde las 11 empezaron a dar la vela, y han desaparecido del todo. Sale en este momento el coronel Morales llevando estas relaciones y verbalmente expondrá a usted todo cuanto ha ocurrido.

Casi me ha quitado lugar y motivo de inquietud y pesar el haber presenciado el entusiasmo de este pueblo. Ni confusión, ni excesos. Todos unidos excitándose mutuamente con vivas a la patria.

Se preparan a salir con la próxima marea dos goletas o tres, para ver si se puede abordar la Alejandro. La gente está enardecida, y Henderson que capitanea   —411→   una brigada de ingleses hará esfuerzos correspondientes al interés personal que le mueve.

No creo ya tan urgente la venida de la tropa. Con todo, pudieran venir doscientos hombres.

He recibido la correspondencia de usted para el Chocó: irá cuando vaya.

Quedo impuesto de lo ocurrido en Sabaneta. Siempre presumí, como dije a usted que fuese una partida de reconocimiento.

No hay tiempo para más. Adiós. De usted apasionado amigo.

OLMEDO.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas. N.º 100, pp. 516-517)



  —412→  

ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, julio 18 de 1821.

Señor general A. Sucre.

Los malvados siguen fondeados a alguna distancia: los desertores son marineros que poca idea dan del proyecto; pero parece que no ha sido otro que el de robar y saquear la Alejandro. Sin embargo, la lentitud de su marcha y otras razones hacen sospechar que pudiera ser alguna combinación con los enemigos de Cuenca para protegerlos por Naranjal. La sospecha no está de más; tampoco lo están las precauciones.

Parece indispensable por muchas razones que vengan de Samborondán de 200 a 300 hombres, y si Vuestra Señoría diera un salto, trataríamos con extensión de cuanto presentan las circunstancias.

No pudo salir anoche la expedición para el abordaje. Se sigue preparando. La multiplicidad de atenciones de ayer entorpecieron una medida que al momento hubiera producido el mejor resultado.

La tropa puede venir en canoas; y con seguridad por todo el río, pues no hay que temer.

Dios guarde a Vuestra Señoría muchos años.

Guayaquil, etc.

JOSÉ DE OLMEDO.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas. N.º 100, p. 517)



  —413→  

ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, (12 a 14 de agosto) de 1821.

A mi amigo el general Sucre.

Mi muy apreciado amigo:

Acaba de llegar uno de los espías que hemos remitido a Cuenca y dice que los enemigos en tres partidas vienen sobre la Provincia. Una para Yaguachi con 400 hombres, otra para Bulubulu a reunírsele con 400 y la tercera para Naranjal con 300. Esta noticia es bien segura, y para que usted por sí mismo examine al espía se ha resuelto ahora mismo pase a tratar con usted. El tránsito de Yaguachi a Bodegas no es difícil, por el contrario es bien llano, como se impondrá usted por el señor Campos y demás inteligentes. Quien sabe si fuera bueno recibirlos, no llevan caballos, no hay sino 400 hombres veteranos en las tres divisiones; los de Bulubulu se reunirán difícilmente con los de Yaguachi porque esa montaña es asperísima y si se reúnen no será en el número total. Hoy esperamos a embarcar todas las municiones, para tenerlas en el... o donde convenga.

El acta de la Junta vino a nuestras manos de las del coronel Morales, 7 u 8 horas después que ya estaba divulgada en todo el pueblo con todos aquellos ribetes que   —414→   siempre añaden. Nosotros fuimos los últimos que tuvimos la noticia. El mismo señor Morales dirá a usted que cuando llegó, ya todo el mundo estaba bien impuesto, mejor diré mal impuesto. No nos eche usted, pues, la culpa de esto, somos más reservados, y no consultamos con el último ciudadano negocios que deben ser secretos.

Como la carta de usted no traía el rótulo de reservada, como yo hubiera querido, la leí delante de Roca y Jimena que deseaban todos conmigo ver letras de usted después de dos días. La delicadeza de este último se ha herido vivamente con las expresiones de usted, de quien son tanto más sensibles cuanto apreciamos más merecer su concepto. Me extenderé después más, pues el propio sale en este momento.

Con esta marea van 44 mulas que mandamos traer de Balao; de Yaguachi sé que fueron 14.

Hemos comprado la bayeta para fresadas. En primera ocasión irán con algún dinero.

Adiós amigo mío. De usted siempre

OLMEDO.

Vea usted amigo qué época esta, que momentos para convocar y reunir la Junta Electoral.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas. N.º 100, pp. 517-518)



  —415→  

ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, agosto 14 de 1821.

Mi amigo el señor general Sucre.

Mi querido amigo:

No hay tiempo sino para decir a usted que ahora sale el capitán Requena para ese cuartel general y conduce dos mil pesos, 120 fresadas y 16 ponchos.

¡Qué sereno está usted! Éste es para mí el más seguro presagio de la victoria.

Adiós mi querido amigo. De usted muy apasionado amigo.

OLMEDO.

Don Joaquín Avilés va a ese punto. El señor Morales y yo le hemos hecho ver que sus efectos pueden correr riesgo en el Naranjito. Cuando vuelva podrá disponer de ellos.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas. N.º 100, p. 517)



  —416→  

ArribaAbajoAl general San Martín

JUNTA DE GOBIERNO DE GUAYAQUIL

Excelentísimo Señor:

Proclamada tan gloriosamente la independencia en Lima, ya debe reputarse como concluido el magnífico edificio de la libertad del Perú; sólo resta que sea coro nado por la victoria de Vuestra Excelencia sobre el resto de enemigos, que profanan nuestra tierra, y que sólo la desesperación les mantiene las armas en la mano. El júbilo de este pueblo no habría tenido límites, si la atención no estuviera fija en nuestras fronteras, a las cuales se acercan los enemigos.

Las divisiones de Guaranda y de Cuenca se han movido en combinación sobre la provincia. Toda nuestra fuerza está en Babahoyo, y de un día a otro esperamos los primeros encuentros. Por esto hemos clamado incesantemente a Vuestra Excelencia para que destacase una pequeña división de Piura, amenazando a Loja y Cuenca.

Ahora más que nunca este movimiento es importante y absolutamente necesario. El enemigo tiene cerca de tren mil hombres, pero como los divide en varios puntos, entramos en acción, aunque nuestra fuerza disponible sean sólo de 1400 hombres.

Haga Vuestra Excelencia los últimos esfuerzos, por auxiliar estas provincias con toda la fuerza que sea posible. Ahora que se halla Cuenca sin más guarnición que 100 hombres,   —417→   hubiera sido el tiempo oportuno de ocuparla, y nos encontraríamos con una provincia de recursos, y los enemigos privados de ellos.

El teniente coronel don Matías Tirapegui ha salido para Lima, en donde va a establecerse. Lleva la recomendación de este Gobierno de presentarse a Vuestra Excelencia, felicitarle por la interesante ocupación de la Capital en nombre de la provincia e imponerle de la situación del país.

Esperamos con ansia la primera correspondencia. Si la idea que henos formado de la elevación de alma de Vuestra Excelencia fuera menor, lo contemplaríamos deslumbrado con la gloria de su último triunfo, y que nos olvidase en estos momentos de peligro.

Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años.

Guayaquil, agosto 14 de 1821.

JOSÉ DE OLMEDO.

Excelentísimo señor don José de San Martín.

(El 28 de julio de 1821, según relaciones de testigos presenciales, por Jorge M. Carbacho, Lima 1911. Documentos, pp. XII-XIII)



  —418→  

ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, agosto 15 de 1821.

Mi querido amigo:

Acaba de llegar un espía de los que hemos mandado a Cuenca. Salió de esa ciudad el 6; el día anterior había salido González con las últimas tropas. Todas marchaban camino de Naranjal; por manera que 500 hombres que habían salido para San Vicente (por lo que se creyó se dirigían a Yaguachi) retrocedieron a Cuenca, y siguieron con la masa. En fin, usted le preguntará todo lo que necesite saber. Como la relación de este se opone a la de Avilés, será preciso carearlos.

Las circunstancias deben darle a usted la ley. Si el enemigo ataca sólo por Sabaneta, es preciso recibirlo como está usted resuelto. Si la división de Cuenca viene por Naranjal, no es posible su pronta reunión con la de Guaranda. El mismo movimiento indica que no intentan reunirse, pues de venir a Naranjal, o de ir a Yaguache, van a decir 8 días de marcha por caminos fragosísimos. Situados en Naranjal, sólo por el río pueden invadir la Ciudad; y esto es difícil, imposible. Mingrot está hecho cargo de dos cañoneras situadas en la boca del río de Naranjal y que rondan la costa.

