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1045. Mariquita Cenicienta

NEUQUÉN

Era una niña que no tenía madre. La madrasta la hacía llamar Mariquita Cenicienta.

Mariquita Cenicienta vivía con el padre y la madrasta. La madrasta tenía una hija fea, que la criaba muy regalona y no la hacía hacer nada. A Mariquita Cenicienta la hacía trabajar todo el día. La mandaba a cuidar las vacas al campo y le daba lana para hilar. Mariquita Cenicienta tenía una vaquilla157 que quería mucho. La vaquilla le ayudaba a hilar. Todos los días Mariquita Cenicienta venía a buscar lana para hilar. Y un día le dijo la madrasta:

-¿Cómo hilás tan ligero vos?

Y un día la fue a catear158 a Mariquita al campo. Y llegó la señora y la vio que vino la vaquilla a buscarle la lana a Mariquita. Y vio que se la daba hilada, muy bien hilada a toda la lana.

Y se vino la señora a la casa. Y se hizo la enferma. Y le dijo al marido que mientras tanto no carniara la vaquilla de Mariquita, ella no sanaba.

Y el marido fue y la carnió a la vaquilla de Mariquita Cenicienta. Y Mariquita lloraba mucho. Y le pidió la grasa y las tripitas para ir a lavar al arroyo. Y las llevó en una bateíta   —383→   para lavar todo. Y cuando 'taba lavando, se le fue la bateia159 con la grasa y las tripitas por el agua. Y Mariquita Cenicienta se fue llorando a buscarla porque si la perdía le iban a pegar en la casa. Y áhi, cuando iba, se encontró con un viejito. El viejito le preguntó qué le pasaba que lloraba, y ella le contó que iba buscando la bateia con la grasa y las tripitas de su vaquillita. Entonce él le dijo:

-Andá a aquella casa. Hay unos niños muy sucios y los tenís que limpiar. Cuando volvás, va estar tu bateíta aquí.

Mariquita hizo lo que le dijo el viejito. Los niños daban asco de la suciedá que tenían, pero ella los limpió muy bien y se volvió a buscar al viejito.

Llegó una señora a la casa de esos niños y les dijo:

-¿Quién los limpió tan limpios?

Le dijieron los niños:

-Una niña muy lista y muy bonita que vino.

-A esa niña le va aparecer una estrella de las más hermosas en la frente.

Esta señora era la Virgen y el viejito era Dios.

Y llegó Mariquita Cenicienta donde estaba Taitita160 Dios. Y él le entregó la bateíta. Y en ese momento Mariquita sintió un peso en la frente. Era una estrella de las más hermosas. Ella se ató la frente con un trapo porque tenía miedo de llegar a la casa así, porque la madrasta y la otra niña eran muy envidiosas. Cuando llegó a la casa le dijo la chiquilla envidiosa:

-¿Qué tráis áhi, tonta?

Y Mariquita se desató la frente y las dos se enojaron mucha de envidiosas que eran. Entonce le dijo la chica a la madre:

-Mamita, ¿por qué no se hace l'enferma pa que me carnien mi vaquillita?

Y fue la señora y se hizo la enferma y le dijo al esposo:

-Mientras no carnien la vaquilla de mi hija, yo no alivio.

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Y le carnió la vaquilla. Y le dijo la chica envidiosa:

-Papito, ¿me da la grasa y las tripitas de mi vaquilla?

El hombre l'echó la grasa y las tripitas en la bateíta y las fue a lavar al arroyo. Y áhi dejó ir la bateia agua abajo. Y se vino llorando la chica envidiosa, buscando sus tripitas. Y lo encontró al viejito y le contó lo que le pasaba. Y él le dijo:

-Andá aquella casa. Hay unos chicos áhi. 'Tán muy sucios. Limpialos bien. Cuando volvás va 'tar tu bateíta.

La chica fue, vio los chicos sucios y le dio asco y no los limpió nada. Los ensució más de lo que 'taban. Fue la Virgen y les preguntó:

-¿Quién los ensució tanto?

Y ellos dijieron:

-Una niña muy fiera y muy mala los dejó así.

-A esa niña muy fiera y muy mala le ha de aparecer un moco de burro161 bien grande en la frente.

Se vino la niña donde 'taba Taitita Dios y le dice:

-Y no tenía nada la bateíta, Taitita Dios.

Y se vino llorando la chica envidiosa para la casa, y se sintió un peso aquí, en la frente. Y llegó ande la madre y le dijo:

-Mire, mamita, lo que tengo aquí.

-¡Ay, cochina!, dame un cuchillo pa sacarte eso de la frente.

-Qué, mamita, ¿no es una estrella?

-No, cochina, que es un moco de burro.

No le pudo cortar nada a la chica y le ató la frente.

Después de un tiempo se fueron todos a corré carrera y dejaron a Mariquita Cenicienta encerrada en un horno. Mariquita tenía una varillita de virtú que le había dado Taitita Dios. Y dijo Mariquita:

-«Varillita de virtú, que se me presente un traje de los mejores y un coche como no se haiga visto otro».

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En seguida tuvo todo. Se arregló, subió al coche y se fue a las carreras.

Llegó a las carreras y todos estaban almirados de esta niña, y el coche tan lujoso. Nadie la conocía.

'Taba el Rey en las carreras y corrió tuna carrera con Mariquita. Y se vino ella cuando terminó la carrera y perdió un zapatito.

Al día siguiente mandó a un hombre a preguntar por todas las casa de quién era ese zapatito, que el Rey se iba a casar con esa niña.

-Es mío -le dijo la niña envidiosa.

-De la que sea me la llevo -dijo el hombre.

La chica envidiosa se cortó los dedos del pie y se puso a la fuerza el zapatito. Andaba con un perro el hombre, y cuando pasó por cerca del horno, dice el perro:

-Ésa no es. La dueña aquí está, aquí está.

El hombre vio que la chica tenía el pie lastimado. Abrió el horno y sacó esa niña tan linda. Le puso el zapatito y le andaba muy bien. La llevó y se casó con el Rey, Mariquita Cenicienta.

Inés del Valle González, 12 años. La Salada. Chos Malal. Neuquén, 1960.

Aprendió el cuento de la madre, Verónica González, de Lleuto-Caballo, Neuquén, que sabe muchos cuentos.



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1046. María Isabel y Mangoviana

NEUQUÉN

Había una vez una señora que tenía una hija y una entenada. María Isabel se llamaba la entenada y la tenían de sirvienta, no la querían, y era muy linda y buena. Mangoviana se llamaba la hija y era mala y fea.

María Isabel tenía un corderito que quería mucho. Un día la madrasta, para hacerla sufrir, le mató el corderito y la mandó al río que lavara todas las tripitas, y que no se le fuera ninguna por el río, que si no, le daba una paliza. María Isabel se fue llorando. Lavando las tripitas está, y viene una corriente de agua y se las lleva a todas. Y se fue María Isabel por el río, llorando, buscando las tripitas. Y se le aparece un viejito y le pregunta por qué llora. Le dice que la madrasta le ha muerto su corderito y la manda a lavar las tripas y que no se le vaya ninguna a ir, pero que se las ha llevado todas la corriente. Él dice que se las va a buscar. Le dice que vaya ella adonde unas enfermas que 'tan áhi cerca, las limpie y les haga lo que ellas le pidan.

María Isabel se va donde las enfermas, que daban ascos de la enfermedá que tenían. Y las enfermas le dicen que las limpie y todo, y que les haga remedio y todo. Ella les hace todo y las cuida muy bien. Las enfermas le dicen que muchas gracias,   —387→   que se le ponga una estrella en la frente y que escupa oro y plata. Entonce María Isabel se viene a donde el viejito y el viejito la bendice y le da las tripas. Entonce se va adonde la madrasta.

Mangoviana 'taba en el balcón y la vio a María Isabel y le dice, muy sorprendida, que María Isabel viene con una estrella en la frente, y que escupe oro y plata. Y dice la madrasta:

-¡Qué va a traer estrella esa perra!

Y cuando la ve, se enoja y hace que se ate acá, la frente, para que no se le vea la estrella, y que cuando escupa no escupa en el suelo.

Al otro día siguiente hace lo mismo con la hija, con Mangoviana, para ver si también le sale una estrella en la frente. Mata un corderito y la manda que lleve las tripas al río, a lavarlas. Y se va Mangoviana rezongando.

Lavando las tripas está Mangoviana, y deja ir todas las tripas por el agua abajo. Y ella se va a buscarlas, llorando. Y áhi aparece de nuevo el viejito y le pregunta por qué llora. Ella le dice que se le han perdido unas tripitas, que se le han ido en el agua. Y él le dice que se las va a buscar. Mangoviana se enoja y le dice que él las tendrá. El viejita la manda a donde las enfermas.

Mangoviana va donde las enfermas y las enfermas le piden que las limpie y les haga remedios. Mangoviana se enoja, les tiene asco. No les hace nada y las deja peor de lo que están. Y se va Mangoviana. Las enfermas le dicen que muchas gracias y que se le ponga un moquillo de pavo en la frente.

Mangoviana se va adonde el viejito. El viejito le da las tripitas y Mangoviana, enojada, le pega y se va a la casa de la madre.

Cuando va en el camino le sale un moquillo de pavo en la frente.

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María Isabel sale al balcón y por reírse de ella le dice a la madrasta:

-Mangoviana trae una estrella en la frente.

-Y la madrasta cree, pero y dice otra vez:

-¡Qué va traer estrella esa perra!

Pero cuando la ve a Mangoviana, se enoja y le hace que se ate la frente y se arrolle el moquillo pa adentro.

Se corrió la noticia de que había una niña con una estrella en la frente. Al día siguiente viene el Rey a la casa de la madrasta. La ve a María Isabel, le hace sacar lo que tiene atado en la frente, y ve la estrella. Y se enamoró de ella y en seguida la pidió y se casaron. María Isabel le promete al Rey que va tener un niño con el sol en la frente y una niña con la luna en la frente.

