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Novela y coloquio

que passó entre Cipion y Bergança, perros del hospital de la Resureccion1, que esta en la ciudad de Valladolid, fuera de la Puerta del Campo, a quien comunmente llaman los perros de Mahudes2.



  -fol. 240v-     —153→  

Cip. Bergança amigo, dexemos esta noche el hospital en guarda de la confiança, y retiremonos a esta soledad, y entre estas esteras, donde podremos gozar, sin ser sentidos, desta no vista merced que el cielo en vn mismo punto a los dos nos ha hecho.

Berg. Cipion hermano, oyote hablar, y se que te hablo, y no puedo creerlo, por parecerme que el hablar   -fol. 241r-   nosotros passa de los terminos de naturaleza.

Cip. Assi es la verdad, Bergança, y viene a ser mayor este milagro, en que no solamente hablamos, sino en que hablamos con discurso, como si fueramos capazes de razon, estando tan sin ella, que la diferencia que ay del animal bruto al hombre, es ser el hombre animal racional, y el bruto irracional.

Berg. Todo lo que dizes, Cipion, entiendo, y el dezirlo tu, y entenderlo yo, me causa nueua   —154→   admiracion y nueua marauilla. Bien es verdad, que, en el discurso de mi vida, diuersas y muchas vezes he oydo dezir grandes prerrogatiuas nuestras, tanto que parece que algunos han querido sentir que tenemos vn natural distinto, tan viuo y tan agudo en muchas cosas, que da indicios y señales de faltar poco para mostrar que tenemos vn no se que de entendimiento, capaz de discurso.

Cip. Lo que yo he oydo alabar y encarecer es nuestra mucha memoria, el agradecimiento y gran fidelidad nuestra, tanto, que nos suelen pintar por symbolo de la amistad; y assi auras visto, si has mirado en ello, que en las sepulturas de alabastro, donde suelen estar las figuras de los que alli estan enterrados, quando son marido y muger, ponen entre los dos a los pies vna figura de perro, en señal que se guardaron en la vida amistad y fidelidad inuiolable.

Berg. Bien se que ha auido perros tan agradecidos, que se han arrojado con los cuerpos difuntos de sus amos en la misma sepultura. Otros han estado sobre las sepulturas donde estauan enterrados sus señores, sin apartarse dellas, sin comer, hasta que se les acabaua la vida. Se tambien, que, despues del elefante, el perro tiene el primer lugar, de parecer que tiene entendimiento, luego el cauallo, y el vltimo la ximia.

Cip. Ansi3 es, pero bien confessarás, que ni   —155→   has visto, ni oydo dezir jamas, que aya hablado ningun elefante, perro, cauallo,   -fol. 241v-   o mona. Por donde4 me doy a entender que este nuestro hablar tan de inprouiso5, cae debaxo del numero de aquellas cosas que llaman portentos, las quales, quando se muestran y parecen, tiene aueriguado la experiencia, que alguna calamidad grande amenaza a las gentes.

Berg. Dessa manera, no hare yo mucho en tener por señal portentosa lo que ohi dezir los dias passados a vn estudiante, passando por Alcala de Henares.

Cip. ¿Que le oyste dezir?

Berg. Que, de cinco mil estudiantes que cursauan aquel año en la Vniuersidad, los dos mil oian6 medicina7.

Cip. Pues, ¿que vienes a inferir desso?

Berg. Infiero, o que estos dos mil medicos han de tener enfermos que curar, que seria harta plaga y mala ventura, o ellos se han de morir de hambre. Pero sea lo que fuere, nosotros hablamos, sea portento, o no, que lo que el cielo tiene ordenado que suceda, no ay diligencia ni sabiduria humana que lo pueda preuenir; y assi no ay para que ponernos a disputar nosotros, como, o por que hablamos: mejor sera, que este buen dia, o buena noche, la metamos en nuestra casa; y pues la tenemos tan buena en estas esteras, y no sabemos quanto   —156→   durará esta nuestra ventura, sepamos aprouecharnos della, y hablemos toda esta noche, sin dar lugar al sueño que nos impida este gusto, de mi por largos tiempos desseado.

[Cip.]8 Y9 aun de mi, que desde que tuue fuerças para roer vn hueso10, tuue desseo de hablar, para dezir cosas que depositaua en la memoria, y alli, de antiguas y muchas, o se enmohezian11, o se me oluidauan.

[Berg.] Empero aora, que tan sin pensarlo me veo enriquezido deste diuino don de la habla, pienso gozarle y aprouecharme del lo mas que pudiere, dandome priessa a dezir todo aquello que se me acordare, aunque sea atropellada y confusamente, porque no se quando me bolueran a pedir este bien, que por prestado tengo.

Cip. Sea esta la manera, Bergança amigo, que esta noche me cuentes tu vida, y los tranzes por donde has venido al punto en que aora te hallas; y si mañana en la noche estuuieremos con habla,   -fol. 242r-   yo te contaré la mia, porque mejor sera gastar el tiempo en contar las propias, que en procurar saber las agenas vidas.

Berg. Siempre, Cipion, te he tenido por discreto y por amigo, y aora mas que nunca, pues como amigo quieres dezirme tus sucessos y saber los mios, y como discreto has repartido   —157→   el tiempo donde podamos manifestallos. Pero aduierte primero si nos oye alguno.

Cip. Ninguno, a lo que creo, puesto que aqui cerca esta vn soldado tomando sudores; pero en esta sazon mas estara para dormir que para ponerse a escuchar a nadie.

Berg. Pues si puedo hablar con esse seguro, escucha, y si te cansare lo que te fuere diziendo, o me reprehende, o manda que calle.

Cip. Habla hasta que amanezca, o hasta que lo seamos sentidos, que yo te escucharé de muy buena gana, sin impedirte sino quando viere ser necessario.

Berg. Pareceme que la primera vez que vi el sol fue en Seuilla, y en su Matadero12, que esta fuera de la Puerta de la carne, por donde imaginara, si no fuera por lo que despues te dire, que mis padres deuieron de ser alanos de aquellos que crian los ministros de aquella confussion13, a quien llaman giferos. El primero que conoci por amo, fue vno llamado Nicolas el romo, moço robusto, doblado y colerico, como lo son todos aquellos que exercitan la giferia. Este tal Nicolas me enseñaua a mi y a otros cachorros, a que, en compañia de14 alanos viejos, arremetiessemos a los toros y les hiziessemos pressa15 de las orejas. Con mucha facilidad sali vn aguila en esto.

Cip. No me marauillo, Bergança, que, como   —158→   el hazer mal viene de natural cosecha, facilmente se aprende el hazerle.

Berg. ¿Que se diria, Cipion hermano, de lo que vi en aquel Matadero, y de las cosas exorbitantes que en el passan? Primero has de presuponer que todos quantos en el trabajan, desde el menor hasta el mayor, es gente ancha de conciencia, desalmada, sin temer al rey ni a su justicia; los mas amancebados; son aues de rapiña carniceras. Mantienense ellos y sus amigas de lo que hurtan.   -fol. 242v-   Todas las mañanas que son dias de carne, antes que amanezca16, estan en el matadero gran cantidad de mugerzillas y muchachos, todos con talegas, que, viniendo vazias, bueluen llenas de pedaços de carne, y las criadas con criadillas y lomos medio enteros17. No ay res alguna que se mate, de quien no lleue esta gente diezmos y primicias de lo mas sabroso y bien parado. Y como en Seuilla no ay obligado de la carne18, cada vno puede traer la que quisiere, y la que primero se mata, o es la mejor, o la de mas baxa postura; y con este concierto, ay siempre mucha abundancia. Los dueños se encomiendan a esta buena gente que he dicho, no para que no les hurten, que esto es impossible, sino para que se moderen en las tajadas y socaliñas que hazen en las reses muertas, que las escamondan y podan como si fuessen sauzes o parras.

Pero ninguna cosa me admiraua mas, ni me parecia peor, que el ver que estos giferos, con la misma facilidad matan a vn hombre, que a   —159→   vna vaca: por quitame alla essa paja, a dos por tres meten vn cuchillo de cachas amarillas por la barriga de vna persona, como si acocotassen vn toro. Por marauilla se passa dia sin pendencias y sin heridas, y, a vezes, sin muertes; todos se pican de valientes, y aun tienen sus puntas de rufianes; no ay ninguno que no tenga su angel de guarda19 en la plaça de S. Francisco20, grangeado con lomos y lenguas de vaca. Finalmente, ohi dezir a vn hombre discreto, que tres cosas tenia el rey por ganar en Seuilla: la calle de la Caça, la Costanilla y el Matadero21.

Cip. Si en contar las condiciones de los amos que has tenido, y las faltas de sus oficios, te has de estar, amigo Bergança, tanto como esta vez, menester sera pedir al cielo nos conceda la habla siquiera por vn año, y aun temo que, al paso22 que lleuas, no llegarás a la mitad de tu historia. Y quierote aduertir de vna cosa, de la qual veras la experiencia23 quando te cuente los sucessos de mi vida, y es que los cuentos, vnos   -fol. 243r-   encierran y tienen la24 gracia en ellos mismos, otros en el modo de contarlos; quiero dezir, que algunos ay que, aunque se cuenten sin preambulos y ornamentos de palabras, dan contento: otros ay que es menester vestirlos de palabras, y con demostraciones25 del rostro y de las manos, y con mudar   —160→   la voz, se hazen algo de nonada, y de floxos y desmayados, se bueluen agudos y gustosos, y no se te oluide este aduertimiento, para aprouecharte del en lo que te queda por dezir.

Berg. Yo lo hare assi, si pudiere y si me da lugar la grande tentacion que tengo de hablar, aunque me parece que con grandissima dificultad me podre yr a la mano.

Cip. Vete a la lengua, que en ella consisten los mayores daños de la humana vida.

Berg. Digo, pues, que mi amo me enseñó a lleuar vna espuerta en la boca, y a defenderla de quien quitarmela quisiesse. Enseñome tambien la casa de su amiga, y con esto se escusó la venida de su criada al matadero, porque yo le lleuaua las madrugadas lo que el auia hurtado las noches. Y vn dia, que entre dos luzes yua yo diligente a lleuarle la porcion, ohi que me llamauan por mi nombre desde vna ventana; alcé los ojos, y vi vna moça hermosa en estremo; detuueme vn poco, y ella baxó a la puerta de la calle y me tornó a llamar. Llegueme a ella, como si fuera a ver lo que me queria, que no fue otra cosa que quitarme lo que lleuaua en la cesta y ponerme en su lugar vn chapin viejo. Entonces dixe entre mi: «La carne se ha ydo a la carne.» Dixome la moça, en auiendome quitado la carne: «Andad, [G]auilan26, o como os llamays, y dezid a Nicolas el romo, vuestro amo, que no se fie de animales, y que del lobo vn pelo, y esse de la espuerta.»   —161→   Bien pudiera yo boluer a quitar lo que me quitó, pero no quise, por no poner mi boca xifera y suzia en aquellas manos limpias y blancas.

Cip. Hiziste muy bien, por ser prerrogatiua de   -fol. 243v-   la hermosura que siempre se le tenga respecto27.

Berg. Assi lo hize yo, y assi me bolui a mi amo, sin la porcion y con el chapin. Pareciole que bolui presto; vio el chapin, imaginó la burla, sacó vno de cachas, y tirome vna puñalada, que, a no desuiarme, nunca tu oyeras aora este cuento, ni aun otros muchos que pienso contarte. Puse pies en poluorosa, y, tomando el camino en las manos y en los pies, por detras de San Bernardo, me fuy por aquellos campos de Dios, adonde la fortuna quisiesse lleuarme.

Aquella noche dormi al cielo abierto, y otro dia me deparó la suerte vn hato o rebaño de ouejas y carneros. Assi como le vi, crei que auia hallado en el el centro de mi reposo, pareciendome ser propio y natural oficio de los perros guardar ganado, que es obra donde se encierra vna virtud grande, como es amparar y defender de los poderosos y soberuios los humildes y los que poco pueden. Apenas me huuo visto vno de tres pastores que el ganado guardauan, quando, diziendo: «To, to», me llamó, y yo, que otra cosa no desseaua, me llegué a el, baxando la cabeça y meneando   —162→   la cola. Truxome la mano por el lomo, abriome la boca, escupiome en ella28, mirome las pressas29, conocio mi edad, y dixo a otros pastores que yo tenia todas las señales de ser perro de casta. Llegó a este instante el señor del ganado, sobre vna yegua ruzia a la gineta, con lança y adarga, que mas parecia atajador de la costa30, que señor de ganado. Preguntó al pastor: «¿Que perro es este, que tiene señales de ser bueno?» «Bien lo puede vuessa merced creer», respondio el pastor, «que yo le he cotejado bien, y no ay señal en el que no muestre y prometa que ha de ser vn gran perro. Agora se llegó aqui, y no se cuyo sea, aunque se que no es de los rebaños de la redonda31.» «Pues assi es», respondio el señor, «ponle luego el collar de Leonzillo, el perro que se murio, y denle la racion que a los demas,   -fol. 244r-   y acariciale32, por que tome cariño al hato y se quede33 en el.»

En diziendo esto, se fue, y el pastor me puso luego al cuello vnas carlancas llenas de puntas de azero, auiendome dado primero en vn dornajo34 gran cantidad de sopas en leche. Y assimismo me puso nombre, y me llamó Barzino. Vime harto, y contento con el segundo amo y con el nueuo oficio. Mostreme solicito y diligente en la guarda del rebaño, sin apartarme del sino las siestas, que me yua a passarlas,   —163→   o ya a la sombra de algun arbol, o de algun ribazo o peña, o a la de alguna mata, a la margen de algun arroyo, de los muchos que por alli corrian. Y estas horas de mi sossiego no las passaua ociosas, porque en ellas ocupaua la memoria en acordarme de muchas cosas, especialmente en la vida que auia tenido en el Matadero, y en la que tenia mi amo, y todos los como el, que estan sujetos a cumplir los gustos impertinentes de sus amigas. ¡O que de cosas te pudiera dezir aora, de las que aprendi en la escuela de aquella xifera dama de mi amo! Pero aurelas de callar, porque no me tengas por largo y por murmurador.

Cip. Por auer oydo dezir que dixo vn gran poeta de los antiguos, que era dificil cosa el no escriuir satiras, consentire que murmures vn poco de luz, y no de sangre35; quiero dezir, que señales y no hieras, ni des mate a ninguno en cosa señalada, que no es buena la murmuracion, aunque haga reyr a muchos, si mata a vno: y si puedes agradar sin ella, te tendre por muy discreto.

Berg. Yo tomaré tu consejo, y esperaré con gran desseo que llegue el tiempo en que me cuentes tus sucessos; que, de quien tan bien36 sabe conocer y enmendar los defetos que tengo en contar los mios, bien se puede esperar que contará los suyos de manera que enseñen y deleyten a vn mismo punto. Pero anudando   —164→   el roto hilo de mi cuento, digo, que en aquel silencio y soledad de mis siestas, entre otras cosas, consideraua   -fol. 244v-   que no deuia de ser verdad lo que auia oydo contar de la vida de los pastores, a lo menos de aquellos que la dama de mi amo leia en vnos libros, quando yo yua a su casa, que todos tratauan de pastores y pastoras, diziendo que se les passaua toda la vida cantando, y tañendo con gaytas, çampoñas, rabeles y chirumbelas, y con otros instrumentos extraordinarios. Deteniame a oyrla leer, y leia37 cómo el pastor de Anfriso cantaua estremada y diuinamente, alabando a la simpar38 Belisarda, sin auer en todos los montes de Arcadia arbol en cuyo tronco no se huuiesse sentado a cantar desde que salia el Sol en los braços de la39 Aurora, hasta que se ponia en los de Tetis, y aun, despues de auer tendido la negra noche por la faz de la tierra sus negras y escuras alas, el no cessaua de sus bien cantadas y mejor lloradas quexas. No se le quedaua entre renglones el pastor Elicio, mas enamorado que atreuido, de quien dezia que, sin atender a sus amores, ni a su ganado, se entraua en los cuydados agenos. Dezia tambien, que el gran pastor de Filida, vnico pintor de vn retrato, auia sido mas confiado, que dichoso. De los desmayos de Sireno, y arrepentimiento de Diana40, dezia, que daua gracias a Dios y a la   —165→   sabia Felicia, que con su agua encantada deshizo aquella maquina de enredos y aclaró aquel laberinto de dificultades. Acordauame de otros muchos libros que deste jaez la auia oydo leer, pero no eran dignos de traerlos a la memoria.

Cip. Aprouechandote vas, Bergança, de mi auiso; murmura, pica, y passa, y sea tu intencion limpia, aunque la lengua no lo parezca.

