Los cuentos maravillosos españoles115
Hemos expuesto al principio las razones por las que la colección de Aurelio Espinosa nos parece, con mucho, la más útil para ser tomada como guía principal en nuestra investigación. En cuanto al método, el sistema de Propp sigue siendo imprescindible, aunque sólo sea por razones de operatividad. Estos dos ejes de nuestro trabajo se han visto enriquecidos en sus respectivos ámbitos por las demás colecciones y por la discusión del método, ahora incorporados a los criterios de selección y clasificación.
En consecuencia, el primer paso consistirá en ver cómo se adaptan los cuentos de encantamiento recogidos por Espinosa y por otros autores (nosotros mismos hemos recogido algunos), al modelo estructural descubierto por Propp y enriquecido por otros teóricos.
En una primera lectura de la colección de Espinosa se advierte que habría que modificar bastante la clasificación, sólo con tener en la mente el doble objetivo de nuestra lectura: el objeto mágico y las pruebas a realizar por el héroe. Ambos son, como ya vimos, indicadores fundamentales de cuento maravilloso, entre todos los elementos que constituyen su definición. Así, descubrimos que son cuentos maravillosos los que Espinosa clasifica como serie B de los cuentos de adivinanzas, es decir, La adivinanza del pastor. No lo son La niña sin brazos (con éste u otro título), Blancanieves, Cenicienta (siempre con otros nombres en España), ni Juan sin Miedo; todos ellos recogidos en la serie A de los cuentos de encantamiento. Sin embargo, dada su extraordinaria importancia, La niña sin brazos, Blancanieves y Cenicienta son objeto de un estudio particular en este trabajo. También ofrecemos sus arquetipos. Los llamaremos cuentos semi-maravillosos o asimilados.
Catalogado como cuento picaresco tenemos el 177, que puede ser considerado maravilloso, aunque con reservas116. Hay casos híbridos de muy difícil solución, como los 129 y 146, así como otros de gran complejidad (153, 156) que requieren una discusión específica.
Sin ánimo de agotar la crítica conducente a una posible reclasificación del material de Espinosa, he aquí otras observaciones:
Cuento 105.- La ciervata. Ningún motivo permite llamarlo de encantamiento.
108.- La zamarra. A partir de él y hasta el final de la serie, el concepto que los aglutina, «niña perseguida», apenas les corresponde.
109.- Los tres trajes. Se acerca ya al arquetipo de Cenicienta.
110.- Los tres trajes. Cenicienta, sin lugar a dudas; es un caso de valor inapreciable, por cuanto prueba que Cenicienta es una transformación de La niña sin brazos en un cuento semi-maravilloso, según nuestro estudio, que comprende también a Blancanieves como otra transformación del mismo cuento. (Véase más adelante).
111.- La puerquecilla. Es la mejor Cenicienta española que conocemos. A partir de este cuento, varios más de la serie se acercan también a Cenicienta y otros a Blancaflor, la hija del diablo. Tal vez por las razones de esa proximidad en los narradores, tanto Cenicienta como Blancanieves reciben a veces el nombre de Blancaflor, que no les corresponde.
114.- El palacio del Jarancón. Es nuestra primera y básica Blancanieves. Espinosa no lo advirtió, aunque se ocupó muy detenidamente de este cuento en otra dirección117.
115.- Pese al nombre, Blancaflor, se trata también de una versión de Blancanieves.
116.- La madre envidiosa. También es Blancanieves.
129.- La cueva del dragón. Mal clasificado; pertenece a La niña sin brazos, aunque la heroína no presente este atributo.
132.- El príncipe rana. Situado en la serie del príncipe encantado, pero difiere por completo de los demás.
143.- Las tres maravillas del mundo. Mal clasificado en La princesa encantada. A Espinosa lo distrajo la «dama», que constituye una de las tres maravillas del mundo, pero sin rango de heroína.
152.- Las tres bolitas de oro. Hay decidida intervención de lo sobrenatural, en sentido cristiano.
155.- El oricuerno. Versión rarísima del mito del unicornio en España, recogida por Espinosa en Cuenca. Tiene un valor incalculable, tanto por la rareza del tema como por la forma, que no es propiamente un cuento, sino un mito, y por el lugar donde se recogió. Los mitos son siempre raros fuera de Asturias. Podría justificar a los que creen en la existencia de un género intermedio: el cuento mítico.
158.- Periquillo. Es el nombre que suele recibir en España el popular Pulgarcito. No es ni siquiera de encantamiento.
159.- María como un ajo. Es la versión femenina del anterior, Pulgarcito.