El Rey se tuvo que ir a la guerra y la señora quedó embarazada.

Cuando fue a tener familia la atendió la madrasta. Ella tuvo dos nenes, el nene con el sol y la nena con la luna en la frente, como le había dicho al Rey. La madrasta le sacó los nenes y le puso dos perritos. A los hijitos los puso en un cajón y los tiró a la mar.

Andaba un pescador y los encuentra a los niñitos en el cajón y los lleva a la casa, y deja para ellos los nenitos.

Cuando el Rey supo que la señora había tenido dos perritos, mandó que la pusieran donde están los perros, en el peor lugar de la casa, y áhi criara a sus hijos.

Una vez andaba un peón del Rey por cerca de la casa del pescador y ve los niñitos jugando en un arenal. Y vino y le dijo al Rey que tenían que ser sus hijos porque la nena tenía la luna y el nene el sol en la frente. El Rey los mandó a buscar con el viejito que los había encontrado. El viejito le dijo que los había salvado de la mar, que 'taban en un cajoncito. El Rey reconoció que eran sus hijos y mandó a sacar a su señora   —389→   de donde 'taba criando los perros. Y ella vio los hijos, los reconoció. Y ya se dieron cuenta de todo. Al pescador le dio el Rey todo lo que necesitaba para vivir hasta que se muera.

Llamaron a la madrasta como envitación. Hicieron un castillo162 de leña, le prendieron fuego y la echaron al fuego. Y Mangoviana quedó sola.

Los Reyes y sus hijos vivieron muchos años muy felices.

Yolanda del Carmen Parada, 24 años. Chos Malal. Neuquén, 1959.

Aprendió el cuento del padre, Victoriano Parada, de 56 años de edad, oriundo de El Cholar, Neuquén, que sabe muchos cuentos antiguos.

El cuento amalgama en forma esquemática dos cuentos: el de La Cenicienta y el de Los hijos dorados.



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1047. El cuento de la Cachura

NEUQUÉN


Para saber y contar y contar para saber.
No hay que echarle mucha estera
porque es mucha moledera.
Ni le dejaré de echar
porque de todo ha de llevar.



Que era una vieja. Tenía una hija. Y después tenía una criada, que había criao no más.

A la hija le pusieron Cachura. Y la guachita163 se llamaba María, po.

Entonce un día le dijo la hija de la vieja que porque no le daba un trabajo a la Mariquita. Entonce ella agarró, la vieja, y le dio un vellón de lana pa que l'hilara. Y ya al momento que se lo tejiera.

Entonce ella se jue onde le mandaban a cuidar las vacas. Entonce ella se jue llorando. Ella se encontró con una ternerita guachita que había criao. Entonce le dijo la ternerita:

-¿Por qué lloras mi buena Mariquita?

Y ella le dijo:

-Cómo no he de llorar. Mi ha mandau mi mamita que hile este vellón de lana en un momento.

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Entonce la ternerita le dijo:

-No llorís. No se te dé nada, Mariquita. Poneme l'husito en l'hociquito y la lana en los cachitos164 y vos te ponís a dormir.

Y entonce ya le puso ya el vellón. Y ella se puso a dormir. Y golvió la ternerita onde ella y la recordó. Bueno... le dijo:

-Ándate a la casa.

Güeno, ya llegó. Y le dijo la Cachura a la mamá:

-Mamá, ya viene la María. Cómo, mamá, ¿le ha dado a hilar a la María lana? No ha hilao.

Entonce vieron que 'taba hilao y entonce le dijo:

-¿Vos hilaste este hilo?

Y la Mariquita dijo que sí.

-Mamá -le dijo la Cachura-, mañana le da tres vellones. Y yo, mamá, me voy a di atrás a catiarla.

Bueno... ella se jue. Y ya golvió onde la ternerita llorando porque le habían dao tres vellones. Y entonce le dijo la ternerita:

-¿Por qué lloras mi buena Mariquita?

Y le dijo:

-¡No vuá llorá mi buena ternerita cuando mi mamita me ha mandao a hilar estos tres vellones de lana, que se los lleve en un momento!

Entonce le dijo:

-No llorís, poneme la lana en los cachitos y el husito en el hociquito y yo te vuá a hilar. Y vos ti acostás a dormir harto largo.

Y ella se puso a dormí. Y entonce despué de un rato ya llegó la ternerita a recordarle a la Mariquita. Y le dijo:

-Levantate. Ya 'tá tu hilo hiláu y ándate.

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Y ya llegó a la casa la hija de la vieja y le dice:

-No es nada ella la qu'hila -le dijo-. Es la garra165 'e guacha que tiene. Ésa l'hila la lana -le dijo-. Y güeno, entonce, mamá, cuando llegue, le pregunta quién l'hiló la lana, si es harto alentáa.

Llegó la María onde la mamá. Ya le entregó el hilado. Entonce le dijo:

-¿Vos hilaste esti hilo, María?

Entonce le dijo:

-Yo, mamita.

Entonce le dijo:

-Qué vas a hilar vos esti hilo -y le largó la tetera con agua hirviendo, y casi la terminó166.

Entonce le dijo:

-Esa garra 'e guacha que tenís t'hila a vos.

Y le dijo la Cachura a la vieja:

-Mamá, ¿porque no le carnea la garra 'e guacha que tiene?

Entonce le dijo:

-Mañana te vas a levantá bien di alba y me vas a ir a buscá las vacas.

Y la Mariquita no sabía nada que l'iban a matar la ternerita. Mas167, se dio cuenta despué. Cuando se levantó a la mañana di alba, se jue a buscar las vacas. Entonce la Mariquita iba llorando.

Se encontró con la ternerita d'ella y le dijo:

-¿Por qué llorás, mi buena Mariquita?

Y le dijo:

-Yo sé porque llorás. A mí me van a carniar, y no llorís vos por mí.

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Y le dijo:

-A vos te van a mandar a lavar la panza a un arroyo. Y entonce, ante que vas a lavar, en primer lugar, partí la manzanilla168, y en la manzanilla hay una varillita. Y entonce, tu varilla, la ponís en la puerta 'e la cocina, ande naide la vea. Entonce vos, lo que vos le pidas a la varillita te va a dar. Cuando vos t'encontrís en un apuro, le decís vos: «Por la virtú que Dios ti ha dao quero esto». Y áhi la vamo a dejar un rato a la varillita...

Entonce carnearon la ternerita y la mandaron a la Mariquita a lavar la panza. Entonce le dijo la vieja:

-No se te vaya ir una tripa por l'agua abajo. Si se te va una tripa o otra cosa agua abajo te corto la cabeza.

'Taba por terminare de lavar, cuando se le jue la manzanilla agua abajo, se le soltó de las manos. Y entonce ella se jue por l'orilla del arroyo agua abajo, por seguir su manzanilla a ver si l'encontraba. Entonce, mucho que ha endao ella, s'encontró con un viejito, y le dijo:

-¿Por qué llorás, mi buena Mariquita? -le dijo el viejito.

-¡No vuá llorare, mi buen viejito, si se me ha venío una manzanilla por l'agua abajo!

Y le dijo:

-Y si no l'hallo me dijo mi mamita que me va a cortar la cabeza.

Y le dijo:

-No llorís. Despúlgame169 despacito, despacito; lávame, yo te voy a decir onde 'tá tu manzanilla.

Y bueno... Ya lo despulgó y lo lavó la Mariquita. Y le dijo:

-Y ahora te voy a decir onde 'tá tu manzanilla.

Y le dijo:

Hay una plazoletita, agua abajo, y áhi, en una piegrita, áhi 'tá tu manzanilla.

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Y ella jue a la plazoletita y encontró la manzanilla y se despidió después del viejito. Y cuando ella salió di onde 'taba el viejito, le salió una estrella en la frente. Y el viejito le dio una varillita de virtú pa que le pida lo que quiera. Entonce ella se jue pa la casa. Y ya la vio la Cachura qu'iba. Y le dijo a la magre:

-Míreme, mamá, ¿nu es la Marica la que viene áhi?

Entonce le dijo:

-Qué va a ser ésa. Aquella es una niña muy linda, ¿y qué trae en la frente?

-Y la Marica es -le dijo.

Y llegó la Marica y le vieron l'estrella. Y agarró la vieja y la voltió y le pegaba con el ojo 'e l'hacha para sacále l'estrella. Y entre más le pegaba más bonita se ponía l'estrella. Y jue inútil que le pegue. Y entonce le dijo a la Cachura:

-Andá buscó un pañuelo de los más inservibles pa atále la cabeza, pa que no le vean la frente -y ya agarró y li ató y le dijo que no va a salí a ninguna parte, qu'iba a 'tá áhi no más-. Entonce la vamo a dejar a la Mariquita a un lao.

Y entonce le dice la Cachura:

-Mamá, mañana me carnea mi garra 'e ternerita también -la Cachura tenía una ternerita como la Mariquita.

-Bueno. Mañana vas a ir a buscá las vacas vos misma.

Y jue ella a buscar las vacas en la mañana. Y trajo las vaca pa que la carniara la ternera. Y agarró la vieja y le carneó la ternera. Y entonce le dijo:

-Y vas a ir a lavar la panza sin que se te vaya una tripa agua abajo -le dijo la vieja a la Cachura.

Y jue a lavá y lo primero qu'hizo, largó el librillo por el agua abajo. Y luego s'hizo la qu'iba llorando. S'echaba saliva en los ojos. Entonce ya iba y s'encontró con el viejito. Le dijo:

-¿Por qué llorás mi buena señorita?

-¡No vuá llorar, mi buen viejito, si se me vino el librillo por el agua abajo!

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Y le dijo:

-Mira, no llorís nada, despúlgame y lávame bien lavadito.