Berg. En estas materias nunca tropieza41 la lengua, si no cae primero la intencion. Pero si acaso por descuydo, o por malicia, murmurare, respondere a quien me reprehendiere, lo que respondio Mauleon, poeta tonto42 y academico de burla de la academia de los Imitadores43, a vno,   -fol. 245r-   que le preguntó que que44 queria dezir Deum de Deo, y respondio, que, dé donde diere.

Cip. Essa fue respuesta de vn simple; pero tu, si eres discreto, o lo quieres ser, nunca has de dezir cosa de que deuas dar disculpa; di adelante.

Berg. Digo que todos los pensamientos que he dicho, y muchos mas, me causaron ver los diferentes tratos y exercicios, que mis pastores, y todos los demas de aquella marina45 tenian, de aquellos que auia oydo leer que tenian los pastores de los libros; porque si los mios cantauan, no eran canciones acordadas y bien compuestas, sino vn «Cata el lobo do va, Iuanica»46, y otras cosas semejantes, y esto no al son de chirumbelas, rabeles o gaytas, sino al   —166→   que hazia el dar vn cayado con otro, o al de algunas tejuelas puestas entre los dedos, y no con vozes delicadas, sonoras, y admirables, sino con vozes roncas, que solas, o juntas, parecia, no que cantauan, sino que gritauan o gruñian. Lo mas del dia se les passaua espulgandose, o remendando47 sus abarcas, ni entre ellos se nombrauan Amarilis, Filidas, Galateas48, y Dianas, ni auia Lisardos, Lausos, Iacintos, ni Riselos; todos eran Antones, Domingos, Pablos, o Llorentes, por donde vine a entender lo que pienso que deuen de creer todos, que todos aquellos libros son cosas soñadas y bien escritas, para entretenimiento de los ociosos, y no verdad alguna; que, a serlo, entre mis pastores huuiera alguna reliquia de aquella felizissima49 vida, y de aquellos amenos prados, espaciosas seluas, sagrados montes, hermosos jardines, arroyos claros y cristalinas fuentes, y de aquellos tan honestos, quanto bien declarados requiebros, y de aquel desmayarse aqui el pastor, alli la pastora, aculla resonar la çampoña del vno, aca el caramillo del otro.

Cip. Basta, Bergança, buelue a tu senda, y camina.

Berg. Agradezcotelo, Cipion amigo, porque si no me auisaras, de manera se me yua calentando la boca,   -fol. 245v-   que no parara hasta pintarte vn libro entero destos que me tenian engañado; pero tiempo vendra en que lo diga   —167→   todo, con mejores razones y con mejor discurso que aora.

Cip. Mirate a los pies, y desharas la rueda, Bergança; quiero dezir, que mires que eres vn animal que carece de razon; y si aora muestras tener alguna, ya hemos aueriguado entre los dos ser cosa sobrenatural y jamas vista.

Berg. Esso fuera ansi, si yo estuuiera en mi primera ignorancia; mas aora que me ha venido a la memoria lo que te auia de auer dicho al principio de nuestra platica, no solo no me marauillo de lo que hablo, pero espantome de lo que dexo de hablar.

Cip. ¿Pues aora no puedes dezir lo que aora se te acuerda?

Berg. Es vna cierta historia que me passó con vna grande hechizera, discipula de la Camacha de Montilla50.

Cip. Digo que me la cuentes antes que passes mas adelante en el cuento de tu vida.

Berg. Esso no hare yo, por cierto, hasta su tiempo; ten paciencia, y escucha por su orden mis sucessos, que assi te daran mas gusto, si ya no te fatiga querer saber los medios antes de los principios.

Cip. Se breue, y cuenta lo que quisieres y como quisieres.

Berg. Digo, pues, que yo me hallaua bien con el oficio de guardar ganado, por parecerme que comia el pan de mi sudor y trabajo, y que la ociosidad, rayz y madre de todos los vicios, no tenia que ver conmigo, a causa que si los   —168→   dias holgaua, las noches no dormia, dandonos assaltos a menudo, y tocandonos a arma los lobos; y apenas me auian dicho los pastores «¡al lobo, Barzino!», quando acudia primero que los otros perros a la parte que me señalauan que estaua el lobo; corria los valles, escudriñaua los montes, desentrañaua las seluas, saltaua barrancos, cruzaua caminos, y a la mañana boluia al hato, sin auer hallado lobo, ni rastro del, anhelando, cansado, hecho pedaços, y los pies abiertos de los garranchos; y hallaua   -fol. 246r-   en el hato, o ya vna oueja muerta, o vn carnero degollado y medio comido del lobo. Desesperauame de ver de quan poco seruia mi mucho cuydado y diligencia.

Venia el señor del ganado, salian los pastores a recebirle con las pieles de la res muerta, culpaua a los pastores por negligentes, y mandaua castigar a los perros por pereçosos; llouian sobre nosotros palos, y sobre ellos reprehensiones, y assi, viendome vn dia castigado sin culpa, y que mi cuydado, ligereza y braueza no eran de prouecho para coger el lobo, determiné de mudar estilo, no desuiandome a buscarle, como tenia de costumbre, lexos del rebaño, sino estarme junto a el, que pues el lobo alli venia, alli seria mas cierta la pressa51. Cada semana nos tocauan a rebato, y en vna escurissima noche tuue yo vista para ver los lobos, de quien era impossible que el ganado se guardasse. Agacheme detras de vna mata, passaron   —169→   los perros mis compañeros adelante, y desde alli oteé, y vi que dos pastores assieron52 de vn carnero de los mejores del aprisco, y le mataron, de manera, que verdaderamente parecio, a la mañana, que auia sido su verdugo el lobo. Pasmeme, quedé suspenso quando vi que los pastores eran los lobos, y que despedaçauan el ganado los mismos53 que le auian de guardar. Al punto hazian saber a su amo la pressa54 del lobo, dauanle el pellejo y parte de la carne, y comianse ellos lo mas y lo mejor. Boluia a reñirles el señor, y boluia tambien el castigo de los perros. No auia lobos, menguaua el rebaño; quisiera yo descubrillo, hallauame mudo. Todo lo qual me traia lleno de admiracion y de congoja55. «¡Valame Dios!», dezia entre mi, «¿quien podra remediar esta maldad? ¿quien sera poderoso a dar a entender que la defensa ofende, que las centinelas duermen, que la confiança roba, y el que os guarda os mata?»

Cip. Y dezias muy bien, Bergança, porque no ay mayor, ni mas sotil56 ladron,   -fol. 246v-   que el domestico, y assi mueren muchos mas de los confiados, que de los recatados; pero el daño esta en que es impossible que puedan passar bien las gentes en el mundo, si no se fia y se confia. Mas quedese aqui esto, que no quiero que parezcamos predicadores; passa adelante.

  —170→  

Berg. Passo adelante, y digo, que determiné dexar aquel oficio, aunque parecia tan bueno, y escoger otro, donde por hazerle bien, ya que no fuesse remunerado, no fuesse castigado. Boluime a Seuilla, y entré a seruir a vn mercader muy rico.

Cip. ¿Que modo tenias para entrar con amo?, porque, segun lo que se vsa, con gran dificultad el dia de oy halla vn hombre de bien señor a quien seruir. Muy diferentes son los señores de la tierra del Señor del cielo. Aquellos, para recebir vn criado, primero le espulgan el linage, examinan la habilidad, le marcan la apostura, y aun quieren saber los vestidos que tiene. Pero para entrar a seruir a Dios, el mas pobre es mas rico, el mas humilde de mejor linage; y con solo que se disponga con limpieça57 de coraçon a querer seruirle, luego le manda poner en el libro de sus gages, señalandoselos tan auentajados, que de muchos y de grandes, apenas pueden caber en su desseo.

Berg. Todo esso es predicar, Cipion amigo.

Cip. Assi me lo parece a mi, y assi callo.

Berg. A lo que me preguntaste del orden que tenia para entrar con amo, digo, que ya tu sabes que la humildad es la basa y fundamento de todas virtudes, y que sin ella no ay alguna58 que lo sea. Ella allana inconuenientes, vence dificultades, y es vn medio que siempre a gloriosos fines nos conduze; de los enemigos haze   —171→   amigos, templa la colera de los ayrados; y menoscaba la arrogancia de los soberuios59, es madre de la modestia, y hermana de la templança. En fin, con ella no pueden atrauesar triunfo que les sea de prouecho los vicios, porque en su blandura y mansedumbre se embotan   -fol. 247r-   y despuntan las flechas de los pecados; desta pues me aprouechaua yo, quando queria entrar a seruir en alguna casa, auiendo primero considerado y mirado muy bien ser casa que lo pudiesse mantener, y donde pudiesse entrar vn perro grande. Luego arrimauame a la puerta, y quando, a mi parecer, entraua algun forastero, le ladraua, y quando venia el señor, baxaua la cabeça, y mouiendo la cola me yua a el, y con la lengua le limpiaua los çapatos; si me echauan a palos, sufrialos, y con la misma mansedumbre boluia a hazer halagos al que me apaleaua, que ninguno segundaua, viendo mi porfia y mi noble termino. Desta manera, a dos porfias, me quedaua en casa; seruia bien, querianme luego bien, y nadie me despidio, si no era que yo me despidiesse, o, por mejor dezir, me fuesse; y tal vez hallé amo, que este fuera el dia que yo estuuiera en su casa, si la contraria suerte no me huuiera persegido.

Cip. De la misma manera que has contado entraua yo con los amos que tuue, y parece que nos leymos los pensamientos.

Berg. Como en essas cosas nos hemos encontrado, si no me engaño, y yo te las dire a   —172→   su tiempo, como tengo prometido, y aora escucha lo que me sucedio despues que dexé el ganado en poder de aquellos perdidos. Boluime a Seuilla, como dixe, que es amparo de pobres y refugio de desechados, que en su grandeza no solo caben los pequeños, pero no se echan de ver los grandes. Arrimeme a la puerta de vna gran casa de vn mercader, hize mis acostumbradas diligencias, y a pocos lances me quedé en ella.

Recibieronme para tenerme atado detras de la puerta de dia, y suelto de noche; seruia con gran cuydado y diligencia, ladraua a los forasteros, y gruñia a los que no eran muy conocidos; no dormia de noche, visitando los corrales, subiendo a los terrados, hecho vniuersal centinela de la mia y de las cosas agenas. Agradose tanto mi amo de   -fol. 247v-   mi buen seruicio, que mandó que me tratassen bien, y me diessen racion de pan y los huessos que se leuantassen o arrojassen de su mesa, con las sobras de la cozina, a lo que yo me mostraua agradecido, dando infinitos saltos quando veia a mi amo, especialmente quando venia de fuera, que eran tantas las muestras de regozijo que daua, y tantos los saltos, que mi amo ordenó que me desatassen y me dexassen andar suelto de dia y de noche. Como me vi suelto, corri a el, rodeele todo, sin osar llegarle con las manos, acordandome60 de la fabula de Ysopo, quando aquel asno, tan asno que quiso hazer a su señor las mismas caricias   —173→   que le hazia vna perrilla regalada suya, que le grangearon ser molido a palos. Pareciome que en esta fabula se nos dio a entender que las gracias y donayres de algunos no estan bien en otros. Apode el truhan, juegue de manos y boltee el istrion, rebuzne el picaro, imite el canto de los paxaros y los diuersos gestos y acciones61 de los animales y los hombres, el hombre baxo que se huuiere dado a ello, y no lo quiera hazer el hombre principal, a quien ninguna habilidad destas le puede dar credito ni nombre honroso.

Cip. Basta; adelante, Bergança, que ya estas entendido.

Berg. ¡Ojala62 que, como tu me entiendes, me entendiessen aquellos por quien lo digo, que no se que tengo de buen natural, que me pesa infinito quando veo que vn cauallero se haze chocarrero, y se precia que sabe jugar los cubiletes y las agallas, y que no ay quien como el sepa baylar la chacona! Vn cauallero conozco yo, que se alabaua que a ruegos de vn sacristan auia cortado de papel treynta y dos florones, para poner en vn monumento sobre paños negros, y destas cortaduras hizo tanto caudal, que assi lleuaua a sus amigos a verlas, como si los lleuara a ver las vanderas y despojos de enemigos, que sobre la sepultura de sus padres y abuelos estauan puestas.

Este mercader,   -fol. 248r-   pues, tenia dos hijos: el vno de doze y el otro de hasta catorze años, los   —174→   quales estudiauan gramatica en el estudio de la Compañia de Iesvs63 - 64; yuan con autoridad, con ayo y con pages, que les lleuauan los libros y aquel que llaman vademecum65. El verlos yr con tanto aparato en sillas, si hazia sol, en coche, si llouia, me hizo considerar y reparar en la mucha llaneza con que su padre yua a la lonja66 a negociar sus negocios, porque no lleuaua otro criado que vn negro, y algunas vezes se desmandaua a yr en vn machuelo, aun no bien adereçado.

Cip. Has de saber, Bergança, que es costumbre y condicion de los mercaderes de Seuilla, y aun de las otras ciudades, mostrar su autoridad y riqueza, no en sus personas, sino en las de sus hijos; porque los mercaderes son mayores en su sombra que en si mismos. Y como ellos por marauilla atienden a otra cosa que a sus tratos y contratos, tratanse modestamente. Y como la ambicion y la riqueza muere por manifestarse, rebienta por sus hijos, y assi los tratan y autorizan, como si fuessen hijos de algun Principe; y algunos ay que les procuran titulos, y ponerles en el pecho la marca que tanto distingue la gente principal de la plebeya.

Berg. Ambicion es, pero ambicion generosa, la de aquel que pretende mejorar su estado sin perjuyzio de tercero.

Cip. Pocas o ninguna vez se cumple con la ambicion, que no sea con daño de tercero.

  —175→  

Berg. Ya hemos dicho que no hemos de murmurar.

Cip. Si, que yo no murmuro de nadie.

Berg. Aora acabo de confirmar por verdad lo que muchas vezes he oydo dezir. Acaba vn maldiziente murmurador de echar a perder diez linages, y de caluniar veynte buenos; y si alguno le reprehende por lo que ha dicho, responde que el no ha dicho nada, y que si ha dicho algo, no lo ha dicho por tanto, y que si pensara que alguno se auia de agrauiar, no lo dixera. A la fe, Cipion,   -fol. 248v-   mucho ha de saber, y muy sobre los estriuos ha de andar, el que quisiere sustentar dos horas de conuersacion sin tocar los limites de la murmuracion; porque yo veo en mi, que, con ser vn animal como soy, a quatro razones que digo me acuden palabras a la lengua, como mosquitos al vino, y todas maliciosas y murmurantes. Por lo qual bueluo a dezir lo que otra vez he dicho, que el hazer y dezir mal lo heredamos de nuestros primeros padres, y lo mamamos en la leche. Veese claro, en que apenas ha sacado el niño el braço de las faxas, quando leuanta la mano con muestras de querer vengarse de quien, a su parecer, le ofende; y casi la primera palabra articulada que habla, es llamar puta a su ama o a su madre.

Cip. Assi es verdad, y yo confiesso mi yerro, y quiero que me le perdones, pues te he perdonado tantos; echemos pelillos a la mar, como dizen los muchachos, y no murmuremos de   —176→   aqui adelante, y sigue tu cuento, que le dexaste en la autoridad con que los hijos del mercader tu amo yuan al estudio de la Compañia de Iesvs67.

Berg. A el me encomiendo en todo acontecimiento, y aunque el dexar de murmurar lo tengo por dificultoso, pienso vsar de vn remedio que ohi dezir que vsaua vn gran jurador, el qual, arrepentido de su mala costumbre, cada vez que despues de su arrepentimiento juraua, se daua vn pellizco en el braço, o besaua la tierra, en pena de su culpa; pero con todo esto, juraua. Assi yo, cada vez que fuere contra el precepto que me has dado de que no murmure, y contra la intencion que tengo de no murmurar, me mordere el pico de la lengua, de modo que me duela y me acuerde de mi culpa, para no boluer a ella.

Cip. Tal es esse remedio, que, si vsas del, espero que te has de morder tantas vezes, que has de quedar sin lengua, y assi quedarás impossibilitado de murmurar.

Berg. A lo menos yo hare de mi parte mis diligencias,   -fol. 249r-   y supla las faltas el cielo. Y assi digo, que los hijos de mi amo se dexaron vn dia vn cartapacio en el patio, donde yo a la sazon estaua; y como estaua enseñado a lleuar la esportilla del gifero mi amo, assi68 del vademecum y fuyme tras ellos, con intencion de no soltalle hasta el estudio; sucediome   —177→   todo como lo desseaua, que mis amos que me vieron venir con el vademecum en la boca, assido sotilmente69 de las cintas, mandaron a vn page70 me le quitasse, mas yo no lo consenti, ni le solte hasta que entré en el aula con el, cosa que causó risa a todos los estudiantes. Llegueme al mayor de mis amos, y, a mi parecer, con mucha criança, se le puse en las manos, y quedeme sentado en cuclillas a la puerta del aula, mirando de hito en hito al maestro que en la cathedra leia.

