El mismo decorado. Apenas media hora más tarde. Luz azul de la noche. Solo alguna lámpara encendida y el salón fumador está todo como envuelto en una niebla tibia. En el gran sillón dorado y rojo de la Duquesa está sentado el NEGRO BOMBÓN; toca al acordeón y, a sus lados, el MARINERO 1º y el MARINERO 2º le hacen coro cantando con él152. En primer término BOBBY, sentado en el suelo, sobre la misma alfombra, indolente, abstraído, maneja un cubilete y juega solo a los dados. El CAMARERO duerme a pierna suelta en el sillón cercano a la radio apagada. Todos los MARINEROS visten como en el acto anterior, de un modo análogo entre sí, aunque no igual: sus gorras blancas con viseras que casi todos llevan puestas, sus pantalones oscuros, sus botas cortas, llevan camisa azul, alguno un chaquetón, otro un jersey a listas, etc. Cuando se levanta el telón, el NEGRO y sus amigos cantan a media voz, como ya próximos a la embriaguez, al son del acordeón. Todo el cuadro con sus sombras, con su media luz, ha de tener algo de irreal, de pesadilla. |
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NEGRO153.- ¡O-Key! |
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MARINERO 2º.- ¡O-key, Bombón! |
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MARINERO 1º.- ¡Bravo! |
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NEGRO.- Grasias, grasias, hermanos. |
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MARINERO 2º.- ¡Toma, Bombón! Un trago. |
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MARINERO 1º.- Un trago. |
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NEGRO.- Un trago. |
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(Beben.)154 |
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MARINERO155 2º.- Me acuerdo ahora de mi mujer. ¡Oh, una gran hembra! Tiene unos ojos y unas caderas... |
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MARINERO156 1º.- ¡Ah! ¡Sí? |
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MARINERO 2º.- (Transición.) Oye, tú. ¡Por qué me miras así? ¿Qué estás pensando? Cuidadito, ¿eh?157 |
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NEGRO.- ¡Al cuerno las mujeres! Otra copa. ¡Bombón tiene sed! ¡Bombón quiere beber! |
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MARINERO 1º.- ¡Bravo! ¡Viva Bombón! |
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MARINERO 2º.- ¡No! Bombón, no. |
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NEGRO.- ¿Qué dises? |
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MARINERO 2º.- Bombón, solo, no. ¡¡Vivan todos los negros!! |
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LOS TRES.- ¡¡Vivan!!158 |
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NEGRO.- (Se relame.) ¡Aaaah!... Me gusta el whisky de la Duquesa. Me gusta la revolusión. Cuando todo acabe haré un viajesito a Cuba, y luego volveré a Argel, como un señorón. Estuve allí en la guerra. ¡Argel! Allí hay de todo... Se juega, se bebe. ¡Qué mujeres! |
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MARINERO 2º.- Te advierto que mi mujer... |
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NEGRO.- Pero, hermano, ¿es159 que no sabes hablar más que de tu mujer? |
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(Siguen hablando. Los otros cantan bajo. El CAMARERO duerme. Entretanto en el fondo, en cubierta, aparece DINO. Se para en el umbral del salón entre asustado y decidido y busca a alguien con los ojos. Cuando distingue a BOBBY, baja y se dirige rápidamente hacia él. Se sienta a su lado, en el suelo, en silencio. El NEGRO y los suyos160 beben y prorrumpen en grandes carcajadas.) |
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BOBBY.- (Muy bajo, sin mirarle.) Has tardado. |
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DINO.- Ya estoy aquí, Bobby. |
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BOBBY.- Estaba seguro de que vendrías. (Sigue jugando a los dados sin mirarle.) Tú vendrás siempre adonde yo esté... ¿Traes dinero?161 |
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DINO.- Sí... |
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BOBBY.- Juega. |
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DINO.- Sí, Bobby. Como tú quieras. |
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BOBBY.- ¿Doscientos francos? |
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DINO.- Doscientos... |