A pesar de la circunstanciada relación de este último espía no puedo resolverme a creer que el enemigo dirija   —419→   toda su fuerza por Naranjal, porque de ese modo no se unen. Si se unen, es forzoso retirarse antes de su reunión, y la retirada debe ser por tierra, dirección de Babahoyo. Don Sebastián Baquerizo y el señor Campos conocen ese terreno a palmos, saben los saltos y los ríos y los lugares en donde y por donde se debe situar y transitar... Quizá según las noticias que se tengan se encuentre la oportunidad de batir la división de Cuenca si viene a Yaguache.

Haga usted que se dé orden a don José Garaycoa para que haga retirar cuanta embarcación haya en los ríos de Caracol, Juana de Oro y Pueblo Viejo. Ha días que dimos nosotros esa orden general a todos los puebles de esa comarca para que retirasen todo, luego que supiesen que se acercaba el enemigo. Esta orden va a renovarse. Los mismos señores Campo y Baquerizo indicarán a usted los medios y modos de retirar los ganados de esos campos; pues la operación es dificultosísima. Ha dos días que salió una balsa para Yaguache a recoger y traer todos los arroces que allí hubiere. En Samborondón hacíamos un acopio para que se fuese proveyendo Babahoyo; ahora mismo va orden para que venga a la Ciudad.

No sé qué decir a usted, pero creo que, preparado todo para la retirada, no debe emprenderse hasta que no haya noticia segura de que los enemigos están en Yaguache. Pero la suprema ley es salvar la división, pues en ella se salva la provincia y se prepara la libertad de todo el Departamento.

Repito que si la retirada es inevitable, debe hacerse por Baba, y de allí a Daule: en este tránsito hay posiciones ventajosísimas, y sobre todo se impide que el enemigo se apodere de toda la provincia en el momento y sin embarazo.

El hospital se embarcó anoche para el Morro. La mayor parte de municiones está en el río. Una lancha   —420→   costea por la boca del río de Yaguache. Veo que nos cercan grandes atenciones; pero es poco gloriosa una victoria sin peligros.

Adiós mi querido amigo; por acá haremos cuanto esté en nuestras fuerzas y poder.

Reciba usted todo el afecto de su amigo:

OLMEDO.

No hay tiempo ni de leer lo que he escrito.

En la 1.º marea seguirán 200 pesadas y 1 cajón de cubrellares.

(Archivo Jijón y Caamaño)



  —421→  

ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, agosto 16 de 1821.

Mi querido amigo el señor general Sucre.

Mi querido amigo:

A pesar de tantas noticias no sabemos con exactitud el número de los enemigos. De Baba nada nos dicen. Va con ésta el señor don Sebastián Baquerizo, sujeto de los mejores conocimientos prácticos del terreno. Ha apuntado la idea de ocupar a Daule o el pueblo de Vinces. Usted con conocimiento de cuanto exponga Baquerizo podrá decidirse a ocupar o aquellos puntos o el que mejor convenga.

Aquí se embarca todo: parque, municiones, cañones, víveres. Todas las embarcaciones ligeras las tiene usted allá y las balsas.

Adiós mi querido amigo. De usted todo,

OLMEDO.

Recomiendo al señor Baquerizo.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas. N.º 100, pp. 518-519)



  —422→  

ArribaAbajoAl Ayuntamiento de Guayaquil

Excelentísimo Señor:

Los enemigos están sobre nuestras fronteras y el Gobierno está tomando todas las providencias que exigen las circunstancias.

El movimiento que ha hecho nuestra división sobre Yaguache, abandonando Babahoyo, debe entrar en el plan militar que se habrá propuesto el General en Jefe; pero esta situación exige en la Ciudad disposiciones y medidas activas. Para este efecto, y hallándose exhausto el erario, es indispensable que se abra un empréstito extraordinario de cincuenta mil pesos que deben estar colectados dentro de cinco días, y cuya distribución deberá hacerla el Ayuntamiento, a cuya disposición estarán todos los recursos del Gobierno y del brazo militar para la realización de este indispensable servicio.

Como en este mes concluye el empréstito del trimestre, quedarán vinculados a la satisfacción del presente los fondos de comisos, la mitad de los arbitrios del Ayuntamiento, y los fondos que se colectan destinados a la enseñanza pública.

El Ayuntamiento debe desvelarse en realizar esta medida, y, concluida que sea, presentar la contribución general, aunque no esté del todo acabado el censo.

La salud del país exige grandes y ejecutivos sacrificios, pues los recursos que se han pedido afuera, aunque   —423→   suficientes para salvarnos, no pueden llegar en el momento.

Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años.

Guayaquil, agosto 16 de 1821.

JOSÉ DE OLMEDO.

Al Excelentísimo Ayuntamiento de esta ciudad.

(Archivo de la familia Pino Icaza)



  —424→  

ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, agosto 19 de 1821.

A mi pensado amigo el señor general Sucre.

Mi más querido amigo:

Buenas están las primicias de la campaña: ¡Puedan ellas ser el presagio de una victoria completa!

El temor de que el enemigo se derrame por toda la provincia, ocupado Babahoyo, se minora con la esperanza que dan las medidas que se han tomado para cubrir los pasos estrechos y precisos de algunos ríos que encontrará en su marcha. El señor Illingrot ha salido para Daule para reconocer no el río sino los ríos interiores y formar la fortificación que convenga. El Alcalde es bien conocedor del terreno; allí se han reunido todos los milicianos y vecinos montados y ainda mais se han remitido de aquí 50 del batallón Guayaquil con municiones suficientes. Estos elementos combinados pueden dar una cosa de provecho.

Puede no ser; pero mi mayor cuidado es que el enemigo siguiera a usted; y aunque en la posición que usted ocupa, el río puede defenderlo, con todo no es bueno que usted se vea entre dos fuegos.

  —425→  

Otra cosa temo: y es que hallándose el de Cuenca sorprendido con la presencia de usted en este punto, retroceda, y no presente acción; y usted entonces sufra una dilación que no puede sernos ventajosa. Mi imaginación acompaña a usted en todas partes, y se halla en todas las acciones y en todos los movimientos. De modo que no dejaré de pretender cualquier premio que se distribuya entre los soldados.

Acabo de remitir al señor Morales 195 fresadas; 4 de ellas fueron destinadas para cuellos de las chaquetas del nuevo batallón que estamos vistiendo. Estas fresadas estaban prontas desde que fueron las anteriores, pero creímos con Morales que se suspendiese su envío en tanto que usted se movía de Babahoyo.

¡Oh si usted viese nuestras muchachas trabajando en la cortadura!

Adiós mi querido amigo, salud y victoria. Suyo siempre,

OLMEDO.

Memorias de Rosita y de mi parte al señor Mires, y Gamba, etc.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas. N.º 100, p. 518)



  —426→  

ArribaAbajo Al general San Martín

JUNTA DE GOBIERNO

Excelentísimo señor:

Después de la última comunicación en que hicimos presente a Vuestra Excelencia la situación de la provincia invadida por dos puntos por las fuertes divisiones de Quito y Cuenca, han sobrevenido acontecimientos plausibles del mayor interés, que han mudado del todo el aspecto que tenía últimamente la provincia, antes de la memorable victoria del 19 de agosto. El benemérito señor general Sucre abandonó la posición que ocupaba en Babahoyo con intención de batir primero la columna de Cuenca, que era la esperanza y orgullo de los enemigos; y fueron tales sus disposiciones, y tan bien concertados sus movimientos, que logró encontrarla y derrotarla completamente en los campos de Yaguachi. El adjunto boletín de operaciones impondrá a Vuestra Excelencia de este glorioso triunfo, en que ha perdido el enemigo mil hombres de sus escogidas tropas, resto la mayor parte de las que mandó Calzada. La segunda división enemiga compuesta de más de mil infantes, y más de 600 caballos, marchaban a reunirse con la primera, y tomar la nuestra entre dos fuegos. Pero la derrota de Yaguachi tan completa, como inesperada, la desconcertó en términos que retrocedió hacia la Sierra; y la desmoralización y el terror que lleva consigo, nos aseguran una segunda victoria, que termine de una vez y con gloria la campaña de Quito. El general Sucre después de la acción de Yaguachi, se dirigió por el río con toda su división a Babahoyo   —427→   para cortar la retirada a los enemigos. La demora indispensable de los transportes por la alternativa de las mareas, y el menor camino que el enemigo tenía que hacer por tierra, le facilitó avanzarse y evitar el encuentro. Pero se ha situado en Sabaneta una jornada corta de Babahoyo en donde se halla nuestra división, y las guerrillas se baten continuamente. De un momento a otro esperamos una acción como la primera. Nuestra situación en el día es ya ofensiva, y con aquellas ventajas que proporciona una victoria conseguida sin notable pérdida de nuestra parte. La provincia de Cuenca no presentará resistencia cuando sea invadida. Por el bergantín Tiber procedente de San Blas hemos tenido la plausible noticia de los progresos que está haciendo la Independencia en la capital y provincias de Méjico; la populosa y rica de Guadalajara la juró solemnemente, y otras a su ejemplo. Por la correspondencia del comandante de marina de San Blas, don Antonio Cuartara interceptada en aquel buque, y que en extracto acompaña Vuestra Excelencia, formará idea del estado de la América del Norte, y de la triste situación a que se hallan reducidas las armas del rey. Segura es ya la hermosa esperanza de que recobrará en breve su antigua majestad el opulento imperio de Moctezuma con la misma gloria con que recobró ya la suya el de los Incas, bajo las invictas armas de Vuestra Excelencia.

Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años.

Guayaquil, agosto 28 de 1821.

Excelentísimo señor:

JOSÉ DE OLMEDO.

Excelentísimo señor don José de San Martín.



  —428→  

ArribaAbajoAl general Santander

JUNTA DE GOBIERNO

Guayaquil, septiembre 1 de 1821.

Al Excelentísimo Señor Francisco de Paula Santander.

Vicepresidente de Cundinamarca.

Tenemos la satisfacción de anunciar una victoria de las más completas que podrá contar la historia de la revolución de América. Los enemigos invadieron la provincia por los puntos de Babahoyo y Yaguache. El valiente general Sucre estaba situado en el primero y nuestra división expuesta a ser tomada entre dos fuegos; era preciso moverse a encontrar y batir una de las divisiones enemigas antes de su reunión; un movimiento rápido y bien concertado ha producido el efecto que se deseaba. El general Sucre llega a Yaguache, encuentra al enemigo y lo bate. Esta victoria ha sido completa; la división de Cuenca se componía de mil hombres, las mejores tropas del enemigo, y que eran toda su esperanza y su orgullo. Pero todo ha cedido a las armas de la libertad: 600 prisioneros, 200 muertos y el resto heridos y dispersos.

Conseguida esta victoria, el General marchó por el río a Babahoyo para cortar la retirada a la división de   —429→   Quito que, ignorante de la derrota, se avanzaba a Yaguache para reunirse con la de Cuenca. Pero como retrocedió luego que tuvo la fatal noticia, no ha sido posible embarazarle su retirada a Sabaneta, con lo cual evitó el encuentro y aun tuvo el arrojo de mantenerse algún tiempo firme en su posición. El valiente general Sucre le provocó muchas veces con diversos movimientos para que emprendiese el ataque, pero el 26 del pasado se puso en una retirada vergonzosa y tan precipitada como de una derrota, dejando parte de sus bagajes, municiones y armas y un crecido número de dispersos que se presentan cada momento a la caballería que los persiguió.

El 29 nuestra división se movió sobre el camino de Quito, y hoy se le considera en el punto de Camino Real, sabiendo por varios conductos que los pueblos se han movido.

Por un soldado pasado a nuestras filas sabemos que el general Torres atacó a Pasto y ha conseguido una victoria sobre las tropas españolas que guarnecían aquel punto. Parece que es llegado el momento en que las banderas de la libertad tremolen sobre todo el Departamento, pues la victoria corona en todas partes las armas de la heroica República.

Habiendo interceptado la correspondencia del bergantín Tíber, procedente de San Blas., hemos hecho extractar lo más interesante que contiene la adjunta copia por si acaso el coronel Morales no dirigiese a Vuestra Excelencia la que le hemos dado.

Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años.

JOSÉ DE OLMEDO.

(Archivo Histórico Nacional de Bogotá, Guerra y Marina. Historia, tomo 4, folios 220r./v. y 223r.)



  —430→  

ArribaAbajoAl general San Martín

JUNTA DE GOBIERNO

Guayaquil septiembre 5 de 1821.

Excelentísimo Señor:

Tenemos la inexplicable satisfacción de anunciar a Vuestra Excelencia uno de los sucesos más importantes en la campaña de la libertad de América; suceso que por su magnitud decide de la suerte de este vasto continente. Las tropas al mando del Libertador de Colombia se han elevado al colmo de la gloria en los campos de Carabobo, destruyendo hasta en sus elementos el ejército español compuesto de 8000 combatientes a las órdenes del general La Torre. El Vicepresidente de Cundinamarca comunica oficialmente este feliz acontecimiento que llega en este momento por la goleta Alcance procedente del Chocó. Los pormenores de él se trasmitirán a Vuestra Excelencia con la celeridad posible.

Todas las noticias convienen en que la división comandada por el general Torres pasó el Juanambú, y se aproximaba a Pasto.

Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años.

Excelentísimo Señor.

JOSÉ DE OLMEDO.

Excelentísimo señor don José de San Martín.



  —431→  

ArribaAbajoAl general Sucre

(Septiembre 1821?) Jueves.

A mi amigo Sucre.

Mi querido amigo:

Al escribir ese papel mi imaginación naturalmente atravesaba los páramos del Chimborazo: no extrañe usted, pues, verla aterida de frío. Encargo a usted con la mayor franqueza que la caliente y anime un poco; haga usted las variaciones convenientes para que a lo menos aparezca en traje militar. Allí van apuntes; deles usted forma. El papel ha de salir en nombre de usted y a usted le cumple mirar por su honra. Adiós.

Soy como siempre afectísimo amigo.

OLMEDO.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas. N.º 100, p. 510)



  —432→  

ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, septiembre 15 de 1821.

Mi pensado amigo el señor general Sucre.

Mi querido amigo:

Pensar que los pueblos puedan reconquistar su libertad sólo con triunfos y sin hacer grandes sacrificios es un delirio, desmentido en cada página de la historia.

Bien temía usted del sexo de la fortuna. A nadie ha engañado en esta ocasión más que a mí. Mi sorpresa fue tal que estaba viendo la primera cartita de usted a Morales, y no la creía. ¡Qué hacer! Mañana nos reirá la ingrata.

Con todo es intolerable la idea del gozo y del orgullo que tendrán los enemigos, y especialmente aquellos que estaban confundidos y humillados por nuestros triunfos y por su crimen. También es insufrible la otra idea de que nos hayamos perdido contra la voluntad de Dios. El ansia de saber los detalles de la acción se sofoca con el presentimiento de una relación verdaderamente horrorosa de la pérdida irreparable de tanto jefe, de tantos oficiales impertérritos y de tantos bravos soldados. No puedo sufrir este recuerdo, por más que la filosofía   —433→   predique sin cesar valor en el peligro, moderación en la victoria, magnanimidad en las adversidades.

El Gobierno está dispuesto a hacer todos los esfuerzos y todos los sacrificios por salvar la patria. En esta virtud no dude usted un momento de que se allanarán todos los inconvenientes para reponernos, que estén en nuestro poder.

¡La falta de armas! Puede ser que la goleta que salió ha un mes regrese pronto. La Alcance salía pasado mañana; se le ha hecho que salga esta noche, se le pide al general San Martín armas, armas... que pueden venir y tropas que no vendrán. Se ha hecho un expreso esta mañana a Trujillo pidiendo a Arenales que luego, luego se mueva la fuerza disponible que tenga por Piura, en donde se le dará dirección bien a esta plaza, bien sobre Loja, según conviniera al plan que usted forme.

El honor de la herida de usted disminuye mi pesar. Rosita saluda afectuosamente a usted y toda esta familia que le es muy apasionada.

Adiós mi querido amigo. De usted siempre, siempre

OLMEDO.

Aro lleva una caja de burdeos, 1 botella de aguardiente, azúcar, café, chocolate y biscocho porque supongo a usted sin auxilio en ese pueblo.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas. N.º 100, p. 521-522)



  —434→  

ArribaAbajoAl general Santander

JUNTA DE GOBIERNO

Guayaquil, septiembre 26 de 1821.

Al Excelentísimo Señor Vicepresidente de Cundinamarca F. P. Santander.

Excelentísimo Señor:

Después de la gloriosa jornada de Yaguachi, creímos consolidada la libertad de esta provincia y fácil y segura la de todo el Departamento de Quito. La derrota completa de la columna de Cuenca, quedando intacta nuestra división, y el aumento que recibimos de fuerza física y moral con la victoria, inspiraron una confianza tan grande como fatal, y la División Libertadora sufrió un revés inesperado en el desigual combate que dio el general Sucre el 12 del presente en el dos veces funesto campo de Huachi.

Desde entonces nuestra situación ha mudado enteramente del aspecto que presentaba cuando dirigimos a Vuestra Excelencia nuestra última comunicación. Todos los esfuerzos, todos los recursos del país, se empeñaron en esta campaña y difícilmente nos repondremos pronto. Jefes, oficiales, brazos, armas, todos los aprestos de un año,   —435→   todas las ventajas de la reciente victoria, todo se ha perdido en un día.

El general Sucre permanece en Babahoyo, que es nuestra frontera; allí se va reuniendo toda la fuerza que se puede levantar y armar. Podrán juntarse más de 800 hombres, la mayor parte reclutas del país y gente colecticia, pues no llegan a 200 hombres las reliquias de Albión, Santander, Guayaquil y Dragones que componían la división que hemos perdido.