Y entonce ella tuvo asco y le contestó:

-Quién te va a lavar a vos, viejo cochino, viejo sarnoso -y l'echó a güena parte170.

No lo quiso limpiar. Ella se jue. Y mucho qu'iba, le gritó el viejito que volviera. Entonce ella volvió hasta onde él 'taba otra vez. Entonce le dijo:

-Volvé, meté la cabeza en aquella plazoleta171 que 'tá áhi -qui había como una barranquita-, áhi 'tá tu librillo.

Entonce metió ella la cabeza en la plazoleta y le salió un cacho. Y entonce cuando ella levantó la cabeza no podía salir y sacó un pedazo de barranquita. Un cacho harto grande le salió en la frente. Entonce ya se jue pa la casa. Onde enterraba el cacho se daba güelta carnero172. Y se limpiaba su cachito y seguía. Y cuando la vio la vieja, entonce, la voltió y le daba con el ojo 'e l'hacha pa sacale el cacho y más grande se le ponía el cacho. Y no jue capaz de sacale el cacho a l'hija. Entonce, ella, luego no más la levantó y se jue a un almacén que había cerca de las casas. Entonce se jue a comprarle cinta pa engolvele el cacho a l'hija. De lo mejor le trajo. Ya golvió y la engolvió bien el cacho, bien engüeltito. Entonce le dijo:

-M'hija, mañana vamo a ir a misa. Y a la Marica la vamo a dejá en la casa.

Entonce ella, la Marica, cuando ya arregló todo, el almuerzo y todo dejó en punto, entonce agarró su varillita de virtú y dijo:

-«Varillita, por la virtú que Dios te ha dao, que se me presente un coche de lo más lindo con dos caballos bien negritos, el coche negro, y que de los Reyes que habrá en misa ninguno tenga un coche mejor. Y la ropa también, que ninguna princesa de las hijas del Rey tenga mejor que la mía. Y del botín más lindo que me traiga, que ni las hijas de ningún rey tengan igual».

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Y al punto tuvo todo. Y se vistió como princesa. Si bonita era, el doble quedaba con esa ropa. Y agarró ella y subió al coche y se jue a misa ella también. Entonce iba por llegar la vieja y la Cachura a misa, y las pasó, y la pasó a llevar con la rueda del coche y la voltió a la Cachura y quedó enterrada. Y entonce, mientras que la vieja la limpiaba a la Cachura, ella llegó a misa, la Mariquita. Y jueron a mirar la vieja y la Cachura y no la conocieron.

No sabían de onde era el coche y no la conocían a la niña; no sabían quén era. Todos estaban almirados. Y el hijo del Rey, Manuelito, se enamoró de la Mariquita. Y no sabía cómo quitale una prenda pa saber quén era.

Y ya se jue la Mariquita pa la casa. Ella llegó a la casa. Y le dijo a la varillita:

-«Varillita, que se me desaparezca todo esto que mi has dao».

Entonce ya llegó la vieja a la casa. Y entonce le dijo:

-Mariquita, hamos173 visto un coche de lo más lindo. Muy lindo, que nunca lo vimo. Y una niña tan bonita que no sabemos quén es.

Y entonce ella le dijo:

-Era yo, mamita.

Entonce la vieja ganó una cacerola que tenía con sopa y se la largó a ella.

-¡Qué vas a ser vos! -dijo.

-Qué va a ser esta sarnosa -dijo la Cachura.

-Güeno -le dijo-, mañana temprano vamo a ir a misa. Lo arregló al desayuno la Mariquita y salieron a misa la vieja y la Cachura.

-Vos me tenís el almuerzo en punto, cuando nohotras golgamos. Hacé todo.

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Y ya se jueron. Y ya hizo todo rápido. Y le dijo:

-«Varillita de virtú, que se parezca un coche de lo más lindo. Que si lindo era el de ayer, que sea el doble mejor éste. Y que la ropa sea mucho más linda y el zapato charolao del mejor».

Bueno... Al punto 'tuvo todo. Y entonce ella agarró y subió en su coche y se jue. Y luego no más la alcanzó a la Cachura con la vieja. La pasó a llevar otra vez. Y mientras que la vieja le limpiaba el cacho a la Cachura, ella pasó a misa. Tuvo en misa y se mandó a cambiar otra vez.

Y el hijo del Rey ya tenía mucha gente pa ver si le podían quitar una prenda a la niña. Y ella tiró cerca del coche, cuando s'iba, un pañuelo bordado con nombre y apellido de ella. Hizo que se le había queido174, y también un botín. Y entonce apretaron a correr y el hijo del Rey alcanzó a agarrar las dos prendas.

Y ya llegó la niña a la casa. Entonce dijo:

-«Varillita, por la virtú que Dios te ha dao que se me desaparezca todo lo qui me has dao».

Y ya llegó la vieja contandolé a la Mariquita que había vuelto la niña a misa, más bonita que el día anterior y que si el otro coche era lindo el que vino hoy era el doble de lindo.

-No lo tiene naide por acá y naide conoce esta niña -le dijo.

Y ella le dijo:

-Era yo mamita.

Y entonce la retaron y la vieja le largó una tetera con agua. Y la terminó a la pobre Mariquita otra vez.

Y el Rey y el hijo salieron a buscar esta niña. El Rey quería casalo al hijo. Y ya pasaron a una casa y le midieron el botín a las niñas que había, y no eran las dueñas. Y ya pasaron a otra casa. Y hasta que al fin llegaron a la casa de la Cachura.

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Entonce cuando la vieja vio que venía el Rey, la hizo esconder a la Mariquita abajo de una batea. Y ella se quedó con la Cachura pa que se mida el botín. Y la Mariquita había criao un perrito de esos chiquititos. Y áhi 'taba el perrito al lao de ella. Entonce llegó el Rey. Saludó. Y le dicen:

-¡Pase! ¡Pase!

Y no sabían onde ponelo al Rey. Y le dijo:

-Permiso, señora.

Y ya le dijo que se sacara el botín la Cachura pa que se tantiara el zapato. Y le dijo que si le 'staba güeno s'iba a casar el hijo con ella. Y ella decía que le 'taba güeno. Pero no 'tuvo güeno. Y ya se quedó harto triste la Cachura y la vieja.

-Güeno, no es de su hija -le decía el Rey.

-¡Cómo no le va 'tar güeno! -le decía la vieja.

Y entonce el perrito de la Mariquita decía:

-¡Ñau!, ¡ñau!, aquí 'ta mi señorita.

Y ya sacaron al perrito y lo cascaron para que no gritara más.

La Mariquita oyendo estas palabras dijo:

-«Varillita de virtú, por la virtú que Dios mi ha dao, me das la misma ropa que jui a misa y el mismo zapato».

Y entonce el perrito volvió a toriar175 y decía:

-¡Ñau!, ¡ñau!, aquí 'ta mi señorita.

Y entonce el Rey puso cuidao lo que volvió a decir el perrito. Y entonce le dice a la vieja:

-¿Qué dice el perrito, señora?

-¡Qué, este perro siempre que viene gente viene a toriar! -dijo la vieja.

-No -le dijo el Rey-, aquí hay algo.

Entonce el Rey jue onde 'taba la niña y levantó la batea, y salió Mariquita como una princesa y con un solo zapato, harto linda y con l'estrella en la frente.

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Entonce el Rey le dijo que se tantiara el botín. Y le dijo que le va a 'tar güeno. Y la vieja y la Cachura no querían que se lo pusiera. Y se lo puso la Mariquita. Y bien que le vino. Y el pañuelo tenía el nombre d'ella. Y el Rey dijo que ésa era la niña que s'iba a casar con su hijo y que le iban a poner la corona de reina.

Entonce el Rey y el hijo se jueron y la llevaron a la Mariquita al palacio. Llegaron allí, buscaron cura. Se casó la niña con el Príncipe, y le pusieron la bendición. Y hicieron una fiesta harto linda.

Y después mandaron a buscar a la vieja bruja y a la Cachura. Buscaron esos caballos más guaguales176 que llaman, y agarraron caballos, cuatro pa la vieja y cuatro pa la Cachura. Y agarraron y la ataron a la Cachura de las piernas y las manos en cada caballo. Y a la vieja igual. Porque han hecho muchas despenías177 con la chica que tenían. Y Dios la había protegido. Porque el viejito que le puso la estrella y le dio la virtú era Dios. Y áhi espantaron los caballos y las despedazaron.


Y entonce se acabó el cuento.
Y pasó por un zapato
roto pa que usté me cuente otro.



Clara Rosa Salazar, 33 años. Ranquilcó. Ñorquín. Neuquén, 1954.

La narradora dice que los cuentos deben contarse de noche, que es malo contarlos de día. La iniciación del cuento es común a los narradores chilenos.

Es descendiente de familias chilenas. Su pronunciación es chileno-argentina y también su léxico. Es analfabeta y rústica, pero muy buena narradora.



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ArribaAbajoNota

El cuento de La Cenicienta, de fama universal, figura en nuestra colección con 16 versiones y variantes. Tiene gran difusión en las provincias más conservadoras de nuestro país. En el conjunto, predomina el tipo que se considera completo en la tradición occidental; a los motivos fundamentales, en la mayoría de las variantes se agregan los que se tienen como de origen español: la heroína es enviada por la madrastra a lavar las entrañas del animalito muerto, al río; el río se las lleva; ella las busca llorando y aparece Dios o la Virgen que la protegen y la premian. En una versión es la madre. La premian con una estrella en la frente y con una varita mágica que llena su vida de milagros.

Difusión geográfica del cuento

Difusión geográfica del cuento

El cuento es muy antiguo: tiene antecesores orientales y en Occidente es conocido desde los primeros siglos de la Edad Media.

