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ArribaAbajoTres historiadores y políticos de Argelia presentan la política de Carlos V con la naciente Argelia moderna: Az-Zahhar (m. 1872), Zavala (1886) y Al-Madanî (m. 1983)534

Míkel de Epalza



Universidad de Alicante

Los tres autores que se van a estudiar (Az-Zahhar, Zavala y Al-Madanî535) tienen en común el hacer historia de Argelia como patriotas o nacionalistas, sin ser historiadores profesionales o universitarios536. Conocen bien y utilizan con bastante respeto histórico las fuentes documentales, pero hacen una interpretación nueva y una selección nacionalista de esos datos. Utilizan los conocimientos históricos como un elemento cultural del combate político de los colectivos a los que pertenecen. Tienen muy conscientemente una visión particular del importante fenómeno histórico que ha sido el nacimiento de la Argelia moderna, del nuevo espacio político argelino, a principios del siglo XVI, contra la política española y especialmente la de Carlos V, a mediados del siglo. Los tres ven en la política de los musulmanes contra Carlos V en el siglo XVI un antecedente de la política anticolonial francesa en los siglos XIX y XX. Y, en el caso de los árabes argelinos, ven en la ocupación española de parte del territorio argelino un precedente para la resistencia nacional argelina contra el ocupante invasor. Ven en Carlos V «la principal causa de guerras para Argelia537».



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La pérdida y la recuperación de la soberanía política argelina serán consideradas, respectivamente, por los dos escritores y ministros del gobierno argelino, del siglo XIX (Az-Zahhar) y del XX (Al-Madanî), a la luz del nacimiento del espacio político argelino, en tiempos de Carlos V, y contra la política de ocupación española de territorios musulmanes en Al-Andalus y en el Magreb, antecedente de la política colonial francesa moderna de ocupación de Argelia.

En cambio, Francisco Zavala538 se basará en la historia de la presencia en territorio argelino de una ocupación militar española, durante casi tres siglos, para justificar políticamente una plenitud de derechos de los inmigrantes españoles en la Argelia colonial francesa, su nueva patria, en el siglo XIX. Su pensamiento se integra plenamente en el pensamiento colonial europeo de los franceses, pero combate a éstos por su discriminación de los españoles en la Argelia colonial y también por su trato a los argelinos musulmanes539, árabes y bereberhablantes. Piensa que los españoles pueden «civilizar» e integrar en el mundo moderno a los musulmanes argelinos con los mismos títulos que los franceses, en un universo temporalmente colonial y encaminado a un progreso global de la humanidad, a una fraternidad universal. Zavala es políticamente progresista español y republicano antimonárquico. Pero pretende crear un nacionalismo español particular, para los españoles instalados en Argelia, basado en la historia hispanoargelina desde el siglo XVI540.


Un hecho histórico fundamental del siglo XVI: el nacimiento de Argelia

Durante el reinado de Carlos V (1516-1556) se produce un hecho político de gran trascendencia en el Mediterráneo occidental: la nueva estructuración del espacio político de Argelia, que permanece hasta hoy en día, con pocas modificaciones. Y este hecho político se realiza contra la política española en el Mediterráneo musulmán541.

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Es un hecho cuya trascendencia en el Mediterráneo puede compararse al de la unificación de las dos Coronas de España en la persona de Carlos V (I) y de su madre Juana I.

Argel es, a principios del siglo XVI, un pequeño puerto del Magreb central, protegido por unos islotes que dan el nombre a la población (Argel, al-chazair, «las islas»)542. Políticamente, está dominada por unos jefes de tribus de la amplia llanura semipantanosa que rodea a esas colinas, al sur, alrededor del valle del río Mititja (Mutijar o Motija, según fuentes españolas del XVI543). Al-Djazaïr/Argel, al igual que otros puertos del Magreb central (Wahrán/Orán y Bidjaia/Bujía antes de la ocupación española respectiva de 1509 y 1510, y Cherchel/Sargel y Presc/Biscari, de los que se ha hablado en otro trabajo544), parecen haber acogido unos pocos musulmanes procedentes de la recién conquistada Granada, a principios del siglo XVI. El año 1511 y en la serie de ocupaciones por parte de Castilla de diversos puertos de la costa del Magreb, en aplicación del Tratado de Tordesillas (1494) que reservaba a Portugal la costa atlántica y a Castilla la mediterránea, la pequeña población costera de Argel no será conquistada, pero sí controlada por las fuerzas castellanas, a partir de una pequeña fortaleza instalada en uno de los islotes, a pocos metros de la costa, enfrente de la ciudad: es el peñón de Argel.

Evidentemente, las relaciones entre las fuerzas militares cristianas españolas y la población musulmana argelina no son nada amistosas. En 1516, las autoridades de Argel piden la ayuda a los hermanos Barbarroja, afamados corsarios orientales instalados desde 1512 en otro puerto litoral a unos 300 kilómetros al este de Argel, Jijel (Gigel, Giger). Los tres hermanos (Aruch, Jidir/Jairedín e Ishaq) iniciarán una serie de expediciones terrestres y marítimas contra los españoles y sus aliados, al oeste de Argel, que les llevarán hasta las fronteras del actual Marruecos o Reino de Fez, ayudados por fuerzas andalusíes procedentes también de Granada y, quizás, de las vecinas costas valencianas e instaladas en dos pequeñas poblaciones costeras al oeste de Argel: Cherchel y Presc. Tres años después, en 1519, el único superviviente de los tres hermanos, Jairedín Barbarroja, entregaba la ciudad de Argel y los espacios que controlaba ya, más o menos, hacia occidente y oriente de Argel, al sultán otomano Solimán I, que acababa de subir al trono de Estambul y había heredado los territorios árabes siro-palestinos y

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egipcios incorporados al Imperio Turco-Otomano por su padre, entre 1516 y 1517, arrebatados a la última dinastía mameluca. De ahí nacerá un nuevo espacio político magrebí, el argelino, entre los viejos reinos medievales de Fez-Marrakech y de Túnez-Trípoli545.

Este espacio político de Argel será nuevo, dentro de la tradición marítima de las costas mediterráneas. Será moderno y no medieval. Será política y culturalmente más plural, con un cosmopolitismo donde los musulmanes hispánicos (mudéjares y moriscos) se insertarán con formas nuevas de convivencia, pronto imitadas por las demás sociedades del Magreb, especialmente las urbanas y portuarias546. Será también una nueva sociedad, dentro del Imperio Turco-Otomano, que transformará el puerto de Argel y su territorio en una de las sociedades más dinámicas del Mediterráneo. En ella vendrán a insertarse, durante casi un siglo, importantes masas de musulmanes hispanos, tanto de la Corona de Castilla (llamados genéricamente «granadinos», en Argelia) como de la Corona de Aragón (llamados «tagarenos» o «zegríes», de la palabra árabe que designa las zonas fronterizas del islam, terrestres o costeras)547.




Presentación de Az-Zahhar y de Al-Madanî

La relación entre ambos historiadores, políticos argelinos y escritores en árabe, es coincidente y, además, muy directa. Áhmad Taufiq Al-Madanî publica en 1974 la parte más histórica del único manuscrito conservado de Áhmad Ash-Sharif Az-Zahhar548, texto que él ya había utilizado ampliamente en 1937 para su libro sobre el último gobernante argelino de época otomana549.



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Áhmad Taufiq Al-Madanî, a pesar de su notoriedad como político y escritor a lo largo de casi todo el siglo XX, no ha sido aún estudiado ni posee una biografía mínimamente científica, es decir, elaborada con datos documentados y contrastados, que no sean los que documenta él mismo en sus libros y memorias escritas o que han recogido algunos contemporáneos suyos de sus propias declaraciones550. Nacido en Túnez a finales del siglo XIX, fue exiliado a Argel en 1925, participó en movimientos culturales y políticos nacionalistas argelinos contra la ocupación francesa y representó internacionalmente al Gobierno Provisional Argelino, desde su puesto de Delegado Permanente de Argelia ante la Liga de Estados Árabes, en El Cairo. Fue máximo representante de la política cultural árabe y sucesivamente ministro de Cultura (ma'ârifa) y de Asuntos Religiosos (awqâf wa-shu'ûn ad-dînîya) en el Gobierno provisional y en el primer Gobierno de la República Argelina, respectivamente, antes y después de la Independencia de 1962.

Este breve resumen de su itinerario como político no da idea de la importancia de este nacionalista, como intelectual y como escritor, en la formación de la conciencia nacionalista argelina, especialmente por sus escritos, siempre en árabe. Su producción escrita supera ampliamente la de los demás escritores argelinos de su tiempo, por el número y por el eco de sus libros y artículos de prensa, ya desde su defensa de la rebelión irlandesa contra la ocupación británica, en 1923551, pero especialmente por su libro enciclopédico sobre la geografía de Argelia, de carácter descriptivo e histórico552, libro eficaz y de inmenso éxito entre los nacionalistas argelinos. En él pretendía dar a los argelinos una conciencia de país, contra las publicaciones oficiales francesas alrededor del Centenario de la colonia (1830-1930). Es en este contexto de rectificación histórica donde hay que situar también la visión de la historia hispano-argelina, en el nacimiento del espacio político de la Argelia moderna y contemporánea de tiempos de Carlos V.

Al-Madanî estaba más relacionado con las disciplinas formativas que con las «ciencias religiosas», y se sentía más atraído por la propaganda nacionalista que por la predicación islámica de carácter puramente religioso, del movimiento reformista argelino. Por eso, su obra es menos propiamente «reformista» religioso que de historiador y político, según el análisis certero de Ali Mérad553, quien considera que su Libro de Argelia

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es una de las más importantes contribuciones a la obra de regeneración nacionalista que había emprendido el movimiento reformista, unidos en eso a los escritores y publicistas de tendencia laica. El propio Ibn-Badís admiraba la diversidad y la amplitud de su cultura, su capacidad de trabajo, su sentido práctico, su gusto por las realizaciones eficaces y duraderas: «Nuestro amigo Áhmad Tawfiq -escribía ya en 1932- ha nacido para la acción. Además, tiene talento para las obras imperecederas»554.

