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ArribaAbajoElena Martín Vivaldi

Elena Martín Vivaldi

Elena Martín Vivaldi
(Granada, 1907-1998)

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Elena Martín Vivalvi vivió casi toda su vida recluida en su Granada natal, dedicada a su profesión de bibliotecaria de la Universidad, al margen del mundo literario, aunque fue siempre muy apreciada por los poetas granadinos, que a menudo buscaron su compañía y su consejo. Comenzó a escribir poesía algo tardíamente, ya en los años cuarenta. Poesía intimista la suya, de amor y soledad, que paga un cierto tributo a la retórica sonetil de la época en sus primeros libros, pero que luego se va desnudando progresivamente.

Obra poética

Escalera de luna, Granada, Vientos del Sur, 1945.

El alma desvelada, Madrid, ínsula, 1953.

Cumplida soledad, Granada, Veleta al Sur, 1958.

Arco en desenlace, Granada, Veleta al Sur, 1963.

Materia de esperanza, Granada , Albaycín, 1968.

Diario incompleto de abril, Málaga, Ángel Caffarena, 1971.

Durante este tiempo (1965-1972), Barcelona, El Bardo, 1972.

Cumplida soledad (1953-1976), Granada, Silene, 1976.

Primeros poemas (1942-1944), Málaga, Ángel Caffarena, 1977.

Los árboles presentes, Granada, Universidad, 1977.

Nocturnos, Granada, Don Quijote, 1981.

Y era su nombre mar, Málaga, Ángel Caffarena, 1981.

Tiempo a la orilla (1942-1984), Granada, Silene, 1985. Estudio preliminar de Enrique Molina Campos y nota bibliográfica de Fidel Villar Ribot.

Jardín que fue..., Madrid, El Crotalón, 1985.

Desengaños de amor fingidos, Málaga, Ángel Caffarena, 1986.

Paisajes: antología, Málaga, Instituto Sierra Bermeja, 1989.

Con sólo esta palabra, Fuente Vaqueros, Diputación de Granada. 1990.

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La realidad soñada, Madrid, M más M ediciones, 1993.

Poemas, Granada, Fundación Rodríguez-Acosta, 1994.

Lejanías, Motril, Cuadernillos Torre de la Vela, 1996.

Las ventanas iluminadas. Antología, Madrid, Hiperión, 1997. Selección de Rafael Juárez y Luis García Montero. Entrevista-prólogo de Luis García Montero.

Distinta noche, Granada, Método, 1999. Prólogos de Antonio Carvajal y Francisco Acuyo.

Bibliografía

Amusco, Alejandro, «La poesía de Elena Martín Vivaldi en el centro de la soledad», en Hora de poesía, núms. 34-35, Barcelona, 1994, págs. 159-164.

Cano, José Luis, «Los Nocturnos de Elena Martín Vivaldi», en Poesía española en tres tiempos, Granada, Don Quijote, 1984, págs. 157-160.

Gutiérrez, José, Manual de nostalgias. Invitación a la poesía de Elena Martín Vivaldi, Granada, Silene, 1982.

Molina Campos, Enrique, «Elena Martín Vivaldi y su obra poética», en Nueve ensayos sobre poesía española contemporánea, Granada, Ubago, 1990.

Morón Olivares, Eva, «Vivir en soledad de amor: Los Nocturnos de Elena Martín Vivaldi», en J. Romera Castillo y F. Gutiérrez Carvajo, Poesía histórica y (auto)biográfica, Madrid, Visor Libros, 2000, págs. 443-452.

Muñiz Romero, Carlos, Seis poetas granadinos posteriores a García Lorca, Granada, Biblioteca de Escritores y Temas Granadinos, 1973, págs. 107-130.

Soria Olmedo, Andrés, Literatura en Granada (1898-1998). Poesía, Granada, Diputación, 2000, págs. 65-67.

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ArribaAbajo Soledad


ArribaAbajo Y era un silencio duro como piedra;
un silencio de siglos.
Era un silencio adusto, impenetrable;
un silencio sin venas.
Era un dolor de amor, hecho de largas
noches sin el amado.
Hecho de fieles manos que se tienden
estremecidas, solas.
Era una voz dormida entre las sombras,
unas lágrimas secas.
Febril temblor de labios, una loca
esperanza desierta.

[El alma desvelada]

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ArribaAbajo Destino


ArribaAbajo Entre ti, soledad, me busco y muero,
en ti, mi soledad, mi vida sigo,
vencida por tus brazos voy contigo
y allí te aguardo donde ya no quiero.

Desde siempre en mi calle yo te espero,
y amante de mis noches te persigo,
si alguna vez, dolida, te maldigo,
desde tu ausencia, triste, desespero.

Me diste la esperanza de tenerte
en mi dolor. Guiada por tu mano
subí los escalones de la muerte.

Aquí donde a tu sombra soy crecida,
el tiempo, tuyo y mío, va cercano,
dejándome la sangre ya cumplida.

[Cumplida soledad]

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ArribaAbajoAmarillos



I

ArribaAbajo Qué plenitud dorada hay en tu copa,
árbol, cuando te espero
en la mañana azul de cielo frío.
Cuántos agostos largos, y qué intensos
te han cubierto, doliente, de amarillos.


II

Toda la tarde se encendía
dorada y bella, porque Dios lo quiso.
Toda mi alma era un murmullo
de ocasos, impaciente de amarillo.


III

Serena de amarillos tengo el alma.
Yo no lo sé. ¿Serena?
Parece que entre el oro de sus ramas
algo verde me encienda.
Algo verde, impaciente, me socava.
Dios bendiga su brecha.
Por este hueco fértil de mis ansias
un cielo retrasado me desvela.
Ay, mi esperanza, amor, voz que no existe,
tú, mi siempre amarillo.
Hazte un sol de crepúsculos, ardiente:
ponte verde, amarillo.

[Arco en desenlace]

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ArribaAbajoLa lluvia


ArribaAbajo ¿Cómo sería la lluvia
si no fuera de aroma,
de recuerdo,
de nube,
de color
y de llanto?
¿Cómo se oiría la lluvia,
si no brillara intensa,
pálida,
azul,
violeta,
relámpago,
arco iris
de olores y esperanzas?
¿Cómo daría la lluvia su olor,
su gris perfume,
si no fuera aquel ritmo,
aquella voz,
el canto,
eco lejano,
el viento,
una escala de ensueños?

¿Cómo sería la lluvia,
si no fuera su nombre?

[Durante este tiempo]