El primer parte que recibimos del General no pudo ser más triste; y no dudamos que el enemigo, aprovechándose de su situación y de la nuestra, invadiese luego la provincia. En el conflicto enviamos despachos expresos al Presidente del Departamento de Trujillo para que moviese al punto sobre Cuenca la fuerza que tuviese disponible, y al mismo general San Martín para que nos remitiese mil hombres, armas y municiones. La situación militar del Perú puede no permitirle desprenderse de una fuerza que allí le es necesaria, como no le ha permitido hasta ahora remitirnos auxilios tantas veces pedidos. Nuestra primera esperanza está puesta en los movimientos del general Torres y en los recursos de gente y armas que nos proporcione Vuestra Excelencia.

Con este importante fin comisionamos cerca de Vuestra Excelencia al teniente coronel graduado José María Belalcázar, cuyo mérito recomendamos muy particularmente a Vuestra Excelencia, para que le informe verbalmente sobre nuestra situación y sobre la necesidad, prontitud y dirección de los recursos que deben salvar esta provincia. Si el general Torres, como se asegura, ha salvado el Juanambú y ha ocupado a Pasto, nuestra provincia no tiene peligro y la campaña es concluida; pero si no ha conseguido ventajas, o si con sus movimientos no distrae la atención; y la fuerza enemiga, nuevos peligros, nuevos males nos amenazarán mientras las aguas de enero no vengan a inundar nuestros campos.

Al principio de la campaña habíamos dirigido por la montaña del Zapotal una división sobre Tacunga, al mando del comandante Illingrot; ésta entró en Quito   —436→   un día después de nuestra derrota. Aunque la opinión del pueblo y provincias comarcanas, que todas se hallan en efervescencia, lo favorezcan y refuercen, es de temer no pueda sostenerse si lo acometen las tropas enemigas, a no ser que lo salven los esfuerzos extraordinarios que rara vez la libertad niega a sus hijos.

Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años. Excelentísimo Señor.

JOSÉ DE OLMEDO.

(Archivo Histórico Nacional de Bogotá, Guerra y Marina. Historia, tomo 4, folios 224r. a 225r.)



  —437→  

ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, octubre 8 de 1821.

Mi querido amigo:

Este día y el de mañana debían ser los más plausibles para este pueblo que cuenta el primer año de independencia; pero los ánimos, y el mío el primero, están caídos y en más actitud de extrañar a nuestros hermanos y llorar su suerte que de entonar himnos y entregarse a los transportes de júbilo. Sin embargo, hoy se preparan algunas ceremonias religiosas para mañana, y para hoy un paseo público del estandarte. Mañana habrá su baile en la Casa Capitular.

La retirada del general Torres a Popayán es un misterio que no comprendo; por aquella parte se convertía la esperanza de reparar la rota de Ambato y concluir esta campaña que debe ser el penúltimo paso a la libertad del Departamento. Más inconcebible es la retirada; como no es de dudar, Torres tenía 2000 hombres; pues con esa fuerza no me parece probable que abandonase la empresa que estaba a la mano por venir a dar el rodeo por Guayaquil, aunque así se presentase más segura. No hay más consuelo que esperar que se aclare el horizonte; entre tanto mientras mejora nuestra situación pongamos en el Daule un Juanambú . Mucha esperanza me ha dado una carta del monseñor Castro.



  —438→  

Octubre 10.

Esta carta se ha quedado sin remitirla y sin concluirse siquiera, hasta ahora por las atenciones de los días pasados. ¿Creerá usted amigo, que, mientras he estado viendo contenta a la gente, yo me he estado haciendo mis cargos de no ser buen patriota, pues que he estado y estoy triste, pensando y resolviendo tantas cosas, y sin apartar a usted de la imaginación?

Siempre está usted esperando estas noticias de los espías; y los espías o no parecen, o sólo traen contradicciones e incertidumbres; ya no hay paciencia con esa gente.

No sabemos las disposiciones urgentes que usted ha tomado y le comunica al amigo Morales; las sabremos después. No sé a qué atribuir la falta que usted ha notado de una contestación a uno de sus oficios del 14 de septiembre. Hemos contestado a todos; pero, como unas veces hemos escrito por conducto de Morales, y otras con pilotos desconocidos, puede ser que se haya extraviado algún pliego. Para salvar este inconveniente si acaso ha quedado sin respuesta algún punto que sea importante, repítalo usted y satisfaremos.

(Archivo Jijón y Caamaño)





  —439→  

ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, octubre 12 de 1821.

Señor general Sucre.

Aunque no fuesen exactas las noticias del movimiento del enemigo las medidas de Vuestra Señoría son indispensables. El Gobierno activará las providencias y facilitará cuantos recursos estén en su poder.

La colección de caballerías siempre se creyó que produjera algunas reclamaciones. Pero la salvación de la provincia es lo principal, es lo único a que debemos atender. Si ella se perdiera, qué responderíamos a la reclamación general.

Los señores comisionados tienen y merecen el mejor concepto del Gobierno y del público, y deben continuar en su servicio, mientras lo exija la Patria.

De ninguna manera creyó el Gobierno que se devolviesen los caballos a sus dueños por la representación de uno. Todos los hacendados que rodean ese pueblo manifiestan un desinterés que merece el aplauso general.

Dios guarde a Vuestra Señoría muchos años.

JOSÉ DE OLMEDO.

Añadidura.- La división del comandante Illingrot ha llegado al Balzar en donde se le habían preparado víveres, y   —440→   embarcaciones. Ella viene muy dispersa; pero cualquiera fuerza que traiga aumentará la que Vuestra Señoría manda, y esperamos que el valor y pericia militar de Vuestra Señoría nos proporcionarán un segundo día de gloria si el enemigo tuviese el arrojo de invadir un suelo que Vuestra Señoría defiende.

OLMEDO.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas. 1942. N.º 100. p. 410)



  —441→  

ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, octubre 12 de 1821.

Mi pensado amigo el señor general Sucre.

Mi querido amigo:

Pensé escribir a usted todo lo que ha traído el correo de Lima, y remitirle los impresos; pero me ha dicho Morales que a usted le escriben también, y le mandan una colección de papeles copiosa. Será pues inútil más relación mía. Pero lo que hay de cierto es que no debemos esperar auxilios, y que debemos atenernos a nosotros solos.

Hoy nos dieron un alegrón con la noticia de que se habían visto pasar por Montecristi tres velas con tropas; pero, averiguando el origen, nos desengañamos de que no era cierto, y volvemos a quedarnos en la misma ansiedad.

Desde que me levanté quise empezar a escribir a usted para hablar mucho, pero casi no he soltado la pluma hasta ahora en otros asuntos y he estado en continuo movimiento, de manera que ya ha una hora que crece la marea, el propio me espera y yo me veo en el principio de mi carta.

Yo no sé hasta dónde lleva su resentimiento don Francisco Ugarte, pero creo que exageren mucho los   —442→   que refieren las cosas. Sé que se exaltó terriblemente cuando aquí corrió lo acaecido en el ejército con motivo de los planos, y lo que había dicho Morales. Después por lo que hace a sus opiniones, sé que, no siendo Perulero , piensa por la independencia de la provincia y que habla libremente. No ha llegado a mi noticia que él esté bajo las alas de Gobierno. Lo que sí sé es que, conociendo yo que nada radica más y propaga una opinión que contrariarla y perseguirla, jamás he pensado en fomentar de ese modo indirecto una opinión que no es la mía. Sin embargo, al leer la carta de usted contra mi natural me exasperé, le hice llamar, y sin decirle que usted me había escrito, le he hecho las más serias reconvenciones y fuertes intimaciones. Me ha protestado que jamás ha vertido una expresión en contra de los jefes de Colombia, ni menos contra el honor de la República; que se lo justificasen y que sufriría cualquiera pena; que no ignoraba que sus enemigos, y los que tienen interés en lisonjear y envenenar a ustedes les llevaban chismes que no le hacían honor, y que habría dado a ustedes una satisfacción, si acaso ustedes no hubieran permanecido en la persuasión de que era un traidor de tantas y tan claras pruebas que lo justificaban.

Le he repuesto todo lo que convenía sin la menor consideración... Perezca para siempre toda semilla de desunión y desamor entre nosotros.