Su origen tunecino explica en parte su actitud política en favor de Argelia y su posición activa en favor de la independencia total argelina de la colonización francesa, hasta tomar él mismo la nacionalidad argelina de sus antepasados. La Regencia o Vilayet otomana de Túnez había sido ocupada por Francia en 1882, en un régimen de «Protectorado», conservando gran parte de sus estructuras político-administrativas y la figura política de su jefe de Estado, el bey de Túnez, de la dinastía hereditaria de los Husainíes, que reinaban en ese territorio del Imperio Otomano con cierta autonomía, desde principios del siglo XVIII. La estructura político-administrativa del Estado o Regencia de Túnez se mantuvo bajo el «Protectorado» francés hasta la independencia de 1954. El último bey de Túnez sólo fue depuesto y sustituido por su primer ministro Habib Bourguiba unos meses después, con la proclamación de la República Tunecina cuyo primer presidente fue Bouguiba durante varias décadas. El país conservaba, por tanto, una cierta soberanía política, bajo el gobierno superior efectivo de Francia, representada por un gobernador o Résident Général. No era, por tanto, la misma situación colonial que en Argelia, considerada por Francia como un territorio francés más (con la expresión «Desde Dunkerque -puerto del Canal de la Mancha, al norte de Francia- hasta Tamanrasset -oasis sahariano, al sur de Argelia-») y sin prácticamente estructuras políticas propias, excepto algunos jefes tribales y de cofradías religiosas musulmanas tradicionales.

Al-Madanî entra pronto en contacto, como historiador, con la realidad política argelina gracias al estudio sobre el último dey-pachá de Argelia antes de la ocupación francesa de 1830, último garante histórico de la soberanía política de Argelia contra Francia, a mediados del siglo XIX555. Seguirá publicando trabajos históricos sobre ese período de la pérdida de la independencia, toda su vida556. Completará ese estudio fundamental con otro sobre el origen del gobierno otomano y del espacio político argelino, frente a la política española, en tiempos de Carlos V, su obra clásica de historia hispano-argelina, que abarca desde la toma de Granada (1492) hasta la entrega a Argelia del conjunto portuario de Orán y Mazalquivir, por parte de España (1792): «La guerra de trescientos años entre Argelia y España (1492-1792)»557, Estas dos obras serán el

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eje de su pensamiento político sobre la historia de Argelia y el fundamento histórico del nacionalismo argelino moderno558. Son, sobre todo, los antecedentes históricos que justificaban, a mediados del siglo XX, el esfuerzo del pueblo argelino y de su Frente de Liberación Nacional por recuperar la independencia nacional y la soberanía de la patria argelina, dentro de un marco político árabe magrebí y musulmán panislámico, como lo había sido el «Estado Argelino» de antes de la ocupación francesa, en el marco del Imperio Turco-Otomano, «imperio de Estados», según el pensamiento de Al-Madanî, presente en todas sus obras.

En sus Memorias cuenta muy sencillamente los problemas y las soluciones que se dieron en el movimiento nacional argelino, de una forma política y, sobre todo, patriótica (argelina, magrebí, árabe e islámica). Deja muy en segundo plano las divergencias y enfrentamientos personales de los políticos árabes, de otros países islámicos y del frente político del entonces llamado Tercer Mundo o Países no-Alineados. Calla especialmente las divergencias y enfrentamientos de los políticos argelinos entre sí, con una visión ejemplar, modélica y heroica del proceso de independencia de Argelia559. Pone al pueblo argelino como protagonista fundamental de esa historia contemporánea, como lo pondrá en la presentación del enfrentamiento bélico hispano-argelino de los siglos XVI-XVIII, especialmente en la época del Emperador, en el que se crea la nación y el territorio político de Argelia, contra la política de ocupación española, anteceden te evidente -que el historiador explicita- de la guerra contemporánea de independencia contra la ocupación francesa. El texto del Corán que pondrá en la página de guardia del tercer tomo de sus Memorias expresa muy bien su proyecto político, panislámico, panárabe, magrebí y argelino:



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Portada del volumen 3 de las Memorias de A. T. Al-Madanî

1. Portada del volumen 3 de las Memorias de A. T. Al-Madanî

¡Creyentes! Si uno de vosotros apostata de su fe [...] Dios suscitará una gente a la cual Él amará y de la cual será amado, humilde con los creyentes, altiva con los infieles, que luchará por Dios y que no temerá la censura de nadie. Éste es el favor de Dios. Lo dispensa a quien Él quiere. Dios es inmenso, omnisciente560.



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En este breve esbozo de la biobibliografía de Áhmad Taufiq Al-Madanî conviene situar su pensamiento político, profundamente nacionalista. Para él, la historia es uno de los fundamentos del nacionalismo y del sentimiento colectivo de los argelinos, sobre todo frente a la agresión que suponían las presentaciones de esa historia argelina por parte de los historiadores y de la historiografía oficial franceses y occidentales en general (al-garbîyûn)561.

Por eso se sitúa políticamente frente a la visión histórica de los franceses, visión histórica que sobrevaloraba los elementos preárabes y preislámicos de beréberes, cartagineses, romanos, vándalos, bizantinos, etc., frente a los elementos religiosos (islámicos) y culturales (árabes) de esa historia colectiva, que constituyen los referentes básicos de las estructuras de pueblo argelino en el siglo XX. Se sitúa también frente a la presentación francesa de la historia de Argelia como una ocupación turca, del siglo XVI al XIX, ocupación militar extranjera, con sus corsarios de origen europeo, paralela y equivalente -según esos historiadores- a las ocupaciones costeras españolas de los siglos XVI-XVIII, que serían sustituidas por otro gobierno político extranjero, el francés desde 1830-1847, también extranjero y mucho más «civilizador». Al-Madanî, en su presentación de la historia quiere considerar el gobierno turco de Argelia como una estructura política islámica, para defender al país, a petición de su población y desde tiempos de Carlos V, contra las agresiones extranjeras, tanto españolas como luego francesas. Su interés por presentar esas verdades históricas, como fundamento de la conciencia colectiva, nacionalista, de Argelia y de los argelinos, es para Al-Madanî y para su actividad de escritor una parte importante de la acción política de reconstrucción nacional, después de la Independencia de 1962. Esa reconstrucción nacional transformará a los cuatro departamentos o provincias de Francia, que había sido Argelia durante 132 años, en un Estado y una patria argelina, árabe, islámica, democrática; socialista y revolucionaria, con una revolución «agrícola, industrial y cultural», a la que Al-Madanî quería contribuir en su vertiente histórica explicando las raíces centenarias de la historia argelina árabe-islámica y de resistencia anticolonial, contra el enemigo europeo.

La obra histórica de Áhmad Taufiq Al-Madanî es, por tanto, fundamentalmente de divulgación y reflexión históricas. Sus escritos, siempre en árabe, están basados en buena documentación histórica, interpretada correctamente, pero no son generalmente de historiador profesional, universitario, con aportación de datos inéditos, salvo los de algunas fuentes manuscritas árabes, como las del mencionado Áhmad Az-Zahhar y algunos documentos inéditos de Simancas, que traduce al árabe y comenta562. Tampoco escribe sus libros y artículos con abundancia erudita de citas y referencias concretas, como los historiadores universitarios, ni menciona generalmente en sus notas, puramente

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explicativas (de palabras especiales o de identificación de lugares y personas), el origen concreto documentado de sus afirmaciones. Pero su reflexión sobre la historia de Argelia, y en especial sobre el nacimiento del espacio político argelino en tiempos de Carlos V y contra la política española, constituyen una verdadera investigación de historia política. Sus argumentos en favor de la consideración del gobierno turco de Argelia como la de un «Estado asociado» dentro de una «federación de Estados islámicos» del Imperio Turco-Otomano, como antecedente legitimador y anterior a la ocupación francesa de la República Argelina moderna, constituye realmente una aportación historiográfica que no parece desdeñable563. Por supuesto, esta visión argelina y magrebí564 se opone a la actitud general de los historiadores árabes de Oriente Medio, que tenían y tienen aún una visión histórica del período otomano bastante negativa, que corresponde a la política nacionalista árabe de liberación e independencia frente a los turcos, a principios del siglo XX565.

Una de las razones principales de que aún no se haya estudiado en profundidad a este importante escritor árabe, como político, como periodista o como historiador, es por su fuerte y original posición política en el nacionalismo islámico, árabe, magrebí y argelino, que no oculta nunca en sus escritos y que le hacían, ya en vida, incómodo y objeto de polémicas y de distanciamientos. En efecto, Áhmad Taufiq Al-Madanî mantenía en su vida y en sus escritos un dinámico equilibrio de adhesiones patrióticas o nacionalistas contra otras tendencias dominantes.

Como musulmán, defendía un panislamismo internacional, como lo había hecho buscando el apoyo de todos los países islámicos para la Independencia de Argelia y para sus primeros pasos como Estado, en sus puestos de embajador en dos importantes países islámicos no árabes, Pakistán y Turquía. En particular, defendía históricamente la antigua integración de algunos países árabes -entre ellos la Argelia de los siglos XVI-XIX- en el Imperio Otomano, cuyo Sultán ostentaba el título de califa o jefe político-religioso de la comunidad musulmana, después de la destitución -en 1516- del último califa abbasí, instalado en Egipto de los mamelucos desde el siglo XIII. Esta visión histórica se oponía -como se ha visto- tanto a otros intelectuales árabes, de Marruecos y de los países de Oriente Medio, como a los historiadores europeos y especialmente

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franceses, que veían en la presencia política de los turcos en el Magreb una ocupación extranjera más, como la de los romanos, los árabes, los españoles... y los franceses. Finalmente, como magrebí, tunecino de nacimiento y argelino de origen y de adopción, militaba por una unión política árabe y magrebí eficaz, frente al nacionalismo de los estados modernos, agresivos con sus vecinos, con las independencias más o menos recientemente adquiridas a mediados del siglo XX. Mucha visión de futuro para los políticos argelinos y para los políticos antiárabes y antiislámicos, occidentales.

