Rimas sacras
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Acobardan las ofensas
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Al atrevimiento de un apóstata
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Quid superbis, terra et
cinis?
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El poeta, pecador, confiesa a Jesús la dureza
de su corazón
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A una calavera de mujer
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A Jesucristo crucificado
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A donde quiera que su luz aplican, A la sangrienta imagen de su esposo, A tu circunferencia de rubíes Águila, cuyo pico soberano Al sol, en cuyos rayos se desvela Ángel, a gran peligro os arrojastes Antonio, si los peces sumergidos Aquí cuelgo la lira que desamo, Así Cristo amoroso solicita Aunque es de piedra, y su cabeza es piedra, Bajaba con sus cándidas ovejas Bajaba del nubífero Carmelo Buscaba Magdalena pecadora Caiga el hermoso como cedro y palma, Celebran viejo y nuevo Testamento ¿Cómo es posible que de bueno den ¿Cómo podré, Señor, querer quereros? ¿Cómo puede, Señor, justificarse Con presunción de bélico soldado ¡Con qué artificio tan divinas sales Cortada en un cristal en agua pura ¿Cuándo en tu alcázar de Sión y en Beth Cuando lo que he de ser me considero, ¡Cuántas veces, Señor, me habéis llamado, Cuelgan racimos de ángeles, que enrizan De vos se queja la pobreza humana, Descalzo el pie sobre la arena ardiente, Despliega el Alba la purpúrea Rosa Detén el curso a la veloz carrera, Dios mío, sin amor ¿quién pasará? Divino labrador, honor de España, Doncella en los pimpollos de Abril nace Dos serafines, celestial porfía, Dulce Señor, mis vanos pensamientos El ave santa, en cuyo pico asido El cabello tendido por el manto, En esta tabla de tu cruz divina En estos prados fértiles y sotos ¿En qué bárbara tierra me guardara En señal de la paz que Dios hacía Engaño es grande contemplar de suerte Entro en mí mismo para verme, y dentro Esta cabeza, cuando viva, tuvo Estos sepulcros de mayor decoro Fabio, cuanto se quiere, trata y mira, Fabio, después que a mis indignas manos Formando Bathuel castillos de oro Fue célebre Jahel, porque la frente Gertrudis, siendo Dios tan amoroso Herida vais del Serafín, Teresa, Hombre mortal mis padres me engendraron, Huid fieros espíritus, que tiene Humilla al sol la coronada frente, Jaque de aquí con este santo Roque, José, ¿cómo podrá tener gobierno La hermosa Reina, que en su claustro santo, La lengua del amor, a quien no sabe La madre de las ciencias, donde a tantos La rosa primitiva, que del velo La santa Virgen, que en la sacra idea Levantareme de la seca tierra, Llamé mi luz a la tiniebla oscura, Llorar cuando nací, señal fue cierta Los que fuera del curso y armonía, Lucas, tan justamente peregrino Luz de mis ojos, yo juré que había Mil veces que me obligan ocasiones, Muere la vida, y muero yo sin vida, Nacen algunos hombres de tal modo No es mucho que Israel las aguas corte No espanta al sabio, ni ha de ser temida No sabe que es amor quien no te ama, Nuevo ser, nueva vida, aliento nuevo, Nunca me vi tan lejos de temeros, O bien hallan las lágrimas lloradas ¡O quién muriera por tu amor ardiendo ¿O quién te amara, dulce vida mía, ¡Oh vida de mi vida, Cristo santo! ¡Oh, engaño de los hombres!, vida breve; Para mostrarse Dios amante fino Pasos de mi primera edad que fuiste Pastor, que con tus silbos amorosos Pedro una vez que de la escuela vino, Pedro, a la sangre que por vos vertida Perdiose el hijo eterno de María, Poned la limpia mesa a Cristo, y coma, Por celebrar Domingo soberano Por labios de coral la blanca Aurora Principios de virtud que no sabía, Purpúrea esfera, que al Amor venganza Pusieron los armígeros gigantes ¿Qué armas son estas, qué guión colgado ¡Qué bien se echa de ver, divino Diego, ¿Qué ceguedad me trajo a tantos daños? ¿Qué es esto? dijo el Israelita, viendo ¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras? Querida esposa, en este alegre día ¿Quién es aquel Atleta esclarecido, ¿Quién no se muere de tu amor, si mira Rosa gentil, que al alba de la humana Sacó Moisés de Egipto al pueblo Hebreo, Sentado estaba el padre de las gentes ¿Será bien aguardar, cuerpo indiscreto, Si amare cosa yo que Dios no sea, Si culpa el concebir, nacer tormento, Si de la sombra de tu cuerpo santo Si de piel asperísima vestido, Si desde que nací cuanto he pensado, Si el Espíritu Santo os va dictando, Si es el instante fin de lo presente, Si es tanta gloria estar a los umbrales Si quise, si adoré, ¡qué error terrible! Si ya después de Leviatán vencido Sobre ocho veces treinta el sol corría Tardar en convertirse error notable, Teresa, yo soy tuyo y tú eres mía. Tiraban Dios y el hombre al blanco un día Todos te pintan encarnado y blanco, Viendo la hermosa y cándida Azucena, Vos conocéis, Señor, la compostura Yace entre estos pirámides marchitos, Yo dormiré en el polvo, y si mañana Yo me muero de amor, que no sabía, Yo pagaré con lágrimas la risa,
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