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NEGRO162.- Cantaba todas las noches «Lilí Marlén». Salía vestida con un vestido azul muy163 ceñido, lleno de lentejuelas de oro. Tenía unos ojazos... Y un pelo rubio. Les gustaba a todos, pero ella estaba loca por mí. |
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(Ríen los otros.)164 |
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MARINERO 2º.- Oye, ¿y qué harías si la volvieras a ver? |
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NEGRO.- ¡Hombre! Yo... te diré. (Ríe.) ¡Si la volviera a ver! (Ríe más. El otro se contagia de su risa y ríe también fuertemente.) ¡Figúrate! ¡Si la volviera a ver! (Ríen más fuerte los tres juntos.)165 ¿Qué haría yo si la volviera a ver? ¡Ja! ¡ja! (Les habla166 al oído.) |
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LOS TRES167.- (Cogidos del brazo.) ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! |
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(Ríen los tres casi168 convulsivamente. El MARINERO 2º deja caer una mano en el hombro del CAMARERO169, que duerme, y le agita nerviosamente.) |
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MARINERO 2º.- ¡Ja, ja! Oye, tú... |
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CAMARERO.- ¿Eh? ¿Qué pasa? ¡A la orden! ¡Ah! ¡Sois vosotros! |
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MARINERO 2º.- Oye. Es una historia. Es que el negro dice170 que si la volviera a ver... |
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(Le habla al oído y los cuatro rompen171 al unísono en un torrente de carcajadas.) |
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LOS CUATRO172.- ¡Ja, ja, ja! |
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DINO.- ¿Qué les pasa a esos? |
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BOBBY.- ¡Pchs!173 Es la revolución. Yo ya sé lo que pasa. Estuve en otra revolución... Son todas iguales. ¡Tonterías! A ti, no te importa. Sigue. Van otros doscientos. |
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DINO.- Como tú quieras, Bobby. |
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(Y mientras, unos momentos antes, ha aparecido en cubierta TONY. Los mira a todos, desde el umbral, con las manos embutidas en los bolsillos del pantalón: baja lentamente, y se detiene ante DINO y BOBBY, sentados en la alfombra. Se para y habla a BOBBY, que levantó la cabeza, indicando a DINO con un movimiento de hombros.) |
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TONY.- ¿Qué hace ese aquí? |
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BOBBY.- Déjale... Es de los nuestros. Un camarada. (DINO baja la cabeza.) Cosas mías. |
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TONY.- (Desdeñoso.) Cosa tuya... |
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BOBBY.- ¿Qué ha dicho? |
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DINO.- (Humilde, ruborizado [a TONY].) ¡Déjale! (Y TONY se aparta, indiferente. Al grupo de BOMBÓN y sus amigos se han incorporado ya los otros dos MARINEROS y el CAMARERO. Y los seis unidos comienzan a cantar ahora, entusiasmados, acompañados como siempre por el acordeón del negro, la canción de «Lilí Marlén». Cantan durante un tiempo apagando el ruido de los dados en el cubilete de DINO y BOBBY. TONY entretanto, con un tremendo aire de desdén para los demás, se sirve una bebida. Y en cubierta, bajo la luna, aparece la figura de RAQUEL. Viste ahora un largo traje negro que roza hasta el suelo. Lenta174, solemne, es como una aparición casi fantasmal. Contempla los grupos de marineros, pero de ellos, solo TONY la descubre. TONY y RAQUEL, mientras los demás cantan, lejos uno de otro, se miran largamente, fijos, frente a frente. Los dos están inmóviles... Y bruscamente grita TONY.) |
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TONY.- ¡¡Callad!! |
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TODOS.- (Suspensos.) ¡Tony! |
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(Cesan las risas, la canción y los dados. Todos se paralizan impresionados. La DUQUESA en cubierta sigue inmóvil.) |
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NEGRO.- ¿Qué mosca le ha picado? |
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TONY.- ¡Calla, tú! |
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BOBBY.- (Insolente.) Oye, oye, ¿qué te has creído? |