En realidad, los escritos históricos de Al-Madanî tienen ante todo una finalidad de divulgación pedagógica, política, casi diríamos de «investigación periodística» de alto nivel. A eso corresponde también su estilo literario claro y las numerosas subdivisiones de los capítulos en apartados con títulos claros, para encontrar más fácilmente los temas y para mostrar la sucesión cambiante de los acontecimientos, proargelinos o proespañoles, en una dicotomía nacionalista («buenos y malos», in-group, out-group) y en una progresión histórica que no carece de cierto carácter épico nacional, que él quiere dar a la historia argelina en su desarrollo histórico. Hay, por ejemplo, una preparación épica de los acontecimientos previos al capítulo 7.º, «La grandiosa expedición de Carlos V contra Argel y su horrible derrota»566, o el apartado sobre la muerte del Emperador, «Muerte de Carlos V, preocupado y afligido»567.

Es difícil medir la influencia de Áhmad Taufiq Al-Madanî y de su visión de la historia hispano-argelina. Su libro sobre Trescientos años de guerra entre Argelia y España parece haber tenido al menos tres ediciones. El hecho de que no aparece muy citado por trabajos de investigación de profesores universitarios, como Nacereddine Saiduni568 o Tayeb Chentouf569 -por no citar más que dos autores que han publicado en España-, no indica que no haya ejercido su influencia ideológica, como por ejemplo en el profesor Mouley Belhamissi570 y otros universitarios, que le citan a veces como autoridad cuando escriben en árabe571, aunque prefieren utilizar sus fuentes directamente, en sus trabajos científicos.



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En ese marco historiográfico vamos a presentar aquí la visión de Al-Madanî sobre Carlos V y la política española en el Magreb, especialmente en Argelia. Es también en ese marco historiográfico donde se va a presentar la obra del otro historiador y político argelino, éste del siglo XIX, Áhmad Ash-Sharif Az-Zahhar, a quien Al-Madanî considera -no sin razón- como un antecedente suyo, en su papel de historiador de la identidad argelina frente a los intentos coloniales europeos de disminuir y suprimir la conciencia colectiva árabe e islámica, también políticamente turco-otomana, de Argelia. Ambos también fueron personajes políticos, como ministros del último gobierno otomano del vilayato o Regencia de Argel y del primer gobierno de la República Argelina, respectivamente, en el siglo XIX y en el XX.

Áhmad Taufiq Al-Madanî hace una breve biografía del autor de las Mudhakkarat o Memorias de Áhmad Ash-Sharif Az-Zahhar, en el prólogo de su edición del manuscrito, con datos sacados exclusivamente de ese texto, al parecer572.

Nació en Argel el año 1196H./1781, en tiempos del gobernador o soberano dependiente de Estambul Muhámmad Uthmán Pachá; hizo estudios de ciencias religiosas y derecho, y sucedió a su padre en el cargo de naqîtb al-ashrf, «jefe de los chorfa», a la muerte de éste; tenía unos cincuenta años en el momento de la ocupación francesa de 1830; fue extrañado de Argel y sus alrededores, como otros notables argelinos en 1832; residió en Túnez, ampliando estudios; se trasladó luego a Constantina (Argelia oriental), donde fue secretario del gobernador el emir Al-Hach Áhmad Pachá, hasta que éste fue destituido a su vez por los franceses, en 1837, y exiliado a Turquía; entonces se pasó al servicio del emir Abdelkáder y su gobierno argelino antifrancés en el oeste del país, como secretario suyo; cuando éste fue apresado por los franceses y retenido prisionero en Amboise (Valle del Loira, Francia)573, su madre fue apresada con él y permaneció mucho tiempo en Francia; después, él se trasladó a Marruecos, visitando Fez en 1259H./1844, cuando tenía sesenta y tres años; volvió a Argel y recibió de nuevo el cargo de naqîb al-ashrâf; trabajó en el comercio y tenía una tienda, cuyas cuentas encontramos a veces en sus escritos; acumuló muchas noticias sobre la Argelia otomana; falleció en 1289H./1872; «finalmente, encontramos el texto relacionado con la vida y las acciones de los deyes que ocuparon el trono de Argel desde el año 1165H [1751] hasta el final de la desgracia [de la ocupación francesa desde 1830] y reanudando aquí con la mención de algunas cuentas de tipo familiar».





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España y el nacimiento de la Argelia moderna según Az-Zahhar

Con referencia ya directa a la visión histórico-política de Áhmad Az-Zahhar sobre Carlos V y sobre la acción política española en Argelia a principios del siglo XVI, esas menciones se encuentran indirectamente, cuando Az-Zahhar hace la crónica de los últimos gobernantes argelinos de su época, entre 1754 y 1830, y presenta las tres últimas acciones militares de España contra Argel (expediciones de O'Reilly, en 1775, y de Antonio Barceló, 1782 y 1784), el tratado de paz hispano-argelino de 1786 y el acuerdo de entrega definitiva de Orán y Mazalquivir por los españoles en 1792, con lo que se concluyen la «guerra de 300 años entre Argelia y España», como la presentará también un siglo después Al-Madanî574.

Los apartados en que Az-Zahhar trata de esas relaciones hispano-argelinas contemporáneas suyas, del siglo XVIII, con títulos de su editor Al-Madanî, son los siguientes:

Cap. I. Muhámmad Pachá Al-Mucháhid [«el combatiente islámico»] «Primera guerra con España» [expedición naval de O'Reilly, de 1775/1188H., pp. 25-27].

«Segunda guerra con España» [expedición naval del almirante «Don Antonio Barceló», en nota de Al-Madanî, de 1782/1197H, pp. 31-321.

«Tercera guerra con España» [segunda y última expedición de Barceló, «desde tierra de los españoles [...] desde Cartagena», según el texto de Az-Zahhar, de 1784/1198H., pp. 32-33].

«Reanudación o preparación de la tercera guerra» (p. 32). «La tercera y última guerra con España» (p. 33).

«Cómo se concluyó el tratado de paz con España» (p. 33).

Cap. II. Gobierno de Hasan Pachá, «Conquista de Orán» (p. 63)»575.



Hay que tener en cuenta que estas guerras y paces se presentan en esa crónica en un contexto de otras actividades políticas del país (nombramientos de cargos, divergencias de Argel con otros poderes regionales, pagos de impuestos, hambrunas, etc.), y en particular con otras guerras y paces con países euroamericanos de la época (Nápoles, Dinamarca, Grecia, Rusia, Suecia, América-USA, Holanda, Génova, Portugal...). Pero España era la única potencia europea que ocupaba territorio argelino desde hacía casi tres siglos -con el paréntesis de 1708-1732, coincidiendo con el establecimiento de la nueva dinastía borbónica, cuando España perdió Orán y Mazalquivir, recuperadas por los argelinos-. Por tanto, la referencia histórica a esas

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guerras y paces «de los españoles» tenía un sentido político particular, para los políticos y para el pueblo argelinos contemporáneos y para el historiador Áhmad Ash-Sharif Az-Zahhar.

Ese sentido histórico-político queda evidenciado en el primer párrafo que precede a las informaciones sobre las relaciones argelino-españolas de la segunda mitad del siglo XVIII. Este planteamiento será desarrollado más ampliamente, un siglo después, por Al-Madanî.

Cuando anteriormente vencieron los españoles a Al-Ándalus y dominaron todo su territorio, como está escrito en los libros de los historiadores, esa nación tenía una constante enemistad con todos los musulmanes. Tenía fuerza y naves. Pasó a continuación a tierras del Magreb y tomó Wahrán [Orán], de lo que quedaba de la dinastía de los Banu-Zayán, reyes de Tlemcén. Además se apoderaron de Bejaïa [Bujía], de la que les expulsaron más tarde los soberanos turcos. Quedó Orán en sus manos hasta que los expulsó el Bey Muhámmad [Bu-Shlágam576], el año 1205 [1708] en tiempos de Hasan Pachá [que gobernaba Argel] (del que se ha presentado la biografía anteriormente)577.



Este texto, puramente histórico, se merece un comentario político, por lo que dice y por lo que no dice.

No menciona a Carlos V y a sus antecesores los reyes Isabel I de Castilla y Fernando II (V) de Aragón, sino a la común y secular política antimusulmana de las monarquías hispánicas, desde la Edad Media. En este marco de agresividad578 expresa el carácter general religioso de esa agresividad: «con todos los musulmanes (ma'a chamî'’ al-muslimîn)».

A continuación, señala la fuerza de ese enemigo del islam, cuando va a emprender sus acciones específicas contra Argelia: ha vencido a los poderes musulmanes de todo Al-Ándalus, ha ocupado todos sus territorios, tiene fuerza militar (quwwa) y especialmente naves (marâkib) para trasladarse al vecino territorio magrebí (barr al-magrib).

El sujeto activo de esa agresividad, en este texto, no está expresado como España, el Estado o Monarquía española, con la que Argelia hará las guerras y las paces del siglo XVIII, sino como un colectivo mucho más amplio, aparentemente vago, pero bien definido políticamente por dos palabras, que pueden traducirse como «nacionalidad»,

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con cierto aspecto ideológicamente racial o étnico: «los españoles» (al-isbânyûl) y «esa nación» (hâdâd l-chinz)579. El sujeto pasivo es, en una primera etapa histórica, Al-Ándalus como colectivo político y lo que hemos traducido por «todo su territorio», pero que sería quizás mejor especificar «todas las poblaciones de los andalusíes» (chamĩ bilâdihim), en donde la palabra «bilâd580» tendría un sentido más social, de «país», «nación», «patria», sin los anacronismos políticos que supondrían las dos últimas denominaciones modernas, tanto en árabe como en castellano. A continuación afirma una enemistad religioso-étnica general: «con todos los musulmanes» (chamĩ al-muslîmin), Y finalmente, en una etapa posterior, especifica gradualmente el enemigo de España: el Magreb en general, «la otra orilla de Al-Ándalus»581, y las dos ciudades costeras de lo que sería la Argelia otomana y que habían tenido categoría de capitales regionales en la Edad Media, Orán (Wahrân) y Bujía (Bichâya).