160.- La asadura del muerto. Es un cuento de miedo.
163.- Pedro el de Malas. Es una versión del famoso Pedro de Urdemalas, con algunos elementos maravillosos pertenecientes al mito del Cíclope, desarrollado rara vez como cuento. (Véase el 157, El ojanco).
No cansaremos más al lector con observaciones de esta naturaleza, y haremos sin más el inventario numérico de los que, según nuestro análisis, son verdaderamente maravillosos en la colección de Espinosa.
De los 280 cuentos que contiene sólo 20 puede decirse que son maravillosos en su totalidad, haciendo abstracción de deterioros de poca importancia, y son los siguientes números de la clasificación de este autor: 6, 7, 12, 122, 123, 124, 125, 126, 127, 128, 130, 131, 133, 134, 135, 139, 141, 142, 143, 153. El 157 lo es parcialmente (la secuencia) y el 150 es una versión excesivamente deteriorada del cuento básico Las tres maravillas del mundo.
Hacemos
estimación aparte de otros cuentos que ofrecen dudas de
difícil solución, y que denominamos «maravillosos con algunas reservas»
:
9, 140, 145, 147, 151, 153, 163 y 177.
Una tercera categoría la constituyen los que denominamos semi-maravillosos, por presentar en sus elementos un aspecto intermedio -no necesariamente en el tiempo- entre lo que consideraríamos cuento fantástico o de hadas, en general, y maravilloso en particular. Tales son La niña sin brazos, Blancanieves, Cenicienta y algunos otros, que luego son estudiados junto con los del anterior grupo y con uno más todavía: los maravillosos artificiales. Los tres grupos reciben atención por separado como «Casos discutibles».
En cada uno de los cuatro grupos hemos añadido, para obtener el arquetipo118 correspondiente o, en su caso, versiones más o menos ejemplares, cuentos procedentes de otras colecciones o recogidos por nosotros mismos en la actualidad.
Una vez realizado ese estudio, con el método basado en toda la discusión que precede, hemos llegado a la conclusión de que existen en España seis cuentos maravillosos básicos, uno de ellos desdoblado en dos variantes, por lo que podrían considerarse siete en total. Son los siguientes:
- La adivinanza del pastor
- Blancaflor, la hija del diablo
- El príncipe encantado
- Juan el Oso
- La princesa encantada
- La serpiente de siete cabezas o El castillo de irás y no volverás
- Los animales agradecidos o La princesa encantada
- Las tres maravillas del mundo
En nuestro trabajo nos hemos encontrado con muchos cuentos que se resistían a entrar en la clasificación de cuentos básicos que acabamos de presentar. Curiosamente, en casi todos ellos han venido concurriendo las dudas de los investigadores, y a menudo han ido a parar a ese cajón de sastre que traen algunas colecciones bajo el epígrafe de «varios» o similar.
Características de muy diversa índole se dan en ellos, más las que hay que intuir o sencillamente adivinar, que nos permiten una cierta clasificación separada de la de los seis cuentos básicos. Con esta provisionalidad, y a falta de un estudio más detenido y sobre materiales más amplios, hacemos las siguientes observaciones a nuestros casos discutibles:
Se trata de cuentos que pueden presentar alguna de las dos funciones fundamentales, e incluso las dos, pero permiten mantener una duda razonable por su parecido con las mismas funciones de otros cuentos básicos, su poca claridad en cuanto a que sirvan realmente para reparar la carencia, o circunstancias de otra naturaleza que, en general, le restan nitidez a la estructura significativa o a las funciones fundamentales. Entre ellos contamos:
- La gaita que hacía a todos bailar (Espinosa, 153)
- El ojanco (El cíclope de los cuentos populares españoles) (Espinosa, 157 -primera secuencia- y 163, en parte)
- Las tres naranjas del amor (En Andalucía pueden ser toronjas en vez de naranjas)
- Paloma blanca (Llano, 7)
- La nuez de oro (Jiménez)120. (Pueden ser otros frutos secos)
- El anillo de la princesa (Espinosa, 147)
- El castillo encantado (Espinosa, 151)
- El príncipe español (Espinosa, 140)
Son los que no presentan ninguna de las dos funciones fundamentales (la entrega del objeto mágico o el auxiliar maravilloso y la realización de unas pruebas por parte del héroe), y si las presentan lo hacen desprovistas de su verdadera función narrativa: reparar la carencia o la fechoría inicial. La recepción del objeto mágico, si lo hay, no se hace por merecimiento del héroe (aunque esto, como ya veremos, caracteriza a casi todos los cuentos maravillosos españoles), el cual, a su vez, está identificado con la víctima, es el mismo personaje. Como arquetipos de estos cuentos presentamos y estudiamos:
La niña sin brazos
«Blancanieves» (En español siempre con otros nombres)
«Cenicienta» (En español siempre con otros nombres).
