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Juan Pérez de Montalbán

Sinopsis de las comedias del segundo volumen de Montalbán

Sinopsis de Teágenes y Clariquea (edición de Claudia Demattè)

Jornada primera

En Menfis, Anaximandro, rey de los persas, Tíamis, rey de los besanos, Nemón, príncipe de la China, y Teágenes de Tesalia, han acometido varias pruebas para merecer el amor de la hermosa Clariquea y pelean entre ellos por su mano. Neusicles, viejo sacerdote, cuenta cómo encontró en el mar a Clariquea cuando era niña y la crio como profetisa hasta que el oráculo le anunció que un príncipe había de conquistar su corazón. Entre los presentes, Teágenes es el único que desconoce sus orígenes, pero ha ganado todas las pruebas. Cuando salen Sinforosa y Clariquea para entregar el premio, Teágenes se enamora a primera vista de Clariquea y lo mismo le pasa a ella. Clariquea confiesa a Marfisa sus sentimientos y Marfisa le sugiere que el criado de Teágenes, que la corteja, puede llevar los mensajes a su amo. Cuando llega, Frisón finge sobre la identidad del noble, pero finalmente cuando Clariquea le pregunta por las cualidades de su amo, las confirma, mientras Teágenes llega al paño y lo oye todo. Sigue un hermoso intercambio entre los dos amantes que se confiesan sus sentimientos y Clariquea decide declarar su amor a todos. Neusicles, sin embargo, le aconseja que no lo haga públicamente porque los príncipes matarían en seguida a Teágenes. En consecuencia, él se queda desilusionado y los príncipes abrigan todavía esperanzas. La infanta Sinforosa declara su amor a Teágenes y amenaza con matar a Clariquea, mientras ella lo escucha todo al paño. Entre tanto Frisón corteja a Marfisa y le propone que no se casen y que vivan juntos «sin coyunda». Cuando Clariquea entra celosa, Teágenes confiesa que el único remedio es la muerte de ambos. Clariquea le propone escaparse de Menfis esa misma noche.

Jornada segunda

Bajando de un monte, Neusicles relata que Tíamis ha prendido la nave en que viajaban con Frisón y ahora los lleva presos. En lo bajo del escenario descubren algunos cuerpos muertos, mesas derribadas y en medio Teágenes, herido, en el regazo de Clariquea. Tíamis hace presos a los dos, pero Clariquea le pide antes que la escuche. Clariquea cuenta a Tíamis el vaticinio del oráculo y su enamoramiento de Teágenes y cómo se escaparon a Anatolia. Durante el viaje por mar, tras seis días de travesía, una galeota de piratas los embistió y, a pesar de la fuerte defensa, acabaron presos. Tanto el capitán como el segundo de los corsarios se enamoraron enseguida de la belleza de Clariquea y para festejarla habían preparado un banquete en una playa, pero los celos que había causado Clariquea entre los dos hombres los habían llevado a pelear, facilitando su liberación. El rey Tíamis finge apiadarse y para perdonarlos propone que Teágenes le ayude en la batalla que Eumenes le ha declarado por haber rechazado la propuesta de casarse con la infanta Sinforosa. Además, pide que Termutis lleve a Clariquea para dejarla encerrada en una cueva hasta que vuelvan, a pesar de que su intención es matar a Teágenes en cuanto gane la batalla. Eumenes y su hermana Sinforosa se muestran irritados porque cada uno de ellos está enamorado de Teágenes y Clariquea. Eumenes afirma haberlos visto juntos en la playa, donde Teágenes yacía herido, y describe de forma detallada la escena piadosa de los dos amantes. Los celos le impulsan a la guerra para matar a Teágenes y lo mismo afirma su hermana, que pide guerra contra Tíamis por haberla rechazado y contra Clariquea. En la batalla Tíamis queda herido y para vengarse entra en la cueva para matar a Clariquea antes de morir. Llegan a la gruta también Frisón y Marfisa mientras Teágenes entra, junto a Neusicles, con una luz para buscar a su amada. Teágenes descubre a Tisbe muerta, pero se le apaga la antorcha y cree que es Clariquea y se desespera en un largo parlamento. Mientras Neusicles sale a buscar una nueva luz, Clariquea sale del fondo de la cueva y se maravilla de que la voz de su amado se dirija a otra mujer y muestra celos a Teágenes, justo cuando Neusicles vuelve con la luz. Teágenes descubre que la muerta es en realidad Tisbe a quien Termutis escondió en la cueva y a quien Tíamis mató creyéndola Clariquea. Los dos amantes nuevamente juntos se intercambian palabras amorosas y deciden escaparse por mar.

Jornada tercera

Eumenes pretende que Tíamis le entregue a los dos amantes, pero él vuelve a contar en una larguísima relación que llegó a la cueva y encontró tan solo a Tisbe muerta y que luego mató a Termutis, poco antes de que llegase Eumenes y lo prendiese. Les interrumpen Sinforosa y sus soldados que traen preso a Frisón. Este se ofrece a contar todo lo que quieran saber sobre su amo y su amada, pero es interrumpido por la llegada de Teágenes, Neusicles y Marfisa. Teágenes reclama la atención de todos y relata los acontecimientos ocurridos, pidiendo a Eumenes que deje vivir a Clariquea a cambio de su vida. Pero Clariquea apela a Sinforosa que quiere salvar a Teágenes para que éste le brinde en exclusiva su amor. En una larga esticomitia, los dos hermanos llegan al acuerdo de que van a salvar la vida de los dos amantes, alejándolos por separado de la ciudad: Eumenes se llevará a Teágenes y Sinforosa a Clariquea. Acto seguido cada uno de los hermanos encarga a su criado llevar al preso para conducirlo hasta la puerta y condenarlo al destierro sin revelarlo al otro. Eumenes encarga a Tíamis que diga a Hidaspes que se rinde al imperio de Etiopía y Tíamis, aunque pierda a Clariquea, se queda contento. Por un lado, sale Clariquea, puesta en libertad por Sinforosa; por otra puerta sale Teágenes puesto en libertad por Eumenes: cada uno se queja por separado de su suerte, pero, en un golpe de fortuna, los dos se reconocen y se vuelven a declarar mutuo amor. Salen también Frisón, Neusicles y Marfisa y, ya reunidos todos, deciden ir a consultar el oráculo mientras los dos criados esperan en el monte. Sale por un palenque toda la compañía, «bizarramente aderezada de negros», y después Neusicles, Tíamis, Eumenes, la infanta Sinforosa, Frisón, Marfisa, Teágenes y Clariquea, y Celasiris, «negro», Hidaspes, rey, y Persina, «reina negra». Hidaspes ha prendido a los dos amantes y los ha condenado a las llamas, pero Clariquea pide explicar la situación en un largo parlamento. En primer lugar, revela la verdadera identidad de Teágenes, hijo de Orontes y heredero del reino de Grecia, condenado a muerte por su madrastra y abandonado en la ribera del Ionio; de esta forma disculpa que se aplique la ley de muerte a un rey. Acto seguido revela que ella es hija de Persina e Hidaspes a pesar de que su piel blanca revele un imposible. Persina la concibió mirando un cuadro de Andrómeda desnuda con la piel como la nieve, y pensando que la acusarían de traición, abandonó a la niña recién nacida. Persina confirma la historia e Hidaspes decide dar libertad a Eumenes y concertar la boda de Teágenes y Clariquea, de Tíamis y Sinforosa.

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