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Acto III

 
 

Salón regio. A derecha del actor el trono, cuyo asiento estará cubierto con cortinas.

 
 

Escena I

 

ENRIQUE. ELEONORA.

 
ELEONORA Venid, Enrique, venid:
seguidme sin miedo.
ENRIQUE                                  �Adónde
me conducís?
ELEONORA                       Por ventura
�el sitio un rey no conoce
donde ostenta su grandeza 5
ante su postrada corte?
El regio salón es este:
el trono aquel... no os asombre.
ENRIQUE Sólo se abren estas puertas
en solemnes ocasiones, 10
que aquí todos con respeto
la trémula planta ponen.
�A qué, pues, venir ahora?..
ELEONORA Vuestro pecho se alboroce.
Venís a ver a Rosmunda, 15
a ver a vuestros amores.
Más aparato, más pompa
�en qué ocasión corresponde?
ENRIQUE Dejad las burlas, señora, [61]
y no queráis que me enoje. 20
Si a Rosmunda vengo a ver,
sois sola quien lo dispone;
que lejos yo de buscarla,
huiría de do se esconde.
Aseguradme que vive, 25
que libre se halla, y entonces
os juro que satisfecho
daré al olvido su nombre.
ELEONORA Aún quiero hacer más por vos.
�Olvidarla! No os imponen 30
tan violento sacrificio
mis implacables rencores.
Para que al fin vuestras ansias
en este día se logren,
os la quiero presentar 35
entre regios esplendores.
ENRIQUE �Deliráis?
ELEONORA                  �No me habéis dicho
que en su frente bella y noble
colocarais cien coronas
si cien tuvierais?
ENRIQUE                            Cegome 40
el furor.
ELEONORA               Vuestros deseos
va a cumplir vuestra consorte.
No cien coronas poseo
una sola tuve en dote;
mas con ella venturosa 45
Rosmunda su sien adorne.
Reciba ese don que sólo
feliz estrella negole
y a vuestros ojos se muestre
sin rival en todo el orbe. 50
ENRIQUE Acabad. [62]
ELEONORA               Venid, Enrique;
acercaos.
ENRIQUE                �Qué intenciones
son las vuestras?
ELEONORA                             Esa mano
me dad. �Tembláis? �Qué temores
son esos?
ENRIQUE                 Me estremecéis: 55
que esas miradas atroces,
esa sonrisa infernal,
todo anuncia... Decid: �dónde,
dónde está Rosmunda?
ELEONORA                                        Al punto
la verás... Allí está... Corre... 60
En aquel trono.
 

(ENRIQUE va al trono; descorre las cortinas, y aparece ROSMUNDA sentada en él, aletargada y como muerta. Estará vestida de reina con la corona puesta.)

 
ENRIQUE                           �Dios mío!
�Muerta!
ELEONORA                Sí... �No me conoces?
�Pensabas que de otra suerte
es dado que la recobres?
�Yo devolvértela, yo, 65
sino muerta!... Mas logrose
tu anhelo... Mírala... inútil
es ya que tú la corones.
ENRIQUE �Ah! por lo menos vengada...
ELEONORA Hiéreme; que el fiero golpe 70
aguardo aquí sin temor.
Si lo osas, tu acero esconde [63]
en mi pecho... �Pero tiemblas!
ENRIQUE Eres mujer... Vete.
ELEONORA                               Voyme
satisfecha... Ya triunfé, 75
y mi venganza cumpliose.
Adiós... Con ella te queda:
mi presencia no te estorbe.
Murieron mis celos ya:
gózate con tus amores. (Vase.) 80
 
 

Escena II

 

ENRIQUE. ROSMUNDA.