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La Cenicienta es uno de los cuentos populares más estudiados y discutidos en el mundo científico. Anna Birgitta Rooth le ha dedicado un estudio muy completo. Véase el erudito análisis de Aurelio M. Espinosa (II, p. 414 y sigs.) y el de Pino Saavedra (I, p. 400 y sigs.). Es el tipo 510 A de Aarne, Aarne-Thompson, Boggs y Hanses.





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6 versiones y variantes


Cuentos del 1048 al 1053


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1048. Florita

LA RIOJA

Era un rey y una reina que tenían una hija que se llamaba Florita. La Reina era muy linda. Un día que estaban conversando, la Reina le dijo que le iba hacer un pedido, que cuando ella se muera que se case con una mujer igual a ella. Pocos meses después muere la Reina y el Rey sale en busca de esposa por otros reinos vecinos, pero no encuentra ninguna mujer que se parezca a la Reina muerta.

Un día, conversando con la hija, le dice que como no había podido encontrar una mujer igual a la madre para casarse, que tendrá que casarse con ella, porque es la única que se parece.

La hija se enoja y le dice que los padres no pueden casarse con las hijas. Como palabra de Rey no puede faltar, le ordenó que se prepare para el domingo, que se realizaría la boda.

Florita llama a una negra que tenían. La manda a comprar ropa de hombre para las dos, y huyen. Cuando vuelve el Rey no las encuentra. Las busca, pregunta y nadie le da noticia.

Mientras tanto Florita y la negra llegan a una parte del camino y se separan. Florita llega a un palacio en busca de trabajo. El Rey la ocupa, creyendo que es un joven, y le toma cariño, y piensa coronarlo porque no tiene hijos varones. Florita se hace amiga de las tres hijas del Rey y les cuenta que ella es mujer y por qué se hace pasar por joven.

Llega el padre de la niña en su busca, pero el Rey le dice que en su reino llegó un joven. Como el padre de Florita desconfía   —406→   le hace un trato. Que hagan un rodeo de hacienda, si el joven enlaza era porque es varón y si no enlaza era porque era mujer.

Como Dios le ayudaba siempre, Florita enlaza y quiebra un animal.

El Rey se va y al poco tiempo vuelve en busca de la hija.

Los dos reyes resuelven ir a los baños y llevarla a Florita. Ella que no halla qué hacer, les cuenta a las hijas del Rey y éstas le aconsejan que elija un caballo oscuro y no podrán alcanzarla.

Sube, empieza a galopar, pronto los reyes ni el rastro le ven. Va tan fuerte que por sobre las orejas pasa y cae al suelo de rodilla. Se le aparece Jesús y le dice que la va ayudar, por que ella no ha querido casarse con el padre, que vuelva tranquila que desde ese instante será varón.

El joven vuelve, se baña, y el padre convencido que no es la hija, se va a su palacio y vive solo.

El joven es coronado y queda a vivir muy feliz en el reino vecino.

Clorinda de Flores, 45 años. Catuna. General Ocampo. La Rioja, 1950.

La narradora ha olvidado motivos del cuento tradicional.



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1049. La monita de palo

MENDOZA

Éste que era un matrimonio joven que tenía una hija llamada María.

Se murió la madre y quedó María sola. Era una niña muy linda y muy parecida a la madre.

Cuando María ya era una jovencita, el padre se quiso casar con ella. La niña lloraba todo el día y no sabía qué hacer. No comía ni dormía y no sabía a quién pedir ayuda.

Una noche, que estaba llorando y pidiendo a Dios que hiciera comprender al padre lo que quería hacer, oyó una voz que la llamaba por la ventana. Entonce ella reconoció que era la voz de la madre que le decía:

-¿Qué te pasa, María?

Y ella le contestó:

-Mi padre quiere casarse conmigo. La madre le dijo:

-Pedile un vestido con todos los astros que están en el cielo. Como no lo puede hacer, te va a dejar de molestar.

La niña le dijo al padre que le ponía la condición que le traiga un vestido con todos los astros que 'tán en el cielo.

El padre le preguntó si se iba a casar con él.

Ella le dijo que sí, pero tenía que traerle un vestido con todos los astros del cielo.

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Contestó él que sí, que se lo traería porque tenía pacto con el diablo. Y el padre le trajo el vestido con todos los astros del cielo, que era una almiración178.

A la noche siguiente vino otra vez la madre por la ventana, la habló a María y le dijo:

-¿Te ha traído el vestido?

-Sí, mamá, y estoy otra vez muy triste.

-Pedile ahora otro, con todas las cosas que hay en la tierra.

Se lo pidió la niña y como tenía trato con el diablo el padre, también se lo trajo.

A la noche siguiente volvió la madre y le preguntó:

-María, ¿te ha traído el vestido?

-Sí, mamá, y estoy más triste que antes.

-Pedile, entonce, un ramo de jilgueros cantando. Eso no lo va a poder traer. Y me despido, hija, porque ya no voy a poder volver más. Ya se me acabó el permisio179 que tenía para volver a este mundo y ayudarte. Tenís que pensar vos, ahora, cómo te vas a salvar de la mala intención de tu padre. Te dejo esta varita bendecida y a ella le podés pedir lo que te haga falta.

María le pidió al padre el ramo de jilgueros cantando. Para él no había imposibles porque tenía trato con el diablo, y al otro día se lo trajo. Entonce, María, llorando, le pidió que le diera plazo de tres meses. Entonce el padre le dijo:

-Bueno, María, pero es el último plazo que te doy.

Entonce María se fue a una carpintería y mandó hacer una mona de palo del tamaño de ella, para meterse adentro y que pudiera mover las piernas para caminar y los brazos para trabajar. Cuando el carpintero le entregó eso, como caja, con la figura de la mona, se metió dentro y se largó para los campos. Se fue un día de viento muy fuerte para que el padre no la pudiera seguir al rastro.

Y se perdió de la casa y nadie sabía nada de ella. El padre hizo preguntar por todas partes, pero nadie había visto a María.

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María siguió caminando muchos días por campos, montes y montañas.

Un día salieron unos jóvenes a cazar por los montes y vieron esta mona. Uno le iba a tirar un tiro y el otro dijo que no le tirara. Se allegó y dijo:

-Yo me llevo esta monita a mi casa, es muy mansita y buena -y se la llevó.

Se puso muy contenta la madre de este joven con la monita de palo. La monita hacía muchos trabajos de la casa y hacía muy ricas comidas.

El domingo se aprontó el joven para ir a la misa y le dijo a la mona:

-Traeme el lavador con agua, monita de palo.

María le trajo el lavador con agua y le dijo pórque no la llevaba a misa, a ella. Y el joven le contestó:

-Qué voy a hacer con vos, mona fiera180 -y le tiró un poco de agua encima.

La monita se quedó llorando pero se acordó de la varita mágica que le había dejado su madre. Se fue a su cuarto y le dijo a la varita:

-Mamita, quiero un coche de oro y de plata con una pareja de caballos tordillos.

Inmediatamente se presentó el coche. Ella se puso el traje con todos los astros y se fue a misa.

El joven estaba parado en la puerta de la iglesia cuando llegó este coche deslumbrante y bajó esta niña preciosa con el traje con todos los astros. La gente se quedó asombrada y el joven se enamoró de ella. Con disimulo el joven fue y se le sentó al lado y la hablaba. Y ella le dijo:

-No me peturbe181, joven, durante la misa.

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Se paró182 para irse la niña, y el joven le preguntó:

-¿De dónde es usté, que nunca la himos visto en estos lugares?

-Yo soy del fondo del lavador -le contestó ella-. ¿Y dónde queda eso?

-Tanto de aquí como de allá -dijo ella y subió al coche.

Los caballos salieron al galope, como si volaran. El joven siguió el coche con la vista pero al doblar una esquina desapareció.

María llegó a la casa y se puso el traje de mona y se puso a barrer.

Cuando llegó el joven le dijo a la madre:

-Mamá, ¿no ha visto pasar por aquí un coche de oro y de plata con una niña muy bonita?

-No, hijito -le contestó la madre.

-Usté no ve nada -le dijo el joven nervioso-, para este lado venía.

Al domingo siguiente se preparaba el joven para ir a misa y le pidió a la monita el lavador:

-Traeme agua para lavarme.

María le llevó el lavador con agua y le dice:

-¿No me lleva, mi amo, a misa?

Y él le contestó:

-Qué te voy a llevar a misa, mona fiera -y le pegó un sacudón del brazo.

María pidió a la mamita el mismo coche, se puso el traje con todas las cosas de la tierra y se fue a misa.

El joven esperaba en la puerta de la iglesia y vio que llegaba la niña más linda que antes. Se sentó nuevamente a su lado y la conversaba. Ella le dijo:

-No me peturbe, joven, durante la misa.

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Y cuando terminó la misa ella se paró para irse y el joven le volvió a preguntar:

-¿De dónde es usté?

-Yo soy del fondo del sacudón.

-¿Y dónde queda eso?

-Tanto de aquí como de allá -contestó ella-; subió al coche y los caballos salieron a la carrera.

El joven trató de ver a dónde iba el coche, pero en unos minutos se perdió de vista.

Volvió María a la casa y se puso otra vez el traje de mona y se puso a barrer.

El joven llegó al rato más intrigado, y no sabía qué hacer.

Al domingo siguiente el joven le pidió el lavador con agua a la monita de palo, para ir a misa. La monita trajo el lavador y le dijo:

-¿No me lleva, mi amo, a misa?

Él le contestó:

-Qué te voy a llevar, mona fiera -y le pegó un puñetazo en la cara.

Ella fue y volvió a pedir el mismo coche. Se puso el vestido de todos los astros y llevó el ramo de jilgueros.

Cuando llegó, el joven estaba en la puerta de la iglesia. Más almiración causó esta niña tan linda con este coche, este vestido y este ramo de pajaritos cantando. El joven se volvió a sentar a su lado y le dijo que ya no podía vivir sin ella. Ella le contestó:

-No me peturbe durante la misa.

