Abrasa el sol, la flor en la llanura
Abro mi corazón, de allí recojo
�Adiós, mi bien! Es el postrer instante...
Alcemos nuestro lábaro en la cumbre
Alegre y sola en el recodo blando
Allá cuando fui joven, seductora
Amo la noche El corazón ansía
Ángela, te escuché. El alma mía
Anoche, al dejarte
Anoche te soñaba, vida mía
Anoche tuve un sueño. Al pie de negra palma
Atrás quedad los viejos horizontes
Ayer, el blando soplo del aura de la noche
Buscaba mi alma con afán tu alma
Como al ara de Dios llega el creyente
Como dulce canción vaga y hermosa
Como es blanca la página ofrecida
Coronaban su frente todavía
Cuando allá en los confines de la Historia
Cuando ante el lienzo, virgen todavía
Cuando en un día de proscripción y duelo
Cuando hizo Dios a la mujer primera
Cuando se va la noche
Cuánto es triste pensar en tu destino
Dadle aire, luz, espacio... �Tended ante su vista
Del roto corazón en las ruinas
Derrama en mi alma triste
�Despareced, arcadas de la sombra!
Dicen, hermosa niña, que dejas tus hogares
Dolores, bella Dolores
Dulce cantora de Atoyac, levanta
El sol está muriendo. De ocaso en las regiones
El último destello de la tarde
En el regazo frío
En medio el ancho mar soberbia roca
En su curso voluble la Fortuna
Era la noche; y en mi estancia lóbrega
Era la sexta aurora. Todavía
Escucha dulce niña
Escúchame, mujer
Es la hora melancólica y serena
Estaba la noche muy negra, muy fría
Estaba la tierra
Estaba sola; entró, tomó mi mano
Esta vida �es don del cielo
�Gracias, gracias, Señor...! Me has dado llanto
�Háblame...! Que tu voz, eco del cielo
Hace dieciocho siglos, humillado
Hay un artista: �Dios! Tendió su cielo
Hay una virgen de alma cariñosa
He visto, de la noche
He visto un ángel blanco. Sobre mi sien tendía
�Isabel, Isabel... quiero cantarte!
�La amaste...? Pues olvídala. Esta vida
La Ciencia es el Fiat-Lux. Verbo fecundo
La Divina Comedia es el poema
La dulce claridad de la mañana
La juventud sus encantadas puertas
La luna esplendente
La luz de ocaso moribunda toca
Las flores son un emblema
Las Gracias, �dónde están? Las busco en vano.
Las lágrimas vertidas
Lástima que en verdad no sea de Lola
La tarde era triste
La tierra en donde vi la luz primera
Los versos son las flores que el alma del poeta
�Luz es todo lo bello! Luz la aurora
�Marcha, marcha, Colón! Y si ese mundo
Melancólica enlutada
�Me visita tu espíritu, amor mío?
Mirad a Juana; su cintura es leve
Mirad la aurora
Mirando los tumbos de la ola bravía
�-Mis Furias están ya viejas y torpes�,
Morena por el sol del Mediodía
Muy pocas flores de ilusión dejaron
No soy de aquella tierra. No tengo mis hogares
�No te apartes de mí...! Cuando me dejas
No tenemos más rey que las leyes
Oh blanca niña de los labios rojos
�Oh! niña de mis sueños
�Oh, noche, ven a mí! Trae a Romeo
�Oh santa madre mía!
�Óyeme, Juventud!
Patria, familia, hogar..., �qué os habéis hecho?
Pensar. Decidme �qué nombre
Perdiose ya la dicha de mi vida
Pobre amiga, pues que lloras
Por el antiguo bosque del encanto
Por la mañana en el desierto inmenso
�Por qué estás, como yo, pálida y sola?
Primer rayo de luz, primera rosa
�Que hay en mis versos veneno...!
�Qué me importa la muerte...? �qué la vida...?
�Qué...! �porque nada el porvenir me guarde
Quién me diera tomar tus manos blancas
Reina de Pafos y de Gnido, Venus
�Sabes, Carmen, qué es vivir?
�Salve a la, Juventud! Tienda en el éter
�Salve, dulce niñez!
�Salve, noche sagrada! Cuando tiendes
Símbolo de tu cándida belleza
Sí, me acuerdo: llamábame Eloísa
�Si no sabía llorar...! Jamás su frente
Sola y oculta en el rincón del huerto
Sol de la juventud, en sed de amores
Soñaba yo... Mis párpados henchidos.
Supe que al primer destello
�Te acuerdas de su adiós...? Hay un instante
Tierna como las flores, suave como el aroma
Triste el ánima está. Busca en el arpa
Tu imagen vino a visitarme en sueños
Última flor... Para tus hojas secas
Una madre me dio el cielo
Una tierra infeliz, áspera y dura
�Ven, cortesana...! �Abrásame en delicias!
Venid, y flores derramad y llanto
Virgen del infortunio, doliente Madre mía
Ya brilla la aurora y aun no abres tu puerta
Y no buscaste un sol, no; le tenías
�Yo amo!, Es la palabra melodiosa