 
ENRIQUE �Ah yo te juro que tan negro crimen
no ha de quedar impune: si en tu sangre
mi noble espada sumergir no puedo
aún hay tormentos para ti más grandes!
Pero �Rosmunda!... �Ay Dios!... �Muerta, sí, muerta! 85
Hela allí inmóvil, sin color, cadáver
que el regio manto convirtió en mortaja
y en féretro el dosel... �Horrible imagen!
Maldigo mi pasión; pues ella sola
la causa ha sido de tan cruel desastre... 90
Sí, yo soy quien te mata, sí, Rosmunda;
y soy el que después de asesinarte,
con mofa vil que de baldón me cubre
ahora escarnio de tus restos hice.
Mas �ay! perdona; que a poderlo Enrique, 95
viva estuvieras donde muerta yaces.
Huyamos de esta vista... Mas no puedo...
A sus plantas llorar sólo me es dable.
Quiero morir aquí... Muerto tan solo
de hoy más consiento que de aquí me arranquen. 100
�Rosmunda!... �No responde!... �Cuán helada
su yerta mano está!... Mi llanto baje
sobre ella ardiendo, y en su mármol frío,
corra abundoso y el calor derrame. [64]
Dios que ves mi dolor, haz que a la vida 105
mis suspiros la vuelvan un instante.
 

(Queda postrado a los pies de ROSMUNDA: esta va volviendo en sí poco a poco.)

 
ROSMUNDA �Ay!
ENRIQUE         �Qué gemido!... si será... deliro...
�vana ilusión!
ROSMUNDA                       �Ay Dios!
ENRIQUE                                       �Otra vez!
ROSMUNDA                                                       Madre...
madre amada...
ENRIQUE                         �No es ella?... Sí... se mueve...
�aún respira!... �Oh placer!... Su pecho late... 110
�Rosmunda!... �Guardias!... Acudid... �Rosmunda!
�Vives!... �Ah! yo fallezco.
(Cae a los pies del trono.)
ROSMUNDA                                            Oigo llamarme...
�Qué es esto?.. �Dónde estoy?.. �Qué sitio es este?...
�Qué espléndido salón! �Qué extraño traje!...
�No es un regio dosel do estoy sentada? 115
�Qué peso es este que mi frente abate?
�Una corona!... �Oh Dios!... Sin duda es sueño
para hacer más horrible el despertarme.
(Deja la corona a un lado.)
ENRIQUE �Rosmunda!
ROSMUNDA                     �Quién me llama?... �Un hombre miro
a mis plantas?... �Quién sois?
ENRIQUE                                                 �Oh fiero trance! 120
�No me conoces ya?
ROSMUNDA                                  �Cielos! �Alfredo! [65]
�Enrique!... �Él es!... él es... Dios, amparadme.
ENRIQUE �Qué temes?
ROSMUNDA                      Apartaos... Vuestra vista
sólo espanto y horror puede causarme.
ENRIQUE Escucha.
ROSMUNDA                Nada quiero... Huyamos.
(Quiere huir y no pudiendo sostenerse, cae.)
                                                       �Cielos! 125
No me puedo tener... �Qué así me falten
las fuerzas!
 

(Enrique acude a sostenerla.)