Vea usted una casualidad que confirma lo que he dicho antes. Hoy vino Morales y me dijo que se habían quejado unos enfermos soldados colombianos de que los trataban malísimamente en el hospital, que se morían de hambre, y que los habían puesto en el cepo porque decían que tenían hambre. Después me añadió que no podía ser otro modo porque Ugarte mandaba en el hospital, y que procedía así por su rivalidad, etc. Contemple usted, mi amigo, el hervor de mi alma con esta relación. Pero luego reflexionando me ocurrió que Ugarte no corría con el hospital, ni había tenido más intervención que en su formación, y en proveerlo de utensilios, sin más concurso de su parte. Pero el hecho era atroz, y el mismo señor Roca en persona con el capitán Morán   —444→   y el médico del hospital fueron a averiguar el hecho. Resultó que el médico había prohibido la carne por la tarde a algunos enfermos de disentería, que éstos se desesperaban por esta dieta y que se ponían furiosos especialmente los Anglómanos, y que era verdad que el contralor un día arrestó, no en cepo, a unos que, porque no les dieron carne, tiraron el arroz. Sin embargo, queda arrestado el oficial contralor para que tenga más compasión, y se le ha quitado el empleo en que entró por nombramiento de Morales. Ya se pondrá otro más celoso. Pero Ugarte no ha tenido ni parte ni noticia.

En este momento recibo carta de Illingrot desde el Balzar adonde ha llegado con los oficiales y parte de la 4.ª compañía. Recibió muy oportunamente los recursos que le preparamos y muy arriba del Balzar.

Es indecible la escasez de ropa para vestuario. Al Balzar van 200 vestuarios; a usted se le mandan pocos por ahora. Se trabaja lo que se puede en la sastrería y veremos lo que sale.

El parque también no para. No hay tiempo para más. Adiós mi querido amigo. De usted siempre todo.

OLMEDO.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas. N.º 100, pp. 522-523)



  —444→  

ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, octubre 18 de 1821.

Mi pensado amigo señor general Sucre.

Mi querido amigo:

Desde que llegó la goleta Olmedo con las armas entregué a Morales la nota para que se la remitiese a usted y tuviese ese gusto. El general San Martín envía mil fusiles y los 500 debemos pagarlos aquí. La escuadra ha entrado hoy en este puerto, compuesta de cinco buques de guerra. Cochrane ha saltado esta mañana.

He entregado a Morales unos grandes paquetes de impresos para usted venidos de Lima. Sin embargo, le incluyo la capitulación del Callao por si quisiese usted remitir (como yo pienso) algún ejemplar a Quito.

Han llegado en el Olmedo dos oficiales con comisión del Estado de Chile para Colombia y para el Gobierno libre de Méjico. Para el Libertador trae correspondencia, y yo le he dicho al principal, que es general de brigada, que bien podía entenderse con usted que tiene poderes amplios; quizá hará a usted alguna visita.

¡Qué bien ha salido el pensamiento de las sales! He visto el estado de venta y distribución y está brillante. No me diga usted por Dios que la tropa está en miseria,   —445→   pues Campo tiene prevención y orden de suministrar a usted y a la división cuanto puedan necesitar.

Mis males crecen cada día, y ya necesito no sólo de reposo, sino de inacción por algunos meses para restablecerme. No hallo un pretexto honesto de escurrirme y pasar en el campo siquiera un mes, y cada cosa que me afecta, como algunos renglones de sus cartitas, me imposibilita en términos que ni hablar bien, ni escribir, ni pensar bien puedo. Yo no he nacido para este puesto: el retiro, la soledad y la comunicación con las musas eran convenientes a mi genio y carácter; mandar, regir, moderar un pueblo y en revolución no es para mis fuerzas intelectuales y físicas.

Reciba usted memorias finas de Rosita y muy sinceramente afectuosas de su amigo.

OLMEDO.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, N.º 100, p. 524)



  —446→  

ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil octubre 21 de 1821.

A mi pensado amigo el general Sucre.

Mi querido amigo:

Hoy tengo un día desagradable, pues estoy en la etiqueta de dar un convite a Cochrane. Bien es verdad que se ha mostrado con el Gobierno y conmigo particularmente de un modo que le hace acreedor a todo obsequio, pero ya ve usted amigo mío, que ni las cosas públicas, ni las privadas, ni las singulares permiten una distracción como ésta, ni de ninguna otra clase; o a lo menos falta la disposición, que es el alma de todo lo agradable. Agregue usted que este país está todavía atrasado en varios puntos, y una comida regular no puede ser bien dispuesta ni bien servida, por más que personalmente esté uno entendiendo y disponiendo todo. Por más desazonado que esté usted, por más que se vea reducido a lo poco que ese punto da, no crea usted que yo estoy más contento que usted.

He visto los varios partes que usted ha remitido a Morales; todos atestiguan la venida del enemigo; bien que para mí siempre ha sido indudable, aun sin los últimos avisos que usted ha recibido.

Mucho he deseado que usted hubiera pasado de Baba a Daule viéndolo todo por sus ojos. Dicen que esos pasos de los ríos son otros tantos ejércitos. Usted debe, pues, acomodarse a las circunstancias, y disputar el terreno   —447→   como se pueda, retrogradando y situándose donde crea usted que la naturaleza nos refuerce. En su país algo se debe esperar de los paisanos. En Baba están muy contentos de usted mucho; y es otro motivo porque yo desee que usted visitase tres o cuatro más pueblos de la provincia, especialmente Palenque y Daule.

Creerá usted que sólo hemos tenido un oficio del Gobernador del Callao avisando el envío de los 1000 fusiles y municiones: el Protector no ha escrito; pero don Pedro Roca dice que luego dio orden Su Excelentísima para que se embarcase ese número y demás pertrechos y que saliese la goleta luego. El mismo Roca, viendo que a 8 pesos era una compra regular, compró 500 más y realmente hizo bien, pues aún pagando los 3000 pesos del flete siempre salen baratos; y sobre todo, aunque fuesen caras, los habríamos recibido con palmas. Sobre venida de tropas nada sabemos de positivo. El general no escribe; y los particulares dicen como Roca que puede ser que venga alguna fuerza, señaladamente Numancia. Pero la venida de la escuadra dificulta más a mi parecer esta esperanza. Me he dado este lugarcito para usted ya no puedo decir más por ahora, y quien sabe si mañana habrá ocasión.

Soy siempre todo suyo.

OLMEDO.

La defensa del País sosteniendo los pasos de los ríos, a más de ser la que está indicada en esta situación, retardará bastante la marcha del enemigo, y 15 días bastan para poner nuestras cortaduras en el mejor estado; y la escuadra servirá más de lo que piensan los godas. He hablado hoy sobre tripulación con Lord, por ver si en caso apurado o no apurado podíamos echar mano de 200 hombres siquiera; pero no los tiene, y de ingleses sólo ha reservado 5 los demás son chilenos.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas. N.º 100, pp. 524-525)



  —448→  

ArribaAbajoAl Comandante de Portoviejo

El Gobierno que no desea más que la tranquilidad y seguridad de los pueblos, ha visto con satisfacción el celo de usted para dar las providencias que creyó necesarias a la defensa de ellos, cuando en agosto próximo pasado fue informado de que los enemigos avanzaban sobre nuestras fronteras, como instruye su oficio de 26 del mismo. El Gobierno contaba y cuenta para la defensa de la Provincia con los cuerpos de línea, con el general que acertadamente los dirige, con los jefes militares de cada cantón, y con el entusiasmo que sabrá usted inspirar al vecindario, para que armándose en masa, presenten en todos tiempos al enemigo una resistencia invencible, seguros de que, si por cualquiera desgracia pudiese él derramar algunas partidas sobre esos puntos, de ésta saldrán los recursos más enérgicos para poner a cubierto ese vecindario; y como el enemigo ahora podrá hacer algunos movimientos que amaguen los pueblos y la ciudad, arreglará usted su conducta del modo siguiente:

Desde el mes anterior está aprobado el batallón de Infantería de Milicias, y el escuadrón de Caballería que se propuso, que estará a cargo de usted por ahora; pero, además, usted procurará, como ha impuesto de palabra al Gobierno, de alistar a todos los hombres útiles del cantón, aplicándolos a la caballería o infantería, según la más o menos facilidad que presente el territorio para esta arma. Las compañías de infantería de cada pueblo no saldrán de él, ni se les molestará en nada concurriendo sólo a la disciplina en el domingo, sin privarlos de   —449→   sus trabajos. El escuadrón de caballería que se acuartele será pagado por el Alcalde del pueblo con una peseta diaria, y tendrá disciplina continua.

Las personas de más instrucción de cada pueblo serán destinados para que hagan de oficiales provisionalmente, procurando que sean del mismo pueblo donde es la compañía.

Los soldados, cabos, sargentos y oficiales están sujetos al fuero ordinario como conciudadanos mientras no se acuartelen, y por ningún caso se mezclará usted en sumariar ni corregir ninguna falta de ellos que no sea en el servicio, o de los acuartelados dejando a los Alcaldes el ejercicio de sus funciones.

Los Alcaldes de los pueblos remitirán el número de hombres que les está pedido para los trabajos de fortificación tomándolos de los alistados de Infantería conforme a lo prevenido por el Gobierno. Cuando se le pida a usted por el Comandante General recluta para los cuerpos veteranos de esta arma, procurará usted que vengan los solteros y menos útiles a la agricultura.