No se que tiene la virtud, que con alcançarseme a mi tan poco o nada della, luego recibi71 gusto de ver el amor, el termino, la solicitud y la industria con que aquellos benditos padres y maestros enseñauan a aquellos niños, endereçando las tiernas varas de su juuentud, porque no torciessen ni tomassen mal siniestro en el camino de la virtud, que juntamente con las letras les mostrauan. Consideraua como los reñian con suauidad, los castigauan con misericordia, los animauan con exemplos, los incitauan con premios y los sobrelleuauan con cordura; y, finalmente, como les pintauan la fealdad y horror de los vicios, y les dibuxauan la hermosura de las virtudes, para que, aborrecidos ellos y amadas ellas, consiguiessen el fin para que fueron criados.

Cip. Muy bien dizes, Bergança, porque yo   —178→   he oydo dezir dessa bendita gente, que para republicos del mundo no los ay tan prudentes en todo el, y para guiadores y adalides del camino del cielo, pocos les llegan. Son espejos donde se mira la honestidad, la catholica72 dotrina, la singular prudencia y, finalmente, la humildad profunda,   -fol. 249v-   basa sobre quien se leuanta todo el edificio de la bienauenturança.

Berg. Todo es assi como lo dizes, y siguiendo mi historia, digo que mis amos gustaron de que les lleuasse siempre el vademecum, lo que hize de muy buena voluntad, con lo qual tenia vna vida de rey, y aun mejor, porque era descansada, a causa que los estudiantes dieron en burlarse conmigo, y domestiqueme con ellos de tal manera, que me metian la mano en la boca, y los mas chiquillos subian sobre mi. Arrojauan los bonetes o sombreros, y yo se los boluia a la mano limpiamente y con muestras de grande regozijo. Dieron en darme de comer quanto73 ellos podian, y gustauan de ver que, quando me dauan nuezes, o auellanas, las partia como mona, dexando las cascaras y comiendo lo tierno. Tal huuo que, por hazer prueua de mi habilidad, me truxo en vn pañuelo gran cantidad de ensalada, la qual comi como si fuera persona, era tiempo de inuierno, quando campean en Seuilla los molletes y mantequillas, de quien era tan bien74   —179→   seruido, que mas de dos Antonios75 se empeñaron o vendieron, para que yo almorçasse.

Finalmente, yo passaua vna vida de estudiante sin hambre y sin sarna, que es lo mas que se puede encarecer para dezir que era buena; porque si la sarna y la hambre no fuessen tan vnas con los estudiantes, en las vidas no auria otra de mas gusto y passatiempo, porque corren parejas en ella la virtud y el gusto, y se passa la mocedad aprendiendo y holgandose. Desta gloria y desta quietud me vino a quitar vna señora, que, a mi parecer, llaman por ahi razon de estado, que, quando con ella se cumple, se ha de descumplir con otras razones muchas. Es el caso, que [a] aquellos señores maestros les parecio que, la media hora que ay de licion a licion, la ocupauan los estudiantes, no en repassar las liciones, sino en holgarse conmigo, y assi ordenaron a mis amos que no me lleuassen mas al estudio;   -fol. 250r-   obedecieron, boluieronme a casa y a la antigua guarda de la puerta, y sin acordarse señor el viejo de la merced que me auia hecho, de que de dia y de noche anduuiesse suelto, bolui a entregar el cuello a la cadena, y el cuerpo a vna esterilla que detras de la puerta me pusieron.

¡Ay, amigo Cipion, si supiesses quan dura cosa es de sufrir el passar de vn estado felize a vn desdichado! Mira: quando las miserias y desdichas tienen larga la corriente, y son continuas, o se acaban presto con la muerte, o la continuacion dellas haze vn habito y costumbre   —180→   en padezellas76, que suele, en su mayor rigor, seruir de aliuio; mas quando de la suerte desdichada y calamitosa, sin pensarlo y de improuiso se sale a gozar de otra suerte prospera, venturosa y alegre, y de alli a poco se buelue a padecer la suerte primera y a los primeros trabajos y desdichas, es vn dolor tan riguroso, que, si no acaba la vida, es por atormentarla mas viuiendo.

Digo, en fin, que bolui a mi racion perruna, y a los huesos77 que vna negra de casa me arrojaua; y aun estos me dezmauan dos gatos romanos, que, como sueltos y ligeros, erales facil quitarme lo que no caia debaxo del distrito que alcançaua mi cadena. Cipion hermano, assi el cielo te conceda el bien que desseas, que, sin que te enfades, me dexes aora filosofar vn poco, porque si dexasse de dezir las cosas que en este instante me han venido a la memoria, de aquellas que entonces me ocurrieron, me parece que no seria mi historia cabal, ni de fruto alguno.

Cip. Aduierte, Bergança, no sea tentacion del demonio essa gana de filosofar que dizes te ha venido; porque no tiene la murmuracion mejor velo para paliar y encubrir su maldad disoluta78, que darse a entender el murmurador que todo quanto dize son sentencias de filosofos, y79 que el dezir mal es reprehension, y el   —181→   descubrir los defetos agenos buen zelo. Y no ay vida de ningun murmurante, que si la consideras y escudriñas, no la halles llena de vicios y de   -fol. 250v-   insolencias, y debaxo de saber esto, filosofea aora quanto quisieres.

Berg. Seguro puedes estar, Cipion, de que mas murmure, porque assi lo tengo prosupuesto. Es pues el caso, que como me estaua todo el dia ocioso, y la ociosidad sea madre de los pensamientos, di en repassar por la memoria algunos latines que me quedaron en ella, de mucho que ohi quando fuy con mis amos al estudio, con que a mi parecer me hallé algo mas mejorado de entendimiento, y determiné, como si hablar supiera, aprouecharme dellos en las ocasiones que se me ofreciessen; pero en manera diferente de la que se suelen aprouechar algunos ignorantes. Ay algunos romancistas que en las conuersaciones disparan de quando en quando con algun latin breue y compendioso, dando a entender a los que no lo entienden que son grandes latinos, y apenas saben declinar vn nombre, ni conjugar vn verbo.

Cip. Por menor daño tengo esse, que el que hazen los que verdaderamente saben latin, de los quales ay algunos tan imprudentes, que hablando con vn çapatero, o con vn sastre, arrojan latines como agua.

Berg. Desso podremos80 inferir que tanto peca el que dize latines delante de quien los ignora, como el que los dize ignorandolos.

  —182→  

Cip. Pues otra cosa puedes aduertir, y es que ay algunos que no les escusa el ser latinos de ser asnos.

Berg. Pues, ¿quien lo duda? La razon esta clara, pues quando en tiempo de los romanos hablauan todos latin, como lengua materna suya, algun majadero auria entre ellos, a quien no escusaria el hablar latin dexar de ser necio.

Cip. Para saber callar en romance y hablar en latin, discrecion es menester, hermano Bergança.

Berg. Assi es, porque tambien81 se puede dezir vna necedad en latin, como en romance, y yo he visto letrados tontos, y gramaticos pesados, y romancistas vareteados con sus listas de latin, que con mucha facilidad pueden enfadar al mundo, no vna, sino muchas vezes.

Cip. Dexemos esto, y comiença a dezir   -fol. 251r-   tus filosofias.

Berg. Ya las he dicho: estas son que acabo de dezir.

Cip. ¿Quales?

Berg. Estas de los latines y romances, que yo comence y tu acabaste.

Cip. ¿Al murmurar llamas filosofar?82 ¡Assi va ello! ¡Canoniça, canoniça, Bergança, a la maldita plaga de la murmuracion, y dale el nombre que quisieres, que ella dara a nosotros el de cinicos, que quiere dezir perros murmuradores!;   —183→   y por tu vida que calles ya, y sigas tu historia.

Berg. ¿Como la tengo de seguir, si callo?

Cip. Quiero dezir que la sigas de golpe, sin que la hagas que parezca pulpo, segun la vas añadiendo colas.

Berg. Habla con propiedad, que no se llaman colas las del pulpo.

Cip. Esse es el error que tuuo el que dixo que no era torpedad ni vicio nombrar las cosas por sus propios nombres, como si no fuesse mejor, ya que sea forçoso nombrarlas, dezirlas por circunloquios y rodeos, que templen la asquerosidad que causa el oyrlas por sus mismos nombres. Las honestas palabras dan indicio de la honestidad del que las pronuncia o las escriue.

Berg. Quiero creerte, y digo que no contenta mi fortuna de auerme quitado de mis estudios, y de la vida que en ellos passaua, tan regozijada y compuesta, y auerme puesto atrayllado tras de vna puerta, y de auer trocado la liberalidad de los estudiantes en la mezquinidad de la negra, ordenó de sobresaltarme en lo que ya por quietud y descanso tenia. Mira, Cipion, ten por cierto y aueriguado, como yo lo tengo, que al desdichado las desdichas le buscan y le hallan, aunque se esconda en los vltimos rincones de la tierra; digolo, porque la negra de casa estaua enamorada de vn negro, assimismo esclauo de casa, el qual negro dormia en el çaguan, que es entre la puerta de la calle y la de en medio, detras de la qual yo estaua,   —184→   y no se podian juntar sino de noche, y para esto auian hurtado o contrahecho las llaues, y assi las mas de las noches baxaua la negra, y tapandome la boca con algun pedaço de carne o queso, abria al negro, con quien se daua buen   -fol. 251v-   tiempo, facilitandolo mi silencio, y a costa de muchas cosas que la negra hurtaua. Algunos dias me estragaron la conciencia las dadiuas de la negra, pareciéndome que sin ellas se me apretarian las hijadas, y daria de mastin en galgo. Pero, en efeto, lleuado de mi buen natural, quise responder a lo que a mi amo deuia, pues tiraua sus gages y comia su pan, como lo deuen hazer, no solo los perros honrados, a quien se les da renombre de agradecidos, sino todos aquellos que siruen.

Cip. Esto si, Bergança, quiero que passe por filosofia, porque son razones que consisten en buena verdad y en buen entendimiento, y adelante, y no hagas soga, por no dezir cola, de tu historia.

Berg. Primero te quiero rogar me digas, si es que lo sabes, que quiere dezir filosofia, que aunque yo la nombro, no se lo que es; solo me doy a entender que es cosa buena.

Cip. Con breuedad te la diré. Este nombre se compone de dos nombres griegos, que son, filos y sofia: filos quiere dezir amor, y sofia la ciencia: assi que filosofia significa amor de la ciencia, y filosofo, amador de la ciencia.

Berg. Mucho sabes, Cipion; ¿quien diablos te enseñó a ti nombres griegos?

  —185→  

Cip. Verdaderamente, Bergança, que eres simple, pues desto hazes caso, porque estas son cosas que las saben los niños de la escuela, y tambien ay quien presuma saber la lengua griega, sin saberla, como la latina, ignorandola.

Berg. Esso es lo que yo digo, y quisiera que a estos tales los pusieran en vna prensa, y a fuerça de bueltas les sacaran el jugo83 de lo que saben, porque no anduuiessen engañando el mundo, con el oropel de sus greguescos rotos y sus latines falsos, como hazen los portuguesses con los negros de Guinea.

Cip. Aora84 si, Bergança, que te puedes morder la lengua, y tarazarmela yo, porque todo quanto dezimos es murmurar.

Berg. Si que no estoy obligado a hazer lo que he oydo dezir que   -fol. 252r-   hizo vno llamado Corondas Tyrio85, el qual puso ley que ninguno entrasse en el ayuntamiento de su ciudad con armas, so pena de la vida. Descuydose desto, y otro dia entró en el Cabildo ceñida la espada; aduirtieronselo, y acordandose de la pena por el puesta, al momento desembaynó su espada, y se passó con ella el pecho, y fue el primero que puso y quebrantó la ley, y pagó la pena. Lo que yo dixe no fue poner ley, sino prometer que me morderia la lengua quando murmurasse; pero aora no van las cosas por el tenor y rigor de las antiguas; oy se haze vna ley, y mañana   —186→   se rompe, y quiza conuiene que assi sea. Aora promete vno de enmendarse de sus vicios, y de alli a vn momento cae en otros mayores. Vna cosa es alabar la disciplina, y otra el darse con ella, y, en efeto, del dicho al hecho ay gran trecho. ¡Muerdase el diablo, que yo no quiero morderme, ni hazer finezas detras de vna estera, donde de nadie soy visto que pueda alabar mi honrosa determinacion!

Cip. Segun esso, Bergança, si tu fueras persona, fueras hypocrita, y todas las obras que hizieras, fueran aparentes, fingidas, y falsas, cubiertas con la capa de la virtud, solo porque te alabaran, como todos los hypocritas hazen.

Berg. No se lo que entonces hiziera; esto se que quiero hazer aora, que es no morderme, quedandome tantas cosas por dezir, que no se como ni quando podre acabarlas, y mas estando temeroso que al salir del sol nos hemos de quedar a escuras, faltandonos la habla.

Cip. Mejor lo hara el cielo; sigue tu historia, y no te desuies del camino carretero con impertinentes digresiones, y assi, por larga que sea, la acabarás presto.

Berg. Digo, pues, que auiendo visto la insolencia, ladronicio y deshonestidad de los negros, determiné como buen criado estoruarlo, por los mejores medios que pudiesse, y pude tan bien86, que sali con mi intento. Baxaua la negra, como has oydo, a refocilarse con   -fol. 252v-   el negro, fiada en que me enmudecian los pedaços   —187→   de carne, pan, o queso, que me arrojaua... ¡Mucho pueden las dadiuas, Cipion!

Cip. Mucho; no te diuiertas, passa adelante.

Berg. Acuerdome, que quando estudiaua, ohi dezir al precetor vn refran latino, que ellos llaman adagio, que dezia: Habet bobem in lingua87.

Cip. ¡O que en hora mala ayays encaxado vuestro latin!; ¿tan presto se te ha oluidado lo que poco ha diximos contra los que entremeten latines en las conuersaciones de romance?

Berg. Este latin viene aqui de molde, que has de saber, que los athenienses vsauan, entre otras, de vna moneda sellada con la figura de vn buey; y quando algun juez dexaua de dezir, o hazer, lo que era razon y justicia, por estar cohechado, dezian: «Este tiene el buey en la lengua.»

Cip. La aplicacion falta.

Berg. ¿No esta bien clara, si las dadiuas de la negra me tuuieron muchos dias mudo, que ni queria, ni osaua ladrarla, quando baxaua a verse con su negro enamorado?; por lo que bueluo a dezir que pueden mucho las dadiuas.

Cip. Ya te he respondido, que pueden mucho, y si no fuera por no hazer aora vna larga digression, con mil exemplos prouara lo mucho que las dadiuas pueden, mas quizá lo dire, si el cielo me concede tiempo, lugar, y habla para contarte mi vida.

Berg. Dios te de lo que desseas, y escucha. Finalmente, mi buena intencion rompio por las   —188→   malas dadiuas de la negra, a la qual, baxando vna noche muy escura a su acostumbrado passatiempo, arremeti sin ladrar, porque no se alborotassen los de casa, y en vn instante le hize pedaços toda la camisa, y le arranqué vn pedaço de muslo, burla que fue bastante a tenerla de veras mas de ocho dias en la cama, fingiendo para con sus amos no se que enfermedad. Sanó, boluio otra noche, y yo bolui a la pelea con mi perra,   -fol. 253r-   y, sin morderla, la arañé todo el cuerpo, como si la huuiera cardado como manta. Nuestras batallas eran a la sorda, de las quales salia siempre vencedor, y la negra malparada, y peor contenta88. Pero sus enojos se parecian bien en mi pelo89 y en mi salud, alçoseme con la racion y los huessos, y los mios poco a poco yuan señalando los nudos del espinazo.

