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ArribaAbajoViaje de Ulrich Schmídel al Río de la Plata

(AMÉRICA DEL SUD)

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En el año que se cuenta después de nacido Cristo nuestro amado Señor y Redentor 1534237, yo Ulerich Schmídel de Straubing he visto las siguientes naciones y tierras, partiendo de Andorff (Amberes) por mar, a saber: Hispaniam (España), Indiam (Indias), y muchas islas; con peligros varios por lances de guerra las he visitado y recorrido; y este viaje (que ha durado desde el susodicho año hasta el de 1554238 en que Dios el Todopoderoso me ayudó a llegar otra vez a mi tierra) juntamente con lo que a mí, y a los mismos mis compañeros aconteció y nos tocó sufrir, lo he descripto yo aquí con la brevedad posible.

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ArribaAbajoCapítulo I

La navegación de Amberes a España


En primer lugar después de haber partido de Andorf (Amberes) llegué a los 14 días a Hispania, a una ciudad que se llama Khalles (Cádiz), hasta allí se cuentan 400 millas (leguas) por mar239.

En la costa de aquella ciudad vi una ballena o cetáceo de 35 pasos de largo, de la que se sacaron unos 30 cascos llenos de aceite, cascos como los de arenques.

Cerca de la susodicha ciudad de Khalles (Cádiz) estaban surtos 14 grandes navíos bien provistos de toda munición y de cuanto era necesario, que estaban por emprender viaje al Rieo delle Platta en Indiam (Indias). También se hallaban allí 2500 españoles240 y 150 alto-alemanes, neerlandeses y sajones, junto con el capitán general de todos nosotros, que se llamaba tum Pietro Mandossa.

Entre estos 14 navíos estaba uno de propiedad de los señores Sewastian Neithart y Jacoben Welser de Niremburgo, quienes mandaban a su factor   —139→   Heinrich Paimen con mercaderías al Rieo delle Platta. Con estos partimos al Rieo delle Platta yo y otros alto-alemanes y neerlandeses, más o menos en número de 80 hombres armados de arcabuces y ballestas241. Después de esto salimos de Sievilla en 14 navíos, con los susodichos caballeros y el capitán general en el susodicho año, y día de Sannt Bartholomei242 y llegamos a una ciudad en Hispania llamada San Lucas (San Lúcar de Barrameda), que está a 20 millas (leguas)243 de Sievilla. Allí tuvimos que demorar hasta el 1.º de septiembre del susodicho año244, por causa de los temporales que corrían.




ArribaAbajoCapítulo II

La navegación de España a las Canarias


Después de esto salimos de allí y arribamos a tres islas que están cerca unas de otras, de las que la primera se llama Dennerieffe, la segunda, Cumero (Gomera) y la tercera, Polmant (Palma); y de la ciudad de S. Lucas (San Lúcar) a las islas se cuentan más o menos 200 millas (leguas). En estas islas se dispersaron los navíos. Las islas pertenecen   —140→   a la Cesárea Majestad, y las habitan sólo los españoles con sus mujeres e hijos. Y allá descansamos245. Arribamos también con 3 de los navíos a la Palma y allí permanecimos unas 4 semanas haciendo provisión y reparando averías.

Mas después de esto, mientras nuestro general, tum Pietro Manthossa se hallaba a unas 8 ó 9 millas (leguas) distante de nosotros, resultó que habíamos tenido a bordo de nuestro navío a ton Jerg Manthossa primo del señor tonn Pietro Manthossa: este se había enamorado de la hija de un vecino en Palman (la Palma) y como estábamos por salir al día siguiente, el dicho thonn Jerg Manthossa bajó a tierra esa misma noche, a las 12, con 12 compañeros de los buenos, y sin ser sentidos se robaron de la isla Palman a la dicha hija de aquel vecino, con la doncella, ropa, alhajas y algún dinero, volviendo en seguida al navío muy ocultamente para no ser sentidos ni por nuestro capitán, Heinrich Paimen, ni por otra persona alguna de los del navío; sólo la guardia se apercibió de ello, por ser la media noche.

Y cuando nos hicimos a la vela de mañana, antes de andar más de unas 2 ó 3 millas (leguas) se armó un fuerte temporal que nos obligó a volver a entrar en el mismo puerto de donde acabábamos de salir. Mas después que largamos nuestras anclas al agua, se le antojó a nuestro capitán, el dicho Heinrich Paimen, desembarcar en un pequeño   —141→   esquife llamado pot (bote) o podell (batel). Eso que se acercaba y estaba ya por poner pie en tierra, lo esperaban allí más de 30 hombres armados con arcabuces, lanzas y alabardas, dispuestos a tomar preso a nuestro capitán Heinrich Paimen.

En el mismo instante uno de su gente le advirtió que no saltase a tierra sino que se volviese a bordo; entonces el capitán se dispuso regresar al navío, mas no le dieron tiempo; porque los de tierra se le habían acercado demasiado en otras barquillas, que estaban allí ya preparadas: con esto y todo logró escapárseles a otro navío que se hallaba más cerca de la tierra. Como la gente no pudo tomarlo en seguida hicieron tocar a rebato en la ciudad de Palman, cargaron 2 piezas de artillería gruesa, y con ellas hicieron 4 descargas contra nuestro navío, pues nos hallábamos no muy distantes de la tierra. Con el primer tiro nos agujerearon el cangilón que estaba en la popa lleno de agua fresca, de la que se derramaron 5 ó 6 baldadas. Después nos hicieron pedazos la mesana, que es el último mástil, el más inmediato a la popa. El tercero nos acertó abriéndonos un boquerón en el costado del navío, y nos mató un hombre. El cuarto nos erró del todo.