 
ENRIQUE                    Ven, mi bien, ven a mis brazos.
ROSMUNDA Un rayo en ellos sin piedad me abrase.
ENRIQUE Calma tu espanto, pues permite el cielo
que a mi voz de la tumba te levantes. 130
ROSMUNDA �Ah! �qué queréis de mí? �Sois vos, inicuo,
quien hacerme ha dispuesto tal ultraje?
ENRIQUE No me culpes... Yo mismo no comprendo...
Así quiso Leonor de mí vengarse...
Mas la perdono ya, pues que fingida 135
tu triste muerte...
ROSMUNDA                             Sí... fingida... En balde
un tósigo mortal me destinaba:
el cielo decretó que me salvase.
ENRIQUE Mas �cómo pudo ser?... Dime...
ROSMUNDA                                                    No todos
son malvados aquí... Burló sus planes 140
narcótico licor.
ENRIQUE                         �Quién te lo diera? [66]
ROSMUNDA Arturo.
ENRIQUE              �Arturo!
ROSMUNDA                            Sí... Dejad me saquen
de este horrible palacio.
ENRIQUE                                       �Qué pretendes?
�No soy tu Alfredo yo? �Puedes dejarme?
ROSMUNDA �Alfredo! �Y aún osáis con ese nombre!... 145
Mirad, señor, do estamos... De mis padres
no es esta la mansión... No es el humilde
castillo donde con perversas artes,
de doncella infeliz, sensible, incauta,
un pérfido traidor pudo burlarse; 150
donde ella se entregaba sin recelo
al tierno impulso de su pecho amante;
y donde ciega al deshonor corría
mientras soñaba �ay Dios! felicidades.
Aquí el alcázar de los reyes miro; 155
un trono miro allí... Por todas partes
la pompa de estos sitios me anonada,
y en vos refleja para haceros grande.
�Alfredo pereció!... Triste, Rosmunda,
ni aun en recuerdo ya le es dado amarle: 160
sois Enrique, mi rey, mi soberano;
y para vos, señor, ya no soy nadie.
ENRIQUE �Nadie!... Tú eres mi bien, mi alma, mi todo;
y en vano quiso el cielo coronarme:
a tus plantas yo rindo mi diadema; 165
y siempre Alfredo soy.
ROSMUNDA                                      Sois un infame,
sois un perverso, pues. La horrible mengua
así aceptáis de un seductor cobarde,
de un vil perjuro... Por inmundo fango
el manto regio consentís se arrastre; 170
y el que nació a ser rey, ya sin decoro, [67]
al esclavo más vil quiso igualarse.
ENRIQUE �Ah! calla, calla; que al oír tus quejas
fiero puñal el corazón me parte.
Sí, yo soy criminal; tu ira merezco... 175
mas compasión también... Siempre punzante
cruel remordimiento atormentaba
mi triste corazón; y al adorarte,
yo mi pasión funesta maldecía,
y al maldecirla más, era más grande. 180
�Qué quieres?... (exclamaba en mi delirio)
�Do te lleva tu ardor?... �Quieres, infame,
seducir su virtud? �Entre tus manos
esa cándida flor habrá de ajarse?
Entonces detestaba esa grandeza 185
que puso nuestras cunas tan distantes;
y más que todo detestaba entonces
ese lazo fatal, abominable,
que no formó el amor, y en férreo yugo
es eterna ocasión de mis afanes. 190
Ora intentaba en mi furor romperlo,
y sobre el trono excelso colocarte:
ora huir de tu lado resolvía
y entregarte al olvido... Tú lo sabes:
turbado, incierto, veces mil me viste 195
a tus plantas gemir, y delirante,
raudo desparecer: en larga ausencia
mi olvido ya, mi ingratitud lloraste;
y al cabo, a mi pesar, sin saber cómo,
otra vez a tus pies volviste a hallarme. 200
No me acrimines, pues... culpa tan solo
al hado, al cielo... a ti. �Piensas que es fácil
conocerte y no amar? �Piensas que puede
quien una vez te amó nunca olvidarte?
Pierde primero tu fatal belleza; 205
pierde ese hechizo que fascina, atrae,
y puso el cielo en ti, cual si quisiera