La referencia al nacimiento de Argelia está implícita, no expresada directamente. Se hace al recordar la reacción de los musulmanes a esos ataques españoles: Bujía recuperada por «los soberanos turcos» (mulûk at-turk) en 1555, y Orán recuperada por el ley de Máscara Muhámmad Bu-Shlágam, en 1708 [perdida de nuevo por los argelinos en 1732, aunque no se menciona esa recuperación española con la expedición del conde de Montemar, que salió de Alicante582]. También Argelia está explicitada por el contexto político de los tres ataques españoles del siglo XVIII a la capital Argel, por los acuerdos de paz y por la conquista y recuperación de Orán en 1792583.

La guerra con España del siglo XVIII tiene, para el historiador y político Áhmad Ash-Sharif Az-Zahhar, el mismo contexto ideológico y religioso que en el siglo XVI. Empieza por mencionar la continua actividad corsaria de los argelinos contra «los españoles», con sus ataques y sus presas, de barcos, prisioneros y riquezas, hasta en el propio territorio español, lo que iba a provocar las tres expediciones navales españolas contra Argel, en 1775, 1782 y 1784584.

Pero es particularmente significativo que considere al soberano de Argel (mawlâ-nâ al-bâsha, «nuestro señor el Pachá», el dey, pero con su título de representante del califa-sultán de Estambul)585 con su título islámico de «El Combatiente en la guerra islámica (al-chihâd)», en el encabezamiento del capítulo: Muhámmad Pachá Al-Mucháhid586.



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Con más detalles, presenta la preparación religiosa para la guerra contra los españoles, cuando éstos desembarcan en la tercera expedición contra la ciudad de Argel, según lo oyó Az-Zahhar de un testigo presencial587:

Cuando salían al encuentro del enemigo (al-'adû), la gente hacía la «oración de difuntos» (salât al-chanâza), para los que salían a combatir588, y los acompañaban con invocaciones y oraciones al Profeta [...]. Los combatientes de la chihâd (al-muchâhidûn) iban acompañados de música, como si salieran a un paseo festivo [...]589.



Los españoles son «nuestros enemigos a los que vamos a derrotar, si Dios quiere» (al-ân tahaqqaqtu anna-nâ in shâ'a Al-lâh náhzinu 'aduwa-nâ), dice el pachá o supremo gobernante argelino, ante todas las autoridades reunidas con ocasión de la oración solemne del viernes590.

Algo semejante puede pensarse de la preparación a la batalla contra los españoles, en tiempos de Carlos V, por lo menos en la ideología político-religiosa de los musulmanes contra los cristianos. Al-Madanî comenta en nota ese espíritu, con un toque ideológico-político más moderno: «iban dócil y libremente, deseando la guerra islámica, participando en el combate en favor de la libertad», evidentemente del país, frente a la ocupación extranjera591.

Los demás textos son mera descripción de las batallas. Pero hay que tener en cuenta que Az-Zahhar recoge ese material histórico, del triunfo final islámico contra los españoles, cuando Argelia ha sido ya ocupada por los franceses, que se han apoderado de todo el país, expulsando sucesivamente, entre 1830 y 1847, a las últimas autoridades musulmanas de Argelia, a las que él había servido como secretario (kâtib, «ministro»): el bey-pachá de Argel, el bey-pachá de Constantina y el emir de Máscara, Abdelkáder. Por eso, su presentación del tratado de paz con los españoles, de 1786, y la entrega de Orán de 1792, tiene la nostalgia de lo que ni él ni esos tres gobernantes argelinos, a los que sirvió como ministro, pudieron obtener contra la ocupación de Argelia por los franceses.

Finalmente, Az-Zahhar presenta los tratados de paz (sulh) en dos apartados especiales. Es interesante analizar brevemente los elementos políticos principales de su presentación de «Cómo se concluyó el tratado de paz con España»592.



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En primer lugar y para comprender el respeto de Az-Zahhar a la autoridad califal del sultán turco-otomano de Estambul y la insistencia posterior de Al-Madanî sobre la soberanía autónoma del Estado argelino dentro de una «confederación» de Estados islámicos que constituía el Imperio Otomano, conviene detenerse en la forma como narra Az-Zahhar593 el envío a Estambul por parte del soberano argelino Muhámmad Pachá de su «encargado o ministro de la crisis» (wakîl al-hárach) Hasan y el «impuesto» (bashktash) o «regalo» (hadîya) al sultán de Estambul (ilà chalâlat as-sultân fî Istâmbûl). Estos «regalos», en la política islámica, suelen encubrir pagos exigibles de unas autoridades a otras, musulmanas o no musulmanas, de cantidades no incluidas en los tradicionales impuestos coránicos (las «parias», en Al-Andalus del XI, o los presents de los tratados de la Corona de Aragón con los reinos musulmanes del Magreb, por ejemplo594). Era una forma de reconocer cierta relación de «vasallaje» por parte del pachá-dey de Argel, con respecto al soberano otomano, sin por ello dejar de marcar cierta autonomía. El texto no especifica el carácter de esa embajada, que sólo le sirve para introducir el hecho de que la embajada cae en manos de unos «navíos de los españoles», que eran «de una nación cristiana que no era España» (probablemente del reino de Dos-Sicilias, donde reinaba un hijo de Carlos III de España). Hubo entonces conversaciones -con dinero y joyas de por medio, que dieron mucho que hablar- en favor de un tratado de paz. Al volver Hasan de Estambul habló del tema al pachá de Argel y éste se negó en redondo a ese tratado, «mientras estuviera vivo. El asunto quedó así, hasta que vinieron los españoles por tercera vez...»595. El bombardeo (al-bûmba según el texto) del palacio del soberano y del centro político de Argel (ar-rub' as-sultânî) obligó al pachá a refugiarse en la fortaleza de la alcazaba, en lo alto de la ciudad y a iniciar «el proceso de aceptación del tratado de paz»596.

Az-Zahhar presenta primero un intercambio de rescate económico de prisioneros, musulmanes en poder de España contra españoles en poder de Argelia, con cifras siempre en favor de los argelinos. Eso permite justificar las ingentes cantidades de dinero español que llegó a Argel, descrito así por el historiador argelino:

Cuando vinieron los españoles para el tratado de paz en 1199H. [1785], traían los prisioneros que tenían en su poder y los intercambiaron con los prisioneros españoles. En

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cuanto a los prisioneros españoles restantes, pagaron 1.000 duros por cabeza. Igualmente la gente del país pagó 1.000 duros por cabeza por los prisioneros que ellos tenían en su poder y que habían traído. Entonces se firmó el tratado de paz, por cien años.

Esto sólo fue por lo que se refiere al mar. Por lo que se refiere a tierra firme, en la zona de Orán, no hubo acuerdo de paz, hasta que Dios hizo que se conquistara para los musulmanes, a principios del gobierno de Hasan Pachá, como se dirá en su biografía.

Los españoles pagaron el precio del tratado y el impuesto de no-agresión (garâma) por cien años. Instalaron el consulado y pagaron todos los impuestos ('awâ'id).

He oído de uno, que estaba presente cuando bajaron el dinero, que dijo: «Vi en el atracadero del puerto (bi-l-marsà) las barcazas o falucas, cuando desembarcaban las cajas del dinero. Las iban colocando unas encima de otras, en un amplio espacio, hasta llenarse una plaza que allí había. Las cajas fueron cubriendo ordenadamente la superficie de los almacenes, en tres etapas sucesivas. Los prisioneros cairuaneses [tunecinos] eran unos 400. Los porteadores de Biskra [sureste de Argelia] llevaron el dinero correspondiente a la Casa del Tesoro (chizâna) durante tres días, desde la mañana a la noche. Con este dinero se construyeron tres almacenes. Sin contar lo que se pagó por los prisioneros del resto del país».

Se firmó la paz. Se lanzaron salvas de artillería desde los navíos, a las que se contestó desde las fortalezas. ¡Dios apague el fuego de esta contienda y haga que se utilicen esas cargas en la guerra! Entonces zarparon las naves de los españoles y se fueron. ¡Alabado sea Dios y agradecido sea por haber librado a los prisioneros musulmanes que estaban en poder de los españoles!597».



A estos significativos elementos del acuerdo de paz, que cerraba un largo período de actividad bélica hispano-argelina, desde el nacimiento del espacio político argelino, a principios del siglo XVI coincidiendo con el reinado de Carlos I de España, habría que añadir otros no menos importantes, no mencionados por este cronista. Quedaba -como sí lo advierte claramente el texto del historiador argelino Al Madanî- el contencioso de la ocupación española de la plaza de Orán y Mazalquivir. En el capítulo siguiente, que corresponde al gobierno en Argelia de Hasan Pachá, va a presentar, también de forma parcial, la evacuación española de Orán y su territorio, cerrándose así el largo período de enfrentamientos entre España y Argelia, desde el nacimiento político moderno de este país. He aquí la traducción del apartado que le consagra:

Conquista de Orán:

El año 6 [1206H./1791-2] el Bey Muhámmad [gobernador del beyato o región de Occidente de Argelia, con sede en Máscara] conquistó Orán de mano de los españoles. La sitió, con un asedio que se iba alargando, hasta que se entregaron y se fueron. Llegaron

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las buenas noticias de su conquista a Argel. El propio Bey Muhámmad trasladó su residencia a la ciudad [de Orán], que se convirtió en la sede de los beyes de la región, a partir de entonces. La gente también entró en la ciudad y fueron poblándola. Se construyeron las mezquitas.

Hasan Pachá [dey de Argel] envió la buena noticia de la conquista de Orán y las llaves de la ciudad al sultán Salim [de Estambul, Salim III (1789-1807)]. Cuando llegaron los mensajeros a Estambul, se presentaron ante el Ministro y le entregaron los mensajes, que éste hizo llegar al Sultán con la buena noticia. Se alegró muchísimo por ello e hizo partícipe a todos los musulmanes de esa buena noticia, importantísima conquista y preclara victoria. Cuando descansaron del viaje, el Sultán les despidió con muchos honores. Les entregó, para Hasan Pachá, la vestimenta y las condecoraciones de honor que correspondían (al jil'a wa-t-taqlîd)598.