Estaba también otro capitán presente que tenía su navío a la par del nuestro, con rumbo a New-Hispanien (Nueva España), o sea, Mechssekhen (México): este se hallaba en tierra con 150 hombres, y cuando supo de nuestro combate, trató de hacer las paces entre nosotros y los de la ciudad,   —142→   bajo la condición de entregarles las personas de ton Jerg Manthossa, la hija del vecino y su sirvienta. No tardaron en presentarse el Stathalter (Regidor) y el Richter (Alcalde) en nuestro navío, pretendiendo llevarse presos a thon Jerg Manthossa246 y a sus cómplices. Al punto les contestó él que era ella su legítima mujer, y a ella no se le ocurrió decir otra cosa, casándose en seguida, con gran disgusto del afligido padre; y nuestro navío quedó muy estropeado de resultas de los balazos.




ArribaAbajoCapítulo III

Viaje de la Palma a Santiago


Después de todo esto dejamos en tierra a ton Jerg Manthossa y a su mujer, porque nuestro capitán no quería tenerlos más a su bordo.

Volvimos a aprestar nuestro navío y navegamos hasta llegar a una isla o tierra que se llama de San Jacob, o sea en español Augo (Santiago)247: es una ciudad que depende del rey de Portugal; los portugueses mandan en el pueblo y los negros les sirven. Esta ciudad está a 300 millas (leguas) de la dicha isla de Polman (Palma) de donde habíamos   —143→   salido248. Permanecimos allí 5 días, y de nuevo abastecimos el navío de provisiones249 frescas y de mesa, como ser: pan, carne, agua y todo lo demás que se necesita en alta mar.




ArribaAbajoCapítulo IV

Viajan por alta mar y describe sus maravillas


Así toda la flota, a saber los 14 navíos, se volvieron a reunir. Nuevamente salimos mar afuera y navegamos por dos meses hasta que arribamos a una isla en que no había más que aves que matábamos a garrotazos. En este lugar demoramos 3 días. La isla está del todo despoblada; tiene de ancho y largo unas 6 millas (leguas)250 a todo viento y dista de la susodicha isla de San Augo (Santiago), de donde habíamos partido, 1.500 millas (leguas).

En este mar hay peces voladores, y otros muy grandes de la especie de las ballenas; otros también grandes, llamados Ichaub-huet-fischs (pez sombrero de paja)251 en razón de que un disco extremadamente grande les tapa la cabeza, con el que pueden ofender a los demás peces en sus   —144→   peleas. Son peces de mucha fuerza y muy malos. Otros hay de cuyo lomo nace una especie de cuchilla de hueso de ballena, y se llaman en castellano pes espade (pez espada); y más otros con un serrucho de hueso de ballena que también arranca del lomo; son malos y grandes: se llaman pese de sere (pez sierra). Aparte de estos son muchos los peces raros que hay, cuya forma, tamaño y cualidades no puedo describir yo en esta vez252.




ArribaAbajoCapítulo V

Llegada a Río del Janeiro y muerte de Osorio


Después navegamos de esta isla a otra253 que se llama Río Genna (Río Janeiro) a 500 millas de la anterior254, dependencia del rey de Portugal: esta es la isla de Río Genna (Río del Janeiro) en Inndia (Indias) y los indios se llaman thopiss (tupís)255. Allí nos quedamos unos 14 días. Fue aquí que thonn Pietro Manthossa, nuestro capitán general, dispuso que Hanss Ossorio (Juan de Osorio), como que era su hermano adoptivo, nos mandase en calidad de su lugarteniente; porque él seguía siempre sin acción, tullido y enfermo. Así las cosas él, Hans (Juan) Ossorio, no tardó en ser malquistado   —145→   y calumniado ante thonn Pietro Manthossa, su hermano jurado, y la acusación era que trataba de sublevarle la gente a thonn Pietro Manthossa256, el capitán general. Con este pretexto él, thonn Pietro Manthossa, ordenó a otros 4 capitanes llamados Joan Eyolas (Ayolas), Hanns Salesser (Juan Salazar), Jerg Luchllem (Jorge Luján) y Lazarus Sallvaischo que matasen al dicho Hanns Assario (Juan Osorio) a puñaladas, o como mejor pudiesen, y que lo tirasen al medio de la plaza por traidor. Más aún, hizo publicar por bando que nadie osase compadecerse de Assirio (Osorio) so pena de correr la misma suerte, fuere quien fuere. Se le hizo injusticia, como lo sabe Dios el Todopoderoso, y que Él lo favorezca; porque fue aquel un hombre piadoso y recto, buen soldado, que sabía mantener el orden y disciplina entre la gente de pelea.




ArribaAbajoCapítulo VI

Llegan al Río de la Plata y puerto de San Gabriel. Los charrúa


De allí navegamos al Rio de le Platta y dimos con una corriente de agua dulce257, que se llama   —146→   Parnau Wassu (Paraná Guazú), y tiene de ancho en la boca, donde deja de ser mar, una extensión de 42 millas (leguas) de camino258, y desde Río Gena hasta esta agua se cuentan 500 millas (leguas) de camino259.