Con todo esto, aunque me quitaron el comer, no me pudieron quitar el ladrar. Pero la negra, por acabarme de vna vez, me truxo vna esponja frita con manteca; conoci la maldad, vi que era peor que comer çarazas, porque a quien la come se le hincha el estomago, y no sale del sin lleuarse tras si la vida. Y pareciendome ser impossible guardarme de las assechanças de tan indignados enemigos, acorde de poner tierra en medio, quitandomeles delante de los ojos. Halleme vn dia suelto, y sin dezir a Dios a ninguno de casa, me puse en la calle, y a menos   —189→   de cien pasos90 me deparó la suerte al alguazil que dixe al principio de mi historia, que era grande amigo de mi amo Nicolas el romo, el qual, apenas me huuo visto, quando me conocio, y me llamó por mi nombre; tambien le conoci yo, y al llamarme me llegué a el con mis acostumbradas ceremonias y caricias; assiome91 del cuello, y dixo a dos corchetes suyos: «Este es famoso perro de ayuda92, que fue de vn grande amigo mio; lleuemosle a casa.» Holgaronse los corchetes, y dixeron que si era de ayuda, a todos seria de prouecho. Quisieron assirme93 para lleuarme, y mi amo dixo que no era menester assirme94, que yo me yria, porque le conocia. Haseme oluidado dezirte que las carlancas con puntas de azero que saqué quando me desgarré y ausenté del ganado, me las quito vn gitano en vna venta, y ya en Seuilla andaua sin ellas; pero el alguazil me puso vn collar tachonado todo de laton morisco. Considera, Cipion, aora95 esta rueda variable de la   -fol. 253v-   fortuna mia: ayer me vi estudiante, y oy me vees corchete.

Cip. Assi va el mundo, y no ay para que te pongas aora a esagerar96 los bayuenes de fortuna, como si huuiera mucha diferencia de ser moço de vn gifero, a serlo de vn corchete. No   —190→   puedo sufrir, ni lleuar en paciencia, oyr las quexas que dan de la fortuna algunos hombres, que la mayor que tuuieron fue tener premissas y esperanças de llegar a ser escuderos; ¡con que maldiciones la maldizen, con quantos improperios la deshonran, y no por mas de que porque piense el que los oye, que de alta, prospera, y buena ventura han venido a la desdichada y baxa en que los miran!

Berg. Tienes razon, y has de saber que este alguazil tenia amistad con vn escriuano, con quien se acompañaua; estauan los dos amancebados con dos mugerzillas, no de poco mas a menos, sino de menos en todo; verdad es que tenian algo de buenas caras; pero mucho de desenfado y de taymeria putesca. Estas les seruian de red y de ançuelo para pescar en seco, en esta forma: vestianse de suerte que por la pinta descubrian la figura, y a tiro de arcabuz mostrauan ser damas de la vida libre; andauan siempre a caça de estrangeros, y quando llegaua la vendexa97 a Caliz y a Seuilla, llegaua la huella de su ganancia, no quedando breton98 con quien no embistiessen; y en cayendo el grasiento con alguna destas limpias, auisauan al alguazil y al escriuano, adonde y a que posada yuan; y en estando juntos, les dauan assalto, y los prendian por amancebados; pero nunca los lleuauan a la carcel, a causa que los estrangeros siempre redimian99 la vexacion con dineros.

  —191→  

Sucedio, pues, que la Colindres100, que assi se llamaua la amiga del alguazil, pescó vn breton, vnto y visunto101; concerto con el cena y noche en su posada; dio el cañuto a su amigo, y apenas se auian desnudado, quando el alguazil, el escriuano, dos corchetes, y yo, dimos con ellos. Alborotaronse   -fol. 254r-   los amantes, esageró102 el alguazil el delito, [y] mandolos vestir a toda priessa, para lleuarlos a la carcel. Afligiose el breton, terció, mouido de caridad, el escriuano, y, a puros ruegos, reduxo la pena a solos cien reales. Pidio el breton vnos follados de camuza que auia puesto en vna silla a los pies de la cama, donde tenia dineros para pagar su libertad, y no parecieron los follados, ni podian parecer, porque assi como yo entré en el aposento, llegó a mis narizes vn olor de tozino103, que me consolo todo; descubrile con el olfato, y hallele en vna faldriquera de los follados; digo que hallé en ella vn pedaço de jamon104 famoso105, y por gozarle y poderle sacar sin rumor, saqué los follados a la calle, y alli me entregué en el jamon106 a toda mi voluntad, y quando bolui al aposento, hallé que el breton daua vozes, diziendo en lenguage adultero y bastardo, aunque se entendia, que le boluiessen sus calças, que en ellas tenia «cinquenta107 escuti doro108   —192→   in oro»; imaginó el escriuano, o que la Colindres, o los corchetes, se los auian robado; el alguazil penso lo mismo, llamolos a parte, no confesso ninguno, y dieronse al diablo todos.

Viendo yo lo que passaua, bolui a la calle, donde auia dexado los follados, para boluerlos, pues a mi no me aprouechaua nada el dinero; no los hallé, porque ya algun venturoso que passó se los auia lleuado. Como el alguazil vio que el breton no tenia dinero para el cohecho, se desesperaua, y penso sacar de la huespeda de casa lo que el breton no tenia; llamola, y vino medio desnuda, y como oyo las vozes y quexas del breton, y a la Colindres desnuda y llorando, al alguazil en colera, y al escriuano enojado, y a los corchetes despauilando lo que hallauan en el aposento, no le plugo mucho. Mandó el alguazil que se cubriesse y se viniesse con el a la carcel, porque consentia en su casa hombres y mugeres de mal viuir.

¡Aqui fue ello; aqui si que   -fol. 254v-   fue quando se aumentaron las vozes y crecio la confusion! Porque dixo la huespeda: «Señor alguazil y señor escriuano, no conmigo tretas, que entreuo toda costura; no conmigo dixes, ni poleos109; callen la boca, y vayanse con Dios; si no, por mi santiguada, que arroje el bodegon por la ventana, y que saque a plaça110 toda la chirinola111 desta historia, que bien conozco a la señora Colindres, y se que ha muchos meses que es su cobertor   —193→   el señor alguazil, y no hagan que me aclare mas, sino bueluase el dinero a este señor, y quedemos todos por buenos; porque yo soy muger honrada, y tengo vn marido con su carta de112 executoria, y con a perpenan rei de memoria113, con sus colgaderos114 de plomo, ¡Dios sea loado!, y hago este oficio muy limpiamente y sin daño de barras. El aranzel tengo clauado115 donde todo el mundo le vea, y no conmigo cuentos, que por Dios que se despoluorearme. ¡Bonita soy yo para que por mi orden entren mugeres con los huespedes! Ellos tienen las llaues de sus aposentos, y yo no soy quinze116, que tengo de ver tras siete paredes.»

Pasmados quedaron mis amos de auer oydo la arenga de la huespeda, y de ver como les leia la historia de sus vidas; pero como vieron que no tenian de quien sacar dinero, si della no, porfiauan en lleuarla a la carcel. Quexauase ella al cielo de la sinrazon y justicia que la117 hazian, estando su marido ausente, y siendo tan principal hidalgo. El breton bramaua por sus cinquenta118 escuti. Los corchetes porfiauan que ellos no auian visto los follados, ni Dios permitiesse lo tal. El escriuano, por lo callado, insistia al alguazil que mirasse los vestidos de la Colindres, que le daua sospecha que ella deuia de tener los cinquenta119 escuti,   —194→   por tener de costumbre visitar los escondrijos y faldriqueras de aquellos que con ella se emboluian. Ella dezia que el breton estaua borracho, y que deuia de mentir en lo del dinero. En   -fol. 255r-   efecto, todo era confusion, gritos y juramentos, sin lleuar modo de apaziguarse, ni se apaziguaran, si al instante no entrara en el aposento el teniente de Assistente, que, viniendo a visitar aquella posada, las vozes le lleuaron adonde era la grita. Preguntó la causa de aquellas vozes, la huespeda se la dio muy por menudo. Dixo quien era la ninfa Colindres, que ya estaua vestida; publicó120 la publica amistad suya y del alguazil; echó en calle sus tretas y modo de robar; disculpose a si misma de que con su consentimiento jamas auia entrado en su casa muger de mala sospecha; canonizose por santa, y a su marido por vn bendito, y dio vozes a vna moça, que fuesse corriendo y truxesse de vn cofre la carta executoria de su marido, para que la viesse el señor tiniente121, diziendole que por ella echaria de ver que muger de tan honrado marido no podia hazer cosa mala; y que si tenia aquel oficio de casa de camas122, era a no poder mas, que Dios sabia lo que le pesaua, y si123 quisiera ella tener alguna renta y pan quotidiano para passar la vida, que tener aquel exercicio.

El teniente, enfadado de su mucho hablar y   —195→   presumir de executoria, le dixo: «Hermana camera, yo quiero creer que vuestro marido tiene carta de hidalguia, con que vos me confesseys que es hidalgo mesonero.» «Y con mucha honra», respondio la huespeda, «y, ¿que linage ay en el mundo, por bueno que sea, que no tenga algun dime y direte?» «Lo que yo os124 digo, hermana, es que os cubrays, que aueys de venir a la carcel», la qual nueua dio con ella en el suelo; arañose el rostro, alçó el grito, pero con todo esso el teniente, demasiadamente seuero, los lleuó a todos a la carcel, conuiene a saber: al breton, a la Colindres y a la huespeda. Despues supe que el breton perdio sus cinquenta125 escuti, y mas diez en que126 le condenaron en las costas. La huespeda pagó otro tanto, y la Colindres salio libre por la puerta afuera127. Y, el   -fol. 255v-   mismo dia que la soltaron, pescó a vn marinero, que pagó por el breton, con el mismo embuste del soplo; por que veas, Cipion, quantos y quan grandes inconuenientes nacieron de mi golosina.

Cip. Mejor dixeras de la vellaqueria de tu amo.

Berg. Pues escucha, que aun mas adelante tirauan la barra, puesto que me pesa de dezir mal de alguaziles y de escriuanos.

Cip. Si, que dezir mal de vno, no es dezirlo   —196→   de todos; si que muchos y muy muchos escriuanos ay buenos, fieles y legales, y amigos de hazer plazer, sin daño de tercero; si que no todos entretienen los pleytos, ni auisan a las partes; ni todos lleuan mas de sus derechos; ni todos van buscando e inquiriendo las vidas agenas, para ponerlas en tela de juyzio; ni todos se aunan con el juez para hazeme la barba, y hazerte he el copete; ni todos los alguaziles se conciertan con los vagamundos128 y fulleros; ni tienen129 todos las amigas de tu amo para sus embustes. Muchos y muy muchos ay hidalgos por naturaleza, y de hidalgas condiciones; muchos no son arrojados, insolentes, ni mal criados, ni rateros, como los que andan por los mesones midiendo las espadas a los estrangeros, y hallandolas vn pelo mas de la marca, destruyen a sus dueños. Si que no todos como prenden sueltan, y son juezes, y abogados, quando quieren.

Berg. Mas alto picaua mi amo; otro camino era el suyo: presumia de valiente y de hazer prisiones famosas; sustentaua la valentia, sin peligro de su persona, pero a costa de su bolsa. Vn dia acometio en la puerta de Xerez el solo a seys famosos rufianes, sin que yo le pudiesse ayudar en nada, porque lleuaua con vn freno de cordel impedida la boca -que assi me traia de dia, y de noche me le quitaua-; quedé marauillado de ver su atreuimiento, su brio y su denuedo. Assi se entraua y salia por las seys   —197→   espadas de los rufos, como si fueran varas de mimbre; era cosa marauillosa ver la ligereza   -fol. 256r-   con que acometia, las estocadas que tiraua, los reparos, la cuenta, el ojo alerta, porque no le tomassen las espaldas. Finalmente, el quedó, en mi opinion y en la de todos quantos la pendencia miraron y supieron, por vn nueuo Rodamonte. Auiendo lleuado a sus enemigos desde la puerta de Xerez130 hasta los marmoles del colegio de Mase Rodrigo, que ay mas de cien pasos131, dexolos encerrados, y boluio a coger los trofeos de la batalla, que fueron tres vaynas, y luego se las fue a mostrar al Assistente, que, si mal no me acuerdo, lo era entonces el Licenciado Sarmiento de Valladares, famoso por la destruycion de la Sauzeda132. Mirauan a mi amo por las calles do passaua, señalandole con el dedo, como si dixeran: «Aquel es el valiente que se atreuio a reñir solo con la flor de los brauos de la Andaluzia.» En dar bueltas a la ciudad, para dexarse ver, se passó lo que quedaua del dia: y la noche nos halló en Triana, en vna calle junto al Molino de la poluora; y auiendo mi amo auizorado, como en la jacara se dize, si alguien le veia, se entró en vna casa133, y yo tras el, y hallamos en vn patio a todos los jayanes de la pendencia, sin capas, ni espadas, y todos desabrochados; y vno, que deuia de ser el huesped, tenia vn gran jarro de vino en la vna mano, y en la otra vna copa grande de taberna,   —198→   la qual, colmandola de vino generoso y espumante, brindaua a134 toda la compañia.

Apenas huuieron visto a mi amo, quando todos se fueron a el con los braços abiertos, y todos le brindaron y el hizo la razon a todos, y aun la hiziera a otros tantos, si le fuera algo en ello, por ser de condicion afable, y amigo de no enfadar a nadie por pocas cosas. Quererte yo contar aora lo que alli se trató, la cena que cenaron, las peleas que se contaron, los hurtos que se refirieron, las damas que de su trato se calificaron, y las que se reprouaron, las alabanças que los vnos a los otros se dieron, los brauos   -fol. 256v-   ausentes que se nombraron, la destreza que alli se puso en su punto, leuantandose en mitad135 de la cena a poner en pratica136 las tretas que se les ofrecian, esgrimiendo con las manos, los vocablos tan esquisitos137 de que vsauan, y, finalmente, el talle de la persona del huesped, a quien todos respetauan como a señor y padre, sería meterme en vn laberinto donde no me fuesse possible salir quando quisiesse.

Finalmente, vine a entender con toda certeza que el dueño de la casa, a quien llamauan Monipodio, era encubridor de ladrones y pala de rufianes, y que la gran pendencia de mi amo auia sido primero concertada con ellos, con las circunstancias del retirarse y de dexar las   —199→   vaynas, las quales pagó mi amo alli luego de contado, con todo quanto Monipodio dixo que auia costado la cena, que se concluyó casi al amanecer, con mucho gusto de todos. Y fue su postre dar soplo a mi amo de vn rufian forastero, que nueuo y flamante auia llegado a la ciudad; deuia de ser mas valiente que ellos, y de embidia le soplaron. Prendiole mi amo la siguiente noche desnudo en la cama, que, si vestido estuuiera, yo vi en su talle que no se dexara prender tan a mansalua.

Con esta prision, que sobreuino sobre la pendencia, crecio la fama de mi cobarde, que lo era mi amo mas que vna liebre, y a fuerça de meriendas y tragos sustentaua la fama de ser valiente; y todo quanto con su oficio y con sus inteligencias grangeaua, se le yua, y desaguaua por la canal de la valentia. Pero ten paciencia, y138 escucha aora vn cuento que le sucedio, sin añadir ni quitar de la verdad vna tilde.

Dos ladrones hurtaron en Antequera vn cauallo muy bueno; truxeronle a Seuilla, y para venderle sin peligro vsaron de vn ardid, que a mi parecer tiene del agudo y del discreto. Fueronse a posar a posadas diferentes, y el vno se fue a la justicia, y pidio por vna peticion, que Pedro de Losada le deuia   -fol. 257r-   quatrocientos reales prestados, como parecia por vna cedula firmada de su nombre, de la qual hazia presentacion. Mandó el tiniente que el tal Losada reconociesse la cedula; y que si la reconociesse, le sacassen   —200→   prendas de la cantidad o le pusiessen en la carcel. Tocó hazer esta diligencia a mi amo, y al escriuano su amigo. Lleuoles el ladron a la posada del otro, y al punto reconocio su firma, y confesso la deuda, y señaló por prenda de la execucion el cauallo, el qual, visto por mi amo, le crecio el ojo y le marcó por suyo, si acaso se vendiesse. Dio el ladron por passados los terminos de la ley, y el cauallo se puso en venta, y se remató en quinientos reales en vn tercero, que mi amo echó de manga, para que se le comprasse. Valia el cauallo tanto y medio mas139 de lo que dieron por el. Pero como el bien del vendedor estaua en la breuedad de la venta, a la primer postura remató su mercaduria. Cobró el vn ladron la deuda que no le deuian, y el otro la carta de pago que no auia menester, y mi amo se quedó con el cauallo, que para el fue peor que el Seyano140 lo fue para sus dueños.

Mondaron luego la haza141 los ladrones, y de alli a dos dias, despues de auer trastejado mi amo las guarniciones y otras faltas del cauallo, parecio sobre el en la plaça de San Francisco, mas hueco y pomposo que aldeano vestido de fiesta. Dieronle mil parabienes de la buena compra, afirmandole que valia ciento y cinquenta142 ducados, como vn hueuo vn marauedi143; y el, bolteando y reboluiendo el   —201→   cauallo, representaua su tragedia en el teatro de la referida plaça. Y estando en sus caracoles y rodeos, llegaron dos hombres de buen talle y de mejor ropage, y el vno dixo: «¡Viue Dios, que este es Pie de hierro mi cauallo, que ha pocos dias que me le hurtaron en Antequera!» Todos los que venian con el, que eran quatro criados, dixeron que assi era la verdad, que aquel era Pie de hierro, el cauallo que le auian hurtado. Pasmose mi amo, querellose   -fol. 257v-   el dueño, huuo prueuas, y fueron las que hizo el dueño tan buenas, que salio la sentencia en su fauor, y mi amo fue desposseydo del cauallo. Supose la burla y la industria de los ladrones, que por manos e interuencion de la misma justicia vendieron lo que auian hurtado, y casi todos se holgauan de que la codicia de mi amo le huuiesse rompido el saco.