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LOS MARINEROS.- (Un rumor.) ¡Oh! |
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TONY.- (Violento.) ¡He dicho que calléis! ¡Y fuera de aquí! ¡¡Pronto!! ¿Creéis que todo es cantar y beber, y jugar a los dados? Debía daros vergüenza... |
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LOS MARINEROS.- ¡Tony! |
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BOBBY.- (Avanza un paso, provocador.) A mí no me gritas tú... |
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DINO.- ¡Quieto, Bobby! |
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TONY.- (Avanza también hacia él.) ¡Yo te diré quién puede gritar! |
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(Los dos van a encontrarse con violencia, cuando el MARINERO 1º y el 2º175 los separan interponiéndose.) |
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MARINERO 1º.- ¡Alto, muchachos! |
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MARINERO 2º.- No seas loco, Bobby. ¡Quita! Pero muchachos... ¿Estáis borrachos?176 |
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NEGRO.- No hacíamos más que beber, Tony. Beber es bueno, hijo mío. Anda, bebe un poco, Tony. ¡Toma! ¡Por la revolusión!177 |
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TONY.- (Frenético.) ¡¡Fuera!! ¡Fuera!! ¡Largo de aquí! ¡Cada uno a su puesto! ¿No me oís? ¡Aprisa! |
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NEGRO.- (Acobardado.) Está bien, Tony. |
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BOBBY.- Te juro que nos veremos. Por estas... |
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TONY.- ¡¡Fuera!! |
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(Los MARINEROS, impresionados, sobrecogidos por la actitud dominadora de TONY, se miran entre sí. Luego inician la marcha hacia la cubierta. Suben. Pasan ante RAQUEL, que ha contemplado sin un gesto toda la escena, y uno a uno, en medio de un absoluto silencio, van desapareciendo. El último en pasar delante de RAQUEL es DINO.) |
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DINO.- (Muy bajo.) Raquel... |
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(Ella desvía los ojos y no contesta. DINO baja la cabeza avergonzado y huye. Ya se fueron todos. Están solos RAQUEL en cubierta y DINO en el salón. Durante una pausa se miran así de lejos, quietos, penetrantes. Al fin, RAQUEL, suave, sin ruido, avanza, y se detiene bajo el dintel de la entrada. Luego baja al salón. Va hasta la mesa serena, sonriente, ante los candelabros con las velas apagadas. Toma un encendedor o una caja de fósforos de la mesita y comienza a encender de nuevo las bujías, con delectación, casi amorosamente, voluptuosamente, sin dejar de sonreír. TONY la mira de lejos. Y ella, al fin, habla sin volverse.) |
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RAQUEL.- ¿Quién apagó estas velas? Me gusta verlas178 arder. Una bujía encendida evoca al mismo tiempo un salón antiguo y una taberna de puerto... Lo que somos tú y yo. (Una pausa. RAQUEL sigue encendiendo bujías179. Y se vuelve. Queda apoyada en la mesa entre los dos candelabros, frente al MARINERO, que está al otro lado, lejos.) ¡Frente a frente! ¿No me querías así, Tony? |
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TONY.- ¿No tiene miedo? |
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RAQUEL.- No... |
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TONY.- ¿Sabe que desde hace media hora, desde que por esa radio oímos la noticia de la revolución en nuestra tierra, está usted en mis manos? |
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RAQUEL.- (Fríamente.) El barco es mío. |
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TONY.- El barco ya no tiene dueño. Ya nada tiene dueño. A bordo ocurre igual que allá... |
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RAQUEL.- Puedo llamar al Capitán. |
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TONY.- No vendría.... Está en la bodega y tiene las manos atadas. |
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RAQUEL.- ¡Miserables! |
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TONY.- (Sonriendo.) En el barco ya no manda el Capitán... El barco es libre, como los marineros. |
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RAQUEL.- Aún no estoy sola. Tengo los míos. ¡Mis amigos! |