Sin llegar a constituir, por ahora al menos, arquetipos, tomamos también en consideración otros cuentos tales como:
Las tres prendas de Pedro (Llano, 5)
El pájaro que habla, el árbol que canta y el agua amarilla. (Llano, 6 y Curiel: Los tres linos del sultán, p. 63 ss.)
Son los producidos mecánicamente, de una forma consciente o inconsciente, reuniendo partes de más de un cuento maravilloso, a veces sobre un cuento no maravilloso. Hay que distinguirlos bien de aquellos cuentos maravillosos donde, por error o distracción de un determinado narrador, se ha deslizado un elemento o más de otros cuentos, pero permanece claramente reconocible la estructura de uno en concreto. Como ejemplo de un cuento claramente artificial citaremos el número 9 de Espinosa, Piel de piojo, versión de un cuento famoso en toda Europa, enriquerida en este caso con elementos de los cuentos básicos, I, IV y V.
Para un mejor entendimiento de las razones que nos mueven a llevar a una clasificación aparte y provisional un cierto número de cuentos -entre otros muchos que seguramente el lector aficionado a esta materia podría citar-, hablaremos en particular de algunos de ellos.
Compuesto por dos secuencias: la de la superación del miedo, con su recompensa, y la de los cuernos que salen por transgredir una prohibición. Por la primera está emparentado con las muchas versiones del cuento no maravilloso cuyo personaje central es «Juan sin miedo», pero con la diferencia de que en este que discutimos aparecen elementos maravillosos: la recompensa en forma de tres objetos mágicos y el donante. Aquéllos no sirven, sin embargo, para reparar ninguna carencia o fechoría; tampoco existen ni víctimas ni agresor (lo más aproximado es el hermano envidioso, que cumple una función similar a las hermanastras de Cenicienta).
La segunda secuencia presenta una historia con elementos extraordinarios, pero en absoluto maravillosos, que está cerca de los muchos cuentos de «tonto aparente» tan abundantes en nuestra geografía, personaje que consigue burlar mediante alguna treta o feliz ocurrencia a otros muy encumbrados que pretendían burlarse de él.
Cuento con probada fama de antiguo (aparece en Las mil y una noches), lo cual proporciona una prueba de que la antigüedad no es un parámetro que permita distinguir los cuentos maravillosos puros de los que no lo son. Por muchos detalles se aproxima a la gran materia común de la niña abandonada: incesto, descendencia monstruosa, hermanos fugitivos y reencuentro con el rey (padre o marido) gracias a la intervención de un pájaro; es decir, pertenecen al mismo fondo de La niña sin brazos, Blancanieves y Cencienta, y comparte otros muchos motivos con otros cuentos maravillosos, tales como la señal de que uno de los hermanos está en peligro (El castillo de irás y no volverás), el abandono de los niños en una caja que se echa al río, que pertenece al acervo aún más universal de la mitología (Moisés, Amadís, etc.).
Perfectamente recogido por Llano en Asturias y algo más deteriorado en la versión extremeña de Curiel, presenta este cuento, en su estructura, rasgos idénticos a los tres de su mismo patrimonio, como la identidad entre heroína y víctima, y la no existencia de combate ni de pruebas para la consecución del objeto mágico. Se diferencia de los otros tres en que presenta un objeto mágico triple. Su función no es claramente la de reparar la fechoría, pues sirven para otras cosas, como desencantar las piedras negras, devolver la salud o llamar la atención del rey. En cuanto al pájaro que habla, su función reparadora se establece a través de insinuaciones y pistas que van orientando al rey hasta descubrir la verdad por boca del hortelano.
Aquí el héroe coincide con la víctima en la primera secuencia, pero no en la segunda, tras el matrimonio. Los objetos maravillosos se obtienen sin pruebas, pero al usarlos el héroe ha de mostrar ciertas habilidades para que le sean realmente útiles. El agresor (hechicero) está casi confundido con el donante.