Cuando se paró para irse, él le preguntó de donde era. Ella le contestó:

-Soy del fondo del puñetazo.

-¿Y dónde queda eso?

-Tanto de aquí como de allá.

Subió al coche y entonce el joven desesperado le tiró un agarrón y le sacó un zapato.

La monita volvió y hizo como el domingo anterior y se puso a barrer.

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El joven llegó desesperado preguntando si no habían visto pasar el coche y si no conocían a la dueña del zapato. Desde ese momento empezó a buscar. A ver a quien le andaba bien el zapato. No encontraba la dueña y le dijo a la madre que se iba ir andar hasta que la encontrara. La madre lloraba mucho, pero la monita de palo le dijo:

-Dejeló que se vaya, mamita, que algún día volverá.

El joven anduvo mucho y no encontró a la dueña del zapato y se volvió otra vez a la casa y la monita le dijo:

-Si usté la viera, ¿la conocería a la niña que es dueña del zapato?

-Sí -dijo él- la conocería inmediatamente.

-Espere un momento -dijo María y se fue para adentro. Salió de la mona de palo, María, se puso el primer traje y se sentó en un sillón. Lo llamó y cuando vino le preguntó-: ¿Será ésta?

-Sí, sí -contestó el joven y corrió loco de contento.

Ya la llamó a la madre, el joven, y la presentó como novia. La monita de palo contó entonce su historia y todos lloraron y la quisieron más.

Después se casaron y hicieron una fiesta muy grande, que duró varios días.


Y fueron felices,
comieron perdices,
y yo no comí
porque no quise.



Carmen Bustos de Sosa, 75 años. San Carlos. Las Heras. Mendoza, 1952.

Buena narradora.



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1050. La monita del palo

SAN LUIS

Había en un pueblito un matrimonio que tenía una hijita, única hija, de edá de diez años. Este matrimonio eran muy felices viendo crecer la hija al lado de ellos. El dueño 'e la casa era muy guapo183 y la señora era muy hacendosa, también. En aquellos años vivían de una majadita184 que tenían y de algunos trabajos que hacía él, de vez en cuando. Un día entró una enfermedá muy mala, en el lugar, que le llamaban el cólera. De dónde viene y cae enferma la señora. Y entonce no se le encontró remedio y falleció. El esposo se cambió de áhi con todo lo que tenía, a otro lugar.

Ya vivía el hombre con su hijita y lo pasaba bien. Al cabo de un año se hizo de varias amistades en el nuevo lugar, adonde se había ido a vivir. Y comenzó a ir a pasiar a la casa de una señora ande había una muchacha. Y tanto jue y tanta amistá tuvo que le pareció bien la muchacha y la pidió para casarse con ella.

La muchacha aparentó querer mucho a la hijastra, y eso es lo que lo llevó al hombre a casarse. Ya tenía once años y era muy guapa la chica, muy hacendosa, y era sumamente donosa185. Ya se casaron, y vivieron muy bien al principio. La chica la quería como a una madre a la madrasta.

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Pasaron los años y la señora comenzó a tener familia y tuvo cuatro hijos, dos varones y dos mujeres. Que éstos eran muy regalones de la madre, del padre y de la media hermana. Venían siempre visitas a la casa y siempre codiciaban a la muchacha que no era hija de la señora, que siempre decían:

-¡Qué linda186 chica! ¡Qué guapa! ¡Qué donosa! ¡Qué preciosa!

Y de los niños de la señora no decía nadie nada. Entonce la madrasta, al ver que todos los cumplimientos y halagos eran para la hijastra, comenzó a tenerle odio projundo. La comenzó a tratar mal, a mortificarla, a decirle que era fiera, asquerosa y que era igual a una mona de los palos. La tenía mal vestida, mugrienta. No la dejaba ni que se lavara y sin embargo la gente que venía la seguía alabando a ella. Y ya le jue quedando el apodo de Mona del Palo. Y así no más la llamaban en la casa.

Ya tenía la niña 16 años, y la madrasta ya no la podía ni ver. Un día lo llamó al marido y le dice:

-La mato o me mando a mudar yo.

Entonce el padre dispuso de mandar a la niña a la casa de unos parientes que vivían muy lejos. Se dispuso el padre a acompañarla. Entonce la señora le dijo que no, que se juera sola. Y así que el pobre hombre, con mucho sentimiento, tuvo que despachar a su hija sola.

El padre le dio las señas del camino y de la casa. La niña tomó el sendero y siguió las indicaciones del padre. Anduvo un buen tiempo, pero como ella nunca había andado sola, se estravió. Anduvo como 15 días perdida en el campo. Se mantenía con frutas de los árboles del monte no más. Por fin tanto andar, divisó una casa muy grande y muy hermosa. Y áhi no más se allegó y pidió qué comer. Era una tarde muy linda y de casualidá 'staban los dueños de casa en la puerta. Que era un matrimonio que no tenían hijos más que un solo hijo de veinte años. La niña llegó y les dijo que venía buscando trabajo. Los dueños   —415→   de la casa le contestaron que no la podían tomar porque tenían el personal de servicio completo. Entonce la niña les dijo que por favor la ocuparan, que ella venía de muy lejo, estraviada, y que no sabía el camino para donde la habían despachado.

Al hijo que 'staba áhi, cuando la vio a la niña tan humilde y tan lindita, le dio lástima y les dijo a los padres que la tomaran. Y bueno, la hiceron pasar y le dieron de comer, y la dejaron para que sirviera. La chica les contó cómo había sufrido y cómo había pasado en el campo ande casi se había muerto di hambre y de sé.

Bueno... Pasó el tiempo. La chica era tan viva, y tan trabajadora y de tan lindos modales, que en seguida no más se ganó la voluntá de los patrones y de todos los de la casa. Ya todos le querían mucho. La llamaban con el apodo que le había puesta la madrasta, Monita del Palo.

El hijo de los dueños de la casa cumplió veinticinco años, y los padres, que eran muy ricos, dispusieron de hacerlo casar. Determinaron de dar un gran baile para que él eligiera la mejor, muchacha que juera a la fiesta.

Ya dieron el baile. Estuvo muy lindo, muy concurrido y había muchachas de todas partes y muy lindas. Pero el joven dijo que ninguna le agradaba para casarse.

Dispusieron, entonce, los padres, de dar una fiesta en otra estancia. Invitaron a las familias más ricas de muchas leguas a la redonda.

A la oración, se prepararon los padres y el hijo para ir al baile. Entonce, el joven le dice a la Monita del Palo que le alcanzara los zapatos. Entonce ella le dice:

-¡Amito, llevenmé p'al baile!

-Cayate -le dice el mozo-, que agorita de voy a dar un zapatazo.

Ya se aprontaron y se fueron a la fiesta. Que estaba muy lindo el baile y la música, y había muchísimas niñas muy paquetas y donosas.

Muy triste se quedó la Monita del Palo. En eso que 'staba áhi, se mira la mano y se ve el anillo que le dejó la madre al   —416→   morirse y que le dijo que era de virtú. Hasta entonce se había olvidado que él la podía ayudar en sus sufrimientos. Lo saca y lo flota187 tres veces en la palma de la mano. Y entonce aparece un negro grandote y le dice:

-¿Qué se le ofrece, mi amita?

-Quiero un traje completo con zapatos y alhajas. Que sean mejores que los de todas las niñas que haigan ido al baile, y quiero un carruaje más hermoso que todos los que se conozcan en el mundo.

Y al ratito no más le trajo el negro un traje preciosísimo y un carruaje, y jue al baile. Cuando ven que hacía luces una cosa que venía y que ya llegó a la casa, y ven que una niña tan hermosa como no se había visto otra, llegó. Todos les hacen atenciones, y le hacen pasar al baile.

En cuantito la vio el joven, se enamoró de ella. Ahí no más se arrimó y bailó con ella toda la noche. Y después le preguntó:

¿Adonde vive usted, señorita?

-Yo vivo acá cerca en la calle del Zapatazo.

Entonce él le ofertó compañía. Ella le dijo que sí, pero en un descuido tomó la puerta, y salió y desapareció. La buscaron por todas partes y no la pudieron encontrar.

Bueno... el joven quedó muy triste de que no pudo dar con la muchacha que se había enamorado. Entonce determinaron de dar otra fiesta. Cuando iban a ir al baile se aprontaron los padres y el joven le dice a la Monita que le alcance el bastón. Entonce le dice ella:

-¡Amito, llevenmé al baile!

Y él le contesta:

-Callate que te voy a dar un bastonazo.

Y ya se jueron a la fiesta y quedó la Monita del Palo. Enseguida no más se sacó el anillo, lo flotó tres veces y se presentó el negro y le dice:

-Amita, ordene lo que quére.

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Ya pidió la niña un traje y un carruaje tan lujosos como no había otros. Y ya se los trajo, se acomodó y se jue al baile. El joven que 'staba en la puerta viendo si aparecía, en cuanto la devisó la salió a recibir muerto de gusto188.

La tomó del brazo y la llevó al baile y bailó con ella toda la noche. Y que le dice:

-Vea niña, que esta noche la voy a acompañar. ¿Cómo era la calle en que vivía?

-Vivo en la calle del Bastonazo -le dice ella.

Y después, hizo lo mismo la niña, que en la primera noche. Cuando venía aclarando, en un descuido salió, tomó un carruaje y desapareció. Vino a la casa, despachó el coche y se acostó a dormir. Cuando llegaron los patrones, la casa 'staba en silencio.