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TONY.- (Irónico.) ¡Sus amigos! ¡Son cobardes! Y además, no sirven... Mujeres, un escritor que no valdría para nada, un vicioso traidor180, y un hijo enfermo que ni siquiera es un hombre. |
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RAQUEL.- (Tapándose la cara con las manos.) ¡¡Cállate!!181 |
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TONY.- (Con tremendo desprecio.) ¡Esos son los suyos! Poca cosa. Están todos en la cabina que ha dejado vacía el Capitán, pegados a un aparato de radio oyendo con ansia todas las noticias. ¡Aún esperan que fracase la revolución! Pero es inútil182. ¡La revolución ha triunfado!183 Yo sabía que sería esta noche, desde que nos hicimos a la mar... (En triunfo.) Está usted sola, sola. ¡Sola conmigo! ¿Se da cuenta ya? |
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RAQUEL.- ¡Sí! (Mira en derredor y se estremece como si tuviera frío.) Has tomado bien tus medidas. ¿Eres tú el jefe? |
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TONY.- (Sonríe casi insolente.) Su vida está en mis manos. Puedo hacer que esos marineros borrachos arrojen al mar a la Gran Duquesa Raquel y a los suyos... Lo harían con gusto. La odian184. (Un silencio.) Sí, yo mando en el barco. ¡Y puedo mandar también en el fondo del mar! |
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RAQUEL.- (Con angustia, pero imperceptiblemente irónica.) ¡Entonces eres como un dios! |
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TONY.- Ahora, sí, tiembla, ¿verdad? |
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RAQUEL.- ¡No! |
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TONY.- ¿No teme a la muerte? |
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RAQUEL.- No. Los míos no tienen miedo a la muerte, porque no mueren. Esta noche alguien ha dicho que yo misma era una antigua dama que vivió hace tres siglos. Dentro de cien años, cuando una muchacha de mi familia se mire a un espejo, otra voz le dirá al oído que es la misma Duquesa Raquel... Esto es la raza. Nosotros no morimos nunca. Pero tú no puedes comprender esto. |
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TONY.- ¡Palabras! ¡Palabras! |
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RAQUEL.- Eres un pobre marinero... |
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TONY.- (En un grito.) ¡No! ¡Ahora soy más! ¡Mucho más! ¡Ahora soy tu dueño! |
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RAQUEL.- ¡Calla! (Con un suave estremecimiento.) Mi dueño tú... (Hay una pausa. Ella se recobra poco a poco.) Has cambiado el rumbo del barco. ¿No es así? |
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TONY.- ¡Sí! |
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RAQUEL.- ¿A dónde vamos? |
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TONY.- ¡Al puerto de donde salimos! |
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RAQUEL.- (Se estremece.) ¡A nuestra Patria! ¡A la revolución! |
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TONY.- ¡Sí! |
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RAQUEL.- Llevas tus prisioneros... ¿No es cierto? (Él calla.) ¡Buenas prendas ofreces a la revolución! Al llegar allí, Marcelo Herbier será fusilado.... (Baja la cabeza.) ¡Y yo! Y quizá todos los demás. (TONY vuelve la cabeza y marcha hacia el fondo, donde queda de espaldas frente al mar. Ella se sienta con desmayo y fatiga en el sillón de rojo y oro. Se pasa una mano por la frente.) Ahora recuerdo que cuando era una niña, no me asustaba la muerte. Me gustaba soñar tantas locuras... Mi sueño favorito era dormir bajo las olas del mar. Me atraían las hadas que vivían la eternidad entre las algas y los corales y las anémonas. Ahora quisiera volver a tener aquel sueño. (Un silencio.) Tony, tú que todo lo puedes, tú que esta noche eres como un dios, ¿por qué no haces que tus hombres me arrojen al mar? |
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(TONY, que la oía en silencio, se vuelve ahora impetuosamente.) |
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TONY.- Pero, ¿es que aún no lo has comprendido? |
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RAQUEL.- ¡Tony! |
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TONY.- (Violento.) ¡Porque darte la muerte sería darte la libertad! Y hasta185 la libertad de la muerte quiero quitarte. Te quiero así, prisionera, esclava, a mis pies186. |