En seguida arribamos a una bahía que se llama Sannt Gabriehel (San Gabriel)260 y allí en la susodicha agua corriente Parnau largamos las anclas de nuestros 14 navíos. Y como tuviésemos que hacer quedar los navíos mayores a un tiro de arcabuz de la tierra, nuestro general thon Pietro Manthossa había ordenado y mandado que los marineros desembarcasen la gente en los pequeños esquifes, que con este fin estaban ya dispuestos, y se llaman podel o poet (batel o bote). Así pues, con el favor de Dios llegamos al Rio de la Platta el año 1535261.

Allí nos encontramos con un pueblo262 de indios llamados zechuruass (charrúas)263 que constaba como de unos 2.000 hombres, y que no tenían más de comer que pescado y carne. Estos al llegar nosotros, habían abandonado el pueblo huyendo con mujeres e hijos, de suerte que no pudimos dar con ellos. Esta nación de indios se anda en cueros vivos, mientras que sus mujeres se tapan las vergüenzas   —147→   con un paño de algodón que les cubre desde el ombligo hasta la rodilla.

Entonces el general thon Pietro Manthossa mandó que se vuelva a embarcar la gente, y que la hagan pasar a la otra banda del agua Pernaw (Paraná), que allí no tiene más anchura que 8 millas (leguas) de camino264.




ArribaAbajoCapítulo VII

La ciudad de Buenos Aires y los indios querandí


Allí levantamos una ciudad que se llamó Bonas Ayers (Buenos Aires), esto es en alemán - gueter windt (buen viento)265. También traíamos de España, en los 14 navíos, 72 caballos y yeguas.

En esta tierra dimos con un pueblo en que estaba una nación de indios llamados carendies266, como de 2.000 hombres con las mujeres e hijos, y su vestir era como el de los zechurg (charrúa),   —148→   del ombligo a las rodillas; nos trajeron de comer, carne y pescado. Estos carendies (querandí) no tienen habitaciones propias, sino que dan vueltas a la tierra, como los gitanos en nuestro país; y cuando viajan en el verano suelen andarse más de 30 millas (leguas)267 por tierra enjuta sin hallar una gota de agua que poder beber. Si logran cazar ciervos268 u otras piezas del campo, entonces se beben la sangre. También hallan a veces una raíz269 que llaman cardes (cardos) la que comen por la sed. Se entiende que lo de beberse la sangre sólo se acostumbra cuando les falta el agua o lo que la suple; porque de otra manera tal vez tendrían que morir de sed270.

Estos carendies traían a nuestro real y compartían con nosotros sus miserias de pescado y de carne por 14 días sin faltar más que uno en que no vinieron. Entonces nuestro general thonn Pietro Manthossa despachó un alcalde271 llamado Johann Pabón272, y él y 2 de a caballo se arrimaron a los tales carendies, que se hallaban a 4 millas (leguas) de nuestro real. Y cuando llegaron adonde estaban   —149→   los indios, acontecioles que salieron los 3 bien escarmentados, teniéndose que volver en seguida a nuestro real.

Pietro Manthossa, nuestro capitán, luego que supo del hecho por boca del alcalde (quien con este objeto había armado cierto alboroto en nuestro real), envió a Diego Manthossa, su propio hermano, con 300 lanskenetes y 30 de a caballo bien pertrechados: yo iba con ellos, y las órdenes eran bien apretadas de tomar presos o matar a todos estos indios carendies y de apoderarnos de su pueblo. Mas cuando nos acercamos a ellos había ya unos 4.000 hombres, porque habían reunido a sus amigos273.

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ArribaAbajoCapítulo VIII

La batalla con los indios querandí


Y cuando les llevamos el asalto se defendieron con tanto brío que nos dieron harto que hacer en aquel día. Mataron también a nuestro capitán thon Diego Manthossa y con él a 6 hidalgos de a pie y de a caballo. De los nuestros cayeron unos 20 y de los de ellos como mil. Así, pues, se batieron tan furiosamente que salimos nosotros bien escarmentados.

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Estos carendies usan para la pelea arcos, y unos dardes (dardos), especie de media lanza con punta de pedernal en forma de trisulco274. También emplean unas bolas de piedra aseguradas a un cordel largo; son del tamaño de las balas de plomo que usamos en Alemania. Con estas bolas enredan las patas del caballo o del venado275 cuando lo corren y lo hacen caer. Fue también con estas bolas que mataron a nuestro capitán y a los hidalgos, como que lo vi yo con los ojos de esta cara, y a los de a pie los voltearon con los dichos dardes.

Así, pues, Dios, que todo lo puede, tuvo a bien darnos el triunfo, y nos permitió tomarles el pueblo276; mas no alcanzamos a apresar uno sólo de aquellos indios, porque sus mujeres e hijos ya con tiempo habían huido de su pueblo antes de atacarlos nosotros. En este pueblo de ellos no hallamos más que mantos de nuederen (nutrias) o ytteren277 como se llaman, iten harto pescado, harina y grasa del mismo278; allí nos detuvimos 3 días y recién nos volvimos al real, dejando unos 100 de los nuestros en el pueblo para que pescasen con las redes de los indios y con ello abasteciesen a   —151→   nuestra gente; porque eran aquellas aguas muy abundantes de pescado; la ración de cada uno era de 6 onzas de harina de trigo por día y al tercero un pescado. La tal pesquería duró dos meses largos; el que quería aumentar un pescado a la ración se tenía que andar 4 millas (leguas) para conseguirlo.