ostentar su poder a los mortales.
�Ay! esta dicha que a tu lado alcanzo
tan dulce es para mí, tan inefable, 210
que �cómo resistir? �cómo a perderla, [68]
mísero yo pudiera condenarme?
ROSMUNDA Y �cómo a tanto amor resistiría
una débil mujer? Sencillo, frágil,
mi triste corazón a sus dulzuras 215
se entregó sin recelo, y los pesares
nunca creyera hallar donde lucía
de ventura sin fin la bella imagen.
Sólo en ti se encerraba, en ti tan solo,
cuanto en el mundo apetecer es dable. 220
Alfredo era mi dicha, era mi gloria,
mi tesoro, mi vida, el bien más grande;
Alfredo era mi Dios a quien la tierra
toda a mis ruegos erigiera altares.
�Te hallabas a mi lado? Embebecida 225
creía ver de mi custodia el ángel.
�Hablabas? A tu voz me estremecía
cual si el Supremo Ser bajara a hablarme.
Subyugada por ti, vencida, �ay triste!
�qué me fue dado hacer sitio adorarte? 230
�Era yo tan feliz!... No las riquezas
te pedía mi amor, no que me alzases
hasta el regio dosel... Sólo veía
como el supremo bien tu ansiado enlace,
y nada más allá... Vivir contigo, 235
y que la tierra entera me olvidase;
y contigo morir; y que al empíreo
nuestras almas unidas se elevasen;
y en presencia de dios, en su alta gloria
por una eternidad poder amarte. 240
ENRIQUE Sí, bien mío, lo juro: sí, por siempre
tuyo Enrique será. Ven, y constante...
ROSMUNDA �Qué he dicho? �Santo Dios!... �Ah! me horrorizo.
Dejadme... no es verdad.
ENRIQUE                                         No te retractes.
Di que me amas aún.
ROSMUNDA                                   Y bien, os amo, 245 [69]
os amo por mi mal... pero matadme.
ENRIQUE No, que mía serás... Ya no vacilo.
Triunfó, triunfó el amor... Desde hoy tu amante
tu esposo vendrá a ser.
ROSMUNDA                                      �Cómo!
ENRIQUE                                                   Rompiendo
con esa aleve mi ominoso enlace, 250
hoy libre quedaré.
ROSMUNDA                              No, no permito...
ENRIQUE �Quién, di, quiso adornar con los reales
armiños tu beldad? �quién la corona
a tu frente ciñó? �Quién colocarte
mandó sobre ese trono?... Di: �no es ella? 255
Pues ella...
ROSMUNDA                   Sí... es verdad... �Mujer infame!
�No vio mi juventud y mi inocencia?
y �nada pudo haber que la aplacase!
y �decretó mi muerte!... y �el veneno
a saciar su rencor no fue bastante! 260
�Más allá de la tumba se extendía
haciendo escarnio vil de mi cadáver!
�Ah! Tiembla... que por fin, de ti, perversa,
yo también a mi vez podré vengarme.
ENRIQUE Sí, sí: te vengarás... su puesto ocupa. 265
En él te colocó; de él ella baje.
ROSMUNDA �Qué horrible pensamiento! �Oh Dios! y pude...
�Ah! señor; por piedad, de aquí sacadme.
No me conozco ya... Vuestra presencia...
esta regia mansión... vuestro lenguaje... 270
todo perturba mi razón... y todo...
Dejadme al menos mi virtud, dejadme.
ENRIQUE �Qué dudas?... Ven conmigo, ven. [70]
ROSMUNDA                                                        Marchaos;
que aun vuestro aliento me emponzoña.
ENRIQUE                                                                En balde
te resistes... Yo juro... Mas �quién viene? 275
�Ella acaso?
ROSMUNDA                       �Eleonora!
ENRIQUE                                        Sí... Ocultarte
es preciso... Ven.
ROSMUNDA                             No.
ENRIQUE                                    Te lo suplico.
Que Enrique al menos tu existencia salve.
ROSMUNDA Obedezco... Mas �dónde?
ENRIQUE                                          En ese trono;
y que su mismo ardid hora la engañe. 280
 