Al-Zahhar, atento a la importancia política e histórica del hecho, para Argelia y para los musulmanes, deja de lado como secundario el hecho estratégico de que el asedio argelino se concluyó con un acuerdo de entrega de la plaza, por parte de España, cuando un terrible terremoto destruyó gran parte de las murallas de Orán. Tampoco menciona la entrega de la plaza de Orán y Mazalquivir por un acuerdo de paz599. Y menos le interesaba constatar que los españoles daban por cerrada, con esa entrega del conjunto fortificado de Orán y Mazalquivir, su política de ocupación de las costas magrebíes del Mediterráneo, al este de Marruecos, política iniciada tres siglos antes, a principios del siglo XVI.

Se puede decir que Az-Zahhar es un nostálgico, que quiere dejar el testimonio de las glorias de la Argelia musulmana antes de que la ocuparan los franceses en 1830-1847, ya bien instalados cuando él muere, en 1873. Recuerda un poco al polígrafo valenciano del siglo XIII Ibn-al-Abbar de Valencia, que, ministro del último soberano musulmán de la Valencia islámica, negoció el tratado de rendición de la ciudad con Jaime I el Conquistador y emigró a Denia y luego a Túnez. Allí escribió varias obras en las que quiso recrear las glorias de su patria ya perdida y ocupada por los cristianos (Al-Ándalus, Sharq-al-Ándalus -«Oriente de la Península»-, Valencia), en lo que tenía de mejor, sus sabios musulmanes y sus poetas600. Az-Zahhar, más político que literato, lo hace recordando a sus últimos soberanos de Argelia, sus éxitos políticos dentro y fuera de su país y su victoria final en su lucha secular contra España y su ocupación de territorios argelinos.





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España y el nacimiento de la Argelia moderna según Al-Madanî

Al-Madanî, mucho más político y esperanzador, sí que saca conclusiones de ese cambio político hispano-argelino de fines del siglo XVIII, en la última página de su grueso libro Guerra de trescientos años entre Argelia y España601:

Con este tratado de paz y con esta cesión o entrega [de Orán] se sella la última de las páginas de la enemistad española, propia de las cruzadas cristianas, contra la tierra argelina, es decir tras una guerra que duró casi 300 años. Eso no dejó en los ánimos de los argelinos, a pesar de ser nobles combatientes en esa guerra, ninguna animadversión exagerada, ningún odio, ninguna hostilidad. Las guerras con sus calamidades y sus crímenes pasaron y no queda de ellas más recuerdo que el que permanece en el interior de la historia, para que ocupe su lugar la paz y el amor, el trabajo en común y la cooperación mutua, fructífera para el bien de los pueblos y de la humanidad, en su conjunto.

«Alabado sea Dios, Señor del Universo602».



En la misma línea política patriótica «argelino-otomana» que Az-Zahhar, Al Madanî tiene una producción histórica mucho más amplia y rica, más matizada, que es difícil de presentar y sintetizar en pocas páginas. En una síntesis que hace él mismo, al editar el libro de Az-Zahhar, relaciona sus tres libros de historia más importantes -con el de Sicilia- y presenta su posición política ante esos hechos, posición argelina y magrebí, panárabe y panislámica, especialmente proturco-otomana. La España de Carlos V es el elemento contra el que se va a crear el espacio político de la Argelia moderna, hasta nuestros días, quinientos años después.

En 1937 había yo publicado un libro sobre Muhámmad Uthmán Pachá, dey de Argel, donde lo esencial era lo que aporté sobre la vida de este Pachá heroico, sacado del libro del jefe de los jerifes [Az-Zahhar], añadiendo además otras investigaciones. Ese libro era el primero que levantaba el velo sobre la verdadera realidad de la presencia en estas tierras de los turcos otomanos, disolviendo aquellas fantasías y calumnias que había creado la colonización [francesa, desde 1830] para deformar esa presencia. Mostré con toda claridad y sencillez lo que fue ese período denostado. Ese libro fue una explosión para la gente y un faro para los investigadores, una bofetada fuertísima en la cara de la colonización.

Después completé esa publicación con mi libro Guerra de trescientos años entre Argelia y España, en el que mostré con toda claridad la realidad de la permanencia de los otomanos en los territorios argelinos. Esta permanencia fue un período heroico, por esa epopeya terrible que lanzó la Europa de las cruzadas contra el islam, empezando por el poder islámico en Al-Andalus, con su brillante civilización y su expansión cultural [...] también en el norte de África, vencida y ocupada por España.



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En conjunto, lo que yo mostré principalmente en los dos libros mencionados fue lo siguiente:

1.º Que España y Portugal se pusieron de acuerdo para repartirse el Magreb, para que su extremo occidental le tocara a Portugal y para que Argelia y Túnez y sus dependencias fueran para España.

2.º Que España empezó, después de acabar con la soberanía de Al-Andalus y la ocupación de Granada, a instalar sus pies en territorio argelino. Conquistó Orán, Mostaganem y Bejaïa [Bujía], del extremo occidental al extremo oriental de esta región. Tanto el reino de los Hafsíes, en Túnez, como el de los Zayaníes, en Tlemcén, se encontraron sumergidas por un protectorado que era en realidad una ocupación. Esos reinos estaban abocados a la muerte, incapaces de oponerse y de mantenerse frente a esa agresión. Y España organizaba [...].

3.º El pueblo, que era la víctima de esta agresión fuertísima y que no encontraba quien le capitaneara contra este ataque loco, envió sus mensajeros a pedir socorro a los dos importantísimos combatientes turcos en favor del islam, Aruch y su hermano Jairedín [Barbarroja]. Ambos, al frente de unas fuertes formaciones corsarias musulmanas, resistían de forma heroica contra las flotas cristianas.

4.º Los dos combatientes en favor de la fe aceptaron la invitación a salvarles y vinieron con su flota y sus hombres. Sitiaron Bejaïa y fortificaron Argel, con una organización de la resistencia que era popular.

5.º Los argelinos pidieron a Jairedín que permaneciera con ellos como príncipe de la guerra en favor del islam, cuando él quería irse. Pactó con ellos tres condiciones:

a) Que pidieran eso al sultán otomano Selim I, que se había convertido en califa de los musulmanes603. Jairedín no era libre de hacer lo que quería, sino que pertenecía al corso oficial del sultán y del Estado Otomano604.

b) Que pidieran integrarse en el conjunto de territorios que formaban el Estado Otomano. Esa batalla defensiva entre la cristiandad y el islam no era entonces una batalla amplia, sino que era local, como parte de una fuerte tensión bélica, general, mantenida por el Estado Otomano, por parte islámica, y mantenida por España y los estados de Europa que tenía tras ella, por parte cristiana [...].

c) [los territorios del Magreb central estaban fragmentados, entre Túnez y Marruecos...]. Era, pues, necesario que hubiera un estado centralizado, fuerte, cuya capital fuera Argel, que reuniera a los habitantes desde las fronteras de Túnez hasta el límite de Marruecos [...]. Así nació, por vez primera en la historia y para siempre este Estado argelino, con sus fronteras actuales, durante casi cinco siglos.



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6.º El número de turcos, a lo largo del período del Estado argelino-otomano, es decir, durante más de trescientos años, fue muy reducido e insignificante: no pasó de 3.000 hombres, en cada momento, con pocas excepciones. Los turcos formaban un ejército que defendía el centro del gobierno delegado del poder legal del califa otomano. Eran soldados que capitaneaban los cuerpos de ejército argelinos en la batalla y el combate. [...] los argelinos, bajo la dirección de los turcos otomanos [...].

Los turcos no fueron colonialistas, ya que no ocuparon las tierras. No apartaron a ningún agricultor de su terreno de cultivo. Ni fueron ocupantes. Porque su ejército no tenía un número básico suficiente para ocupar ninguna parcela de los territorios o para quitárselo a las colectividades que los poseían [ejemplos del número de turcos en diversas capitales de regiones argelinas]. En verdad, la permanencia otomana se basaba por una parte en los jefes de clanes argelinos, y por otra, se basaba en el concepto de comunidad islámica, representada por el califato otomano. Todo el poder estaba bajo la dirección del pachá y de los beyes, en manos de los jeques argelinos del país, de Este a Oeste, en el llano y en la montaña.

7.º Cada parte del territorio argelino se defendía con sus propias fuerzas [...], aunque algunos gobiernos locales se entendían con los extranjeros y eran su prolongación.

8.º No todos los gobernadores turcos eran buenos. Es una realidad evidente [especialmente por los disturbios internos de la dinastía y las desacertadas reformas de sus ejércitos y administración]. Pero quiero llamar la atención sobre dos realidades.

a) [Alcance reducido de esos desórdenes, en el gobierno central argelino.]

b) [Esos problemas de los dirigentes políticos se daban igualmente en otros países de la misma época, en Europa y en América.]

9.º La ciudad de Argel fue llamada, desde la fundación del estado hasta los acontecimientos de la ocupación francesa, Territorio de la Guerra Religiosa (bálad al-chihad), y éste fue su nombre oficial. Argel fue el primer centro de acciones de guerra religiosa contra España, hasta que los territorios argelinos quedaron entera y absolutamente limpios de toda mancha de ocupación española, después de una guerra que duró trescientos años. Además fue la base de acciones famosas de corso, realizadas por los corsarios nacionales, aventuras marítimas mencionadas por los viajeros. Este corso sólo fue en defensa islámica legal contra el vil latrocinio marítimo al que llegaron los españoles, los portugueses y otros, del que fueron víctimas grupos de exiliados de Al-Andalus. El corso formaba parte de la guerra legal y regulada [...] que practicaban todos. El corso sólo se practicaba contra las naves de los estados enemigos, no contra otros. En cambio, los barcos de los estados amigos relacionados con Argelia por tratados eran defendidos y protegidos por el corso argelino.