Y no paró en esto su desgracia, que aquella noche, saliendo a rondar el mismo144 Assistente, por auerle dado noticia que hazia los barrios de San Iulian andauan ladrones, al passar de vna encruzijada, vieron passar vn hombre corriendo, y dixo a este punto el Assistente, assiendome145 por el collar y çuçandome: «¡Al ladron, Gauilan; ea Gauilan hijo, al ladron, al ladron!» Yo, a quien ya tenian cansado las maldades de mi amo, por cumplir lo que el señor Assistente me mandaua, sin discrepar en nada, arremeti con mi propio amo, y sin que pudiesse   —202→   valerse, di con el en el suelo, y si no me le quitaran, yo hiziera a mas de a quatro vengados; quitaronme, con mucha pesadumbre de entrambos. Quisieran los corchetes castigarme, y aun matarme a palos, y lo hizieran si el Assistente no les dixera: «No le toque nadie, que el perro hizo lo que yo le mandé.» Entendiose la malicia, y yo, sin despedirme de nadie, por vn agujero de la muralla, sali al campo, y antes que amaneciesse me puse en Mayrena, que es vn lugar que esta quatro leguas de Seuilla.

Quiso mi buena suerte que hallé alli vna compañia de soldados, que segun ohi dezir se yuan a embarcar a Cartagena. Estauan en ella quatro rufianes, de los amigos de mi amo; y el atambor era vno que auia sido corchete y gran chocarrero, como lo suelen ser los mas atambores. Conocieronme todos, y todos me hablaron, y assi me preguntauan por mi amo, como si les huuiera de responder. Pero el que mas aficion me mostro, fue el atambor, y assi determine de acomodarme con el, si el quisiesse, y seguir aquella jornada, aunque me lleuasse a Italia   -fol. 258r-   o a Flandes, porque me parece a mi, y aun a ti te deue parecer lo mismo, que puesto que dize el refran quien necio es en su villa, necio es en Castilla, el andar tierras, y comunicar con diuersas gentes, haze a los hombres discretos.

Cip. Es esso tan verdad, que me acuerdo auer oydo dezir a vn amo que tuue de bonissimo ingenio, que al famoso griego llamado   —203→   Vlises le dieron renombre de prudente, por solo auer andado muchas tierras, y comunicado con diuersas gentes y varias naciones; y assi alabo la intencion que tuuiste de yrte donde te lleuassen.

Berg. Es, pues, el caso que el atambor, por tener con que mostrar mas sus chocarrerias146 començo a enseñarme a baylar al son del atambor, y a hazer otras monerias, tan agenas de poder aprenderlas otro perro, que no fuera yo, como las oyras quando te las diga. Por acabarse el distrito de la comission, se marchaua poco a poco. No auia comissario que nos limitasse; el capitan era moço, pero muy buen cauallero, y gran christiano147; el alferez no auia muchos meses que auia dexado la Corte y el tinelo; el sargento era matrero y sagaz, y grande harriero de compañias, desde donde se leuantan, hasta el embarcadero. Yua la compañia llena de rufianes churrulleros148, los quales hazian algunas insolencias por los lugares do passauamos, que redundauan en maldezir a quien no lo merecia. Infelicidad es149 del buen Principe ser culpado de sus subditos, por la culpa de sus subditos, a causa que los vnos son verdugos de los otros, sin culpa del señor, pues aunque quiera y lo procure, no puede remediar estos daños, porque todas o las mas cosas de la guerra, traen consigo aspereza, riguridad y desconueniencia.

  —204→  

En fin, en menos de quinze dias, con mi buen ingenio, y con la diligencia que puso el que auia escogido por patron, supe saltar por el rey de Francia, y a no saltar por la mala tabernera150. Enseñome a hazer corbetas como cauallo napolitano151, y a andar a la redonda como mula de atahona, con otras cosas, que si yo no   -fol. 258v-   tuuiera cuenta en no adelantarme a mostrarlas, pusiera en duda si era algun demonio en figura de perro el que las hazia. Pusome nombre del152 perro sabio; y no auiamos llegado al alojamiento, quando tocando su atambor, andaua por todo el lugar pregonando que todas las personas que quisiessen venir a ver las marauillosas gracias y habilidades del perro sabio, en tal casa, o en tal hospital las mostrauan, a ocho, o a quatro marauedis, segun era el pueblo, grande, o chico. Con estos encarecimientos, no quedaua persona en todo el lugar que no me fuesse a ver, y ninguno auia que no saliesse admirado y contento de auerme visto. Triunfaua mi amo con la mucha ganancia, y sustentaua seys camaradas como vnos reyes. La codicia y la embidia desperto en los rufianes voluntad de hurtarme, y andauan buscando ocasion para ello, que esto del ganar de comer holgando tiene muchos aficionados y golosos. Por esto ay tantos titereros en España, tantos que muestran retablos, tantos que venden alfileres y coplas, que todo su caudal, aunque le vendiessen todo, no llega a poderse   —205→   sustentar vn dia; y con esto los vnos y los otros no salen de los bodegones y tabernas en todo el año, por do me doy a entender que de otra parte que de la de sus oficios sale la corriente de sus borracheras. Toda esta gente es vagamunda, inutil153, y sin prouecho, esponjas del vino y gorgojos del pan.

Cip. ¡No mas, Bergança, no boluamos a lo passado! Sigue, que se va la noche, y no querria que al salir del sol quedassemos a la sombra del silencio.

Berg. Tenle y escucha. Como sea cosa facil añadir a lo ya inuentado, viendo mi amo quan bien sabia imitar el corsel napolitano, hizome vnas cubiertas de guadamazi, y vna silla pequeña que me acomodó en las espaldas, y sobre ella puso vna figura liuiana de vn hombre, con vna lancilla de correr sortija, y enseñome a correr derechamente a vna sortija, que entre dos palos ponia; y el dia   -fol. 259r-   que auia de correrla, pregonaua que aquel dia corria sortija el perro sabio, y hazia otras nueuas y nunca vistas galanterias, las quales de mi santiscario, como dizen, las hazia, por no sacar mentiroso a mi amo.

Llegamos, pues, por nuestras jornadas contadas a Montilla, villa del famoso y gran christiano154 marques de Priego, señor de la casa de Aguilar y de Montilla155. Alojaron a mi amo, porque el lo procuró, en vn hospital; echó luego el ordinario vando, y como ya la fama se   —206→   auia adelantado a lleuar las nueuas de las habilidades y gracias del perro sabio, en menos de vna hora se llenó el patio de gente. Alegrose mi amo, viendo que la cosecha yua de guilla, y mostrose aquel dia chocarrero156 en demasia.

Lo primero en que començaua la fiesta, era en los saltos que yo daua por vn aro de cedaço, que parecia de cuba. Conjurauame por las ordinarias preguntas; y quando el baxaua vna varilla de membrillo, que en la mano tenia, era señal del salto; y quando la tenia alta, de que me estuuiesse quedo. El primer conjuro deste dia -memorable entre todos los de mi vida- fue dezirme: «Ea, Gauilan amigo, salta por aquel viejo verde que tu conoces, que se escauecha las barbas; y si no quieres157, salta por la pompa y aparato de doña Pimpinela de Plafagonia, que fue compañera de la moça gallega que seruia en Valdeastillas158. ¿No te quadra el conjuro, hijo Gauilan? Pues salta por el bachiller Passillas159, que se firma licenciado sin tener grado alguno. ¡O, pereçoso estás!; ¿por que no saltas?; pero ya entiendo y alcanço tus marrullerias; aora salta por el licor de Esquiuias, famoso al par del de Ciudadreal, San Martin y Riuadauia160

Baxó la varilla, y salté yo, y noté sus malicias y malas entrañas. Boluiose luego al pueblo, y en voz alta dixo: «No piense vuessa merced, senado valeroso, que es cosa de burla lo que   —207→   este perro sabe. Veynte y quatro piezas161 le tengo enseñadas,   -fol. 259v-   que por la menor dellas bolaria vn gauilan, quiero dezir, que por ver la menor, se pueden caminar treynta leguas. Sabe baylar la çarabanda y chacona mejor que su inuentora misma; beuese vna açumbre de vino sin dexar gota; entona vn solfamire, tambien como vn sacristan; todas estas cosas, y otras muchas que me quedan por dezir, las yran viendo vuessas mercedes en los dias que estuuiere aqui la compañia; y por aora162 de otro salto nuestro sabio, y luego entraremos en lo gruesso.»

Con esto suspendio el auditorio, que auia llamado senado, y les encendio el desseo de no dexar de ver todo lo que yo sabia. Boluiose a mi mi amo, y dixo: «Bolued, hijo Gauilan, y, con gentil agilidad y destreza, deshazed los saltos que aueys hecho; pero ha de ser a deuocion de la famosa hechizera que dizen que huuo en este lugar.»

Apenas huuo dicho esto, quando alçó la voz la hospitalera, que era vna vieja, al parecer, de mas de sesenta años163, diziendo: «¡Bellaco, charlatan, embaydor, y hijo de puta, aqui no ay hechizera alguna! Si lo dezis por la Camacha, ya ella pagó su pecado, y esta donde Dios se sabe. Si lo dezis por mi, chocarrero164, ni yo soy, ni he sido hechizera en mi vida, y si he tenido fama de auerlo sido, vuessa merced165 a   —208→   los testigos falsos, y a la ley del encaxe, y al juez arrojadizo y mal informado. Ya sabe todo el mundo la vida que hago en penitencia, no de los hechizos que no hize, sino de otros muchos pecados, otros que como pecadora he cometido. Assi que, socarron tamborilero, salid del hospital, si no por vida de mi santiguada que os haga salir mas que de paso166»; y con esto començo a dar tantos gritos, y a dezir tantas y tan atropelladas injurias a mi amo, que puso en confusion y sobresalto; finalmente, no dexó que passasse adelante la fiesta en ningun modo.

No le pesó a mi amo del alboroto, porque se quedó con los dineros y aplazó para   -fol. 260r-   otro dia y en otro hospital lo que en aquel auia faltado. Fuesse la gente maldiziendo a la vieja, añadiendo167 al nombre de hechizera el de bruxa, y el de barbuda sobre vieja. Con todo esto nos quedamos en el hospital aquella noche, y, encontrandome la vieja en el corral solo, me dixo: «¿Eres tu, hijo Montiel? ¿Eres tu por ventura, hijo?» Alcé la cabeça y mirela muy de espacio, lo qual visto por ella, con lagrimas en los ojos, se vino a mi y me echo los braços al cuello, y si la dexara me besara en la boca; pero tuue asco, y no lo consenti.

Cip. Bien hiziste, porque no es regalo, sino tormento, el besar ni dexar besarse168 de vna vieja.

  —209→  

Berg. Esto que aora169 te quiero contar, te lo auia de auer dicho al principio de mi cuento, y assi escusaramos la admiracion que nos causó el vernos con habla. Porque has de saber, que la vieja me dixo: «Hijo Montiel, vente tras mi, y sabras mi aposento, y procura que esta noche nos veamos a solas en el, que yo dexaré abierta la puerta, y sabe que tengo muchas cosas que dezirte de tu vida y para tu prouecho.» Baxé yo la cabeça en señal de obedecerla, por lo qual ella se acabó de enterar en que yo era el perro Montiel que buscaua, segun despues me lo dixo.

Quedé atonito y confuso170 esperando la noche, por ver en lo que paraua aquel misterio o prodigio de auerme hablado la vieja171, y como auia oydo llamarla de hechizera, esperaua de su vista y habla grandes cosas.

Llegose, en fin, el punto de verme con ella en su aposento, que era escuro, estrecho, y baxo, y solamente claro con la debil luz de vn172 candil de barro que en el estaua; atizole la vieja, y sentose sobre vna arquilla, y llegome junto a si, y sin hablar palabra me boluio a abraçar, y yo bolui a tener cuenta con que no me bessasse173. Lo primero que me dixo fue: «Bien esperaua yo en el cielo, que antes que estos mis ojos se cerrassen con el vltimo sueño,   —210→   te auia de ver, hijo   -fol. 260v-   mio; y ya que te he visto, venga la muerte, y lleueme desta cansada vida. Has de saber, hijo, que en esta villa viuio la mas famosa hechizera que huuo en el mundo, a quien llamaron la Camacha de Montilla; fue tan vnica en su oficio, que las Eritos174, las Circes, las Medeas, de quien he oydo dezir que estan las historias llenas, no la ygualaron. Ella congelaua las nubes quando queria, cubriendo con ellas la faz del sol, y quando se le antojaua, boluia sereno el mas turbado cielo; traia los hombres en vn instante de lexas tierras; remediaua marauillosamente las donzellas que auian tenido algun descuydo en guardar su entereza. Cubria a las viudas de modo, que con honestidad fuessen deshonestas, descasaua las casadas, y casaua las que ella queria. Por diziembre tenia rosas frescas en su jardin175, y por enero segaua trigo. Esto de hazer nacer belros176 en vna artesa, era lo menos que ella hazia, ni el hazer ver en vn espejo, o en la vña de vna criatura los viuos o los muertos que le pedian que mostrasse.

»Tuuo fama, que conuertia los hombres en animales, y que se auia seruido de vn sacristan seys años en forma de asno, real y verdaderamente, lo que yo nunca he podido alcançar como se haga, porque lo que se dize de aquellas antiguas magas, que conuertian los hombres en bestias, dizen los que mas saben que no era otra cosa, sino que ellas, con su mucha   —211→   hermosura, y con sus halagos, atraian177 los hombres de manera a que las quisiessen bien, y los sujetauan de suerte, siruiendose178 dellos en todo quanto querian, que parecian bestias. Pero en ti, hijo mio, la experiencia me muestra lo contrario, que se que eres persona racional, y te veo en semejança de perro, si ya no es que esto se haze con aquella ciencia que llaman tropelia179, que haze parecer vna cosa por otra. Sea lo que fuere, lo que me pesa es, que yo, ni tu madre, que fuymos discipulas de la buena Camacha, nunca llegamos   -fol. 261r-   a saber tanto como ella, y no por falta de ingenio, ni de habilidad, ni de animo, que antes nos sobraua que faltaua, sino por sobra de su malicia, que180 - 181 nunca quiso enseñarnos las cosas mayores, porque las reseruaua para ella.

»Tu madre, hijo, se llamó la Montiela, que despues de la Camacha, fue famosa; yo me llamo la182 Cañizares, si ya no tan sabia las dos, a lo menos de tan buenos desseos como qualquiera dellas. Verdad es, que al animo que tu madre tenia de hazer y entrar en vn cerco, y encerrarse en el con vna legion de demonios183, no le hazia ventaja la misma Camacha. Yo fuy siempre algo medrosilla; con conjurar media region184 me contentaua. Pero, con paz sea dicho de entrambas, en esto de   —212→   conficionar las vnturas con que las bruxas nos vntamos, a ninguna de las dos diera ventaja, ni la dare a quantas oy siguen y guardan nuestras reglas. Que has de saber, hijo, que como yo he visto y veo que la vida que corre sobre las ligeras alas del tiempo se acaba, he querido dexar todos los vicios de la hechizeria, en que estaua engolfada muchos años auia, y solo me he quedado con la curiosidad de ser bruxa, que es vn vicio dificultosissimo de dexar; tu madre hizo lo mismo; de muchos vicios se apartó, muchas buenas obras hizo en esta vida, pero al fin murio bruxa, y no murio de enfermedad alguna, sino de dolor, de que supo que la Camacha su maestra, de embidia que la tuuo, porque se le yua subiendo a las barbas en saber tanto como ella, o por otra pendençuela de zelos, que nunca pude aueriguar, estando tu madre preñada, y llegandose la hora del parto, fue su comadre la Camacha, la qual recibio en sus manos lo que tu madre pario, y mostrole que auia parido dos perritos185. Y assi como los vio, dixo: “Aqui ay maldad, aqui ay bellaqueria; pero, hermana Montiela, tu amiga soy; yo encubrire este parto, y atiende tu a estar sana, y haz cuenta que   -fol. 261v-   esta tu desgracia queda sepultada en el mismo silencio; no te de pena alguna este sucesso, que ya sabes tu que puedo yo saber que si no es con Rodriguez el ganapan tu amigo, dias ha que no tratas con otro; assi, que este perruno parto de otra parte viene, y algun misterio   —213→   contiene.” Admiradas quedaron tu madre y yo, que me hallé presente a todo, del estraño sucesso. La Camacha se fue, y se lleuó los cachorros; yo me quedé con tu madre, para assistir a su regalo, la qual, no podia creer lo que le auia sucedido. Llegose el fin de la Camacha, y estando en la vltima hora de su vida, llamó a tu madre y le dixo, como ella auia conuertido a sus hijos en perros, por cierto enojo que con ella tuuo, pero que no tuuiesse pena, que ellos boluerian a su ser quando menos lo pensassen; mas que no podia ser primero que ellos por sus mismos ojos viessen lo siguiente:


   Bolueran en su forma verdadera,
quando vieren con presta diligencia
derribar los soberuios leuantados,
y alçar a los humildes abatidos,
con poderosa mano para hazello.