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ArribaAbajoCapítulo IX

Se fortifica Buenos Aires y se padece hambre


Y cuando volvimos al real se repartió la gente en soldados y trabajadores, así que no quedase uno sin qué hacer. Y se levantó allí una ciudad279 con un muro de tierra como de media lanza de alto a la vuelta, y adentro de ella una casa fuerte para nuestro general280; el muro de la ciudad tenía de ancho unos 3 pies; mas lo que un día se levantaba se nos venía abajo al otro; a esto la gente no tenía qué comer, se moría de hambre, y la miseria era grande; por fin llegó a tal grado que ya ni los caballos servían, ni alcanzaban a prestar servicio alguno. Así aconteció que llegaron a tal punto la necesidad y la miseria que por razón de la hambruna ya   —152→   no quedaban ni ratas281, ni ratones, ni culebras, ni sabandija alguna que nos remediase en nuestra gran necesidad e inaudita miseria; llegamos hasta comernos los zapatos y cueros todos282.

Y aconteció que tres españoles se robaron un rocín y se lo comieron sin ser sentidos; mas cuando se llegó a saber los mandaron prender e hicieron declarar con tormento; y luego que confesaron el delito los condenaron a muerte en horca, y los ajusticiaron a los tres. Esa misma noche otros españoles se arrimaron a los tres colgados en las horcas y les cortaron los muslos y otros pedazos de carne y cargaron con ellos a sus casas para satisfacer el hambre. También un español se comió al hermano que había muerto en la ciudad de Bonas Ayers283.



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ArribaAbajoCapítulo X

Expedición de Jorge Luján


Ahora, pues, nuestro capitán general thon Pietro Manthossa vio que no podía mantener la gente por más tiempo allí, así ordenó y mandó284 él a una con sus capitanes, que se aprontasen cuatro pequeñas embarcaciones que habían de navegar a remo, y se llaman parckhadiness (bergantines), en que entraban hasta 40 hombres; como también otras tres menores a que llaman podel (batel) o, potht (bote), y cuando los 7 navíos estuvieron listos y provistos hizo que el capitán nuestro reuniese toda la gente y envió a Jerg Lichtenstein285 con 350 hombres armados286 río Parnau arriba, a que descubriesen indios, que nos proporcionasen comida y víveres. Pero ni bien nos sintieron los indios nos jugaron una de las peores, porque empezando por quemar y destruir su pueblo, y cuanto tenían de comer, en seguida huyeron todos de allí; y así tuvimos que pasar adelante sin más de comer que tres onzas de pan al día en pischgosche (bizcocho).

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La mitad de la gente se nos murió en este viaje de esta hambre sin nombre, y la otra mitad hubo que hacerla volver al susodicho pueblo, do se hallaba nuestro Capitán General. Thonn Pietro Manthossa quiso tomar razón a Jergen Lichtensteinen287, nuestro capitán en este viaje, porque tan pocos habíamos vuelto siendo que la ausencia sólo había durado 2 meses288; a lo que le contestó éste que de hambre habían muerto, porque los indios habían quemado la comida que tenían y habían huido, como ya se dijo antes en pocas palabras.




ArribaAbajoCapítulo XI

El sitio de Buenos Aires


Después de esto289 seguimos un mes todos juntos pasando grandes necesidades en la ciudad de Bonas Ayers hasta que pudieron aprestar los navíos. Por este tiempo los indios con fuerza y gran poder nos atacaron a nosotros y a nuestra ciudad de Bonas Ayers en número hasta de 23.000 hombres; constaban de cuatro naciones llamadas, carendies, barenis (guaranís), zechuruas, (charrúas)   —155→   y zechenais diembus (chanás timbús)290. La mente de todos ellos era acabar con nosotros; pero Dios, el Todopoderoso, nos favoreció a los más; a él tributemos alabanzas y loas por siempre y por sécula sin fin; porque de los nuestros sólo cayeron unos 30 con los capitanes y un alférez.

Y eso que llegaron a nuestra ciudad Bonas Ayers y nos atacaron, los unos trataron de tomarla por asalto, y los otros empezaron a tirar con flechas encendidas291 sobre nuestras casas, cuyos techos eran de paja (menos la de nuestro capitán general que tenía techo de teja)292, y así nos quemaron la ciudad hasta el suelo. Las flechas de ellos son de caña y con fuego en la punta; tienen también cierto palo del que las suelen hacer, y éstas una vez prendidas y arrojadas no dejan nada; con las tales nos incendiaron, porque las casas eran de paja293.

A parte de esto nos quemaron también cuatro grandes navíos que estaban surtos a media milla (legua) de nosotros en el agua294. La tripulación que en ellos estaba, y que no tenía cañones295, cuando sintieron el tumulto de indios, huyeron de estos 4 navíos a otros 3, que no muy distante   —156→   de allí estaban y artillados. Y al ver que ardían los 4 navíos que incendiaron los indios, se prepararon a tirar y les metieron bala a éstos; y luego que los indios se apercibieron, y oyeron las descargas, se pusieron en precipitada fuga y dejaron a los cristianos muy alegres. Todo esto aconteció el día de San Juan, año de 1535296.