Al otro día, los padres y el joven conversaban de esta niña tan hermosa que naide sabía de ánde era ni cómo se desaparecía. Y entonce dijieron que él tenía que comprometerla y acompañarla y no dejarla ir. El joven 'staba cada vez más enamorado de la niña y muy triste pensando si no la volvía a encontrar. Entonce determinaron de dar otro baile, y los padres y el hijo se aprontaron para irse. Entonce el joven le pide a la Monita del Palo que le pase el cepillo. Ella se lo alcanza y le dice:

-¡Amito, llévenme al baile!

-Cayate -le contesta-, que agora te voy a dar un cepillazo.

Bueno... Ya se jueron. La niña entonce se sacó el anillo, lo flotó tres veces y se presentó el negro, y ella le pidió un traje y un carruaje más lindos y lujosos que los otros.

Al ratito no más el negro le trajo un traje como nunca se había visto otro y un carruaje que brillaba como el sol. Se acomodó y se jue al baile.

El joven la 'staba esperando. La recibió, la llevó a la sala del baile y bailó con ella toda la noche. Y ya le dijo que esa noche no se le iba a escapar. Y le dijo que la quería, que la comprometía y le dio un anillo. La niña se puso el anillo y siguió bailando. Cuando venía aclarando, se hizo la que se iba arreglar a otra   —418→   pieza, y nadie se dio cuenta cuando desapareció. Busca que busca a la niña y no la encontraron por ninguna parte. La niña llegó a la casa, despachó el coche y se acostó a dormir. Más tarde llegaron los patrones. Ella los oía que conversaban y conversaban de la niña que nadie sabía de ánde era.

Al otro día, el joven 'staba muy triste. No sabía que hacer.

Se acordaba que la niña le había dicho que vivía en la calle del Zapatazo, del Bastonazo y del Cepillazo. Mandaron entonce a los criados a buscar esas calles, pero no las encontraron por ningún pueblo de por esos lugares. El joven decía que la niña 'staba comprometida porque él le había dado un anillo. Pasaron varios días, y el joven de pena se enfermó. Tenía fiebre y cada día 'staba pior. No habían dejado médico del pueblo y de todos los lugares cerca sin ver, pero nadie le curaba el mal. Ya 'staba el mozo para morir. No dejaban entrar a nadie a la pieza, nada más que a los patrones. Un día el joven llama y pide un vaso de agua. Entonce la madre le dice a la Monita del Palo, pensando que era tan graciosa y que lo podía alegrar al joven:

-Llevale el agua vos Monita.

La niña va lava bien el vaso, le pone el anillo que le dio el joven y lo llena de agua, y se lo lleva al enfermo. El mozo agarra el vaso con su mano tembleque, toma unos tragos y ve el anillo y lo reconoce. Entonce, haciendo un esfuerzo le dice a la niña:

-¿De dónde has sacado este anillo?

-Usté me lo dio, patroncito.

-¿Y vos sos la niña que estaba en el baile?

-Yo soy. No se acuerda que yo le dije la primera noche que vivía en la calle del Zapatazo. Yo le dije la segunda noche que vivía en la calle del Bastonazo porque usté me ofertó un bastonazo, y le dije la tercera noche que vivía en la calle del Cepillazo, porque usté me ofertó un cepillazo.

Entonce el joven le dice:

-Si sos la niña que jue al baile, presentate como juiste vestida una de las noches.

La niña jue a su pieza. Flotó el anillo y pidió el traje más lindo que se puso para ir al baile.

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Se arregló y quedó preciosa, como una reina. Se presentó así al joven. Cuando éste la vio dio un grito:

-Llegó mi novia, vengan a verla.

Y ya la abrazó y la presentó a los padres. Ellos se quedaron muy sosprendidos y le preguntaron que de ande venía. Ella dijo que de su pieza. El joven les esplicó que era la que le llamaban la Monita del Palo, que había sido una niña encantada, y que él se iba a casar con ella. De este día, el mozo sanó radicalmente. Los padres estaban locos de contentos. Les parecía mentira que el hijo se les salvaba, que ya lo daban por muerto. A la semana, se casaron los novios, en una gran fiesta que duró varios días. Los padres hicieron repartir regalos a los pobres por la salvación de su hijo.

Los recién casados quedaron muy felices y vivieron muchos años.

Amador V. Olivera, 68 años. San Luis, 1952.

Hombre del pueblo. Gran narrador.

Variante del cuento fundamental.



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1051. La hija del Rey y el barquito de corcho

SAN LUIS

Éste era un Rey que enviudó, ¿no? Que había teníu una hija que tenía dieciséis años u diecisiete. Entonce no faltó quien le dijiera que él tenía que ser casado con la mejor niña que hubiera en el pago. Y buscó por todos lados y las hizo venir de todos lados a las niñas. Y sabía que ninguna había mejor que la hija de él, ¿no? Entós le dijo a la niña que tenía que ser casado con ella, porque nu había otra niña mejor, ¿no? ¡Que la niña se oponía!

-¡Cómo puede ser papá! ¡Cómo me voy a casar yo con mi padre!, ¿no?

No, y que no había caso. Entonce le dice que dejara pasar un año, que era demasiado joven. Entonce le aceptó el Rey. Y en aquel año, buscó la niña los medios posibles cómo iba hacer para defiarse189 de la casa del Rey. Y ésta tenía una amiga, había de ser de mala vida, una mujer hechicera, que ella le dio la idea, ¿no? Y ella le dijo:

-Yo te viá regalar un guante. Al ponerte este guante quedás negra. Puede ser que se desilusione de verte negra, ¿no? Pero no va a ser basta. Ya sabe que sos blanca. Hacete hacer un barco.

-¿Y de qué?

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-Y tantos trozos de corcho que tienen de balde. Hacé buscar a ver quién sabe hacer barcos y haceseló hacer todo con corcho. Que te haga un barco de corcho. Que te sirva de pieza y todo, y te encerrás ahí. Entonce, ya una tarde, como para ir a pasiar un rato, te vas al barco. Y hasta yo voy a ir a amarrar190 el barco, como se ofrezca. Y te largás a la Providencia. Por ahí te van hallar y vas a salir.

Y le gustó a la niña. Hizo hacer el barco. Se lo hicieron muy pronto. Entonce se decidió. Llevó la ropa de ella que tenía de todo suficiente. Y ocurre que salió el Rey. Una noche ella fue y se subió al barco y lo largaron los que sabían que se iba a embarcar ella. Lo largaron y siguió por la mar nadando el barco, a la que Dios es grande, ¿no?

Esta señora, la hechicera, li había dado varios vestidos muy bonitos, que posiblemente en algunas naciones no había de esas mismas telas y colores. Y anduvo como seis meses en el agua, la niña. Nadie la encontraba. Había en esa época muy pocos barcos, posiblemente. Y un día amaneció cerca de una isla y logró de arrimar. Con la tabla, esa de navegar, hizo andar su barquito y lo llevó a una parte que había ráices para atar la soga, la marra191 que tenía, y salió a la oría, ¿no? Y hacía como dos días que 'taba ahí. Andaba en la oría y todos los días venía al barquito. La halla un joven de la isla. 'Taba vestida de negro, con el guante negro, ¿no? Era una negrita no más, muy dispuesta192. Entonce la llevó y hizo llevar el barquito, él. El joven aquél era hijo de un Rey tamén. Güerfano, ¿no? Había fallecido ya el Rey. Él tenía una hermana también, el hijo del Rey. Se amigaron mucho las dos. Ésta siempre anda vestida con el guante, diré, demostraba una negrita, no más. Le gustó mucho a la otra niña, muy educada, la hija del Rey. Se civilizaba también la niña de la isla. Muchas cosas que ella no las sabía esta otra las sabía. Completamente amigas. Por áhi se ofreció un baile. La convidan. Con pocas ganas de ir, no tenía voluntá.

-No, que no voy a ir nada. ¡Qué se van a presentar ustedes con la negra, allá! ¡No, no voy a ir nada!

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Bueno. Le hicieron poca instancia y se jueron, el joven y la niña. Quedó ella de casera. Apenas se jueron, se sacó el guante, se vistió bien. Y después salió ella a una distancia lejos, ¿no? Y allá llegó esta niña muy rara, muy desconocida, muy bien vestida. Con una ropa que no la habían visto nadie. La tenía áhi, pero nunca la había visto la otra amiga. Entonces la recibieron muy bien. Se enamoró mucho el joven de la niña aquélla. Procuraba de bailar con ella. Por áhi, en una de ésas le da por servirle con una copa de algún licor y se va y la trae personal193. Cuando volvió no 'staba la niña. La buscaban por todos lados.

-Ha salíu para afuera.

Ella salió y se fue pa la casa de ella otra vez.

¡Ucha! ¡Más enojau! ¿no? Y claro, se fue, no tomó nada. Y ya jue y le conversaba lo que li había pasáu.

Y se reía la niña:

-¿Cómo se descuidó y la dejó ir? -ella misma le conversaba.

Entonce se volvió a proporcionar otro baile más. Y él estaba para salir ya. Se había ido la hermana ya. Y le dice la negrita a él:

-¿Por qué no me lleva a mí, que voy a ir al baile?

-No mi hagás reir.

-Así como 'toy no más.

-Pero no faltaría más. A ver si te encajo unos azotes -le decía.

Se arregló y se jue

Ese mismo día le quería dar un anillo.

Ella se presentó otra vez, al poco rato. Salió él, se alistó bien y esperó. Cuando acuerda llega la niña otra vez allá. Una alegría bárbara para el joven, ¿no? Se volvió a juntar con la simpatía, ¿no? Y esa noche le dio un anillo, ¿no? Igualmente más tarde, cuando ya se trató de que la haiga servíu con una copa u alguna cosa, ¿no?, cuando se descuidó, se escapó la niña y se jue.

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Vino y no salía nada. Áhi no más guastó194 al suelo la copa, más resentido que no sé qué. Salió y se jue por el camino que iba a la casa de él. Cuando jue allá le conversaba lo qui había pasau, muy triste. Al otro día amaneció y no quería levantarse, 'taba muy apenau.