Este cuento plantea, además, un curioso problema en su relación con el arquetipo de Blancanieves, B. La segunda secuencia de ambos cuentos es la misma: la historia de la suplantadora de la reina que le clava a ésta un alfiler en la cabeza, convirtiéndola en paloma. A simple vista se podrían formular dos hipótesis explicativas. Primera: que se trata de una historia independiente que fácilmente se puede unir a cualquiera de los dos cuentos como segunda secuencia. Pero es el caso que cuando aparece como cuento independiente no hay carencia en el punto de partida y los personajes aparecen sin más en la situación típica de Blancanieves: los hermanos conviviendo con una hermana en una casa sola en el campo, como en La palomita, recogido por Hernández de Soto antes de 1885 (Biblioteca de Tradiciones populares, X), y, además, a la unión con la variante B de Blancanieves no es una simple sutura, puesto que la princesa vive en el palacio acompañada de sus hermanitos convertidos en bueyes, los cuales proceden de la primera secuencia. Aún se podría añadir que, si fuera tan fácil unir esa historia a dos cuentos diferentes, ¿por qué no hacerlo a cualesquiera otros cuentos de la familia de Blancanieves, por ejemplo a Cenicienta o a La niña sin brazos? Sin embargo, esto no ocurre nunca.
Segunda hipótesis: se trata de un préstamo entre Blancanieves, B y Las tres naranjas del amor, en cualquiera de los dos sentidos. No es posible del segundo al primero, por la razón ya señalada anteriormente de que en Blancanieves B la unión trasciende a un elemento de la primera secuencia, que no tiene nada que ver con la historia de la suplantadora. Y en sentido contrario, tampoco, pues dicha historia es siempre segunda secuencia de Las tres naranjas del amor, es decir, todo parece indicar que le pertenece por derecho propio.
La conclusión es una simple tautología: se trata de una historia compartida por los dos cuentos en razón de algo que por ahora se nos escapa.
Un elemento secundario viene a reforzar la impresión de que no hay combinación mecánica, casualidad ni préstamo en la relación de estos dos cuentos, y es la exacta coincidencia en un detalle del final (la agresora es quemada y sus cenizas esparcidas), entre versiones suficientemente alejadas en el espacio como las 115 y la 121 de Espinosa (Blancanieves B y una versión de Las tres naranjas del amor), recogidas en Villaluenga (Toledo) y Cuenca, respectivamente.
El propio Espinosa se ocupó por extenso de la problemática de este cuento, sobre 96 versiones hispánicas y comparándolo con versiones literarias europeas (Basile, Pentamerone, IV, 8). Atrapado una vez más por la maraña comparativista, no llega a conclusión alguna, y se le escapa lo que tiene ante sus ojos: su propio cuento 114, que es a todas luces una versión de Blancanieves.
A pesar de que presenta elementos claramente reconocibles de Juan el oso, Blancaflor y El príncipe encantado, no nos atrevemos a decir que sea un cuento maravilloso artificial. Posee unos donantes propios (los tres gigantes) y unos objetos maravillosos propios (los tres frutos secos).
Cuento de una extraordinaria belleza, emparentado con Las tres maravillas del mundo, Los animales agradecidos y Juan el oso, por este orden de mayor a menor proximidad. Presenta una gran cantidad de preciosos motivos, tales como «el libro mágico de la belleza del mundo», los consejos de un caballo, el retrato de la hermosa mujer, y, además, una función rarísima en los cuentos españoles, la XXIX (T) o transfiguración del héroe, a punto de terminarse la historia. Este rasgo apunta claramente hacia la antigüedad de la versión, aunque no por ello nos atrevamos a suponer que se trate de un cuento básico. La misma complejidad del estudio que le dedica Espinosa, en función de una complejidad poco común de las versiones españolas y extranjeras consideradas por él, permite entrar en la sospecha de extraños avatares sufridos por esta historia, al menos en nuestro país. No es normal encontrar una versión de un cuento, tan limpia y tan completa, que no esté rodeada de abundantes versiones de menor calidad. Ocurre, sin embargo, en este caso. En España sólo están recogidas otras tres, por Fernán Caballero, Menéndez Pidal y Curiel Merchán, a las que hay que añadir una catalana. La cosecha es relativamente baja también en Hispanoamérica, con diecinueve versiones. Lo mismo cabe decir de las alemanas, indias, judías, escocesas, húngaras, etc.
A lo ya dicho en la clasificación general, hay que añadir que la versión recogida por Espinosa en Santa Fe (Granada) no es raro presente el aspecto de un cuento maravilloso, debido a la gran riqueza cuentística de este pueblo, que fácilmente explica la tentación de algún narrador por añadirle a este cuento elementos maravillosos. De paso, la procedencia de estos elementos de La adivinanza del pastor, Juan el oso y Los tres animales agradecidos, refuerza nuestra teoría de que estos son, en efecto, cuentos básicos maravillosos.