Estas observaciones fundamentales que acabamos de mencionar, sobre las causas y la forma en que se produjo la presencia duradera de los otomanos en tierra argelina durante más de tres siglos, las hemos presentado amplia y detalladamente en los dos mencionados libros605.





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Tanto Al-Madanî como Az-Zahhar consideran esos trescientos años ya como una unidad (1492-1792), con la magia de las cifras centenarias «cristianas», en Al-Madanî, mientras que Francisco Zavala cronologiza la historia argelino-española entre 1500 y 1791, aunque menciona acontecimientos ulteriores, hasta 1886606.

Carlos V representa en Al-Madanî la cumbre donde fracasa el Emperador, como máximo representante de la política española contra el islam, desde una ocupación progresiva española de reconquista, que empieza con la toma de Granada, el reparto lusocastellano del Magreb, de 1494 (Tratado de Tordesillas, con la mediación del papa), y las sucesivas ocupaciones de puertos magrebíes. Después, son sucesivas pérdidas, hasta el pacto victorioso para Argelia de 1792. Los tres sucesivos y principales ataques de los españoles se inician, respectivamente, en 1505 (toma de Mazarquivir), 1732 (recuperación española de Orán y Mazalquivir607) y el ataque final tras el terremoto de 1791608.

Al-Madanî consagra más de dos tercios de las páginas de su libro Guerra de 300 años entre Argelia y España (1492-1792) al enfrentamiento argelino-español antes de la muerte de Carlos V, en 1558609. Muestra evidentemente que el enemigo de Argelia, de los magrebíes, de los turcos y de todos los musulmanes, son los cristianos europeos y sus cruzadas antimusulmanas, especialmente los españoles y España. Pero no puede resistir al efecto literario y pedagógico de personificar esa lucha en Carlos V, Rey y Emperador, soberano de España, de Austria, de media Italia, de Bélgica y Holanda y de los territorios de América Central y Meridional610. El apartado del capítulo 10, que recuerda «La muerte de Carlos Quinto», completa el título con una expresión que se puede traducir por «... afligido y decrépito», con unos adjetivos (adverbiales, en árabe) de juicio de valor, que abren perspectivas de investigación sobre el uso de adjetivos de valoración -patriótica argelina e islámica, evidentemente- en los escritos históricos de Al-Madanî611.

La muerte de Carlos-Quinto, afligido y decrépito.

Carlos-Quinto, el gran Emperador, casi no pudo mantenerse en pie, después de su derrota deshonrosa y de la frustración de sus esperanzas, frente a la ciudad de Argel, el año 1541. [Paces deshonrosas con Francia y con los protestantes, en 1555.]



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Pudo ver también derrumbarse sus esperanzas en África con la reconquista de Bejaïa por los argelinos y la integración del Reino de Tlemcén, finalmente, en la unidad argelina.

Frente a esas frustraciones consecutivas y al fracaso de sus esperanzas, anunció su abdicación al trono del Imperio y la división del país en dos mitades: entregó el poder de Alemania a su hermano Fernando y entregó el poder de España, Bélgica y Holanda, Italia y las posesiones de América a su hijo Felipe. Después se retiró en 1556 en el monasterio de Yuste, donde se dedicó a la devoción y al ascetismo. Murió en 1558, cuando el ejército español sufría una de sus más importantes derrotas africanas, entre Mostaganem y Mazagrán. Esto lo sufría en la agonía de la muerte y se le escondió las noticias del desastre.

La época de su hijo Felipe II fue el período más repugnante y vil que tuvo que vivir España612.



Al-Madanî, en su edición de Az-Zahhar, con sus nueve razones para editar esa obra, presenta un manifiesto de su labor patriótica personal al servicio del nacionalismo argelino, pero con profesión de magrebinidad, de arabidad, de islamismo y de defensa de los turcos, como queda sintéticamente explicado en su biografía.

En realidad, en Al-Madanî la defensa de la presencia turco-otomana en el nacimiento de Argelia y la lucha de turcos y argelinos contra España constituyen el envés y el revés de la misma esencia nacional y patriótica de la Argelia moderna, desde Carlos V a la independencia de la República Argelina, a partir de 1962. Lo dice claramente en la presentación de su libro Guerra de 300 años entre Argelia y España: es un período único, «la época del Estado argelino-otomano», a través del estudio de «la agresión de los españoles, colonial y de cruzada», confesando «He escogido este tema porque está ligado al nacimiento del Estado argelino propiamente dicho, por primera vez en nuestra historia...613».

Por eso, Al-Madanî, al dedicar más de la mitad de su libro a las relaciones hispanoargelinas en tiempos de Carlos V (pp. 13-387, de 527614) hace en realidad una historia del nacimiento de la Argelia moderna y contemporánea, poniendo en la esencia de este país su resistencia contra la ocupación extranjera, la española y la francesa, mientras que la presencia turco-otomana es la ayuda de la fraternidad islámica, en una alianza supranacional de estados, el Imperio o Estado Otomano, que estructura una diversidad de pueblos y lenguas.

El propio Al-Madanî era consciente de que a mediados del siglo XX el enemigo de Argelia ya no era España ni Carlos V sino Francia y el colonialismo moderno. Para redactar su libro había recabado la inteligente ayuda del Embajador de España José Luis Los Arcos, para la documentación española, y en su conclusión de la presentación del libro precisaba615:



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Mi segunda observación es que no tengo ninguna animadversión contra los españoles, sino que el pueblo español tiene todo mi aprecio. Pero éstas son las realidades históricas, que expongo con toda claridad. Si yo, en esta investigación mía, he atacado a los fanáticos, a los sanguinarios que derraman sangre y a los que violan los pactos y los acuerdos, porque los hubo entre ellos, también he reconocido sin ningún temor y con toda honradez la heroicidad de sus héroes y el valor defensivo de sus combatientes, aunque he puesto de relieve las heroicidades que los propios españoles hicieron injustamente o traicionando sus pactos. También he cargado a los hijos de mi propio pueblo con el juicio severo de la historia, cuando se lo merecían, de la misma manera que tengan que hacerlo los españoles. No es un problema de racismo sino un problema de historia desmitificada, para que se hable de sus elementos buenos como buenos, y de los malos como malos.



Así es como concebían la historia hispano-argelina estos políticos en su oficio de historiadores o estos historiadores al servicio de la política, con su patriotismo y con la visión social de los hechos históricos que querían transmitir a su pueblo o colectividad.




España y el nacimiento de la Argelia moderna según Francisco Zavala

Francisco Zavala no es un argelino. Es un español que vive una profunda experiencia patriótica, en la Argelia colonial, y reflexiona desde ella en la historia de ese país, en tiempos de Carlos V.

Exiliado español, llegó a Argelia, colonizada por Francia, en 1879 y, según la documentación publicada, no parece que viviera en ese país más allá de 1888. Pero vivió en él apasionadamente -podríamos decir que política, y románticamente- una forma particular de patriotismo español, diferente del colonial francés y del argelino, ligado con la historia de ese país y de sus relaciones con España, desde principios del siglo XVI. Su testimonio, como político progresista español y como historiador de Argelia, será un contrapunto a la visión de aquella época que tienen los argelinos Az-Zahhar y Al-Madanî. En este trabajo, no interesa por sus informaciones sobre la historia hispano-argelina en tiempo del Emperador, porque están sacadas de las mismas investigaciones francesas de mediados del siglo XIX que utilizará Al-Madanî y que quizás conociera indirectamente Az-Zahhar616. Lo que interesa es su visión política de la historia hispano-argelina, frente a la política francesa y frente a los derechos políticos argelinos617.



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En su «Prefacio618» expone primeramente las circunstancias que le llevaron a preparar y escribir su libro.

Desde que por vez primera pisé este país, un pensamiento se arraigó en mi imaginación [...]. Sabía que en Argelia vegetaba numerosa colonia española, cuyo número de individuos no baja de cien-mil [...entre los cuales está] dormido, salvo algunas excepciones, el espíritu de nacionalidad [...lo cual impedía] a los españoles respetar, sin dejar por ello de cumplir con los sagrados deberes de la hospitalidad.

Pues bien, este pensamiento, esta monomanía, fue la de dedicar mis horas de reposo a la propagación del buen nombre español, y a sostener, en cuanto mis débiles fuerzas me lo permitiesen, el espíritu de nacionalidad entre mis compatriotas residentes en Argelia.



Ese patriotismo de Zavala, que él mismo califica de «nacionalidad» o nacionalismo, se dirige, a muchos niveles, contra la política francesa, no en lo que tiene de progresista -que él admira-, sino en lo que tiene de antiespañol, en los hechos sociales contra los inmigrantes y en su visión de la historia hispano-argelina619.

[...] en medio de mis pecados existe la virtud del patriotismo aprueba de los franceses, y una inquebrantable fuerza de voluntad cuando de las cosas de la patria se arguye.

[...] continuando mis escrutinios por los archivos y bibliotecas, me encontré con un libro de M. Pelissier, titulado Les Anales Algériens, obra en que su autor, después de reseñar gloriosos hechos de armas, durante nuestra ocupación del África, comenta a la francesa, el resultado que tanta gloria, tanto esfuerzo y tanto valor obtuvieron, hiriendo la civilización española y el espíritu de colonización de nuestros mayores.



A continuación Zavala traduce del francés un párrafo de Pelissier que presenta muy claramente la visión opuesta de la historia hispano-argelina, aunque ambas se reclaman de ella para justificar la colonización de Argelia.

M. Pelissier dice así: «He aquí en lo que han parado los sacrificios de hombres y dinero, hechos en África por España durante tres siglos. La incertidumbre de sus actos, el desconcierto de sus planes, no podían conducir a otros resultados. Por lo demás, habría sido,

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puede ser, sin ventajas para la humanidad que España hubiera establecido su poder en Berbería en la época en que, más que ningún otro pueblo estaba ella misma sumida en las tinieblas de la más horrible y de la más mortífera superstición. La Francia, es de esperar, lo hará mejor que ella; la Francia, en quien la marcha del tiempo y los recuerdos de su pasado deben alejarla, lo mismo de ese escepticismo mofador que nada cree, que de la ciega intolerancia que todo lo destruye...