(Vuelve ROSMUNDA a colocarse en el trono, y se cubre con las cortinas; pero de modo que el público pueda verla todavía.)

 
 

Escena III

 

ENRIQUE. ROSMUNDA en el trono; ELEONORA, ROBERTO. CRIADOS.

 
ELEONORA �Todavía os hallo aquí?
No lo extraño: amante tierno,
al lado de vuestra bella
se os olvidan los momentos.
�Oh cuán dulces habrán sido 295
los que debéis a mi celo!
ENRIQUE Aun más de lo que pensáis;
y recompensaros debo.
Mas que unas órdenes dé [71]
permitidme. Oíd, Roberto. 300
(Habla bajo a ROBERTO.)
ELEONORA Extraño hallarte, en verdad,
tan resignado y sereno...
Pero esa calma tal vez
encierra un oculto fuego. 305
ENRIQUE Marchad y volved al punto.
(A ROBERTO que se va.)
ELEONORA �Cuáles son vuestros intentos?
ENRIQUE �Teméis acaso?
ELEONORA                           �Yo?... Nada.
ENRIQUE Alejad, todo recelo.
A los que en palacio estén 310
mando venir.
ELEONORA                       �Con qué objeto?
ENRIQUE �Olvidasteis por ventura
quién allí está?
(Señalando al trono.)
ELEONORA                          No por cierto.
ENRIQUE �Olvidasteis que en su frente
vos la diadema habéis puesto? 315
ELEONORA �Y bien?
ENRIQUE                Al morir Rosmunda,
una reina es la que ha muerto.
ELEONORA Como un sepulcro la encierre,
que reina sea consiento;
pues semejante rival 320
no ha de inspirarme ya celos. [72]
ROSMUNDA Aun pudiera del sepulcro (Aparte.)
salir para tu escarmiento.
ELEONORA �Queréis honrar su memoria?
Está bien: dad a los pueblos 325
de vuestras regias virtudes
tan recomendable ejemplo.
Mas no imaginéis permita
que su frente por más tiempo
esa corona profane 330
que por mofa en ella he puesto.
ROSMUNDA (Tomando la corona que tiene al lado.)
�Por mofa!... Mira, perversa,
que entre mis manos la tengo,
y tienta mucho el guardarla;
no apures mi sufrimiento. 335
ELEONORA Tal espectáculo, Enrique,
entre los dos lo tolero,
mas no de mi dignidad
el público vilipendio.
Obscura su tumba sea 340
como fue su nacimiento;
y allí encerrado también
quede este fatal, secreto.
ENRIQUE �Asombro causa el oíros!
Que �no siente vuestro pecho 345
de crimen tan horroroso
ni un leve remordimiento?
ELEONORA �Es delito por ventura
el pisar un vil insecto?
ROSMUNDA (Colocando la corona en su cabeza.)
No puedo más... Tú lo quieres... 350
Ven, corona, ya te acepto.
ENRIQUE Es crimen que sin castigo [73]
no han de consentir los cielos.
Temblad, perversa, temblad;
que aunque Rosmunda haya muerto, 355
aún se ha de alzar del sepulcro
como vengativo espectro,
vuestros ojos espantando
con su aterrador aspecto.
ELEONORA No pienses, necio, inspirarme 360
ni vil compasión, ni miedo:
las víctimas que encerró
la tumba, nunca ha devuelto.
ROSMUNDA (Descorriendo la cortina y mostrándose en pie sobre el trono.)
Te engañas... Mírame aquí.
ELEONORA �Justicia eterna! �Qué veo? (Aterrada.) 365
�Rosmunda!
ROSMUNDA                     Sí... �Me conoces?
Mírame bien.
ELEONORA                       �Qué portento!
�Será verdad?.. No te acerques...
Sombra... fantasma... �Ah! fallezco.
 

(Cae desmayada: los criados acuden a sostenerla.)

 
ROSMUNDA Mujer orgullosa, al fin 370
postrada a mis pies te tengo.
 
 

Escena IV

 

Dichos. ARTURO. ROBERTO. Acompañamiento de Lores y gentes de palacio.

 
ROBERTO Señor, aquí están...
ENRIQUE                                Venid:
y escuchad todos. [74]
TODOS                              �Qué vemos?
ENRIQUE Ya Eleonora no es mi esposa:
los lazos del parentesco 375
que sin dispensa nos unen,
anulan nuestro himeneo.
Ved de hoy más a vuestra reina.
(Señalando a ROSMUNDA.)
Postraos ante ella.
 

(Todos se inclinan.)

 
ARTURO                               �Es cierto! 380
ROSMUNDA �Reina soy!
ARTURO                    �Rosmunda!
 

(ARTURO se coloca en medio del teatro cerca del trono, apostrofando a ROSMUNDA. Esta le ve, se aterra, y como cambiando de idea, arroja la corona al suelo, y dice:)

 
ROSMUNDA                                             �Arturo!
�Qué hice?... �Oh Dios! �Ah! no... no quiero.

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