Esto dixo la Camacha a tu madre al tiempo de su muerte, como ya te he dicho. Tomolo tu madre por escrito y de memoria, y yo lo fixé en la mia, para si sucediesse tiempo de poderlo dezir a alguno de vosotros; y para poder conoceros, a todos los perros que veo de tu color los llamo con el nombre de tu madre, no por pensar que los perros han de saber el nombre, sino por ver si respondian a ser llamados tan diferentemente como se llaman los otros perros. Y esta tarde, como te vi hazer   -fol. 262r-   tantas cosas, y que te llaman el perro sabio, y tambien como alçaste la cabeça a mirarme, quando te   —214→   llamé en el corral, he creydo que tu eres hijo de la Montiela, a quien con grandissimo gusto doy noticia de tus sucessos, y del modo con que has de cobrar tu forma primera, el qual modo quisiera yo que fuera tan facil, como el que se dize de Apuleyo en el Asno de oro, que consistia en solo comer vna rosa.

»Pero este tuyo va fundado en acciones agenas, y no en tu diligencia. Lo que has de hazer, hijo, es encomendarte a Dios alla en tu coraçon, y espera que estas, que no quiero llamarlas profecias, sino adiuinanças, han de suceder presto y prosperamente; que pues la buena de la Camacha las dixo, sucederan sin duda alguna, y tu y tu hermano, si es viuo, os vereys como desseays. De lo que a mi me pesa, es que estoy tan cerca de mi acabamiento, que no tendre lugar de verlo. Muchas vezes he querido preguntar a mi cabron que fin tendra vuestro sucesso, pero no me he atreuido, porque nunca a lo que le preguntamos responde a derechas, sino con razones torzidas186 y de muchos sentidos. Assi, que a este nuestro amo y señor no ay que preguntarle nada, porque con vna verdad mezcla mil mentiras. Y a lo que yo he colegido de sus respuestas, el no sabe nada de lo por venir ciertamente, sino por conjeturas187. Con todo esto, nos trae tan engañadas a las que somos bruxas, que, con hazernos mil burlas, no le podemos dexar. Vamos a verle   —215→   muy lexos de aqui, a vn gran campo, donde nos juntamos infinidad de gente, bruxos y bruxas, y alli nos da de comer desabridamente, y passan otras cosas, que en verdad, y en Dios y en mi anima, que no me atreuo a contarlas, segun son suzias y asquerosas, y no quiero ofender tus castas orejas.

»Ay opinion que no vamos a estos combites sino con la fantasia, en la qual nos representa el demonio las imagenes de todas aquellas cosas   -fol. 262v-   que despues contamos que nos han sucedido. Otros dizen que no, sino que verdaderamente vamos en cuerpo y en anima, y entrambas opiniones tengo para mi que son verdaderas, puesto que nosotras no sabemos quando vamos de vna o de otra manera, porque todo lo que nos passa en la fantasia es tan intensamente, que no ay diferenciarlo de quando vamos real y verdaderamente. Algunas experiencias desto han hecho los señores inquisidores con algunas de nosotras que han tenido pressas188, y pienso que han hallado ser verdad lo que digo189. Quisiera yo, hijo, apartarme deste pecado, y para ello he hecho mis diligencias: heme acogido a ser hospitalera, curo a los pobres, y algunos se mueren, que me dan a mi la vida con lo que me190 mandan, o con lo que se les queda entre los remiendos, por el cuydado que yo tengo de espulgarlos los vestidos. Rezo poco y en publico; murmuro mucho   —216→   y en secreto. Vame mejor con ser hypocrita, que con ser pecadora declarada; las apariencias de mis buenas obras presentes, van borrando en la memoria de los que me conocen las malas obras passadas. En efeto, la santidad fingida no haze daño a ningun tercero, sino al que la vsa.

»Mira, hijo Montiel, este consejo te doy: que seas bueno en todo quanto pudieres; y si has de ser malo, procura no parecerlo en todo quanto pudieres; bruxa soy, no te lo niego, bruxa y hechizera fue tu madre, que tampoco te lo puedo negar; pero las buenas apariencias de las dos podian acreditarnos en todo el mundo. Tres dias antes que muriesse, auiamos estado las dos en vn191 valle de los montes Perineos, en vna gran gira; y con todo esso, quando murio, fue con tal sossiego y reposo que, si no fueron algunos visages que hizo vn quarto de hora antes que rindiesse el alma, no parecia sino que estaua en aquella como en vn talamo de flores; lleuaua atrauesados192 en el coraçon sus dos hijos, y   -fol. 263r-   nunca quiso, aun en el articulo de la muerte, perdonar a la Camacha, tal era ella de entera y firme en sus cosas. Yo le cerre los ojos y fuy con ella hasta la sepultura; alli la dexé, para no verla mas, aunque no tengo perdida la esperança de verla antes que me muera; porque se ha dicho por el lugar que la han visto algunas personas andar por los cimenterios y encruzijadas,   —217→   en diferentes figuras, y quiza193 alguna vez la toparé yo, y le preguntaré si manda que haga alguna cosa en descargo de su conciencia.»

Cada cosa destas que la vieja me dezia en alabança de la que dezia ser mi madre, era vna lançada que me atrauesaua194 el coraçon, y quisiera arremeter a ella y hazerla pedaços entre los dientes; y si lo dexé de hazer, fue porque no le tomasse la muerte en tan mal estado. Finalmente, me dixo que aquella noche pensaua vntarse, para yr a vno de sus vsados combites, y que, quando alla estuuiesse, pensaua preguntar a su dueño algo de lo que estaua por sucederme. Quisierale yo preguntar que vnturas eran aquellas que dezia, y parece que me leyo el desseo, pues respondio a mi intencion como si se lo huuiera preguntado, pues dixo:

«Este vnguento con que las bruxas nos vntamos, es compuesto de jugos de yeruas en todo estremo frios, y no es, como dize el vulgo, hecho con la sangre de los niños que ahogamos. Aqui pudieras tambien preguntarme que gusto o prouecho saca el demonio de hazernos matar las criaturas tiernas195, pues sabe que, estando bautizadas, como inocentes y sin pecado, se van al cielo, y el recibe pena particular con cada alma christiana196 que se le escapa, a lo que no te sabre responder otra cosa, sino lo   —218→   que dize el refran, que tal ay, que se quiebra dos ojos, porque su enemigo se quiebre vno197; y por la pesadumbre que da a sus padres matandoles los hijos, que es la mayor que se puede imaginar. Y lo que mas le importa, es hazer que nosotras   -fol. 263v-   cometamos a cada paso198 tan cruel y peruerso199 pecado; y todo esto lo permite Dios por nuestros pecados, que, sin su permission, yo he visto por experiencia que no puede ofender el diablo a vna hormiga; y es tan verdad esto, que rogandole yo vna vez que destruyesse vna viña de vn mi enemigo, me respondio que ni aun tocar a vna hoja della no podia, porque Dios no queria; por lo qual podras venir a entender, quando seas hombre, que todas las desgracias que vienen a las gentes, a los reynos, a las ciudades y a los pueblos, las muertes repentinas, los naufragios, las caydas, en fin, todos los males que llaman de daño, vienen de la mano del Altissimo y de su voluntad permitente; y los daños y males que llaman de culpa, vienen y se causan por nosotros mismos. Dios es impecable, de do se infiere que nosotros somos autores del pecado, formandole en la intencion, en la palabra y en la obra, todo permitiendolo Dios por nuestros pecados, como ya he dicho.

»Diras tu aora200, hijo, si es que acaso me entiendes, que quien me hizo a mi theologa, y   —219→   aun quiza201 diras entre ti: “¡Cuerpo de tal con la puta vieja! ¿Porque no dexa de ser bruxa, pues sabe tanto, y se buelue a Dios, pues sabe que esta mas prompto a perdonar pecados, que a permitirlos?” A esto te respondo, como si me lo preguntaras, que la costumbre del vicio se buelue en naturaleza, y este de ser bruxas se conuierte en sangre y carne, y en medio de su ardor, que es mucho, trae vn frio que pone en el alma, tal que la resfria y entorpeze, aun en la fe, de donde nace vn oluido de si misma, y ni se acuerda de los temores con que Dios la amenaza, ni de la gloria con que la combida, y, en efeto, como es pecado de carne y de deleytes202, es fuerça que amortigue todos los sentidos, y los embelese y absorte, sin dexarlos vsar sus oficios como deuen; y assi, quedando el alma inutil, floxa y desmazalada, no puede leuantar la   -fol. 264r-   consideracion siquiera a tener algun buen pensamiento; y assi, dexandose estar sumida en la profunda sima de su miseria, no quiere alçar la mano a la de Dios, que se la esta dando por sola su misericordia, para que se leuante. Yo tengo vna destas almas que te he pintado; todo lo veo y todo lo entiendo; y como el deleyte me tiene echados grillos a la voluntad, siempre he sido y sere mala.

»Pero dexemos esto, y boluamos a lo de las vnturas, y digo que son tan frias, que nos priuan   —220→   de todos los sentidos en vntandonos con ellas, y quedamos tendidas y desnudas en el suelo, y entonces dizen que en la fantasia passamos todo aquello que nos parece passar verdaderamente. Otras vezes, acabadas de vntar, a nuestro parecer, mudamos forma, y conuertidas en gallos, lechuzas o cueruos, vamos al lugar donde nuestro dueño nos espera, y alli cobramos nuestra primera forma, y gozamos de los deleytes que te dexo de dezir, por ser tales, que la memoria se escandaliza en acordarse dellos, y assi la lengua huye de contarlos, y con todo esto soy bruxa, y cubro con la capa de la hypocresia todas mis muchas faltas. Verdad es, que si algunos me estiman y honran por buena, no faltan muchos que me dizen, no dos dedos del oydo, el nombre de las fiestas203, que es el que les imprimio la furia de vn juez colerico, que en los tiempos passados tuuo que ver conmigo y con tu madre, depositando su ira en las manos de vn verdugo, que, por no estar sobornado, vsó de toda su plena potestad y rigor con nuestras espaldas.

»Pero esto ya passó, y todas las cosas se204 passan: las memorias se acaban, las vidas no bueluen, las lenguas se cansan, los sucessos nueuos hazen oluidar los passados. Hospitalera soy, buenas muestras doy de mi proceder, buenos ratos me dan mis vnturas; no soy tan vieja que no pueda viuir vn año, puesto que tengo setenta y cinco; y ya que no puedo ayunar por   —221→   la   -fol. 264v-   edad, ni rezar por los vaguidos, ni andar romerias por la flaqueza de mis piernas, ni dar limosna, porque soy pobre, ni pensar en bien, porque soy amiga de murmurar, y para auerlo de hazer, es forçoso pensarlo205 primero: assi, que siempre mis pensamientos han de ser malos; con todo esto se que Dios es bueno y misericordioso, y que el sabe lo que ha de ser de mi; y basta, y quedese aqui esta platica, que verdaderamente me entristeze206. Ven, hijo, y verasme vntar, que todos los duelos con pan son buenos; el buen dia meterle en casa, pues mientras se rie, no se llora: quiero dezir, que aunque los gustos que nos da el demonio son aparentes y falsos, todavia207 nos parecen gustos, y el deleyte mucho mayor es imaginado que gozado: aunque en los verdaderos gustos deue de ser al contrario.»

Leuantose en diziendo esta larga arenga, y tomando el candil, se entró en otro aposentillo mas estrecho; seguila, combatido de mil varios pensamientos, y admirado de lo que auia oydo y de lo que esperaua ver; colgo la Cañizares208 el candil de la pared, y con mucha priessa se desnudó hasta la camisa; y sacando de vn rincon vna olla vidriada, metio en ella la mano, y murmurando entre dientes, se vntó desde los pies a la cabeça, que tenia sin toca; antes que se acabasse de vntar, me dixo que, ora se   —222→   quedasse su cuerpo en aquel aposento sin sentido, ora desapareciesse del, que no me espantasse, ni dexasse de aguardar alli hasta la mañana, porque sabria las nueuas de lo que me quedaua por passar hasta ser hombre. Dixele, baxando la cabeça, que si haria, y con esto acabó su vntura, y se tendio en el suelo como muerta. Llegué mi boca a la suya, y vi que no respiraua poco ni mucho.

Vna verdad te quiero confessar, Cipion amigo, que me dio gran temor verme encerrado en aquel estrecho aposento con aquella figura delante, la qual te la pintaré como mejor supiere. Ella era larga de mas de siete   -fol. 265r-   pies; toda era notomia de huesos209, cubiertos con vna piel negra, bellosa, y curtida; con la barriga, que era de badana, se cubria las partes deshonestas, y aun le colgaua hasta la mitad de los muslos. Las tetas semejauan dos vejigas210 de vaca secas y arrugadas, denegridos los labios, traspillados los dientes, la nariz corba y entablada, desencasados los ojos, la cabeça desgreñada, las mexillas chupadas, angosta la garganta, y los pechos sumidos. Finalmente, toda era flaca y endemoniada. Puseme de espacio a mirarla, y apriessa començo a apoderarse de mi el miedo, considerando la mala vision de su cuerpo y la peor ocupacion de su alma. Quise morderla, por ver si boluia en si, y no hallé parte en toda ella, que el   —223→   asco no me lo estoruasse; pero con todo esto la assi211 de vn carcaño, y la saqué arrastrando al patio; mas ni por esto dio muestras de tener sentido.

Alli, con mirar el cielo y verme en parte ancha, se me quitó el temor, a lo menos se templó de manera, que tuue animo de esperar a ver en lo que paraua la yda y buelta de aquella mala hembra, y lo que me contaua de mis sucessos. En esto me preguntaua yo a mi mismo: ¿quien hizo a esta mala vieja tan discreta y tan mala? ¿de donde sabe ella quales son males de daño, y quales de culpa? ¿como entiende y habla tanto de Dios, y obra tanto del diablo? ¿como peca tan de malicia, no escusandose con ignorancia?

En estas consideraciones se passó la noche, y se vino el dia, que nos halló a los dos en mitad del patio: ella no buelta en si, y a mi junto a ella en cuclillas, atento, mirando su espantosa y fea catadura. Acudio la gente del hospital, y viendo aquel retablo, vnos dezian: «Ya la bendita Cañizares es muerta; mirad quan disfigurada y flaca la tenia la penitencia»; otros mas considerados la tomaron el pulso, y vieron que le tenia, y que no era muerta, por do se dieron a entender que estaua en extasis y arrobada de puro buena. Otros huuo que dixeron: «Esta puta vieja, sin duda deue de ser bruxa, y deue de estar vntada, que nunca212 los Santos hazen   —224→   tan desonestos213 arrobos:   -fol. 265v-   y hasta aora214 entre los que la conocemos, mas fama tiene de bruxa, que de santa.»

Curiosos huuo que se llegaron a hincarle alfileres por las carnes, desde la punta hasta la cabeça; ni por esso recordaua la dormilona, ni boluio en si, hasta las siete del dia; y como se sintio acribada de los alfileres, y mordida de los carcañares, y magullada del arrastramiento fuera de su aposento, y a vista de tantos ojos que la estauan mirando, creyo, y creyo la verdad, que yo auia sido el autor de su deshonra, y assi arremetio a mi, y echandome ambas manos a la garganta, procuraua ahogarme, diziendo: «¡O bellaco desagradecido, ignorante y malicioso!» ¿Y es este el pago que merecen las buenas obras que a tu madre hize, y de las que te pensaua hazer a ti?» Yo, que me vi en peligro de perder la vida entre las vñas de aquella fiera arpia, sacudime, y assiendole215 de las luengas faldas de su vientre, la çamarreé y arrastré por todo el patio; ella daua vozes que la librassen de los dientes de aquel maligno216 espiritu. Con estas razones de la mala217 vieja, creyeron los mas que yo deuia de ser algun demonio de los que tienen ojeriza continua con los buenos christianos218, y vnos   —225→   acudieron a echarme agua bendita, otros no osauan llegar a quitarme; otros dauan vozes, que me conjurassen219, la vieja gruñia, yo apretaua los dientes, crecia la confussion220, y mi amo, que ya auia llegado al ruydo, se desesperaua, oyendo dezir que yo era demonio. Otros, que no sabian de exorcismos, acudieron a tres o quatro garrotes, con los quales començaron a santiguarme los lomos; escociome la burla, solte la vieja, y en tres saltos me puse en la calle, y en pocos mas sali de la villa, perseguido de vna infinidad de muchachos, que yuan a grandes vozes diziendo: «Apartense, que rabia el perro sabio»; otros dezian: «No rabia, sino que es demonio en figura de perro.»