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RAQUEL.- (Ya en pie, erguida, frente a él.) ¿Quién eres tú? |
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TONY.- (Brutal.) ¡Y me lo preguntas! ¿Estás ciega? Hasta hoy uno de los marineros de tu «yacht». Uno de esos pobres diablos sucios que187 saludan con miedo cuando pasa la Duquesa Raquel...188 Pero si ahora me miras a los189 ojos por primera vez, verás que tengo dentro algo que hace fuertes a los hombres, algo que los convierte en gigantes y los hace volar sobre la tierra y sobre el mar. ¡Tengo dentro de mí el odio! Mírame bien, Duquesa Raquel. Mira cómo te aborrezco190. (Ella, sin bajar la cabeza, va retrocediendo.)191 Soy de los otros... De los que huelen tu perfume con dolor, como un olor prohibido. ¡Acuérdate del cochero que conduce tu coche negro de seis caballos por el paseo del Parque!192 ¡Acuérdate del gondolero de Venecia que te llevó una noche por el Canal para que a la luz de la luna te besara uno de tus amantes!193 Acuérdate de uno, entre todos ellos, y ese soy yo. ¡Yo, Tony, el marinero! ¡Yo guardo dentro de mí toda la rabia, todo el rencor que han tenido esos hombres! Yo soy uno de194 ellos y todos juntos. ¿Me conoces ya, Duquesa Raquel?195 Yo soy ese hombre que todos los días pasó, junto a tu orgullo de gran señora, desconocido, como una sombra196. Yo vengo del otro lado. De un mundo que no puedes recordar porque no conoces197. ¡¡Por eso te odio!! Ahora ya sabes quién soy... Ya lo sabes, ya lo sabes. |
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(Está jadeante. Ella mientras le oía fue marchando muy despacio hacia el fondo. Ahora en pie sobre el peldaño de cubierta, se vuelve fría, estática, pálida, inmóvil.) |
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RAQUEL.- ¡Sí! Te reconozco198. Muchas veces he sentido en mi espalda el arañazo frío de una mirada. ¡Eran tus ojos! ¡Eras tú! |
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TONY.- He esperado este momento día a día, noche tras noche, desde el primer viaje. ¿No te acuerdas? Fue hace tres años. Era en otoño. Ibas en tu barco a las Pirámides, sola con tu amante, aquel extranjero del que estabas enamorada como una loca. Todavía te veo con tu vestido blanco, tu cabello suelto por el aire, y el brazo de aquel hombre rodeando tu cintura. ¡Qué hermosa estabas! Pero para mí, aquel hombre y tú, y tu hermosura, erais todo lo que vuestro mundo maldito tiene de maravilloso y de imposible para mí... Y os aborrecía. Os hubiera matado199. Allá, en la ciudad, hay algunos que quieren hacer una revolución por amor. ¡Son locos o imbéciles! ¡Por amor no se puede hacer más que morir! ¡Por eso creo en este odio mío que es mi vida! |
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RAQUEL.- Y esta noche, ¿qué va a hacer tu odio? (Con altivez.) ¿Qué quieres de mí? |
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TONY.- (Irónicamente.) ¡Qué quiero de ti! ¡No olvides que soy tu dueño! |
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RAQUEL.- (Con una larga sonrisa.) ¡La Duquesa Raquel nunca tendrá dueño! |
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(Le vuelve la espalda. Está allá, junto a un ventanal, mirando al mar.) |
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TONY.- ¡Sí! ¡La Duquesa Raquel tiene un dueño! ¡Soy yo! Mira estos brazos, mira estos puños. Soy la fuerza. Tú estás sola, abandonada. ¡Sola con ese orgullo200 que yo voy a romper para siempre!...201 ¡Te lo juro! Cuando después recuerdes esta noche los ojos se te llenarán de lágrimas, y tú también odiarás... |
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RAQUEL.- (Sin volver la cabeza.) ¿Qué intentas? |
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TONY.- Pero, ¿aún no lo has comprendido? (Airado.) ¿Cuál puede ser el modo más cruel de humillar a una mujer como tú?202 ¿No eres tú la que ha jugado siempre con el amor de los hombres, con su deseo?203 Pues esta noche, Duquesa Raquel, te hará hincar de rodillas y jugará contigo un marinero204. |
||||
(Ella vuelve despacio. Tiene la voz un poco enronquecida. Él avanza un paso.) |
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RAQUEL.- Tony, Tony... |