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ArribaAbajoCapítulo XII

Padrón de la gente y preparativos


Habiendo sucedido todo esto, la gente no tuvo más remedio que volverse a meter en los navíos, y thonn Pietro Manthossa, nuestro capitán general, entregó la gente a Joann Eyollas y lo puso en su lugar, para que fuese nuestro capitán y nos mandase. En seguida Eyollas pasó revista de la gente y halló que, de 2500 hombres que habían sido, no quedaban con vida más de 560; los demás habían muerto y perecido de hambre. ¡Dios el Todopoderoso se apiade [de ellos] y nos favorezca!

Después de esto, Juan Eyollas, nuestro capitán, hizo aprestar 8 navíos pequeños, parckhadines (bergantines) y potteles (bateles) y se sacó 400   —157→   hombres de los 560; los otros 160 dejó él en los 4 grandes navíos, para que ellos se cuidasen, y les puso de capitán un tal Joann Romero, y les dejó provisiones297 para un año [de suerte que a cada soldado le tocase por día de a 8 onzas de pan], o harina; y si más quería comer que se lo buscase.

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ArribaAbajoCapítulo XIII

Viaje de Mendoza con Ayolas a fundar Buena Esperanza


Más tarde partió él, Joann Eyollas con los 400 hombres en los parckhadienes (bergantines) o wasserbuegen (buques) aguas arriba del Paanaw, y thon (don) Pietro Manthossa, el capitán general de todos, iba también con nosotros298. Y en 2 meses llegamos a los indios, a 84 millas (leguas)299 de distancia; esta gente llámase tiembus, se ponen en cada lado de la nariz una estrellita de piedrecillas blancas y celestes300, los hombres son altos y bien formados, pero las mujeres, por el contrario,   —158→   viejas y mozas, son horribles, porque se arañan la parte inferior de la cara que siempre está ensangrentada301.

Esta nación no come otra cosa, ni en su vida ha tenido otra comida, ni otro alimento que carne y pescado. Se calcula que esta nación es fuerte de 15.000 o más hombres302. Y cuando llegamos como a 4 millas (leguas) de esta nación, nos vieron y salieron a recibirnos de paz en 400 kanneonn (canoas) o barquillas con 16 hombres en cada una. Las tales barquillas se labran de un solo palo, son de 80 pies de largo por 3 de ancho y se boga como en las barquillas de los pescadores en Alemania, sólo que los remos no tienen los refuerzos de hierro.

Cuando nos juntamos en el agua (el río) nuestro capitán, Joann Eyollas, mandó al indio principal303 de los tiembú, que se llamaba Rochera Wassú304, una camisa, un gabán, un par de calzas y varias otras cosas más de reschat (rescate). Después de esto el dicho Zchera Wassú nos condujo a su pueblo y nos dio de comer carne y pescado hasta hartarnos. Pero si el susodicho viaje durara unos 10 días más a buen seguro que todos de hambre pereciéramos; y con todo, en este viaje, de los   —159→   400 hombres, 50 sucumbieron305; en esta vez nos socorrió Dios el Todopoderoso, y a Él se tributen loas y gracias.




ArribaAbajoCapítulo XIV

Regresa don Pedro de Mendoza a España y muere en el viaje


En este pueblo permanecimos por espacio de 4 años306. Mas nuestro capitán general, thonn Pietro Mantossa, agobiado de sus dolencias, ya no podía mover ni manos ni pies, y había gastado en este viaje 4.000 ducados en oro307; ya no podía quedarse más tiempo con nosotros en este pueblo y se volvió con dos pequeños parckhadienes (bergantines) a Bonas Ayers308 a juntarse con los 4 navíos grandes [de los que tomó dos] con 50 hombres y partió para Hispanien. Mas cuando llegaron como a medio camino, la mano de Dios, que todo lo puede, cargó sobre él, así que murió miserablemente. ¡Dios le tenga misericordia!309

Eacute;l, empero, nos había prometido, antes de dejarnos,   —160→   que al punto de llegar él o los navíos a España, mandaría otros 2 al Rio della Plata, lo que también se consignó fielmente en su testamento y se cumplió. Así, pues, luego que los 2 navíos arribaron a Hispania y que lo supieron los del consejo de la Cesárea Majestad, sin demora y en nombre de Su Majestad hicieron aprestar y despacharon al Rio della Platta otros navíos con gente, comida y rescates y lo demás que podría faltarles.




ArribaAbajoCapítulo XV

Alonso Cabrera llega al Río de la Plata


El capitán de estos 2 navíos310 se llamaba Aluiso Gabrero (Alonso Cabrera), y se traía 200 españoles y víveres como para 2 años; llegó a Bonas Ayers, a donde los otros 2 navíos habían quedado, con los 160 hombres, el año 1538311.

Y cuando llegó el capitán Aluiso312 Gabrero a la isla de los Tyembús a verse con nuestro capitán Johan Eyollas313 se dispuso a despachar un navío   —161→   nuevamente a Hispienia, porque así era la voluntad y mandamiento del Concejo de la Cesárea Majestad, que se le haga saber al dicho Concejo cómo eran los arreglos en aquella tierra y en qué estado se hallaba.

