Presentación del portal de Calderón de la Barca
Es posible que la celebración, en este cambio de siglo, del cuarto centenario de Calderón, sea recordada algún día por un hecho diferencial: que el dramaturgo que dominó prodigiosamente el arte y el artificio, las técnicas más audaces y sofisticadas del teatro de su tiempo pueda entrar en el espacio de las nuevas tecnologías. Este espacio virtual, caracterizado por el flexible y ágil camino que desdobla imagen y texto, le es acaso más propio que la letra muerta de manuscritos y textos impresos. Un espacio donde encontrar el rastro de una larga biografía (1600-1681) y de una producción tan amplia como heterogénea que, recogiendo el testigo de Lope de Vega, consume y cierra el prodigioso teatro del Siglo de Oro español. Lejos del perfil integrista, católico y sentimental (que existe, pues él fue asimismo contemporáneo de su tiempo), Calderón escribe no para un único escenario sino para muchos: el de la vitalista y a veces disparatada comedia de capa y espada, el de la reflexión eticista de la autoridad, el poder y el instinto, el de la tragedia de una sociedad que, por salvar el honor, asfixiaba al individuo, el del espacio imaginativo, sonoro y simbólico de la comedia palaciega y mitológica, el de la aparente ortodoxia incontestable y teológica de los autos sacramentales (teatro total y épico que, sin embargo, fascinó a Brecht), el del teatro carnavalesco e irreverente de sus entremeses y mojigangas, galería de espejos cóncavos donde poner al revés el mundo serio y trascendente de aquella república de hombres encantados que era España y que él había aprendido a conocer mejor que nadie. Lejos de cualquier banalidad, esta página sobre Calderón no pretende rescatarlo de una pesarosa y erudita historia crítica, pero sí introducirlo en una diáfana disponibilidad didáctica, dar constancia de la obra excepcional y de una guía mínima para la investigación de un dramaturgo universal y clásico sin que para ello deba dejar de ser asequible al hombre actual: no un mero artefacto cultural lleno de complejidad (que lo es) sino, sobre todo, un contemporáneo.