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TONY.- Sí. Te doy miedo y asco. Pero esta es mi venganza. Tu humillación, tu asco, tu dolor... ¿Me entiendes ya? Este triunfo mío durará toda la vida. Cuando pasen los años y recuerde esta noche nuestra, tuya y mía205, mi memoria no podrá distinguir la cara de la Duquesa Raquel de la cara de una ramera de Marsella... |
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RAQUEL.- (Ahogada.) ¡¡Canalla! |
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TONY.- ¡Así! Así quiero que sea... Estaba seguro de que no llorarías. |
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RAQUEL.- ¡Canalla! ¡¡Golfo de puerto!! ¡Basura! |
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TONY.- (Sonríe.) ¡Así! |
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(Él avanza y cuando está cerca, ella, que le miraba fijamente, le escupe una palabra.) |
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RAQUEL.- ¡¡Mientes!! |
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(Él se detiene en seco como atrapado por la espalda.) |
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TONY.- ¿Eh? |
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RAQUEL.- ¡Estás mintiendo! |
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TONY.- ¿Qué dices? |
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RAQUEL.- ¡¡Mientes!! ¡No me odias! ¡Me quieres! ¡Me deseas! |
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TONY.- ¡No! ¡No es verdad! ¡Eso, no! |
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RAQUEL.- ¡¡Sí!! |
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TONY.- ¡¡No!! Calla, calla, calla... |
||||
(La rechaza con coraje. Ella cae al suelo, derribada. Ella, desde el suelo, se encara con él. El MARINERO en pie mirándola fijamente entre amenazador y anonadado. La voz de RAQUEL es como un grito de dominio, de triunfo.) |
||||
RAQUEL.- ¡Sí! Me deseas206. Lo veo en tus ojos... Sé leer en los ojos de los hombres... Conozco esa mirada207. Ahora darías tu vida por mí, si yo te la pidiera. |
||||
TONY.- ¡Calla! Te odio. |
||||
RAQUEL.- ¡No! ¡No me odias!208 Quieres lograr un sueño que has tenido muchas noches... No eres mi dueño. ¡¡Tú, mi dueño!! ¡Eres mi esclavo! Como todos los hombres, como uno más. |
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(Él se aparta casi temblando. Ella desde el suelo le persigue con los ojos y con la voz.) |
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TONY.- ¡Cállate! ¡No es verdad! Mientes. ¡Te aborrezco! |
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RAQUEL.- Lo he visto209 al mirarte a los ojos... Los tenías llenos de sangre. ¡Pobre muñeco que aún tiene la soberbia de jugar a ser un dios! |
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TONY210.- ¡Oh! Calla, calla. |
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(El marinero, desesperado, huyendo de la voz de RAQUEL, se ha refugiado en el sillón de rojo y oro. Esconde la cara entre las manos. Ella se incorpora triunfal.) |
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RAQUEL.- ¡No huyas! Es inútil...211 Eres mi esclavo. ¿Lo oyes, esclavo mío? Yo sí, soy tu dueña. ¡Siempre he sido la dueña de los hombres! Eres mío, mío, mío. |
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TONY.-212 ¡Maldita seas! ¡Te ahogaría! |
||||
(Un sollozo. Y aparece MARCELO en la puerta lateral.) |
||||
MARCELO.- Me pareció oírte gritar, Raquel. ¿Me necesitas? (Silencio.) Apenas lleguemos al puerto seré fusilado. Pero esta noche aún puedo hacer algo por ti. Puedo intentar matar a este hombre. ¡Y estoy seguro de que lo mataría! |
||||
RAQUEL.- (Un grito.) ¡¡No!! (Y como una loca avanza y cubre con su cuerpo el cuerpo del marinero.) Vete. |
||||
MARCELO.- (Sorprendido.) ¡Raquel! |
||||
RAQUEL.- (Amparando a TONY con toda su alma.) ¿Quién eres tú? ¿Con qué derecho...? ¡¡Vete!! |
||||
MARCELO.- (La mira fijo, atónito.) ¡Raquel! |
||||
(RAQUEL le sostiene la mirada, airadamente. De pronto un sollozo convulsivo la obliga a taparse la cara con las manos, como horrorizada.) |
||||
RAQUEL.- Vete, vete. ¡Vete! |
||||
(MARCELO, en silencio, la envuelve en una larga mirada, y se va. RAQUEL con un desesperado sollozo, corre hasta el fondo, como huyendo de alguien, escapada. Durante un largo rato hay un gran silencio. Se oyen los sollozos de RAQUEL. A lo lejos, el coro de MARINEROS entona suavemente la melodía de «Lilí Marlén». Ella, muy despacio, vuelve y se para en el centro del salón.) |