314 Después de todo esto, Joann Eyollas, nuestro capitán general, hizo junta con Aluiso Gabrero y con Mart[i]no Thoming[o] Ayona (Domingo Martínez de Irala) y otros de sus capitanes. También se resolvió que se pasase revista de la gente, y se halló que con los nuestros y los otros recién llegados de Hispanien, había 550 hombres; se separó, pues, 400 hombres para sí, y los restantes 150 los dejaron en los tiembús, porque no alcanzaban los navíos; a éstos les nombraron un capitán llamado Carollus Doberin315 para que los mande y gobierne316: éste   —162→   en otro tiempo había sido paje de Su Cesárea Majestad317.




ArribaAbajoCapítulo XVI

Parten en busca del Paraguay y llegan a los corondas


318 Después de esto, pasado el acuerdo de los capitanes, partimos con los 400 hombres en 8 pequeños navíos (o) parchadines (bergantines) aguas arriba del Paranaw, en busca de otra agua corriente llamada Paraboe (Paraguay), adonde viven los carios319 que tienen trigo turco (maíz), y una raíz con el nombre de manteochade (mandioca) y otras raíces como padades (batatas)320 y manteoch propie y mandeoch mandepore. La raíz padades (batatas), se parece a la manzana y es del mismo sabor; mandeoch propie sabe a castaña; de mandeoch   —163→   poere se hace vino, que beben los indios. Estos carios tienen pescado y carne, y unas ovejas muy grandes321 como las mulas de esta tierra (Alemania); iten más tienen chanchos del monte, avestruces y otras salvajinas; iten más gallinas y gansos en gran abundancia322.

323 Así, pues, partimos del puerto Bon Esperainso (Buena Esperanza)324 con los dichos 8 navíos parckhadienes, y el primer día, a las 4 leguas de camino, llegamos a una nación con el nombre de karendos (corondas). Ellos se mantienen325 de carne y pescado, son fuertes de 12.000 hombres, todos aptos para la pelea. Esta nación se parece a la anterior, es decir, a los tiembú326, usan estrellitas en las narices, y son bien formados de cuerpo; iten las mujeres son horrorosas, viejas y mozas, con las caras arañadas y siempre ensangrentadas327; iten visten, como los tiembú, un corto paño de algodón que las cubre del ombligo a las rodillas, como ya   —164→   se dijo antes. Estos indios tienen gran copia de pieles de nutria; iten muchas cannaon (canoas) o esquifes. Ellos se compartieron con nosotros de su pobreza, como ser, carne, pescado [y pieles]; nosotros les dimos abalorios, rosarios, espejos, peines, cuchillos [y anzuelos]; 2 días permanecimos con ellos, y nos dieron 2 carios328 cautivos que eran de ellos: éstos deberían servirnos de baqueanos y ayudarnos con la lengua.




ArribaAbajoCapítulo XVII

Llegan a los gulgaises y machkuerendes


De allí, seguimos nosotros adelante hasta llegar a otra nación, que se llaman gulgeissen329, que alcanzan a ser unos 40.000 hombres de pelea, se mantienen de pescado y carne, también tienen estrellitas en las narices; iten mas se hallan a unas 30 millas (leguas) de camino de los carendes (corondas); hablan una sola lengua con los tiembú y carendes; viven en una laguna que mide de largo 6 millas (leguas) por cuatro de ancho   —165→   del lado izquierdo330 del Parnau; 4 días nos quedamos con ellos; compartieron también con nosotros de su pobreza, como igualmente nosotros de la nuestra con ellos.

De allí seguimos adelante sin encontrar más indios por 18 días; después dimos con un agua que corre tierra adentro, y allí encontramos mucha gente llamada Machkuerendes.331 Estos no tienen más comida que pescado y algo de carne; son fuertes como de unos 18.000 hombres de pelea, tienen muchas canaen (canoas) o esquifes; nos recibieron bien a su modo haciéndonos parte de su miseria. Ellos viven del otro lado del Parnaw, esto es, a la derecha; hablan otra lengua, se ponen 2 estrellitas en las narices. Altos y bien formados los hombres, las mujeres empero son horrorosas, como se dijo ya. Están a 64 meil (leguas)332 de los Gulgaises.

Y cuando se cumplieron los 4 días de estar con ellos, hallamos estirada en la tierra una serpiente extremadamente grande, que medía 25 pies de largo y gruesa como un hombre, overa de negro y amarillo; y la matamos con un arcabuz. Y eso que la vieron los indios se maravillaron de su tamaño,   —166→   porque jamás habían visto otra igual. Esta serpiente, según nos contaron, los tenía mal a los indios; porque cuando se bañaban en el agua siempre solía estar oculta en el agua, envolvía a los indios con la cola y zambullendo con ellos se los tragaba; así que muchas veces indios desaparecían sin que se supiese la suerte que habían corrido. Yo mismo medí esta serpiente con carne y todo, así que me doy cabal cuenta de como era de larga y gruesa. Esta serpiente después los indios la despedazaron, la asaron, la hicieron hervir y se la comieron en sus casas.

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ArribaAbajoCapítulo XVIII

Llegan a los zechennaus saluaischco y mepenes


De allí navegamos el Paranaw arriba y después de 4 días de viaje llegamos a una nación que se llama Zeckennaus Saluaischco (Chaná-Salvajes)333, [son] gente petiza y gruesa, no tienen más de comer que pescado y miel. Esta gente, tanto hombres como mujeres, mozos como viejos, andan en cueros vivos, así como fueron lanzados al mundo,   —167→   de suerte que no visten ni un trapillo ni cosa alguna que les sirva para tapar las vergüenzas; están de guerra con los Machueradeiss334; y su carne es la de ciervos335, chanchos del monte, avestruces y conejos336, que parecen ratones, pero sin la cola.