Con este molimiento, a campana herida, sali del pueblo, siguiendome muchos, que indubitablemente creyeron que era demonio, assi por las cosas que me auian visto hazer, como por las palabras   -fol. 266r-   que la vieja dixo, quando desperto de su maldito sueño.

Dime tanta priessa a huyr, y a quitarme delante de sus ojos, que creyeron que me auia desparecido como demonio; en seis221 horas anduue doze leguas, y llegué a vn rancho de gitanos, que estaua en vn campo junto a Granada; alli me reparé vn poco, porque algunos de los gitanos me conocieron por el perro sabio, y con no pequeño gozo me acogieron y   —226→   escondieron en vna cueua, porque no me hallassen, si fuesse buscado, con intencion, a lo que despues entendi, de ganar conmigo, como lo hazia el atambor mi amo. Veynte dias estuue con ellos, en los quales supe y noté su vida y costumbres, que, por ser notables, es forçoso que te las cuente.

Cip. Antes, Bergança222, que passes adelante, es bien que reparemos en lo que te dixo la bruxa, y aueriguemos si puede ser verdad la grande mentira a quien das credito. Mira, Bergança: grandissimo disparate seria creer que la Camacha mudasse los hombres en bestias, y que el sacristan, en forma de jumento, la seruiesse223 los años que dizen que la siruio. Todas estas cosas y las semejantes, son embelecos, mentiras o apariencias224 del demonio; y si a nosotros nos parece aora225 que tenemos algun entendimiento y razon, pues hablamos, siendo verdaderamente perros o estando en su figura, ya hemos dicho que este es caso portentoso y jamas visto, y que aunque le tocamos con las manos, no le auemos de dar credito hasta tanto que el sucesso del nos muestre lo que conuiene que creamos; ¿quiereslo ver mas claro?, considera en quan vanas cosas y en quan tontos puntos dixo la Camacha que consistia nuestra restauracion. Y aquellas que a ti te   —227→   deuen226 parecer profecias, no son sino palabras de consejas o cuentos de viejas, como aquellos del cauallo sin cabeça227(N. del E.) y de la varilla de virtudes con que se entretienen al fuego las dilatadas noches del inuierno, porque, a ser otra cosa, ya estauan cumplidas, si no es que sus palabras se han de tomar en vn sentido que he oydo dezir se llama al[e]gorico228, el qual sentido no quiere dezir   -fol. 266v-   lo que la letra suena, sino otra cosa que, aunque diferente, le haga lo semejança, y assi dezir:


    Bolueran a su forma verdadera,
quando vieren con presta diligencia
derribar los soberuios leuantados
y alçar a los humildes abatidos,
por mano poderosa para hazello,

tomandolo en el sentido que he dicho, pareceme que quiere dezir que cobraremos nuestra forma quando vieremos que los que ayer estauan en la cumbre de la rueda de fortuna, oy estan hollados y abatidos a los pies de la desgracia, y tenidos en poco de aquellos229 que mas los estimauan. Y assimismo, quando vieremos que otros, que no ha dos horas que no tenian deste mundo otra parte que seruir en el de numero que acrecentasse el de las gentes, y aora230 estan tan encumbrados sobre la buena dicha, que los perdemos de vista; y si primero   —228→   no parecian por pequeños y encogidos, aora no los podemos alcançar por grandes y leuantados.

Y si en esto consistiera boluer nosotros a la forma que dizes, ya lo hemos visto, y lo vemos a cada paso231, por do me doy a entender que, no en el sentido alegorico, sino en el literal se han de tomar los versos de la Camacha, ni tampoco en este consiste nuestro remedio, pues muchas vezes hemos visto la que dizen y nos estamos tan perros como vees; assi que la Camacha fue burladora falsa, y la Cañizares embustera, y la Montiela tonta, maliciosa y bellaca, con perdon sea dicho si acaso es nuestra madre de entrambos o tuya, que yo no la quiero tener por madre. Digo, pues, que el verdadero sentido es vn juego de bolos, donde con presta diligencia derriban los que estan en pie y bueluen a alçar los caydos, y esto por la mano de quien lo puede hazer. Mira, pues, si en el discurso de nuestra vida auremos visto jugar a los bolos, y si hemos visto por esto auer buelto a ser hombres, si es que lo somos.

Berg. Digo que tienes razon, Cipion hermano, y que eres mas discreto de lo que pensaua, y de lo que has dicho vengo a pensar y creer que todo lo que hasta aqui hemos passado y lo que estamos passando es sueño, y que somos perros; pero no por esto dexemos de gozar deste bien de   -fol. 267r-   la habla que tenemos y de la excelencia tan grande de tener discurso humano   —229→   todo el tiempo que pudieremos; y assi no te canse el oyrme contar lo que me passó con los gitanos que me escondieron en la cueua.

Cip. De buena gana te escucho, por obligarte a que me escuches quando te cuente, si el cielo fuere seruido, los sucessos de mi vida.

Berg. La que tuue con los gitanos, fue considerar en aquel tiempo sus muchas malicias, sus embaymientos y embustes, los hurtos en que se exercitan, assi gitanas como gitanos, desde el punto casi que salen de las mantillas y saben andar. ¿Vees la multitud que ay dellos esparzida por232 España?, pues todos se conocen y tienen noticia los vnos de los otros, y trasiegan y trasponen los hurtos destos en aquellos y los de aquellos en estos; dan la obediencia, mejor que a su rey, a vno que llaman conde233, al qual, y a todos los que del suceden, tienen el sobre nombre de Maldonado234; y no porque vengan del apellido deste noble linage, sino porque vn page de vn cauallero deste nombre se enamoró de vna gitana, la qual no le quiso conceder su amor si no se hazia gitano y la tomaua por muger. Hizolo assi el page, y agradó tanto a los demas gitanos, que le alçaron por señor y le dieron la obediencia; y como en señal de vassallage le acuden con parte de los hurtos que hazen, como sean de importancia.

Ocupanse, por dar color a su ociosidad, en labrar cosas de hierro, haziendo instrumentos con que facilitan sus hurtos, y assi los veras   —230→   siempre traer a vender por las calles tenazas, barrenas, martillos235, y ellas treuedes y vadiles. Todas ellas son parteras, y en esto lleuan ventaja a las nuestras, porque sin costa ni aderentes sacan sus partos a luz, y lauan las criaturas con agua fria en naciendo, y, desde que nacen hasta que mueren, se curten y muestran a sufrir las inclemencias y rigores del cielo; y assi veras que todos   -fol. 267v-   son alentados bolteadores, corredores y bayladores. Casanse siempre entre ellos, porque no salgan sus malas costumbres a ser conocidas de otros; ellas guardan el decoro a sus maridos, y pocas ay que les ofendan con otros que no sean de su generacion. Quando piden limosna, mas la sacan con inuenciones y chocarrerias, que con deuociones, y a titulo que236 no ay quien se fie dellas, no siruen y dan en ser holgazanas.

Y pocas, o ninguna vez, he visto, si mal no me acuerdo, ninguna gitana a pie de altar comulgando, puesto que muchas vezes he entrado en las yglesias. Son sus pensamientos imaginar como han de engañar y donde han de hurtar. Confieren sus hurtos y el modo que tuuieron en hazellos. Y assi vn dia conto vn gitano delante de mi a otros vn engaño y hurto que vn dia auia hecho a vn labrador; y fue que el gitano tenia vn asno rabon, y en el pedaço de la cola que tenia sin cerdas le ingirio otra peluda, que parecia ser suya natural. Sacole al mercado,   —231→   comprosele vn labrador por diez ducados, y en auiendosele vendido y cobrado el dinero, le dixo que si queria comprarle otro asno hermano del mismo y tan bueno como el que lleuaua, que se le venderia por mas buen precio. Respondiole el labrador que fuesse por el y le truxesse, que el se le compraria y que, en tanto que boluiesse, lleuaria el comprado a su posada. Fuese el labrador, siguiole el gitano y, sea como sea, el gitano tuuo maña de hurtar al labrador el asno que le auia vendido, y al mismo instante le quitó la cola postiza y quedó con la suya pelada. Mudole la albarda y jaquima, y atreuiose a yr a buscar al labrador para que se le comprasse, y hallole antes que huuiesse echado menos el asno primero, y a pocos lances compró el segundo. Fuesele a pagar a la posada, donde halló menos la bestia a la bestia y, aunque lo era mucho, sospechó que el gitano se le auia hurtado y no   -fol. 268r-   queria pagarle. Acudio el gitano por testigos, y truxo a los que auian cobrado la alcauala del primer jumento, y juraron que el gitano auia vendido al labrador vn asno con vna cola muy larga, y muy diferente del asno segundo que vendia. A todo esto se halló presente vn alguazil237, que hizo las partes del gitano con tantas veras, que el labrador huuo de pagar el asno dos vezes.

Otros muchos hurtos contaron, y todos, o los mas, de bestias, en quien son ellos graduados y en lo que mas se exercitan. Finalmente, ella es   —232→   mala gente, y aunque muchos y muy prudentes juezes han salido contra ellos, no por esso se enmiendan. A cabo de veynte dias me quisieron lleuar a Murcia; passé por Granada, donde ya estaua el capitan, cuyo atambor era mi amo. Como los gitanos lo supieron, me encerraron en vn aposento del meson, donde viuian; oyles dezir la causa, no me parecio bien el viage que lleuauan, y assi determiné soltarme, como lo hize; y saliendome de Granada, di en vna huerta de vn morisco, que me acogio de buena voluntad, y yo quedé con mejor, pareciendome que no me querria para mas de para guardarle la huerta, oficio a mi cuenta de menos trabajo que el de guardar ganado. Y como no auia alli altercar sobre tanto mas, quanto al salario, fue cosa facil hallar el morisco criado a quien mandar y yo amo a quien seruir. Estuue con el mas de vn mes, no por el gusto de la vida que tenia, sino por el que me daua saber la de mi amo, y por ella la de todos quantos moriscos viuen en España. ¡O, quantas y quales cosas te pudiera dezir, Cipion amigo, desta morisca canalla, si no temiera no poderlas dar fin en dos semanas!, y si las huuiera de particularizar, no acabara en dos meses; mas, en efeto, aure de dezir algo, y assi, oye en general lo que yo vi y noté en particular desta buena gente.

Por marauilla se hallara entre tantos vno que crea derechamente   -fol. 268v-   en la sagrada ley christiana238. Todo su intento es acuñar y guardar   —233→   dinero acuñado; y para conseguirle trabajan y no comen; en entrando el real en su poder, como no sea senzillo, le condenan a carcel perpetua y a escuridad eterna. De modo que, ganando siempre y gastando nunca, llegan y amontonan la mayor cantidad de dinero que ay en España. Ellos son su hucha, su polilla, sus picazas y sus comadrexas; todo lo llegan, todo lo esconden y todo lo tragan. Considerese que ellos son muchos y que cada dia ganan y esconden poco o mucho, y que vna calentura lenta acaba la vida como la de vn tabardillo, y como van creciendo, se van aumentando los escondedores, que crecen y han de crecer en infinito, como la experiencia lo muestra. Entre ellos no ay castidad, ni entran en religion ellos ni ellas; todos se casan, todos multiplican, porque el viuir sobriamente aumenta239 las causas de la generacion. No los consume la guerra ni exercicio que demasiadamente los trabaje. Robannos a pie quedo, y con los frutos de nuestras240 heredades, que nos reuenden, se hazen ricos241. No tienen criados, porque todos lo son de si mismos; no gastan con sus hijos en los estudios, porque su ciencia no es otra que la del robarnos242. De los doze hijos de Iacob, que he oydo dezir que entraron en Egypto, quando los sacó Moysen de aquel cautiuerio, salieron seyscientos mil varones, sin   —234→   niños y mugeres. De aqui se podra inferir lo que multiplicarán las243 destos, que sin comparacion son en mayor numero.

Cip. Buscado se ha remedio para todos los daños que has apuntado y bosquexado en sombra, que bien se que son mas y mayores los que callas que los que cuentas, y hasta aora244 no se ha dado con el que conuiene; pero zeladores prudentissimos tiene nuestra republica que, considerando que España cria y tiene en su seno tantas viuoras como moriscos, ayudados de Dios,   -fol. 269r-   hallarán a tanto daño cierta, presta y segura salida245. Di adelante.

Berg. Como mi amo era mezquino, como246 lo son todos los de su casta, sustentauame con pan de mijo y con algunas sobras de çaynas, comun sustento suyo. Pero esta miseria me ayudó a lleuar el cielo por vn modo tan estraño como el que aora247 oyras. Cada mañana, juntamente con el alua, amanecia sentado al pie de vn granado, de muchos que en la huerta auia, vn mancebo, al parecer estudiante, vestido de bayeta, no tan negra ni tan peluda que no pareciesse parda y tundida. Ocupauase en escriuir en vn cartapacio, y de quando en quando se daua palmadas en la frente y se mordia las vñas248, estando mirando al cielo; y otras vezes se ponia tan imaginatiuo, que no mouia pie ni mano, ni aun las pestañas, tal era su embelesamiento.   —235→   Vna vez me llegué junto a el, sin que me echasse de ver; oyle murmurar entre dientes, y al cabo de vn buen espacio dio vna gran voz, diziendo: «¡Viue el Señor, que es la mejor octaua que he hecho en todos los dias de mi vida!» Y escriuiendo apriessa en su cartapacio, daua muestras de gran contento, todo lo qual me dio a entender que el desdichado era poeta. Hizele mis acostumbradas caricias, por assegurarle de mi mansedumbre. Echeme a sus pies, y el, con esta seguridad, prosiguio en sus pensamientos y tornó a rascarse la cabeça, y a sus arrobos, y a boluer a escriuir lo que auia pensado.

Estando en esto, entró en la huerta otro mancebo galan y bien adereçado, con vnos papeles en la mano, en los quales de quando en quando leia. Llegó donde estaua el primero, y dixole: «¿Aueys acabado la primera jornada?» «Aora249 - 250 le di fin», respondio el poeta, «la mas gallardamente que imaginar se puede.» «¿De que manera?», preguntó el segundo. «Desta», respondio el primero: «Sale su Santidad del Papa vestido de pontifical, con doze Cardenales, todos vestidos de morado,   -fol. 269v-   porque, quando sucedio el caso que cuenta la historia de mi comedia, era tiempo de mutatio caparum251, en el qual los Cardenales no se visten de rojo252, sino de morado; y assi en todas maneras conuiene, para guardar la propiedad, que estos   —236→   mis Cardenales salgan de morado; y este es vn punto que haze mucho al caso para la comedia; y a buen seguro dieran en el, y assi hazen a cada paso253 mil impertinencias y disparates. Yo no he podido errar en esto, porque he leydo todo el Ceremonial romano, por solo acertar en estos vestidos.» «¿Pues de donde quereys vos», replicó el otro, «que tenga mi autor vestidos morados para doze Cardenales?» «Pues si me lo quita vno tan solo», respondio el poeta, «assi le dare yo mi comedia, como volar254. Cuerpo de tal, ¿esta apariencia tan grandiosa se ha de perder? Imaginad vos desde aqui lo que parecera en vn teatro vn Sumo Pontifice con doze graues Cardenales y con otros ministros de acompañamiento, que forçosamente han de traer consigo. ¡Viue el cielo!, que sea vno de los mayores y mas altos espectaculos que se aya visto en comedia, aunque sea la del ramillete de Daraja255 - 256

Aqui acabé de entender que el vno era poeta y el otro comediante. El comediante aconsejó al poeta que cercenasse algo de los Cardenales, si no queria impossibilitar al autor el hazer la comedia. A lo que dixo el poeta que le agradeciessen que no auia puesto todo el conclaue que se halló junto al acto memorable que pretendia traer a la memoria de las gentes en su felicissima comedia. Riose el recitante, y dexole   —237→   en su ocupacion por yrse a la suya, que era estudiar vn papel de vna comedia nueua. El poeta, despues de auer escrito algunas coplas de su magnifica comedia, con mucho sossiego y espacio, sacó de la faldriquera algunos mendrugos de pan y obra de veynte passas, que a mi parecer entiendo que se las conte, y aun estoy en duda si eran tantas, porque juntamente   -fol. 270r-   con ellas hazian bulto ciertas migajas de pan que las acompañauan; sopló, y apartó las migajas, y vna a vna se comio las passas y los palillos, porque no le vi arrojar ninguno, ayudandolas con los mendrugos que, morados con la borra de la faldriquera, parecian mohosos, y eran tan duros de condicion que, aunque el procuró enternecerlos, passeandolos por la boca vna y muchas vezes, no fue possible mouerlos de su terquedad; todo lo qual redundó en mi prouecho, porque me los arrojó, diziendo: «To, to, toma, que buen prouecho te hagan.» «Mirad», dixe entre mi, «que nectar o ambrosia me da este poeta, de los que ellos dizen que se mantienen los dioses y su Apolo alla en el cielo.» En fin, por la mayor parte, grande es la miseria de los poetas, pero mayor era mi necessidad, pues me obligó a comer lo que el desechaua. En tanto que duró la composicion de su comedia, no dexó de venir a la huerta ni a mi me faltaron mendrugos, porque los repartia conmigo con mucha liberalidad, y luego nos yuamos a la noria donde, yo de bruzes257 y el   —238→   con vn cangilon, satisfaciamos258 la sed como vnos monarcas.