||||
RAQUEL.- (Muy bajo.) ¿Desde cuándo? (Un gran silencio. TONY no contesta.) ¡Habla! ¡Te lo ordeno! |
||||
TONY.- ¡No lo sé!213 ¡Tantas veces he tenido entre mis brazos una pobre mujer de cualquier lado creyendo que era una Duquesa tan arrogante como tú! Eran mis ojos cerrados los que la veían... Y hasta tenía tu mismo olor. Pero no sé desde cuándo. |
||||
RAQUEL.- ¡Yo te lo diré! |
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TONY214.- ¿Tú? |
||||
RAQUEL.- ¡Sí! Desde hace tres años, cuando entraste a formar parte de la tripulación de este barco para mi viaje a las Pirámides. Desde que215 otro hombre me tenía entre sus brazos y mis cabellos se alborotaban con el aire del mar. |
||||
TONY.- ¡Sí! Desde entonces... |
||||
RAQUEL.- Desde aquel día has soñado locamente, furiosamente... |
||||
TONY.- ¡Sí! |
||||
RAQUEL.- Has llorado. Has tenido celos. ¡Hubieras matado a todos los hombres que besaban mis manos! |
||||
TONY.- ¡Sí! Era una216 pesadilla. Una locura217. ¿Lo sabías tú? |
||||
RAQUEL.- ¡Sí! |
||||
TONY.- ¡Raquel! |
||||
RAQUEL.- ¡Lo supe desde el primer día! Lo supe viéndote temblar cuando me diste la mano aquella tarde para ayudarme a pasar a bordo. Lo he sabido cuando en estas madrugadas he oído tus pasos una y otra vez en la cubierta rondando la puerta de mi camarote... ¿Cómo no había de saberlo? |
||||
TONY.- ¡Raquel! |
||||
RAQUEL.- ¿Por qué has hablado de odio, cobarde, si estabas loco de amor? |
||||
TONY.- Porque mi odio también es verdad, tanta verdad como mi deseo. Porque hay otro hombre en mí que se rebela y te odia, por ser quien eres, y me odia a mí mismo por quererte... Tú no puedes comprenderlo. Yo he sido quien dio la voz de rebelión esta noche para que mi odio triunfara sobre mi amor. Para amarte como si mi amor fuera una venganza, que es lo que yo quería que fuera; como si fuera una maldición para los dos... |
||||
RAQUEL.- ¡Calla! (Se estremece.) ¡Cuánto has debido sufrir! (RAQUEL está ahora en el fondo apoyada la espalda en la jamba de la entrada.) |
||||
TONY.- Sí. Era un infierno. |
||||
RAQUEL.- Era el deseo que deja mordeduras envenenadas como un perro rabioso... Esas noches largas, infinitas, atroces, que no acaban nunca218. Tu imaginación me veía, casi podías tocarme, era como si yo estuviese allí, y tú te preguntabas: ¿Por qué? ¿Por qué no ha de ser mía? Y gritabas enloquecido ese odio tuyo219, cuando ni siquiera tenías valor para preguntarte si era tu amor el que soñaba. ¿Eran tus noches así, Tony? |
||||
TONY.- Sí, eran así220. Pero, ¿cómo puedes saberlo tú? |
||||
RAQUEL.- Porque yo también sufría; también me gritaba a mí misma. También he sentido el infierno entre las cuatro paredes de mi camarote... En esas horas sin sueño yo me he preguntado tantas veces: ¿Por qué? ¿Por qué los ojos de los hombres no me miran como antes? ¿Por qué no son ya para mí sus violencias, sus221 locuras, sus bellas locuras? Hasta esa gran locura que ellos llaman odio, y es el más grande y el más hermoso de los amores. ¿Por qué? ¡Si el corazón aún222 es joven y los labios tienen sed de besar! |
||||
TONY223.- ¡Raquel! |
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RAQUEL.- (Un estremecimiento. Un224 grito de triunfo en la voz.) ¡Pero no era verdad!225 ¡Fuera me esperabas tú, con tus gritos de loco, para decirme que la vida no se acaba, que aún hay un hombre que vibra y grita por mí! ¡Y yo que te creía un sueño! |
||||
TONY.- ¡Raquel! |
||||
RAQUEL.- ¡No eras una sombra! ¡No eras un sueño! Eras tú, tú mismo, diciéndome que aún soy Raquel, la de siempre. Raquel, que vive todavía. ¡Oh! ¡Tony! Tú no sabes lo que has hecho. Tú no sabes qué hermosura es este gozo de volver a la vida... ¡Ah, Tony, Tony! (Se arroja de rodillas a los pies de TONY, junto al sillón. Es otra mujer. Está como enloquecida.) |
||||
TONY.- ¿Qué has dicho, Raquel? ¿Qué has dicho? |
||||
RAQUEL.- ¡Calla! Te he esperado tanto... Dame tus manos. ¡Ah, tus manos! Estas manos que no podrían coger una paloma... ¡Manos de marinero que no saben acariciar! Qué distinto será tu amor del de los otros. Ya sé por qué he temblado de emoción hace unos momentos cuando226 hacías cara a esos hombres, a tus camaradas. Y luego, frente a frente conmigo227, tenías las venas de la garganta a punto de saltar, la boca seca, los ojos atroces. Y gritabas: ¡Yo soy tu dueño! ¡Yo soy tu dueño! Pobre loco mío...228 Mío, mío, mío. |