Esta nación está a 18 millas (leguas) de los Mahueradeis. Esta jornada la hicimos en 4 días. Permanecimos sólo una noche con ellos, porque ni para ellos tenían de comer; es una nación que se parece a los salteadores337 de caminos de nuestro país. Viven ellos a unas 20 millas (leguas) del agua (el río), para evitar que los tomen de sorpresa sus enemigos. Pero en esta ocasión habían bajado al agua 5 días antes de llegar nosotros para proveerse de pescado y para pelear con los Macharades; son fuertes de unos 2.000 hombres.

De allí partimos y llegamos a una nación que se llaman Mapenuss338 (Mepenes). Estos son fuertes como de 100.000 hombres339, viven en todas partes de aquella tierra, que se extiende por unas 40 millas (leguas) a uno y otro viento, pero se los puede reunir a todos por tierra y agua en 2 días; tienen más canoas o esquifes que cualquier otra   —168→   nación de las que hasta allí habíamos visto; en cada una de estas canoas o esquifes cabían hasta 20 personas340.

Esta gente nos salió al encuentro por agua en son de guerra, con 500 canoas o esquifes, pero sin sacarnos mayor ventaja, les matamos a muchos con nuestros arcabuces, porque hasta entonces no habían visto arcabuces ni cristianos341. Mas cuando llegamos a sus casas no les pudimos sacar ventaja alguna, porque el lugar distaba una milla (legua) de camino del agua Paranaw, donde teníamos los navíos, y sus pueblos estaban rodeados de agua muy profunda a todos vientos, así que no les pudimos hacer mal alguno, ni quitarles nada; y como bailamos 250 canoas, o esquifes, las quemamos y destruimos. Tampoco nos pareció prudente apartarnos demasiado de nuestros navíos, porque recelábamos que nos pudiesen atacar por el lado opuesto; así, pues, nos volvimos a los navíos; porque la guerra que ellos hacen es sólo por agua.

Hasta estos Mapenus, desde la antedicha nación que acabamos de dejar (se cuentan) 95 millas (leguas)342 de camino.



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ArribaAbajoCapítulo XIX

Llegan a los kueremagbeis y agá


Desde allí a los 8 días llegamos a un agua corriente llamada Paraboe (Paraguay); por ella navegamos aguas arriba. Allí encontramos muchísima gente, (que se llaman) Kueremagbeis343, que no, tienen más de comer que pescado y carne y pan de San Juan o cuerno de cabra (algarrobo), de lo que hacen vino; esta gente nos trató muy bien y nos proporcionó cuanto nos faltaba. Son altos y corpulentos, así hombres como mujeres. Estos hombres se horadan las narices y en la aberturita meten una pluma de papagayo; las mujeres se pintan la parte inferior de la cara con unas rayas largas de azul, que les duran por toda la vida344; y se tapan las vergüenzas con un pañito de algodón desde el ombligo hasta las rodillas. Hay desde los dichos Mapenniss hasta estos Kurgmaibeis 40 millas (leguas) de camino; paramos 3 días con ellos.

De allí llegamos a una nación llamada Aigeiss (Agazes)345, tienen pescado y carne; iten son altos   —170→   y bien formados, uno y otro sexo; las mujeres son lindas, se pintan y se tapan las vergüenzas.

Eso que llegamos adonde ellos estaban, se presentaron de guerra dispuestos a pelearnos; y con esto creían no dejarnos pasar adelante; cuando esto vimos y que no había más remedio, nos encomendamos a Dios, el Todopoderoso, y nos preparamos en orden de batalla por agua y por tierra, los peleamos y acabamos a muchísimos de los Aigas, y ellos nos mataron 15 hombres. Dios los favorezca a todos. Estos Aeiges son buenos guerreros, los mejores que hay, si es por agua, pero por tierra no lo son tanto.

Con tiempo habían hecho huir a sus mujeres e hijos, del mismo modo habían ocultado la comida y cuanto tenían, así que no les pudimos quitar ni aprovechar nada. Mas cómo les fue al fin es lo que a su tiempo se dirá.

Su pueblo está cerca de un agua corriente (río)346 que se llama Jepedy (Ipiti)347, se halla en la otra banda del Paraboe, nace de la sierra del Perú, de una ciudad llamada Duchkameyen (Tucumán)348. A los Aeiges de los dichos Kuremagbeis son 35 milla (leguas) de camino.

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ArribaAbajoCapítulo XX

Los pueblos carios


Después de esto tuvimos que dejar a estos Aygass y llegamos a una otra nación, llamada Caríes (Caríos)349, están a 50 millas (leguas) de camino de los Aygas; allí Dios, él que todo lo puede, nos dio su santa bendición, porque estos carios tenían trigo turco o meys (maíz) y manndeochade (mandioca)350, padades (batatas), manndeos perroy, mandeporre, manduris (manduvís)351, vackgekhue352, también pescado y carne, ciervos353 y chanchos del monte, avestruces, ovejas de la tierra (guanacos), conejillos, gallinas y gansos; también tienen miel, de la que se hace vino, en mucha abundancia, iten hay muchísimo algodón en la tierra354.