El Gobierno providenciará, cualesquiera que sean las circunstancias, las medidas políticas convenientes, remitirá armas y oficiales y usted en alguna ocurrencia extraordinaria que exija algún paso militar, oficiará a cada Ayuntamiento y Alcalde en particular, y se dará parte al Gobierno inmediatamente que está encargado privativamente, al arreglo y conservación de la Provincia. Por tanto, la reunión extraordinaria de todos los Ayuntamientos, desconocida por nuestras leyes, y no aprobada por la constitución provisoria, habría fijado la atención del Gobierno en dichas circunstancias, y cuando no estuviera tan conocido el celo y sanas intenciones que la promovieron ahora, por cuya causa dicha reunión no se verificará en adelante.

La más perfecta armonía con la autoridad civil de los pueblos para cuyo sostén y defensa está destinada la fuerza armada, sin mezclarse en sus funciones, la consideración al vecindario, el mayor respecto a la seguridad   —450→   individual, y propiedades de los ciudadanos, son muy especialmente las reglas que recomienda a usted el Gobierno y que espera llene usted bajo la más estrecha responsabilidad. Dios, etc.

Guayaquil, 14 de noviembre de 1821.

JOSÉ DE OLMEDO.

Señor Comandante Militar del Cantón de Portoviejo, teniente coronel don Juan Francisco Elizalde. Es copia. Elizalde.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, 1942, N.º 100, pp. 427-428)



  —451→  

ArribaAbajoAl general Sucre

JUNTA DE GOBIERNO

Guayaquil, y noviembre 3 de 1821.

Las insinuaciones de Vuestra Señoría de 1 del presente nos imponen de las noticias sobre la venida de los enemigos que pueden ser efectivas, por los diversos movimientos que lo indican. El coronel Tolrá, que está a la cabeza de ellos ha oficiado al Gobierno por medio del capitán Pedro Morales, en un estilo y concepto de invasor. Y se le ha contestado como corresponde, y aunque otro oficial mío encargado de auxiliar a los prisioneros..., este objeto es bastante trivial respecto a los antecedentes. Su venida por Yaguache indica que el verdadero motivo ha sido procurar imponerse de nuestra fuerza y situación militar; por lo que se han dado las órdenes conducentes para burlarlo y que regrese inmediatamente.

La prudencia de Vuestra Señoría y sus conocimientos, dirigirán la defensa de la Provincia con aquel tino que acostumbra, sacando todas las ventajas de las posiciones, y dejando en el momento preciso las que no sean militarmente defendibles.

De antemano indicamos la medida de salvar las sales que se pudiese, embarcándolas. Y con la prevención de Vuestra Señoría salen mañana cinco balsas que pueden cargar más de 400 fanegas, y si se aprovechan cualesquiera otras   —452→   balsas que en ésa se encuentran, se puede llenar al fin de que, si el enemigo sólo amaga o hace una simple correría, se aprovechen los últimos días del verano para venderlas y sacar de ellas el mayor provecho posible.

Nuestro Papel público ha redactado, como vio Vuestra Señoría, los últimos acontecimientos de México cuya independencia ha reconocido a nombre de España el Teniente General español, don Juan Odinoque, que venía destinado para virrey.

Dios guarde a Vuestra Señoría muchos años.

JOSÉ DE OLMEDO.

(Archivo Jijón y Caamaño)



  —453→  

ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, noviembre 4 de 1821.

Mi pensado amigo el señor general Sucre.

Mi más apreciado amigo:

Pensé escribir a usted en esta ocasión un cartapacio, pero no es posible. En un momento me llaman la atención veinte cosas todas diferentes. Para Lima un alcance al correo con las noticias de Méjico, y situación de las fragatas españolas Prueba y Venganza; para su amigo enemigo Tolrá una contestación; para dos pueblos respuestas con propios, etc., etc.

Esta misma estrechez no permite remitir a usted la comunicación de Tolrá y nuestra contestación; será en la primera ocasión. Pero desde ahora le anuncio a usted que la necesidad de despachar luego, luego al emisario me ha hecho escribir con tal precipitación que se me han quedado mil cosas en el tintero. Mas para esos señores bueno está todo; principalmente cuando Jimena quería que no se le contestase sino devolviéndole su oficio roto. Yo soy más flemático y más bien me he reído; sin embargo, habría querido estar de mejor humor para haber aguzado un poco la punta de la sátira y de la burla que hiere más que una espada de dos filos.

Hoy empiezan a salir las balsas para depositar las sales, según usted insinúa.

  —454→  

El comisario Tello entró en esta tesorería 5700 pesos, cuyo destino usted sabe. El Sacramento no salió ayer por la maldita jarcia que salió toda podrida; todo lo demás está listo y mañana saldrá sin falta.

No hay tiempo para más. Memorias de Rosita y demás familia.

De usted todo y siempre.

OLMEDO.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, N.º 100, pp. 525-526)




ArribaAbajoAl Libertador

(FRAGMENTO)

6 de noviembre de 1821.

No ha sido posible disponer de un buque digno de conducir a Vuestra Excelencia. Tenga Vuestra Excelencia la bondad de dispensar la pequeñez del que se ha preparado, recordando que en uno más pequeño libró César, en otro tiempo, los destinos del mundo.

(Historia del Ecuador por Roberto Andrade, Tomo III, p. 1212)



  —456→  

ArribaAbajoAl general Sucre

Señor General de Brigada Antonio José de Sucre, Comandante General de la División Libertadora.

Habiendo representado el comandante de Daule la necesidad de un arreglo para proveer y ajustar las tropas allí acantonadas, previno este Gobierno al señor Ministro Contador de las Cajas, pasase a ese pueblo a practicar, no sólo la revista que corresponde conforme a ordenanza, sino también a entablar el giro de una proveeduría que subministre todos los artículos que sean menester.

Impuesto el señor Comandante General de esta determinación, defiere a las facultades de Vuestra Señoría el conferir la orden a los respectivos Jefes para su cumplimiento; sin embargo el expresado Señor Ministro sale a su destino adonde Vuestra Señoría comunicará las órdenes convenientes. Dios, etc.

Guayaquil, noviembre 9 de 1821.

JOSÉ DE OLMEDO.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, 1942, N.º 100, p. 430)



  —457→  

ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, noviembre 17 de 1821.

Mi pensado Sucre.

Mi querido amigo:

En mi carta de ayer me olvidé indicar a usted una cosa, que atendiendo a la natural viveza de usted no es necesaria; pero cuantas cosas inútiles se escriben los amigos.

En las conferencias de usted con su amigo enemigo es preciso tener muy presente la situación de Cuenca amenazada de ser invadida por Arenales. Pues, si acaso hiciéramos un armisticio y se aprovecharan de él los godos para obrar sobre Cuenca, quedábamos burlados.

Se ha averiguado más la noticia del desembarco de tropas en Paita. No es cierta. Ahora un mes saltaron cerca de 200 hombres, con el coronel Santa Cruz comandante de Piura y nada más. Un capitán dice y asegura que vio formados en la plaza de esta ciudad como 800 hombres que sabía que se preparaban para salir. Sin embargo de que ya estaba allí la noticia de que González se había retirado para Riobamba; y que habría como 700 u 800 caballos de la Provincia preparados. Adiós.

De usted siempre.

OLMEDO.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, N.º 100. p. 526)



  —458→  

ArribaAbajoAl general Sucre

JUNTA DE GOBIERNO

Guayaquil, noviembre 26 de 1821.

Señor general A. J. de Sucre.

Señor General:

Después de bien examinadas las razones que Vuestra Señoría expone en su oficio de hoy, y consultando al bien de la Provincia, el Gobierno ha venido en reiterar la ratificación que dio al convenio celebrado por Vuestra Señoría con el jefe de la división de Quito en 20 del presente. Dios, etc.

JOSÉ DE OLMEDO.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, N.º 100, p. 527)



  —459→  

ArribaAbajoAl general Sucre

JUNTA DE GOBIERNO

Guayaquil, diciembre 13 de 1821.

Señor general A. J. de Sucre.

Señor General:

Por la comunicación de Vuestra Señoría de hoy queda impuesto el Gobierno de la venida y comisión del señor general de brigada don Francisco Salazar, cuya noticia no se nos ha dado hasta la fecha por el Gobierno del Perú. Dios, etc.

JOSÉ DE OLMEDO.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, N.º 100, p. 527)



  —460→  

ArribaAbajoAl general Sucre

JUNTA DE GOBIERNO

Guayaquil, diciembre 13 de 1821.

Señor general A. Sucre.