||||
TONY.- (Casi sin voz.) Raquel... ¿Eres tú? |
||||
RAQUEL.- ¿Todavía no has comprendido? ¡Torpe, torpe! Es la última tarde de primavera de mi vida, y crees que voy a dejarla escapar...229 |
||||
TONY.- (Anhelante.) ¡Raquel! |
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RAQUEL.- Seremos uno de otro para siempre230. No nos importa nada. Todo es pequeño, todo es mentira231. En la vida, entre nosotros, no hay más que una verdad. ¡Esta! El amor232 que vive en nosotros y nos empuja...233 ¡Yo no puedo vivir sin amor, Tony! ¡Oh, Tony! ¿No me das un beso? |
||||
TONY.- ¡Oh, Raquel! Mía... |
||||
(Él, tembloroso, se inclina y la besa. Y de pronto, se oyen las voces de un grupo que avanza por cubierta. RAQUEL se alza bruscamente.) |
||||
RAQUEL.- ¿Eh? ¿Qué es eso? |
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(Irrumpen por la cubierta MARCELO, PATRICIA y NATALIA. Vienen presurosos con una enorme ansiedad en el rostro. Uno de ellos pone la mano234 en el conmutador, y la escena se inunda de claridad, con la vivísima235 luz blanca del farol central236. Casi al mismo tiempo surgen también237 en cubierta los MARINEROS 1º y 2º238 con el NEGRO BOMBÓN, que se quedan allá, en el grupo, expectantes. Entre ellos vienen también239 BOBBY y DINO MORELLI.) |
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PATRICIA.- ¡Mamá! ¡Mamá!240 |
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NATALIA.- ¡Raquel! ¿Dónde estás? |
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RAQUEL.- ¿Qué? ¿Qué queréis de mí? |
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NATALIA.- (Nerviosísima.) ¡Raquel!241 Es la radio, otra vez. Están dando noticias nuevas... |
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RAQUEL.- (Pasándose una mano por la frente.) ¿Qué...? La radio...242 |
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NATALIA243.- ¡Ha fracasado la revolución! |
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RAQUEL.- ¿Eh...? |
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PATRICIA.- ¡Sí, mamá! ¡Han leído un comunicado del rey! |
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MARCELO.- ¡Todo era mentira!244 Un grupo de rebeldes se apoderó de los micrófonos de la Radio y durante una hora han podido dar la sensación de que la revolución había triunfado. Eso ha sido todo...245 ¡Un golpe de mano audaz! |
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PATRICIA.- ¡El rey va a hablar ahora desde Palacio! ¡Todo el mundo está loco de alegría! |
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(Mientras, NATALIA ha hecho funcionar el aparato de radio, nerviosamente246, y ahora comienza a oírse una247 marcha militar vibrante y alegre. Gran emoción.) |
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NATALIA.- ¡Callad! ¡Callad! ¿No oís? |
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PATRICIA.- (Emocionadísima.) ¡Nuestro himno! ¿Oyes, mamá? ¿Oyes, Marcelo? |
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NATALIA.- (Casi sin voz. Emocionadísima.) Era248 mentira, mentira, mentira249. Si no podía ser, si no era posible. Gracias, Dios mío, gracias.250 |
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(Sigue oyéndose el himno en medio de una gran emoción. En cubierta, los MARINEROS se estrechan más entre sí. NATALIA y PATRICIA se abrazan, con infantil entusiasmo251. Sobre la música se oye la voz vibrante de un locutor.) |
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VOZ DEL LOCUTOR252.- ¡Viva el rey! |
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MARCELO, NATALIA y PATRICIA.- ¡Viva! |
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(Se corta la marcha.) |
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VOZ DEL LOCUTOR.- ¡Atención! ¡Va a hablar el rey! |
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TODOS.- ¡El rey! |
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(NATALIA, PATRICIA y MARCELO se abalanzan nerviosamente hacia el aparato de radio. TONY, tímido, débil, desamparado, da un paso.) |
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TONY.- Raquel... |
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(RAQUEL se yergue, nueva, con los ojos brillantes.) |
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RAQUEL.- ¡Quita, bruto! ¡Va a hablar el Rey! |
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TELÓN MUY RÁPIDO |