Pero faltó el poeta y sobró en mi la hambre tanto, que determiné dexar al morisco y entrarme en la ciudad a buscar ventura, que la halla el que se muda259. Al entrar de260 la ciudad, vi que salia del famoso monasterio de San Geronimo261 mi poeta, que, como me vio, se vino a mi con los braços abiertos y yo me fui a el con nueuas muestras de262 regozijo, por auerle hallado. Luego al instante començo a desembaular pedaços de pan, mas tiernos de los que solia lleuar a la huerta, y a entregarlos a mis dientes, sin repassarlos por los suyos: merced que con nueuo gusto satisfizo mi hambre. Los tiernos mendrugos, y el auer visto salir a mi poeta del monasterio dicho, me pusieron en sospecha de que tenia las musas vergonçantes, como otros muchos las tienen.   -fol. 270v-   Encaminose a la ciudad, y yo le segui, con determinacion de tenerle por amo, si el quisiesse, imaginando que de las sobras de su castillo se podia mantener mi real, porque no ay mayor ni mejor bolsa que la de la caridad, cuyas liberales manos jamas estan pobres263; y assi no estoy bien con aquel refran que dize mas da el duro que el desnudo, como si el duro y auaro diesse algo, como lo da el liberal desnudo que, en efeto, da el buen desseo   —239→   quando mas no tiene. De lance en lance paramos en la casa de vn autor de comedias que, a lo que me acuerdo, se llamaua Angulo el malo264, de otro Angulo, no autor, sino representante, el mas gracioso que entonces tuuieron y aora265 tienen las comedias. Iuntose toda la compañia a oyr la comedia de mi amo, que ya por tal le tenia; y, a la mitad de la jornada primera, vno a vno y dos a dos se fueron saliendo todos, excepto el autor y yo, que seruiamos de oyentes. La comedia era tal que, con ser yo vn asno en esto de la poesia, me parecio que la auia compuesto el mismo Satanas para total ruyna y perdicion del mismo poeta, que ya yua tragando saliua, viendo la soledad en que el auditorio le auia dexado, y no era mucho si el alma presaga le dezia alla dentro la desgracia que le estaua amenazando, que fue boluer todos los recitantes, que passauan de doze, y, sin hablar palabra, assieron266 de mi poeta y, si no fuera porque la autoridad del autor, llena de ruegos y vozes, se puso de por medio, sin duda le mantearan.

Quedé yo del caso pasmado; el autor, desabrido; los farsantes, alegres, y el poeta, mohino; el qual, con mucha paciencia, aunque algo torcido el rostro, tomó su comedia y, encerrandosela en el seno, medio murmurando dixo: «No es bien echar las margaritas a los puercos», y con esto se fue con mucho sossiego; yo, de   —240→   corrido, ni pude ni quise seguirle, y acertelo, a causa que el autor me hizo tantas caricias, que me   -fol. 271r-   obligaron a que con el me quedasse, y en menos de vn mes sali grande entremesista y gran farsante de figuras mudas. Pusieronme vn freno de orillos, y enseñaronme a que arremetiesse en el teatro a quien ellos querian, de modo que, como los entremeses solian acabar por la mayor parte en palos, en la compañia de mi amo acabauan en çuçarme, y yo derribaua y atropellaua a todos, con que daua que reyr a los ignorantes y mucha ganancia a mi dueño.

¡O, Cipion, quien te pudiera contar lo que vi en esta y en otras dos compañias de comediantes en que anduue!, mas por no ser possible reduzirlo a narracion sucinta y breue, lo aure de dexar para otro dia, si es que ha de auer otro dia en que nos comuniquemos. ¿Vees quan larga ha sido mi platica? ¿Vees mis muchos y diuersos sucessos? ¿Consideras mis caminos y mis amos tantos?, pues todo lo que has oydo es nada, comparado a lo que te pudiera contar de lo que noté, auerigué y vi desta gente, su proceder, su vida, sus costumbres, sus exercicios, su trabajo267, su ociosidad, su ignorancia y268 su agudeza, con otras infinitas cosas: vnas para dezirse al oydo, y otras para aclamallas en público, y todas para hazer memoria dellas y para desengaño de muchos que idolatran en figuras   —241→   fingidas y en bellezas de artificio y de transformación.

Cip. Bien se me trasluze, Bergança, el largo campo que se te descubria para dilatar tu platica, y soy de parecer que la dexes para cuento particular y para sossiego no sobresaltado.

Berg. Sea assi, y escucha. Con vna compañia llegué a esta ciudad de Valladolid, donde en vn entremes me dieron vna herida, que me llegó casi al fin de la vida; no pude vengarme por estar enfrenado entonces, y despues, a sangre fria, no quise, que la vengança pensada arguye crueldad y mal animo. Cansome aquel exercicio, no por ser trabajo269, sino porque veia270 en el cosas que juntamente pedian enmienda y castigo, y   -fol. 271v-   como a mi estaua mas el sentillo que el remediallo, acorde de no verlo, y assi me acogi a sagrado, como hazen aquellos que dexan los vicios quando no pueden exercitallos, aunque mas vale tarde que nunca. Digo, pues, que viendote vna noche lleuar la linterna con el buen christiano271 Mahudes, te consideré contento, y justa y santamente ocupado, y, lleno de buena embidia, quise seguir tus pasos272, y con esta loable intencion me puse delante de Mahudes, que luego me eligio para tu compañero y me truxo a este hospital; lo que en el me ha sucedido, no es tan poco que no aya menester espacio para contallo, especialmente lo que ohi   —242→   a quatro enfermos que la suerte y la necessidad truxo a este hospital, y a estar todos quatro juntos en quatro camas apareadas. Perdoname, porque el cuento es breue y no sufre dilacion, y viene aqui de molde.

Cip. Si perdono; concluye, que, a lo que creo, no deue de estar lexos el dia.

Berg. Digo que en las quatro camas que estan al cabo desta enfermeria, en la vna estaua vn alquimista, en la otra vn poeta, en la otra vn matematico, y en la otra vno de los que llaman arbitristas.

Cip. Ya me acuerdo auer visto a273 essa buena gente.

Berg. Digo, pues, que vna siesta de las del verano passado, estando cerradas las ventanas, y yo cogiendo el ayre debaxo de la cama del vno de ellos, el poeta se començo a quexar lastimosamente de su fortuna; y preguntandole el matematico de que se quexaua, respondio que de su corta suerte. «¿Como, y no sera razon que me quexe», prosiguio, «que auiendo yo guardado lo que Horacio manda en su Poetica, que no salga a luz la obra que despues de compuesta no ayan passado diez años por ella274, y que tenga yo vna de veynte años de ocupacion y doze de passante, grande en el sujeto, admirable y nueua en la inuencion275, graue en el verso, entretenida en los episodios, marauillosa en la diuision,   -fol. 272r-   porque el principio responde al medio y al fin, de manera que constituyen   —243→   el poema alto, sonoro, heroyco, deleytable y sustancioso, y que con todo esto no hallo vn principe a quien dirigirle276? Principe, digo, que sea inteligente, liberal y magnanimo. ¡Misera edad y deprauado siglo nuestro!»

«¿De que trata el libro?», preguntó el alquimista. Respondio el poeta: «Trata de lo que dexó de escriuir el arçobispo Turpin del rey Artus de Inglaterra, con otro suplemento de la historia de la demanda del santo Brial277, y todo en verso heroyco, parte en octauas278 y parte en verso suelto; pero todo esdruxulamente, digo en esdruxulos de nombres sustantiuos, sin admitir verbo alguno.»

«A mi», respondio el alquimista, «poco se me entiende de poesia, y assi no sabre poner en su punto la desgracia de que vuessa merced279 se quexa, puesto que, aunque fuera mayor, no se ygualaua a la mia, que es que, por faltarme instrumento, o vn principe que me apoye y me de a la mano los requisitos que la ciencia de la alquimia pide, no estoy aora manando en oro y con mas riquezas que los Midas, que los Crasos y Cresos.» «¿Ha hecho vuessa merced280», dixo a esta sazon el matematico, «señor alquimista, la experiencia de sacar plata de otros metales?» «Yo», respondio el alquimista, «no la he sacado hasta agora281; pero realmente   —244→   se que se saca, y a mi no me faltan dos meses para acabar la piedra filosofal, con que se puede hazer plata y oro de las mismas piedras.» «¡Bien han exagerado vuessas mercedes282 sus desgracias!», dixo a esta sazon el matematico; «pero al fin el vno tiene libro que dirigir, y el otro esta en potencia propincua de sacar la piedra filosofal; mas ¿que dire yo de la mia, que es tan sola que no tiene donde arrimarse? Veynte y dos años ha que ando tras hallar el punto fixo283, y aqui lo dexo y alli lo tomo, y pareciendome que ya lo he hallado, y que no se me puede escapar en ninguna manera, quando no me   -fol. 272v-   cato, me hallo tan lexos del, que me admiro; lo mismo me acaece con la quadratura del circulo284, que he llegado tan al remate de hallarla, que no se, ni puedo pensar, como no285 la tengo ya en la faldriquera; y assi es mi pena semejable a las de Tantalo, que esta cerca del fruto y muere de hambre, y propinquo al agua y perece de sed. Por momentos pienso dar en la coyuntura de la verdad, y por minutos me hallo tan lexos della, que bueluo a subir el monte que acabé de baxar con el canto de mi trabajo acuestas, como otro nueuo Sisifo.»

Auia hasta este punto guardado silencio el arbitrista, y aqui le rompio, diziendo: «Quatro quexosos tales, que lo pueden ser del gran turco, ha juntado en este hospital la pobreza,   —245→   y reniego yo de oficios y exercicios, que ni entretienen, ni dan de comer a sus dueños. Yo, señores, soy arbitrista, y he dado a su Magestad, en diferentes tiempos, muchos y diferentes arbitrios, todos en prouecho suyo y sin daño del reyno, y aora tengo hecho vn memorial, donde le suplico me señale persona con quien comunique vn nueuo arbitrio que tengo, tal, que ha de ser la total restauracion de sus empeños. Pero, por lo que me ha sucedido con otros286 memoriales, entiendo que este tambien ha de parar en el carnero. Mas porque vuessas mercedes287 no me tengan por mentecapto, aunque mi arbitrio quede desde este punto publico, le quiero dezir, que es este: hase de pedir en Cortes que todos los vassallos de su Magestad, desde edad de catorze a sesenta años, sean obligados a ayunar vna vez en el mes a pan y agua, y esto ha de ser el dia que se escogiere y señalare, y que todo el gasto que en otros condumios de fruta, carne y pescado, vino, hueuos y legumbres, que han de gastar aquel dia, se reduzga a dinero y se de a su Magestad, sin defraudalle vn ardite, so cargo de juramento; y con esto, en veynte años queda libre de socaliñas y desempeñado.   -fol. 273r-   Porque si se haze la cuenta, como yo la tengo hecha, bien ay en España mas de tres millones de personas de la dicha edad, fuera de los enfermos mas viejos, o mas muchachos, y ninguno destos   —246→   dexará de gastar, y esto contado al menorete, cada dia real y medio, y yo quiero que sea no mas de vn real, que no puede ser menos, aunque coma alholuas; pues ¿pareceles a vs. ms.288 que seria barro tener cada mes tres millones de reales como ahechados? Y esto antes seria prouecho que daño a los ayunantes, porque con el ayuno agradarian al cielo y seruirian a su rey, y tal podria ayunar, que le fuesse conueniente para su salud. Este es arbitrio289 limpio de poluo y de paja, y podriase coger por parroquias, sin costa de comissarios, que destruyen la republica.» Riyeronse todos del arbitrio y del arbitrante, y el también se riyo de sus disparates, y yo quedé admirado de auerlos oydo, y de ver que, por la mayor parte, los de semejantes humores venian a morir en los hospitales.

Cip. Tienes razon, Bergança; mira si te queda mas que dezir.

Berg. Dos cosas no mas, con que daré fin a mi platica, que ya me parece que viene el dia. Yendo vna noche mi mayor a pedir limosna en casa del corregidor desta ciudad, que es vn gran cauallero y muy gran christiano290, hallamosle solo, y pareciome a mi tomar ocasion de aquella soledad para dezirle291 ciertos aduertimientos, que auia oydo dezir a vn viejo enfermo deste hospital, acerca de como se podia remediar la perdicion tan notoria de las moças vagamundas,   —247→   que, por no seruir, dan en malas, y tan malas, que pueblan dos292 veranos todos los hospitales de los perdidos que las siguen; plaga intolerable, y que pedia presto y eficaz remedio. Digo que, queriendo293 dezirselo, alcé la voz, pensando que tenia habla, y en lugar de pronunciar razones concertadas, ladré con tanta priessa y con tan leuantado tono, que, enfadado el corregidor, dio vozes a sus criados que me   -fol. 273v-   echassen de la sala a palos; y vn lacayo, que acudio a la voz de su señor, que fuera mejor que por entonces estuuiera sordo, assio294 de vna cantimplora de cobre que le vino a la mano, y diomela tal en mis costillas, que hasta aora guardo las reliquias de aquellos golpes.

Cip. ¿Y quexaste desso, Bergança?

Berg. ¿Pues no me tengo de quexar, si hasta aora me duele, como he dicho, y si me parece que no merecia tal castigo mi buena intencion?

Cip. Mira, Bergança, nadie se ha de meter donde no le llaman, ni ha de querer vsar del oficio que por ningun caso le toca. Y has de considerar que nunca el consejo del pobre, por bueno que sea, fue admitido; ni el pobre humilde ha de tener presumpcion de aconsejar a los grandes y a los que piensan que se lo saben todo. La sabiduria en el pobre esta assombrada, que la necessidad y miseria son las295 sombras   —248→   y nubes que la escurecen; y si acaso se descubre, la juzgan por tontedad y la tratan con menosprecio.

Berg. Tienes razon, y escarmentando en mi cabeça, de aqui adelante seguire tus consejos. Entré assimismo otra noche en casa de vna señora principal, la qual tenia en los braços vna perrilla destas que llaman de falda, tan pequeña, que la296 pudiera esconder en el seno, la qual, quando me vio, saltó de los braços de su señora y arremetio a mi ladrando, y con tan gran denuedo, que no paró hasta morderme de vna pierna. Boluila a mirar con respecto297 y con enojo, y dixe entre mi: «¡Si yo os cogiera, animalexo298 ruyn, en la calle, o no hiziera caso de vos, o os hiziera pedaços entre los dientes!» Consideré en ella que hasta los cobardes y de poco animo son atreuidos e insolentes quando son fauorecidos, y se adelantan a ofender a los que valen mas que ellos.

Cip. Vna muestra y señal dessa verdad que dizes, nos dan algunos hombrezillos que a la sombra de sus amos se atreuen a ser insolentes. Y si acaso la muerte, o otro accidente de fortuna, derriba el arbol donde se arriman, luego se descubre y manifiesta su poco   -fol. 274r-   valor, porque, en efeto, no son de mas quilates sus prendas que los que les dan sus dueños y valedores; la virtud y el buen entendimiento siempre es vna   —249→   y siempre es vno, desnudo o vestido, solo o acompañado. Bien es verdad que puede padecer acerca de la estimacion de las gentes, mas no en la realidad verdadera de lo que merece y vale. Y con esto pongamos fin a esta platica, que la luz que entra por estos resquicios muestra que es muy entrado el dia, y esta noche que viene, si no nos ha dexado este grande beneficio de la habla, sera la mia, para contarte mi vida.

Berg. Sea ansi299, y mira que acudas a este mismo puesto.





 
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