Señor General:

Por desagradable que haya sido el suceso de anoche, el Gobierno deseando conservar la unidad de sentimientos entre pueblos que lidian por una misma causa, desearía se evitase el juicio que va a abrirse a los señores capitanes Morán y Allende, que mientras dure sostendría la expectación pública fija en un acontecimiento que debe olvidarse para desvanecer todo principia de división. Pero como una medida política podía adoptarse el medio de que saliesen por ahora de la provincia, dejando aquí un apoderado que siga el otro juicio iniciado en el tribunal de imprenta contra el autor del impreso que dio ocasión al inesperado suceso de ayer.

Dios guarde a Vuestra Señoría muchos años.

JOSÉ DE OLMEDO.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, 1942, N.º 100, p. 439)



  —461→  

ArribaAbajoAl general Sucre

15 de diciembre de 1821.

Mi amigo Sucre.

Mi apreciado amiga:

Va el pliego para Tolrá con los puntos de que hablamos ayer.

El barco de Villamil sale mañana; el Gobierno recomienda a usted haga la prevención conveniente al coronel Ortega como se acordó ayer. El modo con que se ha producido últimamente hace más ejecutiva esta medida, si se procura estrechar los lazos de la confianza y de usted siempre su amigo.

OLMEDO.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, N.º 100. p. 527)



  —462→  

ArribaAbajoAl general Sucre

Diciembre 17 (de 1821).

A mi amigo Sucre:

Mi más apreciado amigo:

La carta de usted contiene observaciones que son justas y otras que no lo son tanto. El viaje al Chocó es realmente peligroso por ahora, y no debe hacerse. Ésta no es una nueva expulsión, es el cumplimiento de la primera y única. Si Ortega detesta esta provincia, ¿para qué la busca? Si todos los guayaquileños son unos pícaros, ¿por qué los quiere como conciudadanos? Si se jacta de que no reconoce este Gobierno y de que, aunque se le mande, no ha de salir porque usted es la única autoridad que sufre, ¿será justo que se le tolere para que difunda más semilla de desunión, y vaya preparando una disolución que no tuvo efecto otra vez? Sí, amigo, esto no tiene duda. Uno de sus más íntimos confidentes y cómplices en el plan nos descubrió entonces todos los proyectos; y como la viveza de Ortega quizá no le permitió en aquel tiempo hacer una mejor elección de parciales, lo vendieron y nos presentaron datos de que no se puede dudar. Estos datos no hicieron sino confirmar lo que resultó de un sumario, que se cortó porque así convino. En virtud de él y de una resolución salió de la provincia, y yo no sé si se pueda atropellar o despreciar   —463→   más la autoridad de un país que presentarse así no más.

Éste es, amigo, el punto de vista bajo el cual debe usted ver este negocio, no los temores que en verdad nada valen. No sé cuáles sean los españoles que acojamos y miremos con más consideración que a oficiales que han combatido o quieren combatir por nuestra causa. Últimamente supimos de uno que vino en la escuadra de Cochrane, que fue sentenciado a presenciar la ejecución de un reo (cuyos proyectos supo y no los declaró) y a salir del país. Su misma obscuridad lo ha tenido oculto, pero luego que se descubrió se puso preso, y se ha dado orden a la policía para que disponga de él como conviene. ¿Quiere usted que, cuando en el Perú y Colombia se están dando leyes benéficas y humanas, especialmente en la última, sobre los españoles, nosotros adoptemos una conducta contraria, y sin distinción arrojemos ancianos padres de grandes familias, cuando no nos han dado ni sospechas de un mal comportamiento? No lo creo, pues usted nos ha dado siempre pruebas de abrigar hermosos sentimientos. Por lo que hace a nosotros, le aseguro a usted que se exagera más de lo justo, nuestra condescendencia en este punto, pues por amor a la tranquilidad hemos separado hombres de bien, aun haciéndonos insensibles al duelo y desolación de nuestras propias familias.

No se trata de viaje al Chocó por las circunstancias, pero sí fuera de la provincia. Si ésta es una medida constantinopolitana, sin embargo de que es el cumplimiento de una resolución anterior gubernativa fundada en un sumario arreglado y en la delación espontánea de un cómplice débil que ha pretendido justificarse con nosotros, no sé qué nombre darle a la libertad de presentarse en un pueblo de donde se salió con tantas formalidades. Nosotros somos enemigos de la forma, pero esto no se verá, no digo en un Gobierno, pero ni en un cortijo en que hay alcalde de monterilla.

Por estas y otras razones, y por evitar cualquier paso que pudiera ser bochornoso, creo que es conveniente   —464→   que usted prevenga a Ortega salga del país donde le acomode más. Sí, amigo, así conviene. Avíseme usted si también para esta medida es necesaria una orden.

He demorado hasta hoy la contestación porque no era urgente. De usted siempre apasionado amigo.

OLMEDO.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, N.º 100, pp. 528-529)



  —465→  

ArribaAbajoAl general Sucre

Diciembre 19 (1821)

Mi querido amigo Sucre.

Mi querido amigo:

Mientras que conversamos (que es el mejor modo de acordar estas cosas) no puedo dejar de escribir a usted porque ni un instante dé a la expresión de paso bochornoso el sentido que no tiene. Quise indicar a usted con ella que una orden, una intimación de salida no haría aire al coronel. Más: quise indicar que evitásemos el que saliese algún impreso que nos diese algún nuevo disgusto. Este temor se fundaba en que un sujeto me trajo a consulta un artículo sobre la materia; aunque estaba concebido en términos decorosos, le supliqué que lo excusase por inútil, pues al Gobierno le constaba que estaba el coronel de transeúnte.

Ya que tengo la pluma en la mano, haré a usted una ligera observación. Dice usted que Ortega no puede ir ni al Perú ni al Chocó. Por lo que hace al Chocó es muy justo; mas por lo que hace al Perú, sin insistir en ello, pregunto, ¿por qué no puede ir allá? La razón o las razones que haya para ese entredicho parece que justifican nuestra conducta.

  —466→  

«Es preciso sacrificar alguna persona a las miras de los que gobiernan». Bien aguda es esta punta, amigo mío. Pero nos queda la satisfacción de que todo el pueblo, exceptuando lo exceptuable, está penetrado de que hasta ahora los que gobiernan no tienen otras miras que las públicas y nada más. Finalmente, cuando no se rompen relaciones, ni se dejan afincamientos, no es un sacrificio para un individuo vivir en un mal temperamento.

Adiós, hasta después de usted, siempre sincero y apasionado amigo.

OLMEDO.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, N.º 100, pp. 529-530)



  —467→  

ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, diciembre 27 de 1821.

Señor general Antonio José de Sucre.

Consecuente Vuestra Señoría a los sentimientos que lo caracterizan y a los principios liberales en que se funda la República de que depende, se ha prestado eficazmente a las medidas que este Gobierno ha creído oportunas para evitar las consecuencias de la subversión del batallón Vengadores, verificado por el capitán Álvarez, y cuatro o cinco subalternos más en la noche del 23 del corriente.

El pretexto laudable de servir bajo las banderas de la República con que estos oficiales cubrían sus miras siniestras de trastornar el orden, no pudo hacer vacilar a Vuestra Señoría en la resolución de unir sus esfuerzos a los nuestros para cortar los males que nos amenazan. Entre las medidas adoptadas fue una de la de que pasasen al batallón de Voluntarios de la Patria todos los que no hubiesen tenido parte en el movimiento, y así se ha verificado; pero quedan los cinco o seis oficiales, y 70 u 80 soldados. Y deseando el Gobierno sacar el provecho posible de ellos, espera que Vuestra Señoría los haga pasar a la División, y se forme de ellos una compañía que, encargada a un oficial de su confianza, vuelva a adquirir la subordinación y moralidad que corresponde; y por lo que   —`468→   hace a los oficiales, interpretando su paso sólo como una exaltación de opinión, pueden destinarse por Vuestra Señoría de modo que sean útiles a la causa general.

No duda el Gobierno que Vuestra Señoría, como tan interesado en la quietud pública, haga verificar esta resolución de que depende absolutamente, pues el vecindario no puede tranquilizarse teniendo en su seno hombres que con cualquiera pretexto han podido faltar a sus deberes... Dios guarde, etc.

JOSÉ DE OLMEDO.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, N.º 100, pp. 454.455)



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ArribaAbajoAl Ayuntamiento de Guayaquil

(INÉDITA)

Excelentísimo Señor:

El Gobierno ha tenido en consideración todas las razones que Vuestra Excelencia expone en su oficio de hoy, y otras muchas más que indican los inconvenientes que trae consigo la salida de las tropas de esta guarnición. Pero las circunstancias en que nos hallamos son muy delicadas, y ellas nos dan la ley. Sin embargo, el Gobierno no tomará las medidas más oportunas que concilien la defensa exterior de la provincia y la tranquilidad interior de la ciudad, cediendo sólo a las dificultades que no pueda vencer.