La tierra de estos caríos es de mucha extensión, casi 300 millas (leguas) de ancho y largo355, son hombres petizos y gruesos y más capaces de servir   —172→   a otros. Iten los varones tienen en el labio un agujero pequeño en el que meten un cristal amarillo, que en lengua de ellos se llama parabol356 (barbote), de dos jemes de largo y grueso como el canuto de una pluma. Esta gente, hombres y mujeres, andan en cueros vivos, tal como Dios los echó al mundo. Entre estos indios el padre vende a la hija, iten el marido a la mujer, si esta no le gusta, también el hermano vende o permuta a la hermana; una mujer cuesta una camisa, o un cuchillo de cortar pan, o un anzuelo o cualquier otra baratija por el estilo.

Estos carios también comen carne humana, cuando se ofrece, es decir, cuando pelean y toman algún enemigo, sea hombre o mujer, y como se ceban los chanchos en Alemania, así ceban ellos a los prisioneros; pero si la mujer es algo linda y joven, la conservan por un año o más, y si durante ese tiempo no alcanza a llenarles el gusto la matan y se la comen, y con ella hacen fiesta solemne, o como si fuese para una boda; mas si la persona es vieja la hacen trabajar en la labranza hasta que se muere.

Esta gente es la más caminadora de cuantas naciones357 hay en el Río delle Plata; son grandes guerreros por tierra. Sus pueblos o ciudades están en las alturas del agua (río) Paraboe358.

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ArribaAbajoCapítulo XXI

Describe la ciudad de Lambaré y su captura359


Y este pueblo antes se llamó, en lengua de indios, Lambere (Lambaré)360; la ciudad de ellos está rodeada con 2 pallersaide (palizadas) de madera, cada poste del grueso de un hombre; y la una pallersaide está a 12 pasos de la otra; los postes están enterrados o clavados en hondura de 6 pies, y se levantan del suelo lo que puede alcanzar un hombre con la punta de su tizona361.

Iten habían cavado unos fosos362, también a distancia de 15 pies del muro de esta su ciudad habían dejado unos hoyos en que podían pararse 3 hombres, adentro habían clavado (como para que no sobresaliesen) estacones de palo duro y puntiagudos como aguja; y habían tapado estos hoyos con paja y ramas cubiertas de tierra y pasto, a fin de que cuando nosotros los cristianos persiguiésemos a los carios o atacásemos su ciudad, cayésemos en estos hoyos; pero fueron tantos los hoyos cavados, que al fin los mismos indios se caían en ellos.

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Como por ejemplo cuando363 nuestro capitán general Jann Eyollas364 puso en orden a toda nuestra gente menos 60 hombres que dejó de guardia en los par (k) adiennes (bergantines), y con ella llevó el ataque contra Lambore365 la ciudad de ellos, y nos divisaron estando nosotros como a un tiro largo de arcabuz de distancia, siendo ellos unos 40.000 bien armados con arcos y fleschen (flechas), y nos mandaron decir que nos retirásemos a los parckhadienes y nos volviésemos; porque así nos proveerían de comida y de lo demás que nos hacía falta, y que con esto nos fuésemos en sana paz, que de no se convertirían en enemigos nuestros; mas esto de ningún modo convenía a nuestro capitán general ni a nosotros; porque la tierra y su gente nos parecía bastante bien con su abundancia de comida; y sabido era que en los últimos 4 años366 no habíamos probado ni visto siquiera bocado de pan, y sólo con pescado y carne nos habíamos alimentado.

Entonces empuñaron los caríos sus arcos y sus rodelas, con ellos en las manos nos recibieron y ésta fue la bienvenida que nos dieron. Ni aun así quisimos nosotros hacerles mal, y les rogamos por   —175→   tercera vez que se mantuviesen de paz [porque deseábamos ser sus amigos]; mas ellos no quisieron hacer caso, porque no habían experimentado lo que eran las rodelas y los arcabuces nuestros. Y cuando ya nos pusimos cerca de ellos les hicimos un descarga con nuestras bocas de fuego; eso que la oyeron y vieron que su gente caía al suelo, y, que no asomaban ni jara ni flecha alguna y sólo sí un agujero en el cuerpo, se llenaron de espanto, les entró miedo y al punto huyeron en pelotón y se caían unos sobre otros como perros; y tanto fue el apuro de meterse en su pueblo que como unos 200 caríos cayeron ellos mismos en sus ya dichos hoyos durante el descalabro367.

Después de esto nosotros los cristianos nos acercamos al pueblo de ellos y lo atacamos, mas ellos se defendieron lo mejor que pudieron, hasta el tercer día. Como ya no podían resistir más y temían por las mujeres e hijos, que también tenían consigo en la ciudad, nos pidieron misericordia prometiendo complacernos en todo con tal que les perdonásemos las vidas. También le trajeron a nuestro capitán Jann Eyollass368 6 mujeres, de las que la mayor tendría unos 18 años; iten le presentaron369 también 8 venados, ciervos y otras salvajinas más. De ahí se empeñaron con nosotros para   —176→   que nos quedásemos con ellos, y le regalaron a cada soldado 2 mujeres, para que nos sirvan en el lavado y cocina. También nos dieron comida y de cuanto nos hacía falta. Así de esta manera se hizo la paz entre nosotros.