¡Cuánta ignorancia y cuánto fanatismo se desprende del párrafo que acabo de transcribir! [...].



Zavala concluye su «Presentación» con un ligero reconocimiento de las críticas a la política de la Monarquía Hispánica en su ocupación de África y con una matizada crítica también a la colonización francesa en Argelia, que no considera aún todo lo modélico y civilizador que un progresista y republicano como Zavala podía esperar.

[...] no tienen derecho a formular inculpaciones de esa clase los que, sin ser más humanos en la guerra que nosotros, están todavía muy lejos de nosotros en resultados positivos de verdadera colonización, y en principio de tolerancia con las razas indígenas de ningún país adquirido por sus armas. La historia de su dominación en Argelia, su coste de gente y recursos, su estado actual y lo que aún tiene que pesar sobre la Francia es la mejor respuesta al citado párrafo.



Zavala será mucho más severo con la colonización francesa en Argelia en las descripciones de salvajadas y brutalidades de los franceses contra la población argelina, recogidas al final de su tercer volumen620.

Para concluir nuestra misión y establecer el paralelo entre la conquista de esta parte del continente por la España y la llevada a cabo por la Francia posteriormente y refutar hecho por hecho las versiones mal fundadas de los que de nuestra dominación en África se han ocupado, nos permitiremos tomar de los mismos historiadores franceses los juicios y conceptos de muchísimos de ellos, y así quedará contestada la frase de M. Pellissier, que hemos tomado por vaso en nuestro prefacio621.



Al presentar esos horrores, no puede menos de añadir en nota:

Por más que nuestra idea sea la de reseñar sin comentarios, no podemos sustraernos a la natural indignación que nos causa este relato [...]. ¡Y todo esto lo sabía M. Pellissier, y sin embargo dijo que la España no estaba en condiciones de civilización y humanidad para dominar en África!!! [...]622.





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Por eso concluye su libro con unas breves informaciones sobre la labor colonizadora de los españoles en el Oranesado, en la zona occidental de Argelia, y sobre el trato discriminatorio y vejatorio que reciben esos inmigrantes por parte de las autoridades francesas623. Ese apartado muestra bien que Francisco Zavala justificaba la colonización europea en Argelia con argumentos de humanidad y de civilización, como los franceses, pero que rechazaba los abusos y atrocidades de esa colonización, considerada como intrínsecamente perversa por los nacionalistas argelinos y por la política internacional de descolonización de mediados del siglo XX.

Una última observación sobre Francisco Zavala y sobre su opinión acerca del carácter estatal del gobierno argelino en tiempos de Carlos V, hasta la ocupación francesa. En este punto considera a Barbarroja y a sus sucesores como «rey de Argel624», coincidiendo con el tratamiento que les daban los historiadores españoles del siglo XVI, como Antonio de Sosa625. Aparentemente coincidiría, pues, con la tesis fundamental de Al-Madanî, antes expuesta, de la autonomía del Estado Argelino en el marco del Imperio Otomano. Pero como este tema estaría relacionado con el no-reconocimiento por parte de España de la soberanía otomana en el Magreb, es una materia demasiado compleja como para ser tratada en el marco de esta ponencia. Quizás con ocasión del V Centenario de la Argelia moderna...




Conclusión

Permítaseme, como colofón de este trabajo, un testimonio oral sobre este tema, de mi último encuentro personal con el historiador y político Áhmad Taufiq Al-Madanî, antes de su fallecimiento en 1983626. Habiendo sido yo profesor de la Universidad de Argel (1973-1974), en una entrevista le manifesté entonces que quería estudiar el período de relaciones bastante pacíficas que siguió al tratado de paz hispano-argelino de 1786, hasta la ocupación francesa de Argelia de 1830: «Si vuestra Excelencia ha

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estudiado tan bien los 300 años de guerra, déjeme estudiar a mí los 45 años de paz». Se levantó y abrazándome con estudiada emoción me dijo: «... y cuente conmigo enteramente, en esa empresa».

Dedicatoria

2. Dedicatoria manuscrita del volumen 3 de las Memorias de A. T. Al-Madanî al autor de esta ponencia.

Este conocimiento pacífico es lo que hemos procurado hacer también en esta ponencia, a pesar de las tensiones y agresividades de la época de Carlos V.




Apéndice documental

Índice de los capítulos consagrados al nacimiento de la Argelia moderna en época de Carlos V, en el libro Al-Madanî, Harb athalathamiati..., op. cit., pp. a-e.

[En esta traducción al español, la cifra primera indica la página inicial del apartado, en la edición de 1968. Entre corchetes [...] se ponen el año o años del acontecimiento, las identificaciones necesarias o el nombre hispánico de la época tras el nombre actual, explicitaciones sacadas del contenido del capítulo o apartado. Entre paréntesis (...) las variantes en los títulos de los capítulos y apartados, generalmente más explícitos en el texto del libro que en sus índices.

Este índice permite apreciar sintéticamente la presentación de la época del Emperador y del nacimiento de la Argelia moderna, según Áhmad Taufiq Al-Madanî.]

Preámbulo

13. Las divergencias heredadas de los siglos medievales.

25. El gran renacimiento comercial y los mercados mundiales.

28. Los amplios descubrimientos marítimos.



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32. Consecuencias de los descubrimientos marítimos (mundiales).

36. España, los árabes andalusíes y Europa.

40. (El renacimiento magrebí).

42. (El Reino de Granada).

44. (La civilización árabe).

48. (La España moderna).

56. El Estado Otomano.

64. El Magreb árabe a principios del siglo XVI.

72. El corso.

77. Capítulo 1.º: Características de la enemistad española y sus causas directas.

79. Espíritu de cruzada (características de la enemistad de las cruzadas).

83. Causas militares.

86. Causas políticas.

87. Causas económicas.

91. Capítulo 2.º: La enemistad española antes de la emergencia turca (1505-1521).

93. Los gobiernos y (los territorios de) las tribus cuando el ataque español.

96. [1505] Ocupación de Mazalquivir.

103. [1507] (La gran) victoria de los musulmanes en Meserghín.

107. [1509] El drama de Tenes.

110. [1509] La desgracia de Orán.

114. Algo sobre la historia de Orán.

116. El judío traidor gobierna a los musulmanes.

117. La literatura alerta al pueblo.

119. [1510] (Desgracia islámica general:) La ocupación de Bejaïa [Bujía].

124. Algo sobre la historia de Bejaïa (Bujía).

126. [1510] (Después de la victoria española) sometimiento del sultán hafsí de Túnez [al rey de España].

126. [1510-1511] Sumisión de la ciudad de Argel.

128. Ocupación, dos soberanos [de Bujía, Abderrahmán en la montaña y Abdállah con los españoles], pueblo.

129. [1511] Salida de los españoles para la guerra [derrota de Abderrahmán].

130. Qué clase de rey era Abdállah.

131. [1511] Texto de la carta española [del gobernador de Bujía Pedro Navarro] sobre las atribuciones de los dos reyes.

132. El juego entre las dos alianzas y la explotación de «los dos reyes» [por los españoles: Abderrahmán para las montañas del interior y Abdállah para Bujía y sus alrededores].

133. [1511] Acuerdos de miseria y desgracia.

135. Engaño total.



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136. Bejaïa [Bujía] bajo el yugo y la esclavitud.

138. Límites de la ciudad hispánica de Bejaïa [Bujía].

139. La nueva política española en Bejaïa [Bujía].

140. La resistencia popular.

141. [1510] La ocupación de Annaba [Bona] y de las ciudades costeras.

142. [1505-1511] El nuevo Magreb y la verdadera guerra religiosa («chihad»).

143. [1510] Última etapa de la expansión española: Trablus Al-Garb [Trípoli de Occidente o de Libia, no su homónima del Líbano].

144. [1510] La ola española queda detenida frente a [la isla costera de] Jerba [Gelves].

145. [1510] Intentos frustrados contra [las islas costeras de] Kerkenah.

146. [1511] Sometimiento de la ciudad de Mostaganem [Mostagánem y Mazagrán].

148. [1511] Documento de la rendición de Mostaganem [Mostagánem].

Capítulo 3.º: La agresividad española después de la emergencia turca (hasta la muerte del héroe Aruch, 1512-1518).

155. Los dos héroes [musulmanes] Aruch y Jairedín (origen y juventud).

159. Corrección del nombre de Aruch.

162. [1512] Petición de socorro para recuperar Bejaïa [Bujía].

163. [1512] Primera aparición de los turcos en el Magreb central.

165. [1512] Los españoles se preparan.

165. [1513] La recuperación de la ciudad de Jijel [Gigel, de los genoveses].

167. La recuperación de musulmanes de Al-Ándalus.

168. Los intentos de recuperar Bejaïa [Bujía].

168. [1513] Segundo intento de recuperar Bejaïa [Bujía].

169. [1515] Tercer intento de recuperar Bejaïa [Bujía].

171. Los inicios de las relaciones con el Estado [Imperio] Otomano.

172. [1516] Instalación [de los hermanos Barbarroja] en la ciudad de Al-Djazaïr [Argel].

174. [1516] Fin de Sálim At-Tumi [anterior gobernante de Argel, dependiente de Bejaïa].

175. Documento sobre la sumisión [a Castilla] de Sálim At-Tumi.

176. [El hijo de Sálim At-Tumi] en manos del famoso y poderoso cardenal [Cisneros].

CAPITULO 4.º: Contra la acción violenta.

179. [1516] Batalla de Bab-al-Wâd [suburbio de Argel] y la gran victoria argelina.

183. Expansión después de la victoria.

184. [1517] Recuperación de (la ciudad de) Tenes.

185. La primera organización administrativa [regiones orientales por Jairedín, con sede en Dellys; regiones occidentales por Aruch, en Argel].

186. Petición de socorro de la gente de Tlemcén [Tremecén].

187. [Estallidos violetos de Tlemcén entre] argelinos, abdelwadíes y españoles.