Del celo patriótico del Ayuntamiento espera el Gobierno la debida cooperación para calmar los ánimos, dirigir la opinión y conseguir los objetos que se propone en beneficio público.

Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años.

Guayaquil, enero 15 de 1822.

JOSÉ DE OLMEDO.

Al Excelentísimo Ayuntamiento de esta Ciudad.

(Archivo de la familia Pino Icaza)



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ArribaAbajoAl Ayuntamiento de Guayaquil

(INÉDITA)

JUNTA DE GOBIERNO

Excelentísimo Señor:

Nada puede ser más conforme con los sentimientos del Gobierno que la exposición de Vuestra Excelencia del 29 de enero.

La pena de azotes, por cruel y detestable que sea, no entra en la clase de tormento que está abolido generalmente por la razón, por la humanidad y por las leyes de todos los pueblos civilizados. Cuando las Cortes de España abolieron por un decreto especial aquella pena, resolvieron que subsistiese en la marina, no siendo fácil sustituir otra. Este mismo inconveniente, nos ha detenido desde el principio para abolirla, no sólo en la marina, sino también en el ejército, pues el castigo de palos no es menos horrible que el de los azotes.

El Gobierno desearía que el Ayuntamiento propusiese otro castigo que fuese más humano, y tan eficaz como el otro para contener la licencia y excesos de la clase menos morigerada de la sociedad.

  —471→  

Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años.

Guayaquil, febrero 3 de 1822.

JOSÉ DE OLMEDO.

Al Excelentísimo Ayuntamiento de esta ciudad.

Guayaquil, febrero 5-822.

(Archivo de la familia Pino Icaza)



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ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, febrero 3 de 1822.

Mi más apreciado amigo:

Ya contemplo a usted trepando como cabra por esos cerros. Muy favorable ha sido la tardanza y pereza del invierno, pues los caminos estarán vadeables.

Hoy sale el convoy: no hemos podido darle más que 1500 pesos para gastos de comisaría y para espionaje. Puede ser que con él vaya Chiriboga que ha regresado de su expedición como un Bernardo. Ha trabajado bien, y dará a usted exactas noticias de la fuerza, planes y situaciones del enemigo. La venida de Castillo con otro coronel es indudable, y también su regreso sin ser oídos. Menos duda cabe en que la vanguardia del Libertador está en Juanambú fuerte de 2000 hombres y el centro de Popayán con cuatro.

Salió del Callao la expedición para Arequipa, se compondrá de cuatro mil hombres además de lo que se le agregue en la marcha.

Ha llegado un bergantín de Panamá; se confirma el acta de independencia en 28 de noviembre, y la llegada de Montilla a Portovelo o Chagres desde donde pidió al Gobierno transportes para 2000 hombres. La Prueba y la Venganza estaban allí; y parece que el destino protege estos últimos restos perturbadores del Pacífico, pues no sólo han escapado de la ávida escuadra de Cochrane,   —473→   que salió con este único objeto, sino también del bergantín Aránzazu, que las abordó una noche, y las habría tomado sin duda, si por una casualidad la más rara no hubiesen estado en alarma a bordo por una tentativa que habían proyectado dos comerciantes de Panamá, y que debía verificarse en esa misma noche, y se descubrió por la tarde.

Entre las mulas que fueron allá de Yaguachi, once pertenecían al señor Larrea, y me ha pedido que haga a usted esta indicación. Ya está hecha.

Han llegado 19 prisioneros de los que estaban en Pasto. Ayer pasó la nota de ellos Illingrot a la comandancia general, y ya vino al Gobierno; mañana serán socorridos.

Ha venido mucha correspondencia de España. Aquí hemos abierto la que venía para el Virrey de Lima. El resultado de tantas conferencias y de tanta meditación sobre el arduo negocio de la América es que el ánimo de Su Majestad está dispuesto a cuanto contribuya al bien y prosperidad de estos países que ama con predilección. Entre tanto se ha dado orden que se habiliten 3 navíos de guerra y dos fragatas para traer el ramo de la oliva. Esta orden que no pudo verificarse en días más serenos y abundosos tendrá ahora el mismo efecto que antes y no les valdrá el Santelmo.

Aquí ardemos de calor y de deseos de ver pronto la tricolor sobre el Panecillo. De usted,

OLMEDO.

¡Qué risa! Hay una orden del Rey para que las fuerzas marítimas que guardan y defienden la costa firme, impidan la introducción de armas en los puertos de dicha costa firme y Guayaquil.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, N.º 100, pp. 530-531)



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ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, febrero 7 de 1822.

Mi pensado amigo Sucre.

Mi querido amigo:

La del 2 me anuncia el principio de la marcha desde Pasajes. Sea ella tan gloriosa como son ardientes nuestros deseos.

La proclama de usted en dos o tres lecturas no ofreció el menor reparo; por el contrario rasgos verdaderamente político-religioso-militares. Le he entregado 50 ejemplares al amigo Illingrot; los demás se repartirán por todas partes. Hoy se concluirá la para los pastuzos, y se introducirá por el conducto que usted me indica.

En la correspondencia interceptada al Virrey de Lima hemos encontrado algunas noticias curiosas: Que el Rey suspende tomar una medida definitiva esperando el resultado del asedio de Lima y de los negocios de Costa Firme y Méjico; Que después del equinoccio de septiembre se aprontarían los tres navíos y dos fragatas que a petición de La Serna y Ramírez vienen por ser indispensables para salvar el Perú.

Hemos sabido que en el tránsito del río hubo algunas privaciones: la culpa no pudo ser nuestra, porque,   —475→   a más de las disposiciones que se dieron que parecieron suficientes, hemos llamado al que preparó las provisiones y al que las embarcó, y contestemente aseguran que se cumplió lo que se mandó, con exactitud.

He tenido el gusto de saber por el capitán Requena, de que ha salido bien provista la División de Machala y que aún han quedado más de 20 quintales de arroz, que podrán irse remitiendo conforme usted los vaya pidiendo, o lo que usted dispusiere.

Hoy sale para Guatemala un bergantín con el general Llano que vino del Perú. He escrito a la mamá de la No-embargadita, y le he puesto una memoria de parte de usted a la última. El general Llano es un excelente sujeto, buen militar , mejor americano; fue amigo mío y compañero en las Cortes. Parece que lleva una comisión diplomática del Perú cerca del Gobierno de Guatemala y Méjico. Nosotros hemos aprovechado también esa ocasión para encargarle felicite al Gobierno de nuestra parte y promueva la mayor estrechez de relaciones entre ambos.

Por acá llueve, pero no con frecuencia; por allá será más importuna la lluvia. El presentimiento de usted es para mí un sentimiento indudable.

Hemos tenido cartitas de Quito, no las remito porque no adelantan nada sobre las noticias de Chiriboga. Pero las confirman.

Memorias a los amigos de Morales, Heres, Ibarra, etc., etc., etc. Recíbalas usted de Rosita, de los compañeros y de su sincero amigo.

OLMEDO.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, N.º 100, pp. 531-532)



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ArribaAbajoAl general Sucre

Guayaquil, febrero 9 de 1822.

Mi más apreciado amigo:

Nada digo a usted de Colombia porque usted ha tenido mucha correspondencia. A más de la que se le remitió por expreso antenoche, hoy le he mandado al amigo Illingrot, diez o doce grandes paquetes que salen ahora con el capitán Montero.

Hemos tenido cartas oficiales del Gobierno de Panamá; el 13 salieron de ese puerto las fragatas Prueba y Venganza con destino a las costas del Chocó. Al salir los comandantes notificaron al Gobierno que estaban rotos los tratados que habían celebrado. Hispanica fides!33 usted me echó un latín ahora tiempos en una carta, y hasta ahora no lo había contestado.

Como uno de los artículos de ese tratado era no molestar ningún buque desde el Istmo hasta Túmbez, quedamos con el grave cuidado sobre la suerte de los barcos que salieron de transporte al Chocó, y de los que haya por esas aguas. Esta circunstancia nos tiene indecisos en la urgente medida de remitir un buque que pide el Libertador a Illingrot, porque el peligro es inminente.

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Ayer ha corrido aquí la noticia de que usted había cortado a 300 hombres que le esperaban a la entrada de la montaña; no era este mal ensayo. ¿Dónde estará usted hoy? Conjeturo que todavía en Loja; pero ya reunido a la división de Piura.

He tenido dos días fatales, tuve un dolor fuerte de cabeza y muelas, y, sin embargo, estuve ocupado en todo un día laborioso; y por noche me dio una calentura que anunciaba otra cosa; ayer no estuve mejor; hoy calmó el dolor de cabeza y se entibió la fiebre. Pero de todos modos conversar con usted un rato me servirá de alivio.

Adiós. Memorias a los amigos, y de los amigos entre los cuales son los primeros Rosita y

OLMEDO.

(Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, N.º 100, p. 532)