-¿Y qué le pasa? -dice la negrita.

-No, qui hi amanecíu mal, el cuerpo desarmau195 -dice, ¿no?

-Yo sé lo que tiene -dice-. Yo le guá dar un té que va a sanar.

-Güeno, déme por si sano -dice.

L'hizo un té. Le trajo en un jarro y echó el anillo ahí.

-Pero tomeló a todo -dice.

Lo comenzó a tomar despacito. Mañeriaba pa tomar todo. Cuando lo va a terminar, suena el anío adentro del jarro. Lo saca y lo mira. ¡El anío de él!

-¿De dónde saca este anío?

-¿Y no me lo dio anoche? -le dice.

-Puede ser.

-Sí, anoche me lo dio usté. Me dijo que los casáramos y me dio en señal de nuestra relación.

-Y bueno, puede ser, yo quiero vela como sabe estar. Como va allá.

-Eso es lo de menos.

Y se fue la niña y la hermana fue a ayudale a vestirse. Y se vistió en un momento y en seguida vino. Ya sin el guante. Era la misma niña qui había visto en la noche, ¿no?

-¿Y por qué no me hizo presente?

-No, ¿si ante de irse no me quiso pegar unos azotes? 'Tá sintiendo por mí -dice.

-Por qué se presenta de negra en el día y en la noche es ya blanca. Cuando quiera salir a un baile se ha de presentar así. No se va vestir de negra. No la quiero ver más negra así.

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Y ese mismo día, con un afán bárbaro, hizo buscar los medios posibles para casarse con la niña. Y se casó con la niña. Así que no volvió más al pago la niña.

Y di áhi quedó el caso desparramado por todos laus.

Y yo me vine a conversale el cuento.

Delfín Prado, 75 años. Cortaderas. Chacabuco. San Luis, 1968.

Muy buen narrador.



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1052. La Peludita

NEUQUÉN


Esteras y esterillas
para secar perillas.
Esteras y esterones
para secar pelones.



Había una vez un rey y una reina que tenían una hija. La Reina era linda, linda, y la hija era igual a la madre, muy linda también.

Un día se enfermó muy grave la Reina y estaba ya en agonía, y entonce le recomendó al Rey que si se volvía a casar, se tenía que casar con una mujer que se pareciera a ella. Y se murió la Reina.

Después de muchos años el Rey decidió casarse y empezó a buscar una muchacha que se pareciera a la Reina. Entonce mandó a sus servidores a recorrer el mundo a ver si se encontraba esa mujer. Y se volvieron sin encontrarla. Entonce el Rey decidió casarse con la hija, que era la única que se parecía a la Reina muerta.

Cuando el Rey le dijo a la hija que se quería casar con ella, la Prinsa196 se botó a llorar y llorando se jue a ver una abuelita197 viejita, viejita, que ella conocía, y le pidió que la ayudara porque ella no se quería casar con el padre.

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Entonce la abuelita la aconsejó:

-Decile al Rey que traiga un vestido hecho con los rayos del sol, y que así te vas a casar con él.

La Prinsa volvió al palacio y le dijo al Rey que quería un traje hecho con los rayos del sol y después que se casaría con él.

Al Rey no se le dio nada. Se jue a donde unas brujas y les encargó el vestido de rayos de sol. Las brujas eran muy diablas y en poquitos días hicieron el vestido.

Cuando la Prinsa lo vio al vestido casi se murió. Entonce dijo:

-Lo que haula198 no se pierde; vuelvo donde la abuelita que me ayude.

Entonce la viejita le dijo:

-No se te dé nada. Pedile al Rey que te haga un vestido con rayos de luna.

La Prinsa volvió al palacio muy contenta y le dijo al padre que agora quería un traje con rayos de luna.

El Rey jue a donde las brujas y les encargó el traje de rayos de luna. A los pocos días se lo hicieron.

Cuando el Rey le llevó a la hija el traje, la Prinsa se botó a llorar otra vez y se jue ande la abuelita de nuevo.

La abuelita le dijo:

-No se te dé nada. Pedile al Rey que te dé el cuero del burrito que tiene en su palacio y que todos los días amanece lleno de monedas de plata. Como no lo va a querer matar, no se va a casar con vos.

Y bueno... el Rey lo mató al burrito y le trajo el cuero a la hija.

Cuando la Prinsa lo vio se botó a llorar con más amargura. Entonce esa misma noche ella se tapó bien, bien, bien con el cuerito de burro, como si juera cuero de ella y se juyó del palacio. Caminó y caminó la Prinsa, tapada con el cuero del burrito para que no la conocieran, hasta que llegó a un boliche199.   —427→   La bolichera200 era harto güena y como le dio mucha lástima ver llorar a la Prinsa, le dijo que se aloje y se quede a vivir con ella. Que le ayude a lavar los platos y a hacer los trabajos de la casa y que puede alojar áhi. Le dio una pieza para ella solita. La llamaban la Peludita porque con el cuero parecía peluda.

La Prinsa todas las noches se sacaba el cuero del burrito y se ponía sus vestidos y lloraba desconsolada.

Una noche un Prince201 pasó a pedirle alojo202 a la bolichera. La bolichera lo alojó. Al pasar cerca de la pieza de la Prinsa y al ver la luz por la rendija de la puerta se acercó a mirar y vio a la Prinsa con su vestido de sol. Vio que era tan bonita, tan bonita, que se enamoró de ella pensando hablarle al otro día.

Al otro día, el Prince no vio por ninguna parte a la Prinsa. Sólo vio una muchacha muy fea, peluda, que andaba trabajando.

A la otra noche el Prince volvió a ver por la rendija y vio a la Prinsa con el vestido de luna, y quedó más enamorado.

Cuando la vio tan fea a la Peludita al otro día, no sabía si era otra o si él había tenido una visión. Muy triste se jue a su palacio.

Pasado algún tiempo, como el Prince no podía olvidar aquella niña que vio, se enfermó y se puso muy grave. Los Reyes padres llamaron a todos los dotores y curanderas que encontraron, pero ninguno lo pudo curar.

Hasta que un día que 'taba muy mal el Prince la madre le pregunta si quería algo, y él le dice:

-Quero ante de morir una torta hecha por la Peludita.

Los Reyes la mandaron a buscar a la Peludita y la llevaron a la cocina para hacer la torta.

La Peludita hizo la torta y cuando la 'taba haciendo se le jue un anillito que ella tenía, adentro de la torta.

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Cuando el Prince 'taba comiendo la torta, se trapicó203 con el anillito. Lo vio y sintió tanta alegría, que dijo que se mejoraría si encontraba a la dueña de ese anillo.

Entonce los Reyes mandaron a recorrer para ver a quen le quedaba bien. Muchas Prinsas y niñas muy ricas y de toda clase se lo probaron, pero a ninguna le quedó bien.

La única que faltaba era la Peludita. La mandaron a buscar. Cuando ella llegó le presentaron el anillo. La Peludita sacó entonce una mano muy bonita de abajo del cuero y se puso el anillo que le quedó muy bien. Y entonce, adelante del Prince y de todos, dejó caer el cuero y apareció con su vestido de luna.

El Prince saltó de la cama, sano, la reconoció, y le pidió que se casara con él.

Entonce la hicieron traer a la abuelita y ella contó la historia de la Peludita.

Después le avisaron al padre, que se arrepintió de sus intenciones, y les mandó muchos regalos para el casamiento.


Y se casaron y hicieron gran fiesta.
Y se acabó el cuento
y se lo llevó el viento.



Yolanda del Carmen Parada, 24 años. Chos Malal. Neuquén, 1960.

Aprendió el cuento del padre, Victoriano Parada, de 56 años, de El Cholar, Neuquén.



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1053. La peladilla leprienta

NEUQUÉN

Para saber y contar y contar para saber.

Ésta era una reina viuda que tenía una hija muy linda, muy linda, a la que una bruja encantó.

Entonce una bruja tenía una hija que no era muy linda y entonce por envidia la encantó, la transformó en una pelada leprienta204. Pelada con lepra, fea, fea, fea...

La madre de pena se enfermó y murió. Pero, al morir le entregó a la chica un anillo con una virtú, que al verse ella en una necesidá podía pedir al anillo lo que quisiera y que se lo iba a conceder.

Después de muerta la madre, la chica salió a rodar mundo, buscando trabajo para poder sustentarse y vestirse.

Caminó días y días y días, hasta que llegó al palacio de un Rey. Al verla el Rey por tan fea no quería darle trabajo, pero ella le rogó hasta que la empleó para que cuidara los patos.

La chica tenía que llevar los patos todos los días a una laguna. La pelada cumplía todo lo que le mandaban y se ganó la voluntá del Rey y de la Reina, menos del hijo. El hijo adonde la veía le daba coscachos205, puntapiés, o con una varilla o con lo que tenía le pegaba. La Reina la quería porque en los momentos que tenía desocupados le bordaba, hilaba y hacía primores en trabajos.

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La Reina dudaba al verla hacer cosas tan finas, de que fuera una pobre chica. Y siempre le preguntaba pero la chica le negaba siempre y decía que al padre no lo había conocido y que la madre había muerto y la había dejado solita.

La chica era muy educada y así pasó muchos años en el palacio y así ella seguía haciendo siempre muy bien su trabajo.

Y una vez a la orilla de la laguna, le pidió al anillo que la transformara como era ella, en una princesa. Y que si antes, había sido linda, que fuera más linda. Y se transformó en una niña hermosa.

Y se puso a bailar a la orilla de la laguna, cuando se vio tan linda y tan bien vestida. Y la casualidá que el hijo del Rey que andaba cazando fue a pasar por ahí. Y la vio y se enamoró perdidamente de ella. Pero ella se escondió entre unos montes y se volvió a transformar en la pelada. Entonces él llegó donde estaba y le preguntó si había visto a esa preciosíma niña bailando. Y ella le contestó que no. Entonces él le dijo:

-Qué vas a ver si eres una tonta.