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189. [1518] Vuelta de los españoles y de Abu-Hamú a Tlemcén [Tremecén].

190. [1918] Ocupación de Tlemcén [Tremecén] y muerte en combate de Aruch.

192. [Mapa de] Argelia otomana.

193. Lo que dicen los historiadores occidentales sobre Aruch.

196. Jairedín y el Estado [Imperio] Otomano.

Capitulo 5.º: (La época de Jairedín, 1518-1547).

203. Personalidad de Jairedín.

205. [1519] Fracaso español frente a Argel. (Preparación de la campaña).

206. [1519] (La batalla).

209. [1519] Nota acerca de la tempestad [que venció a los españoles].

210. (Nota acerca del ejército del rey de Tlemcén [Tremecén]).

211. [1521-1527] El revés doloroso de la revolución de Ibn-al-Qadi [«el rey de Kuko», en Kabilia y Argel] y de su muerte violenta.

214. [1529] (La vuelta a la guerra musulmana «chihad»). Liberación de la roca del «Peñón de Argel».

218. [1529] Construcción del nuevo puerto de Argel.

218. [1530] La (gran) victoria musulmana en (la batalla) naval de las Baleares.

220. Parte de la epopeya mundial [de la lucha entre el califato turco-otomán y el emperador cristiano Carlos V].

221. [1531] La gran victoria argelina [contra el genovés Andrea Doria, al servicio del Emperador] en Cherchel [Sargel].

226. Nueva recuperación de musulmanes de Al-Ándalus.

227. El océano [Atlántico] después del mar Mediterráneo.

228. Jairedín, Capitán Pachá [Almirante General del Imperio Otomano].

229. [1933] La batalla se traslada hacia Túnez [conquistada por Jairedín, en nombre del Imperio Otomano].

230. [1935] La terrible desgracia para el islam en Túnez [La expedición de Carlos V y su victoria contra Jairedín].

233. Vuelta de Jairedín a sus posesiones [argelinas].

236. [1531] Ocupación del puerto de Hunáin [Honéin] por los españoles.

239. [1535] Ocupación de (la ciudad de) Annaba [Bona] por los españoles.

241. Ataque de los argelinos a las Baleares [Menorca].

242. Jairedín regresa (a Estambul) y delega en Hasan Aga [el gobierno de Argelia].

Capitulo 6.º: Juego político de los españoles con el trono de Tlemcén [Tremecén].

245. Los últimos [soberanos] Banu-Zayán [zayaníes].

248. [1530] Mensaje del rey Muhámmad VII al gobernador español de Orán.

249. [1531] Informe de un noble español sobre la situación dé Tlemcén [Tremecén].

251. Mensaje (muy elocuente de Abd-ar-Rahmán) Ibn-Ridwán al gobernador español [de Orán].



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253. [1534] Informe del gobernador de Hunáin [Honéin] (al Emperador) sobre (la situación de) Tlemcén [Tremecén].

254. [1535] Derrota de los españoles y de Ibn-Ridwán (frente al rey de Tlemcén) [Tremecén].

254. [1935] Informe del Conde de Alcaudete, gobernador de Orán.

256. Mensaje de Al-Mansur Ibn-Bi-Gánim, alcaide de los Banu-Ráshid.

256. Sobre los prisioneros cristianos en Tlemcén [Tremecén].

256. Mensaje del Conde de Alcaudete al rey de Tlemcén [Tremecén] y su respuesta.

257. Mensaje del rey de Tlemcén [Tremecén] a Carlos V (al Emperador. Acuerdos lógicos entre ambos).

258. Conclusión de los pactos.

261. [1535] Mensaje del Conde de Alcaudete a Ibn-Ridwán (después de la firma de los acuerdos).

262. [1536] (El Conde de Alcaudete urge al Emperador la) ocupación de Tlemcén [Tremecén].

264. [1536] Acuerdos de Abd-Allah con los españoles.

266. Los musulmanes colaboracionistas con el enemigo.

Capitulo 7.º: La expedición mayor de Carlos V contra Argel y su horrible destrucción.

271. Circunstancias de la expedición.

272. (Francisco I) rey de Francia pide socorro.

273. Contestación del califa otomano Sulaymán [I, Solimán El Magnífico].

275. Indignación de los cristianos y fracaso del proyecto de ataque [franco-otomano contra Carlos V].

277. [1533] Informe [de un prisionero] español sobre la fuerza de Argel.

278. [1536] (Otro) informe (de un prisionero) español sobre la situación de Argel.

279. [1539] Ocupación de (la población de) Gibraltar por los argelinos y (la gran) batalla naval.

280. [1541] La mayor expedición de cruzada de Carlos V.

281. [1541] El ejército y la armada de Carlos V.

282. [1541] Las primeras escaramuzas.

283. [1541] Ocupación de la Colina del jabón por los españoles.

286. [1541] La batalla decisiva.

287. [1541] La segunda fase de la batalla.

289. [1541] Situación de la armada cruzada.

290. [1541] Liberación de los prisioneros musulmanes.

290. [1541] Amplitud de la derrota naval de los españoles.

291. [1541] La retirada.

294. [1541] El Emperador en Bejaïa [Bujía].

295. [1541] Peligro del que se salvaron (el Emperador y su ejército).

297. [1541] El precio de la batalla. Ganancias de los musulmanes.



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298. [1541] Informe del Conde de Alcaudete después de la derrota de los españoles.

299. Ampliación de las fronteras del Reino de Argelia.

299. Los feudales que colaboraron con el enemigo.

301. [1544] Epístola de Muhámmad Ibn-Muhámmad Al-Qadí [de los Ibn-al-Qadi, señor de los Zawawa, de Cuco, en Kabilia] al Emperador.

304. Epístola de Umar Ibn-Áhmad [sobrino del anterior] al gobernador de Bejaïa [Bujía].

306. Otra epístola de Umar Ibn-Áhmad.

308. Vuelta a [los temas de] Tlemcén [Tremecén].

310. [1543] Batalla de Shábatu-l-lahm [Barranco de la Carne].

310. [1544] Violación del territorio de Tlemcén [Tremecén].

312. El honor levanta cabeza (de nuevo).

313. Esfuerzo bélico naval de Jairedín contra España.

314. Jairedín ocupa Toulon y Niza [con los franceses, en la costa de Francia actual, dependientes del duque de Saboya, súbdito de Carlos V].

316. Últimas expediciones de Jairedín.

316. [1544, 1547] Muerte de Jairedín y de su representante [y sucesor provisional en el gobierno de Argelia] Hasan Pacha.

Capítulo 8.º: Hasán [Pachá] Ibn-Jairedín [Hijo de Jairedín].

321. [1547] Otra vez Tlemcén [Tremecén].

324. Estabilidad del estado argelino.

325. [1550-1554] Intervención del Estado de los Jerifes [Saadíes marroquíes] y final del estado de los Banu-Zayán [de Tlemcén].

327. [1550-1554] Cómo se produjeron las batallas de los argelinos y su gran victoria final [contra la invasión de los Saadíes].

330. [1553] Intento de delimitar las fronteras y liberación de los Banu-Wattás [dinastía marroquí anterior a los Saadíes].

331. Política de Hasán [Ibn-] (Jairedín) Pachá.

333. [1552] Intrigas del embajador de Francia. Vuelta de Hasán a Estambul.

Capítulo 9.º: Sálih Raís, héroe de la unidad y del esfuerzo bélico islámico [«chihad»].

337. [1552-1556] Política de Sálih Raís y sus objetivos.

338. La unificación interior.

340. [1552] Entre Sálih y Abdelaziz [sultán de Alcalá de los Banu-Abbás, «Labés», en las fuentes españolas].

340. [1553-1554] Abu-Hasán [último rey meriní-wattasí de Fez] aparece de nuevo [recupera el trono con ayuda argelina y reconociendo el califato turco-otomano, contra los Saadíes de Marrakech, los portugueses y los españoles y sus puertos magrebíes].

342. [1554] [Sálih Raís destituye a] los últimos Banu-Zayán [reyes de Tlemcén y incorpora su reino a Argelia].



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343. [1555] Expedición de conquista de Bejaia [Bujía] y recuperación de los restos de la ciudad.

345. [1555] Mensaje angustioso a España [del gobernador].

346. [1555] Rendición final del castillo de Bab-al-Bahr [la Puerta del Mar, en Bejaïa].

347. [1555] [Mensaje de Sálah Raís] pidiendo al comandante de la fortaleza la rendición.

349. Represalia [española contra el gobernador] por haberse entregado.

350. Collo [El Colo] y las costas [orientales], limpias [de la ocupación española].

350. España en Collo [El Colo] en el siglo XIII.

358. Negociaciones del jerife saadí [soberano de Marruecos] y los españoles, contra los argelinos.

359. [1555] Informe español sobre estas negociaciones.

364. [1555] Nota del conde de Alcaudete sobre este informe.

366. [1556] Preparación de la conquista de Orán y muerte de un gran héroe [Sálih Raís].

367. Los Saadíes en Tlemcén [Tremecén].

Capítulo 10.º: Hasán Pachá Ibn-Jairedín [Hijo de Jairedín], vuelve al campo de batalla [1557].

371. Recuperación de Tlemcén [Tremecén].

372. [1558] La gran victoria de Mostaganem. Muerte del conde de Alcaudete.

377. [1558] Muerte de Carlos V, afligido y decrépito.

377. [1556] Vuelta de Hasán Pachá [Ibn-] (Jairedín), por tercera vez.

378. [1560] Derrota española en (la isla de) Jerba [Gelbes].

379. [1563] La batalla histórica de Al-Marsà-l-Kabir [Mazalquivir].

383. [1565] (Hasán Pachá [Ibn-] Jairedín [Hijo de Jairedín]), intenta ocupar Malta.

385. [1566] Hasán Pachá es ascendido al cargo de Qabtán Pachá [Almirante Supremo de la flota otomana].

385. [1567] Rechazo de una aventura temeraria para ocupar Argel [del corsario valenciano Juan Gascó o Gascón].





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