Y entonces el joven fue y le contó al Rey y a la Reina que había visto una niña muy hermosa y que se le había perdido en el monte. Y salió con toda la gente a buscarla y no la encontró por ninguna parte y no encontró ni la huella. Y dijo que en la forma de la cara se parecía en algo a la Pelada.

La Pelada era bonita nada más que era pelada y leprienta.

Y todos decían que el joven había visto una visión, y él decía que no y no. Y decían todos que estaba loco el Príncipe. Y él aseguraba que la había visto, que era una persona de carne y hueso. Y en realidad la había visto.

Y pasaron varios días y el Príncipe siempre andaba por donde había visto a la niña. Pero no salía más la niña. Entonces la Reina y el Rey dijeron que lo mejor era hacer una fiesta y invitar a toda la población para ver si por ahí andaba la niña. Entonces le dijeron al mayordomo del palacio que organizara una fiesta y invitara a toda la población de cincuenta leguas a la redonda.

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Llegado el día de la fiesta empezaron a llegar a la fiesta todas las niñas y los mozos. Y todos por embromar206 a la Pelada le dijeron si no iba a ir a la fiesta. Y ella decía que cómo iba a ir como era ella y estaba sin ropa. Y el Príncipe también le decía que si no iba a ir a la fiesta, por embromarla. Y le decía:

-¡Qué vas a poder ir en esa facha!

Y ella le dijo que no.

Y esperó hasta que todos se fueron a la fiesta, hasta los últimos empleados. Entonces se encerró en una pieza y le pidió al anillo que la transformara en la princesa que era, con un traje hermoso y un carruaje mejor que todos los que había, y que pudiera ir a la fiesta.

Entonces, todo lo que ella pidió se lo concedió el anillo. Y entonces, muy contenta, se fue a la fiesta.

En cuanto llegó a donde la fiesta, el Príncipe corrió ande estaba ella. Y les dijo a los padres que vieran que no era cuento lo que él decía. Y corrió y la atendió toda la noche y no quiso saber más de nadie.

El Príncipe siempre decía que esa Princesa tenía parecido con la Pelada, y les decía a los padres. Cuando él le decía eso a la Pelada, la Pelada le decía:

-Amito207, ¿cómo se le ocurre que me voy a parecer a una princesa?

En la fiesta le dijo el Príncipe que cómo se llamaba, y ella le decía:

-Me llamo Coscorrón, Pisotón, Pellizcón.

Y él decía que cómo iba a tener esos nombres. Y ella le decía que qué culpa tenía que le hubieran puesto ese nombre. Como ella era muy inteligente le decía eso; se vengaba lo que él le hacía. Pero ella también estaba enamorada del Príncipe. La madre, al morir, le dijo que el encantamiento se le iba a terminar si ella se casaba con un príncipe.

Llegada una cierta hora, ella le dijo que se tenía que retirar de la fiesta. Él no quería que se retirara. Pero ella le dijo que   —432→   como la fiesta duraba tres días, ella iba a volver los tres días. Entonces él le dijo como prueba de cariño que él quería que se casara con él, y que la iba a dar un anillo que era recuerdo de su madre.

Y quería que ella le diera algo a él, pero ella le dijo que no. Consintió en que se fuera y le dio el anillo.

El Príncipe estaba muy contento. Para contarle lo que le había sucedido, a la Pelada, se fue a golpearle la puerta de la pieza. Y la Pelada apenas tuvo tiempo de llegar y de transformarse. Entonces él le dijo:

-¿No sabes que en la fiesta estaba la preciosa niña de que estoy enamorado?

Ella salió a la mañana temprano con sus patos y cantaba y decía:


-Patín, patín,
el hijo de mi amito se muere por mí.



Y él la oyó y la comenzó a espiar, pero no le dijo nada.

Y... a la otra noche volvieron a realizar la fiesta, y ella no quiso ir más porque temía que la descubrieran.

Y entonces el Príncipe se puso muy triste. No comió, no bailó, y estaba arrepentido de haberla dejado ir. Y ya llegó la última noche de la última fiesta. Entonces el Príncipe sintió tanta pena que se enfermó.

Y la madre estaba desesperada, no sabía qué le podía dar. Y la Pelada salía al campo todos los días y cantaba:


-Patín, patín,
el hijo de mi amito se muere por mí.



Él le decía a los padres que la encontraba parecida a la Pelada y que él se quería casar con la Pelada.

Entonces la Reina la llamó a la Pelada y le dijo que si el Príncipe se quería casar con ella, que ella le pidiera tres cosas imposibles. Y así fue. El Príncipe ciegamente se quería casar con ella. Y ella le dijo que cómo se iba a casar con ella que era una sirvienta, y que era leprienta. Pero a él nada le importaba. Entonces le dijo que si él le insistía tanto, ella le iba a pedir tres cosas imposibles, que si se las traía se casaba con él. Y él le dijo que bueno, que le pidiera lo que quisiera. Ella le dijo que le comprara un vestido que tuviera el cielo estrellado.

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El Príncipe se preparó en seguida y recorrió todas las tiendas y no encontró nada. Cuando volvía al palacio, muy triste y desesperado, en un rancho de mala muerte vio el vestido arriba del techo. Y verlo, comprarlo y llevarseló a la Pelada fue todo una. Se vino con el vestido y se lo dio. La Peladita se puso muy contenta, pero le dijo:

-Bueno voy a pedirle la segunda cosa imposible. Quiero que me compre un vestido que tenga el sol y la luna.

El Príncipe le dijo que eso sí era una cosa imposible. Y ella le dijo también era imposible que ella se casara con él.

Él salió enseguida a recorrer todas las tiendas de su reino y de los reinos vecinos. Y nada encontraba. Y ya venía de vuelta muy triste y desilusionado, cuando en otro rancho divisó el vestido y se le llenó el corazón de alegría. Y compró el vestido y se fue al galope a llevárselo a la Pelada. Y ella estaba muy contenta y se lo agradeció, pero le dijo que le faltaba la última mercé:

-Me tiene que comprar un vestido que tenga los pajaritos cantando y las campanitas repicando.

Y él le dijo que ella quería que él se muera, que ese era un pedido imposible, que los otros vestidos casi le habían costado la vida. Pero que él iba a salir a buscarlo por cielo y tierra, aunque muriera por darle el gusto.

Se volvió a preparar para recorrer las tiendas de los reinos más lejanos porque en todo lo que había andado no había visto. Volvía más triste y desencantado que nunca, cuando vio el vestido con pajaritos cantando y campanitas repicando en el tejado de un rancho. Y lo compró por lo que le pidieron. Y ya llegó al palacio más contento que niño con zapatos nuevos. Entonces le dijo a la niña que él había cumplido y que ella se tenía que casar con él. Y entonces ella le dijo:

-Y si a usté se le pareciera la niña de la fiesta ¿se casaría conmigo?

Entonces él le dijo que no. Y le dijo:

-Eres muy mala, me hiciste recordar lo que yo ya había olvidado.

Entonce se quedó muy pensativo. Entonce él enfermó. Entonce la seguía y la hacía seguir con toda la corte a la niña. Ella se quedaba a la orilla de la laguna y no se transformaba por nada.

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Y entonces cuando el Príncipe estaba tan grave, tan grave que los médicos creían que se moría, la Pelada fue y le dijo a la Reina que si quería que ella le hiciera una tortita. Le dijo primero que no, y después que sí.

La niña hizo una tortita y le puso el anillo y la cruzó en cruz, de modo que al partir la tortita saliera el anillo.

Y le llevaron la tortita al Príncipe y al partir la tortita saltó el anillo. Y él gritó de alegría y dijo que aunque se cayera el mundo y perdiera el reinado que él se casaba con la Pelada.

Entonce la Reina dijo antes que se muriera el hijo, que se casara con la Pelada. La Reina le dijo que se preparara para casarse con el Príncipe.

Y entonce ya hablaron al cura y al sotacura208 y a los jueces y a toda la gente de la corte. Se querían morir todos y también el Rey.

Y la dejaron en su pieza y le entregaron todo lo mejor que tenía. Y la Reina le llevó una peluca para que no saliera tan fea. Pero al gato salió la pelada hecha una niña preciosa, que había ido a la fiesta y como era. Todos se quedaron asombrados y entonces la Pelada le reveló a la Reina que ella era una Princesa y que por un encantamiento de una bruja se había transformado en una pelada leprienta, pero que el día que se casara con un príncipe se terminaría ese encantamiento y así era.

Entonces se pusieron todos muy contentos. Los príncipes se casaron y fueron muy felices y comieron perdices. Duró la fiesta muchos días.

Y se acabó el cuento. Pasó por un zapato roto y una mata de porotos, para que la concurrencia cuente otro.

Celia Álvarez de Casado, 51 años. Ranquelcó. Neuquén, 1954.

La narradora pertenece a las más antiguas familias de Neuquén. Oyó contar este cuento a doña Feliciana Barriga, de 90 años, en 1938, nativa de Ranquelcó.

El cuento es una variante del cuento clásico.



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ArribaAbajoNota

Las 6 versiones de nuestro cuento contienen, con sus variantes, los motivos fundamentales del cuento tradicional europeo y también difundido en América. En ellos predomina el de la heroína que huye de su padre que se quiere casar con ella, oculta en un traje de madera. Con su disfraz corre aventuras de las que sale airosa gracias a ayudas mágicas y casa con un Príncipe.

Ha sido estudiado, en el ciclo de la niña perseguida, por Anna Birgitta Rooth. Ver Espinosa (II, p. 410 y sigs., y Pino Saavedra, I, p. 401 y sigs.).

Estas versiones y variantes corresponden al tipo 510 B de Aarne-Thompson.